lunes, 19 de marzo de 2018

La miseria humana



Hola amigos, para hoy os propongo la 
lectura de los siguientes temas:

- La búsqueda del sentido existencial
-Codificación.- Privaciones voluntarias y Mortificaciones
- Arenga del Espíritu de Verdad
-Sócrates y Platón, precursores del Espiritismo
- La miseria humana






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           LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO                                    EXISTENCIAL 

Existir significa tener vida, ser parte del Universo, contribuir para la armonía del Cosmos. La existencia humana es una síntesis de múltiples experiencias evolutivas, trabajadas por el tiempo a través de automatismos que se transforman en instintos y se convierten en las elevadas expresiones del sentimiento y de la razón. 
A la medida que los automatismos biológicos se convierten en impulsos dirigidos, exceptuando algunos que permanecerán sin la contribución de la consciencia, el ser psicológico pasa a sobresalir, conduciendo, de inicio, la carga de los atavismos que deberán ser manejadas, diluyendo aquellos de naturaleza perturbadora y perfeccionando aquellos otros que se transformaran en fuentes de alegría, de placer y de paz… 

Simultáneamente, la razón abandona las nieblas de la ignorancia que la entorpece, como la piedra que envuelve la gema preciosa, y se alinean objetivos y sentido existencial. En cuanto no surge esa necesidad, lo primario predomina, y el ser, sin embargo, en nivel de humanidad, solo reacciona, sin saber actuar, ambiciona sin discernir para que; agrade o se deprime, por desconocer el valor de la lucha saludable, siempre desafiadora para la conquista del progreso. Solamente entonces, surgen interrogaciones que son parte de la búsqueda del sentido existencial. 

a) ¿Para qué vivir? 

b) ¿Para que luchar? 

c) ¿Cómo desarrollar esa capacidad de persistir hasta alcanzar la meta? 

La vida es inherente a todo, e intentar explicar la causa, el motivo del Primer Movimiento que le dio origen, es perderse en elucubraciones filosóficas y religiosas innecesarias. Aceptar la realidad sin discusión, que se presenta como fuga psicológica para su enfrentamiento, es el primer paso. 
Se vive, y eso es incontestable. Negarlo, significa anularse, anestesiar la capacidad de pensar. Vivir de la mejor forma posible es el desafío inmediato. Vivir bien, disfrutando de los recursos que la Naturaleza y la inteligencia proporciona, para vivir bien, realizaciones internas con el desarrollo ético adecuado, que proporcionan bien estar interior, he aquí la razón de porque luchar. Tal conquista siempre se consigue mediante el esfuerzo de no aceptar el egoísmo, partiéndose para la lucha del crecimiento personal y de transformación ambiental, que facultan la existencia feliz. 

El propio esfuerzo, en la mínima realización victoriosa, contribuye para el favorecimiento de la capacidad de proseguir conquistando las metas que, al ser alcanzadas, ofrecen otras nuevas, que pueden proporcionar mejores condiciones de plenitud y de integración en la Consciencia Cósmica. Cada etapa vencida, por tanto, capacita mas al ser para las futuras conquistas que tenga que cumplir. Experimentada una victoria, surgen motivaciones especiales para proseguir las luchas que señalan conquistas más significativas, particularmente en lo íntimo, cuando el ser psicológico aflora y predomina sobre el conjunto fisiológico. 

Espíritu Joanna de Ângelis ; Médium; Divaldo P. Franco

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                                                 CODIFICACIÓN
                   Privaciones voluntarias.- Mortificaciones 

718. La ley de conservación ¿nos obliga a proveer a las necesidades del cuerpo? 
- Sí, porque sin fuerza y salud es imposible el trabajo. 

719.* ¿Es reprobable que el hombre busque su bienestar? 


- El bienestar es un deseo natural. Dios sólo prohíbe el abuso, porque éste es contrario a la conservación. Él no considera que sea un delito buscar el bienestar, si ese bienestar no se adquiere a expensas de otros y si no debilita ni vuestras energías morales ni vuestras fuerzas físicas. 

