Para hoy tenemos :
- Respuestas de los Espíritus a algunas preguntas.
- La Alegría de Vivir
- Convivir es tolerar, respetar, comprender.
-Parábola del festín de bodas y otras reflexiones
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Respuestas de los Espíritus a algunas preguntas
Preg. –¿Cómo pueden los Espíritus obrar sobre la materia? Esto parece contrario a todas las ideas que nos hacemos de la naturaleza de los Espíritus.
Resp. «–Según vosotros, el Espíritu no es nada; esto es un error; nosotros ya hemos dicho que el Espíritu es algo, y es por eso que puede obrar por sí mismo; pero vuestro mundo es demasiado grosero para que pueda hacerlo sin intermediario, es decir, sin el lazo que une el Espíritu a la materia.»
Nota – El lazo que une el Espíritu a la materia, si no es inmaterial, es por lo menos impalpable; esta respuesta no resolvería la cuestión si no tuviésemos el ejemplo de fuerzas igualmente imponderables que obran sobre la materia: es así que el pensamiento es la causa primera de todos nuestros movimientos voluntarios y que la electricidad derriba, levanta y transporta masas inertes. De lo que no se conoce el móvil, sería ilógico concluir que éste no existe. Por lo tanto, el Espíritu puede tener palancas que nos son desconocidas; la Naturaleza nos prueba todos los días que su fuerza no se detiene ante el testimonio de los sentidos. En los fenómenos espíritas, la causa inmediata es indiscutiblemente un agente físico, pero la causa primera es una inteligencia que obra sobre este agente, como nuestro pensamiento obra sobre nuestros miembros. Cuando queremos golpear, es nuestro brazo que obra, no es el pensamiento el que golpea: éste es quien dirige al brazo.
Preg. –Entre los Espíritus que producen efectos físicos, los que llamamos golpeadores ¿forman una categoría especial o son los mismos que producen los movimientos y los ruidos?
Resp. «–El mismo Espíritu puede ciertamente producir efectos muy diferentes, pero los hay quienes se ocupan más particularmente de ciertas cosas, como entre vosotros tenéis los herreros y los hacedores de proezas.»
Preg. –El Espíritu que obra sobre los cuerpos sólidos, ya sea para moverlos o para golpear, ¿penetra en la propia substancia de los cuerpos o actúa fuera de la misma?
Resp. «–Lo uno y lo otro; hemos dicho que la materia no es un obstáculo para los Espíritus; ellos penetran todo.»
Preg. –Las manifestaciones materiales, tales como los ruidos, el movimiento de los objetos y todos esos fenómenos provocados frecuentemente, ¿son producidos indistintamente por los Espíritus superiores y por los Espíritus inferiores?
Resp. «–Sólo los Espíritus inferiores se ocupan de esas cosas. Los Espíritus superiores se sirven de ellos algunas veces, como tú lo harías con un changador, 12 a fin de que ejecute su cometido. ¿Puedes creer que los Espíritus de un orden superior estén a vuestras órdenes para divertiros con trivialidades? Es como preguntar si, en vuestro mundo, los hombres sabios y serios hacen cosas de juglares y bufones.»
Nota – En general, los Espíritus que se revelan por efectos físicos son de un orden inferior. Ellos divierten o impresionan a aquellos para los cuales el espectáculo visual tiene más atractivo que el ejercicio de la inteligencia; son, de cierto modo, los saltimbanquis del mundo espírita. A veces actúan espontáneamente; en otras ocasiones, por orden de los Espíritus superiores. Si las comunicaciones de los Espíritus superiores ofrecen un interés más serio, las manifestaciones físicas tienen igualmente su utilidad para el observador; nos revelan fuerzas desconocidas en la Naturaleza y nos dan los medios de estudiar el carácter y –por así decirlo– las costumbres de todas las clases de la población espírita.
Preg. –¿Cómo probar que el poder oculto que actúa en las manifestaciones espíritas está fuera del hombre? ¿No podría pensarse que reside en sí mismo, es decir, que obra bajo el impulso de su propio Espíritu?
Resp. «–Cuando una cosa se hace contra tu voluntad y tu deseo, ciertamente que no eres tú quien la produce; pero a menudo eres la palanca de la que se sirve el Espíritu para obrar, y tu voluntad viene en su ayuda; tú puedes ser un instrumento más o menos conveniente para él.»
