miércoles, 14 de diciembre de 2022

¿En qué lugar está el Cielo y el Infierno?

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Presentes de Amor

2.- Enfermedades mentales y obsesión

3.-¿ El Cristianismo adoptó alguna vez  la Reencarnación?

4-   ¿En qué lugar  está el Cielo y el Infierno?


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PRESENTES DE AMOR

Cuando usted hubiere beneficiado a alguien, consolide su bondad con el silencio sobre la dádiva que hizo para que usted no humille a quien la recibe.

No se ponga en contra de quien hable por el simple placer de la contradicción.

Suministre una información sin despreciar a quien la pide.

Converse sin desear parecer mayor o mejor que los circunstantes.

Habitúese a evitar confrontaciones para no herir susceptibilidades de quien oye.

Tolere el apunte menos feliz de algún amigo, sin irritación y sin venganza.

Cultive la paciencia en los momentos difíciles, absteniéndose de agravar tribulaciones y problemas.

No tiente al corazón ajeno con promesas que no desee y no pueda cumplir.

Realice el bien por la alegría de servir, sin cobrar tributos de gratitud.

No exija la cooperación de los demás en tareas que usted pueda realizar por sí mismo.

Esparciendo esos presentes de amor, estará usted efectuando, en la organización cambios de la vida, sus mejores inversiones de paz y felicidad.

Andre Luiz.( Espíritu)
 
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 ENFERMEDADES MENTALES Y OBSESIÓN               

               
   Muchos de los enfermos que sufren en los Hospitales Psiquiátricos enfermedades mentales, son en realidad víctimas de antiguos y graves procesos obsesivos, pero no en el concepto que emplea la medicina, que es el mismo utilizado por el Espiritismo: Obsesión; sino entendiendo como tal la influencia perniciosa de un Espíritu o Espíritus sobre un ser encarnado. La idea que la Psiquiatría tiene de estas enfermedades, es totalmente diferente, creyendo erróneamente que todo es debido al mal funcionamiento del cerebro, o a complejos procesos químicos, resultado de un sinnúmero de causas externas al paciente que provocan las enfermedades. Por supuesto que no estamos diciendo que todo tipo de enfermedad mental sea debida a los Espíritus, los traumatismos o golpes diversos en la cabeza pueden provocar trastornos diferentes: Dolores de cabeza, somnolencia, visión doble, ceguera, hasta el coma. Los virus e infecciones bacterianas, como diversos procesos de infección y contagio, pueden atacar el sistema nervioso central, ocasionando diferentes patologías.

   La carencia de elementos necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo humano, deficiencias de vitaminas, alimentación inadecuada, trastornos hormonales, etc. El uso de tóxicos como el alcohol u otras drogas son desencadenantes de trastornos físicos y psíquicos.

   Algo que debemos tener siempre en cuenta es que cualquier molestia o desajuste nervioso se produce por un desequilibrio, que nace de lo más profundo del ser que es su Espíritu, este desajuste es causado por una causa determinada, que puede ser debida a algo exterior al que la sufre o a él mismo. En el caso de que dicha causa persista, la molestia inicial se convertirá en trastorno, y este, en enfermedad grave. El cuerpo físico es dirigido por el Espíritu, y cuando este enferma, filtra la enfermedad, primero a la psique y luego al soma. Hoy día la medicina ya conoce la influencia que puede tener la mente enferma sobre el cuerpo físico, ya que las emociones fuertes de odio, ira, estrés, provocan un desequilibrio interno que luego se traduce en enfermedades físicas, como úlcera de estómago, eccemas, arritmias, astenia, cánceres y un largo etcétera.

   Las enfermedades mentales incurables, hoy por hoy, por la ciencia médica, como son las psicosis, esquizofrenias, autismos, etc., son graves desajustes espirituales, expiaciones que debe pagar el ser que las sufre, así como también pueden deberse a la acción dañina de Espíritus obsesores. Muchas veces es difícil discernir dónde comienza la enfermedad orgánica y termina la obsesión espiritual y viceversa, estando como están ambas modalidades tan entrelazadas, pues una deficiencia físico mental favorece la acción de los Espíritus obsesores, sin querer decir que tenga que ser siempre así, tanto como una obsesión espiritual puede provocar en el cuerpo físico graves enfermedades. Los cambios bruscos de personalidad, las personalidades múltiples, independientes una de otras, que se dan en determinados enfermos, las ausencias, son indicios de posibles obsesiones. Muchos casos de locura lo son porque el paciente es médium y ni tan siquiera lo sabe, en realidad todos los enfermos de obsesión lo son. No conociendo la facultad mediúmnica, esta no se educa, no se aprovecha en el bien, abriendo la puerta a Espíritus sufrientes e inferiores que le provocan un grave deterioro físico, mental y espiritual, al no canalizar su energía en el camino correcto.

