martes, 6 de abril de 2021

¿ Cómo despedirse de un familiar fallecido?

      INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Consideraciones acerca de la oración en el espiritismo

2.- Suicidio: Una falsa escapada

3.- ¿ Cómo despedirse de un familiar fallecido?

4.-  En otros mundos más avanzados.....

5.- Variedades y formas de mediumnidad





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Consideraciones acerca de la oración en el espiritismo

 Todo el mundo es libre de ver las cosas a su manera, y nosotros, que reclamamos esa libertad para nosotros mismo, no podemos negársela a los demás. Sin embargo, por el hecho de que una opinión sea libre, no se sigue de ahí que no podamos discutirla, ni examinar sus puntos fuertes y sus puntos débiles, ni sopesar sus ventajas y sus inconvenientes.

 Decimos esto respecto de la negación de la utilidad de la oración, negación que algunas personas desearían erigir como sistema, a fin de convertirla en la bandera de una escuela disidente. Esa opinión se puede resumir así: 

“Dios estableció leyes eternas, a las que todos los seres están sometidos; no podemos pedirle nada, y no debemos agradecerle ningún favor especial. Así pues, es inútil orar a Dios.

 ”El destino de los Espíritus se halla determinado, de modo que es inútil orar por ellos. Los Espíritus no pueden modificar el orden inmutable de las cosas, de modo que es inútil pedirles nada. 

”El espiritismo es una ciencia puramente filosófica; no solo no es una religión, sino que tampoco debe tener un carácter religioso. Toda oración dicha en las reuniones tiende a mantener la superstición y la santurronería”.

 La cuestión de la oración ha sido discutida el tiempo suficiente para que sea inútil repetir aquí lo que sabemos al respecto. Si el espiritismo proclama la utilidad de la oración, no lo hace por espíritu de sistema, sino porque la observación ha permitido constatar la eficacia y el modo de acción de dicha práctica. Dado que, mediante las leyes fluídicas, comprendemos el poder del pensamiento, comprendemos también el de la oración, que es de por sí un pensamiento dirigido hacia un objetivo determinado.

Para algunas personas, la palabra oración sólo suscita una idea de pedido, lo cual es un grave error. Dirigida a la Divinidad, la oración es un acto de adoración, de humildad y de sumisión, al que no podemos negarnos sin despreciar el poder y la bondad del Creador. Negarse a orar a Dios implica reconocer a Dios como un hecho, pero a la vez implica negarse a rendirle homenaje, y en eso también hay una rebeldía del orgullo humano.

 Dirigida a los Espíritus, que no son más que las almas de nuestros hermanos, la oración es una identificación de pensamientos, un testimonio de afecto. Rechazarla, implica rechazar el recuerdo de los seres a quienes amamos, porque ese recuerdo afectuoso y benévolo es de por sí una oración. Además, sabemos que los Espíritus que sufren la reclaman con insistencia, como un alivio para sus penas. Así pues, si la piden, es porque la necesitan, y negársela significa negarle un vaso de agua al desdichado que tiene sed.

 Además de la acción puramente moral de la oración, el espiritismo nos muestra un efecto de algún modo material, que resulta de la transmisión fluídica. Su eficacia, en determinadas enfermedades, se comprueba mediante la experiencia, del mismo modo que se demuestra en la teoría. Rechazar la oración implica, por consiguiente, privarse de un poderoso auxiliar para el alivio de los males corporales. 

Veamos ahora cuál sería el resultado de aquella doctrina, y si tiene alguna posibilidad de prevalecer. 

Todos los pueblos oran, desde los salvajes hasta los hombres civilizados. Todos ellos son inducidos a orar por instinto, y eso los distingue de los animales. No cabe duda de que oran de una manera más o menos racional; pero, en definitiva, oran. Aquellos que, por ignorancia o por presumidos no practican la oración, constituyen en el mundo una ínfima minoría. 

