viernes, 9 de julio de 2021

¿Por qué nos habría creado Dios?

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Vida y valores: Las aflicciones humanas-causas actuales

2.- Motivos de resignación

3.-El deber, en el hombre.

4.- Los espíritas son libre pensadores

5.- ¿Por qué nos habrá creado Dios?




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                 VIDA Y VALORES

(Las aflicciones humanas – causas actuales)

En el campo de las aflicciones de la criatura humana, podemos identificar causas que son creadas ahora. Mucha gente llora, se lamenta. Hay muchos que se desesperan delante de los problemas, de los tormentos, de las dificultades que les están sobrecargando la vida en la actualidad, en estos días. Casi nunca esas mismas personas perciben que esos sufrimientos, esas aflicciones, esos problemas por los cuales están pasando fueron creados ahora, en esta misma vida, en los tiempos de nuestra trayectoria terrestre.

Una de las causas más punzantes de aflicciones es el temperamento. ¡Dios mío! Cuantas son las personas que tienen malas pulgas. Son dichas personas de mucho carácter. Hay otros que ni carácter tienen, explotan por cualquier cosa. Entonces, son personas mal vistas, no son queridas, donde ellos llegan los demás salen. Y eso es motivo de tormento, de aflicción. Pero causado por  ellas mismas.

Existen otros que afirman no llevar disgustos para casa y, por cualquier cosa, estallan. Otros afirman que son muy buenos, pero que nadie puede pisarles los pies, otros dicen… otros dicen tantas cosas para justificar lo injustificable. Yo doy un buey para no entrar en la pelea; doy lo que sea para no salir de la pelea. Son personas temperamentales, extrañas criaturas que van generando en torno de si el miedo en algunos, rabia en otros, indiferencia en varios. Al mismo tiempo, generan reacciones similares de otros que también tienen poca paciencia, no tienen paciencia o que también son muy buenas en cuanto no tengan los pies pisados. Al final de cuentas, vivimos en la Tierra en busca de la felicidad, en busca de nuestra integración con Dios y con Sus Leyes.

No importa si no se es religioso, si no se frecuenta institución religiosa, si no se participa de circuidos religiosos, Dios es el Padre del Universo. No nos importa cómo se Le llame. Él es el Padre del Universo, es el Gran Creador. Y nuestro compromiso, en esta vida, es ajustarnos a Sus Leyes.

Entonces hay muchos sufrimientos, muchas aflicciones generadas por causa de nuestro temperamento. Personas explosivas, personas que se cierran, al revés de conversar, de hablar, de decir lo que les está incomodando. Ellas se cierran y actúan con rabia, con disgusto, con odio, sin decir una palabra. Cuándo se les pregunta: ¿Hay algún problema? –ellas dicen: No, está todo bien. Pero en este está todo bien, va la marca de su indisposición interior.

También hay problemas, aflicciones en esta actualidad, que son pendientes de los vicios que adquirimos. ¡Cuántos vicios! Una persona que aprendió a fumar desde joven, de allí a pocos años estará con asma, con bronquitis, con enfisema pulmonar y quien sabe, con cáncer. Estará transpirando mal olor, el tabaco en la circulación sanguínea. Cuantas son las enfermedades, amputaciones, degeneración orgánica por causa del tabaquismo. No es Ley de Dios tener que fumar, no fue una imposición de la Divinidad tener que fumar, pero hay libertad, el libre albedrío.

En esta vida, el individuo comenzó a usar esa droga, el tabaco y fue enfermando el cuerpo, fue mutilando el cuerpo. Entonces, es natural que nos identifiquemos con todos esos individuos, aquellos que están provocando aflicciones para su vida, en esta actualidad, en esta misma existencia. Hay aquellos que usan alcohol y van en la misma dirección. Beben porque beben. Afirman mil cosas: beben por alegría, beben por tristeza, beben porque hace calor, beben porque hace frío. Beben porque beben y van generando desgastes orgánicos, problemas neurológicos, dificultades sociales que comienzan en la familia, atormentada como una persona alcohólica, como se dice actualmente.

