sábado, 24 de diciembre de 2022

Las penas del Infierno

  INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Naturaleza de las comunicaciones

2.- El Amor a los padres

3.- Las penas del Infierno

4.- ¿ Por qué la Reencarnación no es aceptada por las religiones cristianas?


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                              ¡¡ FELIZ NAVIDAD !! 

OS DESEO MUCHA PAZ Y ARMONÍA

                                                               

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                                     NATURALEZA DE LAS                   COMUNICACIONES

La naturaleza de las comunicaciones siempre guarda relación con la naturaleza del Espíritu, y trae el sello de su elevación o de su inferioridad, de su saber o de su ignorancia.- No obstante, en igualdad de merecimientos, desde el punto de vista jerárquico, hay en ellos indiscutiblemente una tendencia a ocuparse de alguna cosa más que de otras. Los Espíritus golpeadores, por ejemplo, raramente se apartan de las manifestaciones físicas. Y entre los que producen manifestaciones inteligentes hay Espíritus poetas, músicos, dibujantes, moralistas, científicos, médicos, etc. Nos referimos a los Espíritus de mediana categoría, pues cuando ellos alcanzan un cierto grado de adelanto sus aptitudes se confunden en la unidad de la perfección. Con todo, además de la aptitud del Espíritu, existe la del médium, que es para aquel un instrumento más o menos cómodo y flexible, y en el cual descubre cualidades particulares que nosotros no podemos apreciar.

Hagamos una comparación. Un músico muy hábil tiene a su alcance varios violines que, para las personas comunes, son todos buenos instrumentos. Sin embargo, para el artista consumado son muy diferentes unos de otros, pues él descubre en ellos matices de extrema sutileza, que lo llevarán a elegir unos y a rechazar otros, matices que él percibe por intuición pero que no consigue definir. Lo mismo sucede en relación con los médiums, pues hallándose estos en igualdad de condiciones en cuanto al poder mediúmnico, el Espíritu dará preferencia a uno o a otro, de acuerdo con el género de comunicación que desee transmitir.


EL LIBRO DE LOS MEDIUMS Capítulo XVI

         ALLAN KARDEC                                                          

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EL AMOR A LOS PADRES


La vida, en su expresión terrestre, es como un grandioso árbol. La infancia es su ramaje verde. La juventud se constituye de sus flores hermosas y perfumadas. La ancianidad es el fruto de la experiencia y de la sabiduría. Hay ramajes que mueren después del primer beso del Sol, y flores que caen al primer soplo de la primavera. Pero, el fruto es siempre una bendición del Todopoderoso. El ramaje es una esperanza, la flor una promesa, el fruto es realización.

Si el buen cristiano debe ser prudente, virtuoso, tolerante, humilde abnegado y caritativo, entre sus hermanos, lo debe ser aun más en la familia.

Si son sagrados los deberes  que hemos de cumplir entre nuestros hermanos en la Humanidad, mucho más lo son  los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar, que más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas que se enlazan  con la historia presente.

Piedad filial es de las más significativas manifestaciones de amor que el Espíritu se debe imponer, ampliando el área de los sentimientos y aumentando otros deberes, tales como de gratitud, respeto y ternura impostergables.

 Muchas veces no tenemos los padres que nos gustaría tener, que creemos que nos merecemos, y esto no es así, cada uno tiene los padres que merece, y pese a que no sean buenos padres, ya con habernos dado la vida, merecen todo nuestro respeto, amor y cariño, porque Dios nos pedirá cuenta de que clase de hijos hemos sido, y a ellos qué clase de padres han sido, el que ellos no sean buenos padres,  no nos exime a nosotros de ser buenos hijos.

El mandamiento mayor preconizado por Jesús recomienda que el amor debe ser incesante e inevitable, coronándose  del perdón por las ofensas recibidas.  En el grupo familiar, ese amor debe ser más importante, conduciendo  el perdón a un grado más elevado.

Las familias no siempre son dichosas o armónicas, constituyendo a veces un grupo de difícil entendimiento, por faltarles los instrumentos de la paz, que  cada miembro  no tuvo en consideración en otra ocasión pero que ahora retornan en situación de carencia.

Siendo así, cada Espíritu renace, no en el grupo de la propia afectividad, entre corazones generosos y dignos, y si en el clan donde tiene necesidad de depurarse por medio de la paciencia, por la resignación, por el silencio y por la bondad, preparándose para el enfrentamiento con los demás grupos sociales donde debe desarrollar  los objetivos superiores de la existencia.