Nota – Es precisamente en las comunicaciones inteligentes que la intervención de un poder extraño se vuelve patente. Cuando esas comunicaciones son espontáneas y ajenas a nuestro pensamiento y a nuestro control, cuando responden a preguntas cuya solución es desconocida por los asistentes, es necesario buscar la causa fuera de nosotros. Esto se hace evidente para cualquiera que observe los hechos con atención y perseverancia; los detalles de sus matices escapan al observador superficial.
Preg. –¿Todos los Espíritus son aptos para dar manifestaciones inteligentes? Resp. «–Sí, puesto que todos los Espíritus son inteligencias; pero como los hay de todos los grados, es como entre vosotros: unos dicen cosas insignificantes o estúpidas y otros cosas sensatas.»
Preg. –¿Todos los Espíritus son aptos para comprender las preguntas que se les propone?
Resp. «–No; los Espíritus inferiores son incapaces de comprender ciertas preguntas, lo que no les impide que respondan bien o mal; es igual que entre vosotros.»
Nota – Esto demuestra que es esencial ponerse en guardia 13 contra la creencia en el saber indefinido de los Espíritus. Sucede con ellos lo mismo que con los hombres: no es suficiente con interrogar al primero que llega para obtener una respuesta sensata; es necesario saber a quién uno se dirige. El que quiere conocer las costumbres de un pueblo debe estudiarlo desde lo más bajo hasta lo más alto de la escala; sólo ver una clase es hacerse una idea falsa, puesto que se juzga el todo por la parte. La población de los Espíritus es como la nuestra; hay de todo: bueno y malo, sublime y trivial, sapiente e ignorante. Cualquiera que en filosofía no haya observado todos los grados, no puede jactarse de conocerlo. Las manifestaciones físicas nos hacen conocer a los Espíritus de bajo nivel; son la calle y la choza. Las comunicaciones instructivas y sabias nos ponen en relación con los Espíritus elevados; son la élite de la sociedad: el castillo y el instituto.
-Allan Kardec-
-Revista Espírita de enero de 1858-
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"Todo efecto tiene una causa. Todo efecto inteligente tiene una causa inteligente. El poder de la causa inteligente está en razón de la grandeza del efecto"
- Allan Kardec-
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La Alegría de Vivir
Para vivir la alegría duradera es necesario, primeramente, que hayamos alcanzado la paz interior que nos propicia el encuentro con nuestro yo, y la serenidad que nos permite la aceptación de ese "yo" viviendo el momento cero; ocasionando los cambios que fuesen necesarios. Al final solo podemos cambiar lo que conocemos.
La alegría también es un estado del espíritu, por tanto nace de nuestro interior y es independiente del escenario en donde nos encontremos exteriormente.
Muchos espíritus aún traen consigo la imagen de que no esta permitido ser "alegre", pues confunden alegría con libertinaje, con falta de responsabilidad Esa imagen está equivocada y es fruto aún de nuestros entendimientos incompletos de la vida.
Piensen conmigo: ¿por qué no podríamos vivir la alegría, tanto en momentos de estudio, de trabajo, si fuimos creados para el Amor?. La alegría, así como el amor es contagiosa y debe ser experimentada por todos.
La alegría de vivir establece reencuentros. Es el puente que une nuestro "yo" a los demás y a Dios. Vamos ahora a imaginar ese escenario: a través de la paz interior descubrimos las simientes adormecidas que yacen en nosotros y formarán nuestro jardín. Con el desarrollo de la serenidad, esas simientes germinarán. Es en la alegría en donde disfrutaremos la magnífica visión de colorido y de los diseños que logramos construir.
Compartamos esa belleza singular con todos, y volvámonos al Creador para agradecerle tamaño regalo.
Así, amigos míos, ¿Cómo va a ser incorrecto vivir en alegría?
Incorrecto es escondernos tras el llanto, el lamento y no trabajar nuestro suelo, a fin de que las simientes puedan germinar y florecer, brindándonos con su alegría. Las flores poseen la misión de enseñarnos la Alegría de Vivir. Misión esa que cumplen con total fidelidad y Amor.
La Alegría de Vivir es lo que nos impulsa a ir adelante, a continuar caminando, tanto cuando tropezamos, como cuando encontramos barreras.
La Alegría de Vivir es la verdadera alegría interior que trasciende a todos los que tenemos el placer de conocer el camino. Por tanto, esta es duradera, al contrario que la alegría que sentimos con las cosas efímeras como un coche nuevo, ropa nueva, o incluso una conquista amorosa.
La verdadera alegría nace del esfuerzo del cautivador. Cautivar es volverse importante, pero no indispensable. Es cuidar sin sofocar. Es el ejercicio del libre arbitrio con responsabilidad. Es estar al lado del otro, pero sin hacer por el otro lo que compete solamente a él. Es hacer lo que nos compete sin exigir que otros lo hagan. Es realmente, amigos míos, el asumir el control de nuestras elecciones durante la vida.