La oración es, por lo tanto, una necesidad universal, independiente de las sectas y de las nacionalidades. Después de orar, si uno estaba débil, se siente más fuerte, y si uno estaba triste, se siente consolado. Eliminar la oración significa privar al hombre de su más poderoso sostén moral en la adversidad. Por medio de la oración, el hombre eleva su alma, entra en comunión con Dios, se identifica con el mundo espiritual, se desmaterializa: condición esencial de su dicha futura. Sin la oración, sus pensamientos se mantienen en la Tierra, se apegan cada vez más a las cosas materiales, de lo cual deriva un retraso en su adelanto. 

Al cuestionar un dogma, uno se opone tan solo a la secta que lo profesa; pero al negar la eficacia de la oración, se hiere el sentimiento íntimo de casi la totalidad de los hombres. El espiritismo debe a las aspiraciones del corazón las numerosas simpatías que despierta, y gran parte de esas aspiraciones está constituida por los consuelos que se extraen de la oración. Una secta que se basara en la negación de la oración se privaría del principal elemento de éxito, que es la simpatía general, porque en vez de confortar al alma, la helaría; en vez de elevarla, la rebajaría. Si el espiritismo debe ganar en influencia, lo hará aumentando la suma de las satisfacciones morales que proporciona. Aquellos que a toda costa pretenden lo nuevo en el espiritismo, para vincular sus nombres a una bandera, hagan el esfuerzo de dar más que él; porque no es dando menos como lo suplantarán. El árbol despojado de sus frutos sabrosos y nutritivos será siempre menos atractivo que aquel otro que se encuentra adornado con ellos. Y eso en virtud del mismo principio que siempre hemos señalado a los adversarios del espiritismo: el único medio de matarlo es concediendo algo mejor de lo que él concede, algo más consolador, que explique y satisfaga más. Eso es lo que nadie ha hecho todavía.

 Por lo tanto, podemos considerar el rechazo a la oración, por parte de algunos creyentes en las manifestaciones espíritas, como una opinión aislada que puede congregar a algunas individualidades, pero que nunca congregará a la mayoría. No habría motivo alguno para que se le imputara esa doctrina al espiritismo, ya que este enseña precisamente lo contrario. 

En las reuniones espíritas, la oración predispone al recogimiento, a la gravedad: condición indispensable –como sabemos– para las comunicaciones serias. ¿Acaso eso equivale a decir que sea necesario transformar esas reuniones en asambleas religiosas? De ninguna manera; el sentimiento religioso no es sinónimo de fanatismo religioso; incluso debemos evitar lo que podría otorgar a las reuniones espíritas este último carácter. Con ese objetivo, en tales reuniones hemos desaprobado constantemente las oraciones y los símbolos litúrgicos de cualquier culto. No hay que olvidar que el espiritismo debe tender al acercamiento de las diversas comuniones. Ya no es extraño ver que en las reuniones espíritas confraternizan los representantes de diferentes cultos, y eso se debe a que ninguno tiene que arrogarse la supremacía. Que cada uno, particularmente, ore como le plazca, pues ese es un derecho de conciencia. No obstante, en una asamblea basada en el principio de la caridad, es preciso abstenerse de todo lo que podría herir susceptibilidades y tender a que se mantenga un antagonismo que, por el contrario, debemos esforzarnos en hacer que desaparezca. Las oraciones específicas del espiritismo no constituyen un culto distinto, toda vez que no son impuestas y que cada uno es libre de decir las que le convienen; contodo, esas oraciones tienen la ventaja de que sirven para todo el mundo y no ofenden a nadie. 

El propio principio de tolerancia y de respeto a las convicciones de los demás nos hace afirmar que toda persona razonable, que por alguna circunstancia concurre al templo de un culto cuyas creencias no comparte, debe abstenerse de cualquier señal exterior que pudiera escandalizar a los asistentes; e incluso debe entregarse, en caso de necesidad, a prácticas puramente formales, que en nada comprometen su conciencia. El hecho de que Dios sea adorado en un templo de una manera poco lógica no es motivo para ofender a aquellos que consideran que esa manera es adecuada.