De este modo, sea el que sea el núcleo familiar en el que hayamos nacido, nos cabe el deber del amor filial y fraternal, para desvincularnos  bien de las tareas que quedaron en la oscuridad de los errores pasados.

El buen Cristiano no debe dudar en tributar a sus padres, respeto, cariño y amor, considerando  que sus padres son los representantes de la Providencia para él en la Tierra, lo que lo obliga  a darles, paz, consuelo, protección y amparo. Está en el deber  de hacer por ellos lo que de ellos recibió, y aunque no se hayan portado bien, no por eso está menos obligado. Porque, en este caso, ellos están  en el orden de espíritus inferiores, y el espirita debe ser un ejemplo constante de virtud y abnegación; para que ellos aprendan lo que no han sabido: cumplir con sus deberes.

Amar siempre es el impositivo existencial, incluyendo en él a todo el clan y particularmente, al padre y madre, a fin de vivir largo tiempo en la Tierra que el  Señor nos dará, conforme preconiza  el Decálogo.

- Mercedes Cruz Reyes-

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                           LAS PENAS DEL INFIERNO            

Si la razón no existiera, si con su poderosa luz no iluminara la humana inteligencia el error , convirtiéndose en magnetizador de esta, la gobernaría a su antojo; pero como sus purísimos rayos se extienden sobre nosotros y el fluido vital que nos alienta, somos, por así decirlo, una fuerza colosal para contrarrestar los absurdos.

Las penas del Infierno son uno de los principales absurdos que la razón rechaza totalmente, ya sea por la exageración y deformidad descrita de esos tormentos, ya sea por la falta de solidez de la base en que se apoyan.

Si detenidamente consideramos la terrorífica descripción del Infierno, solamente con sus penas eternas, con ese dolor ilimitado o sufrimiento sin fin con que lo ha presentado los teólogos, es lo suficiente como para fomentar el mayor escepticismo entre las gentes; ellas son la negación de la justicia divina, de la infinita bondad de Dios y de su infinita sabiduría; porque un castigo perpetuo señala falta de tolerancia; el que es intolerante es injusto, y donde no hay justicia no cabe bondad alguna. Siendo Dios la esencia del bien y la base creadora de cuanto existe, ¿ cómo pudo crear un lugar tan horrible como el Infierno, en donde martiriza a sus hijos en una venganza insaciable, porque sus penas no tienen fin?.¿ Qué es entonces de su justicia, de su misericordia y de su amor?.

   El autor de la bellísima obra de la Creación y de esos millones de mundos que giran en el firmamento, en un horizonte infinito; ese Ser sapientísimo e invisible en la forma, pero visible en sus actos portentosos; que ha creado el organismo humano, máquina perfecta de la que se sirve el Espíritu para su progreso; el que nos ha dado inteligencia para que la cultivemos y sepamos distinguir lo bueno de lo malo; el que mediante el progreso intelectual y moral nos muestra el amor, la caridad y la ciencia, como el camino más perfecto para acercarnos a Él; ese Ser grande y sublime, en todos los conceptos, se convierte en un ser pequeño, lleno de pasiones, como cualquiera de los pequeños desheredados que pueblan la Tierra, puesto que crea un lugar de tormento indefinido para los hijos que no cumplen con su deber.

  Un padre terrenal perdona a sus hijos, por malos que sean, porque el amor de un padre es el más verdadero y desinteresado de todos cuanto existen, y así como todo lo grande se muestra por sí solo, el amor paternal, inmenso e imperecedero, todo lo sacrifica por sus hijos, aunque estos tengan graves defectos, exceptuándose esos padres desnaturalizados, que no merecen el nombre de tales. Luego si los humanos saben perdonar y el Creador de todo no perdona, porque condena a los culpables con las penas eternas del Infierno, se podría decir que los hombres son más perfectos que Dios, porque no son tan iracundos, rencorosos ni vengativos.

  Esta sola reflexión bastaría para destruir en un instante las falsas teorías del Infierno, imaginado por la conveniencia de unos y aceptado por la ignorancia de los otros, porque en sana lógica, no puede admitirse un Dios que siendo infinitamente grande en todos los sentidos, descienda a ser infinitamente pequeño. Para más claridad, copiaremos algunos párrafos del libro  El Cielo y el Infierno, de Allan Kardec, referente a la penas eternas; dice así : 

" Dios es único, eterno, inmutable, todopoderoso, soberanamente justo y bueno, infinito en todas sus perfecciones."

" Es imposible concebir a Dios sin el infinito de sus perfecciones, sin las que no sería Dios, porque se podría concebir un ser que poseyese lo que a él le faltase. Para estar sobre todos los seres, es preciso que ninguno pueda sobrepasarlo ni igualarlo en nada. Tiene que ser, por tanto, infinito en todo."