Comenzamos a ver que hay muchas aflicciones cuyas causas están en nuestra vida presente, son parte de nuestra actualidad y cabe a nosotros tener precaución y evitarlo gradualmente.
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Existen situaciones que, verdaderamente, son dispensables. Hay cosas que no se necesita vivir aquí, ahora, no precisa sufrir en este existencia. Recuerdo de un episodio que acompañé de cerca, porque se trataba de una persona conocida, que demoró mucho al casarse. Era una joven profesora, y tardó en casarse porque querida encontrar la persona ideal. Se caso con un hombre más maduro que ella pero de un temperamento muy explosivo, de aquellos intolerantes. Se casaron, vivieron felices algunos meses. Ella se quedó embarazada, nació él bebe y cuando él bebe contaba tres meses de edad, era fin de año, y el matrimonio decidió ir a un comercio para comprar una refrigerador de mayor tamaño, para atender a la familia que estaba comenzando a crecer. Salieron, hicieron las compras y volvieron para casa. Él conduciendo el coche y ella, al lado, con el niño en los brazos.

En una determinada calle de la ciudad, un taxista le cerró el paso, por inadvertencia de esos profesionales que trabajan de cualquier manera. Le cerró el paso y él, en aquella aflicción, en aquella agonía, imaginó que el taxista lo hizo a propósito.

Aceleró su vehículo, fue atrás del taxista, le hizo parar y le abrió la puerta del coche. Era para discutir, era para reñir, pero el taxista imaginó que le iba a agredir, cogió un arma de la guantera del taxi y disparo sobre el padre de la familia. Lo mato y la esposa tubo que criar el hijo sola, sufrir la dificultad de la viudez y de todos los compromisos resultantes de eso.

El otro hombre, en la prisión. Y la vida siguió su curso. No había ninguna necesidad de esos niños de ser criados sin padre, de esa mujer quedar viuda, de ese taxista ser preso, si no fuese el temperamento y una actitud infeliz de una persona tensa, de temperamento tenso.

Son las causas actuales de las aflicciones. ¿Cuántas son las personas que van a limpiar las ventanas de un edificio, sin ningún instrumento de seguridad? Se cuelgan en las ventanas y caen. No fue Dios que lo hizo, no era la hora. Son suicidios indirectos. Cuantas son las personas que beben alcohol y cogen el coche para conducir. Ellas se pueden matar, pueden matar a otros, pueden provocar tragedias sin nombres en la sociedad. Aflicciones generadas, ahora, por la inadvertencia, por la incuria, por la mala voluntad, por el temperamento rebelde de alguien que entendió que el alcohol en si no tendría el mismo efecto que tiene sobre todas las demás personas.

Entonces comenzamos a percibir que hay muchas aflicciones que generamos ahora. Aquellos padres que no educan bien a sus hijos y, desde temprano, les van enseñando a devolver violencia con violencia, a reñir en las calles, a no llevar malas maneras para casa, a sacar provecho de todo, a pasar por encima de todo el mundo para conquistar sus objetivos en nombre de la astucia, luego más, esos padres estarán sufriendo tanto, porque la policía vendrá a su puerta a decirles que ellos mataron indios, incendiaron indios pensando que eran mendigos, golpearan a empleadas domésticas, asumiendo que eran prostitutas, como si mendigos y prostitutas debiesen coger de la clase media o de quien quiera que sea. La educación que recibieron.

Y tanto es verdad que son esos mismos padres, que ya provocaron ese proceso horrible de falta de educación o de mala educación, que van en busca de profesionales corruptos para defender a sus hijos de los crímenes que ellos mismos enseñaron. Es tan extraño la criatura humana cuando se distancia de las Leyes de Dios, cuando no presta atención en el mundo que es, por si mismo, de pruebas y expiaciones, que nos cabe suavizar, viviendo mejor. ¿Cómo voy aprovechar cualquier situación de mi vida para empeorar mi condición?

Es necesario tener mucho cuidado para que no generemos en estos días de nuestra vida aflicciones que tendremos que sufrir en estos días de nuestra vida.