720. Las privaciones voluntarias, con miras a una expiación voluntaria también, ¿son meritorias a los ojos de Dios? 
- Haced bien a los demás y tendréis más mérito. 


720 a. ¿Hay, entre esas privaciones voluntarias, algunas que sean meritorias? 

- Sí: la privación de los placeres inútiles, porque desliga al hombre de la materia y eleva su alma. Lo meritorio es resistir a la tentación que induce a los excesos o al disfrute de cosas inútiles; quitar parte de lo que nos es necesario para dar a aquellos que no poseen bastante. En cambio, cuando la privación voluntaria no es más que un vano simulacro, constituye una irrisión. 

721. La vida de mortificaciones ascéticas ha sido practicada desde la más remota antigüedad y en diferentes pueblos. ¿Es meritoria, desde algún punto de vista? 

- Preguntaos para quién sirve y obtendréis la respuesta. Si sólo aprovecha al que la practica, y en cambio le impide hacer el bien, significa egoísmo, sea cual fuere el pretexto con que se la hermosee. Privarse y trabajar para los demás es la verdadera mortificación, según la caridad cristiana. Allan Kardec 

722. La abstención de ciertos alimentos, que se prescribe en diversos pueblos, ¿se funda en la razón? 

- Todo aquello con lo cual puede el hombre nutrirse sin que ello sea un perjuicio para su salud, es permitido. Pero, algunos legisladores han podido prohibir ciertos alimentos con una finalidad útil y, para otorgar más prestigio a sus leyes, las ha presentado como procedentes de Dios. 

723. El comer carne ¿es, en el hombre, contrario a la ley natural? 

- En vuestra constitución física, la carne nutre a la carne, de lo contrario el hombre se debilita. La ley de conservación impone al hombre el deber de mantener sus fuerzas y su salud, para dar cumplimiento a la ley del trabajo. Por tanto, debe nutrirse según su organismo lo requiere. 

724. Abstenerse de comer carne, u otra cosa, como expiación, ¿es meritorio? 

- Sí, si uno se priva por los demás. Pero Dios no puede considerarlo una mortificación cuando no hay en ello una privación seria y útil. Por eso afirmamos que aquellos que sólo hacen un vano simulacro de privarse son hipócritas. (Ver párrafo 720).* 

725. ¿Qué hemos de pensar de las mutilaciones infligidas al cuerpo del hombre o de los animales? 

- ¿Para qué formular semejante pregunta? Una vez más preguntaos si es una cosa útil. Lo inútil no puede ser grato a Dios, y lo perjudicial le es siempre desagradable. Porque, sabedlo bien, Dios es sólo sensible a los sentimientos que elevan el alma hacia Él. Practicando su ley podréis desembarazaros de vuestra materia terrestre, y no violándola. 

726. Si los sufrimientos de este mundo nos elevan según el modo como los soportemos, ¿nos elevamos también por aquellos otros que nos creamos voluntariamente? 

- Los únicos padecimientos que elevan son los naturales, porque proceden de Dios. Los sufrimientos voluntarios no sirven para cosa alguna cuando no hacen nada por el bien de los demás. ¿Crees que los que acortan su vida mediante rigores sobrehumanos, como lo hacen los bonzos, faquires y algunos fanáticos de tantas sectas, adelantan en su camino? ¿Por qué no trabajan, más bien, en pro de sus semejantes? Vistan al indigente, consuelen al que llora, ayuden al enfermo, soporten privaciones para alivio de los desdi-chados, y entonces sí su vida será útil y agradable a Dios. Cuando, en El Libro de los Espíritus 324 
los dolores voluntarios que arrostramos, sólo pensamos en nosotros mismos, es egoísmo. Si se sufre por el prójimo, en cambio, es caridad. Tales los preceptos de Cristo. 


727. Si no debemos infligirnos sufrimientos voluntarios que no sean de utilidad alguna para los demás, ¿tenemos, en cambio, que tratar de preservarnos de los que prevemos, o que nos amenazan? 

