sábado, 25 de junio de 2022

Los Hechos Paranormales

    INQUIETUDES

1.- La Ley del Amor

2.- Doctrina espírita: Ley del Trabajo

3- Los hechos Paranormales

4.-Optimismo, pesimismo y espiritualidad


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                                    La ley de Amor

8. El amor resume toda la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por excelencia, y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado. El hombre en su origen sólo tiene instintos; más adelantado y corrompido, sólo tiene sensaciones; pero instruido y purificado, tiene sentimientos, y el punto exquisito del sentimiento es el amor; no el amor en el sentido vulgar de la palabra, sino ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas. La ley de amor reemplaza a la personalidad por la fusión de los seres, y aniquila las miserias sociales. ¡Feliz aquel que, elevándose sobre su humanidad, quiere con grande amor a sus hermanos doloridos! ¡Feliz aquel que ama, porque no conoce ni la carestía del alma ni la del cuerpo; sus pies son ligeros y vive como transportado fuera de sí mismo! Luego que Jesús hubo pronunciado esta divina palabra: amor, hizo con ella estremecer a los pueblos, y los mártires, embriagados de esperanza, descendían al circo.

El Espiritismo, a su vez viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto divino; estad atentos, porque esa palabra levanta la piedra de las tumbas vacías, y la "reencarnación", triunfando de la muerte revela al hombre ofuscado su patrimonio intelectual; ya no le conduce a los suplicios, sino a la conquista de su ser elevado y transfigurado. La sangre ha rescatado al espíritu y el espíritu debe rescatar hoy al hombre de la materia.

He dicho que el hombre en su principio sólo tiene instintos; aquel, pues, en quien dominan los instintos está más próximo al punto de partida que al fin. Para adelantar hacia éste, es preciso vencer los instintos en provecho de los sentimientos, es decir, perfeccionar éstos sofocando los gérmenes latentes de la materia. Los instintos son la germinación y los embriones del sentimiento; llevan consigo el progreso, como la bellota encierra la encina; y los seres menos avanzados son los que permanecen avasallados por sus instintos. El espíritu debe ser cultivado como un campo: toda la riqueza futura depende del trabajo presente, y más que bienes terrestres os traerá la gloriosa elevación; entonces será cuando, comprendiendo la ley de amor que une a todos los seres, buscaréis en ella los suaves goces del alma, que son los preludios de los goces celestes.
(Lázaro. París, 1862).

9. El amor es de esencia divina, y desde el primero hasta el último poseéis en el fondo del corazón la chispa de ese fuego sagrado. He aquí un hecho que podéis haber observado muchas veces: el hombre más abyecto, más vil y más criminal, siente por un ser o por un objeto cualquiera un afecto vivo y ardiente a prueba de todo lo que tendiera a disminuirlo, que toma a menudo proporciones sublimes.

He dicho por un ser o por un objeto cualquiera porque hay entre vosotros individuos que prodigan los tesoros de amor de que su corazón rebosa, a los animales, a las plantas y aun a los objetos materiales; especie de misántropos, que se quejan de la humanidad en general, que se resisten a la inclinación natural de su alma y que buscan a su alrededor afecto y simpatía. Esos rebajan la ley de amor al estado de instinto. Pero por más que hagan, no podrán sofocar el germen vivo que Dios, al crearlos, deposító en su corazón: este germen se desarrolla y engrandece con la moralidad y la inteligencia, aunque muchas veces comprimido por el egoísmo, es origen de santas y dulces virtudes que constituyen los afectos sinceros y duraderos, y os ayudan a subir el camino, escarpado y árido de la existencia humana.

