miércoles, 12 de octubre de 2016

Víctimas de la locura



   
    Hippolyte Léon Denizard Rivail

                      (Allan Kardec) 

Nació en Lyón, Francia, el 3 de octubre de 1804. 
Estudió en Yverdon, Suiza, con el célebre Johann Heinrich Pestalozzi, de quien se hizo discípulo y colaborador. 

Fundó en Paris, con su esposa Amelia Gabriela Boudet, un establecimiento semejante al de Yverdon. Su cultura universalista abarcaba varias ramas del conocimiento humano, habiendo organizado, en su casa, cursos gratuitos de química, física, astronomía y anatomía comparada. 

Miembro de varias sociedades sabias, especialmente de la Academia Real de Arras, fue premiado, en 1831, por la monografía ¿Cuál es el sistema de estudio más en armonía con las necesidades de la época? Entre sus obras, se destacan: Curso práctico y teórico de Aritmética, según el método de Pestalozzi (1824); Plan presentado para el mejoramiento de la Instrucción Pública (1828); y Gramática francesa clásica (1831). 

En Mayo de 1855, cuando el Prof. Rivail presenció los fenómenos de las mesas giratorias (fenómeno mediúmnico que ocurría en Europa), de inmediato entrevió, en la comunicación entre los Espíritus y los hombres, una ciencia de profundas consecuencias morales. Ante él se encontraba la llave para la solución que buscara durante toda su vida: quiénes somos, de dónde venimos y para dónde iremos después de la muerte del cuerpo físico. 

En París, Rivail hizo sus primeros estudios del fenómeno mediúmnico, estudiando sus leyes. Aplicó a la nueva ciencia el método de la experimentación. Nunca formuló teorías preconcebidas. Observaba atentamente, comparaba, deducía las consecuencias y buscaba siempre la razón y la lógica de los hechos. Interrogó a los Espíritus sobre los problemas relacionados con el mundo invisible, anotó y ordenó los datos que obtuvo. Por eso es llamado Codificador de la Doctrina Espírita. 

Jamás se identificó como autor de los principios del Espiritismo. Se colocó siempre en la posición de organizador. Los autores de la Doctrina (lo cual constituye una garantía) son los Espíritus Superiores. Más tarde, cuando vio que todo aquello formaba un conjunto y tomaba las proporciones de una doctrina, decidió publicar El libro de los Espíritus, el 18 de abril de 1857, en París. Adoptó el pseudónimo de Allan Kardec para diferenciar la obra espírita de su producción pedagógica publicada con anterioridad. 

En enero de 1858, Kardec lanzó la Revue Spirite (Revista Espírita) y fundó la Sociedad Parisiense de Estudios. En seguida, publicó Qué es el Espiritismo (1859), El libro de los  médiuns (1861), El Evangelio según el Espiritismo (1864), El Cielo y el Infierno (1865) y La Génesis (1868). 


Falleció en París, el 31 de marzo de 1869, a los 64 años, a consecuencia de un aneurisma. Su cuerpo está sepultado en el cementerio Père-Lachaise, en la capital francesa. En su tumba, una inscripción resume la filosofía espírita: “Nacer, morir, renacer una vez más y progresar siempre. Tal es la ley”. Algunos de sus amigos reunieron textos inéditos y anotaciones de Allan Kardec en el libro Obras Póstumas, publicado en 1890.




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Ser espírita no es solo sentirlo o tener simpatía por la filosofía. Es el considerar la Moral una transformación en pensamiento y obra. Es poder darse uno cuenta que los males mayores de la Humanidad, están siendo causados por el egoísmo, el orgullo, la intolerancia, el materialismo extremo vestido de la prosperidad que muchos predican. Ser espírita es darse completamente en Caridad y Amor para los demás, experimentando una transformación total.