 Como hemos dicho, dado que el espiritismo concede al hombre cierta suma de satisfacciones y demuestra cierto número de verdades, sólo podría ser reemplazado por algo que concediera más que él y demostrara las verdades mejor que él. Veamos si eso es posible. La principal autoridad a la doctrina radica en que no hay uno solo de sus principios que sea el producto de una idea preconcebida o de una opinión personal; todos esos principios, sin excepción, son el resultado de la observación de los hechos; solamente a través de los hechos el espiritismo ha llegado a conocer la situación y las atribuciones de los Espíritus, así como las leyes o, mejor dicho, una parte de las leyes que rigen sus relaciones con el mundo visible. Este es un punto capital. Como continuamos apoyándonos en la observación, hacemos filosofía experimental y no especulativa. Así pues, para combatir las teorías del espiritismo, no basta con afirmar que son falsas; es necesario confrontarlas con hechos que no puedan ser explicados por esas teorías. E incluso en ese caso, el espiritismo siempre se mantendrá a la altura, porque es contrario a su esencia obstinarse en una idea falsa, y porque siempre se esforzará para subsanar las deficiencias que pudiera presentar, dado que no tiene la pretensión de haber llegado al apogeo de la verdad absoluta. Esa manera de considerar al espiritismo no es nueva; se la puede ver formulada en nuestras obras desde siempre. Puesto que el espiritismo no se declara ni estacionario ni inmutable, asimilará todas las verdades que se demuestren, de cualquier parte que vengan, incluso de parte de sus antagonistas, y nunca se quedará atrás respecto del progreso real. Asimilará esas verdades –decimos–, pero sólo cuando estén demostradas claramente, y no porque a alguien se le haya antojado presentarlas como tales, por tratarse de sus deseos personales o el producto de su imaginación. Establecido este punto, el espiritismo sólo podría perder si se dejara superar por una doctrina que concediera más que él; y no tendría nada que temer de aquellas que concedieran menos y suprimieran lo que constituye su fuerza y su principal atracción. 

Si bien el espiritismo aún no lo ha dicho todo, constituye una determinada suma de verdades adquiridas mediante la observación, las cuales forman la opinión de la inmensa mayoría de los adeptos; y si bien esas verdades han pasado actualmente al estado de artículos de fe –para servirnos de una expresión empleada irónicamente por algunos–, no se debe a nosotros ni a nadie en particular, como tampoco a nuestros Espíritus instructores, que se las haya planteado de ese modo, y mucho menos impuesto, sino a la adhesión de todo el mundo, dado que todos pueden comprobarlas.

 Por consiguiente, si una secta se formara en oposición a las ideas consagradas por la experiencia y admitidas como principios por la generalidad de los hombres, no podría conquistar las simpatías de la mayoría, cuyas convicciones dañaría.

Su efímera existencia habría de extinguirse con su fundador, tal vez incluso antes, o al menos con los pocos adeptos que hubiese podido congregar. Supongamos que el espiritismo esté dividido en diez, en veinte sectas; la secta que ejercerá la supremacía y tendrá más vitalidad será naturalmente aquella que conceda la mayor suma de satisfacciones morales, que cubra el mayor número de vacíos del alma, que esté fundada en las pruebas más positivas, y que mejor se ponga al unísono con la opinión general. 

Ahora bien, el espiritismo, al tomar como punto de partida de todos sus principios la observación de los hechos, no puede ser derribado por una teoría; al mantenerse constantemente en el nivel de las ideas progresivas, no podrá ser superado; al apoyarse en el sentimiento de la mayoría, satisface las aspiraciones del mayor número de personas; fundado en esas bases, es imperecedero, pues ahí radica su fuerza.