Hay algunas personas a quienes repugna la prueba de la reencarnación, en el sentido de que otras participen de las simpatías afectuosas a que están celosas. ¡Pobres hermanos! vuestro afecto os hace egoístas; vuestro amor está limitado a un círculo íntimo de parientes o amigos, y todos los otros os son indiferentes. Pues bien, para practicar la ley de amor tal como Dios la entiende, es preciso que lleguéis por grados a amar a todos vuestros hermanos indistintamente. La tarea será larga y difícil, pero se   cumplirá: Dios lo quiere, y la ley de amor es el primero y más importante precepto de vuestra nueva doctrina, porque aquella es la que debe un día matar al egoísmo, bajo cualquier forma que se presente; porque además del egoísmo personal, hay también el egoísmo de familia, de casta, de nacionalidad. Jesús dijo: "Ama a tu prójimo como a tí mismo", ¿pero, cuál es el límite de tu prójimo? ¿Es, acaso, la familia, la secta, la nación? No, es la humanidad entera. En los mundos superiores, el amor mutuo armoniza y dirige a los espíritus avanzados que los habitan; y vuestro planeta, destinado a un progreso
próximo para su transformación social, verá practicar por sus habitantes esta sublime ley, reflejo de la Divinidad.

Los afectos de la ley de amor son el mejoramiento moral de la raza humana y la felicidad durante la vida terrestre. Los más rebeldes y más viciosos deberán reformarse cuando vean los beneficios producidos por esta práctica: No hagáis a los otros lo que no quisiéreis que os hicieran a vosotros, pero hacedles, por el contrario, todo el bien que podáis.

No creáis en la esterilidad y endurecimiento del corazón humano; a pesar suyo, cede al amor verdadero; es un imán al que no se puede resistir, y el contacto de ese amor vívifíca y fecunda los gérmenes de esa virtud que está en vuestro corazón en estado latente. La tierra, morada de prueba y de destierro, será entonces purificada por ese fuego sagrado, y verá practicar la caridad; la humildad, la paciencia, la adhesión, la abnegación, la resignación, el sacrificio, todas las virtudes hijas del amor. No os canséis, pues, de escuchar las palabras de Juan Evangelista; ya lo sabéis: cuando las dolencias y la vejez suspendieron el curso de sus predicaciones, sólo repetía estas dulces palabras: "Hijitos míos, amáos unos a otros".

Queridos y estimados hermanos, aprovecháos de las lecciones; su práctica es difícil, pero el alma saca de ellas un bien inmenso. Creedme, haced el esfuerzo sublime que os pido: "Amáos" muy pronto veréis la tierra transformada en Elíseo, donde las almas de los justos vendrán a gozar del reposo. (Fenelón. Bordeaux, 1861).

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO.ALLAN KARDEC.

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DOCTRINA ESPÍRITA: LEY DEL TRABAJO

El hombre que posee bienes suficientes para asegurar su subsistencia está libre de la ley del trabajo ?
- Del trabajo material, tal vez; pero no de la obligación de volverse útil conforme a los medios de que disponga, ni de perfeccionar su inteligencia o la de los demás, lo que también es trabajo. Aquel a quien Dios facultó la posesión de bienes suficientes que le garanticen la existencia, no está obligado a alimentarse con el sudor de su rostro, pero mayor le es la obligación de ser útil a sus semejantes, en cuanto que más ocasiones de practicar el bien le proporciona la situación que le fue dada.
(El Libro de los Espíritus- Leyes Morales - Allan Kardec)

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          Los Hechos Paranormales

Exteriorización del ser humano; Telepatía; Desdoblamientos; Los fantasmas de los vivos.
El hombre es aun para si mismo un misterio vivo. De su ser, no reconoce y no utiliza más que la superficie. Su persona encierra profundidades ignoradas en donde duermen, fuerzas, conocimientos, recuerdos acumulados en existencias pasadas, todo un mundo de ideas, de facultades, de energías que la envoltura carnal oculta y apaga; pero que se despiertan y entran en acción durante el sueño normal y el sueño magnético. Este es el misterio del Psiquis. Así como el día sucede a la noche, la vida libre del alma sucede a la permanencia en la prisión corporal.

