miércoles, 7 de abril de 2021

Clariaudiencia

    INQUIETUDES   ESPÍRITAS

1.- Lugares frecuentados por los Espíritus

2.- Visión espírita de la Pascua

3.-  Lucha por la vi

4.-  Clariaudiencia

5.- Comprensión de la muerte como interfase de la vida ¿ Hasta cuándo luchar?





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 LUGARES FRECUENTADOS POR LOS ESPÍRITUS

                                              


1. ¿Los Espíritus sólo se apasionan de las personas o se aficionan también a las cosas?

Esto depende de su elevación. Ciertos Espíritus pueden aficionarse a los objetos terrestres; los avaros, por ejemplo, que ocultaron sus tesoros y que nos están bastante desmaterializados, puede aún vigilarlos y guardarlos.

2. ¿Los Espíritus errantes tienen lugares de predilección?

Esto reconoce el mismo principio. Los Espíritus que no tienen apego a la Tierra van a donde encuentran simpatías; vienen aquí atraídos más bien por las personas que por las cosas materiales; sin embargo los hay que, momentáneamente, pueden tener una preferencia por ciertos lugares, pero estos son generalmente Espíritus inferiores.

3. Una vez que el apego de los Espíritus por una localidad, es una señal de inferioridad ¿es igualmente una prueba de que son malos Espíritus?

Seguramente que no; un Espíritu puede estar poco adelantado sin ser malo. ¿No sucede lo mismo entre los hombres?

4. La creencia de que los Espíritus frecuentan con preferencia las ruinas, ¿tiene algún fundamento?

No; los Espíritus van a estos parajes como a todas partes; pero la imaginación, afectada por el aspecto lúgubre de ciertos lugares, atribuye a su presencia lo que muchas veces sólo es un efecto muy natural. ¡Cuántas veces el miedo ha hecho tomar la sombra de un árbol por un fantasma, el grito de un animal o el soplo del viento por alma en pena! Los Espíritus quieren la presencia de los hombres; por esta razón buscan con preferencia los parajes habitados que los lugares aislados.

– Sin embargo, según lo que sabemos de la diversidad de caracteres de los Espíritus, debe haber entre ellos misántropos que deben preferir la soledad.

Por eso no he contestado de una manera absoluta a la pregunta; he dicho que pueden ir a los lugares desiertos lo mismo que por todas partes, y es muy evidente que los que quieren estar retirados es porque les gusta; pero esto no es una razón para que las ruinas sean forzosamente sus lugares predilectos; porque ciertamente hay muchos más en las ciudades y palacios que en el fondo de los bosques.

5. Las creencias populares tienen en general un fondo de verdad, ¿cual puede ser el origen de los lugares frecuentados por los Espíritus?

El fondo de verdad es la manifestación de los Espíritus, en la cual el hombre ha creído en todo tiempo por instinto, pero, como he dicho, el aspecto de los lugares lúgubres afecta su imaginación, y, naturalmente, coloca en ellos los seres que mira como sobrenaturales. Esta creencia, que mira como supersticiosa, se conserva por las narraciones de los poetas y los cuentos fantásticos que se oyen desde la infancia.

6. ¿Los Espíritus que se reúnen tienen para esto días y horas de predilección?

No; los días y las horas son los registros del tiempo para uso de los hombres y para la vida corporal, pero para nada sirven a los Espíritus; no lo necesitan ni le hacen caso.

7. ¿Cuál es el origen de la idea que los Espíritus vienen con preferencia durante la noche?

La impresión producida sobre la imaginación por el silencio y la oscuridad. Todas estas creencias son supersticiones que el conocimiento razonado del Espiritismo debe destruir. Lo mismo sucede con respecto a los días y las horas que se cree serles más propicias; creedlo, a no dudar, que la influencia de media noche sólo ha existido en los cuentos.

–Siendo así, ¿por qué ciertos Espíritus anuncian su venida y sus manifestaciones para dicha hora y para días determinados, como por ejemplo del viernes?

Estos son Espíritus que se aprovechan de la credulidad y se divierten. Por la misma razón los hay de ellos que dicen ser el diablo o se dan nombres infernales. Mostradles que no sois un juguete y no volverán.

