INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Cuidemos nuestro hábitat planetario
2.- La diferencia entre cambiar o estancarse...
Frase de Krisnamurti
3.- Médiums sin saberlo
4.- Espíritus en sufrimiento
5.- Condiciones necesarias para la eficacia de la Oración
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CUIDEMOS NUESTRO HÁBITAT PLANETARIO
Esta no es la primera vez en la historia, ciertamente no será la última, en la que la vida de la población se ve amenazada por una pandemia devastadora. Existe una estrecha analogía entre la acción humana en el orbe y el advenimiento de las patologías pandémicas, considerando la indiferencia irrespetuosa hacia el hábitat (ambiente).
El formato de perseguir la riqueza y el poder independientemente de las consecuencias, llevó al planeta "al borde del abismo". Urge revitalizar el orbe en el campo de la responsabilidad individual, frenando el consumismo bestial, donde se ha priorizado el tener (transitorio) sobre el ser (permanente). Hay que juzgar que el planeta es compartido y cada uno tiene que hacer su parte para mantenerlo en buenas condiciones de habitabilidad.
Cada gobernante debe adoptar políticas para el bien común. Los empresarios pueden apoyar la búsqueda natural de ganancias con justicia social. Pueden pensar en distribuir esas ganancias entre aquellos que mueven la organización, que son las personas. Es necesario buscar un acuerdo, una buena convivencia planetaria. Un conglomerado de líderes y gobernadores nacionales que se unan por el bien del planeta, sin priorizar solo el lucro y el poder para el reinado del materialismo.
El planeta está gravemente enfermo, se encuentra en una etapa avanzada y deprimida de inmoralidades, por lo que es necesaria la intervención de la Divina Providencia para que la ruina moral no domine más intensamente la armonía de todo el reino ante la belleza natural.
El ecosistema, en su conjunto, ha estado trabajando con un esfuerzo hercúleo para liberarse de las aguas nocivas de quienes abusan de los recursos naturales. Los laboratorios donde deberían haber nacido los recursos para el bienestar y la salud de la población han sido núcleos calamitosos de gestión técnica para el desarrollo de sustancias biológicas mortales en nombre de la guerra.
Allan Kardec, nos trajo reflexiones oportunas, a través de los espíritus, sobre la relación entre los seres vivos y el hábitat y cuánto uno depende del otro. Hoy en día, el hombre comienza a darse cuenta, frente a la exageración sobre el progreso de la degradación del planeta, que no hay forma de tener una producción ilimitada de ellos en la biosfera, que es finita y limitada.
En una sociedad de consumo como la nuestra, ninguno de nosotros está contento con lo que es necesario. Cada uno de nosotros es responsable de todo lo que hay allí. El medio ambiente somos nosotros , el entorno que nos rodea y las relaciones que establecemos con él. La buena convivencia planetaria trasciende el gueto de la fauna, flora y conservación. Es mucho más que eso.
De hecho, cuando el planeta se enferma, nuestro proyecto evolutivo se ve comprometido. No es posible esperar la llegada del mundo de regeneración indiferente a tanta degradación. Por los mecanismos de la reencarnación, si todavía queremos encontrar reservas razonables de agua potable, aire limpio, tierra fértil, menos residuos y un clima estable aquí, sin los flagelos que predice la creciente quema de petróleo, gas y carbón que agravan el efecto invernadero, debemos actuar. Ahora, sin perder el tiempo.
Creemos que tras la actual pandemia surgirán otros paradigmas de comportamiento de la humanidad, considerando que las nuevas generaciones que están llegando tienen un firme compromiso de estabilizar el equilibrio en la dinámica de la vida planetaria, considerando el momento de la regeneración.
- Jorge Hessen-
( Traducción de Mercedes Cruz Reyes)
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LA DIFERENCIA ENTRE CAMBIAR O
ESTANCARSE....
Vivimos en una sociedad consumista, impregnada de exaltación de los placeres por todos los lados que miremos.