Pero el alma se desprende también en el sueño, vuelve a encontrarse en su conciencia dilatada, en la conciencia que ella misma se ha labrado a través de las edades; vuelve a apoderarse de si misma y se considera como un objeto de asombro. Cuando contempla su pasado, encuentra todas las adquisiciones mentales, todas las riquezas acumuladas en el curso de su evolución y que la reencarnación había sepultado. Lo que el cerebro concreto no tenía el poder de expresar, lo manifiesta su cerebro fluídico, lo irradia con una intensidad tanto más viva cuanto más completo sea el desprendimiento. El sueño no es otra cosa, en realidad, que la salida del alma del cuerpo. En el sueño ordinario se aleja un poco; solo en parte recobra su independencia y queda casi siempre estrechamente ligado al cuerpo.
En el sueño provocado, el desprendimiento se acentúa en todos los grados. Bajo la influencia magnética los lazos que unen el alma al cuerpo se aflojan poco a poco. 

Cuanto más profunda es la hipnosis, en el trance, más el alma se desprende y se eleva. Se acrecienta su lucidez; su penetración se extiende, el círculo de percepciones se ensancha. Al mismo tiempo, las capas oscuras, las regiones ocultas del yo se dilatan, se iluminan, entran en vibración, todas las adquisiciones del pasado se despiertan.

Las facultades psíquicas, visión a distancia, audición, adivinación, entran en juego. En los estados superiores del trance, llegamos a los últimos confines, a los extremos límites de la vida física. El ser vive ya la vida del espíritu y ejerce sus poderes. Un grado más y el lazo fluidito que une el alma con el cuerpo quedarían roto. Seria el desprendimiento absoluto, la muerte. La acción del alma a distancia sin el auxilio de los sentidos se revela también en la vigilia por los fenómenos de transmisión del pensamiento y telepatía. Las vibraciones de nuestro pensamiento proyectadas con intensa voluntad, se propagan a lo lejos y pueden influir en organismos que tengan afinidad con el nuestro y suscitando después una especie de choque de retorno, volver al punto de emisión. Así dos almas en un mismo ritmo psíquico, pueden sentir y vibrar al unísona a veces de cerca o de lejos, entablar un diálogo misterioso cambiar pensamientos demasiado sutiles para ser expresados con palabras; imágenes, mensajes, llamamientos flotan o vuelan en la atmósfera fluídica entre esas almas que, a pesar de la distancia, se sienten unidas, penetradas por el mismo sentimiento y hacen radiar la una a la otra los efluvios de su personalidad psíquica. A veces el alma, durante la vigilia y también en el sueño, se exterioriza, se objetiva en su forma fluidica y aparece a distancia. De ahí, el fenómeno de los fantasmas de los vivos.

Los desdoblamientos de los vivos han sido comprobados en todos los tiempos. El ser humano, desprendido de las ligaduras carnales por medio de la oración, las aspiraciones elevadas y una vida sobria y pura, adquieren mayor actitud para exteriorizarse. La existencia del alma se revela por hachos. El cuerpo no es una condición indispensable de su vida, y sí está ligada a él durante su paso por la Tierra, ese lazo no es más que temporal. Después de la separación del organismo físico, continúa manifestándose mediante fenómenos del orden espírita.


Sueños premonitorios. Clarividencia. Presentimientos
El alma para emanciparse; se desprende del cuerpo carnal durante el sueño y se traslada a un plano más o menos elevado del universo, en donde percibe, con el auxilio de sus propios sentidos, los seres y las cosas de aquel plano. El sueño se puede dividir en tres categorías principales. El sueño ordinario, puramente cerebral, el espíritu flota en la atmósfera, sin alejarse mucho del cuerpo, se sumerge en pensamientos e imágenes que ruedan por el espacio, impregnándose de ellas recogiendo impresiones confusas, sueños extraños e inexplicables. Son sueños de infinita diversidad, según el grado de emancipación del alma. Sueños profundos o etéreos. El espíritu escapa de la vida física, se desprende de la materia y recorre la superficie de la Tierra y la inmensidad. Busca a los seres amados, a parientes, amigos, a sus guías espirituales. A veces va al encuentro de almas humanas desprendidas como él de la carne durante el sueño. De esto raras veces traen impresiones del cerebro físico por impedirlo su impotencia vibratoria. Quedan, huellas en la conciencia en forma de intuiciones, presentimientos e influyen más de lo que se cree en la dirección de la vida, inspirando resoluciones y a nuestros actos. A lo sueños etéreos puede unirse el fenómeno de éxtasis o arrebatamiento.

