martes, 27 de julio de 2021

Violencia doméstica

    INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Violencia doméstica

2.- Amor, lección de vida

3.- Fascinación

4.- La trascendente Ley de Consecuencias

5.- La Ley de Amor




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                     VIOLENCIA DOMÉSTICA

                                   


Según las ONG de protección de la mujer, la violencia contra las mujeres aumentó durante la cuarentena de Covid-19 en China. Las denuncias de las víctimas se han triplicado desde el inicio de la contención social. El activista chino Guo Jing le dijo a la BBC que más mujeres están denunciando casos de violencia que han sufrido. Feng Yuan, de la ONG de defensa de las mujeres Weiping, dice que su organización ha brindado tres veces más consultas con las víctimas que antes de las cuarentenas

La familia lleva mucho tiempo en ruinas, a raíz de los cambios económicos, socioculturales y religiosos del contexto en el que se inserta culturalmente. Hoy, existe una gran amenaza para la estabilidad familiar, y cuando la familia se ve amenazada, por cualquier motivo, toda la sociedad pierde el rumbo de la paz. El materialismo, la ambición económica, los conceptos sensualistas modernos y las promociones se han invertido en contra de la organización familiar, destrozando la estructura de la familia tradicional. No será un virus abrumador el que transformará inmediatamente esta realidad.

Emmanuel aclara que "de todas las asociaciones que existen en la Tierra, excepto, por supuesto, la Humanidad, ninguna de ellas, quizás, es más importante, en su función educadora y regeneradora, que la constitución de la familia". 

 Para el Mentor de Chico Xavier, “a través de la pareja, establecida en la familia, el principio de la reencarnación funciona, según las Leyes Divinas, posibilitando el trabajo ejecutivo de los más altos programas de acción del Mundo Espiritual”. 

  Independientemente de la actual limitación forzosa de la movilidad social (cuarentena), en rigor, las relaciones familiares deben ser, ante todo, de orden ético. Pero hay un profundo deterioro emocional y una compleja red de inestabilidad moral en ellos. Lamentablemente, la violencia contra las mujeres chinas no es un caso aislado. En realidad, la violencia tiene sus raíces profundas y vigorosas en la selva. El "homo brutalis" (de cualquier cultura) tiene sus leyes atávicas: subyugar, humillar, torturar y matar mujeres.

El pragmatismo de las sociedades contemporáneas robotizó al hombre, es decir, lo vació en el plano moral. Veamos: el mismo individuo que se postra ante las frías imágenes de los altares, en los suntuosos templos, vuelve a su puesto de autoridad doméstica para ordenar torturas caníbales. El hombre contemporáneo vive atormentado por el miedo, con el coronavirus inmaculado que lo acecha, una vez sometido a las contingencias de la vida actual, de inseguridad e incertidumbre, resultando en graves perturbaciones de la mente, debido a la disolución de la angustia de su propia individualidad.

Peor que el COVID-19, el salvajismo familiar ha eclipsado, asombrosamente, la calle de Dios. Hay quienes condenan la violencia ajena, pero, sin embargo, en el día a día, en lugar de actuar de manera pacífica y fraterna, son como títeres, contraatacando con la misma moneda las agresiones sufridas. Están esas parejas que dicen tenerse un amor recíproco y sin embargo, cuando hay alguna improvisación o malentendido entre ellos, se muestran sumamente agresivos entre sí.

Hay quienes ven en el cónyuge una verdadera prueba de paciencia, porque sus "santos" no "cruzan". Además, cuando se trata de niños, hay padres que dicen amarlos a todos, pero los consideran espíritus inmaduros, que dan mucho trabajo y, a menudo, angustias. La vida familiar para muchos, en estas condiciones de cuarentena, se convierte en un verdadero tormento.

De hecho, si no nos toleramos hoy en una cuarentena total, ¿ cómo será mañana? Las leyes de la vida exigen, como Jesús nos enseñó, que nos llevemos bien con nuestros hermanos y hermanas que están dolorosamente cerca de nosotros mientras vamos con ellos. El escape de los derechos actuales se amortizará posteriormente con los intereses adeudados.