 Ahí también radica la causa del fracaso de las tentativas hechas para ponerle obstáculos. En materia de espiritismo han surgido ideas profundamente antipáticas para la opinión general, y que ésta rechaza instintivamente. Construir sobre esas ideas, como punto de apoyo, un edificio o algún tipo de expectativas, implica aferrarse torpemente a ramas que están rotas. A eso se reducen aquellos que, como no han podido derribar al espiritismo por la fuerza, intentan que se derribe a sí mismo.

- Allan Kardec- (Revista Espírita 1866)


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                                 SUICIDIO: UNA        FALSA ESCAPADA

                                                              


       SUICIDIO - UNA HUÍDA  SIN RUMBO, SIN SENTIDO, SIN MOTIVO

En julio de 1862, Kardec analizó una estadística asombrosa y publicó en Revista Espírita que “desde principios del siglo XIX, el número de suicidios en Francia, de 1836 a 1852, fue de 52.126 suicidios, es decir, una media de 3.066 por año. En 1858 se contabilizaron 3.903 suicidios, de los cuales 853 mujeres y 3.050 hombres. Finalmente, según las últimas estadísticas de 1859, se suicidaron 3.899 personas, es decir, 3.057 hombres y 842 mujeres ”.

Actualmente, como si el inquietante “Día Nacional de Prevención del Suicidio” no fuera suficiente, el tribunal francés investiga la ola de suicidios en la operadora de telefonía France Telecom. En los últimos años, 46 empleados de la empresa se han suicidado, once de ellos solo en 2010, según datos de la dirección de la empresa y los sindicatos. Lamentablemente, es precisamente en los países ricos, donde se acentúa la ambición y el materialismo, donde sobresale el prejuicio, donde el número de muertes por suicidio es más aterrador. Según estimaciones de académicos, algunos países del Viejo Continente carecen de un “plan nacional de prevención de suicidios”, ya que el número de muertes autoinfligidas es amenazante.

Kardec escribió que el suicidio es contagioso: “el contagio no está ni en los fluidos ni en las atracciones; está en el ejemplo con el que está familiarizado con la idea de la muerte y con el uso de los medios para que suceda; esto es tan cierto que cuando se produce un suicidio de una determinada manera, no es raro ver a varios de ellos del mismo tipo suceder unos a otros ”. 

 Quince años antes de la Revolución Francesa, el lanzamiento del libro“ Werther ” , del poeta alemán Goethe, desató una ola de suicidios en Europa. “Romeo y Julieta, creados por Shakekspeare, como tantos Romeos y Julietas de la vida real, se suicidan para vengarse de su entorno y de las personas que los rodean” 

Albert Camus, en “El mito de Sísifo”, ​​defiende la tesis de que solo hay un problema filosófico realmente serio: el suicidio - Juzgar si la vida vale la pena o no es responder a la pregunta de la filosofía. Los autores Artur Shopenhauer en “Los dolores de el mundo ”, que induce a suicidarse a su lector vigilante, y Friedrich Wilhelm Nietzsche, que escribió en“ Zaratustra así habla ”, que rezar es vergonzoso, afirmando que“ la idea del suicidio es un gran consuelo: ayuda a aguantar muchas noches malas. ”(!?)

El suicidio es una acción exclusivamente humana y está presente en todas las civilizaciones. Sus matrices originales son abundantes e intrincadas. Algunas personas (re) nacen con ciertos trastornos psiquiátricos, como la esquizofrenia y el alcoholismo, lo que obviamente aumenta el riesgo de suicidio. Los determinantes del autocidio patológico se encuentran en las ansiedades mentales, la desesperanza, el desamor, el malestar emocional, las alucinaciones recurrentes. Pueden estar vinculados a la quiebra financiera, la vergüenza y el defecto moral, las decepciones amorosas, la depresión, la soledad, el miedo al futuro, el orgullo personal (negarse a admitir el fracaso) o el amor propio exacerbado (creer que su imagen no puede sufrir ningún rasguño o herida) . Pero creemos que la causa exacta del suicidio no está en los hechos desafortunados en sí mismos, sino en la actitud en la que la persona cede al disgusto.