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                         PEDAGOGÍA ESPIRITUAL


Combinar ilusión por conseguir unos objetivos concretos pero sin alejarse del realismo cotidiano, es una de las tareas, entre otras muchas, que nos trae el mundo espiritual cuando trabaja con los encarnados. A esto lo llamamos pedagogía espiritual.
Aunque es cierto que la codificación espírita es todo un tratado espiritual que apela al buen juicio, al raciocinio y al análisis; atributos imprescindibles para comprender la doctrina codificada por Allan Kardec y conducirse por un camino recto, también es verdad que en las manifestaciones mediúmnicas se producen, sobre todo al principio, fenómenos anímicos, y algunas comunicaciones de hermanos engañosos o mixtificadores, necesarios para ejercitarse en un análisis desprovisto de fanatismos, fantasías y todo aquello que pueda estimular la vanidad y el orgullo.
Siempre se ha dicho que la mediumnidad es una simple herramienta, muy útil cuando se utiliza adecuadamente, empero, no es un privilegio de nadie ni un síntoma de superioridad de unos sobre otros. Tampoco es un “atajo” para resolver por la vía rápida aquellos problemas comunes al resto de mortales. La única ventaja, si es que se puede considerar como tal, es la concienciación espiritual que nos aporta sobre el papel que juega la justicia divina en las vicisitudes de la vida, inevitables para todos.
El secreto del éxito en esto como en cualquier empresa reside en el trabajo, el esfuerzo y si es necesario, el sacrificio para superar las dificultades del camino. Por lo tanto, hemos de incidir en que nadie es superior a nadie.
No obstante, aquellos que se deciden a trabajar en la senda del bien, que conocen los mecanismos de intercambio con el mundo espiritual, viven un sinfín de experiencias. Incluso algunas pueden parecer extrañas y más propias, a simple vista, de hermanos engañosos que de seres espirituales de los planos superiores.
Pongamos algún ejemplo. Existe la experiencia de una gran espírita del pasado, en contacto formal y serio con el mundo espiritual a través de la mediumnidad, que en un momento determinado de su vida, de gran tribulación, preguntó a los “hermanos superiores”, a sus “guías” que cuándo iban a terminar los dolores, sus sufrimientos de la vida. La contestación fue más o menos la siguiente: “En el plazo de un año se resolverán todos sus problemas y será definitivamente feliz”.
Como se pueden imaginar la satisfacción para ella fue grande, porque era capaz, así se lo habían dicho, de saber con exactitud cuándo finalizarían sus penas. Fueron pasando los meses, ella continuó con su trabajo material y espiritual, avanzando siempre, pero con una esperanza añadida, una ilusión que cada día se le acercaba para cumplir un deseo, una esperanza, como era el fin de sus problemas. Fue pasando el tiempo hasta llegar a la fecha que ella había calculado para tal fin….
Desgraciadamente ese día no pasó nada, la vida transcurría igual. Dejó pasar algún tiempo más, pero no cambiaron las cosas. Hasta que un día se le ocurrió preguntar sobre el hecho esperado. El hermano que se manifestó le contestó más o menos lo siguiente: “Hermana, hay que confiar siempre en la bondad y misericordia de Dios. Tómalo como una prueba para desarrollar la paciencia, la resignación, aceptando las vicisitudes de la vida con ánimo y entereza. Piensa que durante todo este tiempo, esa ilusión por alcanzar este objetivo imposible, te ha ayudado mucho durante este último año que ha sido para ti especialmente difícil. El pensar en un final próximo, en una esperanza cercana te aliviaba y te daba coraje para seguir luchando. Este fue el sentido real y no otro de nuestras palabras. Reflexiona y comprenderás.”
Pudo haber sido un hermano engañoso, sin embargo con la explicación precedente todo adquiere un sentido lógico y positivo. El hermano espiritual relativizó el presente con una propuesta ilusionante para que ella pensara en un futuro mejor. Además, le sirvió también como experiencia para comprender que no existen plazos fijos, exactos, salvo rarísimas excepciones, que puedan marcar el devenir de determinados acontecimientos particulares o generales.
