martes, 5 de septiembre de 2017

¿Cómo se distinguen en el Más Allá los grados de Jerarquía Espiritual?



Hoy vamos a ver:  

- El milagro del perdón  
- Mensaje de este día: gratuidad del bien 
 - ¿Cómo se distinguen en el Más Allá los grados de Jerarquía Espiritual? 
- Olvido del pasado

                       

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                El milagro del perdón


 Todo iba muy bién hasta aquél día. Ella era una mujer casada. Y muy bien casada. Era feliz. Su marido, un alto ejecutivo, a pesar de los constantes viajes que lo retenían fuera del hogar en periodos regulares, era un hombre atento.

Nada había en él que hiciese pensar que la muerte le llegara de repente:  sufrió un infarto. Ni una última palabra, ni un último abrazo. Nada.

El entierro fue triste y silencioso. Después solo quedó una inmensa tristeza. Todo era motivo de recordación.

Los libros de él, el jardín en donde paseaban juntos. En todo la presencia-ausencia de él. Los días eran amargos.

Entonces ella recibió una carta. Venía de otro Estado y era firmada por una mujer. En pocas líneas, la desconocida le hacía consciente de que su hombre, por el que lloraba, había sido también su amor.

Y, como fruto de la relación de algunos años, ella quedó con dos criaturas pequeñas. Describía su drama. Las dificultades profesionales, los gastos que se avecinaban, las necesidades que crecían.

Le rogaba disculpas por atormentarla, pero pedía auxilio para sus dos pequeñas.

La primera reacción fué de rebeldía, de rabia. Se sintió traicionada, herida. Con el paso de los días, aquello se fue enfriando y dando lugar a otro sentimiento.

Pensó en el amor que su marido debía tener por las hijas. Ahora estaban huérfanas.

Porque lo amaba mucho, tomó una decisión. Respondió a la carta diciendo que se quedaría con las dos criaturas. Asumiría su educación. Con una condición: la madre las debería entregar a sus cuidados definitivamente.

Concertaron detalles y acordaron  un encuentro. Ella queria a las niñas. Pedazos de su amor que se fue. Habría de tratarlas como a sus hijas. Eran amores de su marido.

Se encontraron en el aeropuerto. De lejos, ella vio a la otra: joven, bonita. Era una nissei. Sintió celos. Las niñas eran lindas.

La joven, con lágrimas en los ojos, se despidió de ellas, les hizo recomendaciones y se dispuso a partir.

Las niñas se acercaron a ella, sollozando. La escena era conmovedora. Entonces, la mujer sintió que la invadía una ola de cariño, y llamo a la joven madre.

"Vamos a ser una única y gran familia. Queda con nosotros tú también. Seremos amigas e madres de nuestras hijitas sin padre.

Era el milagro del perdón.

No del perdón de los labios, sino el perdón del corazón. El verdadero. El que coloca un velo sobre el pasado.

Lo único que es llevado en cuenta, pues Dios no se satisface con las apariencias. Él sondea la intimidad y conoce los mas secretos pensamientos de los hombres.

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El olvido completo y absoluto de las ofensas es propio de las grandes almas.

Perdonar es pedir perdón para si mismo. Al final, ¿quien de nosotros no necesita de él? ¿Quien de nosotros puede decir, en su conciencia, que no comete equívocos?

Se alguien nos prejudicó, es un motivo para el ejercicio del perdón, pues el mérito es proporcionado a la gravedad del mal.

Olvidarnos del mal. Pensar en el bien que se puede hacer. Cuidarnos de retirar del corazón todo sentimiento de rencor. Dios sabe lo que se demora en el fondo del alma de cada uno de Sus hijos.

Redacción de Momento Espírita.





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Mensaje para este día 
                    
Gratuidad  del  bien


...Quien realmente se dedica al Bien y lo hace con gra­tuidad, experimenta un incomparable júbilo, que se expresa mediante la felicidad de poder donar en vez de recibir, de ayudar antes que ser beneficiado...


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     ¿ Cómo se  distinguen  en el Mas Allá los                       grados de Jerarquía espiritual?