Es como un estado mórbido, es uno de los más bellos privilegios del alma amante y creyente, que en la exaltación de su fe reúne todas sus energías, se desprende momentáneamente de las ligaduras carnales y se lanza a las regiones en donde lo bello se despliega en sus manifestaciones infinitas. La felicidad de los estáticos, las alegrías que gozan contemplar las magnificencias del más allá, bastarían por si solas para demostrarnos la magnitud de los goces que nos reservan las esferas espirituales. La clarividencia o adivinación es la facultad del alma de percibir en estado e vigilia, los sucesos pasados y futuros, lo mismo en el dominio físico que en el mundo intelectual. El presentimiento es la intuición vaga y confusa de lo que debe suceder. Cada uno de nosotros, tiene una puerta abierta, por donde penetra la luz del infinito. En el estado (sueño, éxtasis, trance), el circulo de nuestras percepciones, se puede ensanchar en proporciones incalculables, entramos en relación con la inmensa jerarquía de las almas y de las potestades celestes.

Visión y audición psíquica en estado de vigilia.                                                                                  Una de las cosas que expone en este capítulo es que se debe distinguir cuidadosamente la clarividencia de la visión medianímica. El vidente está bajo la influencia del espíritu que obra en él en vista de la manifestación que debe producirse. Los médiums videntes y auditivos transmiten los deseos del espíritu. El estado de adelanto de un espíritu, se revela a primera vista en el espacio por la oscuridad o resplandor de su envoltura. Ciertos médiums, pueden apreciar el sentido psíquico las vibraciones más sutiles de los espíritus y hasta percibir las armonías penetrantes de los espacios y de los mundos los conciertos de los espíritus presentes. Puede decirse que la intervención de lo alto la comunión del cielo y de la tierra se afirman de mil maneras en las concepciones del pensamiento y del genio para el triunfo de lo bello y la realización de lo divino.

Fuerza psíquica; Los fluidos; El magnetismo.
Existe en cada uno de nosotros un foco invisible cuyas radiaciones varían de amplitud y de intensidad según nuestras disposiciones mentales. La voluntad puede comunicarles propiedades especiales; este es el secreto del poder curativo de los magnetizadores. Los médiums de efectos físicos exteriorizan esta fuerza con gran abundancia, pero todos las poseemos en diversos grados. El magnetismo, tomado en sentido general es la utilización, bajo el nombre de fluido de la fuerza psíquica, por aquellos que la poseen en abundancia. El magnetismo es un don de la naturaleza y de Dios. Regular su uso y prescribir los abusos, está bien.

Prohibir su aplicación seria usurpar los derechos de la acción divina, atentar a la libertad del progreso de la ciencia y hacer obra de oscurantismo. El magnetismo es una potencia que desata lazos del alma y le abre las puertas del mundo invisible; es una fuerza que dormita en nosotros y que, utilizada avalada por una impulsión gradual, por una voluntad fuerte y persistente, nos desprende del peso carnal, nos libera de las leyes del tiempo y del espacio, dándonos poder sobre la naturaleza y sobre los seres. El sueño magnético tiene grados que se escalonan desde el sueño ligero hasta el éxtasis y el trance.

Fenómenos espontáneos. Casas encantadas. Tiptología.
Estudiando las manifestaciones espíritas se impone una necesidad, la de una clasificación metódica y rigurosa. Vaga y confusa al principio en los fenómenos de las casas encantadas, la personalidad oculta empieza a afirmarse en la tiptología, después en la escritura; se precisa en la incorporación medianímica y se hace visible en las materializaciones. En este orden se podría dividir en dos categorías; los hechos físicos y los intelectuales. En el primero el papel del médium es pasivo; es el foco de emisión de donde emanan las energías con cuyo auxilio los invisibles obran en la materia y manifiestan su presencia. En los demás fenómenos el médium representa un papel más importante. Es el agente de transmisión de los pensamientos del espíritu, su estado psíquico, sus aptitudes, sus conocimientos influyen a veces notablemente en las comunicaciones obtenidas. El fenómeno de las casas encantadas es de los más frecuentes y más conocidos. Se le encuentra por todas partes.