Tenemos otro caso mucho más famoso. El médium Francisco Cándido Xavier, cuando comenzó a trabajar con su guía espiritual Emmanuel. Francisco le preguntó cuál era su compromiso y este le comunicó que serían unos veinte libros a psicografíar. Cuando alcanzó el objetivo oró dando gracias a Dios y a su mentor por el trabajo realizado. Emmanuel se le volvió a hacer visible y le comunicó que serían treinta. Al completar el trabajo el médium se sintió muy feliz, nuevamente se le apareció su guía y le comunicó que el trabajo había que prolongarlo hasta los cuarenta o sesenta. Francisco afirmó: “Me asusté, ¿pero qué podía hacer?”
Una vez concluido el trabajo que se prolongó en el tiempo, el notable médium brasileño pensó que ya era suficiente, había concluido su compromiso espiritual y quedaba libre de responsabilidades. Una vez más el noble espíritu de Emmanuel se le presentó diciéndole con austeridad y severidad que ya no se pertenecía. Es decir, que a partir de ese momento no debía pensar en marcarse unos límites, puesto que esos límites sólo se los podía marcar Dios, concretamente a través de su compromiso con el Maestro Jesús. Debía pues de entregarse en cuerpo y alma a un trabajo con una finalidad superior. Siendo dócil y siempre dispuesto para las tareas encomendadas.
Seguramente, y a la vista de los hechos, de la experiencia de Cándido Xavier, si le hubiesen comunicado desde un principio que debía psicografíar indefinidamente gran cantidad de libros, quizás hubiera sido una carga psicológica muy grande para él. Fue una manera de aliviarlo, de dosificarlo, de dejar pasar el tiempo, los acontecimientos para que pudiera asimilar su trabajo. También como una prueba, puesto que a veces, los médiums, que al fin y al cabo son personas como las demás, pueden sufrir altibajos y caer en entorpecimientos que pueden condicionar el devenir de una facultad y su trabajo futuro.
El mundo espiritual superior conoce perfectamente las fragilidades humanas. Saben de las enormes limitaciones que supone el venir con una materia física, además de los entorpecimientos propios de las imperfecciones y debilidades que todos, en mayor o menor medida poseemos. Es por ello que dentro de la gran prudencia que les caracteriza, además de aconsejarnos y de orientarnos nos pueden hacer indicaciones que, a simple vista, parezcan engañosas.
Aunque no por ello, debemos de olvidar siempre la necesidad de estudiar, analizar y escrutar todo sin apasionamiento, sin fanatismos. Hay que tener presente que todos los médiums son vulnerables y que los espíritus no lo saben todo; como nos explica muy bien Allan Kardec en las obras de la codificación, especialmente en el Libro de los Médiums.
Por otro lado, dicha pedagogía espiritual también ha podido ser aplicable a ciertos mensajes que se han recibido en distintos puntos de nuestro globo en los que se marcan unos plazos respecto al Cambio de Ciclo en el que estamos inmersos, incluso, hablando de la “inminencia” de los acontecimientos. Seguramente con la finalidad de concienciar sobre la urgente necesidad de un cambio moral en nuestras vidas.
Los acontecimientos mundiales en gran parte, dependen del libre albedrío de los países, de sus gobiernos y sociedades. De hecho, ya se están produciendo cambios desde hace bastantes décadas. Cada uno de nosotros estamos en un nivel evolutivo que el mundo espiritual superior conoce perfectamente y saben lo que nos falta para estar en condiciones de poder formar parte de esa nueva sociedad, que supondrá el cambio definitivo a un mundo de regeneración. Aun así, pese a las advertencias: “Para algunos, mañana será tarde”.
También hemos de ser conscientes de que para ellos, inmateriales de otra dimensión, tienen otra percepción muy distinta del tiempo a como la tenemos nosotros. Observan lo que está ocurriendo en el astral, como preludio de lo que acontecerá más tarde en la materia.
En resumen: Para conseguir hechos concretos hace falta muchas veces propuestas  cercanas, casi palpables y más concretas. Algo que forma parte del trabajo pedagógico del mundo espiritual, consciente de las necesidades más urgentes y de nuestra fragilidad moral y material. Sepamos por tanto, darle el valor que merecen.
  José M. Meseguer  ©2016, Amor Paz y caridad
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                      EL EGOÍSMO. 

