Hola amigos; Para hoy os ofrezco
los siguientes trabajos:
- El mundo invisible (1ª Parte)
-Necesidad de la Reencarnación
-¿Tenemos día y hora fijados para desencarnar?
-Preguntas sobre los otros mundos.
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Anaxágoras, el filósofo presocrático, afirmaba que el todo se encuentra en cualquier parte y que cada parte posee el todo. Este pensamiento sería hoy denominado holograma, por medio del cual cada partícula es una síntesis del universo y el universo está constituido de partículas. A Sócrates y a Platón les cupo la idea extraordinaria de decir que vivimos en un mundo de ideas, de donde somos originarios y donde retornamos después de la muerte. Para su filosofía ética, la vida tenía un sentido superior: la edificación de un ser integral a través de una propuesta de naturaleza moral. El espiritualismo socrático-platónico pretendía demostrar que la vida era indestructible, que la materia no era más que una condensación de esta energía del mundo de las ideas.
Posteriormente, casi cuatrocientos años después, Jesucristo afirmaría que la finalidad de la vida es amar, porque el ser viene del mundo espiritual, adonde retorna dando continuidad al fenómeno de la vida. Él mismo se hizo anunciar por medio de fenómenos proféticos antiguos, y cerca de su nacimiento por la revelación de los ángeles a su madre para realizar el periplo y, después de desencarnar, retorna a la convivencia de los amigos, tan real como antes del fenómeno mortis. Empero, este pensamiento iría a quedarse en la teología de aquellos denominados padres de la iglesia cristiana primitiva. Porque antes de ellos, los neoplatónicos de la escuela de Alejandría, que hubiera sido restablecida para estudiar los fenómenos platónico-socráticos, ya afirmaban que hay vida antes de la vida y continuación de la vida después del fenómeno de la muerte.
La historia del proceso evolutivo de las ciencias se dará paso a paso, con mucha dificultad por causa de la intolerancia religiosa. En el siglo XVII mientras tanto, gracias a Lord Bacon, a Blaise Pascal y a otros científicos que constataron que la vida era más grandiosa que ese fenómeno vital teológico, surge el momento en que se separan la ciencia y la religión, abriendo espacio a la investigación científica.
Hasta el siglo XX, en sus comienzos, se creía que la comunicación cerebral era resultado de fenómenos eléctricos. Sin embargo, después de los años cincuenta del siglo pasado, se pudo detectar gracias a la ingeniería de la física cuántica que las neuronas tenían impulsos eléctricos y que éstos permitían la eliminación de sustancias químicas. Las comunicaciones por lo tanto serían electroquímicas y este fenómeno era resultado de la consciencia. Se estableció en la psicología un problema, porque la psicología materialista informaba que la consciencia era un efecto cerebral, pero ahora sería la consciencia la que conduce los fenómenos cerebrales, la consciencia no estaría adscrita exclusivamente a esas neuronas. Surge entonces la probabilidad científica de una consciencia no cerebral como afirmaba el parapsicólogo indio H.N. Banerjee. Para él había dos memorias en la criatura humana, la memoria actual, la memoria cerebral, y una memoria extra cerebral, que dependía de las neuronas. Éstas se transformaban con las glándulas endocrinas y el sistema nervioso central en antenas, que decodificaban esta memoria extra cerebral y la traían al consciente actual. Es decir que antes de la vida, a la luz del pensamiento de Banerjee, había inteligencia y que antes del nacimiento orgánico, la memoria funcionaba y cuando iba a ser dominada por el cerebro, esta manifestación no cerebral podría traer recuerdos, reminiscencias del fenómeno de las existencias pasadas.
En experiencias realizadas en Canadá, el psiquiatra Fisher, después de haber investigado esta memoria no cerebral, constató que entre una existencia y otra hay un espacio que las investigaciones de terapia de regresión de memoria no habían constatado. Y a ese periodo ellos dieron un nombre que corresponde al periodo espiritual, a ese llamado por Jesús el «reino de Dios» y que Allan Kardec, al presentar la ciencia espírita denominó como «erraticidad». La erraticidad es, por lo tanto, ese periodo que precede al nacimiento y que sucede a la desencarnación. Es decir, que hay un mundo de ideas, un mundo de vibraciones, un mundo causal antes de este mundo temporal, relativo, transitorio, que es el mundo físico, que tiene inicio en la concepción y que se cierra en la desencarnación, no desintegrando la realidad de la vida.