Hay auto-exterminaciones por ideas fijas, realizadas fuera del imperio de la razón, como las que, por ejemplo, ocurrieron en la psicosis, en la borrachera; la causa aquí es puramente fisiológica; pero en paralelo “existe la categoría, mucho más numerosa, de los suicidios voluntarios, realizados con premeditación y con pleno conocimiento de la causa”.  El Codificador preguntó a los espíritus - “qué pensar del suicidio que tiene el asco de la vida? ”. Los Benefactores respondieron: “¡Tontos! ¿Por qué no funcionaron? ¡La existencia no sería una carga para ellos! ”

Hace dos milenios Jesús dijo: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados". Pero, ¿cómo podemos entender la conveniencia del sufrimiento para ser felices? ¿Por qué algunos ya (re) nacen ricos y otros en la miseria, sin haber hecho nada (en la existencia actual) para justificar estas posiciones? “La certeza de la inmortalidad puede consolar y generar resignación, sin embargo no dilucida estas aberraciones, que parecen contradecir la justicia divina. Si Dios es soberanamente bueno y justo, no puede actuar caprichosamente, ni siquiera parcialmente. Por tanto, las vicisitudes de la vida se derivan de una causa y, como Dios es justo, esa causa debe ser justa .

En la Tierra es necesario tener tranquilidad para vivir y convivir, sobre todo porque no hay tormentos y problemas que duren una eternidad. Recordemos que la vida no descansa sobre cargas más pesadas que nuestros límites para llevarlas. La calma y resignación extraídas de la forma de evaluar la vida terrestre y la certeza en el futuro “dan al espíritu una serenidad que es el mejor preservador contra la locura y el suicidio”. (8) Sin embargo, la incredulidad, la simple sospecha sobre el futuro espiritual, materialista Las opiniones al final, son la mayor incitación al suicidio y provocan cobardía moral.

Los Benefactores Espirituales advierten que el suicidio es comparable a alguien que salta en la oscuridad por un acantilado caliente. Después de la muerte, describen los espíritus, el suicidio viene con sed, hambre, frío o calor insoportable, cansancio, insomnio, irresistibles deseos insolentes, promiscuidad y tormentas con constantes inundaciones de lodo fétido. Y lo que es peor, para los que huyen de la lucha, recordamos que posponer la deuda moral significa encontrarla más tarde (a través de la reencarnación) con intereses sumados al cobro sin moratoria.

La Tercera Revelación prueba a través de comunicaciones mediúmnicas la lamentable posición que enfrentan los terroristas suicidas y prueba que nadie viola la ley de Dios con impunidad. El espiritista tiene, por tanto, varias razones para oponerse a la idea del suicidio: la confianza de una vida futura, en la que, él sabe, será mucho más afortunada cuanto más infeliz y abdicada sea en la Tierra.

¡Es cierto! El suicidio es una puerta falsa en la que el individuo, evaluando aliviar sus problemas, se derrumba en una circunstancia sumamente más arruinada. Violentamente precipitado al Más Allá, lleno de fluido vital en el cuerpo aniquilado, revive continuamente, durante mucho tiempo, las punzadas de conciencia y sensaciones de los últimos momentos, además de permanecer bajo dolorosas torturas, preso a los despojos carnales bajo el tumba en sí. Por si fuera poco, permanecerá en la dimensión espiritual sumergido en regiones de penumbras, donde sus martirios serán tenaces, para aprender en el dolor punzante a respetar la vida con más compromiso en otras oportunidades de reencarnación.

Por tanto, “la certeza de que, al acortar la vida, llega precisamente a un resultado diferente al que espera conseguir; quien se deshace de un mal para tener uno peor, más largo y más terrible, que no verá, en el otro mundo, los objetos de su afecto, que quería ir a buscar de nuevo; de ahí la consecuencia de que el suicidio va en contra de sus propios intereses. El número de suicidios prevenidos por el Espiritismo también es considerable, y se puede concluir que cuando todos sean espiritistas no habrá más suicidios voluntarios, y esto vendrá antes de lo que se cree.