- El instinto de conservación ha sido concedido a todos los seres contra los peligros y los padecimientos. Fustigad vuestro Espíritu y no vuestro cuerpo, mortificad el orgullo, sofocad el egoísmo, el cual se asemeja a una serpiente que os devora el corazón, y haréis más por vuestro propio adelanto que con rigores que ya no pertenecen a este siglo. 
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 
ALLAN KARDEC 


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      ARENGA DEL ESPÍRITU DE VERDAD
¡ Espiritistas! ¡ amaos !, he aquí el primer mandamiento; ¡ instruiros !, he aquí el segundo.- Todas las verdades se encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en el son origen humano; y he aquí que desde mas allá de la tumba donde creíais encontrar la nada, hay voces que os gritan: ¡ Hermanos! nada perece; Jesucristo es el vencedor del mal, sed vosotros los vencedores de la impiedad. 
El Espíritu de Verdad. 
El Evangelio según el espiritismo. 
Allan Kardec 


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 SÓCRATES Y PLATÓN, PRECURSORES  DEL                 ESPIRITISMO

El paradigma del espíritu, concepción que caracteriza al espiritismo o doctrina espírita, se encuentra enraizado en la tradición de la historia de la filosofía expresada a partir de Sócrates y Platón. La gran revolución que promueve el espiritismo en nuestro mundo, aún en estado de gestación, es el establecimiento integral de este arquetipo; de la era del espíritu de manera completa, en el mundo ya considerado de regeneración.

    La piedra angular de la filosofía de Sócrates y que constituiría el eje de su propia vida, surgió a partir del hallazgo, en el frontispicio del templo de Apolo, en Delfos, de la máxima «Gnothi Seauton» (conócete a ti mismo). Se trata, pues, de la fase pre- paradigmática de la concepción de espíritu que se constituía tanto máximo objeto de conocimiento humano, cuanto inexorable sujeto de ese conocimiento.

     La clave que nos permite el nexo con este modelo la otorga el propio Kardec cuando afirma que «Si Sócrates y Platón presintieron la idea cristiana, se encuentran igualmente en su doctrina los principios fundamentales del espiritismo» (Introducción, ítem IV, en El Evangelio según el Espiritismo). Son ellos, por lo tanto, los que lanzan los primeros fundamentos del paradigma de espíritu y en los que encontramos igualmente, de forma nuclear, la figura excelsa de Cristo antecediendo las bases de su enseñanza universal. 

   Con esta obra del Pentateuco espiritista, la tercera obra fundamental de la Codificación, Allan Kardec realiza una revisión del Cristianismo en la que se pretende desligar los aparejos dogmáticos y jerárquicos que se les adosaran en su devenir histórico de lo que considerara la esencia de su propuesta originaria, que no sería otra que la construcción de lo que el filósofo alemán Werner Jäger denominara Paideia. 

   La matriz, por tanto, del pensamiento universal en el devenir histórico del desenvolvimiento del ser, se encuentra fundamentada en el proceso educativo que el propio Sócrates activara miméticamente en las membranas de sus contemporáneos que, a partir de su participación, marcaría un nuevo rumbo sintetizando, incluso, las ideas de Oriente y Occidente. Deja de haber, desde aquel momento, una construcción teorética del mundo para tornarse una vivencia existencial de las ideas constructoras de los valores de trascendencia humana.

    Al igual que Cristo, Sócrates no escribió nada de sus propuestas educativas. Éstas fueron transmitidas por su discípulo Platón, que asumió incomparablemente su pensamiento. Sin embargo, no fue por dicha cesión que pervivieran sus ideas, sino porque aquellas quedaron impregnadas en la psicosfera por la coherencia entre pensar y hacer que ejemplificara su vida; por las vibraciones Sócrates celebra la independencia y soberanía del alma en relación al cuerpo, proclamando la identidad espiritual del ser esparcidas de aquellas enseñanzas que más tarde recogería, cual semillas latentes en la mente de los seres, las manos amorosas de Cristo. 