Pero en este periodo desde el siglo XVII, Isaac Newton había propuesto las manifestaciones de la vida, el estudio de las partículas, los fenómenos materiales y estableció que la materia era todo aquello que tenía tres propiedades: espesura, anchura y altura. Todo aquello que tenía un contenido que presentaba las trescaracterísticas era materia, eso pasó a denominarse fí- sica clásica o física newtoniana.
Posteriormente, en torno al año 1872, Sir Williams Crookes consiguió detectar la materia radiante que percibió al estudiar el espectroscopio de la Tierra, de la Luna, que la materia producía determinadas radiaciones. A continuación, Henri Becquerel estudiando esas radiaciones descubrió que la materia poseía otras propiedades no necesariamente tangibles que nuestros sentidos pudieran detectar. Más adelante, Roetgen detectó los rayos X y abrió un espacio para un estudio profundo de la materia y a medida que los físicos newtonianos estudiaban la materia, ella se deshacía delante de sus miradas.
Entre los años 1888 y 1892 una extraordinaria física polaca en la universidad de La Sorbona detectó en el uranio una cierta manifestación luminosa, una radiación. Mme. Curie percibió que de tanto trabajar con este metal, de llevarlo a altísimas temperaturas para que se fuese disgregando, quedaba, como resultado de esa labor fatigosa, con sus manos quemadas debido a la radioactividad.
A partir de ese momento, en el año de 1905, Albert Einstein, matemático y físico, concluye que el universo se expande, que el universo no está parado, se contrae y se expande y presenta la teoría de la relatividad, del tiempo y del espacio. La física cuántica va siendo colocada como la mejor manera de entender la vida. No somos seres exclusivamente orgánicos y la vida no está constituida del mineral, del vegetal, del animal; está constituida de energía. Y esta energía, en las palabras de Einstein, constituye todo el universo. Vivimos en un mundo de ondas, vibraciones, rayos, pensamientos e ideas, que cuando se condensan se manifiestan como materia, cuando se disgregan se manifiestan como energía.
Posteriormente, Fermi y una élite de pensadores y físicos cuánticos de la escuela de Copenhague presentan la teoría de la complementariedad y la física cuántica se presenta ahora como una doctrina de probabilidades. Con las experiencias de laboratorio se pudo constatar que el átomo no es la mínima partícula, sino un universo miniaturizado. La evolución de la disgregación de la materia continuó hasta llegar al descubrimiento del neutrino, una partícula tan pequeña y tan veloz que atraviesa una galaxia con la velocidad del pensamiento y después se disgrega. Así pues, las investigaciones realizadas para intentar repetir el Big bang de hace catorce mil millones de años resultaron una sorpresa fantástica para la física cuántica, porque hicieron que chocaran dos protones, que dejaron un rastro de luz. Este rastro de luz inquietó a los científicos porque era energía, sin embargo era materia. Pero lo más fascinante es que esa partícula, que prácticamente podemos concebir casi abstracta, sería denominada como la «firma de Dios», como si Dios colocara en su creación su autógrafo. Y entonces esa partícula que es materia, que es energía, es la firma de Dios en su obra. Yo había leído al escritor francés que escribió lo siguiente: «Cuando Dios no quiere aparecer, surge su autógrafo que se llama el azar»; el azar es por lo tanto el autógrafo de Dios. Ahora tenemos un autógrafo de naturaleza material, de naturaleza energética.
Cuando el extraordinario codificador de la doctrina espírita probó científicamente que el espíritu es una energía que piensa, el principio inteligente del universo, no tuvo la preocupación de demostrar que el espíritu sería materia o solamente energía. Es un principio, y demostró que en el universo hay tres principios: Dios, materia y energía. Y además, para que pudiéramos entender cómo ese principio inteligente creado por Dios que los antiguos esotéricos dijeron ser el Dios interno, la chispa divina que se encuentra en germen para desarrollarse mediante las reencarnaciones, él no tuvo otra preocupación sino decir que esta energía es eminentemente inteligente como la semilla. Cuando miramos la semilla sabemos que ahí está la planta, el árbol del futuro sintetizado en aglutinaciones moleculares. Allan Kardec estableció entonces que esta energía está envuelta en una organización semi-material, el periespíritu, muy conocido de los antiguos esotéricos como el cuerpo astral encargado de la memoria, de plasmar aquello que la mente construye para la edificación del cuerpo. Y el tercer elemento, la materia, que es la aglutinación de moléculas en este cuerpo semi-material. Es decir, si la mente edifica de forma positiva, construye el amor, la fraternidad, la ciencia, el arte, la belleza. El periespíritu capta, produce la organización y las moléculas de energía se aglutinan y propician el cuerpo de acuerdo con aquello que ha pensado el Ser. Si por ejemplo comete un suicidio y destruye la forma material, la forma periespiritual es afectada porque la construcción fue de la mente y en la próxima reencarnación este periespíritu afectado irá a plasmar un cuerpo con deficiencias, un cuerpo con idiotez, con esquizofrenia, descerebrado, con acromegalia, con microcefalia, etc.
