domingo, 25 de julio de 2021

La Ley de Causa y Efecto

     INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Preguntas sobre las existencias pasadas y futuras

2.- Saludo matinal de Merhita

3.- El Suicidio, en una visión espírita.

4.- La Ley de Causa y Efecto

5.- La Gran Ciencia



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Preguntas sobre las existencias pasadas y futuras

15. ¿Los espíritus pueden hacernos conocer nuestras existencias pasadas?
Dios permite algunas veces que sean reveladas según el objeto; si es para vuestra edificación y vuestra instrucción, verdaderas, y en este caso la revelación de hace casi siempre espontánea y de una manera enteramente imprevista; pero no lo permite nunca para satisfacer la vana curiosidad.

–¿Por qué ciertos Espíritus no rehúsan nunca el hacer esta clase de revelaciones?
Estos son Espíritus bromistas que se divierten a vuestras expensas.^ En general vosotros debéis mirar como falsas, o al menos sospechosas, todas las revelaciones de esta naturaleza que no tengan un objeto eminentemente formal y útil. Los Espíritus burlones se complacen en lisonjear el amor propio con pretendidos orígenes. Hay médiums y creyentes que aceptan como moneda corriente todo lo que se les dice sobre este punto, y que no ven que el estado actual de su Espíritu en nada justifica el rango que pretender haber ocupado; pequeña vanidad, con la que se divierten los Espíritus burlones lo mismo que los hombres. Sería más lógico y más conforme a la marcha progresiva de los seres el que hubiesen subido y no descendido, lo que sería más honroso para ellos. Para que pudieran creerse esta especie de revelaciones sería preciso que se hicieran espontáneamente por diferentes médiums extraños los unos a los otros, ignorando lo que hubiese revelado anteriormente; entonces parece que hay una razón evidente para creer.

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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
ALLAN KARDEC

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                  Saludo matinal

Domingo 25 de Julio de 2021

 Queridos amigos, hola buenos días, bendigamos al Señor, démosle las gracias, por el nuevo día,  y analicemos  las riquezas espirituales que  tenemos en nuestro patrimonio espiritual, si  somos medianeros, puentes entre los dos planos de la vida, analicemos un poco, que pensamos  o cual es el valor que le damos a la mediúmnidad, a la facultad que Dios nos ha concedido.

 El concepto que se tiene sobre el ejercicio de la mediúmnidad es variado, uno de ellos, es el de los que piensan que es una pesada cruz para sus portadores. Desconociendo  los valores  que tipifican la facultad, evitan el ejercitarla, por temer la carga aflictiva en los ensayos  que no desean  añadir a sus vidas

Es totalmente  destituida  de legitimidad  la liviana información, desde que la mediúmnidad es una facultad neutra, por medio de la cual  se comunican  buenos como malos Espíritus, dándose hermosos  o aflictivos fenómenos  de variado contenido.

Los dolores que parecen acompañar a los médiums que se aficionan  al trabajo del bien en la Tierra tienen su origen en sus existencias  pasadas, sin ningún  compromiso  con la facultad.

En el caso que no ejerza el ministerio, los mismos padecimientos los alcanzarían, convocándolos a la reparación de los delitos antes perpetrados, en razón de la carencia afectiva, que no les proporcionó la liberación que se da mediante la acción de la solidaridad, del amor, de la caridad…

La mediúmnidad ejercida con responsabilidad disminuye el rescate  de aquellos que se encuentran comprometidos con las Soberanas Leyes, en razón de las admirables contribuciones de que se hacen portadores, atendiendo a los sufridores de ambas esferas de la vida: la material y espiritual.

A semejanza de otras facultades del alma, que el cuerpo reviste de células para atender a los objetivos a que se encuentran vinculados,  no pocas veces sus portadores experimentan desafíos que hacen parte  de su programa evolutivo.

Acepta con naturalidad y de forma consciente, la mediúmnidad  que alarga los horizontes  de las percepciones humanas  a respecto de los valores existenciales, contribuyendo con elevación  para la comprensión de la inmortalidad, de los objetivos  de la jornada física que deben ser realizados en clima de alegría y de gratitud a Dios.

Transformar  la actividad en un verdadero mediunato es el deber de todo aquel  que se encuentra convocado para ejercitar la peregrina facultad que honra su existencia.