             Cada Ser existe  en el plano o nivel   espiritual que le corresponde por afinidad con los demás Seres  que lo habitan, según el nivel de evolución, y no viven mezclados unos con otros, tal como sucede  en las sociedades  humanas.
         Cuando circunstancialmente se entremezclan o reúnen por algún motivo en un mismo recinto, la superioridad  o jerarquía  la reconocen por  el aspecto fluídico  de su  periespíritu, o el grado de luminosidad que rodea a cada uno. En los planos  inferiores los Seres  atrasados y apegados  a la materia,  tienen un semblante más o menos  oscurecido y a medida que van conquistando grados superiores de evolución y pureza, van adquiriendo una mayor y resplandeciente luminosidad  que indica su aptitud para  elevarse en sintonía vibratoria y habitar normalmente  en otros planos más elevados y afines con  ellos.
        Cada  Espíritu en el Mas Allá, es como un luminoso foco que irradia  en el plano espiritual  en donde habita.  Esta especie de Luz espiritual, que a los humanos nos es muy difícil llegar a comprender, la poseemos todos en mayor o menor grado o intensidad, y procede de la propia “Chispa Divina”, energía psíquica pura,  desarrollada y evolucionada, que en esencia  somos  todos, tanto encarnados como desencarnados.
     La  luminosidad espiritual determina  la Jerarquía espiritual, que asigna el lugar o posición de cada Ser  en el mundo espiritual, y los diferentes niveles de esta luz espiritual vienen a hacer un papel similar a  las divisas o entorchados de los militares, que determinan y señalan su rango y posición en  los ejércitos.
   Esta clase de  Luz, determinante de nuestro estatus social en el Más Allá, la tenemos velada los humanos a causa de la materia que nos la oculta, y también debido a la falta de desarrollo espiritual que todavía tenemos, por lo que podemos creer en buena lógica, que a lo largo de nuestra evolución futura, esta Luz espiritual la iremos adquiriendo y manifestando gradualmente  todos, cada vez con mayor intensidad, según se vayan desarrollando  los valores espirituales que deberemos ir conquistando.  En otras palabras: Nuestra iluminación interior es todavía muy pequeñita y débil, y encima tenemos una materia que constituye una barrera que nos la oculta; no así como cuando siendo espíritus libres ya no tenemos esa compacta barrera carnal.

- Jose Luis Martín-


“Espíritu inmortal, espíritu encarnado o libre, si quieres ascender rápidamente la escala ardua y magnífica de los mundos y alcanzar regiones etéreas, arroja fuera de ti todo cuanto entorpece tus pasos y estorba tu vuelo...”
León Denis -

