miércoles, 27 de septiembre de 2017

El dios de las religiones



Hoy veremos:

- El dios de las religiones
- Con Serenidad
-  El tiempo y el espacio
-   Orgullo, indulgencia y caridad



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                                 El dios  de las religiones

           Creo que en nuestro actual nivel  evolutivo mental y racional, nadie puede creer en ese dios   con figura  humana  que muchas religiones presentan  como un dios que nos espía allá, desde lo alto de una nube y se muestra  celoso, intransigente, vengativo, iracundo y cruel, y en el Antiguo Testamento de la Biblia  se manifestaba al ser humano entre relámpagos y truenos, causando un miedo terrible, y exigiendo sacrificios de animales y hasta de seres humanos. ¡Eso, desde luego, no podía ser  Dios Verdadero¡ el Dios Creador de todo un Insondable Universo o Universos ( ya están los científicos confirmando mediante la Física Cuántica que hay otros universos paralelos), en donde la Tierra, ya hemos comprendido que ocupa el lugar de apenas una mota de polvo flotando en  el ambiente de un gran salón.  Si acaso aquellos antiguos guías religiosos representaron un ser imaginario lleno de los más terribles aspectos  propios de los más abyectos seres humanos de la época; una época en la que solo el azote del terror podía tratar de poner un poco de orden en aquella humanidad  casi recién salida de las cavernas.

          Las religiones, en general, han hecho en el pasado un uso funesto de la idea de Dios, al que han dado formas, unas veces poéticas y algunas veces terribles. Actualmente, el pensamiento humano ha madurado lo suficiente como  para apartarse de esas formas anticuadas, y ya comenzamos a entender a Dios como el Alma del mundo  y del Universo Todo que se muestra como un enorme latido que expande y junta galaxias, en un Bing-Bang, como el latido de Dios Creador,  Centro universal  de la Vida y del Amor.

       La idea que sobre Dios tenían las religiones, se apoyaba en una supuesta revelación sobrenatural; hoy en día esta revelación obtenida desde el Más Allá, se transformó en más  racional y progresiva. Esta nueva concepción de Dios, entra en nuestro pensamiento a través de la lógica de las cosas y del espectáculo de la Naturaleza, y está escrita en el  Gran Libro del Universo y en el de la Conciencia.

       Tampoco esos conceptos religiosos  tan arcaicos y deformes, han sido sostenidos por  los Seres que  en misión de Guías de la Humanidad, vinieron a la Tierra en tiempos remotos.

       La Bíblia, así como las escrituras religiosas budistas, musulmanas, etc, en esencia muestran solamente un camino común para la evolución espiritual del Ser humano, pero eso no basta, pues  cada uno podrá transitar por él libremente.   

        Con los textos sagrados se han cometido abusos  de interpretación que han llevado a la descreencia  o al fanatismo  ciego, al querer aplicarlos  literalmente.

       La idea de un Dios terrible,  vengativo, severo y celoso al que hay que temer, es inaceptable actualmente, porque el ser humano ha sabido sustituir a ese dios tan mezquino, por ese Dios Cósmico e infinito que vislumbramos como  la Energía Cósmica o  el  Amor, origen de todo cuanto existe , así como de una Perfección Absoluta. 
        
        También se le ha representado como un gran anciano que todo lo controla desde lo Alto; esta imagen es  la herencia de lo que concebía el Ser humano  durante sus primeras fases de evolución, en donde solamente podía concebir lo tangible y lo objetivo; por eso creó la imagen  de un  hombre  parecido a él, porque era incapaz de concebir algo diferente. Por eso esta idea de humanizar lo que es puramente espiritual, aún se conserva en muchas religiones.

       En la actualidad aún hay religiones que sostienen esos viejos conceptos, y admiten con fanatismo infinito, pretendidos mensajes de Dios, la Virgen, los Ángeles o cualquier Santo, que no cesan de asustar y de amenazar al ser humano con  terribles “castigos divinos” , o con la “encendida cólera de dios por los pecados del hombre”. Estas mentalidades conciben a Dios  como alguien que premia o castiga a los humanos, por los méritos o deméritos de una sola vida, aunque haya sido muy corta o con circunstancias muy delimitantes para hacer el bien o el mal, y ese castigo o premio divinos, son impuestos para toda la eternidad (según esas religiones).