Fenómenos físicos. Las mesas.
Los fenómenos físicos se presentan bajo formas sumamente variadas. La fuerza que sirve para producirlas se presta a todas las combinaciones, penetra en todos los cuerpos, atraviesa todos los obstáculos, salva todas las distancias. Bajo la acción de la voluntad potente, puede descomponer y recomponer la materia compacta. Las mesas pueden llegar a ser instrumento de espíritus eminentes. Caso bastante raro, son las almas de escasa inteligencia las que se manifiestan por este procedimiento. Sus comunicaciones suelen ser triviales y hasta groseras y sin valor alguno. Los espíritus superiores se sirven de la mesa por excepción o por falta de otro medio. El contacto y la manipulación de los fluidos necesarios para las manifestaciones de este genero, impone cierto malestar a los espíritus de naturaleza sutil y delicada, pero también, con mucha frecuencia, su solicitud, el cariño que nos profesan les hacen vencer muchas dificultades. Las manifestaciones de la mesa no son más que el vestíbulo del Espiritismo, un encaminamiento hacia fenómenos más nobles y más instructivos.

Escritura directa o Psicografía, estructura mediúmnimica.
La escritura es también un medio por el cual los espíritus pueden comunicarse con nosotros hay dos formas distintas: la escritura directa o psicografía y la escritura medianimica. La psicografía es la más segura y la más fácilmente realizable, puesto que puede producirse a plena luz. El médium no sale de su estado normal, hasta el punto de que parece no tener acción alguna en la producción del fenómeno. La escritura medianimica es tan antigua como la historia. Los mediums escribientes han de ser clasificados en tres categorías distintas, según la naturaleza de sus facultades. Los autómatas puros; estos no tienen conciencia de lo que escriben; la influencia del espíritu se ejerce únicamente sobre su brazo; sus movimientos son rápidos y bruscos, y es costoso a veces leer lo que han escrito.

Los escribientes semi mecánicos, en quienes el cerebro recibe también la impresión, como la mano, tienen conciencia de lo que escriben, y las palabras llegan a su cerebro en el momento que se trazan sobre el papel. Los escribientes intuitivos, en donde únicamente el cerebro se haya bajo la influencia del espíritu. Esta facultad es incierta, a veces engañadora, pues los pensamientos del sujeto se mezclan con los del inspirador oculto y resulta difícil distinguir los unos de los otros.
Trance e incorporaciones.

El estado de trance es un grado de sueño magnético que permite al cuerpo fluídico exteriorizarse, desprenderse del cuerpo carnal, viviendo entonces el alma, siquiera por unos momentos, una vida libre, independiente. La separación, sin embargo, no es jamás completa, pues la separación absoluta sería la muerte. Un lazo invisible continúa reteniendo el alma con su envoltura terrestre. Es semejante al hilo telefónico que mantiene la relación entre dos puntos más o menos separados, este lazo fluídico permite al alma libre transmitir sus impresiones por medio de los órganos del cuerpo dormido. Mientras dura el trance, el médium habla, anda, escribe, automáticamente; pero de ninguno de estos actos le queda el más pequeño recuerdo al despertar. El estado de trance puede ser provocado ya por la acción de un magnetizador, ya por la de un espíritu. Bajo el influjo magnético, se aflojan los lazos que mantienen unidos los dos cuerpos.

El alma, con su cuerpo sutilísimo, se emancipa poco a poco, recobra el uso de sus potencias escondidas, comprimidas por la materia. Cuanto más profundo es el sueño, más se acentúa esta especie de desprendimiento. Las radiaciones de lo psíquico crecen y se extienden, aparece un estado de conciencia distinto, con distintas o nuevas facultades. Todo un mundo de recuerdos y de conocimientos, enterrados en las profundidades del yo, se despierta potente. El médium puede, bajo el imperio de una voluntad superior, reconstituirse en una existencia pasada, revivirla con todos sus detalles, con las actitudes, el lenguaje, los atributos que caracterizaron esa existencia. Al mismo tiempo, entran en juego, los sentidos psíquicos. Se producen la visión y la audición a distancia, tanto más claras y precisas cuanto más completo es el desprendimiento del organismo. En el cuerpo del médium, abandonado momentáneamente, puede producirse una substitución de espíritu.

