viernes, 12 de abril de 2019

Una vida inacabada (1)

   
    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El hombre primitivo: Adán y Eva
2.- El Camino del mal
3.- La cuestión de la identidad
4.-Codificación:Semejanzas físicas y morales
     Frase: Pequeños gestos
5.- Una vida inacabada (1)



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             EL HOMBRE PRIMITIVO 

                                                                


                                              ADÁN Y EVA 

     No vamos a valemos del concepto establecido por la Biblia, sobre Adán como primer hombre de nuestro mundo, ya que en el mismo hay una notoria incongruencia. 

     No se alarme,Verifique usted mismo. 

     Dice la Biblia: «Dios creó al hombre a su imagen y los creó macho y hembra». «Y echóles Dios su bendición y dijo: Creced y multiplicaos» (Génesis 1-27 y 28). 

     O sea que, el hombre (denominación genérica) fue creado macho y hembra, no unidad hermafrodita, sino dos personas ya que dice bien claro: «Los creó macho y hembra», y echóles su bendición y dijo: creced y multiplicaos» (en plural). 

     Lo expuesto, no concuerda con lo siguiente: «Dios dijo luego: no es bueno que el hombre esté solo, hagámosle compañera semejante a él« (Génesis 11-18)
«Por tanto, el Señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño, y mientras estaba dormido le quitó una de las costillas y llenó de carne aquel vacío« (Génesis 11-21). «Y de la costilla aquélla que había sacado de Adán, formó el Señor Dios una mujer, la cual puso delante de Adán« (Génesis II-22). 

     Aun cuando su propia incongruencia hace inadmisible este concepto del comienzo de nuestra humanidad, invitamos al lector a continuar analizando los siguientes versículos del capítulo IV. «Y salido Caín de la presencia del Señor (?), habitó en el país que está al oriente del Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y parió a Henoc« (Génesis IV-16 y 17). 

     De acuerdo con este relato, al alejarse Caín de la tierra de sus padres, halló otro pueblo, en el cual tomó esposa. 
     Pero esta mujer no era hija de Adán y Eva, sino parte de la comunidad de otro pueblo.         Luego, existía ya otro país, y por ende, otros países. 

     Por ventura, tan sólo los sectores fanáticos que abdican del divino derecho de razonar, son los que no se aperciben de esta gran adulteración de la verdad, que empequeñece la grandiosidad de la CREADORA SABIDURÍA CÓSMICA. 

     El origen del hombre primitivo, se pierde en la noche de los tiempos. Lo que sí, hoy podemos afirmar es que no fue creado en el instante de un momento dado, sino que es el resultado de un largo proceso evolutivo de formas biológicas inferiores precedentes. 

    Es el fruto de una larga evolución a través de todas las formas de vida, que pueden observarse en la fecunda Naturaleza. 

   A este respecto, hay hipótesis diversas. Las más, fundamentadas en los diversos hallazgos de fósiles humanos. Unas sostienen que surgió de las formas antropoides (teoría Darwiniana) y otras, como la del jesuíta Pierre Teilhard de Chardin, en su obra «El Fenómeno Humano», de que... «ha emergido filéticamente ante nuestros ojos, exactamente igual que otra especie cualquiera«.(*)

    Lo que sí está demostrado por los paleontólogos, es que el hombre primitivo apenas se diferenciaba de los monos antropoideos, en su aspecto morfológico y estructura ósea. 

   Concordamos con Teilhard de Chardin en que, el hombre ha emergido al igual que cualquier otra especie; pero, de las especies existentes en aquel período planetario, y mediante un largo proceso morfológico, en millones de años. La buena lógica nos lleva a la conclusión de que su aparición fue lenta en el tiempo, no espontánea sino filogénicamente a medida del desarrollo del psiquismo trascendente, modificador de la forma en las especies vivientes; y en diversas regiones del planeta. 

    Hoy ya se sabe que, hacia final de la época terciaria, los diversos tipos de monos antropoides eran muchísimo más abundantes que en la actualidad, y que estaban extendidos por todos los continentes. Pero, lo que no se sabe aún con precisión, es el comienzo de la raza humana; aunque ya se afirma que surgió en el período cuaternario, contemporáneo del megaterio, y que algunos antropólogos asignan al «Pithecanthropus erectus». 
    Los paleontólogos han descubierto fósiles que declaran ser de origen humano, y aseguran pertenecer a épocas de hace un millón de años, en algunas regiones, y de un millón y medio y hasta dos millones de años, en otras. 