   En Brasil se trata el problema de la obsesión conjuntamente en Hospitales donde los médicos, además de ser psiquiatras, son espiritistas, dando al paciente el tratamiento que necesita en cada caso, según su problema. Mientras los médicos materialistas, desconocedores de la realidad espiritual, persistan en tratar al ser humano como un cuerpo sin alma, ignorando a esta, les será muy difícil tener éxito en la curación de muchas enfermedades, tanto físicas como mentales.

- Juan Luis Sánchez-

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¿EL CRISTIANISMO ADOPTÓ ALGUNA VEZ  LA REENCARNACIÓN?

           La reencarnación es la gran desconocida en occidente, en donde todavía no deja de ser un tabú y una idea desfigurada por las supersticiones y el materialismo, dificultada  además por las religiones cristianas dominantes en esta parte de nuestro mundo. Sin embargo  tiene su parte importante  y su influencia en la  historia de las iglesias cristianas.

El cristianismo en sus comienzos  conservó durante los tres primeros siglos la idea de la reencarnación heredada de los hebreos contemporáneos de Jesús de Nazaret, el cual también la  había mencionado antes en sus enseñanzas durante su vida pública.

Asimismo, el Cristianismo en sus comienzos recibió también  las influencias de las Escuelas de Oriente, como la de  Alejandría, de carácter filosófico, así como las  de los  primeros focos cristianos de Occidente que se preocupaban mas del engrandecimiento material y del poder territorial, que del mensaje cristiano.

La idea de la Reencarnación fue mantenida por el Cristianismo  hasta que por la fuerza de un decreto conciliar, fue  condenada  por el Imperio de Constantino que dominaba sobre la Iglesia, siendo desde entonces oficialmente ignorada y olvidada ante el temor de la persecución por ese motivo.

El problema  que hizo que esta idea no siguiese siendo tenida en cuenta dentro del conocimiento teológico cristiano, surgió cuando en el año 313 el Emperador Constantino el Grande, en el Concilio de Constantinopla ,  declaró oficial la religión cristiana en igualdad con la religión pagana del pueblo romano. No es que el paganismo se cristianizase, sino que  fue el Cristianismo primitivo quien se paganizó. 

En el  siguiente Concilio de Constantinopla II, presidido por el Papa Virgilio, bajo las órdenes del emperador Justiniano I, quien por satisfacer los deseos de su esposa, anatematizó la idea de la reencarnación, lo cual significaba la persecución de quienes la sostuviesen o la defendiesen.  Uno de los llamados “primeros Padres de la Iglesia”, Orígenes de Alejandría,  fue condenado por este motivo junto a los Gnósticos que  la defendían.  Este anatema llevó a la  ocultación de este concepto popular que al paso del tiempo fue siendo olvidado. 

Aquel anatema es la prueba palpable de que la idea de la reencarnación ya era conocida y estaba asumida y aceptada en aquel entonces por aquellos primeros cristianos, pues no se hubiese podido condenar algo si  no hubiese existido. 

Dejando por el momento interpretaciones bíblicas, que merecen el máximo respeto, y al margen de pasajes bíblicos en los que se habla claramente de la idea de la reencarnación, aunque bajo otro nombre diferente, es preciso comprender que existen hechos y pruebas históricas que ponen en evidencia el que esta idea estaba asumida y mantenida  por muchos de los llamados “Primeros Padres” de la Iglesia primitiva, tal como San Agustín, San Jerónimo, San Gregorio Nacianceno y  Orígenes. 