Raúl Teixeira

(Transcripción del Programa Vida y Valores, número 164, presentado por Raúl Teixeira, bajo la coordinación de la Federación Espírita de Paraná.-Brasil)

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Motivos de resignación


12. Con estas palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados", Jesús indica al mismo tiempo la compensación que espera a los que sufren, y la resignación que hace bendecir el sufrimiento como preludio de la curación.

Estas palabras también pueden traducirse de este modo: Vosotros debéis consideraros felices sufriendo, porque vuestros dolores son deudas de vuestras faltas pasadas, y esos dolores sufridos con paciencia en la tierra os ahorran siglos de sufrimientos en la vida futura. Debéis, pues, teneros por felices, viendo que Dios reduce vuestra deuda, permitiéndoos que la paguéis ahora, lo que os asegurará la tranquilidad para el porvenir.

El hombre que sufre se parece a un deudor que debe una fuerte cantidad y a quien su acreedor dice: "Si hoy mismo me pagáis la centésima parte, os perdono el resto; quedaréis libre; si no la hacéis, os perseguiré hasta que hayáis pagado el último céntimo". ¿No sería feliz el deudor, aun cuando sufriese toda clase de privaciones para librarse, pagando solamente la centésima parte de lo que debe? En vez de quejarse de su acreedor, ¿no le daría las gracias?

Tal es el sentido de estas palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados"; son felices porque pagan la deuda, y después de pagar, quedaron libres. Pero si pagando por un lado, se contraen nuevas deudas por el otro, nunca se llegará al saldo. Cada nueva falta aumenta la deuda, porque no hay una sola, cualquiera que sea, que no lleve consigo su castigo forzoso, inevitable; si no es hoy, será mañana, y si no en esta vida, será en otra. Entre estas faltas debería ponerse en primer lugar el defecto de sumisión a la voluntad de Dios; pues si en las aflicciones se murmura si no se aceptan con resignación y como cosa que ha debido merecerse, si se acusa a Dios de injusto, se contrae una deuda nueva que hace perder el beneficio que podría esperarse del sufrimiento; por esto será preciso empezar de nuevo, absolutamente como si a un acreedor que os atormenta, le dais cantidades a cuenta, y cada vez le pedís prestado de nuevo.

A su entrada en el mundo de los espíritus, el hombre es semejante también al obrero que se presenta el día de la paga. A los unos les dice el amo: "Aquí tenéis el precio de vuestros jornales"; a los otros, a los felices de la tierra, a los que hayan vivido en la ociosidad, a los que hayan cifrado su felicidad en la satisfacción del amor propio y los goces mundanos, dirá:
"Nada hay para vosotros, porque habéis recibido vuestro salario en la tierra. Idos y empezad de nuevo vuestra tarea".

13. El hombre puede aliviar o aumentar las amarguras de sus pruebas según el modo como   considere la vida terrestre. Sufre tanto más cuanto más larga ve la duración del sufrimiento; así, pues, el que se coloca en el punto de vista de la vida espiritual, abraza de una sola ojeada la vida corporal; la ve como un punto en el infinito, comprende su corta duración, y dice que ese momento penoso pasa muy pronto; la certeza de un porvenir próximo más feliz le sostiene y le anima, y en lugar de quejarse, da gracias al cielo por los dolores que le hacen adelantar. Para el que sólo ve la vida corporal, por el contrario, ésta le parece interminable, y el dolor pesa sobre él con toda su fuerza. Es resultado de ese modo de considerar la vida el disminuir la importancia de las cosas de este mundo, conducir al hombre a moderar sus deseos y a contentarse con su posición sin envidiar la de los otros; atenuando la impresión moral de los reveses y de los desengaños que experimenta, adquiere una calma y una resignación tan útiles a la salud del cuerpo como a la del alma; mientras que con la envidia, los celos y la ambición, él mismo se pone voluntariamente en el tormento y aumenta de este modo las miserias y las angustias de su corta existencia.