    Admitiendo como base fundamental el principio ya demostrado de la evolución de las formas en concordancia con la evolución del psiquismo, y éste en relación a la necesidad de supervivencia; conociendo ya que la embriogenia nos demuestra que el hombre es la síntesis de todas las formas vivas que le han precedido; conociendo, también, que la necesidad crea el órgano, como puede apreciarse en los diversos tipos de animales de una misma especie que, al vivir en distintos ambientes, han ido modificando (con la fuerza de la mente) la forma de sus miembros, de acuerdo con la necesidad de supervivencia —las aves y la ardilla voladora, por ejemplo—; nos es fácil comprender la modificación morfológica a medida que la mente se desarrolla. 

    La forma humana está en concordancia con el grado de evolución de cada mundo. Así, el humanoide de la época cuaternaria (pleistocena) de nuestro planeta, estaba en relación a la clase de vida y atmósfera de entonces. Nuestra forma actual, que no es la definitiva, está en concordancia con los diversos grados de evolución del psiquismo de las diferentes personas de nuestro conglomerado humano. 

Sebastián de Arauco.

(*) Nota: No encuentro sentido ni significado a la palabra " filéticamente" o "filogénicamente", por lo que no aclara mucho para la comprensión de la hipótesis de Teilhard de Chardin.



                                             

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                           EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU

                                               EL CAMINO DEL MAL 

120. ¿Todos los espíritus pasan por la serie del mal para llegar al bien? -“No por la serie del mal, sino por la de la ignorancia”. (Allan Kardec, Libro de los Espíritus). 