Es el fenómeno de la incorporación. El alma de un difunto, hasta el alma de un vivo dormido, puede ocupar el lugar del espíritu del médium y servirse de su organismo material para comunicar por medio de la palabra y del gesto con las personas de nuestro mundo. El estado de trance facilita la sugestión. En los fenómenos de la escritura y de la mesa, el médium queda en plena posesión de su yo, de su voluntad y hasta puede rechazar las inspiraciones que recibe. Con el desprendimiento no sucede lo mismo. El alma se ha retirado y el cerebro queda libre, a merced de todas las influencias. El fluido de un magnetizador, por su particular estado vibratorio, más que ayudar contraria al fluido de los espíritus, estos se ven obligados a un trabajo de adaptación o de depuración que malgasta sus fuerzas indispensables para la manifestación. Un magnetizador, cuyo fluido no sea puro, cuyo carácter no sea recto y de perfecta moralidad, aun sin quererlo, puede influir sobre el sujeto en sentido muy desfavorable.

Apariciones y materializaciones de Espíritus.
Los modos de acción del espíritu varían según los recursos ofrecidos por el medio en que opera. Los fenómenos de materialización deben ser, pues, clasificados en tres ordenas distintas. En primer lugar, los casos en que el doble fluídico exteriorizado del médium es utilizado y empleado por el espíritu hasta el punto de reproducir el aspecto que este tuvo en la tierra y hasta los rasgos de su fisonomía. El espíritu, por su voluntad se refleja, se fotografía, digámoslo así, en la forma fluidica del médium; es una transfiguración más o menos completa, según el poder del manifestante. En segundo lugar, el espíritu, con ayuda de los fluidos ambientes, crea formas temporales que anima y dirige fuera, sin incorporarse. Y finalmente, se ofrecen los casos, mucho más numerosos, en que el espíritu concreta y materializa su propia envoltura fluidica, hasta el punto de reaparecer tal y como era en su existencia terrestre. La materialización es entonces una especie de reencarnación pasajera. El papel de los médiums difiere esencialmente según los casos de que se trata. Pasan por los grados de trance, gradación que coincide con las cantidades de elementos fluidicos que han de prestar a los espíritus. Muchas veces se vio en la casa de Mrs. D´Esperance y de Mrs. Compton, que los espíritus se apoderaron de la totalidad de estos elementos. En otras circunstancias, los espíritus llevan ya consigo todos los elementos de la materialización, y el médium permanece despierto.

Identidad de los Espíritus.
Desde el punto de vista exterior u objetivo, las pruebas dadas por las apariciones y las materializaciones no pueden dejar lugar a dudas. No obstante, en el orden subjetivo, en lo que se refiere a los demás modos de manifestación, tienen casi siempre un carácter demasiado vago, pues están desprovistas de hechos exactos, de revelaciones definidas susceptibles de establecer la identidad de los manifestantes formando la convicción de los experimentadores. El habitante del mundo invisible tiene muchos obstáculos que vencer para manifestarse en el nuestro. Los medios de que dispone para instruirnos y convencernos son muy restringidos, y raramente le permiten establecer con toda claridad los rasgos característicos de su individualidad. No se puede manifestar sin el auxilio del médium, y el médium inconsciente, introduce casi siempre una parte de si mismo, de su mentalidad en las manifestaciones espíritas. Las pruebas de la supervivencia se presentan abundantes a aquellos que las buscan con sincero corazón, con inteligencia y perseverancia. De este modo, la noción de la inmortalidad va surgiendo, poco a poco, de las sombras acumuladas por los sofismas, y las negaciones, y se afirma el alma humana en toda su realidad imperecedera.