La Alegría de Vivir es la construcción de lazos de amor, amistad y confianza, que van siendo consolidados con todo y con todos.
Etonces, regreso al cuestionamiento inicial, ¿ Por qué no podría ser permitido vivir con alegría en nuestras actividades?
¿En nuestra casa espírita? ¿En nuestro trabajo? ¿Entre amigos y familiares?.
Creo que ya lograron todos encontrar la respuesta.
Permitámonos, amigos míos, esta semana, vivenciar la Alegría de Vivir en todos los momentos de nuestra rutina, no guardandolo solamente para los "grandes momentos", pues ellos, con certeza, son más escasos y perderíamos la oportunidad de disfrutar de la ALEGRIA DE VIVIR HOY.
Con mucha alegría os doy un abrazo, extendiendo los lazos que nos unen.
Comunicado el 27.04.2015
Médium: Lúcia (Grupo Mediúnico Maria de Nazaré – CAVILE).
Espíritu: Hermano Matheus (Colônia Espiritual Maria de Nazaré)
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CONVIVIR ES RESPETAR, TOLERAR, COMPRENDER
Siguiendo con las pautas que han de marcar nuestra actuación dentro de un grupo con inquietudes espirituales, examinamos ahora el significado de la tolerancia, el respeto y la comprensión.
Sin guardar como principios necesarios estos valores, es muy difícil que en el seno de un conjunto se puedan llevar a cabo las tareas, las iniciativas y las actividades que formen parte de los objetivos que se hayan establecido. Máxime, cuando uno de esos objetivos primordiales, ha de ser el de la convivencia, sin la cual, como ya mencionamos al enfocar esta sección, va a ser prácticamente imposible el que podamos relacionarnos debidamente y conseguir los compromisos asumidos “como miembros de un grupo” al encarnar en la tierra.
Tolerar es respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.Comprender es encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otro. Y respetar es tener miramiento, guardar atención a los demás.
No son sólo palabras, son auténticos baluartes de la educación, de las buenas formas y de la conducta moral que siempre hemos de intentar que nos acompañen en cada actuación, en todo momento, a la hora de relacionarnos con nuestros semejantes. Para algunos pueden ser solo palabras, cuando no están dispuestos a ceder, a aceptar que otros pueden tener también buenas ideas, a asumir que nos podemos equivocar, y que las cosas son de todos y para todos, que nadie debe erigirse en líder absoluto de nada, ya que de ahí al fanatismo, a la intransigencia, a la soberbia, hay un solo paso.
Al contrario, lo más bonito del mundo es compartir, vivir una sana y limpia convivencia, sin imposiciones, sin mandatos, sin rodeos, sin doblez. Dejar opinar a todos y cada uno de los miembros del grupo, dejar que del análisis y de la experiencia de todos salga la luz y la mejor opción, demostrando con esa manera de proceder que todos son válidos, que no siempre nuestra idea u opinión es la mejor, y que lo importante es que sea cual sea la decisión que se tome, sea esta una decisión consensuada y aceptada por la mayoría.
Para llegar a esta practica de convivencia, y a compartir las cosas que atañen a todos, es preciso tener un dominio de nosotros mismos, y la humildad suficiente para aceptar ideas de los demás, aunque estas no coincidan con las nuestras,tolerar es respetar las ideas….
También es necesario que la caridad esté germinando ya en nuestro corazón, para poder llegar a comprender las expectativas de los demás y dejar que todos se sientan necesarios, útiles y componentes del grupo como el primero, sino es así, poco nos importarán las opiniones del conjunto, porque consideraremos las nuestras mejores. El egoísta y el orgulloso siempre quieren salirse con la suya y pretende convencernos de que su preparación es mayor y se ha de hacer lo que el dice porque es lo mejor. Esto es el polo opuesto a la humildad, y por consiguiente una gran traba para poder realizarnos dentro de un grupo, y que éste logre desarrollarse libre y sin los entorpecimientos propios de los defectos humanos, tan típicos, y que solo sirven para destruir e interrumpir los procesos evolutivos con eficacia.
