martes, 8 de enero de 2019

Conocimiento del porvenir


ESPIRITISMO

Hoy veremos aquí:

1.- El mendigo obstinado
   -Frase de Andre Luiz
2- La Rabia
3.- Conocimiento del porvenir
4- El Ángel servidor
5.- La Vejez




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                               EL MENDIGO OBSTINADO


  Nos contó Chico Xavier, que un día fue buscado por un médico, su particular amigo de muchos años, espírita militante y colaborador en sus obras psicografiadas.
  Él quería saber lo que hacer con un viejo mendigo que insistía en dormir en la entrada de su casa.
No estaba preocupado por tenerlo como huésped en tan precario lugar, pero sí por la mala acomodación y el frío de la noche. Ya le había avisado de que si continuaba allí terminaría por enfermar.
  Con todo, viendo que sus advertencias eran ignoradas, se puso a arreglar un lugar en donde el mendigo pudiese pernoctar. Después de conseguir un cuartito en la vecindad, se lo llevó para allá.
  ¡ Cual no sería su sorpresa al encontrarlo en su balcón al día siguiente !.
  Pensando que, tal vez, no le hubiese gustado el lugar, buscó un albergue en donde lo tratasen mejor. De nada sirvió, el viejo volvió a pasar las noches en su entrada.
  El médium entonces nos habló:
- Lo que el médico amigo no sabía, era que aquel espíritu cargaba consigo un gran complejo de culpa. Pasé entonces a narrarle las escenas que los amigos espirituales me habían mostrado.
  Aquel mendigo, doctor en una existencia anterior, había sido un cruel hacendado que expulsó sin piedad a muchas familias de sus tierras, dejándolas a la interperie, sin rumbo.....
  Después que desencarnó, a partir de aquellos recuerdos, se formó el complejo de culpa, y el sufrimiento perdura hasta los días actuales, no permitiendo que él quede alojado en ningún lugar.
  Chico concluyó:
  Entonces ya te digo amigo: No sirve intentar mejorar su situación, déjalo dormir en tu entrada. Después de unos días, él buscará otro lugar para dormir a la interperie. Esa situación durará hasta que el complejo de culpa deje de atormentarlo.
  En nuestras meditaciones, nos viene a la mente la lección: Para ejercer la caridad es necesario emplear el buen sentido y no insistir cuando el necesitado se niega a recibir el beneficio.
  Siempre habrá una razón que justifique situaciones como la que nos fue narrada.

Autor: Romeo Grisi y Gerson Sestini
         del libro: Inolvidable Chico
Grupo Espírita Emmanuel-Sociedad civil editora.



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                                 " Nuestras obras quedan con nosotros.
Somos herederos de nosotros mismos.
- Andre Luiz-

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LA RABIA 


Los conflictos psicológicos siempre se instalan en las personas inmaduras, ya que de la vida, solo conocen y valorizan las sensaciones, deseando en particular las agradables, sin considerar las otras, que resultan de desordenes de variada naturaleza. La rabia es un factor de frecuentes conflictos, que aparece repentinamente, provocando altas descargas de adrenalina en la corriente sanguínea, alterando el equilibrio orgánico y sobre todo, el emocional. 

Nadie debe avergonzarse por ser victima de la rabia, es un fenómeno perfectamente normal en el transito humano. Lo que se debe evitar es escamotearla, por medio del disimulo y mantenerla intacta; la expansión de sus perjuicios rumiando el factor que la generó; la autocompasión, por sentirnos victimas de la injusticia; el deseo de venganza mediante la agresividad o acompañando el debilitamiento o el sufrimiento del antagonista.



La rabia se instala con facilidad en las personas que perdieron la auto-estima y se complacen en cuidar la imagen que proyectan y no por el valor de si mismas. En ese caso, la inseguridad interior facilita la irascibilidad y vitaliza la dependencia del apoyo ajeno. 