8. ¿Los Espíritus vienen con preferencia a la tumba en que descansa su cuerpo?

El cuerpo sólo fue un vestido; no piensan ya en la envoltura que les hizo sufrir como al prisionero sus cadenas. Sólo dan importancia a las personas que les son queridas.

–¿Las oraciones que se hacen sobre sus tumbas, le son, acaso, más agradables, y les traen allí con preferencia a otra parte?

La oración es una evocación que atrae a los Espíritus, bien lo sabéis. La oración tiene tanta más acción cuanto más ferviente y más sincera es; pero ante una tumba venerada se está más recogido, y la conservación de las reliquias piadosas es un testimonio de afección para el Espíritu, y al cual es siempre sensible. El pensamiento es el que obra siempre sobre el Espíritu y no los objetos materiales; estos objetos tienen más influencia sobre aquel que ruega fijando en ellos su atención, que sobre el Espíritu.

9. Según eso, ¿la creencia en los lugares frecuentados por los Espíritus no parece absolutamente falsa?
Hemos dicho que ciertos Espíritus pueden ser atraídos por las cosas materiales; pueden serlo por ciertos lugares que parece eligen para domicilio, hasta que cesan las circunstancias que les conducían a ellos.

–¿Cuáles son las circunstancias que pueden conducirles allí?

Su simpatía por algunas de las personas que los frecuentan o el deseo de comunicarse con ellas. Sin embargo, sus intenciones no son siempre tan laudables; cuando son Espíritus malos pueden querer ejercer una venganza sobre ciertas personas de las que tienen quejas. La permanencia en un lugar determinado puede ser también, para algunos, un castigo que se les ha impuesto, sobre todo si han cometido en él algún crimen, a fin de que tengan
constantemente este crimen ante los ojos.


EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.


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VISIÓN ESPIRITA DE LA PASCUA



El Espiritismo no celebra la Pascua, pero respeta las manifestaciones de religiosidad de las diversas iglesias cristianas, y tampoco prohíbe que sus adeptos manifiesten su religiosidad.

La Pascua o Pasaje, simboliza la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud sufrida durante siglos en Egipto, pero en el Cristianismo conmemora la resurrección de Cristo, que se dio en la Pascua judaica del año 33 de nuestra era, y celebra la continuidad de la vida.

El Espiritismo, aunque siendo una Doctrina Cristiana, entiende de forma diferente algunos de las enseñanzas de las Iglesias Cristianas. En la cuestión de la resurrección, para nosotros, los espíritas, Jesús apareció a María de Magdala y a los discípulos, con su cuerpo espiritual, que llamamos periespíritu. Entendemos que no hubo una resurrección corporal, física.
Jesús de Nazaret no necesitó derogar las leyes naturales de nuestro mundo para afirmar su concepto de misionero. Su doctrina de amor y perdón es mucho mayor que cualquier milagro, incluso la resurrección. Esto no invalida la Fiesta de la Pascua si la encaramos en su simbolismo.

La Pascua Judaica puede ser interpretada como nuestra liberación de la ignorancia, de las maldades humanas, para el conocimiento, el comportamiento ético-moral.

La travesía del Mar Rojo representa las dificultades para la transformación.

La Pascua Cristiana, representa la victoria de la vida sobre la muerte, del sacrificio por la verdad y por el amor. Jesús de Nazaret demostró que se pueden matar hombres, pero no se consigue matar las grandes ideas renovadoras, los grandes ejemplos de amor al prójimo y de valoración de la vida. Como la Pascua Cristiana representa la victoria de la vida sobre la muerte, queremos dejar firmado el concepto que aprendimos en el Espiritismo, de que la vida sólo puede ser definida por el amor, y el amor por la vida.
Fue por eso que Jesús de Nazaret afirmó que vino al mundo para que tuviéramos vida en abundancia, es decir, plena de amor.

Este artículo fue publicado íntegro por la Revista Católica misiones – de la Orden Consolata Mensaje traducido por el Grupo el Amor en Acción-España.
( Aportación de Juan Carlos Mariani)


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Lucha por la vida


Han crecido, en todos los puntos de la Tierra, los movimientos por la ecología. 