El universo infinito se convierte en nuestra patria eterna. La vasta perspectiva de los tiempos se desenvuelve ente nuestras miradas como campo de nuestros trabajos, de nuestros estudios, de nuestros progresos. Y cuando ha penetrado esta certeza en nuestro espíritu, no hay descorazonamiento, no hay temor, que pueda alcanzarnos, ni en esta vida, ni en las vidas innumerables que el destino nos obliga a recorrer.

Extraído del libro "En lo Invisible"
León Denis

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           OPTIMISMO, PESIMISMO Y                                   ESPIRITUALIDAD




Se define el pesimismo, como el estado donde solo percibimos el lado oscuro y triste de las cosas, y pesimista a la persona que tiende a ver y a juzgar las cosas en su aspecto más negativo o desfavorable.

Hay personas pesimistas desde la infancia, que posiblemente vienen arrastrando esa tendencia desde vidas anteriores, o que han sufrido experiencias de no aceptación durante el embarazo, o por malos tratos durante la infancia, le han llevado a esa fijación negativa.

Aquí se ve la importancia de una sana educación desde la concepción del ser a lo largo de todo su proceso educativo.

El pesimismo está tan arraigado que hasta hay una doctrina filosófica denominada "pesimista", según la cual, el mundo es irremisiblemente malo y por consiguiente, todo en la naturaleza y en la vida del hombre, tiende a la producción del mal. Su principal representante es Arthur Schopenhauer (1788-1860).

Hay personas que asdguran que ser pesimistas, nos lleva a ver la vida con realismo y que de esa forma no podemos reprimirnos más porque estamos preparados siempre para lo peor. Otros logran con su pesimismo la atención de familiares, amigos o personas cercanas, por lo que tienden a perpetuar la tendencia para lograr ese reconocimiento. (El ser humano prefiere el mal trato o castigos físicos, a que no se le tenga en cuenta).

La persona pesimista duda permanentemente,(la duda es buena, dudar de todo y en todo momento es enfermizo), le falta confianza en sí mismo, see vuelve presa del temor- miedo, y eso le hace perder su energía realizadora, por lo que suele fracasar en la mayoría de sus intentos.

Su visión negativa ante los fracasos le lleva a sentirse apático, triste y deprimido.

La actitud mental pesimista no deja ver la realidad, el lado realizador y hermoso de la vida.

Tengamos presente que solo vemos aquello en que depositamos nuestra atención. Si nos fijamos en lo bello, solo veremos belleza, pero igualmente, si solo nos fijamos en lo triste, a nuestro alrededor solo veremos tristeza.

Nuestro sistema endocrino se activa con n

uestros pensamientos, y al estar con miedo, triste o deprimido, lo mantenemos sobre-activado permanentemente, por lo que a la larga terminaremos enfermando, y como lo semejante atrae a lo semejante, al estar negativos, atraemos a sí negatividad, aumentando nuestro nivel de desarmonía, desequilibrio, malestar y visión negativa de la vida ( Krisnamurti aseguraba que estando negativos, podíamos reforzar la negatividad de otras personas en semejanza vibratoria, ensuciaríamos el ambiente con vibraciones bajas y al estar negativos, atraeríamos negatividad)

El otro extremo del pesimismo es el optimismo. Es como caliente-frío.

¿ Qué es el optimismo?

Es el ver y juzgar las cosas en sus aspectos más favorables o positivos y optimista, la persona que tiene esta actitud ante la vida.

El optimista sabe que lo importante no es como te vean los demás, sino cómo se ve uno a sí mismo y que con quejarse y adoptar el papel de víctima, lo único que hace es no asumir su responsabilidad frente a la vida, y por tanto, dejar de crecer.

El optimista es entusiasta sin llegar al apasionamiento ciego e intransigente, que impide el uso de la razón y que ha llevado al ser a cometer tantos errores.

Tiene confianza en sí mismo, ya que sabe o intuye, que el porvenir será bueno.

Es afable, no compite, es trasparente y afronta el vivir con alegría, cooperando siempre con la ayuda que esté a su alcance.