Con la cultura heredada de la infancia, nuestra propensión a lo fácil y a la satisfacción inmediata, prevalece sobre la disciplina y la responsabilidad. En este contexto, la paciencia y la perseverancia se quedan en segundo plano. Tenemos aversión a la disciplina, a todo lo que nos restringe e incomoda, a cualquier límite de la realidad. La palabra disciplina tiene el mismo origen de la palabra discípulo y significa la capacidad de aprender con los errores y, por lo tanto, de cambiar. Como nos fue enseñada como algo que ocurre de fuera para dentro, de manera autoritaria y ajena a nuestra voluntad, es así como todas las nuestras obligaciones se tornaron pesadas y casi un sacrificio.
Aprender con nuestros errores debería ser placentero, divertido, excitante. Es a lo que Jesús se refería cuando dijo: “Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga ".
Quien ve la vida con amor, todo lo ve como oportunidad de aprendizaje y crecimiento. El peso de nuestra carga es proporcional al esfuerzo que hacemos para no dejarla, por miedo a lo nuevo, de perder nuestro estado actual. Nuestra mayor resistencia a los cambios es que no queremos ser incomodados, sacados de nuestra “zona de confort”. Y la iniciativa es la que permite romper círculos viciosos que vamos construyendo en el transcurrir de la vida y que tanto nos pesan, sin darnos cuenta.
Las consecuencias de un retraso, de empujar adelante nuestras transformaciones, son la frustración y la insatisfacción. Para nuestro crecimiento, tenemos un desafío para lo que no fuimos preparados: integrar el momento actual con las consecuencias futuras.
En el fatalismo aprendemos que el destino ya esta escrito y las cosas son porque son. El espiritismo viene a romper al final del siglo XIX esta idea perniciosa plantada por la iglesia y a enseñar que todo tiene una causa y que no existe la casualidad. A cada uno según sus obras…
La búsqueda del placer inmediato y constante, sin previsión de mañana, nos remete en el futuro a una frustración todavía mayor. El hombre es un animal que anticipa el dolor y se tortura con eso. Los espíritus desencarnados nos ofrecen innumerables narrativas de sus experiencias y comentan los sufrimientos mentales que han tenido, por preocuparse con cosas que nunca pasarán. El papel del pensamiento, cuando es sano, es ofrecer el nexo de nuestra situación, uniendo el pasado, el presente y el futuro. En verdad vivimos en el presente y solo en el presente. Jesús predica en base a su sentido existencialista, nos dijo que a cada día le basta lo suyo. Como nuestra existencia es un proceso continuo, no podemos perder la memoria de lo que aprendemos ni desdeñar de lo que puede sucedernos.
Vivir el presente no significa hacer solo lo que nos da la gana, independientemente de las consecuencias. Ser responsable significa responder tanto a nuestras necesidades y deseos, en cuanto a las obligaciones. La verdadera libertad es el encaje fiel entre lo que deseo, lo que puedo y lo que debo. La consolidación y ampliación de nuestra conciencia esta directamente relacionada con ese concepto.
Esta permanencia ilusoria en los mismos hábitos, en la misma forma de vivir, en la misma inmovilidad tiene un nombre: acomodación. La acomodación es lo contrario de la iniciativa, objeto de este ensayo.
Todos nosotros sabemos que cambios debemos hacer en nuestras vidas. La dificultad está en abrir la mano de la llamada zona de confort, aquel espacio psicológico, irreal, aparentemente sólido, e involucrarse en lo desconocido de lo nuevo, de la reforma.
Lo contrario de la vida no es la muerte, pues por la doctrina espirita, sabemos que ella no existe. El contrario de la vida es el estancamiento, la repetición. El espíritu nunca retrocede en la evolución, pero puede estancarse y esto si, equivale a la muerte, pues el tiempo desperdiciado, no se puede volver atrás, y es entonces cuando el dolor nos impulsa otra vez adelante. Nosotros nos estancamos por miedo. Miedo de errar o miedo al arrepentimiento. Y ahí perdemos la capacidad de soñar, o sea, la esperanza.
Lo que nos mueve en la vida es saber que nuestro destino personal, es el desenvolvimiento continuo y esto depende solamente de nosotros. El acomodado contumaz acaba invariablemente constreñido por la depresión. La depresión es fruto del apego excesivo al confort inmediato, por esto hay tantos hermanos con los cofres llenos y con el alma vacía, que buscan rellenarla con la búsqueda incesante de nuevas sensaciones en la carne. La historia de la humanidad enseña entre los instrumentos que utiliza para lograr esas sensaciones, las drogas y toda suerte de libertinaje. Muchos imaginan la depresión como algo que aparece de repente y sin control por nuestra parte. La depresión es el resultado de un proceso de la vida, sobretodo, de los cambios que no hicimos en el debido momento. Pequeñas paralizaciones del crecimiento personal nos llevan a la inercia, a la acomodación y a la tristeza.