Toda vez que la rabia es sometida a presión y no dirigida, produce daños en el organismo físico y en el emocional. En el físico mediante disturbios del sistema vago-simpático, tales como indigestión, diarrea, acidez, disritmia, inapetencia o glotonería –como auto punición –etc. En lo emocional, nerviosismo, amargura, ansiedad, depresión…Muchas rabias que son ingeridas a contra gusto y no son eliminadas desde la infancia, pueden desencadenar tumores malignos y otros de graves efectos en el organismo, alterando la conducta por completo. 



Dios creo la vida como bendición y al ser para disfrutarla. En las Leyes Soberanas no existe un solo Ítem punitivo generador de violencia, contribuyendo todo para la armonía general, inclusive los acontecimientos que parecen desconcertante. Ante un proceso de rabia se hace necesaria la aplicación del antídoto equivalente para librarse de ella. De nada vale el perdón externo y la apariencia, hay que eliminarla y también sus efectos. 

Cuando Jesús propuso el perdón para la ofensas, El se refirió al olvido de ellas, esto es, su disolución en el agua lustral del amor. Cuando la rabia se deriva de una enfermedad, de un prejuicio financiero, de la traición de un amigo, de la perdida de un empleo por motivo irrelevante, de algo más profundo e inmaterial, la resignación no impide que se le de expansión para después eliminarla. Llorar, considerar el hecho injusto, descargar la emoción del fracaso, gastar la energía en una corrida o en un trabajo físico agotador, proyectar la imagen del ofensor, cuando fuera el caso, es un espejo, esclareciendo la rabia hasta diluirla, son admirables recursos entre otros, para anular sus efectos dañinos. 

También es bueno buscar la meditación, para auxiliar en el análisis de los orígenes del acontecimiento, constatando si no habría sido el responsable por su vigencia y al confirmarlo, evitar la auto piedad, contraponiendo la lógica y el derecho de errar, pero no el permiso de permanecer en el engaño. La plegaria de compasión por el ofensor y de auto fortalecimiento posee la milagrosa virtud de diluir las vibraciones de la rabia, erradicándolas. La rabia es el síntoma de que somos sensibles y canalizarla bien, hasta que desaparezca, es una característica del ser humano, lucido y saludable. La rabia obnubila la razón y precipita al ser en los profundos pozos de la alucinación. 


Cuando el ser es ofendido, debe expresar sus sentimientos al agresor, a los amigos, sin quejas, sin amargura, demostrando ser normal y necesitado de respeto, de consideración, como todas las demás personas. Nunca debe permitirse la falsa postura de humildad, fingiendo santificación antes de haber alcanzado la plena humanización. Cuando se parece sin ser, se transita por la ancha faja de los conflictos, inclusive el de inferioridad, avanzando hacia los estados depresivos. 

No se debe facilitar la auto desvalorización, señalando los propios ítems negativos o presentando relatos auto despreciativos, para agradar a los demás o hacerlos reír… 



Humildad no es negación de valores, ni subestima por si mismo, haciendo caricaturas peyorativas de su realidad. Ser hijo de Dios, encontrarse en la experiencia evolutiva, poder discernir, entre otros logros, constituyen bendiciones que no pueden ser despreciadas. Jesús, el hombre humilde por excelencia, jamás se excuso. Se sometió a los fariseos, a los dominadores transitorios y a sus fámulos… 

Para finalizar, debemos respetarnos y amarnos estos son los mejores recursos para enfrentar la rabia. ¡Retenerla nunca! Sin replicar, sin amarguras. 