Sabemos que la oración es un apoyo para el alma; sin embargo, no es suficiente: es necesario tener una fe viva en la bondad del Creador. Así, cuando nos llega una causa de sufrimiento o contrariedad, es urgente superarla, y cuando hayamos logrado superar la impaciencia, el enfado o la desesperación, debemos decir, llenos de justa satisfacción: “Yo fui el más fuerte”. 

Ante la imposición de la Ley de la Fraternidad, necesitamos orar por nuestros hermanos que acabaron con sus vidas, compadeciéndonos de sus dolores, sin condenarlos.

Jorge Hessen

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¿ Cómo despedirse de un familiar fallecido?





Duele mucho despedirse de un ser querido, atrevernos a decir adiós a una persona fallecida es como aceptar perder una parte de nosotros mismos, a veces tan cercana como perder una parte de nuestro corazón.

La muerte de un familiar querido, como nuestro padre o madre, la muerte de un hermano, o de un ser querido como nuestra pareja o un amig@ de muchos años, es algo que nadie deseamos y que sin embargo sucede todo el tiempo.

Por eso, puedes tomar terapia individual para superar tu pérdida;
O si tuvieron una pérdida en pareja, pueden tomar terapia de pareja.
En muchos casos existe una enfermedad o algún problema que “avisa” de la cercanía de esa despedida, pero frecuentemente también la muerte llega sin avisar y se lleva de nuestro lado, y para siempre a ese familiar que tanto queremos.

Cada vez es más común escuchar que antes de ese momento, o poco tiempo después, la persona fallecida se presenta en sueños a sus seres queridos, y en muchos casos existe una plática que ayuda a las dos partes a cerrar pendientes, para que la persona que ha fallecido pueda seguir su camino en paz, igual que quienes seguimos teniendo el regalo de la vida.

No saber cómo despedirse de un ser querido es normal

Preguntas: ¿Cómo despedirse de alguien cuando no estás preparad@? Como despedirse de un ser querido cuando sientes que te quedaba mucho por compartir?

Respuesta: Nunca vamos a estar preparados al 100%. Siempre va a doler y siempre habrá algo más que podríamos haber hecho.
Debido al amor y momentos que pasamos con nuestros seres queridos, es completamente normal que sintamos un enorme dolor frente a la idea de tener que soltarlos o tener que despedirnos.

Frecuentemente en secreto, muchas personas les siguen hablando a sus familiares fallecidos, los siguen teniendo en sus pensamientos o sueñan con ellos. Esta es una manera de no soltar a la persona, y aunque es algo normal debido a la relación que existía, también es una manera de detener su camino.

Para aprender cómo despedirse de un ser querido que ha muerto, es importante entender el tipo de relación que tenías con esa persona, con algunas preguntas como estas:

¿Tenías uno o varios pendientes con papá, mamá, un hermano o amig@?
¿Le debías dinero o algún favor, estaban enojados, etc.?
¿Te hirió o te hizo algún mal que todavía no has podido perdonar?
¿Dependías tu de esa persona?
Como verás, todas estas preguntas están encaminadas a que veas los lazos que hoy todavía te unen a esa persona, sin importar que haya muerto, y el primer paso es saldar toda deuda o terminar con todo pendiente que aún exista.

Si en verdad querías a esa persona, acaba con todos tus pendientes. Esto no significa que vas a dejar de quererla, significa que estás limpiando conscientemente la relación que teníais para que ambos os sintáis en paz.

Como limpiar asuntos pendientes con un ser querido que ha fallecido :

Todas las relaciones humanas son muy complejas, y por ello es totalmente normal que hayas peleado muchas veces con tus seres queridos (papá, mamá, hermanos o amigos). Por ello, es muy posible que en el momento de su muerte, existan uno o varios asuntos pendientes entre la persona fallecida y tu.