El verdadero placer es fruto de la auto-superación continua. Vivir es crecer continuamente en todos los sentidos; la curiosidad, la creatividad y la iniciativa son factores fundamentales para la felicidad. De ahí la importancia de los limites en la educación de los hijos. Es nuestro deber enseñarles que libre, no es aquel que hace lo que le gusta, sino que lo es, quien le gusta lo que hace. Y si fuimos muy "protegidos" en la infancia, todavía hay tiempo para generar una reflexión positiva.
Vamos a fijarnos la meta de ser cada día un poco mejores que ayer. Todos los grandes hombres y mujeres que hicieran algo por la humanidad, empezaron por darse cuenta un día de la importancia de actuar, en vez de permanecer en estado letárgico repitiendo cada día padrones de comportamiento, rompiendo con la inercia, y se pusieron manos a la obra.
Oigamos el llamamiento del Espíritu de Verdad y hagamos nuestra parte en la consolidación de ese nuevo tiempo para nosotros mismos y para la humanidad.
- Antonio Cassio López-
“No desees hablar. Bien está hablar poco; mejor aún es callar del todo, a menos que estés perfectamente seguro de que lo que vas a decir es verdadero, bueno y útil.Antes de hablar, considera atentamente si lo que vas a decir reúne estas tres cualidades, si no es así, guarda silencio”-Krishnamurti-
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PASCAL LAVICH.
El Havre, 9 de agosto de 1863.
“Creo en la bondad de Dios, que se servirá tener misericordia de mi pobre espíritu. ¡He sufrido mucho, mucho!... Mi cuerpo pereció en el mar. Mi espíritu estaba siempre adherido a mi cuerpo, y largo tiempo estuvo errante sobre las olas...”
“...Ha tenido a bien permitir que las oraciones de los que dejé en la Tierra me saquen del estado de perturbación y de incertidumbre en que mi espíritu estaba sumergido. Me han esperado mucho tiempo y pudieron encontrar mi cuerpo. Ahora descansa, y mi espíritu, separado con trabajo, ve las faltas cometidas, la prueba consumada. Dios juzga con justicia, y su bondad se extiende sobre los arrepentidos.
“Sí, mucho tiempo mi espíritu estuvo errante con mi cuerpo, porque tenía que expiar. Seguid el camino derecho, si queréis que Dios permita que se separe pronto vuestro espíritu de su envoltura. Vivid en su amor, orad, y la muerte, tan terrible para algunos, será suave para vosotros, puesto que sabéis la vida que os aguarda. Sucumbí en el mar, y me esperaron mucho tiempo. El no poder apartarme de mi cuerpo era para mí una terrible prueba, por esto tengo necesidad de vuestras oraciones, de vosotros que estáis en la creencia que salva, de vosotros que podéis rogar a Dios por mí como se debe. Me arrepiento y espero que tendrá a bien perdonarme. El cuerpo que se encontró el 6 de agosto era el de un pobre marinero. era el mío, que pereció hace mucho tiempo. ¡Rogad por mí!”
P. ¿Dónde os han encontrado?
R. Cerca de vosotros.
El Diario de El Havre del 11 de agosto de 1863 contenía el artículo siguiente, del cual no
pudo tener conocimiento el médium:
El 12 de agosto, cuando se hablaba de este acontecimiento en el círculo donde este espíritu se había presentado por primera vez, se comunicó de nuevo espontáneamente:
“Os aseguro que soy Pascal Lavich, y tengo necesidad de vuestras oraciones. Podéis hacerme bien, porque la prueba que he sufrido ha sido terrible. La separación de mi espíritu del cuerpo no se hizo sino cuando reconocí mis faltas, y después no se apartaba de él por completo, sino que le seguía en el mar que le había tragado. Rogad, pues, a Dios que me perdone, rogadle que me dé reposo. Rogadle, os lo suplico, ¡Que este terrible fin de una existencia terrestre desgraciada sea para vosotros una enseñanza muy grande. Debéis pensar en la vida futura y no dejar de pedir a Dios su misericordia. Rogad por mí, tengo necesidad de que Dios tenga piedad de mí.”