En pasados artículos apenas esbozamos sobre el proceso evolutivo de aquellos seres o espíritus que toman el camino del bien, del correcto proceder, desde sus inicios. Ahora vamos a tratar justamente el caso contrario, el de aquellos que no lo consiguen y toman la dirección equivocada, el camino del mal.
Hay seres que, desde el comienzo de su evolución, se dejan arrastrar por la forma de actuar más cómoda y no llegan a ejercer la fuerza de voluntad, esa fuerza que todo individuo posee como herramienta de progreso, como una cualidad espiritual. Está ahí, incipiente, y a medida que ese ser se va elevando, la desarrolla más y más, pero siempre está ahí, lista para ser usada. A pesar de ello, hay individuos que no llegan a ponerla en práctica y se dejan arrastrar por la comodidad. Y es entonces, ante ciertas pruebas y experiencias, que esos seres  van tomando el camino del mal, simplemente, por pura pereza y comodidad. 
   Podrían actuar de un modo diferente, pero optan por la senda de la comodidad. Todavía no dominan su cuerpo físico, su materia, y se dejan llevar por los instintos sin pararse a meditar sobre las consecuencias de sus actos. Llegarán así a cometer actos de auténtica maldad. Pero la Justicia Divina es conocedora de que se encuentran al inicio de su vida como espíritus y que, por ello, no llegan a contraer una gran responsabilidad. 
   Todavía no han forjado ese carácter malévolo, pero empiezan ya a vislumbrarse los rasgos que les conducirán al camino equivocado, el camino del dolor. Se verán empujados a actuar, buscando siempre realizar actos de maldad.
   121. ¿Por qué algunos Espíritus han seguido el camino del bien y otros el del mal? ¿Acaso no tienen libre albedrío?
-”Dios no creó Espíritus malos; los creó simples e ignorantes, es decir, con tanta aptitud para el bien como para el mal. Los que son malos llegaron a serlo por su voluntad”.(L.E.)
    No obstante, este ser, ese espíritu, vuelve a caer en los mismos errores a lo largo de sus siguientes existencias, y cuando abandona el cuerpo físico y llega al mundo astral, se horroriza viendo cómo ha actuado y demanda volver, de nuevo, al mundo físico para repetir las experiencias en las que falló, buscando así encontrar la rectificación. Sabe que está aún a tiempo de corregirse, sabe que ha acumulado una importante lacra al haberse dejado llevar por la comodidad y no haber hecho uso de la fuerza de voluntad, desoyendo la conciencia. Ha continuado endeudándose, más y más, al permanecer en el camino fácil e incrementar sus defectos. Y, no obstante ir concienciándose de las consecuencias de sus actos y del dolor que ha causado, continúa embruteciéndose y convirtiéndose en un ser cada vez más egoísta. El factor que les diferencia de aquellos otros seres que desde el principio han sabido hacer un adecuado uso de su libre albedrío, de esos seres que se han esforzado en dominar su cuerpo físico y procurado sortear todas las dificultades mediante la práctica del bien, es muy  significativo. 
   Los primeros van consiguiendo su luz interior, su luz espiritual, sus buenas cualidades y, sobre todo, esa gran cualidad que es la intuición. Comprueban que, en cada nueva existencia, van asciendo, paso a paso, peldaño a peldaño, y que son cada vez más conscientes de su futuro, y sus deseos de progreso crecen. Mientras tanto, los segundos, los desviados del camino, siguen complaciéndose en el mal y dejan de lado sus posibilidades como espíritus dueños de libre albedrío. Continúan reforzándose en sus defectos y malas inclinaciones; son conscientes de que todo lo que hacen les perjudica, por ser contrario a las Leyes Divinas, pero apenas hacen algo por evitarlo. El egoísmo y la comodidad les comen el terreno, y llega un momento en el que practicar el mal lo consideran como algo natural. 
   Y esta práctica se convierte en su forma de vivir y actuar, desoyen su conciencia y ya nada les importa, ni tan siquiera el sufrimiento de sus congéneres. Desoyen todos los consejos que se les transmiten, ignorándolos, ante la convicción de que su misión es hacer el mal, y para ello no dudan en sacrificar a sus semejantes. Reciben siempre ayuda del plano espiritual pero, llegados a este punto del proceso evolutivo, punto contrario a la ley natural, han enquistado otro defecto, también importantísimo, la rebeldía. Con esta actitud pierden ya toda la voluntad de hacer el bien. Dentro de su mundo de rebeldía no alcanzan a comprender cómo han podido llegar a esa situación. Tampoco desean abandonar su postura de intransigencia, pues piensan que todo cuanto les rodea se ha vuelto contra ellos. Sienten que pueden hacer cuanto desean, sin que nada, ni nadie, pueda impedirlo. 
   En el Cielo y el infierno, Kardec trata este tema en una serie de comunicaciones con el capítulo titulado “espíritus empedernidos”. Tras diversas existencias actuando con maldad, y habiéndose convertido ésta en parte de su actitud y forma de pensar, y sintiéndola como algo natural, cuando finalmente llegan al mundo astral siguen convencidos de no haber podido realizar todo el daño que podían y querían hacer, pero que no pudieron llegar a materializar. Sus defectos les han transformado, les han doblegado, ven el camino que han recorrido y se  endurecen en sus deseos para evitar rectificar y expiar sus errores y daños. Se han enquistado en el camino del mal y desean continuar en esa situación.
   Esos individuos han tomado un camino peligroso, un camino del que les resultará muy difícil salir. Han perdido toda capacidad de mejora y, en lugar de engrandecerse, se han endurecido en la maldad, perdiendo cualquier atisbo de inocencia. Su conciencia, esa gran sabiduría que como espíritus poseen, y con la que han sido creados, ha quedado velada. Sus facultades y su mente han quedado bloqueadas. Cuando finalmente les alcance el tiempo marcado por las Leyes Divinas para su rectificación dolorosa, renegarán de Dios, a Quien convertirán en su enemigo. Se sentirán incluso capaces de luchar contra Él.
   Estas son las almas oscurecidas, las almas negras a las que hacen referencia las religiones. Sabemos que no han sido creadas así, sabemos que han llegado a ese estado por propia voluntad, pero el Misericordioso, a través de sus sabias y amorosas leyes, con el tiempo les conducirá, indefectiblemente, hacia el camino del bien, hacia el camino de su progreso espiritual.
   122. ¿Cómo pueden los Espíritus, en su origen, no tener conciencia de sí mismos, tener la libertad de elegir entre el bien y el mal? ¿Hay en ellos un principio, alguna tendencia que los lleve en una dirección más que en otra?
-“El libre albedrío se desarrolla a medida que el Espíritu adquiere la conciencia de sí mismo. No habría libertad, si la elección fuese determinada por una causa independiente de la voluntad del Espíritu. La causa no está en él, sino fuera de él, en las influencias a las cuales cede, en virtud de su voluntad libre. Se trata de la gran alegoría de la caída del hombre y del pecado original: algunos cedieron a la tentación, otros resistieron”.(L.E.)