El egoísmo, esa plaga de la humanidad, debe desaparecer de la tierra cuyo progreso moral detiene; al Espiritismo le está reservada la tarea de hacerla subir en la jerarquía de los mundos. El egoísmo es, pues, el objeto hacia el cual todos los verdaderos creyentes deben dirigir sus armas, sus fuerzas, su valor; digo su valor, porque éste es más necesario para vencerse a sí mismo que para vencer a los otros. Que cada uno ponga todo su cuidado en combatir su egoísmo, porque este monstruo devorador de todas las inteligencias, ese hijo del orgullo, es el origen de todas las miserias de la tierra. El es la negación de la caridad, y por consiguiente, el más grande obstáculo para la felicidad de los hombres. 

Jesús os ha dado el ejemplo de la caridad y Poncio Pilatos el del egoísmo, porque cuando el Justo va a recorrer las santas estaciones de su martirio, Pilatos se lava las manos diciendo: ¡Qué me importa! Dijo a los judíos: Este hombre es justo, ¿por qué queréis crucificicarle? Y sin embargo, lo deja conducir al suplicio. 

A ese antagonismo de la caridad y del egoísmo, a la invasión de esa lepra del corazón humano, debe el cristiano el que no haya cumplido toda su misión. A vosotros, nuevos apóstoles de la fe a quienes los espíritus superiores iluminan, incumbe la tarea y el deber de extirpar ese mal para dar al cristianismo toda su fuerza y limpiar el camino de los abrojos que impiden su marcha. Echad fuera de la tierra el egoísmo para que pueda ascender en la escala de los mundos, porque ya es tiempo de que la humanidad vista la toga viril; y para esto es menester primero arrojar a aquél de vuestro corazón. (Emanuel. París, 1861). 

Si los hombres se amasen con un mutuo amor, la caridad se practicaría mejor; pero para esto sería preciso que os esforzáseis en desembarazaros de esa coraza que cubre vuestros corazones, a fin de ser más sensibles para los que sufren. El rigor mata los buenos sentimientos. Cristo no se negaba a nadie; el que a El se dirigía, cualquiera que fuese, no era rechazado: la mujer adúltera y el criminal eran socorridos por El; no temía nunca rebajar su propia consideración. ¿Cuándo, pues, lo tomaréis por modelo de todas vuestras acclones? Sí la caridad reinase sobre la tierra, el malo no tendría imperio; huiría avergonzado, se ocultaría, porque por doquiera se encontraría desubicado en cualquier parte; estad bien penetrados de esto. Empezad por dar el ejemplo vosotros mismos, sed caritativos para todos indistintamente, esforzáos en no tildar a los que os miran con desdén y dejad a Dios el cuidado de toda justicia, porque todos los días en su reino separa el buen grano de la cizaña. 

El egoísmo es la negación de la caridad, y sin la caridad no puede haber sosiego en la sociedad; digo más, ninguna seguridad. Con el egoísmo y el orgullo que se dan la mano, el mundo sería siempre un juego favorable al más astuto, una lucha de intereses en la que son pisoteados los más santos afectos, en que ni aun son respetados los lazos sagrados de la familia. (Pascal. Sens, 1862). 