   Son las actitudes concretas de Sócrates, los gestos familiares de su vida intelectual y moral los que se eternizaron en el tiempo, adosados al sistema de pensamiento expresado en la doctrina de Platón. Lo vemos en uno de sus diálogos de juventud, el Alcibíades, donde Sócrates celebra la independencia y soberanía del alma en relación al cuerpo, proclamando la identidad espiritual del ser. La teoría de la metempsicosis en el Fedón viene apoyada en dicho principio. Observamos la misma lógica en el espiritismo, en la cuestión 196 de El Libro de los Espíritus: «Tu espíritu lo es todo; el cuerpo es una vestidura que se pudre: todo se reduce a esto». De la identidad entre ser y espíritu se sigue la reencarnación, pudiendo el espíritu animar varios cuerpos, en sucesivas existencias, sin perder su identidad. La diferencia entre la metempsicosis de Platón y la reencarnación espírita, en palabras del propio Kardec, no sería tal si por metempsicosis se entendiera la progresión de las almas de un estado inferior a otro superior, consumando el desarrollo que transformaría su naturaleza. Es la elaboración del término palingenesia, que más tarde –utilizado de forma magistral por H. Mariotti– vendría a indicar el sentido de progresión del hombre, en su propia especie, sobre la marcha ascendente de la naturaleza. 

   La busca, igualmente, de un concepto de verdad inmanente al alma humana, extraído sabiamente de forma mayéutica del mundo de las ideas, donde el alma preexistente conocía tales conceptos, también es una confluencia doctrinaria plausible con el espiritismo. 

   Podemos decir, por tanto, que la propuesta socrático-platónica inaugura una didáctica del espíritu enraizada en la idea de un sujeto autónomo, racional y afectivo, cuyo objetivo es el despertar del alma apoyada en la teoría de la anamnesis, donde conocer es recordar; el alma tiene la capacidad de recordar el conocimiento que olvidó, al animar un nuevo cuerpo (Véase Menón y Fedón). 

   En este proceso educativo del alma destacan dos factores principales: la razón y el amor. El diálogo racional procura hacerse valer por la lógica del sentido común que busca la verdad inmanente a su conciencia. Y este raciocinio se expresa en el amor, vehículo de ascensión sublime del alma. La idea de un hombre movido por el sentimiento y la razón la presenta Platón en la bella imagen del Carro alado, en el Fedro. El alma platónica, tanto como la espírita, es un alma migrante que anima varios cuerpos, en ciclos reencarnatorios, hasta poder escapar de la materia, para entrar en contacto directo con lo inteligible; para integrarse con La ley divina. 

   La emancipación que Sócrates había proclamado para la razón humana, en tanto encarnada, se proyecta hacia la trascendencia. Considera que antes, incluso, de volver a un nuevo cuerpo, el alma es dueña de su propio destino: «Almas efímeras, reiniciar nueva carrera y renacer en la condición mortal (…) La responsabilidad de la elección cabe a quien la hace. La divinidad no es responsable» (La República, 617). Vemos cómo no existe arbitrariedad o capricho de los dioses en el devenir de la vida humana, sino el mero resultado de las elecciones hechas por el alma. 

   En este año nos complace conmemorar el 150 aniversario de esta obra magnífica que constituye, en palabras de los propios autores espirituales, la bóveda del edificio del saber que viene a iluminar y liberar las conciencias por la comprensión de la verdad que nos ofrece, como pensamiento vivo. Esta obra que reinterpreta los orígenes del paradigma del espíritu, como fuente viva de eternidad, nos posibilita que asumamos con coraje el  proyecto educativo de la humanidad que el Cristo nos confía para hacer brotar las potencialidades del ser humano, de todos nosotros, encarnados y desencarnados pertenecientes al planeta Tierra, y que lo conducirán a la felicidad tanto individual como colectivamente. 

   El Evangelio según el Espiritismo es la brújula religiosa, en sentido originario del término, de la doctrina espírita, por mucho que duela. Está dedicado a la explicación de las enseñanzas de la moral de Cristo, nuestro Señor, que viene a consolidar su conocimiento trascendente, aquel que anticipara Sócrates. Todos los capítulos presentan instrucciones de los Espíritus superiores, con lo cual su estudio se hace imprescindible a todo aquel que se preocupe de la formación moral, independientemente de la creencia religiosa. Es fuente inagotable de sugerencias para la construcción del mundo de regeneración, que mencionábamos estamos horadando, un mundo de paz y fraternidad. 