Fermín Hernández Hernández - Amor, Paz y Caridad
                             
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       LA CUESTIÓN DE LA IDENTIDAD


                                                                    
                                                                      

    En tres opúsculos lanzados pocos meses antes de morir, en el año 2000, en el XVIII Congreso Espírita Pan-Americano, el pensador espírita carioca Krishnamurti de Carvalho Días, autor de El Lazo y el Culto, se refería a Allan Kardec, simplemente como "Profesor Rivail", tal como era conocido el pedagogo francés, antes de adoptar el pseudónimo que lo hizo célebre por ser el autor de las obras espíritas. Justificación: en la imaginación popular, Allan Kardec es tenido como el místico fundador de una nueva religión cristiana: el espiritismo. Su obra espírita, sin embargo, según Krishnamurti, no tiene características religiosas, pero es una bien fundamentada propuesta de cuño racional, científico, filosófico y moral, envolviendo cuestiones que siempre desafiaron al conocimiento humano. Para evitar que el mito fuese confundido con el hombre, optó por referirse a él como Profesor Rivail. La estrategia del escritor no pasaba de ser, evidentemente, una metáfora. Quien conoce el espiritismo o ha leído alguna de las obras de Kardec, sabe que jamás estuvo en sus planes fundar una nueva religión. Su gran proyecto, como reconoció Flammarión, era introducir en la cultura humana el estudio racional, científico y filosófico del espíritu. 

     Transcurridos 150 años desde su partida, lejos estamos de alcanzar aquellos objetivos. Pero es estimulante verificar que en los mismos países en donde el espíritismo se tomó como una religión, crece sensiblemente el número de personas e instituciones dedicadas a la investigación y el estudio de la obra de Kardec, a fin de rescatar los fundamentos y objetivos alimentados por su fundador. Las indagaciones e incertidumbres proyectadas por el ilustre orador, a los pies del túmulo de Kardec, con relación al futuro de aquella "nueva ciencia", aún no tienen respuestas. Pero quedarán el el aire algunos indicios de que se abren caminos prometedores, los cuales, necesariamente, comienzan por el rescate de su verdadera identidad.


(Redacción de Opinión Espírita de C.E.P.A.)

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                         CODIFICACIÓN ESPÍRITA


                               
             SEMEJANZAS FÍSICAS Y MORALES 

   207 – Con frecuencia los padres transmiten a los hijos una semejanza física. ¿Les transmiten también una semejanza moral? 
– No, puesto que tienen almas o Espíritus diferentes. El cuerpo procede del cuerpo, pero el Espíritu no procede del Espíritu. Entre los descendientes de razas no existe más que consanguinidad. 
– ¿De dónde proceden las semejanzas morales que existen a veces entre padres e hijos? 
– Son Espíritus simpáticos, atraídos por la semejanza de inclinaciones. 

208 – Los Espíritus de los padres, ¿no ejercen influencia en el del hijo, después del nacimiento? 
– Una influencia muy grande, pues, como hemos dicho, los Espíritus deben contribuir a su progreso recíproco. Pues bien: Los Espíritus de los padres tienen la misión de desarrollar los de sus hijos, por medio de la educación; es para ellos una tarea. Si fallan 
serán culpados. 

209 – ¿Por qué de padres buenos y virtuosos nacen hijos de naturaleza perversa? O mejor dicho, ¿por qué las buenas cualidades de los padres no atraen siempre, por simpatía, a un buen Espíritu que anime al hijo? 
– Un Espíritu malo puede pedir buenos padres con la esperanza de que sus consejos le llevarán por el buen camino y con frecuencia Dios lo concede. 

210 – ¿Pueden los padres con sus pensamientos y oraciones atraer al cuerpo del hijo a un Espíritu bueno con preferencia a un Espíritu inferior? 
– No, pero pueden mejorar el Espíritu del hijo que han engendrado y que les ha sido confiado, y este es su deber. Los hijos malos son una prueba para los padres. 

211 – ¿De dónde proviene la semejanza de carácter que existe muchas veces entre hermanos, sobre todo si son gemelos? 
– Son Espíritus simpáticos que se atraen por la semejanza de sus sentimientos y que son felices estando juntos. 

212 – ¿Hay dos Espíritus, o mejor dicho, dos almas en los niños cuyos cuerpos están unidos y que tienen ciertos órganos comunes? 
– Sí; pero, con frecuencia, su semejanza hace que no os parezcan sino uno. 

213 – Puesto que los Espíritus encarnan como gemelos por simpatía, ¿de dónde procede la aversión que a veces se nota entre éstos? 
– No es regla invariable que los gemelos sean Espíritus simpáticos, pues también los Espíritus malos pueden querer luchar juntos en el teatro de la vida. 