        Estos conceptos pseudo-religiosos ya no  los puede  admitir nadie que esté en su sano juicio, porque  si el Primer Mandamiento del Decálogo de Moisés dice que se debe amar a Dios sobre todas las cosas, y de  otra parte la Biblia, que tanta gente tiene como “la palabra de Dios”, nos lo presenta como un ser cruel  e incompasible,  resulta una incongruencia pedir que se ame  a  alguien  hacia quien se siente terror, porque nadie puede amar realmente aquello que teme.
 Estos desfigurados conceptos sobre un dios tan pequeño, tan imperfecto, que parece a veces el máximo exponente de todos los defectos humanos juntos y multiplicados, han creado muchos ateos e incrédulos.

         El  Dios que se debe admitir en conciencia,  es un Ser Supremo que está por encima de todo;  Inteligencia y Conciencia  Cósmica, Infinito y Perfecto en todos sus atributos, que de Su Propia Esencia  nos creó como seres espirituales que somos y ni por un instante ha cesado de crear y de  irradiar su energía de Amor que como un gran sol dirige  hacia nosotros y hacia todo el Universo Infinito.  

        Afortunadamente, con el progreso, Dios ha dejado de ser patrimonio exclusivo de las religiones y sectas que lo limitan, lo humanizan y lo utilizan. Él también es patrimonio de la Ciencia y del espíritu humano.

- Jose Luis Martín-


“ La conciencia es la presencia de Dios en el hombre”                                                                                                          -Emmanuel Swedemborg (1688- 1772)


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                                                 CON SERENIDAD

La serenidad es la piedra angular de las edificaciones morales y espirituales de la criatura humana, sin la cual se tornan muy difíciles las realizaciones. Es consecuencia de una conducta correcta y una conciencia ecuánime, que proporcionan la visión real de los acontecimientos, así como facultan la identificación de los objetivos de la vida, que merecen los valioso emprendimientos de la existencia corporal. 

En la atormentada búsqueda del placer se desperdicia el tesoro de la cultura, que se convierte en sierva de las pasiones inferiores, perturbadoras, de consecuencias negativas. Cuanto mas se disfruta del goce, más necesidad suerte de experimentarlo, para renovar las sensaciones que están disfrazadas de emociones. 

La serenidad es el estado de anuencia entre el deber y el derecho, que se armonizan en beneficio del individuo. 

Cuando se adquiere una conciencia serena se puede enfrentar toda y cualquier situación con equilibrio, sin permitirse nunca la desestructuracion. Los acontecimientos, las personas y los fenómenos existenciales son considerados en sus verdaderos niveles de importancia, sin que lleguen a convertirse en motivo de aflicción, por peores que se presenten. 

La persona serena es feliz porque superó los apegos y los desapegos, la ilusión y los deseos, se mantiene en armonía en cualquier situación… Equilibrada, no cae víctima de los extremos y elige le camino del medio con decisión firme e inquebrantable. 

La serenidad no es quietud exterior ni indiferencia, sino plenitud de acción, destituida de ansiedad o de recelo, de prisa o de inseguridad. 

Jesús, en el fragor de todas las batallas, en la elocuente epopeya de las bienaventuranzas, o cuando era crucificado, mantuvo la serenidad, aunque de maneras diferentes, impertérrito y seguro de sí, mismo, con irrestricta confianza en Dios. 

Buda, cuando meditaba en Varanasi, donde presento sus Cuatro Nobles Verdades, o acosado por las terribles persecuciones que le promovieron los brahmanes -sus enemigos apasionados- permaneció con serenidad, totalmente entregado a la paz. 

Juan Haus, mientras predicaba que no eran necesarios, los intermediarios entre Dios y los hombres, o al arder en las llamas implacables de la hoguera a la que fue condenado, se mantuvo fiel, sereno, pues sabía que nadie podría aniquilarlo. 

Los mártires conocieron la serenidad que les dio el ideal en todas las áreas en las que lucharon y , por eso mismo, no fueron alcanzados por la impiedad ni por la persecución de los malos. 

La serenidad proviene, así mismo, de la certeza de la confianza en lo que se sabe, se hace y se es. 
Procede siempre conforme a una conciencia lúcida a fin de que no caigas en un conflicto y pierdas la serenidad. 

Estúdiate y ámate, eligiendo lo mejor, lo perdurable, para tus días, y nunca retrocederás. No obstante, si te equivocas, si te comprometes, si te arrepientes, antes que te perturbe la culpa retorna a la compostura, repara la equivocación, recupérate y vuelve a conquistar la serenidad. 

