viernes, 18 de marzo de 2011

Señales de alarma


¿Y la familia como está?



Usted ya debe haber oído esa pregunta y tal vez haya dado aquella respuesta automática: “todo bien”, sin compromiso con la verdad.

No en tanto, nos gustaría que reflexionase antes de responder.

Haciendo una evaluación superficial es posible tener la impresión de que está todo bien, pues es más fácil admitir eso que contestar lo contrario y tener que tomar serias providencias.

Como la base de sustentación del hogar es la pareja, vamos a volver sobre ella nuestra atención, por algunos instantes.

La rutina diaria muchas veces nos arrastra tan deprisa que ni nos damos cuenta de que algo no está bien, y vamos dejando para pensar en eso después. Y después, nunca llega.

Infelizmente, muchas parejas solo se dan cuenta de eso cuando uno de los dos pide el divorcio, o simplemente abandona la familia.

Para aquellos que desean, sinceramente, llevar adelante el bendito compromiso del casamiento, hay algunas señales de alarma que pueden informar la situación de dificultad antes que la unión conyugal se deshaga:

Silencios injustificables cuando los esposos están juntos.

Tedio inexplicables ante la presencia del compañero o de la compañera.

Irá  disfrazada cuando el marido o la esposa emiten una opinión.

Saturación de los temas habituales tratados en casa, y fuga para lecturas interminables de periódicos o inacabables novelas de televisión.

Irritación gratuita siempre que se aproxima al hogar.

Desinterés por los problemas del otro.

Falta de intercambio de opiniones, de dialogo constante.

Atritos repetidos que desencadenan discusiones irritadizos, capaces de provocar agresiones de esta o aquella manera.

Esas y otras tantas señales de alarma indican que la relación está enferma y precisa socorro urgente.

Por tanto, antes que las dificultades abran abismos intransmisibles y los espinos de la incomprensión produzcan heridas de difícil cicatrización, es justo asumir actitudes nobles y tomar providencias para sanar los males.

Asumir la honestidad, que manda abrir el corazón uno para el otro y permite corregir las deficiencias y reorganizar el campo del afecto.

Es natural que surjan desaciertos, más, en vez de la indiferencia o de la separación, busquemos el reajuste.

No permitir que el cansancio, la comodidad, la apatía acaben destruyendo los lazos del afecto, necesarios para la manutención del hogar.

Un poco de comprensión, tolerancia, renuncia y amistad son antídotos eficaces para un matrimonio enfermo.

Es importante considerar que la persona que escogemos para formar con nosotros el hogar, es alguien que precisa de nuestra ayuda, de nuestro hombro amigo, de nuestro más puro afecto.

Es preciso, tantas veces, dejar el egoísmo a un lado, el orgullo, el tonto celo, y pensar en la felicidad real de la familia, para que podamos sentir que, nuestra familia va bien…

***

Para que el casamiento surja efecto, no es preciso que el esposo y esposa miren demasiado uno para el otro, a fin de percibir y anotar defectos y dificultades . Más si es necesario que ambos miren en la misma dirección y mantengan la llama encendida en el mismo ideal. El ideal de construir un mundo mejor a partir de la propia familia. ( Merche )









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