Orígenes, discípulo de S.Clemente  fue, tal vez, el más célebre de aquellos “Primeros Padres” y entre sus enseñanzas estaba la de la desigualdad de los humanos como consecuencia de sus méritos y deméritos anteriores, y afirmaba que las únicas “penas” que existían conforme a la bondad y a la justicia de Dios, son las que depuran poco a poco a las almas durante series de existencias, antes de ser admitidas dichas almas  definitivamente en el Cielo. Por este motivo a las vidas dolorosas Orígenes las llamó “Penas Medicinales”, porque como la medicina, podían ser dolorosas, pero curaban el alma enferma a causa de sus pecados o deudas y sostenía que estas eran proporcionales a las faltas de las almas que se encarnaban en nuevos cuerpos para redimir su pasado y purificarse. Defendió la idea de la reencarnación  por tradición  cristiana desde los primeros discípulos de Jesús.

Después, mediante numerosos Concilios que fueron llegando en el devenir de los siglos, se fueron aboliendo ideas filosóficas admitidas por la tradición de oriente y por los primeros cristianos, En su lugar se fueron imponiendo los dogmas que fue creando  la iglesia Católica y que los defendió en una etapa de terror creada por ella misma a principios del siglo XIII con la creación del Tribunal de la  Inquisición, que  mantuvo  durante casi seiscientos años, persiguiendo con saña las ideas que se oponían al dogma papal establecido, o a personas dotadas de facultades paranormales a las que por ese motivo, enviaba al tormento y a la muerte con la acusación de brujería o satanismo.

- Jose Luis Martín-

 

 

  “Muchas de las ideas de los Cristianos las han expresado mejor y antes, los griegos. Detrás de estos puntos de vista hay una doctrina antigua que ha existido desde el principio.”  -Celso –

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¿ En qué lugar está el Cielo y el Infierno ? 

En el Más Allá no existen cielos ni infiernos eternos como lugares descritos así por las teologías religiosas, pero si existen estados felices e infelices de acuerdo con la condición moral y la visión interior de sus habitantes, y esto es algo que comienza siempre en nosotros mismos como seres humanos.

Las religiones han promulgado las ideas del cielo y del infierno como las metas finales e inevitables de los seres humanos, dándoles un sentido de eternidad o definitivo. Afirman que las almas bienaventuradas van a un cielo de felicidad eterna y allí permanecen admirando la grandiosa obra de Dios, sin tener ninguna actividad; este cielo que parece tener relación con una inacción eterna, si existiese, sería más bien un infierno, porque contraría a la Ley General de Evolución que impulsa a la acción y al movimiento, y afecta a todos los mundos y Seres, tanto encarnados como desencarnados.

En cualquier caso, cabría plantearse, como lo hizo Allan Kardec, que es o en donde está ubicado el lugar del cielo dentro de esa inmensidad sin límites que es el Universo?. Popularmente se ha señalado el lugar del Cielo como un “arriba” y el lugar del infierno como un “abajo”, o sea bajo las capas más profundas de la Tierra.

La respuesta ahora sabemos que está en que el Cielo  no es un lugar físico definido; está por todas partes, sin límites de ninguna clase, aunque en cierto  sentido, “arriba” en donde se ubican los Espíritus buenos en cuanto a que los planos superiores de estancia espiritual se encuentran en franjas vibratorias elevadas en cuanto a la psicoesfera terrestre de más baja vibración, mientras que los Infiernos, al señalarlos como “abajo”, no es que se refiera a lugares ubicados debajo de la tierra, sino mas bien como franjas vibratoriasno  más acordes con nuestra psicoesfera, o de una vibración inferior a la terrestre, que los agrupa por afinidad.

El concepto del infierno que había en la Edad Media, ha perdurado hasta hace poco; este era designado como un lugar físico en donde los condenados padecían continuamente los tormentos más brutales, tanto físicos como espirituales, aunque se reconocía que las almas allí carecían de cuerpo físico. En él los pecadores padecían sádicas torturas, como la de quemarse entre llamas de fuego eternamente sin ninguna esperanza de perdón o de que el dolor y el sufrimiento no terminaran jamás.

