jueves, 7 de abril de 2022

¿ Qué es la meditación ?

      INQUIETUDES

1.- ¿ Qué es la meditación ?

2. - Todos podemos lograr la relativa felicidad en este mundo

3.-¿Qué significa alcanzar la plenitud?;¿Cómo lograrlo?

4.- Las reflexiones de Merchita


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            ¿ Qué es la  meditación?


                     

      Meditar no se debe confundir con orar, ni menos aún con rezar; tampoco es pararse a pensar y analizar, pues aunque también eso es muy  necesario, la diferencia es que en el pensamiento y el análisis solo interviene el intelecto, mientras que en la meditación interviene sobre todo  el corazón; es como si contempláramos a nivel de sentimientos algo que está dentro de nosotros, pero viéndolo desde fuera.

   Puede parecer complejo, pero no obstante se podría decir que es una forma de oración  con la particularidad diferenciadora de que en la oración se habla con el alma y quien medita solamente escucha y percibe, pero no dice nada desde su mente. A través de la meditación se recibe poder espiritual, información intuitiva y esclarecimiento de la dirección que debemos seguir a cada paso por la vida.

    El acto de meditar supone  una introspección íntima, un reencuentro consigo mismo, o mejor dicho, con esa parte de Dios que se halla oculto en el corazón de cada uno. Es muy importante su práctica para mantener despierta nuestra salud moral y aprender a través de ella las lecciones que la vida nos ofrece cada día.

    Cuando nos recojamos en la noche, inmediatamente antes de dejarnos mecer por la placidez del sueño, es una ocasión muy propicia para ponerla en práctica: Intentemos elevar la mirada de nuestra conciencia a menudo dormida, y preguntémonos cuán piadosos fuimos en ese día, lo tolerantes que fuimos con otras personas que tal vez están también luchando interiormente consigo mismas y con las situaciones que plantea la vida; cuales han sido nuestras debilidades en ese día y lo benévolos que fuimos con quienes decidimos amar. Seguramente encontraremos que aún nos queda mucho camino por andar y que muchas imperfecciones morales nos acompañan asomando en momentos puntuales, debiendo proponernos una mejora íntima que nos capacite para poder ayudar más y mejor a los demás, despertando en el corazón la poderosa sensibilidad del Amor que nace en medio del silencio y de la serenidad de la conciencia que nace en lo más profundo del corazón.

     Si nos sentimos mal, conviene reflexionar y meditar sobre los motivos de ello, contemplando serenamente las situaciones, para verlas con mayor claridad y así darnos cuenta de que tantas veces por causa de nuestras creencias, actitudes y emociones negativas, a menudo somos nosotros mismos los culpables de no haber actuado como en realidad quisiéramos haberlo hecho y de no abrirnos a la experiencia de una vida más plena

      Cuando por la meditación uno se encuentra a sí mismo, se descubre menos soberbio y más necesitado del Amor, tolerancia y comprensión de las demás personas con las que se cruza en la vida y siente como en el corazón de cada Ser humano existe una  pequeña llama que es Amor, y que lo realmente importante es encontrar el camino para llegar hasta ella. Se podría decir que esa llama que arde en el corazón, es la Esencia de Dios que existe en cada uno de nosotros.

      Por último, para practicar la meditación no es imprescindible permanecer en alguna postura de Yoga, (que dicho sea de paso es un ejercicio muy positivo y útil para ayudar en la armonía física y mental), ni tampoco es necesario emitir ningún sonido extraño y repetitivo tal como mantras ni letanías, cuyo efecto es el de desconectar nuestra mente de lo exterior para hacerla receptora solo de lo que le llega internamente. Estas técnicas orientales de meditación son otros caminos que pueden ser válidos para alcanzar la armonía íntima de nuestro ser, aunque como digo, no son imprescindibles.

- Jose Luis Martín-

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TODOS PODEMOS LOGRAR LA RELATIVA FELICIDAD EN ESTE MUNDO

No es la vida del ser humano, efímera y sin más objetivo que satisfacer placeres y goces materiales.

  Somos factores de un gran problema, propuesto por un gran matemático, el Arquitecto del Universo; somos cifras que aunque dispersas, al parecer, hemos de componer una suma total, y esta no es otra que el bien, el progreso, el amor.