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC


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EL DEBER EN EL HOMBRE

Basta dirigir una mirada al firmamento, o a cualquiera de las maravillas de la creación y contemplar al instante los infinitos bienes y comodidades que ofrece la tierra, para concebir desde luego la sabiduría y grandeza de Dios, y todo lo que le debemos amor, a su bondad y a su misericordia.

La ausencia del sentido del deber en cualquier ser humano resulta en la formación de un carácter débil e inmaduro. Lo mismo ocurre si el sentido del deber es flojo, muy impreciso o distorsionado. Ciertamente, la persona que hace caso omiso del deber, de responsabilidades y obligaciones, está propensa a hundirse bajo las presiones y exigencias de esta vida. Tal persona se expone a serios trastornos psicológicos, aun a la posible desintegración total de su personalidad. Además, tiende a verse envuelta en graves problemas sociales o económicos, fruto del incumplimiento de los deberes que, natural y lógicamente, le corresponden.
El hombre en la actualidad desprecia el deber, solemos ser criaturas orgullosas, amantes de la libertad. Defendemos ferozmente nuestra independencia individual y luchamos  con todas nuestras fuerzas para que nadie  nos ponga el odioso “yugo del deber”.

Este rechazo al deber obra en detrimento del hombre, pues hace mella  en los gobiernos, instituciones  educativas, profesiones de toda categoría,  empresas comerciales, vecindades y aun en iglesias es muy corriente escuchar decir “Es mi sagrado deber cumplir cabal y honestamente  mi rol… mi encomienda… mi trabajo” se escucha muy frecuentemente en los labios de políticos, educadores, empresarios, trabajadores sociales y ministros de Cristo”, sin embargo, “del dicho al hecho va largo trecho”. El deber no es fácil efectuarlo. Nos fastidia, nos cansa, nos hace sudar, nos roza donde nos duele. A veces nos atormenta. Pero si lo efectuamos voluntariamente porque comprendemos su función vital en la vida, se vuelve menos oneroso.

El deber tiene mucho que ver con el desarrollo de un carácter sano, integro y maduro. El amante de Dios  que procura su salvación eterna, toma voluntariamente para sí el “yugo del deber espiritual”  procurándolo llevar con menos agotamiento y dolor. “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga (Mateo 11:28-30)

La misma función que  hace  el armazón de acero en un edificio, la hace el deber en el carácter humano. Es la pieza estructural vital que da fuerza, sostiene el peso y hace posible soportar los embates de las tormentas grandes o pequeñas.

Si el hombre se casa, su deber es hacer perdurar su matrimonio contra viento y marea.

Quien procrea un hijo, su deber es proveer a la criatura en sus necesidades, atenderla en su existencia, en el aspecto,  material, emocional, intelectual, social, espiritual.

Quien compra un automóvil, casa, muebles o lo que sea, su deber  es pagar cualquier deuda contraída.

Quien acepta cualquier empleo, trabajo, posición o responsabilidad, su deber es cumplir de acuerdo  con las estipulaciones  del contracto.

Quien no cumple su deber hace caer sobre su propia cabeza una lluvia de críticas, denuncias, líos sociales, litigios legales. Su corazón sufre. Su cuerpo sufre. Sus seres queridos sufren. Y todo es por el incumplimiento del Deber.

En toda convivencia humana ordenada y provechosa hay que establecer como fundamento el principio de que todo hombre es persona. Esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Son derechos y deberes universales e inviolables y no pueden renunciarse.

Un sabio decía: "Las normas naturales y divinas, sobre las que descansa la justicia, no están consignadas en forma de derechos, sino en forma de deberes. No se nos ha dicho: ‘He aquí vuestras atribuciones, sino vuestras obligaciones’. Esta diferencia es capital. No es que el deber no comprenda el derecho o el derecho el deber. Yo no puedo tener un deber hacia vosotros sin que vosotros tengáis un derecho sobre mí. Y vosotros no tenéis un deber para conmigo sin que yo tenga un derecho sobre vosotros. Pero el derecho es la faz utilitaria y egoísta de esta relación, y el deber la faz abnegada y generosa.