216 – ¿Conserva el hombre en sus nuevas existencias vestigios del carácter moral de sus anteriores existencias? 
– Sí, eso puede suceder, pero mejorándose cambia. Puede también no ser la misma su posición social y si de amo pasa a ser esclavo, sus gustos serán diferentes y tendréis dificultad en reconocerlo. Siendo el mismo el Espíritu en las diversas encarnaciones, sus manifestaciones pueden tener de la una a la otra, ciertas analogías modificadas, empero, por las costumbres de su nueva posición, hasta que un perfeccionamiento notable cambia 
completamente su carácter. De orgulloso y malo, puede, si se arrepiente, volverse  humilde y humano. 

217 – En sus diferentes encarnaciones, ¿conserva el hombre vestigios del carácter físico de las existencias anteriores? 
– El nuevo cuerpo no guarda ninguna relación con el antiguo, que está destruido. No obstante, el Espíritu se refleja en el cuerpo. 
    Sin duda que el cuerpo es tan sólo materia, pero, a pesar de eso, está modelado de acuerdo con la capacidad del Espíritu, que le imprime cierto carácter, especialmente en el rostro, por lo que se dice con fundamento que los ojos son el espejo del alma. Quiere esto decir, que el rostro particularmente refleja el alma. Por eso, una persona excesivamente fea cuando anima un Espíritu bueno, prudente y humano, tiene algo que agrada, mientras que existen rostros muy bellos que nada hacen sentir y por los que se tiene incluso repulsión. 
¿Podrías creer que solo los cuerpos bien formados sirven de envoltura a los Espíritus más perfectos, aunque encuentres todos los días hombres de bien a pesar de su apariencia deforme? Sin tener, pues, una semejanza pronunciada, la similitud de gustos e inclinaciones puede dar lo que se llama “un aire de familia”. 

    No teniendo ninguna relación necesaria el cuerpo que reviste el alma en una nueva encarnación con el que ha abandonado, puesto que puede haber tenido una procedencia muy diferente, sería absurdo admitir una sucesión de existencias de un parecido que no pasa de ser fortuito. Sin embargo, las cualidades del Espíritu modifican, muchas veces, los órganos que sirven a su manifestación e imprimen en el rostro y hasta al conjunto de los gestos, un sello distintivo. Así bajo la más humilde envoltura puede descubrirse laexpresión de grandeza y de dignidad, mientras que en el traje de un gran señor se ven, a veces, expresiones de bajeza e ignominia. Ciertas personas procedentes de la más ínfima posición, adquieren sin dificultad las costumbres y modales de la alta sociedad, y parece que en ella vuelven a encontrar su elemento, mientras otras, a pesar de su nacimiento y 
educación, están siempre en ella como fuera de su centro. ¿Cómo explicar este hecho sino como un reflejo de lo que fue el Espíritu? 

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.

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                                         PEQUEÑOS GESTOS
                                                                       

                                             
                                               
     Creer es el primer paso, confiar en sí mismo, amar y ser amado verdaderamente, tender la mano, dar una sonrisa de amigo, un abrazo cariñoso, son pequeños gestos que pueden transformar el mundo y a las personas que están a nuestro lado, pues, un ejemplo habla mucho más que mil palabras.

- Linda Rosa-

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                               VIDAS INACABADAS (1)
                                                    Orígenes
 Queridos lectores: me siento muy emocionado por contar con la oportunidad de compartir con vosotros mi testimonio. Mi nombre es Roberto, o mejor dicho, ese debería haber sido mi nombre, pero por razones que más tarde explicaré, mi vuelta al plano terrenal fue el relato de lo que pudo ser y no fue, un proyecto frustrado que aguantó en la bolsa materna unos dos meses. Al final, mi refugió se rompió y fui expulsado como criatura desnuda desde mi paraíso, ese lugar en el que me era suministrado el calor y el alimento que precisaba, acorde a las leyes naturales que gobiernan la reproducción humana.

     En efecto, estoy hablando de un aborto, el provocado por la que hubiera debido ser mi madre, aunque ella, aun teniendo la última palabra, no fue la única responsable de tan lamentable decisión. Muchos asocian ese tipo de actos con un futuro sufrimiento, tanto del espíritu al que le ha sido arrebatada la posibilidad de continuar con su camino evolutivo, como de las personas que han optado por interrumpir la existencia del feto. De mi progenitora hablaré más adelante pero en mi caso, os confieso que me hallo tranquilo, sereno y en perfecta disposición para mostraros la narración de unos hechos que cambiaron por completo mi devenir.