Hay un tipo de violencia a la que muchos no prestan atención: es lo que está incrustado dentro de cada uno de nosotros. Violencia íntima, que algunos alimentan a diario, lo que le permite convertirse en un animal voraz. Es el acto de indiferencia que uno opta por apuñalar al otro en la relación doméstica, estableciendo de silencios macabros a interrogatorios cariñosos. Son los cónyuges quienes, entre ellos, coinciden con el mutismo, como símbolo del malestar por convivir, como esposados ​​sin remisión.

A violencia de fuera  nos puede alcanzar, herirnos y, hasta incluso, lastimarnos profundamente, pero, la violencia del corazón (interna), silenciosa, que ciertas personas aplican todos los días, en sus relacionamientos, es mucho mas perniciosa y destructiva. La paz del mundo comienza bajo el techo donde que nos albergamos. “Si no aprendemos a vivir en paz, entre cuatro paredes, ¿ cómo esperar la armonía entre las naciones?” 

El Espiritismo explica que “los que encarnan en una família, pueden ser Espíritus simpáticos, ligados por anteriores relaciones, que se expresan por una afección recíproca en la vida terrena. Pero, también puede acontecer que sean completamente extraños unos de otros esos Espíritus, apartados entre si por antipatías igualmente anteriores, que se traducen en la Tierra por un mutuo antagonismo, que les sirve de provocación.

La familia, para determinadas religiones y sociedades, es indisoluble. Hace mucho tiempo, el mantenimiento de estas familias era solo para mantener apariencias de respeto y felicidad. Hoy en día, se puede ver a las familias desmoronarse por trivialidades. ¿Cuál es el ideal? ¿La familia de los “portarretratos” o la familia que se disuelve en la primera “tormenta moral”?

Creemos que el Centro Espírita puede escalar los servicios de apoyo a la familia actual, pero no de forma aislada. El Centro Espírita necesita integrar su actuación con otras instituciones, tanto religiosas como sociales, en la búsqueda de la mejor calidad de atención individual y colectiva, naturalmente, sin perder su identidad doctrinal, pero con el objetivo de rescatar el orden moral, que debe sustentar a la familia como espacio vital.

Tenga en cuenta que el “estudio del Evangelio en casa” es una forma de unir a la familia en torno a un objetivo común. "La comunión familiar, donde todos hablan, intercambian ideas, hablan de sus problemas, comentan sus actividades a la luz de las enseñanzas de Jesús, representa el estímulo más eficaz para fortalecer los lazos afectivos, transformando el hogar en un remanso de seguridad y paz, con garantía de equilibrio y alegría para todos ”. 

Es fundamental practicar las Enseñanzas de Jesús en casa, contribuyendo con la porción de mansedumbre para pacificarlo. El hombre moderno aún no se ha dado cuenta de que solo la experiencia del Evangelio puede sentar las bases de la armonía, la hermandad y constituir antídotos efectivos para minimizar la violencia que aún agobia el nido doméstico y afluye a la sociedad.

Por lo tanto, incluso en un ambiente familiar momentáneamente perturbado por el encierro, donde hay una reunión evidente de Espíritus desafinados, si se instituye el estudio del Evangelio en este hogar, esto "(...) producirá signos evidentes de paz, y esos quienes previamente experimentaron repulsión por la reunión encuentran síntomas de identificación, necesidad de ayuda mutua ”. 7

Vamos a pensarlo.

- Jorge Hessen.

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                   EL AMOR: LECCIÓN DE VIDA                             

                                                                        


Hablar en pleno siglo XXI del amor puro, de carácter espiritual, es para muchos como hablar de algo extemporáneo, utópico, alejado de la dura realidad cotidiana, una actualidad envuelta de egoísmos y disputas constantes por el dominio de unos sobre los otros, o la mera supervivencia. Sin embargo, cuando hacemos un análisis filosófico del sentido de la vida, de su porqué y para qué, siempre termina apareciendo el amor como manifestación divina, como la gran ley universal; la única que puede llenar los huecos que los grandes interrogantes existenciales nos plantean. 