Por eso es inmensa la diferencia que existe en construir la sociedad sobre el derecho y fundada sobre el deber. El deber es más estable y más fuerte que el derecho. Cualquiera puede ceder su derecho, pero nadie puede abdicar de su deber.

También enorme la desigualdad entre el Contrato Social y el Evangelio. El Contrato Social es el libro de los derechos del hombre. El Evangelio, el libro de sus deberes".

El deber de los conductores ha de ser bruñido con el acero en nuestra historia, como patriotas en la irredenta defensa de los intereses de la Nación, tanto internos como externos; luchadores y ejemplos de principios tanto materiales como morales, virtuosos para con nuestro pueblo; impulsores del progreso humano; constructores del edificio social y rectores del pensamiento nativo.

El género humano requiere la observancia y más aun la obligación de los derechos sociales. Todos los que necesitamos asistencia tenemos la potestad de pedir a nuestros semejantes y éstos sólo tienen una obligación moral de asistirnos. Pero el derecho real nos asiste ante los gobernantes. Ellos deben sacarnos de esta crisis con sabiduría, veracidad, creatividad y responsabilidad sin dejarnos inermes ante la voracidad del sistema económico imperante.

Debemos presentar las virtudes para que éstas sean ejemplo. El modelo enseña mejor que el precepto. Son modeladoras del carácter del hombre. Vivir honestamente es el máximo predicador. La coherencia de vida denuncia las debilidades. Dar un elevado arquetipo de vida es el más rico legado que un hombre puede dejar.

El deber nos muestra que no puede enseñorearse la corrupción permitiendo que la mayoría de la clase política llegue al poder para "asegurar" su futuro y el de los suyos.

"Señores funcionarios", tienen el deber de sentir llorar a los niños de hambre, y ver en éstos a cada uno de sus hijos, entonces le darían dimensión a la barbarie que están cometiendo.

Los hombres más rectos pueden tener momentos de duda y debilidad, pueden sentir que se conmueve debajo de ellos la columna de su fe; pero al ser los mejores, los más rectos, por eso fueron elegidos, vuelven a levantarse de su desfallecimiento recurriendo a sus principios de excelencia. Se puede entender, pero jamás aceptar, que los dirigentes no tengan el amor necesario, honestidad, erudición, responsabilidad, y espíritu solidario.

Gaudium Et Spes: "Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa divinidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables. Es necesario que se facilite al hombre todo lo que necesita para vivir una vida humana. El orden social y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario. El propio Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. El orden social hay que desarrollarlo a diario. Pero debe encontrar en la libertad un equilibrio cada día más humano\".

Las personas son más accesibles a los derechos que a los deberes. Aceptan derechos, difícilmente deberes. Los derechos se multiplican, los deberes se restan. Y cuando se dispone de fuerza para exigir lo que se considera un derecho, se recurre a la violencia.

La visión cristiana del desarrollo: El desarrollo no se reduce al crecimiento económico. Por ser auténtico, debe ser integral.

Ha subrayado un experto: "No aceptamos la separación de la economía de lo humano, el desarrollo de las civilizaciones en que está inscrito. Lo que cuenta es cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera".

Deberes principales del hombre para consigo mismo. El suicidio y el duelo.
Cuando se habla de obligaciones y deberes del hombre para consigo mismo, el sentido racional de semejante expresión es que la personalidad propia puede ser objeto o término de ciertos deberes que radican en la ley natural, y que reciben su fuerza de Dios, autor de la misma.  

Estos deberes y obligaciones del hombre para consigo mismo, se hallan reunidos y concentrados en éste: Conservar y perfeccionar la especie humana juntamente con las fuerzas recibidas de Dios. De este deber fundamental resultan, como corolarios legítimos:

1º El deber de amarse a sí mismo según el orden de la recta razón, y consiguientemente, el de buscar y trabajar para poseer las cosas necesarias, ya para la conservación de la vida propia y de sus allegados, ya para el bienestar correspondiente a su posición y condiciones sociales; pero siempre con subordinación y relación al destino final del hombre, que constituye su perfección suprema y su bien racional y absoluto.  

