martes, 19 de abril de 2022

Reencarnación y evolución

    INQUIETUDES

1.- El Progreso

2.- La Caridad

3.-Bendita Mediumnidad

4.-Reencarnación y evolución



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                                                      EL PROGRESO

¡ El Progreso es la dádiva divina!; ¡ es la herencia suprema que ha dejado el Omnipotente a la humanidad!

  Encuentra diferencia entre las enseñanzas de Cristo y las de Kardec, y no es extraño; la forma, naturalmente, ha de ser muy distinta, porque muy distinta es la civilización de ayer con la del adelanto de hoy.

 Los grandes iniciadores nunca se parecen en el lenguaje los unos a los otros, pero busque usted su fondo y siempre verá lo mismo.

  Siempre, la noble tendencia de despertar al hombre educando su sentimiento, dulcificando sus feroces instintos; esta es la idea: preparar a los espíritus rebeldes para su progreso indefinido. Esto hizo Krisna, Abraham, Moisés, Cristo, Sócrates, y todos los reformadores, antiguos y modernos. El Espiritismo es una evolución, una manifestación del progreso, que ni le quita ni le pone a los libros sagrados. Ha venido solamente a prestar un gran bien a la humanidad, porque le ha probado con hechos innegables, que la muerte no existe, que la materia se disgrega, y que el espíritu vive eternamente para progresar siempre.

  Esta es la verdad. ¡ Verdad divina!, ¡ verdad profundamente consoladora!.

  Es cuanto puedo decir a usted. Las religiones le hacen la guerra al Espiritismo porque creen que es una nueva religión que viene a levantar nuevos altares; y no es así: es una escuela deísta filosófica racionalista, que deja en paz a todas las religiones habidas y por haber, con sus libros y textos sagrados; y sigue su marcha, que nunca tendrá fin, porque la comunicación ultra terrena ha de resonar siempre en los oídos de la humanidad.

  Celebramos esta ocasión de habernos puesto en relación con usted, y terminamos diciéndole que la creencia espírita no anula la gracia de Dios; antes, al contrario, la aumenta; creemos en el Progreso.

- Amalia Domingo Soler-

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                                 La Caridad              


 

La Caridad es el amor humano  actuando hacia los demás, lo cual lo transforma Amor en Divino y siendo este  la Esencia misma  de Dios, es  así como  el Padre  eleva  el amor humano a la categoría de  Amor Divino. 

A veces, aunque esto parezca una postura egoísta, la verdadera caridad  debe comenzar necesariamente por uno mismo, porque si no somos capaces de amarnos. cuidarnos y sacrificarnos por nosotros mismos, ¿ cómo lo vamos a poder hacer con los demás?. Esto supone un permanente ejercicio de autoestima y de reconocimiento de nuestras cualidades, aunque con la mayor humildad, sin caer en envanecimientos de ninguna clase, así como la atención debida a nuestras necesidades físicas y psíquicas. Para amar a nuestro prójimo  sin caer en exageraciones, siempre falsas, y sin quedarnos por debajo de nuestras posibilidades reales de Amar, primeramente es necesario tener el modelo y la medida del  Amor  con nosotros mismos.

  La caridad no consiste en dar limosna de lo que nos sobra, pues eso no tiene mérito moral alguno. Más bien supone la  voluntad de dar lo que puedan necesitar otras personas,  aunque eso  nos falte a nosotros mismos.  

 Cuando la Caridad alcanza su mayor esplendor espiritual, es cuando la practicamos  entregándonos nosotros mismos a los demás, sin escatimar esfuerzos y con  sentimientos de benevolencia e indulgencia ante las imperfecciones que nos  puedan molestar de  otros, así como la predisposición de perdonar sinceramente y sin condiciones. En estos casos, la caridad no consiste en dar, sino en darse. 

El acto de servir y de ayudar  a nuestros semejantes  y el aprovechar  la oportunidad de hacer el bien siempre que podamos, deben  ser considerados   como un privilegio y una valiosa oportunidad  que Dios nos pone delante para    expresar y consolidar el  Amor. 

Hay personas que para realizar esto deberán hacer un acto de voluntad consciente o un esfuerzo incluso, para llevarlo a cabo, siendo esto  algo muy meritorio para dar un importante paso en su mejora personal. Sin embargo también hay personas que hacen esto de un modo natural e instintivo, sin esfuerzo alguno, y sin idea alguna de compensación,

porque ellos así lo sienten : Son las que ya han dado anteriormente este importante paso evolutivo antes citado

 Allan Kardec entre  sus muchos escritos anotó:  " Así entiendo yo la caridad cristiana: Como la religión que nos prescribe devolver bien por mal y, con más razón aún, responder al bien con el  bien. No comprendo, por tanto, que se pueda aconsejar el responder al mal con el mal."