Lógicamente, transformándose  en un puente entre las dimensiones física y espiritual, despierta animosidad de los Espíritus  infelices que se complacen en generar obstáculos al progreso general.

No obstante, su desempeño fiel  y a su abnegación, en la aspiración a que se entrega  consigue  la simpatía de los Espíritus nobles que pasan a auxiliarlo, inspirándolo en todos los lances de la trayectoria existencial.

¡Nunca temas al mal!

En el ejercicio saludable de la mediúmnidad responsable, vincúlate al compromiso de forma dinámica, concienciándote de su significación, así como de los beneficios que pueden derivar en la ejecución de la actividad iluminativa.

Procura estudiarte de manera que puedas profundizar  observaciones en torno de quien eres, de tus  objetivos esenciales, de tus reacciones  en relación a los acontecimientos existenciales, a fin de  de identificarte con la propia realidad.

Mediante ese comportamiento, percibirás  las influencias que proceden de los desencarnados, pudiendo filtrarlas y exteriorizarlas con fidelidad, sin conflictos internos.

La existencia terrena no constituye un paseo al país de la fantasía, aunque muchos desavisados así la consideren.

Asume la responsabilidad de vivir dentro de los padrones educativos propuestos por las leyes de la evolución, cogiendo los óptimos frutos de la harmonía y del bienestar.

Honrado por la oportunidad de ser operario mediúmnico en la siembra de Jesús, trabaja para corresponder a la expectativa, permaneciendo  fiel hasta el fin de la jornada, sin angustia y sin aflicción.

Mediúmnidad es bendición. Disfrútala con alegría, ayudando siempre.

Amigos os deseo un feliz domingo, con mucho amor y cariño Merchita

Extraído del libro de Divaldo Pereira Franco “Entrégate a Dios”


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EL SUICIDIO, EN UNA VISIÓN ESPÍRITA

                                

   De acuerdo al excelente documento preparado por la Asociación Brasileña de Psiquiatría, con el título ‘Suicidio, informando para prevenir’, ¡son más de 10,000 personas las que se matan anualmente en Brasil y casi un millón en el mundo! ¡Tenemos, por lo tanto, que hablar sobre esto y hacer algo al respecto!

   La escena más fuerte de una película que me encanta –Lutero– es cuando él toma en los brazos el cuerpo de un niño que se suicida y él mismo cava la tumba para enterrarlo. Ese acto significó un gesto de empatía y compasión para con la criatura y para con su familia; además de ser una forma de resistencia a la inapelable condenación que la Iglesia siempre lanzó sobre los suicidas, al nunca permitírseles ser enterrados en el “campo santo”. De hecho, el suicidio es fuertemente condenado por las religiones en general. 

   El Espiritismo, rompiendo en el Siglo XIX con la creencia de la condenación eterna y del infierno como un lugar de expiaciones, suavizó ese juicio inapelable, aunque no tanto.

 Las reverberaciones atávicas de la Iglesia todavía resuenan en el movimiento espírita, como veremos. Comencemos estudiando a Kardec. En pleno Siglo XIX, cuando la iglesia católica todavía pregonaba un infierno material, Kardec proclamó que el cielo y el infierno son estados de conciencia y no estados fuera del alma humana. Hoy en día, el Catecismo oficial de la Iglesia lo comprende así también. Para mostrar los estados de conciencia de los Espíritus en las más variadas categorías Kardec realizó, como se lee en su libro El Cielo y el Infierno, minuciosas entrevistas a través de diferentes médiums, procurando escudriñar lo que sentían, lo que veían, cómo estaban… Las entrevistas son sobrias. Los suicidas se mostraban en sufrimiento, sí, y afirmaban que el suicidio era una infracción a las leyes divinas. Aparece, según el lenguaje de la época, aunque hoy nos parezca incómoda, así como en otras obras de Kardec, la palabra castigo. Aunque, claramente comprendida como la consecuencia natural de los actos realizados. Entre los motivos del suicidio de los entrevistados se nombraba la soledad, el abandono, el alcoholismo aliado a la mendicidad, la pérdida de seres queridos, las pérdidas económicas, el amor no correspondido y el hastío existencial… esos motivos todavía están presentes entre las causas del suicido en la actualidad. Las condiciones de conciencia presentadas por los entrevistados eran de decepción, angustia, oscuridad y algunos se veían todavía junto al cuerpo – aunque no como vía de regla. 