2º El deber de tomar el alimento necesario para la conservación de la vida, de conservar el cuerpo y sus miembros, y de repeler lo que puede causar la muerte.

3º El deber de elegir aquel estado que se halle en relación con las circunstancias peculiares del individuo, o al menos, aquel estado y tenor de vida que no ceda en perjuicio de otros, ni sea contrario al orden moral.  

4º El deber de perfeccionarse como ser racional, o sea cultivando y desarrollando las facultades de conocimiento, y [495] especialmente la razón, que ha sido dada al hombre como una luz y guía de su vida intelectual y moral. De aquí resulta, por una parte, el deber de adquirir aquellos conocimientos, tanto especulativos como prácticos, que sean necesarios para desempeñar convenientemente los oficios y cargos que posea el individuo: y por otra parte, el derecho de cultivar las ciencias y artes, sin más limitación que la que resulta de la existencia de los deberes y obligaciones que por otros títulos corresponden al individuo.  

5º El deber de perfeccionarse en el orden moral por medio de la práctica y ejercicio de las virtudes correspondientes a su estado y condición, puesto que la virtud es la que constituye la perfección moral del hombre, a la cual deben subordinarse los demás deberes, ya porque ésta es la perfección principal del hombre, ya porque es una condición necesaria y como el medio natural y propio para llegar a la perfección suprema en la posesión de Dios.  

A este deber se reduce, como condición y corolario, la obligación de moderar las pasiones de la parte sensitiva, regulando y dirigiendo sus movimientos por medio de la razón y de la voluntad, a fin de que sus manifestaciones no se hallen en contradicción con el bien y con las virtudes morales.  

-Mercedes Cruz Reyes-

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LOS ESPÍRITAS SOMOS LIBRE- PENSADORES



En el articulo "El libre pensamiento y la libertad de conciencia" dice Kardec: "El libre pensamiento, en su acepción mas amplia, significa: libre examen, libertad de conciencia y fe raciocinada; él simboliza la emancipación intelectual, la independencia moral, complemento de la independencia física; Él no quiere mas esclavos del pensamiento, ni esclavos del cuerpo, porque lo que caracteriza el libre pensador, es que piensa por si mismo y no por los otros, en otras palabras, que su opinión le pertenece particularmente.

Puede, pues, haber libres pensadores en todas las opiniones y en todas las creencias. En ese sentido, el libre pensamiento eleva la dignidad del hombre; le  hace un ser activo, inteligente, en lugar de una máquina de creer.

Veamos que de esta cita, emerge el entendimiento de que el libre pensamiento es fe raciocinada, manifestación clara de la libertad de conciencia, que asiste todas las criaturas, como un derecho inalienable y expresión de las divinas leyes.

 El libre pensar, dignifica al individuo, pues lo mismo abandona la indigencia intelectual de la creencia ciega y al edificar en la práctica la propia autonomía, aprende a pensar con criticidad, libertándose de la pereza mental que tiene sometido a multitudes, a una manera mediocre de ser y de estar en el mundo.

No se trata de auto-suficiencia, es una simple actitud de superación frente a la postura de adiestramiento y condicionamiento ante la tutela ajena, históricamente producida en el seno de las teologías dogmáticas.

 El Espiritismo, como propuesta filosófica, que sale a borbotones del mundo de los Espíritus, sugiere al adepto esclarecido, la práctica consciente de la libertad de pensar,  una actitud filosófica sin miedo ni culpa , madurando su propia reflexión sobre el contenido que la Doctrina presenta, mediante el estudio perseverante, racionado y serio de los textos de Kardec.

 Nadie extrañe la naturalidad con lo que podemos lidiar, con la expresión "libre pensador" en la comunidad espirita, pues, el maestro Allan Kardec, al hacer un balance sobre el movimiento espirita de 1867, esclarece que podemos entender como libres pensadores, a todas las personas "que no se sujetan à la opinión de nadie, en materia de religión ,ni de espiritualidad".