Conclusión: La Caridad  supone  seguir la máxima evangélica de hacer con los demás cómo quisiéramos que se hiciese con nosotros, por eso, considerando que nosotros hemos podido ser en alguna vida anterior, un ladrón o criminal peor que los que en esta vida actual nos podamos encontrar, es de caridad el ayudarlos en su recuperación espiritual y humana, no cayendo en la tentación de juzgarlos o condenarlos, porque esto solo corresponde a Dios. Es obligación moral y Caridad, ayudarlo a mejorar, haciéndole el bien posible tal como nos gustaría para nosotros, pues la moneda del bien a cambio del mal, es capaz de ablandar los corazones  mas endurecidos y conducirlos al bien, lo cual supone el fruto de la verdadera caridad.

- Jose L. Martín-

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      Bendita mediúmnidad

 

Aún recuerdo aquel domingo de octubre, frío y  oscuro, cuando volvía a casa. Iba paseando por las calles desiertas. De repente me pareció que alguien  me estaba siguiendo amparándose en lo oscuro de  la noche. Mi corazón golpeó más fuerte en mi pecho, la sangre empezó a correr más deprisa y un latigazo de adrenalina recorrió todo mi cuerpo. La  idea de que alguien aprovechara esa oscuridad para, en el mejor de los casos, atracarme hizo que todos mis sentidos se alteraran.

Mi vista, mis sentidos estaban a flor de piel, intentaba escuchar, ver en la oscuridad, pero nada, cualquier ruido de una hoja me ponía en guardia. Llegué a la avenida donde la luz ya iluminaba unos  metros a mí alrededor y me sentí más seguro. Es  curioso que tuviera más miedo a la oscuridad que a  un posible atracador, puesto que si hay un atracador  poco importa si hay más o menos oscuridad, pero la  luz me hizo sentir más seguro.

Entré en el hogar nervioso, sediento, inquieto.

Debía calmarme, comer algo ligero e irme a descansar, puesto que el día siguiente debería ir al Centro Espírita para participar en la reunión mediúmnica.

Hacía ya algún tiempo que me integré a un Centro  Espírita con la idea de progresar en el estudio y  práctica del Espiritismo, y mi tarea era la de sumar  energía a la de mis compañeros a través de la oración, mientras otros orientaban, comunicaban, y  escudriñaban a los espíritus desencarnados que  necesitaban ayuda. En el viaje de ida, en el coche,  pensé en lo ocurrido el día anterior y en el hecho de que a fin de cuentas no hubo ningún motivo  para asustarme, pero lo cierto es que me asusté.

Pasó en ese momento por mi mente la idea de que  algún espíritu estuviera sentado en los asientos de  atrás de mi vehículo, sin que yo pudiera verlos.  Instintivamente miré por el espejo retrovisor, en  un acto reflejo… evidentemente no vi nada.

Llegando al Centro Espírita, ya calmado, concentrado y con ganas de trabajar, me integré a la  reunión, como hacía siempre.

La reunión iba avanzando cuando escuché a través de la voz de una médium, a un espíritu que  decía que había venido acompañando a uno de los integrantes del grupo. En un principio interrumpí  la oración para prestar atención, segundos después  conseguí prestar atención y dirigí mi pensamiento  en ayudar a ese espíritu, con lo que la energía continuaba emanando. Era curioso que el orientador  no le preguntara a quien iba acompañando, al contrario, dedicaba todas sus palabras para decirle  que estaba en un lugar seguro y que podía contar  con nosotros para ayudarle. Mis ganas de saber si  por casualidad era yo su blanco se desvaneció  cuando sonaron estas palabras por la boca del  orientador: “… No sufras, hermano, aquellos que  te perseguían, han sido apartados de tu presencia.

Ya no saben dónde estás, y si por acaso lo supieran,  aquí no pueden entrar, por la alta carga de vibración positiva que nos envuelve. No nos importa lo  que has hecho, sino lo que harás a partir de ahora.”

El espíritu dudó, se mantuvo en silencio durante  un tiempo. El orientador respetó ese silencio, para  que el espíritu visitante meditara en todo lo que le  había dicho.

Los demás médiums seguían trabajando, yo escuchaba pequeños murmullos, mi atención estaba  centrada en ese espíritu y el hecho de que estuviera  cerca me facilitaba escucharlo mejor.

El silencio se rompió cuando el orientador, viendo que nada decía el espíritu le dijo en voz pausada y amorosa:

- Necesito que me ayudes.

El espíritu giró la cabeza hacia su interlocutor y  con cara extraña le contestó:

- ¿Yo? ¿Quieres que te ayude? ¿Cómo voy a  ayudarte si no te conozco?

- Si que puedes ayudarme, no es difícil, necesito que me ayudes para que yo pueda ayudarte.