Entonces tenemos este campo de energía pero ¿de dónde viene ese mundo de energía? del mundo de las ideas de Platón, eminentemente energético. Y como nosotros no vemos al átomo, ni conseguimos ver al neutrino, ni a las micro partículas, nuestra percepción orgánica no consigue detectar este mundo original de dónde venimos. Sin embargo, individuos especiales, dotados de un sexto sentido como afirmaba Charles Richet, premio Nobel de fisiología considerado uno de los más grandes sabios del siglo XX, sí entran en contacto. El mundo espiritual es invisible a algunas personas, no a todas, porque los médiums clarividentes pueden percibir una parte mínima y moverse incluso en desdoblamiento de la personalidad en ese mundo real, real porque es el mundo causal, y trae las impresiones al mundo físico.
Pero ¿cómo es ese mundo que no es imaginario? No se puede concebir, si no es partiendo de comparaciones filosóficas, de tentativas científicas. Tenemos que examinar con realidad, con frialdad, para que la emoción no nos induzca a la imaginación exacerbada, al fanatismo, a una forma de auto-consideración que nos lleve a un estado de exaltación de la personalidad. Fundamentado en las experiencias de la mediumnidad, de las experiencias de casi muerte, cuando retornan aquellos que ahí estuvieron y también por los fenómenos de la reencarnación, el mundo espiritual existe. Esta es la realidad.
Más recientemente, un notable neuropsiquiatra, cirujano de la Universidad de Harvard, publicó un libro que sorprendió a las universidades americanas y mundiales, el Dr. Eben Alexander afirma en él: «el Cielo existe». Él era materialista confeso, neurocirujano, uno de los más importantes de EEUU. Fue acometido de una enfermedad infecciosa que ataca el cerebro y durante siete días estuvo en coma. Durante ese periodo que estuvo entubado, la familia, muy cristiana, empezó a orar para su curación, a pedir a los grupos de oración americanos para que volviera en sí. Los médicos veían en el electroencefalógrafo la línea horizontal, la línea de la muerte, y por lo tanto que no había la más mínima esperanza de vida, por lo menos cerebral y posteriormente orgánica para él. Al séptimo día, los médicos resolvieron desconectarlo de los aparatos para impedir que ese estado de muerte prosiguiera indefinidamente, sin ninguna posibilidad remota de retornar a la vida mental. La familia les rogó una noche más, que se hiciera la desconexión al día siguiente. Y cual no fue la sorpresa, que al amanecer del octavo día el Dr. Eben se despertó, absolutamente lúcido, sin cualquier secuela cerebral de la falta de oxígeno durante tanto tiempo, y dijo: «He retornado del Cielo» en su concepto arquetípico de las creencias ancestrales. «El Cielo existe. Mientras vosotros estabais ante mi cuerpo en estado cadavérico, yo me movía, yo podía caminar, yo salía del hospital. Visité una ciudad maravillosa, más bella que todas las ciudades norteamericanas, y me di cuenta que los árboles, las flores, el agua allí son más preciosos que aquellas que yo conocí en la Tierra. He visto pájaros, aves bellísimas, de plumaje superior. He dialogado con personas, sin la necesidad del habla, nos mirábamos y dialogábamos mentalmente. Quiero decir que la divinidad me ha elegido para demostrar que hay vida después de la muerte.» Y en un lenguaje muy americano narra lo que fue esa experiencia, y dijo: «Nadie podrá decir que estos fenómenos son alucinatorios, resultado de las medicinas, de las sustancias químicas en mi cerebro, porque mi cerebro técnicamente estaba muerto. Yo soy uno de los más grandes conocedores del cerebro en los EEUU, nadie tiene cómo argumentar que es un fenómeno de naturaleza psicológica, no, es un fenómeno real.» Y eso produjo un “shock”, porque era el primer científico de Harvard en creer y divulgar que hay un mundo más allá del mundo físico terrestre.