En un Estado brasileño, en defensa de las tortugas existe el proyecto Tamar. Para la preservación de los animales, el hombre se ha esmerado. Naturalmente, por descubrir  que destruyendo la vida del animal,  está decretando problemas graves para su propia existencia sobre la Tierra.

Lo que causa extrañeza es que ese mismo hombre decrete la muerte de su semejante, en su nacimiento.

Nos estamos refiriendo a los movimientos pro aborto que hablan de la destrucción de vidas humanas, como si no fuesen cosa alguna.

Son voces que se unen para exigir la muerte de los que, en el vientre materno, han descubierto sus deficiencias en el área física o mental.

Olvidan mirar a su alrededor tales criaturas, pues uno de los cerebros más privilegiados de la actualidad, a quien la ciencia mucho debe, es un deficiente físico que solo mueve la cabeza. Nos referimos a Stephen Hawking.

Otros hablan, no en tanto, del aborto dicho sentimental.

Es cuando la madre es víctima de la violencia y quedan embarazadas.

Se habla  de cómo ella podría amar al fruto de aquel acto tan terrible. Se dice que la visión de aquel evento siempre habrá de traerle  al recuerdo la agresión   por la  que ella pasó.

Nos cuenta un amigo del área médica que fue procurado por una joven que pasó por esa experiencia traumática.

Se sintió embarazada y deseaba el  aborto.

Quiso la divinidad que ella fuese al consultorio  de un médico cristiano, que le hablo de la bendición de la vida, de la sublimidad de la maternidad.

Después de algunas  horas  de una buena conversación, ella se fue. Meses después, el recibió  una carta. Abriendo el correo, encontró  una foto de un bebe lindo, sano.

En el dorso, en letra uniforme, bien diseñada, una frase corta más extremadamente significativa: “agradecida por haber usted contribuido  para que esta  foto pudiese existir”.

Cuatro años después, el médico recibió en su consultorio a la madre y al niño. Porque la foto del bebe estaba sobre su mesa, en un bello portarretrato, la madre dijo al hijo que era el, cuando solo era un bebe.

El niño  tomo la foto y la miro con atención. Después, se aproximo al médico y pregunto: ¿Tío dígame donde estoy más guapo? ¿Aquí, en esta foto o aquí, a lo vivo?

¿Usted sabe?

¿Usted sabe que en torno al aborto existe una verdadera industria? ¿Y que actualmente  ella se encuentra entre las quinientas industrias mayores del mundo?

Y que la jornada de nueve meses realizada por el bebe en el útero materno es una experiencia psicoterapeuta para el espíritu que desea renacer?

Por eso mismo, a no ser en los casos en que la madre corra peligro, riesgo de muerte, la opción debe ser siempre por la vida.

Proclamemos la vida. Luchemos por la vida.

Redacción de Momento Espirita 


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                 Clariaudiencia  


Esta clase de  facultad psíquica es  de tipo intelectual o mental,  y consiste en la  capacidad de escuchar con claridad dentro de sí, voces  del “más allá”, a veces de forma íntima y otras como si lo escuchado viniese  claramente del exterior. De este modo estos médiums pueden establecer una conversación con los espíritus.

 Aunque también se le conoce como mediumnidad Auditiva, para que se produzca, el oído no es necesario, pues el sonido no le llega al médium a través de este, sino directamente lo capta en su cerebro, por lo que perfectamente, un sordo podría ser médium auditivo.

Como las demás facultades, las personas que poseen esta clase de facultad, no la tienen todas en el mismo grado de desarrollo, pues unas lo perciben con más claridad que otras. En unos casos oyen las voces dentro de su cabeza; en otros afirman que es como si alguien estuviese hablando, o como una intuición muy nítida y perfecta; hay casos en los que incluso afirman que ven a los espíritus hablando normalmente (videncia) y oyen sus voces, y en otros no los ven pero escuchan sus conversaciones como dentro de su cabeza.; también hay casos en que los ven y los escuchan, pero telepáticamente, sin que haya articulación sonora de palabra alguna. 