Respetar es tener miramiento … Qué sucede cuando en un grupo van todos a una: que hay respeto y se tiene en cuenta la opinión de todos, y se le presta a cada uno la atención que merece, con la educación y el trato ajustado a la moral cristiana. Sucede que todo fluye mucho mejor, no hay enfrentamientos porque no hay rivalidad. No hay peleas, porque se discuten los problemas y las decisiones a través de un diálogo constructivo, con la mira puesta en el conjunto, sin que nadie pretenda llevar la razón. No hay malos entendidos porque se razonan los puntos de vista expuestos, anteponiendo la comprensión y el respeto hacia las personas por encima de otras cuestiones. No hay enfados, porque hay cariño.
¿Qué nos sucede cuando se nos trata con esa estima y consideración? Que nos venimos arriba, nos sentimos queridos, respetados, crece nuestra autoestima, nos embarga un estado de felicidad y de armonía, que por ley natural nos sentimos obligados a retribuirlo de la misma manera, esto es lo importante: el amor y el cariño nos dan la fuerza y el estímulo suficientes para sentirnos en la obligación de devolverlo con creces a ese mismo grupo y a toda la sociedad.
Cuando nos tratan mal, sucede lo contrario, nos embarga un sentimiento de menosprecio, de agravio, de ganas de arrojar la toalla, y en ocasiones se genera en nuestro interior un sentimiento de rencor o de malquerer, que nos conduce al estancamiento espiritual y a convertirnos en una rémora para el grupo, en un obstáculo en lugar de ser una ayuda.
Es en definitiva todo un ejercicio de convivencia pacífica, democrática, en armonía, y sobre todo procurando todos un control sobre sí mismos, evitando que los personalismos, la vanidad o el amor propio nos conduzcan a acciones, pensamientos y sentimientos que generen desarmonía, el mal ambiente y lo que es peor, la disensión en los grupos por cuestiones mínimas y sin transcendencia.
Comprender es encontrar una justificación… Esto es lo que nos hace falta en muchas ocasiones, “ponernos en el lugar de los demás” para poder entender porqué una persona obra de una forma determinada, y tiene sus opiniones al respecto de algo. Es entonces cuando partiendo de dicha comprensión, podemos hacer uso del sentido común, de la sensibilidad, e intentar llegar a un acuerdo mutuo, por la vía del amor y del entendimiento. Sin dicho amor, en la mayoría de las ocasiones es muy difícil converger y llevar a buen fin los criterios.
Sin embargo, cuando prima el amor, la comprensión, el respeto, la cordura y todos estas cualidades afines, es muy fácil y sencillo llegar a un acuerdo, porque entonces además se recibe una ayuda del plano espiritual que lima y allana las asperezas, haciendo que las personas se contagien de los buenos sentimientos, no dando lugar a las diferencias que parten principalmente del la falta de cariño y de amor entre compañeros.
Por el contrario la falta de estos valores tan fundamentales sólo genera rivalidad, rechazo, desapego, desilusión, desgana, apatía. Se llega a un estado de desarmonía que se discute por todo, y se deja la puerta abierta para que las entidades negativas del plano espiritual pongan el resto, implanten la bandera de guerra, los unos contra los otros, creando parcelas, sectarismo, rumores, desunión en una palabra. Y mientras tanto el trabajo sin hacer, la imagen por los suelos, y las mentes de todos generando desarmonías y desánimos que conducen sólo a la desaparición paulatina del grupo.
No dejemos que ocurra esto, trabajemos por nuestra reforma interior, no queda otra. Nos lo debemos a nosotros mismos, y al Maestro. Pensemos que en algo estamos fallando cuando las cosas no andan bien y se producen tan lamentables hechos y situaciones que van dando lugar a la confusión. No es culpa de la doctrina, es responsabilidad nuestra de todos y cada uno. Dejemos de ser un espectáculo para la parte invisible que juega con nosotros, y propiciemos la vibración positiva para que los protectores y los espíritus que desean ayudarnos puedan hacerlo.
La fuerza de un grupo debemos entender de una vez por todas que se basa en la fortaleza y en el buen ánimo que presida las relaciones de sus componentes. No se basa en lo mucho que sepamos de espiritismo, sino en la solidez que hayan adquirido como grupo, componente a componente, porque entre ellos se destila amor fraterno, solidaridad, entendimiento mutuo y auténtico compañerismo. Todos estos factores que sólo se pueden conseguir llevando a la práctica los conocimientos que nos enseña la doctrina, llevados a cabo individualmente, con el trabajo interno y responsable de cada uno, son los que hacen que el grupo perdure en el tiempo, y que no se dejen a un lado los verdaderos objetivos asumidos.