Hubo un hombre hace dos mil años que vino a dar testimonio de esa gran ley del amor. Dejó una huella profunda que ha sobrevivido a los tiempos y perdurará siempre, aunque muy lejos todavía de ser comprendida en su plenitud. A este respecto, Allan Kardec recoge en un mensaje recibido por el espíritu de Lázaro lo siguiente: “El amor resume toda la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por excelencia, y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado. El hombre en su origen sólo tiene instintos; más adelantado y corrompido, sólo tiene sensaciones; pero instruido y purificado, tiene sentimientos, y el punto exquisito del sentimiento es el amor…”. EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO > CAPÍTULO XI, ítem 8.

 En ese proceso antropo-psico-sociológico del ser, el amor termina por aparecer en la medida en que va desarrollando los sentimientos, forjados a través de enormes luchas, duras pruebas y múltiples experiencias que lo van sensibilizando.

 La mentora Joanna de Ângelis, una vez más con enorme claridad y sencillez, nos invita a reflexionar sobre ello: meditaciones  La máxima lección de la vida es el amor. Sin él los objetivos a alcanzar pierden la finalidad, dejando a la persona a merced de sus pasiones inferiores. El amor es la sublime lección que nos marca el rumbo existencial. Sin ese sentimiento superior, que fluye constantemente de la divinidad, se está a merced de los intereses espurios de carácter inmediatista que satisfacen las pasiones inferiores, pero que no colman el espíritu ni le llenan de auténtica felicidad. 

No importan los objetivos si se descuida ese “motor existencial”, el único que le confiere auténtico sentido a todo lo que el ser humano realiza en la vida. Cuando falla el amor, la vida se convierte en algo así como un día sin sol, como una primavera sin flores, un pájaro sin alas, un barco a la deriva y sin timón… Un vacío que no puede llenar el poder, el dinero o los placeres sensoriales. El amor diluye las sombras de los sentimientos negativos, imprimiendo el sello de la serenidad en todos los actos. El amor consigue disolver con el tiempo los sentimientos ruines, aquellos que nacen del rencor, del resentimiento, de la ira y de tantos otros que consumen las energías y enferman el cuerpo. Es el gran medicamento, el gran  remedio para diluir las sombras y restablecer la salud, especialmente la psicológica, aquella que proporciona serenidad y armonía en todas las circunstancias de la vida. También la mentora espiritual hace referencia al “amor-terapia”, el mejor remedio para afrontar todas las situaciones y pruebas de la vida.

 El Maestro Jesús lo ejemplificó de manera incomparable en las diversas etapas de su labor mesiánica. Incluso al final, en el momento del martirio injusto y despiadado, en esas horas interminables de graves tribulaciones, se mantuvo firme en el propósito divino de amor y renuncia; un verdadero testimonio incomparable, un modelo sublime de abnegación que ha perdurado a lo largo de los siglos. Ama, por tanto, todo y a todos. Es preciso no establecer límites ni barreras al amor, hay que dejarlo crecer en todas las direcciones para que el enriquecimiento sea pleno, total. Para ello es necesario combatir su principal enemigo, que no es el egoísmo sino el miedo. Efectivamente, el miedo a ser heridos, traicionados o incomprendidos atenaza y no permite salir del área de confort para explorar nuevos caminos, terrenos por donde se pierde la seguridad y la comodidad, dejando al descubierto las fragilidades humanas. Romper con esas barreras se convierte en algo muy necesario. Por lo tanto, es preciso aprender a amar sin condiciones, eliminando el miedo que limita las posibilidades de crecimiento y constriñe las más nobles iniciativas. 


Ejercítate en el amor a la Naturaleza que resplandece en el sol, aire, agua, árbol, flores, frutos, animales y hombres. Contemplar la naturaleza es un espectáculo sin igual. Es el gran milagro de la vida, donde todo se armoniza y se complementa, salvo el hombre que todavía no aprendió a integrarse sabiamente en ella. Si dedicáramos un tiempo a observarla, dejándose maravillar por la enorme sabiduría de quien creó tanta belleza, sin duda, la emoción nos embargaría. Serviría para tomar conciencia de su importancia, de la necesidad de respetarla y de cuidarla, porque ese es el auténtico amor que nos une a todo lo creado.