Esta clase de facultades  constituyen  una  realidad  más frecuente de lo que parece, lo que sucede es que suele ser  confundida y calificada  como una clase  de locura (esquizofrenia).  ¡ Cuántos casos  diagnosticados de  esta enfermedad mental   en personas que  “oyen voces”, son en realidad casos de  Clariaudiencia  que finalmente  termina siendo locura como consecuencia de insistir en tratamientos médicos improcedentes.

No se debe confundir con la Mediumnidad Parlante. En esta última el médium transmite mediante la palabra, comunicados e ideas del Ser espiritual que se manifiesta, sin tener a veces consciencia de lo que por su boca sale. En la clariaudiencia, el clariaudiente  escucha voces y puede mentalmente  hablar con ellas.

  En la Historia quedó patente esta clase de mediumnidad en  Juana de Arco, que además  poseía también la  de Videncia; ello le costó finalmente  el ser  quemada por “brujería” por la Inquisición de la Iglesia Católica, la misma  que más  tarde la elevó a los altares. 

- Jose Luis Martín-


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 COMPRENSIÓN DE LA MUERTE COMO INTERFASE DE LA VIDA; ¿HASTA CUANDO LUCHAR?

                                           


   

Antiguamente atribuida a Dios y considerada un fenómeno de la naturaleza, hasta principios del siglo XX, se moría en casa, atendido por el médico y rodeado por aquellos que conocían nuestra historia, luchas y victorias, dolores y alegrías. Morir así, rodeado por el amor y el respeto de familiares y amigos, ciertamente aliviaba, y mucho, esta postrera etapa de la vida física. 

Así, la muerte se consideraba un proceso natural de la vida e inherente a nuestra condición de seres encarnados, verdadero aprendizaje para nosotros y para quienes nos rodeaban, lo que nos permitía trabajar mejor con la posibilidad de la propia muerte. Entretanto, ante la constatación de que no todos poseían recursos y familiares que les atendieran en su lecho de muerte, surgieron los primeros hospitales, denominados “casas de caridad”, con la función de albergar a los que no poseían un hogar ni parientes que le acompañaran en el proceso de morir. Es así como con el avance tecnológico en la segunda mitad del siglo pasado, que se observa una mudanza en el perfil hospitalario, el cual pasa de ser abrigo caritativo para el moribundo carente y solitario, a transformarse en una institución que tiene por objetivo curar y salvar vidas. Es a partir de allí que se observan cambios drásticos en el proceso de morir: la decisión de la muerte, antes considerada un fenómeno natural y designio divino, se transfiere a los hospitales y unidades de cuidados intensivos. 

Desterrada del hogar y de la familia, la agonía se hace solitaria y rodeada de tubos y aparatos, con mayor perjuicio para ese niño, que ve que aquel a quien ama es apartado abruptamente de su vida (los niños no deberían frecuentar los hospitales), para luego recibir la noticia de la muerte y, por ende, de la desaparición definitiva de aquel que, hasta entonces, formaba parte integrante de su pequeño mundo. 

Convertimos la muerte en un tabú. ¡Sacralizamos el morir! Entonces, pasamos a negar y a huir de nuestra propia muerte. Y al negar la muerte, pasamos a luchar insanamente por prolongar la vida física “a como dé lugar”. Misión imposible: ¿debemos conservar una vida en la cual la muerte ya se vislumbra? No se discute que la salud humana obtuvo beneficios evidentes con el avance tecnológico. No obstante, si se utiliza sin criterio, tal tecnología puede ejercer un efecto adverso y añadir sufrimiento a los momentos finales de una determinada existencia humana. De beneficio, pasa a tormento o mayor sufrimiento. El morir se convirtió en un proceso más problemático; difícil de precisar el momento cierto, difícil de lidiar y el motivo de conflictos éticos significativos. Al dolor causado por la pérdida del ser querido, se suma la angustia de verlo sufrir en la unidad de cuidados intensivos o en el lecho hospitalario, amén de la responsabilidad de decidir cuándo suspender el tratamiento. 