Extraído del libro “auto descubrimiento” 

Divaldo Pereira Franco

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                 Conocimiento del porvenir 

¿Puede el futuro ser revelado al hombre? 
- En principio, el porvenir se le oculta, y sólo en casos raros y excepcionales permite Dios su revelación. 
. ¿Con qué propósito le es ocultado al hombre el porvenir? 
- Si el ser humano conociera el futuro descuidaría el presente y no obraría con la misma libertad, porque estaría dominado por la idea de que si una cosa debe ocurrir no ha de ocuparse de ella; o si no, trataría de ponerle obstáculos. Dios no ha querido que fuese así, a fin de que cada cual coadyuve en la realización de las cosas, incluso aquellas a las que querría oponerse. De modo, pues, que tú mismo preparas muchas veces, sin sospecharlo, acontecimientos que sobrevendrán en el curso de tu vida. 
. Puesto que resulta útil que desconozcamos el porvenir ¿por qué Dios consiente, en ocasiones, el que nos sea revelado?* 
- Es cuando ese conocimiento anticipado debe facilitar la realización de algo en lugar de ponerle trabas, comprometiendo a actuar de otro modo del que se hubiera hecho de no mediar tal revelación del futuro. Por otra parte, a menudo suele ser una prueba. La perspectiva de un suceso puede despertar pensamientos más o menos buenos. Si un hombre debe saber, por ejemplo, que recibirá una herencia con la que no contaba, podrá ser tentado por la codicia, por el júbilo aumentar sus goces materiales, por el deseo de poseer antes esa fortuna, deseando tal vez la muerte de aquel que ha de legársela. O, por el contrario, tal perspectiva suscitará en él buenos sentimientos e ideas generosas. Si la predicción no se cumple, representa otra prueba: la de cómo soportará su desengaño. Pero no por ello dejará de tener el mérito o el demérito de los pensamientos buenos o malos que la creencia en el hecho haya engendrado en él. 

871. Visto que Dios todo lo sabe, sabrá igualmente si un hombre debe fracasar o no ante determinada prueba. Pues bien, ¿para qué se necesita esa prueba, si no puede mostrar a Dios nada que ya no sepa acerca de esa persona? 

- Tanto valdría preguntar por qué Dios no creó al hombre perfecto y realizado o por qué pasa el hombre por la niñez antes de llegar a la edad adulta La prueba no tiene por objeto instruir a Dios respecto al mérito de ese individuo, por cuanto Dios sabe perfectamente lo que vale, sino dejar a ese hombre toda la responsabilidad de su acción, puesto que es él libre de realizarla o no. Sabiendo que el ser humano posee la facultad de optar entre el bien y el mal, la prueba tiene por efecto el de confrontarlo con la tentación del mal y dejarle todo el mérito de resistirse a él. Ahora bien, aunque Dios sepa perfectamente, de antemano, si fracasará o no, no puede en su justicia ni penarlo ni recompensarlo por un acto que no ha realizado. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS  
ALLAN KARDEC 


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                                                  Humberto de Campos (Hermano X)
EL ANGEL SERVIDOR