( Continúa en el siguiente publicado ...//... )
- Divaldo P. Franco- Revista nº 11 de de FEE-
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Necesidad de la Reencarnación
La Reencarnación es necesaria para que el Espíritu adquiera las experiencias en la materia que le permitan su evolución y depuración para una perfección espiritual cada vez más elevada. Básicamente el sentido de la Reencarnación es el mismo para todos: la Evolución, el Progreso, la mejora que dan paso al crecimiento del alma en cuanto a virtudes y sabiduría, al tiempo que se superan o se eliminan los defectos morales residuos de etapas evolutivas anteriores. Pero a nivel individual se puede matizar más: unas veces es para conquistar un aprendizaje y desarrollo evolutivo y otras para afrontar deudas contraídas en el pasado, lo que equilibrará la balanza de la Justicia Divina y de paso podrá seguir aprendiendo y perfeccionándose, o sea, evolucionando.
Solo durante las existencias en mundos físicos se puede aprender en profundidad lo necesario que ofrecen las experiencias de la vida material, muy diferente a la espiritual, con el fin de que el Ser espiritual progrese en su propia evolución, afrontando circunstancias y vicisitudes humanas, equivocándonos muchas veces y rectificando otras tantas, y así nos podemos ir librando poco a poco de modo casi imperceptible, de los defectos y lastres que pesan en el desarrollo de nuestra alma.
Al reencarnar el Espíritu errante deja a sus familiares y amigos en la Colonia o Ciudad espiritual ubicada en el plano espiritual en donde se ubicaba antes de descender a la Tierra o a otros mundos físicos de similar nivel, a donde vienen para cumplir una misión que, como ya se ha dicho, puede ser de expiación por faltas cometidas en vidas pasadas o para superar nuevas pruebas de la vida, a fin de eliminar alguna tendencia negativa o algún defecto espiritual. El día que termine su misión en la Tierra y regrese al Mundo Espiritual, posiblemente lo haga en el mismo grupo o familia espiritual que dejó allá cuando vino a este mundo.
- Jose Luis Martín-
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¿TENEMOS DÍA Y HORA FIJADOS PARA DESENCARNAR ?
VISIÓN ESPÍRITA
Cuando encarnamos, recibimos una carga de fluído vital (fluído de vida)
Cuando este fluido de vida termina, morimos. Somos como la pila eléctrica que con el tiempo se va descargando.
Llegamos al punto en que los remedios ya no hacen más efecto. Entonces no queda otra alternativa sino cambiar de "ropa" y volver a la escuela planetaria.
Pero la cantidad de fluído vital no es igual en todos los seres orgánicos. Eso dependerá de las necesidades reencarnatorias de cada uno de nosotros.
Cuando llegamos a la Tierra, cada uno tiene una "estimación de vida". Va a depender de lo que vinimos a hacer aquí. La persona que está estimado que viva en torno a 60 años, recibirá más fluído que la persona que está estimado que viva 20 años.
André Luiz, a través de la psicografía de Chico Xavier, explica que son pocos los que lo completan, o sea, nacemos con una estimativa de vida y, con los abusos, desencarnamos antes de lo previsto, no completamos el tiempo estimado, eso se llama suicidio indirecto.
Si venimos a acortar las duraciones biológicas por mal uso del cuerpo, como el suicidio directo o indirecto, nos vamos a quedar aquí poco tiempo. Es solo para cubrir aquella falta de vida que nos dejamos.
Ejemplo: Si nuestra estimativa de vida son 60 años y nosotros, por abusos, desencarnamos a los 40 años, quedamos debiendo 20 años. Entonces, en la próxima reencarnación, viviremos solamente 20 años.
Pero hay otros indivíduos que vienen para un trabajo que lo retenga en este mundo. Entonces se va a quedar aquí, 70, 80,90, o 100 años. Imaginemos que quien llega a los 100 años está rescatando deudas. Porque ve a las diversas generaciones que ya no son las suyas. Y el indivíduo se va sintiendo cada vez más extraño en el nido. Los jóvenes lo miran como si él fuese un dinosaurio. Los de su edad ya no se entienden porque les faltan ciertos estímulos ( visuales, auditivos, etc). Ya no se pueden visitar recíprocamente, con raras excepciones.
Se tornan personas dependientes de los parientes, de los descendientes, para llevarles aquí y allá. Hasta para ciudarse y tratarse. Entonces solo puede ser rescate para doblegar el orgullo, para ponerse en manos de personas que no siempre gustan de hacerlo. Algunos viejos se auto-atienden; otros son explotados en su refugio, otros colocados en asilos en donde nunca reciben visitas.