No lo sabe todo, y por eso puede tener momentos de duda. Dudar es sano; lo enfermizo es dudar de todo y de todos. Cuando duda, pregunta o busca información y esto también se convierte en ayuda para él.

El equilibrio en su forma de pensar, el tener pensamientos positivos y una actitud abierta ante la vida, le lleva a sentirse alegre, con paz interior y sano.

La evidencia demuestra que el optimismo y el pesimismo, no se deben a la realidad objetiva, sino a la actitud de la persona ante ella.

Se ve claramente, cuando dos personas tienen la misma cantidad en un vaso, y el uno lo ve medio lleno y el otro lo ve medio vacío-

Vemos que es el pensamiento que tiene cada uno y que les lleva a ver la situación como favorable o desfavorable.

El pensamiento se puede cambiar, de hecho, nosotros lo hemos hecho muchas veces a lo largo de nuestras vidas.

Allan Kardec, cuando pregunta en el Libro de los Espíritus: ¿ Por qué no siempre la razón es una guía infalible?.  Obtiene como respuesta: "Lo sería si no estuviese falseada por la mala educación, el orgullo y el egoísmo. El instinto no razona. pero la razón deja la elección al hombre y le da el libre albedrío."

Deduzco que una educación no falseada, exenta de orgullo y egoísmo, nos llevaría a dejar atrás el pesimismo y nos volvería optimistas y la filosofía espírita es una herramienta útil para lograr ese objetivo.

Nos enseña que somos seres espirituales, somos dioses, en potencia, lo que bien engtendido, si somos DIOSES, debe llevar al ser a valorarse, amarse y tener autoestima.

Nos enseña que venimos aquí con un plan de vida, y en él habrán espacios gratificantes y otros duros, pero todos necesarios para adquirir conciencia e iluminarnos.

La mayoría de nosotros no es consciente de ese compromiso o plan de vida que trae desde la dimensión espiritual, pero ese plan está en el inconsciente, como el árbol está en la semilla.

Nosotros no podemos ver nuestro inconsciente, pero la ley nos muestra fuera ( el otro hace de espejo), lo que llevamos dentro. Si dentro tenemos aspectos dulces, fuera reflejaremos dulzura, pero si dentro tenemos amargura, fuera se reflejará amargura.

Durante largo tiempo, al no ser consciente de ese plan espiritual, me veo separado de las circunstancias que me ocurren, las personas que me rodean y el entorno donde vivo, y divido las cosas en buenas y malas.

Si me ocurre algo fuera que califico como negativo, o desagradable, o una persona con la que no concuerdo en muchos aspectos, trato de resolver lo de fuera, o separarlos de mi vida, para sentirme bien por dentro.

El conocimiento espiritual nos situa ante la vida como una oportunidad para crecer y nos enseña a asumir que yo y mis circunstancias, personas y entorno donde vivo, forman una realidad, son parte de ese plan; que la solución no es resolver fuera o apartar personas o cambiarme de lugar, sino que la solución es cambiar lo de dentro,  y entonces lo de fuera se arregla.

El pesimista solo  ve esta existencia; tiene expectativas, y si lo que ocurre no se ajusta a sus esquemas mentales, se frustra. Divide las situaciones en buenas y malas, juzga en vez de asumir que están ahí para ayudarle a superarse.

De ahí que el conocimiento espiritual sea un antídoto para transformar el pesimismo en optimismo, siguiendo siempre con "el conocimiento nos hace libres".

PD.- Que no se entienda que no hay que tratar de resolver situaciones que nos causen incomodidad, sino que debemos mirar primero dentro y luego fuera. Y recordar que las dificultades están ahí para ayudarnos, pueden formar parte del programa, y si no las superamos hoy, lo tendremos que hacer mañana, igual que el alumno que no aprobó la materia y tiene que estudiarla de nuevo antes de volver a examinarse.  Toda dificultad debe ser reconocida, aceptada, debemos dar gracias por ella, aprender la enseñanza que nos trae incorporarla, y luego soltarla.

-Por Mauro Barreto, publicado en la Revista Evolución Venezuela Espírita, nº 9

( Tomado de Zona Espírita)

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