Cuando el ángel servidor, en trabajo urgente, alcanzó el tranquilo patio, donde  se aglomeraban diversos desencarnados,  miró  para ver si descubría a alguien que cooperase con él  en la tarea  transferida del Cielo.
Necesitaba de un compañero recién venido de la Tierra y, aproximándose a las almas recientemente desembarcadas en el Más Allá, procuró, con agilidad, entre ellas, al colaborador en las condiciones exigidas.
Explicó sus objetivos en pocas palabras y se dirigió al caballero de semblante  grave, preguntando:
- ¿Hermano mío, cuáles son sus planes?
- Estoy aguardando  mi entrada en el banquete divino – respondió el interpelado, sin ceremonia -, fui católico, apostólico romano. Serví a diversas congregaciones, jamás perdí la santa misa. Me confesaba regularmente. Recibí, ciento de veces, la sagrada partícula,  extasiado y feliz. Respeté a los sacerdotes y besé, reverente,  el anillo de mis pastores. Distribuía limosnas por la conferencia a que me filiara. Honre a la mayoría de los santos  con dilatadas penitencias,
Miró el distanciado horizonte,  se persignó y remato:
¡Alabado sea el Señor quien me salvó el misterio del Santísimo Sacramento! Entraré, contrito,  en la Corte Celeste! ¡Aleluya! Aleluya...
El emisario de Enseñanza Superior , lo aprobó, con un gesto silencioso, y paso adelante.
Posando la atención en otro recién desencarnado, indago:
-¿Amigo, que espera en tu turno?
-¿Yo? – Suspiro – busco la herencia de mi Dios. Viví en la religión reformada. Guarde la fe, por encima de todo. Nunca falte a mis cultos.
Hice la lectura diaria de la Biblia, mientras estuve en la Tierra. Defendí los ideales evangélicos, con ardor. Fui combatiente de Cristo, condenando a sus enemigos. Contaba  con la remuneración de mis servicios, en el Juicio Final; no en tanto, reconozco hoy que mi gloria puede ser acelerada. Habitaré a la derecha de mi Señor para siempre.
El ángel hizo una señal de aprobación y paso a un tercero.
-¿Qué esperas hermano? – interrogo él.
Radiante, el nuevo interlocutor observó:
-Fui espiritista. Me prepare gustosamente para la jornada  en demanda de los mundos, felices.
Adoctrine espíritus en las tinieblas. Practique la caridad en todos los sectores. Fui simple y paciente.
 Nunca estuve ausente  en mis sesiones. Cultive la predicación sistemática de los principios que abrace, en nombre de Dios. Me confié invariablemente a los Buenos Espíritus. Ahora, como es natural, entraré en posesión de mis bienes eternos.
El emisario angélico  lo aprobó igualmente  y auscultó al siguiente:
- ¿Qué proyecto tienes, amigo mío? - Le preguntó atento.
-¿Y0? ¿Yo? – Tartamudeo el compañero  a quien se dirigiera, - para explicarme en verdad, ni yo mismo comprendo mi presencia entre los justos y piadosos. Fui traído a este recinto  compulsivamente.
Y, en llanto mal contenido, acrecentó, decepcionado:
-Fui ateo, para infelicidad mía. No admitía la sobrevivencia del alma. No sé,  francamente, si llegue a practicar algún bien en el mundo. Apenas busque siempre la ejecución de mis deberes en la humanidad, atendiendo las directrices  en la recta conciencia.  Procure levantar a los débiles y a los abatidos y proporcionar  oportunidad de aprendizaje y servicio a los ignorantes y ociosos, como si hiciese yo lo mismo, sin ningún propósito de ser recompensado en el paisaje que me sorprende. Tantos sufridores, sin embargo, encontré en el camino terrestre y tanto trabajo vi en el Planeta  aguardando brazos fuertes y generosos que, sabiendo hoy dela existencia  de una Justicia Misericordiosa e Infalible en el Cielo,  me avergüenzo mucho de mi falta de fe  en la Tierra, aunque procurase luchar  para ser un hombre digno,  y, me fuese concedido formar algún proyecto, debo asegurar que mi único deseo es regresar a la Tierra y cooperar más activamente en la felicidad de nuestros semejantes.
Con sorpresa, el ángel lo abrazó y le invito a seguirlo, esclareciendo:
-Si vamos. Todos los que permanecen en este atrio de reposo merecen la bendición divina. El católico, el reformista, el espiritista y el incrédulo, susceptibles de ser erguidos hasta aquí, fueron, hombres de elevada expresión en la mejora del mundo. Sin embargo, para servir inmediatamente  a mi lado, prefiero al hermano que no tenga el pensamiento prisionero  por el salario celestial. Preciso de un cooperador liberado de las complicaciones del pagamiento.  La cuenta previa acostumbra a dificultar el trabajo.
Y, sin más demora, descendió en compañía del ex -materialista con el fin de atender el servicio urgente en la Tierra.
Por el Espíritu Hermano X – Del libro: Por encima de la Luz, Médium, francisco Cándido Xavier
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                                                                                          LA VEJEZ

    La vejez es el otoño de la vida; en su último declive, es su invierno. Sólo con pronunciar la palabra vejez, sentimos el frío en el corazón; la vejez, según la estimación común de los hombres, es la decrepitud, la ruina;recapitula todas las tristezas, todos los males, todos los dolores de la vida; es el preludio melancólico y desolado del adiós final. En esto hay un grave error. Primero, por regla general, ninguna fase de la vida humana está totalmente desheredada de los dones de la naturaleza, y todavía menos de las bendiciones de Dios.