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 OLVIDO DEL PASADO 

Hay quienes, en su orgullo y vanidad, se resisten a admitir que puedan haber pasado por formas inferiores de vida. Y para refutar la verdad de la reencarnación o pluralidad de existencias, sostienen que tendrían que conservar la memoria de su vida anterior. Aun cuando éste es un juicio simplista, pero que puede surgir también en personas bien intencionadas, deseosas de conocer la Verdad de la Vida, necesario es aclarar este punto. 
A éstos, les diremos: si una simple conmoción cerebral es lo bastante para que olvidemos los hechos de nuestra vida presente, ¿cómo ha de ser posible conservar recuerdo alguno de los hechos en nuestras existencias pasadas, no estando grabadas en el cerebro de la nueva personalidad? Si bien la Mente espiritual (o mente subconsciente de la psicología) conserva la esencia de las experiencias y aprendizajes de su vida anterior y anteriores, carece de las imágenes necesarias en el nuevo cerebro físico de la nueva encarnación. 
Conservamos, sí, las ideas generales y experiencias que hayan quedado grabadas en la Mente espiritual o subconsciente. Nuestra actual personalidad, lo que consideramos nuestro carácter, todo ese conjunto de gustos y tendencias, capacidad intelectual, dinamismo., etc., son el resultado de experiencias adquiridas, de gustos y disgustos, de las vicisitudes pasadas en anteriores existencias. 
            Además, no recordarnos nuestras vidas pasadas, sencillamente porque no están grabadas en la memoria de nuestra actual personalidad. La memoria nos refleja tan sólo aquello que, a través de los sentidos, haya sido grabado en las células del cerebro físico, ya que éste es el instrumento de manifestación de que se sirve la mente. Si bien en los individuos ya muy evolucionados, la Mente espiritual que radica en el Espíritu, se manifiesta con más intensidad, por lo que pueden recordar algunos pasajes de su vida anterior y hasta dos o tres vidas atrás. Aquellos que han alcanzado esta condición, pueden también vislumbrar, con mayor o menor intensidad, la vida y actuación en el plano o planos etéreos del espacio, de su vida espiritual antes de encarnar; por lo que, algunos de éstos en sus meditaciones, llegan a esos estados de desdoblamiento conocidos con la denominación de éxtasis. Pero en cambio, esta visión anterior al renacimiento por aquellos que hayan pasado por las zonas inferiores tenebrosas del astral, sería causa de grandísimos sufrimientos y otros males. 
             Las leyes de la Vida, emanadas de la Máxima Sabiduría Cósmica, son perfectas. Y si algo nos parece imperfecto, se debe a nuestro desconocimiento de esas leyes. 
Hagamos algunas consideraciones acerca de las ventajas que significa el olvido del pasado. Analicemos con detenimiento. 
            ¿No sería un martirio para nosotros, recordar nuestros actos delictuosos, nuestras víctimas, nuestros victimarios y aun nuestras vergüenzas de vidas recientes? 
              El conocimiento de un pasado lleno de errores, embrutecido, como el de la mayoría de nuestra humanidad actual, sería una carga tan pesada, que sólo los seres muy fuertes podrían, quizá, soportar. Pero, sería motivo de crueles inquietudes para los seres más débiles en lucha con su destino. 
               Aquellas personas que en su última vida pasada hayan tenido una existencia fácil, de riquezas, lujos y derroches, y la vida actual de pobreza y dificultades sin cuento (compensación por la Ley de Consecuencias), ¿podría soportarla? 
                Si una persona que haya sido ultrajada, o le hubiesen ultrajado una hija, esposa o esposo en una vida anterior, y se encontrase con el ultrajador (identificándole) en el círculo de sus relaciones sociales, ¿qué acontecería? 
               Supongamos que una persona conservara la memoria del pasado y por ello identificara entre sus amistades a otra persona que, en alguna de sus vidas pasadas le hubiese acusado de un crimen no cometido y por el cual hubiese pasado varios años en una cárcel, en alguno de aquellos calabozos antiguos, o perseguido por el fanatismo religioso hubiese ido a parar a las mazmorras de la Inquisición... ¿que acontecería? 
Y por último, ¿podría un niño soportar el recuerdo de las escenas de actos malvados ejecutados en vidas anteriores o persecuciones en el pasado? Sin duda, enfermaría en la mayoría de los casos, y hasta enloquecería con la repetición en formas de alucinaciones. 
Saliendo recién nuestra humanidad de la bestialidad feroz, ¿qué ventajas podría darnos el recuerdo de un pasado de odios e injusticias, de vergüenzas y lágrimas que hemos hecho derramar, de dolor y sangre vertida por culpa nuestra?. 
                ¿Qué puede ser el pasado de cada uno de nosotros? Bestialidad, resentimientos, odios, venganzas, injusticias y toda una larga lista de errores que perturbarían nuestro equilibrio psíquico, convirtiendo la vida en un tormento. El Espíritu, débil aún, no podría resistir. 
                 No obstante, mediante el olvido de todo ese pasado, renaciendo a una vida nueva, en un ambiente generalmente distinto, con una nueva educación, la perspectiva cambia completamente. 
                Siendo cada vida una nueva oportunidad de progreso, este recuerdo sería un gran impedimento para cumplir el destino de cada cual. ¡Bendigamos el olvido temporario, que el Eterno Amor nos concede a través de Sus leyes! 
                El conocimiento integral de nuestras vidas pasadas, nos presentaría inconvenientes temibles, horrorosos, no tan solo desde el punto de vista individual, sino también colectivo; puesto que introduciría en la vida social elementos de discordia, fermentos de odio que agravarían e impedirían todo progreso moral-espiritual. Los criminales de la historia reencarnados para expiar, verían de nuevo las vergüenzas las iniquidades de todos los siglos, expuestas ante sus ojos. El pasado acusador, sería la causa de múltiples sufrimientos. 
                 Dios, en su infinita sabiduría y amor, nos evita todas estas torturas y otras más, mediante este fenómeno psíquico (dentro de la Ley de Vibración), cual es la privación del recuerdo y conocimiento de nuestro pasado, una vez entrado en el cuerpo carnal. 

Sebastián de Arauco.

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