Tal conflicto en torno a la muerte y de la tentativa insana de prolongar cuantitativamente la vida física, conforma el debate ético del momento y dio origen al término “distanasia”. Este neologismo de raíz griega se refiere a la actitud médica que, con miras a salvar la vida del paciente terminal, lo somete a una gran mortificación, y prolonga, antes que la vida, la agonía. En este momento es preciso hacer una distinción conceptual entre la vida biológica y la vida de relación o biográfica. La primera se refiere a los parámetros biológicos, el mantenimiento de la función de los órganos. La segunda se refiere a la capacidad de interactuar con el medio y con aquellos que nos rodean, al aprendizaje propiamente dicho, pues es a través del intercambio de las experiencias y de las vivencias que crecemos efectivamente. 

No se debe confundir el respetar los límites de la vida física con la eutanasia o la omisión de socorro; se trata de luchar por el derecho al “bien morir” del ser que sufre, de dejarlo vivenciar con dignidad su propia muerte.

 Permitir morir no es igual a matar. Existe una marcada diferencia entre dejar morir en el momento en que la muerte es inevitable, como en el caso de una enfermedad incurable y la provocación de esta, o el rechazo a tratar algo curable o con posibilidad de vida. Si la vida que se intenta preservar no tiene ninguna calidad, ¿acaso valen la pena todos los demás sufrimientos que se imponen para prolongarla? 

Hay que hacer que la muerte recobre su dignidad perdida. Uno de los grandes temores de las personas es no tener vida al final de la vida. Rehumanizar el morir se opone a la idea de la muerte, como el enemigo a vencer a cualquier precio y busca rescatarlo como interfase de la vida. Esto nos lleva a comprender que, al momento de constatar su presencia irrefutable, no siempre prolongar la vida biológica sea la mejor decisión.

 No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Hace falta establecer lo que deseamos para nosotros y para aquellos a quienes amamos o con quienes tratamos. ¿Un cuerpo que vive, o un ser pensante en condiciones de mantener el contacto e interactuar con el mundo? Somos de la opinión de que se debe luchar siempre y con toda nuestra energía para la recuperación de un individuo, en la medida en que sea viable. Con todo, ante la constatación de la irreversibilidad de una enfermedad, nos compete luchar por la calidad de lo que quede de vida, donde la persona y sus relaciones con el medio y con los demás sean el foco central de este proceso. Así las cosas, no siempre es fácil adoptar tal posición cuando se está involucrado emocionalmente; de allí que resulte necesario abrir un espacio para las reflexiones sobre los asuntos que involucran el proceso de morir y el luto.

 El espíritu inmortal 

La muerte debe ser percibida como parte inherente del proceso de la vida y los tratamientos instituidos han de centrarse, no en la batalla contra la enfermedad, sino en la búsqueda de la mejor calidad posible de la vida que quede y del confort del paciente. 

El conocimiento espírita, al hablarnos de la inmortalidad, desmitifica este proceso y demuestra que la muerte no es más que una faceta de nuestra propia vida en tanto que somos espíritus inmortales. Que ya vivimos muchas veces y que nuestra esencia permanecerá al abandonar el cuerpo físico, pues la vida prosigue sin interrupción; es la certeza de que nuestros afectos que ya partieron o que están por desencarnar no se perderán en el infinito; que es posible encontrarlos en nuestros sueños y que estarán siempre cercanos a nosotros, a través de los sentimientos y de los pensamientos afines, para los cuales no existen barreras, lo que nos sirve de profundo consuelo ante el dolor inevitable de la separación física. 

Al contrario de lo que parezca, la constatación de que nos llegará a todos, asociada a la consciencia espírita, deberá llevarnos a reflexiones profundas sobre nuestras propias existencias y de cómo queremos morir, de la importancia de prepararnos a nosotros mismos y a nuestros familiares para cuando llegue ese momento. Morir para renacer. ¡Progresar siempre es la ley!

Existimos para aprender y, por ende, debemos aprender no solo a vivir, sino también a morir. Es la desencarnación el proceso mediante el cual valoramos lo que ya comprendemos de la propia vida. La muerte siempre ha sido una condición humana. Debemos retomar la consciencia de esto y tratarla como se lo merece: como un proceso natural y muchas veces liberador.

 Por María Cristina Zaina – Brasil                                                                                Traducción: Conchita Delgado Rivas CIMA – Caracas                                                              Publicado en la revista Evolución. Venezuela Espírita. Revista del Movimiento de Cultura Espírita 


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