   El suicidio es un tema recurrente en la mayoría de los 12 volúmenes de la Revista Espírita, demostrando que Kardec tenía una gran preocupación con el asunto. En julio de 1862 escribió un artículo titulado ‘Estadística de los Suicidios’, haciendo un análisis sobre el aumento de los suicidios en Francia y procurando señalar las causas, lamentando que no existían investigaciones al respecto. Hoy hay investigaciones por todo el mundo. Entre las que Kardec reconoce en su tiempo están las dolencias mentales, los problemas sociales y, sobre todo, el avance del materialismo y la falta de perspectiva existencial. El artículo continúa muy actualizado y revela cómo Kardec procuraba abordar las cuestiones, abundando en todos sus aspectos y procurando soluciones educativas y preventivas. Para él, la mayor prevención posible contra el suicidio sería el conocimiento seguro y pormenorizado de la vida después de la muerte, que el Espiritismo nos ofrece.

 Demostrada la inmortalidad, de manera clara y racional, el suicidio pierde su razón de ser. En Brasil, como sabemos – e incluso  hoy día es objeto de tesis académicas realizados por investigadores no-espíritas, aunque en opinión de  Herculano Pires, por ejemplo – el Espiritismo se desarrolló en un caldo cultural eminentemente católico y por esto acentuó aquello que no leíamos con agrado en Kardec – con palabras como castigo, por ejemplo, lo que puede inducir a una idea antropomórfica de Dios – pero dejaron a un lado aquella racionalidad sobria y crítica de aquel espíritu de observación científica, que le da su originalidad y hacen que el Maestro conserve su actualidad. En el caso del suicidio, tenemos el clásico de nuestra querida médium Yvonne Pereira ‘Memorias de un Suicida’, el cual estoy actualmente releyendo, años después de mis primeras lecturas. El tono del libro, en algunos aspectos, me parece un tanto excesivo hoy día. Tiene cosas interesantes, como la Universidad que frecuentan los personajes. Pero los suicidas son todo el tiempo señalados como criminales, réprobos, condenados… y causa pavor aquella descripción del valle de las tinieblas profundas, hacia donde fueran arrastrados y aprisionados – como si fuese un tipo de campo de concentración para los suicidas. 

  Yo misma, en mis 40 años practicando la mediumnidad, he conversado con innumerable cantidad de suicidas que no estaban en valle alguno. Un caso de suicidio está relatado en el libro ‘Misioneros de la Luz’ de Chico Xavier, el cual no describe al espíritu en valle alguno y mucho menos veremos dicho valle entre los entrevistados por Kardec. Otras narrativas, de otros médiums brasileños, siguen los mismos rumbos que el libro de Yvonne. Todo es muy pesado, determinista, condenatorio. No se ven las consideraciones del pensamiento Kardeciano, que a toda hora advierte que cada caso es distinto, que existen atenuantes, que hay causas psíquicas, sociales y filosóficas de los suicidios y que lo que necesitamos es prevenirlos. ¿Significa esto que dichos “valles” no existen? ¿ Que son ilusiones de los médiums? Sí, existen aglomeraciones en el Plano Espiritual (aunque Kardec no abundó en el asunto hay innumerables relatos al respecto y hasta yo misma he visitado algunas). Pero no son lugares a los que necesariamente las personas irán. Son espíritus reunidos en una misma afinidad de pensamientos, que proyectan el ambiente consciente o inconscientemente y conviven en la misma onda vibratoria y podrán salir de ahí a partir del momento en que cambien su vector vibratorio. Hay muchos espíritas que piensan que, al desencarnar, pasarán un período por el “Umbral”, como los católicos que pensaban que pasarían obligatoriamente por el purgatorio. Esto es materializar y generalizar en exceso las circunstancias espirituales de cada conciencia. 

   Kardec fue más bien sutil. La posición de Kardec en relación al suicidio, más analítica, más preocupada con las causas y con la prevención que con aterrorizar a los vivos con los horrores del valle de los suicidas, es mucho más cercana a la perspectiva contemporánea. 

  Hoy se sabe que la depresión (y otras condiciones mentales) es la causa de muchos suicidios – ahora, la depresión es una dolencia psíquica que requiere cuidados, amparo, terapias y a veces (creo que con menos frecuencia de lo que se dan) medicamentos. De hecho, los fármacos deberían entrar justamente, a mi modo de ver, específicamente cuando la persona corre el riesgo de suicidarse.