En compensación, otros vienen a cuidar de la familia, educan a los hijos y nietos en condición de caminar, cierran los ojos y regresan a casa con la misión cumplida con aquellos a quienes se comprometió a orientar, impulsar y ayudar.
Por eso, necesitamos conversar con los jóvenes. Decirles que en la juventud la gente establece lo que quieren en la vejez, si ella llega. Y que vamos a recoger en la vejez del cuerpo lo que hayamos plantado en la juventud. Si él quiere tener un ídolo, que escoja alguien que este envuelto en la paz, con la salud y la ética, en vez de buscar ídolos en la droga, el crimen y las sombras.
Y aquellos que no tienen jóvenes para orientar y que están disfrutando de su propia madurez,evaluar lo que hicieron de la vida hasta ahora. Si la muerte llegase hoy, ¿qué tendrían para llevar?. Si llegasen a la conclusión de que no tienen nada para llevar, recuerden que : HAY TIEMPO.
En cuanto Dios nos permita quedar en la Tierra, HAY TIEMPO, para hacer algún servicio en el Bien, sea al prójimo o a nosotros mismos: estudiar, aprender una lengua, un arte, practicar un deporte. Mientras respiremos en el cuerpo, preguntémonos: "¿QUE QUIERE DIOS QUE YO HAGA?". Usemos bien el fluído que nos fue disponibilizado.
ATENCIÓN: La vida bien vivida por la causa del Bien, nos puede dar una "MORATORIA", o sea, una sobre-vida, una dilatación del tiempo de permanencia del Espíritu en el cuerpo de carne. Por eso vemos muchos trabajadores del BIEN desencarnando con una edad bien avanzada. Estos recibieron una carga extra de fluído vital para extender su tiempo en el cuerpo físico. Entonces, hay ancianos en carácter expiatorio y otros en carácter de moratoria.
Rudymara compiló este texto de la palestra de José Raul Teixeira y de Richard Simonetti
(Traducción de Jose L. Martín)
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Preguntas sobre los otros mundos
32. ¿Qué grado de confianza puede haber en las descripciones que los Espíritus hacen de los diferentes mundos?
Esto depende del grado de adelantamiento real de los Espíritus que dan estas descripciones; porque vosotros comprendéis que los Espíritus vulgares son tan incapaces de daros noticias con respecto a esto, como un ignorante entre vosotros para describiros todos los países de la Tierra. Muchas veces dirigís preguntas científicas sobre estos mundos a Espíritus que no las pueden resolver; si son de buena fe, hablan de ellos según sus ideas personales; si son Espíritus ligeros se divierten dándoos descripciones extravagantes y fantásticas; tanto más que estos Espíritus que no están desprovistos de imaginación en la erraticidad como en la Tierra, sacan de esta facultad la narración de muchas cosas que nada tienen de real. Sin embargo, no creáis en la imposibilidad absoluta de tener sobre estos mundos, algunas aclaraciones; los mismos Espíritus buenos se complacen en describiros aquellos que ellos habitan, a fin de serviros de enseñanza para mejoraros, y convidaros a seguir el camino que puede conduciros a ellos, es un medio de fijar vuestras ideas sobre el porvenir y no dejaros en la vaguedad.
¿Qué comprobación puede haber para la exactitud de estas descripciones?
La mejor comprobación es la concordancia que puede haber entre ellas; pero acordaos que tienen por objeto vuestro mejoramiento moral y que por conseguiente podéis ser informados mejor sobre el estado moral de sus habitantes que sobre el estado físico o geológico de estos globos. Con vuestros conocimientos actuales, ni aun podrías comprenderlo; este estudio no serviría para vuestro progreso en la Tierra, y cuando estéis allí tendréis toda la posibilidad de hacerlo.
Observación. — Las cuestiones sobre la constitución física y los elementos astronómicos de los mundos, entran en el orden de las investigaciones científicas de las que los Espíritus no deben ahorrarnos el trabajo; sin esto, un astrónomo encontraría muy cómodo el hacerles hacer sus cálculos, con lo que se guardaría muy bien de convenir sin duda. Si por la revelación podían los Espíritus ahorrar el trabajo de descubrimiento, es probable que lo hicieran a favor de un sabio bastante modesto para reconocer abiertamente el origen, más bien que en provecho de los orgullosos que los niegan, y a los que por el contrario conducen a menudo las decepciones de amor propio.
Allan Kardec
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