 Precisamente las nuevas generaciones vienen con esa sensibilidad; cada vez son más los que tratan a los animales con delicadeza, como compañeros de viaje y no como objetos. También se refleja ese amor en el cuidado del medio ambiente, procurando no ensuciar ni contaminar, porque esta es la casa de “todos”. Déjate enternecer por las invitaciones silenciosas que el Padre Creador te hace y esparce tus emociones sobre todas las cosas, dulcificándote interiormente. 

Joanna nos habla de las invitaciones sutiles que la divinidad manifiesta a cada instante; solo hace falta silenciar por un momento el ruido mental, las preocupaciones y los pensamientos enfocados en el pasado o en el futuro para centrarse en el aquí y ahora. Es preciso enfocarse en el presente para percibir los ricos mensajes que la vida nos trata de transmitir. Ser un buen observador para comprender el milagro de la vida, y de ese modo dejarse envolver por un sentimiento de gratitud por todas aquellas cosas que poseemos tan importantes y que apenas le damos valor, a saber: La salud, el aire que respiramos, los alimentos que ingerimos, el agua para beber y asearnos, las pequeñas plantas con sus discretas y pequeñas flores que nos homenajean cuando pasamos por su lado, esa brisa de aire que refresca y vitaliza, y un largo etcétera de pequeñas cosas que endulzan y alegran los sucesivos días, y que son el regalo que nuestro Padre nos concede a cada instante. Cuando el ser toma conciencia de ello, se enternece, se emociona y da gracias. Se siente desbordado por tanta belleza, tanta sabiduría plasmada por todas partes, y de la que apenas es capaz de percibir una pequeñísima parte. 

 Cuanto más ames, menos serás alcanzado por las zarpas del mal, pues tu comprensión dilatada abrirá los espacios a la vida, recogiendo solamente los efectos de la paz. El amor es la gran coraza contra el mal, no porque lo pueda evitar en todas las circunstancias, sino porque ayuda a soportarlo mejor y extraer un bien del mismo. También porque ayuda a darle otra orientación más constructiva a las malas actuaciones, a revertir los daños que el mal trata de imponer. 

El amor siempre encuentra una respuesta, una puerta de salida a todos los problemas. Comprende, disculpa, siente compasión por la ignorancia y por el desconocimiento de las consecuencias que los actos reprensibles traen. El mal que nos hacen no nos hace mal si nosotros no tomamos parte. El único mal que sí nos perjudica es el que nosotros realizamos hacia los demás. Por lo tanto, amar siempre y sin condiciones; esta es la propuesta de la Mentora Joanna de Ângelis como el mejor remedio para alcanzar la paz en medio de las constantes pruebas cruciales que forman parte del proceso de transición planetaria en el que estamos incursos. 

José M. Meseguer -Amor, Paz y Caridad.


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                         FASCINACIÓN        

   En el lenguaje común, fascinación significa atracción irresistible, fascinación: deslumbramiento, encanto, llanto.


En la Doctrina Espírita representa uno de los tres niveles de la obsesión, como expone Kardec en la cuestión nº 71 del libro "Qué es el Espiritismo": la obsesión simple, la fascinación y la subyugación.

En la obsesión simple, el médium tiene perfectamente conciencia de que no logra nada bueno; él no tiene ninguna ilusión en cuanto a la naturaleza del Espíritu que se obstina en manifestarse a él y del cual desea desprenderse. Este caso no presenta nada grave: se trata de un mero mixtificador, y el médium se libra de él al dejar de escribir por un tiempo (en el caso de la psicografía). Finalmente, cansando el Espíritu de no ser atendido, termina yéndose..