 El propio Kardec avisaba, en el Siglo XIX cuando la Psiquiatría estaba apenas naciendo, que si el individuo estuviese enfermo mentalmente, esto lo colocaría en una posición de exención o por lo menos de gran atenuación por su responsabilidad ante el suicidio. Hoy se sabe que el suicidio casi nunca es realizado por personas que están psíquicamente equilibradas. Esto ya descriminaliza a gran parte de los suicidas, según los criterios de Kardec. 

Hoy estudiamos los factores de riesgo del suicidio y más allá de las condiciones mentales, están los abusos sufridos en la infancia, la falta de sentido existencial, los tipos de personalidad impulsiva y otros. En todos los casos, identificados los riesgos, dándole seguimiento continuo a la persona que los presente, con atención, cuidados psicológicos y médicos, el suicidio se puede evitar. Entonces, algo así que puede ser prevenido no es simplemente un problema individual, sino una cuestión social, colectiva. Todos somos responsables. 

  Recuerdo un fantástico libro, escrito por Pestalozzi, al cambiar del siglo XVIII al XIX. Se titula Legislación e Infanticidio y es considerado el primer libro de sociología, escrito antes del advenimiento de esa ciencia. En dicha obra, Pestalozzi examina una gran problemática criminal que estaba ocurriendo en la Suiza de su tiempo. Había mujeres que estaban siendo condenadas a prisión por asesinar a sus hijos recién nacidos. Cualquier persona de la época y aún hoy día diría: mujeres monstruosas, criminales, se merecen todos los castigos. Pues Pestalozzi no se conformó con esa respuesta simplista, ya que el matar a su propio retoño no es algo tan natural (así como el suicidio, que contraría el instinto de supervivencia, tampoco es natural). Se dirigió hacia los juicios de esas mujeres, para conocer sus historias y pudo constatar que la sociedad era la responsable, sobre todo los hombres. Todas ellas eran mujeres que venían del campo para la ciudad y al llegar eran seducidas por hombres (¡Si, eso también se daba hace 200 años!) quienes después las abandonaban. Embarazadas y solteras, ellas se veían sin opciones. Al contrario de las sociedades católicas, que aunque fuese daban algún medio para remediar el “pecado”, ya fuese con la prostitución, con las Casas de Misericordia, o los Conventos, en el universo protestante, calvinista, no había válvulas de escape. Las mujeres o se mataban o mataban a sus hijos. Nadie se casaría con una madre soltera; las mujeres no podían tener profesión e independencia y, en el caso de la vieja Suiza calvinista, no podían ser ni prostitutas ni monjas… Pestalozzi entonces responsabilizó a la moral rígida, intransigente y a los hombres que las abusaban y huían a la responsabilidad… Este es un ejemplo para demostrar que aquello que consideramos crímenes monstruosos siempre deben ser analizados dentro de sus contextos, con miradas abarcadoras y preferiblemente siguiendo aquella recomendación de Jesús: “no juzgues para que no seáis juzgado” y “quien esté libre de falta, que arroje la primera piedra”. 

Nuestra visión contemporánea de comprender el suicidio como una cuestión de salud pública es mucho más cristiana que la de los arrebatos condenatorios, implacables e inapelables. El suicida es un espíritu en sufrimiento, sí. pero él ya estaba en sufrimiento en la Tierra. No fue lo suficientemente visible para ser socorrido, amparado. Cuando él practica ese acto, se está hiriendo a sí mismo. Ahora, ¿ qué especie de Padre sería Dios si castigara ese acto, cuando nosotros, padres terrenales, imperfectos, al ver a una criatura caerse y herirse, ya sea por descuido, testarudez o inexperiencia, corremos a socorrerle trayendo el remedio, enjugando las lágrimas y cercándolo de consuelos? ¿No señalaríamos y denunciaríamos a un padre o una madre que castigase físicamente a esa criatura herida, o que lo dejara llorar sin consuelo o que se sintiese personalmente ofendido por la pequeña caída?

 ¡Aún hay gente que indica que el suicido es una ofensa a Dios! ¿Y Dios puede ser ofendido? El suicidio es el acto de un espíritu inmaduro, inconsciente, desesperado y hasta temeroso de herirse a sí mismo. Él tendrá que curar la herida auto infligida porque la misericordia de Dios es infinita. En dicho caso, me gusta la idea que se presenta en el libro Memorias de un Suicida, en el que se cuenta que María de Nazaret es un Espíritu que dirige a un grupo que socorre a los suicidas. Debido a que es así: el suicida es una criatura herida, que necesita de un cuidado maternal. 