Si no la tienes experimentarás sufrimientos que podrías evitar y que constituyen impedimentos para tu avance

Serenidad es vida

Extraído por Ángeles Calatayud del libro “Momentos de Salud” 
Divaldo Pereira Franco

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                EL TIEMPO Y EL ESPACIO

El tiempo, al igual que el espacio, es una palabra que se define a sí misma. Nos haremos 
una idea más justa si la relacionamos con el todo infinito... 
El tiempo es una sucesión de cosas, está ligado a la eternidad, de la misma forma que las 
cosas están unidas al infinito. Sólo por un momento imaginémonos en los días iniciales de nuestro 
mundo, en esa época primitiva en que la Tierra no se balanceaba aún bajo el impulso divino, en una palabra, en el comienzo de su génesis. El tiempo aún no ha emergido del misterioso regazo de la Naturaleza, no podemos saber en qué época de los siglos nos encontramos, ya que la balanza del tiempo no comenzó todavía a moverse. 
Pero, ¡silencio! En la Tierra solitaria suena la primera hora, el planeta se mueve en el 
espacio y se suceden la noche y el día. Más allá de la Tierra, la eternidad permanece inmóvil e impasible, aun que el tiempo corre también para los otros mundos. Sobre la Tierra, el tiempo 
reemplaza a la eternidad y durante una cantidad determinada de generaciones se contarán los años y los siglos... 
Ahora, transportémonos al último día de este mundo, a la hora en que doblegado por el peso 
de su propia vejez, desaparezca su nombre del libro de la vida para no reaparecer nunca más: aquí, la sucesión de hechos se detiene. Los movimientos terrestres que medían el tiempo se interrumpen y el tiempo termina junto con ellos. 
Esta sencilla exposición de los hechos naturales que originan el tiempo, lo alimentan y 
terminan por apagarlo, basta para mostrarnos dónde debemos ubicarnos para realizar nuestros 
trabajos. El tiempo es un gota de agua que desde una nube se precipita al mar y cuya caída es mensurable. Hay una relación directa entre la cantidad infinita de planetas y los tiempos diversos e incompatibles que existen. Fuera de los mundos, sólo la eternidad reemplaza a estas sucesiones efímeras y llena con la quietud de su luz inmóvil la inmensidad de los cielos. Inmensidad sin límites y eternidad sin fin: ésas son las dos grandes propiedades de la Naturaleza universal. 
EL GENESIS 
ALLAN KARDEC. 

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         ORGULLO, INDULGENCIA Y CARIDAD

Dos hombres acaban de morir; Dios había dicho: Mientras esos dos hombres vivieren, serán colocadas en un saco cada una de sus buenas acciones, y a su muerte, se pesarán los sacos. Cuando estos dos hombres llegaron a su última hora, Dios se hizo llevar los dos sacos; el uno era grande, ancho, bien lleno, resonaba el metal que lo llenaba; el otro era pequeño y tan delgado, que se veían los escasos cuartos que contenía; cada uno de estos hombres reconoció el suyo. He aquí el mío, dijo el primero, lo reconozco, he sido rico y di mucho. He aquí el mío, dijo el otro; siempre fui pobre, ¡ay de mí! Casi no tenía nada para compartir. Pero, ¡oh sorpresa! Puestos los dos sacos en la balanza, el más grande se 
volvió ligero y el más pequeño pesó tanto que dominó en mucho el otro lado de la balanza. Entonces Dios dijo al rico: Diste mucho, es verdad, pero diste por ostentación y para ver figurar tu nombre en todos los templos del orgullo, y dando no te has privado de  nada; ve a la izquierda y puedes estar contento si tu limosna se toma en cuenta por alguna cosa. Después dijo al pobre: Tú has dado muy poco, amigo mío; pero cada una de las monedas que están en la balanza, representa una privación para ti; si no has hecho limosna, has hecho caridad y lo mejor es que la has hecho naturalmente, sin pensar que se tomaría en cuenta; tú has sido indulgente, no has juzgado a tu semejante, al contrario, disculpaste   todas sus acciones; pasa a la derecha y ve a recibir tu recompensa. 
(UN ESPÍRITU PROTECTOR, Lyon, 1861). 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO 
ALLAN KARDEC 

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