Como la persona ya no está (físicamente), es recomendable que estando a solas en una habitación donde te sientas en confianza, primero hagas una oración a Dios pidiéndole que te ayude a cerrar todos los asuntos pendientes que tengas con esa persona, y en tu oración pides que la persona fallecida venga y escuche lo que tengas que decirle.

Puedes tener una lista de cosas para decir o puedes hacerlo de manera espontánea, dependiendo de tu forma de comunicarte, pero lo más importante es tu honestidad a la hora de hablar con tu ser querido.

Exprésale todo lo que necesites, incluyendo reclamos, enojos, etcétera. Recuerda que estás haciendo esto para limpiar a fondo vuestra relación, así que este no es momento para hipocresías. Puedes decir las cosas con respeto, pero lo que más le va a ayudar a ambos, es una despedida honesta.

Cuando hayas terminado de decir lo que necesitas, intenta de corazón perdonar toda falla o error que la persona haya tenido en vida. Esa persona, igual que tu, seguro cometió muchas equivocaciones, y este es momento de soltarlas y perdonar. Díselo también y si en cualquier momento sientes que necesitas llorar, permítete hacerlo.

Para terminar, es muy posible que no puedas escuchar lo que esa persona te quiera decir, así que en tu oración pide a Dios que ayude a la persona difunta a hablarte con tranquilidad cuando estés soñando, y que te ayude a ti a recordar ese sueño a la mañana siguiente.

Termina tu oración agradeciendo a Dios por este momento y pide las bendiciones que desees para que esa persona siga su camino con mayor sabiduría, luz, paz y lo que tu desees para el o ella.

 Reynaldo Inocente Formoso-

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  EN OTROS MUNDOS MÁS AVANZADOS......





En los mundos más adelantados que el nuestro, donde no se vive sujeto a nuestras necesidades físicas y a nuestras enfermedades, ¿comprenden los hombres que son más dichosos que nosotros? 

La dicha en general es relativa y se la aprecia por comparación con un
estado menos feliz. 

Como en definitiva algunos de esos mundos, aunque mejores que el nuestro, no han llegado a la perfección, los hombres que en ellos habitan deben tener causas especiales de malestar. Entre nosotros, por más que el rico no sienta las angustias de las necesidades materiales como el pobre, no deja de tener tribulaciones que amargan su vida.
Pues bien, yo pregunto si en su posición los habitantes de esos mundos se creen tan desgraciados como nosotros, y no se quejan de su suerte, no teniendo el recuerdo de una existencia inferior para término de comparación.

«De dos modos diferentes debe responderse a esta pregunta. Hay mundos, entre esos de que tú hablas, cuyos habitantes tienen un recuerdo muy claro y exacto de sus existencias pasadas y como comprenderás, pueden y saben apreciar la dicha que Dios les permite
saborear. Pero otros hay, cuyos habitantes, aunque colocados, como tú dices, en mejores condiciones que vosotros, no dejan de tener tan grandes incomodidades y hasta desgracias, y no aprecian su dicha por lo mismo que no recuerdan un estado más infeliz aún. Pero, si como hombres no la aprecian, sí la aprecian como espíritus».

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC

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      Variedades y formas de Mediumnidad

 

       En las mediumnidades de carácter intelectual, el cerebro del médium, como órgano principal de las manifestaciones del alma, juega un papel predominante en todos los casos.

     En  todas  las clases de mediumnidad   intelectual  que existen,  el tono y  la elevación   espiritual  y   moral  del  médium  también juegan un  papel determinante en la  comunicación   de   los Seres espirituales  serios,   formales y  elevados, por su nivel moral y por su sabiduría, que si no fuera mediante la sintonía espiritual con el médium, no se podrían comunicar en nuestro plano.

 

           La   mediumnidad  de  Incorporación   puede implicar una confusión con relación a que puede esta denominación llevar a  creer que el Espíritu comunicador se incorpora o se mete en el cuerpo del médium para llevar a cabo su propósito. Nada más lejos de esto, pues el cuerpo del médium solo pertenece a su propio espíritu y no es susceptible de ser ocupado en ningún instante, por otro espíritu ajeno.