 Es parte de nuestra evolución psíquica, social, espiritual, el dejar al lado esas visiones tan trágicas de culpa y castigo; debemos movilizarnos hacia una visión de que todo el universo es educativo. Hay sufrimiento, pero es transitorio. Cábenos trabajar para minimizarlo y extinguirlo, como propone Buda. Para eso, necesitamos perdonarnos siempre a nosotros mismos, perdonar al otro y saber que Dios no necesita perdonarnos, porque sabe que estamos aprendiendo. 

En una de las más impresionantes manifestaciones, que he tenido, de un espíritu suicida, observé que él estaba en un lugar muy bonito, amparado por almas amigas, pero sufría intensamente: no conseguía perdonarse por haber hecho lo que hizo, haberse herido a sí mismo y a su familia. Entonces, así podemos leer un relato como el de Camilo Castelo Blanco en el libro de Yvonne: él mismo se clasificaba como un criminal, réprobo, etc. Así es que actúa la conciencia acostumbrada a tratarse a sí mismo y a los demás, de forma dura e implacable. Precisamos superar eso y caminar hacia la misericordia, al perdón y sobre todo al amor, que cubre la multitud de faltas, como decía Jesús. ¿Y qué podemos hacer concretamente para prevenir los suicidios a nuestro alrededor? No puedo dejar de mencionar la educación, como la prevención más eficaz en relación al suicidio. ¿Pero cuál educación? Ciertamente no es la que se da en las escuelas, que ni siquiera está siendo bien hecha. Pero sí una educación que procure rodear al individuo de afectos sólidos y fuertes, de modo que nunca se sienta solo y desamparado. Una educación que trabaje con sentido existencial, resiliencia ante el dolor, con un proyecto de vida… Sobre todo, una educación que cuide desde la cuna nuestra espiritualidad y que abra una perspectiva de eternidad y trascendencia. 

Por Dora Incontri. La autora es periodista, educadora y escritora

( Tomado de Zona Espírita)

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           LEY DE CAUSA Y EFECTO             

    Esta ley cósmica nos da las claves para poder comprender hasta donde alcanzan las consecuencias de nuestros actos, y nos enseñan, por tanto, a dirigir más consciente y convenientemente  nuestras vidas en coherencia con lo que esta ley nos enseña.

     Es también conocida popularmente como Ley del Karma, término este procedente de legendarias culturas orientales. Pero, ¿ Qué  es el  Karma ?; en alguna ocasión alguien me lo preguntó, pretendiendo que se lo explicase en dos palabras, lo que a mí me parece harto difícil.

Comenzaré por decir que el karma se refiere a una Ley de carácter espiritual, así denominada desde  milenarias filosofías orientales, y es  equivalente a la Ley de Consecuencias. también llamada  de Causa y Efecto. Se trata de una Ley natural de justicia,  reequilibradora  y correctora del Ser espiritual, que actúa siempre retribuyendo y equilibrando el resultado de nuestros actos buenos o malos  cometidos en esta vida. Podemos afirmar que  esta ley acompaña la evolución del espíritu  desde su primera encarnación, en  donde inició su camino evolutivo como ser humano. 

Se ha dicho de él que su mecanismo de acción  es un efecto "boomerang", forma muy gráfica y representativa para comprenderlo, porque las consecuencias de nuestros actos siempre regresan a nosotros.

Esta palabra  procede del  Sánscrito “Karman”, y precisamente  significa  “Acción y Consecuencia”.

 Esta Ley actúa en la naturaleza misma del espíritu humano, en donde  precisamente por eso, su acción reguladora  de las vidas humanas y de sus acontecimientos  es permanente.

 La palabra karma  es la más popularizada, pero en Occidente también se le conoce como  Ley de Causa y Efecto, Ley de Consecuencias, Ley de Retribución, Ley de siembra y cosecha,etc

    Una ley física semejante  afecta a la materia,  y es conocida en Física donde fue promulgada por Isaac Newton   como   Ley de Acción y Reacción.  Dicha ley fue promulgada así:

 “ A toda acción realizada en un determinado sentido, corresponde una reacción de la misma intensidad en dirección opuesta”, o sea que en el campo espiritual y psiquico vemos que es una ley equilibradora de los actos y de sus consecuencias. Se me viene a la memoria otro nombre que en un principio no relacioné con la Ley de Consecuencias, y es "Ley del Péndulo", precisamente porque el péndulo describe con exactitud que un empuje de movimiento en un sentido, determina la reacción de otro similar en sentido contrario..