¿Por qué la última etapa de nuestra existencia, aquella que precede   inmediatamente el coronamiento del destino, debería ser más afligida que las
otras? Sería una contradicción y no correspondería con la obra divina, pues todo
en ella es armonía, como en la viva composición de un concierto impecable. Al
contrario, la vejez es bella, es grande, es santa; y vamos a estudiarlo un instante, a la luz pura y serena del Espiritismo.

Cicerón escribió un elocuente tratado de la vejez. Sin duda,encontramos en estas páginas célebres algo del genio armonioso de este gran hombre; sin embargo, es una obra puramente filosófica y que contiene sólo puntos de vista fríos, una resignación estéril, y de abstracciones puras. Es en otro punto de vista que hay que colocarse, para comprender y para admirar esta peroración augusta de la existencia terrestre.

La vejez recapitula todo el libro de la vida, resume los dones de otras épocas de la existencia, sin tener las ilusiones, las pasiones, ni los errores. El anciano ha visto la nada de todo lo que deja; ha entrevisto la certeza de todo lo que va a venir, es un vidente. Sabe, cree, ve, espera.

Alrededor de su frente, coronada de una cabellera blanca como de una cinta
hierática de los antiguos pontífices, alisa una majestad totalmente sacerdotal.

A falta de reyes, en ciertos pueblos, eran los Ancianos quienes gobernaban.
 La vejez todavía es, a pesar de todo, una de las bellezas de la vida, y ciertamente una de sus armonías más altas.

A menudo decimos: ¡que guapo anciano! Si la vejez no tuviera su estética particular, ¿a qué dicha exclamación?

No obstante, no hay que olvidar que en nuestra época, como ya lo decía Chauteaubriand, hay muchos viejos y pocos ancianos, lo que no es la misma
cosa. El anciano, en efecto, es bueno e indulgente, ama y anima a la juventud,
su corazón no envejeció en absoluto, mientras que los viejos son celosos,
malévolos y severos; y si nuestras jóvenes generaciones no tienen ya hacia los
abuelos el culto de otros tiempos es, precisamente en este caso, porque los
viejos perdieron la gran serenidad, la benevolencia amable que hacía antaño la
poesía de los antiguos hogares. La vejez es santa, es pura como la primera
infancia; es por ello que se acerca a Dios y que ve más claro y más lejos en las
profundidades del infinito.

Es, en realidad, un comienzo de desmaterialización. El insomnio, que es la característica ordinaria de esta edad, es la prueba material. La vejez se parece a la víspera prolongada. En vísperas de la eternidad el anciano es como el centinela avanzado en el límite de la frontera de la vida; ya tiene un pie en la tierra prometida y ve la otra orilla y la segunda ladera del destino.

De ahí esas "ausencias extrañas", esas distracciones prolongadas, que se toma
por un debilitamiento mental y que son en realidad sólo exploraciones
momentáneas del más allá, es decir, fenómenos de expatriación pasajera. He aquí lo que no se comprende siempre. La vejez, como tan a menudo decimos: es el ocaso de la vida, es la noche. El ocaso de la vida, es verdad; ¡pero hay tardes muy bellas y puestas del sol qué tienen reflejos apoteósicos!.   Es la noche, también es verdad; ¡pero la noche es muy bella con sus adornos de constelaciones! ¡Como la noche, la vejez tiene sus Vías Lácteas, sus caminos blancos y luminosos, reflejo esplénddo de una vida larga plena de virtud, de bondad y de honor!
- León Denis -
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