 

          El Espíritu desencarnado se comunica acoplándose a la sintonía  espíritual del  médium. Este entra en estado sonambúlico y el  Espíritu manifestante obra a través del cuerpo del médium que  permanece mientras tanto en estado inconsciente. El sonámbulo, durante el sueño o trance, se aparta momentaneamente de su cuerpo y deja paso a  otra Entidad  espiritual para  que a través de sus órganos físicos se manifieste, lo que hace más fácil la transmisión del  espíritu comunicador.  Mientras tanto puede ver y moverse  sin ningún problema para hacerlo, con los ojos cerrados debido precisamente a que lo que percibe no es a través de los sentidos físicos, sino  que es su propia alma fuera del cuerpo quien ve y dirige a su cuerpo. El médium de incorporación puede permanecer  en  tres niveles de consciencia según la profundidad de su trance mediúmnico. Según su intensidad esta puede manifestarse  en:

 

Estado inconsciente, (profundo).Este  trance es el más profundo  y el que ofrece mayores garantías de autenticidad. También es el más infrecuente y en el que más podría parecer que hubiese una verdadera incorporación total. Durante este estado, el propio espíritu del médium se aparta de su cuerpo permitiendo al Ente comunicador un mayor y más íntimo acoplamiento a los centros neurológicos del mismo. Sin embargo en esta modalidad, durante el trance mediúmnico, el médium no participa de control alguno sobre su mediumnidad, pues queda dormido profundamente al inicio y se despierta al final de la sesión, no habiéndose enterado de nada de lo dicho o de lo sucedido mientras tanto.

 

 Estado semi-inconsciente  (menos profundo que el anterior).  Durante este trance más superficial, el médium permanece como en un sueño ligero, pero que aún le permite  participar en el control de los comunicantes y de los comunicados que estos dan.  

 

 Estado consciente.  Durante el estado consciente, siempre  se puede recelar de si lo que se manifiesta es un espíritu desencarnado o es el del propio médium  que interviene anímicamente. Por eso, esta modalidad es la que implica una mayor dificultad para el médium porque debe diferenciar entre lo que puede ser  propio de su mente o lo que le aparece en la misma procedente de la Entidad comunicadora. Es la modalidad que exige un mayor compromiso con el estudio y la reforma íntima, que lo habiliten para transmitir con mayor eficiencia y fidelidad, a toda clase de Espíritus que él permita controlando su manifestación.

      Se podría sintetizar este tema, afirmando que en  el médium consciente, este piensa para hablar. En el semi-inconsciente este habla y piensa simultáneamente y en el inconsciente el médium  habla o escribe sin pensar.

 

   La Mediumnidad de Incorporación, a su vez, puede ser Parlante (Psicofonía) o  Escribiente, también llamada  Psicografía,

 

    En  la mediumnidad parlante,   el  aparato   fonador del médium es el  instrumento  del que se  sirve el Espíritu  para   comunicarse.    

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     En la  facultad de  Psicografía o Escribiente,  el Espíritu comunicante lo hace por medio de la escritura a través de la mano del médium del mismo modo que en los comienzos de las manifestaciones espíritas, lo hacían mediante la cestita y la tablita.

 

    Es asombroso ver a un médium escribiendo a gran velocidad, con los ojos cerrados, mensajes procedentes de uno o varios Espíritus, a veces  usando incluso ambas manos simultáneamente  y con un contenido que escapa al conocimiento personal del médium. A veces cambian de escritura y estilo, según el Espíritu comunicante, o se expresan en lenguas extrañas para el médium psicógrafo, cosa que también sucede en la mediumnidad  parlante durante el trance mediúmnico (Xenoglosia).

 

Hay también otros casos curiosos de esta clase de mediumnidad, como es el de los médiums iletrados, que escriben en trance, pero que en estado ordinario no saben  leer ni escribir.

- Jose Luis Martín-

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