Extraído de: "Evangelio según el Espiritismo"    
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                  VICTIMAS DE LA LOCURA
Así es,son obsesores,catalogados como seres impenitentes,vengadores implacables,carentes de sentimientos de piedad o de compromiso.
Es cierto que se dejaron enloquecer y que perseveran en la monoidea de la venganza,que elaboran planes de crueldad
y preparan trampas para sorprender a aquellos contra los que se movilizan.Reacios al diálogo y armados de ferocidad,así como de insensibilidad ante le sufrimiento ajeno,prosiguen ciegos de rencor.
Por cierto logran provocar malestar,y la respuesta a su constante saña perseguidora es la desesperación,e incluso un resentimiento profundo,con señales de rebeldía.
Quienes se convirtieron en obsesores son sinónimos de enemigos crueles.
Con todo,no los detestes,aunque sufras los embates de su perversidad.
Son tus hermanos enfermos,que se encuentran en el nivel mas elevado de desequilibrio.De algún modo,sin que se den cuenta,también son tus benefactores.
Gracias a su desvarío,hacen que despiertes a la realidad trascendente,para que prestes atención a los deberes legítimos.
No siempre fueron obsesores,sucede que sus actuales víctimas arrojaron sus esperanzas al abismo.
Confiaron,pero ella traicionaron sus ideales.
Amaron,pero padecieron su infidelidad.
Entregaron sus sentimientos que fueron arrojados al pantano del crimen y de la indiferencia.
Soñaron con la felicidad que se transformó en una pesadilla de padecimientos inenarrables.
Dieron ternura,pero recibieron ingratitud.Vieron como se enfriaban las emociones nobles.
Desprovistos de fe y valor,se sumergieron en la ceguera del odio,se dejaron llevar por la corriente de la desdicha,y ahora,atormentados,no saben que hacer.
Sin embargo,ninguna razón justifica su necedad.Piensa en lo que habrías hecho en caso de padecer esos infaustos acontecimientos.¿Cómo te sentirías ahora?Eso te ayudará a entenderlos,e incluso a amarlos.
Ellos necesitan tus vibraciones afectuosas..
Haz el bien y renuévate mediante tu iluminación.Gracias a tus conquistas ellos también se esclarecerán y recuperarán la normalidad,preparándose para volver a transitar el camino,para comenzar nuevamente,en el intento de avanzar contigo...en paz.
Jesús,que es el Señor de los Espíritus siempre aplicó para con ellos inmensa misericordia,apartándolos de sus anfitriones,con el fin de que no agravaran aún mas sus responsabilidades,mientras le daba oportunidad de aprender de su Palabra,motivadora de renovación
y de libertad.
Reflexiona acerca de sus sentimientos.Considera la situación de tus hermanos obsesores,y ten cuidado.Así evitarás empeorar tu situación y la de ellos,por negligencia o irresponsabilidad de tu parte.
MOMENTOS DE ARMONÍA        
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                      LAS VICISITUDES DE LA VIDA  

   Las vicisitudes de la vida son de dos clases o, si así se prefiere, tienen dos fuentes de origen muy distintos, que interesa distinguir: la causa de unas está en la existencia presente, y la de las otras, fuera de esta vida.
Remontándonos al origen de los males terrenos, reconoceremos que muchos de ellos son la natural consecuencia del carácter y conducta de aquellos mismos que los padecen.
¡Cuántos hombres caen por su propia culpa! ¡Cuántos son víctimas de su imprevisión, orgullo y ambición! ¡Cuán grande es el número de personas arruinadas por falta de orden, de perseverancia, por mala conducta o por no haber sabido trazar un límite para sus deseos! ¡Cuántas uniones desventuradas, porque se han fundado en un cálculo del interés o de la vanidad y porque el corazón no intervino en ellas en modo! Cuántas disensiones y querellas funestas hubieran podido evitarse si se hubiera tenido más moderación y menos susceptibilidad! ¡ Cuántas enfermedades y achaques son la consecuencia de la intemperancia y de los excesos de todo tipo!
¡ Y cuántos padres son desdichados a causa de sus hijos, porque no combatieron desde el principio las malas tendencias de éstos! Por debilidad o indiferencia permitieron que se desarrollaran en ellos los germenes del orgullo, el egoísmo y la tonta vanidad, que secan el corazón. Y más tarde, al cosechar según habían sembrado, esos padres se asombran y se atribulan ante la falta de respeto y la ingratitud de sus hijos.
Todos aquellos que han sido heridos en su corazón por las vicisitudes y desilusiones de la vida, interroguen con serenidad a su propia conciencia; remóntense paso a paso hasta la fuente misma de los males que les afligen, y comprobarán que en casi todos los casos pueden decirse: Si yo hubiera hecho (o no hubiera hecho) tal cosa, no me encontraría en esta situación.
Pues, ¿ a quién deben todas esas tribulaciones, más que a sí mismos? Porque muchisimas veces el hombre es el artífice de sus propios infortunios. Pero, en lugar de reconocerlo así encuentra más sencillo y menos humillante para su vanidad acusar de ellos a la suerte, a la Providencia, a la falta de oportunidades o a su mala estrella, que en rigor de verdad reside en su propia incuria.
Esta clase de males son, seguramente, muy numerosos dentro de las vicisitudes de la vida del hombre, que los evitará cuando trabaje tanto en pro de su mejoramiento moral como del intelectual.

El Evangelio según el Espiritismo
Allan kardec   
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               Pedagogía espiritual po
   

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