Necesito que des tu el paso. Intuyo que hay un hecho que te atormenta, una acción realizada que te  perturba. Mi trabajo es el de ayudarte sin pedirte  nada a cambio, tan sólo tus palabras.

- ¿En qué te basas para decirme todo eso?  ¡puedo negarlo todo!

- Cierto. Podrás negar pero no evitar que  esas sombras que te persiguen se vayan.

¡Qué curioso! A mí también me pareció que una  sombra me siguiera por aquella oscura calle.

- Muchas de las sombras que nos persiguen  son nuestros propios miedos – le comentaba el  orientador – no son sombras físicas, sino mentales.

Es la respuesta a una mala acción o pensamiento.

Eso me hizo pensar mucho. Decidí acordarme y  después de la reunión meditar sobre ello. El espíritu fue orientado y el trabajo continuó.

Ya por la noche, en el hogar, a última hora, la que  dedicaba a la lectura, medité en las palabras del  orientador. Intentaba acordarme de acciones que  hubiera cometido hacia los demás, hacia alguna  persona… y no encontraba respuesta coherente.

¿Serían mis sombras o un espíritu? – continué preguntándome.

En uno de esos intervalos en que dejas de pensar  e intentas descansar mentalmente, me vino un  pensamiento en el que no había caído. ¿Has pensado que en vez de hacer algo sea el no haberlo hecho? ¿No has pensado en que puede ser que alguien  te siga para que lo ayudes y tú, instintivamente no  le prestas atención?

Es imposible, yo no soy médium. Yo no veo ni  escucho a los espíritus – me contesté. Reconozco  que cada persona tiene un trabajo a desarrollar. Es  verdad, también, que siempre admiré a los médiums serios y más de una ocasión me lamenté de  no tener esa mediúmnidad que muchos de mis  compañeros tienen, pero hemos aprendido que  mediúmnidad es igual a responsabilidad y eso  conlleva sacrificio y templanza. Por lo tanto, no  pueden ser espíritus sino mis propios miedos, mi  propia conciencia que me alerta. Eso me hizo estar  más alerta a todo y me di cuenta que en ciertos  momentos me alteraba, incluso conscientemente  me estaba dando cuenta de que hablaba sin pensar,  chillando… y a la vez, no siempre con razón. Pedí  hablar con los directores de mi Centro Espírita al  respecto.

El día de la entrevista entré preocupado y salí  aún más preocupado si cabía. En un principio me  hablaron de mi forma de ser, de comportarme y de  actuar que tenía. Acertaron de pleno en la mayoría  de las cosas… en otras, si eran ciertas, quizás no

Bendita mediúmnidad  quise admitirlo en ese momento. Lo que más me  impactó fue cuando me dijeron que se me estaba  desarrollando la mediúmnidad.

- ¿Perdón? ¿Estáis seguros?- pregunté algo pálido.

- Nosotros lo intuíamos, pero la Espiritualidad nos lo ha confirmado. El Espíritu Guía me dice que debes esforzarte aún más en aprender y  debes empezar a controlar tu conciencia. Pensar antes de hablar. Meditar antes de actuar. Debes sumarte al grupo de estudio del “Evangelio Según el  Espiritismo” que se realiza en el Centro Espírita  los miércoles y seguir participando de las reuniones mediúmnicas con el fin de ir perfeccionándote.

- ¿Y cuándo empezaré como médium? –  pregunté en el momento en que un escalofrío recorrió todo mi ser.

- Tiempo al tiempo. No hay que correr.

Cuando se crean unos cimientos, hay que esperar  un tiempo prudencial para ver si están en perfectas condiciones antes de empezar a construir encima. No vaya a ser que con las prisas, no estuviera  bien y todo el trabajo de construcción sea en vano,  con el consiguiente riesgo de perder el trabajo realizado hasta el momento.

Recuerdo que mi mente voló. Me veía en la carne de alguno de mis compañeros dando paso a los Espíritus. Y no puedo negar que miles de preguntas  se amontonaron en mi cabeza, lo que me bloqueó  y un intenso dolor de cabeza me invadió. Después,  ya todos en el salón, tomando un café con leche y  hablando de varias cosas, me despejé.

En mi época de bombero, recuerdo haber pasado  malas noches. Pero esa noche misma no pude pegar  ojo. Todos los temores me invadían. Soñé como si estando yo echado en la cama, los espíritus se fueran  turnando para ponerse encima de mí y comandar mi cuerpo. Yo notaba como entraban y como salían… ¡Dios mío, que tortura!

Después de tantos años, a veces, aún recuerdo esos  inicios de esa profesora que se llama mediúmnidad.  Es con ella que he aprendido lo que es sufrir y amar,  tener y perder, querer y no poder, poder y no querer….