A su vez estos factores son los que hacen que se llegue a los demás, porque se transmite autenticidad, se transmite una vivencia que no la pueden transmitir los libros, ni las reuniones, se transmiten en el tú a tú, al dejar el corazón y tener empatía con los demás. Esa y no otra es la fuerza de un grupo, la que se trasmite por los poros de la piel al haber adquirido ya unos valores y haberlos sabido compenetrar en el conjunto.
Todo esto y mucho más se puede adquirir gracias al respeto, la tolerancia y la comprensión.
Fermín Hernández Hernández Amor paz y caridad
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Parábola del Festín de Bodas y otras reflexiones
En esta parábola,
Jesús se refería al estado espiritual que debemos conquistar como convidados
por el Padre tras un camino de evolución espiritual.
Este es un festín
que está destinado para el disfrute de toda la Humanidad , aunque vemos
como en la parábola se refiere en principio al pueblo hebreo que es quien
recibió en primer lugar esta invitación de Jesús, porque nació en su seno y en
medio de él desarrolló su doctrina.
Ciertamente somos
muchos los llamados, pero en función de nuestra disposición moral son muchos
menos los elegidos. Esta elección para
llegar a participar en el banquete del Reino Celestial no la hace el Padre a
capricho, sino que toda la
Humanidad se auto-elige en función del deseo y de la disposición
por transitar por la senda de progreso basado en el Amor y la Caridad. Precisamente
estas son las vestiduras necesarias para alcanzar y gozar de este festín de la
parábola. No basta con llamarnos cristianos o espíritas; es necesario que el Amor
y la Caridad
sean nuestro estandarte en esta vida, formando parte de nuestro ser y
personalidad habituales.
En estos días de
tránsito hacia una nueva forma de sociedad en el mundo, es de considerar que no
nacimos por casualidad en esta época. No es casual que hayamos nacido en el
seno de una sociedad cristiana, ni menos que hayamos conocido el Espiritismo y
seamos espíritas. Pero no por esto nos podemos envanidecer, pues tal vez
estamos en el Espiritismo precisamente los más endeudados y los que mas cosas
tenemos que rescatar.
Los espíritas
somos en parte esos “obreros de la última hora” a quienes también se refirió
Jesús en otra parábola. Somos igualmente esos llamados al “banquete nupcial” y no podemos perdernos por
los laberintos de la vida y dar la espalda a esa invitación del Maestro Jesús, a la que hemos
venido preparados para aceptar y
seguir. Pero sin embargo no podemos
pretender acceder a ese festín sin las galas necesarias de la práctica del Amor
y de la Caridad ,
viviendo el día a día con los pies en la tierra y la cabeza en unión y relación
con la Mente Creadora.
Sintamos cada día
la responsabilidad como invitados al banquete celestial y luchemos por ser
siempre dignos de esa invitación. Tenemos la responsabilidad moral de ser buenos
espíritas en todo momento de nuestras vidas y para ello debemos y podemos hacer
mucho mas de lo que hasta ahora hicimos , pues tengamos presente que a quienes
mas se ha dado mas se les va a pedir, y a los espíritas se nos está dando un
conocimiento muy valioso, capaz de transmutar la fe religiosa en conocimiento humano, y nuestras imperfecciones en
valores morales positivos, dentro de un continuo proceso de
auto-perfeccionamiento.
Llegado a este
punto, nos podemos preguntar: ¿ Qué medios tenemos para nuestra transformación
moral?.
Son varios,
valiosos y necesarios: el auto-análisis sincero; programación de nuestros actos;
fortalecimiento de la voluntad mediante la auto-disciplina; realización de un
trabajo íntimo contínuo para nuestra transformación moral; sirviendo al prójimo
con Amor, y finalmente evaluándonos cada día.
Pero, ¿ Cómo se ama
al prójimo?. Comprendiéndolo, ayudándole,
sirviendo sin condiciones , teniendo gratitud hacia los demás por sus acciones positivas hacia nosotros, y perdonando
siempre.
Finalmente , aquí
nacen otras nuevas preguntas: ¿ Qué es el perdón?. ¿Qué es la gratitud?
El perdón supone dar la oportunidad de rescatar la falta mediante una acción
de bien, no guardar odios ni rencores, y estar dispuesto a dar siempre nuevas oportunidades, como el Padre nos las da a todos nosotros siempre para
poder rescatar las deudas por nuestras torpezas y errores y poder volver a comenzar.
En cuanto a la gratitud, esta supone retribuir con el bien posible, las acciones de bien que los demás hacen por nosotros. Es un concepto tan popular y tan extendido, que ya hace tiempo que nos lo recordamos en forma de dichos y refranes: "Amor con amor se paga"....
- Jose Luis Martín -
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