   Por esta ley de Consecuencias o Karma  se ajustan y se equilibran los méritos y los deméritos de cada uno.  Conforme ahondamos en su comprensión, comprendemos más claramente como las casualidades  humanas en realidad no existen. En general todos los actos y situaciones que nos sobrevienen en la vida, podemos considerarlos como efectos que obedecen a unas Causas anteriores que determinan la relación de dichas causas con los efectos correspondientes que producen: Todo hecho pude ser  considerado como un efecto o como consecuencia de algo y no hay efecto sin causa  por lo que  no hay casualidades sino solamente “causalidades”, aunque no siempre lo comprendamos así o lo aceptemos.

       Es fácil  llegar a comprender la lógica de que si tenemos libre albedrío y voluntad propia para dirigir conscientemente nuestras vidas, también debemos tener la responsabilidad de nuestros actos y sus consecuencias. Es una cuestión de justicia cósmica. Por ella, Dios deja al tiempo el cuidado de hacer derivar sobre cada uno de nosotros los efectos de las causas que los originaron. Funciona haciendo que  cada uno  recibamos  obligadamente las consecuencias de nuestros actos de los que somos responsables, por cuanto hacemos voluntariamente a los demás o a nosotros mismos.  Supone una especie de compensación de los actos del pasado a la que estamos sometidos todos los seres humanos, en el presente o en el futuro, tanto a nivel individual como colectivo.

   Esta es una Ley  que nos corrige y nos incentiva en nuestras vidas; es ante todo perfecta, inmutable, automática, soberanamente justa y además al mismo tiempo está  relacionada estrechamente con la Ley del Amor, porque ofrece eternamente al Espíritu humano la posibilidad de evolucionar aprendiendo a autogobernarse por la senda recta del Amor y poder librarse a su vez de las cosechas amargas del dolor originado por nosotros mismos.

     La Ley de Consecuencias  puede actuar corrigiendo o sancionando acciones negativas, pero  también  lo hace premiando  y compensando  las buenas acciones  de  consecuencias  positivas en cada Ser humano.   Su comprensión representa y  engrandece el concepto de la Justicia Divina  que siempre se cumple inexorablemente, pues  para nadie existen privilegios ni concesiones.

        Esta Ley cósmica, nos explica también el gran interrogante de las desigualdades humanas, y nos aclara los mecanismos de actuación de la Justicia Divina, de una  forma sencilla, pero categórica: De lo que sembramos en este mundo libre y voluntariamente, recogemos la cosecha o resultado obligatorio  bueno o malo, antes o después. Hay quien equivocadamente cree que la muerte hace que muchos no recojan esas consecuencias buenas o malas de lo que en vida sembraron, pero esto es porque desconocen que con la muerte no termina la vida del espíritu y que en la reencarnación de este en nuevas vidas humanas es cuando recogerá el resultado de sus anteriores siembras pendientes de cosechar, ya sea este positivo o negativo, según sus acciones.  

   La Ley de Consecuencias nos puede dar una idea de la infinita Inteligencia. la Justicia y la Previsión de Quien la puso en marcha como medio de  evolución del espíritu humano pues esta nos conduce en el proceso evolutivo al hacer  que  accedamos  a un equilibrio espiritual, porque nos hace que repetidamente nos  confrontemos  siempre con los mismos problemas, hasta que  finalmente  asimilamos las lecciones necesarias y somos  capaces de superarlos, en cuyo momento dejan de ser problemas.

 Asimismo esta ley administra los destinos de todos los Seres espirituales, proporcionándoles  las circunstancias y las pruebas de la vida  que necesitan para progresar, aunque no siempre las situaciones y circunstancia de la vida se acepten de buen grado ni se comprenda el por qué  sobrevienen, pero finalmente  nos llevan a reflexionar sobre el tiempo pasado y el futuro. Simplemente nos plantea situaciones y circunstancias humanas, pero no actúa en contra de nuestra libertad, sino que la respeta totalmente, y es la respuesta obligada que obtenemos de aquello que hacemos voluntariamente  en uso nuestro libre albedrío.