A través de mi pensamiento han pasado cientos y  cientos de espíritus de todo tipo. Recuerdo aún las dudas del inicio. ¿Seré yo o será un espíritu? Y a veces  echo de menos esa observación, porque a través de la  constancia, del trabajo creamos una rutina y esa rutina nos ayuda a quitar barreras, es cierto, pero también a estar menos vigilantes… total, ser médium es  estar en el filo de la navaja: no corras para no cortarte  e intenta mantener el equilibrio para no caerte.

Si hoy debo hablar sobre la mediúmnidad, no podría hacerlo sin reconocer que mis rodillas aún conservan signos de errores que me hicieron caer, pero  también conservo los callos de las manos al agarrarme con fuerza a la cuerda que los compañeros y la  espiritualidad me pusieron delante para que con esfuerzo pudiera levantarme y continuar.

Bendita mediúmnidad. Bendita oportunidad.

Johnny M. Moix

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REENCARNACIÓN Y EVOLUCIÓN




SIN LA REENCARNACIÓN, DIOS HABRÍA FRACASADO EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE

       Todos nosotros evolucionamos en el descubrimiento de la verdad. En la década de 1940, solo el 2 % de la población creía en la reencarnación. Hoy son cerca del 80 % de creyentes,  independientemente de su religión.
      Los líderes religiosos rechazan  la reencarnación, tal como acontece con la mediunidad, porque esto les es prejudicial. Pero están los que creen en ella, privadamente.  Y es que cada vez más, las personas están saliendo del armario y se declaran reencarnacionistas. 
       El fenómeno de la reencarnación es bíblico y tiene el respaldo de varios segmentos da ciencia espiritualista, como acontece con  la Psicologia Transpersonal, que es más acogedora, militando en áreas también científicas desconocidas de la ciencia materialista, que las reniega porque las desconoce. Por eso, esa ciencia materialista está coja. Es lamentable que las autoridades religiosas cristianas prefieren estar  de la mano  con esa ciencia a unirse con la ciencia espiritualista reencarnacionista. También los científicos de la física cuántica, se inclinan no solamente para  la aceptación de las vidas sucesivas, sino igualmente para con otras ideas religiosas orientales, antíguas y también bíblicas. Y es por el obstinado apego a las doctrinas antibíblicas y antirracionales, por lo que el cristianismo está en crisis.
       Se pregonan doctrinas en las que se hace lo contrario de lo que se cree. ¿Hasta cuando esto va a continuar así?
       La reencarnación está en la Bíblia. La mayor parte de los teólogos y de los exégetas de la actualidad ya reconocen esta realidad.  Pero aún hay una minoría de autores protestantes y evangélicos, que hacen verdaderos malabarismos lingüísticos, intentando dar en vano, a los textos, interpretaciones contrarias a la reencarnación. Vamos a ver, entre muchos, algunos ejemplos bíblicos reencarnacionistas. En el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista a su padre Zacarías, un ángel le dice que Juan iria por delante de Jesús con el espíritu y el poder de Elías.(Lucas 1,17).
Yo pregunto: ¿Por qué con el espíritu y el poder de Elías y  no con el Espíritu y el poder de Dios?. Otro pasaje: "Es que voy a enviaros a Elías, el profeta, antes de que venga el día del Señor... (Malaquías 3,23). Juan el Bautista es Elías. Dicho de otro modo, el espíritu de Elías reencarnó en el cuerpo de Juan el Bautista, el Precursor de Jesús.
En nota de rodapié, en la Biblia  TEB,ediciones Loyola, se lee:  "En la literatura judáica contemporánea de los inicios, la persona de Elías ocupa un gran espacio como precursor del Mesías. Jesús afirmó que esta función fue cumplida por Juan Bautista".
En cierta  ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús lo que quiso decir al afirmar que Elías vendría primero. Y el Maestro afirmó que Elías ya vino y no le reconocieron. El texto evangélico termina así: "Entonces los discípulos entendieron que Jesús les había hablado de Juan el Bautista". (Mateo 17,9 a 13). En otro texto, Jesús, hablando ahora del  mismo Juan Bautista, dice: "Y si lo queréis reconocer, el mismo es Elías, que estaba por venir. Quien tenga oídos (para oír), que oiga".(Mateo 11,7 a 15) Quien intente negar que Juan Bautista es la reencarnación de Elías, no es un estudioso serio de la Bíblia.
      Y la misericordia de Dios dejaría de ser infinita, si no existiese la reencarnación. En una parábola sobre la salvación, el Excelso Maestro enseña lo difícil que es pasar por la puerta estrecha. ¿ Quien se juzga ya pudiendo pasar por ella?.  ¿Sin la reencarnación, quién pues se salvaría?. Sin ella, Dios habría fracasado en su proyecto de creación del hombre.

- José Reis Chaves -
       
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