Pascal Lavich.
EL CIELO Y EL INFIERNO. ALLAN KARDEC.
Condiciones necesarias para la eficacia de la
Oración
Sin embargo la práctica de la oración funciona, en cuanto a resultados obtenidos mediante la práctica de la misma, siempre que la petición sea justa y necesaria, y que los imperativos kármicos del Ser por quien se ora no apunten en otra dirección.
Respecto a la oración que se hace para pedir algo, existen tres factores fundamentales para alcanzar su eficacia : Primero el Deseo fuerte y sincero por lograrlo ; en segundo lugar la Necesidad auténtica e intensa de lograr lo que se pide o se desea siempre que sea de justicia, y en tercer lugar la Fe absoluta de que se va a realizar, si es lo que más conviene al beneficio espiritual. Cuando se ora hay que observar lo que se pide, cómo se pide y para qué se pide. Lo que se pide debe ser una necesidad legítima para el Espíritu inmortal del que se pide. Deberá ser algo que se considere absolutamente justo y necesario, y esta petición deberá ir acompañada de una fe absoluta en lograr la determinación divina, convencidos de que esta siempre será la que más conviene en todo caso.
Creo que los citados factores, son la fórmula magistral que ha hecho tantos milagros de curación espontánea o de mejoras sorprendentes de enfermos que han orado o por los que se ha orado.
Estas fuerzas que acompañan a la oración individual, cuando actúan unidas a otras con el mismo objetivo, no suman sus fuerzas individuales, sino que reunidas, tienen un efecto multiplicador. De ahí la eficacia de la oración dirigida simultáneamente en grupo y enfocada hacia un objetivo común y concreto, al que también son atraídas por la sintonía vibratoria de esa misma oración, energías mentales de Seres desde el plano espiritual que sintonizan con estas vibraciones espirituales , actuando simultáneamente en el mismo sentido como causa añadida y añadiendo sus efectos multiplicadores a los de la oración conjunta de “los vivos”.
No obstante lo dicho, como la Justicia Divina preside todos los designios Divinos, siempre actúa una Ley Espiritual llamada entre otros nombres, “Ley de Consecuencias” o "Ley de Causa y Efecto", o "de Acción y Reacción", o también conocida en culturas orientales como "Ley del Karma", la cual consiente o regula el que se realice o no se realice lo que se pide en las oraciones.
No queramos imponer a Dios nuestros deseos con nuestras oraciones. Si no nos creemos escuchados, no es porque Dios se haya vuelto sordo. Pensemos que Dios es Padre de Bondad y de Justicia infinita y perfecta, y nos da a cada uno precisamente lo que necesitamos para nuestro bien, aunque si consideramos las cosas que suceden al ser humano. si lo hacemos bajo la estrecha perspectiva de una única existencia corporal, desde luego encontraremos muchas situaciones que no tienen una explicación lógica y racional desde un punto de vista humano cuando se ignora la realidad de la reencarnación del Espíritu.
Además, no olvidemos que orar no solamente es pedir; es también agradecer a Dios y a los Espíritus por tantos pequeños favores que disfrutamos a diario y que nos pasan desapercibidos ; es simplemente hablar mentalmente con ellos, contarles nuestras cosas, nuestros proyectos, etc,
Lo que vemos suceder en una vida humana,
aunque esta sea muy larga, viene a ser como un fotograma de una larga película
formada por cientos o miles de esos fotogramas; unos buenos, otros no tanto,
pero todos son consecuencia de los que
les preceden. Al final sabemos que a pesar de existir esos fotogramas en la
película de nuestras existencias, llenas de tantos errores, caídas y recaídas a lo largo
de las mismas, finalmente y en todo caso, nos espera un final feliz. Confiemos
en el Supremo Cineasta de nuestras existencias y dejemos el final de la
película en sus manos, pues solo Él sabe de los capítulos y fotogramas que todavía nos faltan a cada uno para
protagonizarlos.
“Todos
debemos orar, aunque nos consideremos malos y sin merecimientos. No nos
cansamos de afirmar que la misericordia está en la base de las leyes de Dios.” -Divaldo Pereira Franco –
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