El Cielo y el Infierno no son lugares, sino estados individuales de las Almas desencarnadas, pues si  fuesen lugares o zonas delimitadas, tendrían que ser lugares físicos, concretos y delimitados, pero como ya es reconocido por las religiones, básicamente existen dos planos de existencia en el Universo, el material y el inmaterial o espiritual, y estos cielo o infierno que nos esperan después de la muerte, no son sino estados de conciencia de los Espíritus que , con arreglo a lo establecido por la Ley de Consecuencias, comienzan a cosechar en el Más Allá los frutos de aquello que antes sembraron en la Tierra como espíritus encarnados. Ya lo advirtió el Maestro Jesús: “ A cada uno le será dado según sus obras". Y ese estado, feliz o desgraciado, nos acompaña ya en este mundo o en el otro, como la cosecha obligatoria de la siembra permanente y voluntaria, buena o mala, que cada cual hacemos libremente y por tanto tiempo como nos sea necesario para con nuestro esfuerzo y mejora, necesitemos permanecer en él.

¡ Qué malo sería si existiese el dios inmisericorde que han enseñado las religiones ¡. ¡¡  Demos Gracias a Dios, porque ese dios no existe !!.

Debemos tener claro que Dios es la fuente de origen de todo lo creado, y que con arreglo a la perfección y sabiduría infinitas que muestra a través de Su obra, el Ser humano no ha podido ser creado para un destino y perspectiva tan tristes y despiadados. Por ello podemos concluir que estos conceptos teológicos tradicionales, no pueden ser en absoluto ciertos, y por ello cada día son menos creídos. Todos estamos llamados a continuar nuestra evolución personal o espiritual hacia esa meta de Perfección infinita que llamamos Dios, con independencia de los errores o aciertos que cada cual haya podido cometer en una vida humana.

En todo caso, hay que tener presente que siempre tendremos que recoger el fruto bueno o malo de lo que sembremos con nuestro comportamiento en cada existencia, lo cual puede suponer disfrutar de un Cielo de felicidad, o de un penar en un Infierno interior de sufrimiento, pero tengamos claro que  ese infierno siempre y en todo caso, es un estado transitorio del Alma, y jamás definitivo.

Para entender esto valga la imagen del que cae en un pozo pero no se queda en él para siempre, pues antes o después sale porque así lo ha dispuesto su Padre que le da fuerzas para salir del pozo y oportunidades para intentarlo de nuevo siempre. Asimismo sirva también la metáfora del que está cruzando el mar encrespado de su evolución, de modo que cuando se encuentra en la cresta de la ola es muy feliz, pero no se puede quedar para siempre en lo alto de esa ola, sino que debe seguir nadando después y en su empeño por cruzar el mar , no está libre de caer dentro de un agujero en la siguiente brazada que intente avanzar hacia esa lejana meta de Perfección en donde le aguarda su Padre, aunque eso sí, a cada brazada conseguida mayor es su pericia y menos probable es la caída....

Resulta  totalmente ilógico y difícil de admitir el estado definitivo de un Infierno, al que se condena por algunos errores cometidos en ese instante fugaz que es la existencia humana del Ser,  así como la existencia de un Cielo de beatitud en una eterna ociosidad de un descanso eterno ganado a cambio de los méritos que se puedan hacer en una sola vida humana, por larga que esta sea. Otras veces se pretende ganar el Cielo para un fallecido por las peticiones y rogatorias de los vivos , aunque estas siempre benefician al Ser espiritual por el que se pide ayuda, porque esas plegarias que por él se dirigen, le dan consuelo y fuerzas para seguir avanzando por el camino de su evolución, o también cuando se pretende salvarlo  recomendando al fallecido mediante actos litúrgicos religiosos de cualquier clase que sean, casi siempre pagados con dinero para obtener a cambio su salvación eterna. Este estado de cosas, aunque hechas con buena fe, es de lo más absurdo e injusto, porque La Justicia Divina no se puede comprar, ni nuestra suerte en el Mas Allá depende de que alguien haga o pague por nosotros esos ritos religiosos o esas ceremonias y plegarias que nada tienen que ver con Dios ni con los espíritus.

    Si el Cielo y el Infierno existiesen tal como los han descrito las religiones, y admitiésemos que estos se ganan o se pierden de esta forma, no habría mas remedio que pensar que lo absurdo y lo injusto también son una ley natural e impuesta; si se pudiese admitir tanto disparate, ello supondría la negación de Dios, de su infinita bondad, perfección y justicia, además de que el nacimiento, la existencia y la muerte del Ser humano, carecerían de sentido. 

- Jose Luis Martín -

 

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