 Destaca todavía, en otro texto, que esta calificación, no especifica ninguna creencia en particular, pero que podría ser aplicada a los distintos matices del espiritualismo racional, y en ese caso, "todo hombre que no se guíe por la fe ciega, es, por esto mismo, un libre pensador; por eso este título, LOS ESPÍRITAS SON LIBRES PENSADORES."

Luego, recordemos que la fe raciocinada, profesada en el Espiritismo, preconiza la libertad de pensar y el libre examen, actividad intelectual indispensable de un adepto sincero y lúcido, con fin que desarrolle  una actitud filosófica definida, delante de la Doctrina de los Espíritus.

Se concluye, de este modo, que el espirita antes de ser un creyente, deberá constituirse en un libre pensador, porque solamente le  merece creencia aquello que  comprende racionalmente y por lo tanto tiene convicción.

 [*] Revista Espírita, febrero de 1867.

[7] Revista Espírita, enero de 1867.

Sacado del articulo "Por Una Actitud Filosófica" de Vinícius Lousada

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta


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    ¿ Por qué nos habría creado Dios ?

     Eso es algo que tal vez algún día lo sepamos más claro o quizás se lo podamos preguntar a Dios directamente, pero por el momento podríamos pensar que el motivo tal vez haya podido ser por la dinámica de Su propia Esencia: La vibración permanente de su Amor, o por mejor decir, un Amor infinito que necesita reflejarse en criaturas creadas de Su propia Esencia.

Siendo Amor –Energía, se comprende que esta es expansiva y  dinámica, por lo que no  podría permanecer estática y sin actividad creadora, necesitando proyectar su Amor en los nuevos mundos y seres creados, por lo que por su propia dinámica existencial,  se realiza y se mantiene a Sí mismo cuando se  irradia  y expande en otros Seres que para existir hemos tenido que ser  creados por Él. Su Mente Infinita condensó las energías cósmicas, creando así la materia y los espíritus que pueblan todo el cosmos, mediante un mecanismo evolutivo y repetitivo de la reencarnación del espíritu, por lo que adquiere las experiencias necesarias  para ir perfeccionándose en contacto con la materia.

     Podemos pensar que siendo criaturas suyas que existimos por Su Amor, nuestro objetivo existencial es el de que  aprendamos algún día a ser  plenamente  felices hasta un grado supremo e inimaginable, sintonizando y colaborando con El en su grandiosa e incesante obra de la Creación,  dejándonos el mérito de nuestro  necesario esfuerzo para  la conquista de la infinita felicidad.

       Normalmente no podemos contestar plenamente  a esta pregunta porque estamos casi infinitamente lejos de comprender qué es Dios en lo más profundo de Su Esencia, pero sin embargo  mi incipiente intuición humana  en su limitada  capacidad  me dice que esa Fuente de Perfección, Amor y Felicidad infinitas, ha querido por alguna razón reflejar y compartir sus atribuciones con sus criaturas, existentes por Su Voluntad, los Seres  humanos, en principio creados sencillos e ignorantes, pero perfectibles en sí mismos, sometidos al engranaje  del mecanismo evolutivo  y de otras  Leyes que lo complementan y guían hacia la meta de una relativa Perfección,, siendo Dios  mismo esta  meta infinita y Absoluta . Ese es el  Gran Misterio de Su Esencia, incomprensible aún para nuestras  limitadísimas mentes.

     En síntesis, podríamos pensar que Dios nos ha hecho existir para amar y para ser amados, o sea para mantener dinámica la Esencia de Dios mismo, que es el Amor, vibración pura y sublime que irradia todo el Universo. No somos Dios, sino Seres que estamos llamados a ser como espejos que Lo reflejen, para lo cual nos debemos ir limpiando de las suciedades espirituales que enturbien la verdadera imagen que debemos llegar a mostrar del Gran Ser de Amor que hizo nuestra Esencia, a imagen y semejanza de la Suya.

- Jose Luis Martín-


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