" Siendo infinitos los atributos de Dios, no son susceptible de aumento ni de disminución; sin esto no serían infinitos y Dios no sería perfecto. Si se disgregase una sola partícula de sus atributos, no sería Dios, pues podría existir uno más perfecto."

" El infinito de una cualidad, excluye la posibilidad de que exista una cualidad contraria que la disminuya o anule. Un ser infinitamente bueno, no puede tener la más mínima partícula de maldad, ni el ser infinitamente malo tener la más mínima partícula de bondad; al igual que un objeto no podría ser infinitamente negro, teniendo un mínimo viso blanco, ni podría ser blanco absoluto con la más leve mancha negra."

" Solo un ser infinito puede hacer algo infinito. El hombre, siendo limitado en sus virtudes, en sus conocimientos, en su potencia, en sus aptitudes, en su existencia terrestre, no puede producir sino cosas limitadas."

" Si el hombre pudiera ser infinito en lo malo que hace. lo sería igualmente en lo bueno y entonces sería igual a Dios- Pero si el hombre pudiera ser infinito en lo que hace bueno, no haría mal, porque el bien absoluto es la exclusión de todo mal."

" Admitiendo que una ofensa temporal a Dios pudiese ser infinita, Dios vengándose de ella con un castigo infinito, sería infinitamente vengativo; si fuese infinitamente vengativo no podría ser infinitamente bueno y misericordioso, porque uno de estos atributos es la negación del otro. Si no fuera infinitamente bueno no sería perfecto, y si no fuese perfecto no sería Dios.

" Si Dios es inexorable con el culpable arrepentido, no es misericordioso y si no es misericordioso no es infinitamente bueno."

" ¿Por qué Dios impondría al hombre, como ley, el perdón, si él mismo no es capaz de perdonar?. ¡ Resultaría que el hombre que perdonase a sus enemigos, devolviendo bien por mal, sería mejor que Dios, que se hace  sordo al arrepentimiento de aquel que le ha ofendido, y le niega eternamente el más ligero alivio !."

" Dios, que está en todas partes y lo ve todo, debe ver los tormentos de los condenados, Si es insensible a su dolor durante toda la eternidad, eternamente está falto de piedad y si no tiene piedad no es infinitamente bueno."

   Después de esto, diremos que la luz no pude dejar de ser luz jamás, como asimismo que siendo Dios amor infinito, no puede abrigar venganza alguna, porque el amor es gemelo de la tolerancia, y el que tolera está dispuesto a perdonar. Por tanto, si Dios perdona, no puede por ningún concepto condenar a sus hijos a un sufrimiento eterno; de lo que se deduce que el Infierno que pintan solo es parte de una filosofía errónea creada para doblegar a los pueblos que, envueltos en la ignorancia, han aceptado siempre las religiones, a ciegas, como algo preciso para poder vivir, pero sin tratar de escudriñar nunca lo bueno o malo que encierran, Así que el Infierno, foco de tormentos inconcebibles, y donde, según algunos teólogos, predomina un fuego voraz que constantemente quema sin que se extinga ni un segundo, ha sido la semilla venenosa que esparcida entre las masas por los agentes del egoísmo, les ha inoculado un terror supersticioso, las ha fanatizado y las ha dejado con esa fe ciega, síntesis de la más crasa ignorancia, para tenerlas bajo su presión por los siglos de los siglos.

  Mas hoy las inteligencias, sacudiendo tan pesada carga, aspirando con deleite las brisas del progreso y remontando su vuelo a las esferas de la razón no encuentran ese lugar tétrico donde todos son ayes y gemidos, especie de Babel donde se confunde la justicia divina con la humana, no lo encuentran, porque en sana filosofía no puede admitirse, pues para remitir las penas eternas, es preciso negar a Dios su bondad infinita, y esta la vemos en todas partes. pues allí donde el progreso se agita, el amor Divino lo satura todo, llevando el sello de su misericordia; y si no fuese bondadoso, no sería pródigo, enviándonos torrentes de luz en todo sentido, para que progresemos y nos perfeccionemos.

  En nuestro concepto, solo existe el Infierno en la conciencia de aquel que no obra bien y que su remordimiento, será siempre el mayor de los tormentos, ya que la conciencia, en todos tiempos proporciona al individuo una tranquilidad relativa a la bondad de sus actos; der modo que si estos fueron malos, aunque sus labios se entreabran al mundo para mostrar una sonrisa, su conciencia, juez inexorable de sus obras, será constantemente la copa de hiel que acabará con todos sus placeres.