   También nos  lleva a comprender  la lógica de la Reencarnación, mostrándonos su justicia, porque la vida es eterna y comprende muchísimas existencias del Espíritu en el plano material, como ser humano. Por ejemplo, cuando explica como  muchas de las fobias humanas en la vida presente, suelen tener su origen en traumas padecidos en el pasado, y como a través de las nuevas y a veces múltiples experiencias en la materia, finalmente el espíritu evoluciona reequilibrándose y adquiriendo nuevos valores y experiencias..

        Finalmente. pensemos que  la ley del Karma  siempre ha existido y ha actuado  en la vida individual  y también en la colectiva de los pueblos, que se  han movilizado vida tras vida y generación tras generación afrontando las consecuencias de sus propias actuaciones, comportamientos  y actos.

- Jose Luis Martín-  


“Si quieres conocer el pasado, mira el presente que es su resultado. Si quieres conocer el futuro, mira el presente que es su causa.”

 - Proverbio japonés -

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                                 LA GRAN CIENCIA

                                     


Los estudios de Espiritismo que habéis hecho hasta aquí, solo debéis considerarlos como preliminares de la Gran Ciencia que las reúne todas que es la ciencia del Espíritu y de las leyes que lo rigen.

No os enorgullezcais por lo que habéis aprendido, porque estáis en el a,b,c, de esa gran ciencia; ni esperéis tampoco hacer tales progresos que os permitan consideraros sabios, porque la rudeza de vuestro planeta, de sus productos y por consiguiente de la materia que os sirve para el progreso que vais verificando, no os son tan favorables para que podáis adquirir este título; tendréis que esperar condiciones mejores o morales más felices.

No obstante, tenéis motivos para conocer que para alcanzar la felicidad humana, se necesita conocer una verdad y ceñirse a las prácticas que la misma impone. Este verdad, la conocéis con relación a vuestro progreso y sabéis también cual debe ser la base de vuestra conducta. En ella no debéis vacilar por más que a cada paso os asalten dudas nuevas y en vuestro atraso os formuléis preguntas que forzosamente han de quedar sin contestación. Estas mismas dudas y deseos de preguntar, ¿ qué son sino, aspiraciones del Espíritu?; ¡Qué son sino problemas que más o menos tarde resolveréis a medida que os lo permita la adquisición de nuevos conocimientos de la ciencia universal!.

Tenéis la seguridad de que existen leyes para la materia y para el Espíritu; sospecháis que todo cuanto existe en el universo, es puramente efecto; por consiguiente implícitamente reconocéis una causa.

Sentís en vosotros la existencia de una ley natural y reconocéis que su cumplimiento es o será la dicha de la humanidad.

Comprendéis asimismo, que existiendo en lo infinito y en lo eterno, vosotros sois eternos y llamados a progresar hasta lo infinito, es decir, eternamente.

Que no comprendáis aún los goces que el progreso proporciona; que no comprendáis tampoco los atributos esenciales de la causa de las causas; que no podáis penetrar el por qué de la existencia de esa Gran Causa; que no os deis razón del por que de vuestra peregrinación, ¿ qué os importa?. ¿No os sentís aliviados y satisfechos siempre que cumplís los preceptos de la ley moral que os impulsa al progreso?. Pues cumplidla siempre y vuestras satisfacciones no sufrirán interrupción.

Esto os ha de bastar por ahora; querer profundizar más equivaldría a los esfuerzos que un ciego hiciese para ver las escenas que se verifican o realizan en otro astro, pues vuestra inteligencia ha verificado tan poco progreso, que la comparación os cuadra perfectamente.

¿ Podría un niño recién nacido entre vosotros, comprender lo que comprende un astrónomo, un químico o un matemático consumados?.

Pues sabedlo y no lo olvidéis: los que en este planeta vivís, sois niños recién nacidos en la senda del progreso, la cual es tan extensa, que corre de menos a más la extensión completa del infinito.

Los que poseéis la primera letra de la gran verdad. sois, no obstante, los más adelantados. Para aprender la segunda, es preciso afrontar impávidos las cuestiones que se os presenten y resolverlas por el criterio que el conocimiento de la letra primera os ha permitido tener.

- Un Espíritu familiar- Médium N.G.G. 

( Tomado de la Rev. nº 38 de Fraternidad Cristiana Espírita)


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