     Se habla mucho de que el alma, al ver interrumpido su peregrinaje por este planeta, se rebela contra el ser que así lo ha permitido y que ha perpetrado ese atentado contra el más puro sentido común. Tras reflexionar durante un tiempo, fue como si me deslizaran en el oído de mi conciencia que cada criatura tiene perfecto derecho a proseguir con su senda de progreso, acertando o cometiendo errores bajo su responsabilidad, pero no porque alguien, basándose en una posición de superioridad, decida de forma unilateral alterar la situación seccionando ese cordón umbilical que señala la unión del futuro bebé con su mamá.
     ¿Queréis saber por qué yo no me encuentro con sentimientos vengativos, ni deprimido, ni amargado, a pesar de lo sucedido? Creo que puedo explicarlo con sencillez. Me considero un ser racional, de aquellos a los que les gusta comprender las cosas no porque las diga alguien con autoridad o porque vengan escritas en un libro, sino porque los argumentos expuestos me convenzan. Ese es el criterio esencial por el que guío mi vida desde hace ya tiempo. De este modo, si alguien me explica sus razones para algo que ha ocurrido, yo le ofreceré mi mano y le diré: “Está bien, he captado tus argumentos, ahora dame tiempo para reflexionar”.

     Por ese motivo, también he decidido seguir utilizando el nombre de Roberto, el que durante dos meses habitó en la cabeza de una mujer, ya que me identifico plenamente con ella y porque a su vez, me dará fuerzas para mostraros las más importantes pinceladas del cuadro de una historia inmortal.

     Llevo ya mucho trecho recorrido para caer bajo los disparos de la furia más iracunda o bajo los efectos de unos golpes que la impulsividad más desbocada produce. Tengo ya una “edad” como para haber asumido con naturalidad y producto de una dilatada experiencia, que todo en la vida tiene su porqué y que incluso los comportamientos más detestables o extraños se enmarcan en un entorno y se rodean de unas variables que los hacen comprensibles.

     No trato de justificar cualquier acto; nada más lejos de mi intención. No soy santo ni modelo de nada, pero en la actualidad, no me contemplo tan instintivo, tan dominado por las pasiones más extremas como para no saber templar. Por ello, ante los avatares que conlleva la propia existencia, prefiero meditar con calma tomándome el tiempo que me haga falta para luego, con todos los datos en la mano, tomar una decisión, un juicio que habría contado con muchas probabilidades de ser erróneo si me hubiera dejado arrastrar por el arrebato. Mi crónica me ha confirmado infinidad de veces que la templanza y el análisis riguroso de lo sucedido son la mejor herramienta para desenvolverte en la realidad.
     Por eso, aunque alguno pueda sorprenderse por mi razonamiento ante lo acontecido, estoy tranquilo y no guardo rencor a nadie. Admito la evidencia y los efectos de lo que no hace mucho me pasó. A partir de ahora y con la grata compañía de mis amigos del plano espiritual, proseguiré mi recorrido evolutivo de la forma más serena, la que mi propia biografía ha esculpido sobre el mármol de mis espaldas.

     Acepto que habrá almas que se dejen llevar, que obedezcan al empuje y a la fuerza de sus reacciones más “viscerales”, pero cuando has ocupado numerosas aulas y has asistido en primera persona a multitud de clases con su teoría y sus prácticas, al final uno se acaba vacunando frente a la vehemencia desatada. ¿Son duras las pruebas del destino? Por supuesto. Que se lo pregunten al niño que tropieza una y mil veces antes de efectuar los primeros pasos con seguridad en su habitación.

     No pretendo embestir la realidad como un animal dominado por el más puro instinto. En el futuro y pese a que los exámenes que me restan habrán de ser exigentes, procuraré consolidar mi tendencia hacia el sosiego y el silencio interior, factores que tanto me han ayudado en otras ocasiones.

     Antes de “descender” a vuestro plano, mis buenos hermanos que me han asistido me comentaron que no me preocupase por lo que pudiera suceder. Nadie me avisó de mi “fatal desenlace”, aspecto que agradezco enormemente, pues el adelantamiento de esa noticia hubiera causado una angustia innecesaria en mi interior. No tengo nada claro que aquellos que me indicaron que había llegado el momento de iniciar una nueva encarnación supieran con exactitud lo que iba a ocurrir. ¿No habría entrado ese conocimiento en colisión con el libre albedrío de mi madre?


...continuará...

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