La subyugación obsesiva, denominada antaño como posesión, es un constreñimiento físico siempre ejercido por Espíritus de la peor especie, que puede llegar a neutralizar el libre albedrío del médium poseso. Se limita a menudo a simples sensaciones desagradables, pero provoca, a veces, movimientos desordenados, actos insensatos, gritos, palabras incoherentes o injuriosas, haciendo sentir  ridículo al sujeto que comprende  que es víctima de esta clase de subyugación, pero no consigue liberarse de la misma. 
 Este estado difiere esencialmente de la locura patológica, con la cual es confundido erróneamente, pues no existe ninguna lesión orgánica que la cause.

La fascinación obsesiva es mucho más grave, ya que el médium se engaña completamente. El Espíritu que lo domina absorbe su confianza hasta el punto de paralizarle el propio discernimiento, en lo que concierne a las comunicaciones, y hace que considere sublimes las cosas más absurdas.

El carácter distintivo de este tipo de obsesión es el de provocar junto al médium excesiva susceptibilidad; y de llevarlo a sólo encontrar bueno, correcto y verdadero lo que él escribe (en el caso de la psicografía); a rechazar, e incluso a comprender al revés, todo consejo y toda crítica; a romper con sus amigos más íntimos, antes que aceptar que esté equivocado; a sentir envidia de otros médiums, cuyas comunicaciones se juzgan mejores que las suyas; a querer imponerse en las reuniones espíritas, de las cuales se aparta cuando no es capaz de dominarlas. En fin, llega a sufrir una tal dominación, que el Espíritu consigue forzarlo a las actitudes más ridículas y más comprometedoras.

En "El Libro de los Médiums", en la cuestión nº 239, Kardec escribe: La fascinación es una ilusión producida por la acción directa del Espíritu sobre el pensamiento del médium y que, de cierta manera, le paraliza el razonamiento, respecto a las comunicaciones. El médium fascinado no cree que lo estén engañando: el Espíritu tiene el arte de inspirarle confianza ciega, que le impide ver el embuste y comprender lo absurdo de lo que escribe (en el caso de la psicografía), aún cuando ese absurdo sea evidente para todos los demás. La ilusión puede incluso ir hasta el punto de hacerle parecer sublime el lenguaje más ridículo. Es un error creer que a este género de obsesión sólo están sujetas las personas simples, ignorantes y faltos  de sentido. De ella no están libres ni los hombres de espíritu fuerte, ni los más instruidos, ni los más inteligentes en otros aspectos, lo que prueba que tal aberración es efecto de una causa extraña, cuya influencia sufren.

En el "Libro de los Espíritus", cuestión 476, Kardec pregunta si una tercera persona puede hacer que cese la fascinación y obtiene la siguiente respuesta: Siendo un hombre de bien, su voluntad podrá tener eficacia, siempre y cuando apele al concurso buenos Espíritus, porque cuanto más digna sea la persona, tanto mayor poder tendrá sobre los Espíritus imperfectos, para alejarlos, y sobre los buenos, para atraerlos. Sin embargo, nada podrá, si el que está subyugado no le presta su atención.. 

Hay personas a quienes agrada una dependencia que les halague los gestos y los deseos. Cualquiera, sin embargo, que sea el caso, el que no tenga un corazón puro,. ninguna influencia ejercerá. sobre los Espíritus. Los buenos no  atenderán su llamada y los malos no le temerán..

- Fabiano Máximo-

(Traducción J.L. Martín)


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La trascendente Ley de Consecuencias

 Decimos que es trascendente porque su mecanismo de funcionamiento y efectos  trasciende más allá de las barreras del tiempo y el espacio. La vida una, se compone de muchas existencias o vidas humanas, y todas se relacionan entre sí con los efectos generados en ellas.

 Ya conocemos que el Ser humano, además de tener un cuerpo físico y ser esencialmente un Espíritu, este queda unido al mismo por otro cuerpo de energía densa, semimaterial, de un aspecto semejante al cuerpo carnal que se abandona con la muerte del mismo y que tiene el importante papel de intermediario en la unión del  Espíritu inmortal con el cuerpo material.