   A pesar de la dicotomía entre espíritu y materia en el contexto natural de la época socrática, el tiempo y el progreso han traído nuevos entendimientos para la ampliación de las investigaciones sobre el origen del universo, de la vida en sus infinitas dimensiones y de las relaciones que encadenan todo lo que existe. Estamos, por tanto, frente a nuevas y múltiples posibilidades para la comprensión de la realidad. Obviamente, la época y el conocimiento propuesto por Sócrates no permitían aún la amplitud del saber que el siglo de Kardec propició. Sin embargo, la exhortación, en su tiempo, al «conócete a ti mismo» fue motivo de revolución, así como lo fuera de su muerte, a ejemplo de Jesús algunos siglos después. Pero como toda verdad desafió las diferentes épocas de la humanidad, alcanzándonos rediviva hoy por el espiritismo –el Consolador prometido por Jesús, (Juan 14: 15 ss)– como impostergable proposición de luz en la construcción del Espíritu inmortal. 

   Para Sócrates la vida no es un simple proceso teó- rico de pensamiento, sino una invitación al pensar y una forma de reeducación del pensar. El espiritismo, asimismo, nos ofrece una forma de pensar y de reeducar nuestro pensar sobre el mundo interno y externo, y sobre todo nos impulsa a pensar como espíritu. El hombre puede alcanzar este punto de sublimación por el dominio completo de sí mismo, conforme a las leyes que identifica al sondear su conciencia, como hiciera Sócrates, y que fueran mejor explicitadas, posteriormente, por el Espíritu de Verdad. Esa verdad se confirma en la respuesta de los Instructores a la cuestión 621 de El Libro de los Espíritus formulada por Kardec según la cual, la ley de Dios está escrita en la conciencia. Es así como el auto descubrimiento se torna un proceso intransferible e inaplazable de encuentro de Dios en nuestro ser: el Padre y yo somos uno. 

   De manera sintética: la virtud y la felicidad, en Sócrates, se transfieren al interior del hombre. Del mismo modo, la Enseñanza universal de los Espíritus será el camino de la verdad y la vida, si la trasladáramos hacia nuestro interior por la vivencia de Su Evangelio.

( Tomado de la Revista  Espírita nº 10 de la FEE)

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LA MISERIA HUMANA

 La miseria humana no está en la incertidumbre de los acontecimientos que, ahora nos elevan, ahora nos rebajan. Es completa en el corazón ávido e insaciable que incesantemente aspira a recibir, que se lamenta de la seguridad de otros y jamás recuerda su propia aridez. Esa desgracia de aspirar a lo más alto más que a sí mismo, esa desgracia de no poder satisfacerse con las más caras alegrías, esa desgracia, digo yo, constituye la miseria humana.
 Qué importa el cerebro, qué importan sus más brillantes facultades, si ellas son siempre ensombrecidas por el deseo amargo e insaciable de algo que se le escapa sin cesar; la sombra fluctúa junto al cuerpo, la felicidad fluctúa junto al alma, para ella intangible. Con todo no os debéis de lamentar ni maldecir la suerte. Porque esa sombra, esa felicidad, huidiza y movible como las ondas, por el ardor y por la angustia que deposita en el corazón, nos da prueba de la divinidad aprisionada en la humanidad. Amad pues, el dolor y su poesía vivificante, que hace vibrar vuestros Espíritus por el recuerdo de la patria eterna. El corazón humano es un cáliz lleno de lágrimas; pero viene la aurora, que beberá el agua de vuestros corazones; ella será para vosotros la vida que deslumbrará vuestros ojos, ciegos por la oscuridad de la prisión carnal. 
¡ Coraje!, cada día es una liberación!. ¡ Marchad por el camino doloroso!. ¡ Ir acompañando con la mirada la misteriosa estrella de la esperanza !.
(Espíritu Georges – Revista Espírita de 1860).  

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