  El que se desespera en las luchas de la vida, también se crea un infierno a su alrededor, porque la desesperación es combustible que arde instantáneamente y causa los males inimaginables; pero estos sufrimientos no son eternos, pues solo duran el tiempo que el espíritu quiere. Mientras este persiste en no corregirse, los dolores continúan su marcha; pero cuando reflexiona y quiere mejorarse, aquellos cesan, y la calma y el bienestar los sustituyen.

  No concebimos el tormento eterno, porque es la negación del amor de Dios: creemos, si, en la expiación de nuestras faltas, que son los dolores terrenales a los que todos más o menos estamos sujetos, pero solo cierto tiempo, porque es lo más admisible y lógico para nuestro progreso moral y material; pues aunque todo crece y se transforma, demostrándonos así que todo vive, solo ese Ser invisible, Creador de cuanto nos rodea, es Inmutable y Eterno, como se ve por la armonía, belleza y grandiosidad de Su obra.

- Cándida Sanz-                                                                                                                                   ( Art. publicado anteriormente en la Rev. Fraternidad Cristiana Espírita nº 63) 

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¿Por qué la Reencarnación no es aceptada por las religiones cristianas?

 

      Es evidente que las religiones cristianas actuales, con los dogmas ya ancestrales que crearon para dominar y controlar a los pueblos sobre los que imponían sus criterios, si admitiesen la reencarnación, quedarían alejados de las pretendidas  verdades sostenidas por ellos, y que pretenden exclusivizar. 

 

     Así por ejemplo, si admitiesen la idea de la reencarnación, no podrían aceptar el concepto de la salvación por la gracia, a través  de un “sacramento” que  administra un sacerdote o ministro, tantas veces más atrasado espiritualmente que el penitente confesado.

 

     Muchos  dogmas religiosos, con la idea de la reencarnación  “volarían”, y con tan solo uno que vuele, volarían todos, porque caerían todos, uno tras otro, como un castillo de naipes, pues las jerarquías sacerdotales, habiéndose  autoproclamado representantes de Dios y de Jesús Cristo en la Tierra, y dueños exclusivos de verdades eternas, con menosprecio de otras verdades que se sustenten desde otras religiones, porque no les convengan o simplemente porque no encajan con lo establecido doctrinalmente por ellos mismos; si tan solo una de esas verdades exclusivas resultara desmentida por la evidencia filosófica o científica que se desprende de la reencarnación, ya no estarían en situación de seguir proclamando la Verdad, como un patrimonio exclusivo de ellos, y por tanto ya no podrían continuar empeñados en mantener que ellos están en posesión de la verdad  con  esos dogmas impuestos en su doctrina como verdades absolutas, pero que resultan falsas o poco creíbles a la luz de la razón de la lógica y de la ciencia.

     La cuestión de la Reencarnación, no dejará de ser un problema para el actual Cristianismo, porque el conocimiento de la misma, es un hecho cada día más evidente, divulgado y demostrado en miles de casos comprobados por científicos,  y reconocida a nivel popular, lo cual merma y socava cada vez más la credibilidad en ciertos dogmas religiosos establecidos pero que ya apenas se sostienen, porque ellos han sido proclamados y sostenidos como verdades absolutas, pero una realidad trascendente, tan evidente y demostrada como lo es la Reencarnación, desde luego deja en evidencia muchos de estos dogmas religiosos.

 

    Al ser humano actual  le resulta contradictorio que una filosofía o credo religioso, continúe empeñado en ignorar a propósito una Realidad  tan fundamental, cierta, demostrada y evidente como lo es la Reencarnación, aunque sobre todo a los materialistas les siga sorprendiendo  la existencia y presencia, cada vez más, de los llamados “niños prodigio”, para los que su única explicación es la de que son “muy listos” y tienen los conocimientos, artes y habilidades que demuestran porque los han heredado por los genes de sus ancestros. (¿De verdad se lo podrán  creer?). Asimismo ignoran (no se si a propósito), la comprobación de los recuerdos en los niños. de vidas pasadas, las marcas de nacimiento, como secuela de heridas o traumas vividos en una existencia anterior, o los recuerdos vividos de vidas anteriores, muchos de ellos comprobados como ciertos, que han sido utilizados como terapia por algunos psícologos especializados, para revivir los traumas sufridos en alguna vida anterior.  Esos recuerdos reales y comprobados, no pueden ser transmitidos genéticamente, pues son algo personal de los que los tienen y no de ninguno de los ancestros que no se los hubieran podido transmitir porque esos conocimientos, artes o vivencias, sus antepasados no las tenían. 


- José Luis Martin-

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