   Este cuerpo sutil del Ser, llamado Periespíritu, se puede depurar, iluminar u oscurecer, según la clase de pensamientos y actuaciones del  Espíritu que mora en él, porque todo se refleja en el mismo. Así se entiende que todo acto y todo pensamiento, de la clase que sea, nunca pasa desapercibido, sino que  actúa sobre  el periespíritu, quedando registradas en él las consecuencias inevitables, aunque normalmente pendientes,  de  los mismos.

   Antes de renacer de nuevo como persona, el  Ser Espiritual, de antemano  lleva grabados en el Periespíritu las matrices de cómo será su cuerpo físico futuro, según lo que necesita para su evolución en esa nueva existencia humana, con las expiaciones físicas  y hasta psíquicas que le son necesarias  experimentar.

     La Ley de Consecuencias o de Causa y Efecto valora y registra las vibraciones de los pensamientos, sentimientos, deseos y acciones de la vida de cada  Ser humano, determinando así la clase de existencia, las pruebas y demás situaciones que tendrá que afrontar en el futuro, siempre buscando el reajuste y el equilibrio del Ser dentro de los cauces de la Ley del  Amor. Es una forma sabia de enseñarnos a no repetir los mismos errores. Así se comprende que  Dios mediante esta Ley  no castiga, sino que corrige.

    De hecho los que componemos la  Humanidad actual no somos nada mas que los mismos Seres espirituales que ya vivimos en otras épocas  como seres humanos, y hemos venido a esta vida a  afrontar las consecuencias de nuestros actos del pasado  que , a juzgar por como  son las circunstancias  que afectan en general a la Humanidad en su conjunto, debieron tener un balance bastante negativo; por eso se dice con razón que la felicidad no es de este mundo.

    Estas consecuencias las tendremos que  afrontar  para valorar finalmente lo positivo o negativo de nuestro Ser, conduciéndonos así a adquirir un recto pensar, un recto sentir y un recto actuar, de modo  que toda nuestra vida  discurra dentro de los cauces que señala   la Ley del Amor, de modo que el karma negativo que podamos afrontar actualmente, lo transformemos en un factor positivo..

    Todas nuestras acciones pasadas y presentes, así como  todas las circunstancias  particulares en las que se desenvuelve nuestra vida, se relacionan y se enlazan  respectivamente con el presente y con el futuro, no existiendo ninguna circunstancia que no tenga  que ver con lo vivido anteriormente.

    Las actuaciones y pensamientos de cada uno,  obran como  una Causa que genera unos efectos que se manifiestan después en el plano físico, a veces  de forma no inmediata, a modo de reajuste para equilibrar  las consecuencias. Pero esto no supone fatalidad, porque si  durante la vida humana el Ser adquiere méritos de valor moral, se desarticulan los condicionamientos impuestos para el sufrimiento y se restablece la armonía de los centros psicosomáticos que pasan a generar vibraciones de equilibrio que se   manifiestan en el cuerpo físico en forma de salud, equilibrio mental, alegría etc. Por el  contrario, si por indolencia, frivolidad o indiferencia, se acomoda en la vida física sin hacer nada positivo, termina por despertar el mecanismo de la advertencia, desorganizando su salud  y  causando  como consecuencia el desajuste molecular del cuerpo físico, así como  las condiciones orgánicas favorables para que las enfermedades  y dolencias aparezcan.    

     Puesto que esta ley no es la de la fatalidad, en cada encarnación la situación  se pude modificar  a través de los actos positivos y la experiencia  que se vive en la materia. Asimismo la educación y las costumbres del pueblo en donde el Ser nace y vive, le dan nuevas características morales e intelectuales.

    La ley de Consecuencias  es, sobre todo, una ley de justicia, porque hace que antes o después experimentemos en nosotros mismos el resultado de nuestras acciones, “dándonos a beber de nuestra propia medicina”, que a veces nos resulta tan desagradable y amarga como saludable, porque, de paso, se equilibran y borran de nuestra Alma las consecuencias negativas de los errores del pasado, de esta vida  o de otras anteriores.

    Asimismo  esta Ley viene a significar  el destino de las personas en cada vida, y este no  es ciego o producto de la buena o mala casualidad o de la suerte, sino el resultado de esta ley justa y equitativa que nos proporciona las experiencias que necesitamos asimilar para corregirnos y evolucionar.

   Tal y como dijo Einstein, Dios no juega a los dados  la suerte del Ser humano; no existe, por tanto, la casualidad ni el azar en  el entorno y circunstancias humanas; todo tiene una causa y un por qué, aunque no siempre seamos capaces de comprenderlo así.

   Del mismo modo que esta ley,  actúa para corregir acciones de mal, también funciona igualmente cuando actúa en el bien, recogiendo los beneficios del mismo, por eso  cuando se actúa haciendo el bien a los demás, o incluso simplemente deseándolo para otro, ya se comienza a percibir el  fruto correspondiente al  recibir este bien para  uno mismo, sintiéndolo en forma de satisfacción, paz interior, alegría, etc.

  Por lo hasta aquí expuesto, vemos como esta Ley Espiritual y natural, tiene eminentemente  un carácter moral y es conductora del Espíritu humano  por los caminos  de una correcta evolución.  También es retributiva, pues siempre nos devuelve una retribución a modo de cosecha del mismo género de lo que cada uno sembramos antes  voluntariamente.

  Al  meditar en esta Ley, se comprende mejor  el alcance de esta frase de Jesucristo:“No hagas a tu hermano lo que no quisieras que te hicieran a ti”.

- Jose Luis Martín-

 

“ El mal que haces a los demás es lo mismo que hacerte mal a tí mismo. El día que comprendas esto, el perdón será muy fácil para tí”

-Toni de Mello-“Testigo de la Luz”

 

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                 LA LEY DE AMOR

    El amor resume completamente la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por excelencia y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado.

 Inicialmente el hombre sólo tiene instintos; más avanzado y corrompido, sólo tiene sensaciones; más instruido y purificado, tiene sentimientos, y el punto delicado del sentimiento es el amor; no el amor en el sentido vulgar del término, sino ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas. La ley de amor sustituye la personalidad por la fusión de los seres y aniquila las miserias sociales. ¡Feliz aquél que, elevándose sobre su humanidad, quiere
con gran amor a sus hermanos que sufren¡ ¡Feliz aquél que ama, porque no conoce ni la angustia del alma, ni la miseria del cuerpo, sus pies son ligeros y vive como transportado fuera de sí mismo!


Cuando Jesús pronunció esta divina palabra –amor–, hizo con ella estremecer a los pueblos, y los mártires, embriagados de esperanza, descendían al circo.

El Espiritismo, a su vez, viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto divino; estad atentos, porque esa palabra levanta la piedra de las tumbas vacías y la reencarnación, triunfando sobre la muerte, revela al hombre maravillado su patrimonio intelectual; no es ya a los suplicios que ella le conduce, sino a la conquista de su ser, elevado y transfigurado. La sangre rescató al Espíritu y el Espíritu debe hoy rescatar al hombre de la materia.


He dicho que inicialmente el hombre sólo tiene instintos; aquél, pues, en quién dominan los instintos, está más próximo al punto de partida que del objetivo. Para avanzar en dirección al objetivo, es preciso vencer los instintos en provecho de los sentimientos, es decir, perfeccionar éstos sofocando los gérmenes latentes de la materia. Los instintos son la germinación y los embriones del sentimiento; llevan consigo el progreso, como la bellota encierra la encina; y los seres menos avanzados son los que desembarazándose solo poco a poco de su crisálida, permanecen esclavizados a los instintos. El Espíritu debe ser cultivado como un campo; toda la riqueza futura depende del trabajo presente, y más que bienes terrestres, os traerá a la gloriosa elevación; entonces será cuando comprendiendo la ley de amor que une a todos los seres, encontraréis en ella las suaves alegrías del alma, que son el preludio de las alegrías celestes.. (LÁZARO, París, 1862).


EVANGELIO SEGUN EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC


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