  No vivimos como los irracionales para satisfacer goces materiales y dar por único resultado laa multiplicación de la especie. Vivimos para estudiar, para investigar, darnos cuenta del por qué somos, del por qué venimos a la vida planetaria y por qué volvemos en más o menos tiempo a desaparecer de ella por esa metamorfosis que nos transforma de seres visibles encarnados, en seres desencarnados invisibles.

  Nuestro fin es depurarnos, nuestro objetivo, debe ser pues, progresar; pero no materialmente solo, sino intelectual y moralmente.

  La humanidad, ciega, inconsciente o conscientemente, olvida lo espiritual para ocuparse solo de lo material y he ahí por qué el atraso intelectual, y en cambio el progreso en lo inmoral, la corrupción cada vez más asoladora, nos envuelve.

  Por eso la voz del más allá, se escucha ahora por doquier. Es la trompeta del juicio final que nos llama a la razón, no porque se acabe el mundo, como erróneamente  enseña alguna doctrina, sino para que se acabe, para que llegue el fin del error y de la maldad, del vicio y de la corrupción.

  La voz de los muertos, como se llamó hasta ahora a los espíritus desencarnados, a las almas de los llamados difuntos, resuena, sí, clara y constantemente por todos los ámbitos del globo, para decirle al mortal: 

  ¡ Basta!, Detente en esa planicie inclinada que te empuja al abismo.

  Basta de placeres frívolos e insensatos. Basta de bestialidad, que ya la luz de la inteligencia brilla a tiempo en tu cerebro, no para alumbrar las bacanales y los crímenes, sino para que pienses que tu paso por esta tierra es transitorio, que eres habitante del ultramundo de donde viniste y al que tienes que regresar, porque ese, el más allá de la tumba, el infinito espacio, es tu verdadera patria y a ella, quieras o no, tienes que regresar.

  Detente viajero irreflexivo y piensa, calma tu febril deseo de goces materiales, cuyos efectos palpas, sin beneficio alguno para tu Yo, y piensa en los placeres del alma, en los goces del espíritu, porque todo lo material, como material al fin, tendrá que disgregarse y quedar en donde lo tomaste.

  Nada, absolutamente nada, te llevarás, más que lo que haya acaparado tu Ser psíquico y eso te producirá placeres sin fin o remordimientos crueles, según sea tu bagaje,

  De aquí, el deber principal de todo aquel que quiera llamarse adepto, espírita, es conseguir antes que nada, el mejoramiento, la regeneración del propio Yo, para elevarse más y más sobre los seres que aún arrastran sus instintos bestiales, y poder conocer los beneficios del amor fraternal, y siendo cada vez mejores, mejorar, depurar y desinfectar la atmósfera corrupta de inmoralidad que rodea al planeta Tierra.

  Si, la felicidad relativa puede encontrarse aquí, si queremos buscarla, y solo por este medio la hallaremos, estudiando debidamente, comprendiendo los fines que la nueva revelación llamada Espiritismo nos enseña, poniendo en práctica sus enseñanzas y sembrando por doquiera el perdón, el consuelo, la instrucción, la moral, la verdadera caridad, el Amor, en una palabra.

Redacción de la Rev. Fraternidad Cristiana Espírita nº 50 (Marzo/Abril 94)             

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¿Qué significa  alcanzar la plenitud? ¿ Cómo experimentarla? 

      Lograr la plenitud supone llegar a alcanzar, experimentar  y gozar de una gran felicidad completa e íntima  a través de  un estado espiritual elevado. 

      La plenitud se logra cuando en nuestro diario vivir sepamos adoptar una actitud positiva que nos haga sentirnos plenos, serenos y felices.

Alcanzar la plenitud supone sentirnos íntimamente satisfechos al sentir una gran elevación moral y espiritual,  empleando para cada esfuerzo diario, una  ilusión y una entrega total. 

   Llegar a experimentarla  no es algo sencillo, pero si adoptamos  y desarrollamos  en la  vida  cotidiana  aspectos  como  la  gratitud,  la  responsabilidad,  la  sencillez,   la   comprensión,   la   generosidad,  la  humildad, la compasión y  la  honestidad,   la   podemos  experimentar y gozar en mayor o menor medida..

   Esta elevación moral no se adquiere huyendo del contacto con  el mundo y con la vida,  sino por lo contrario: viviendo en armonía con las leyes de la Naturaleza y con las personas que nos rodean, cultivando sentimientos  positivos y elevados y  practicando  virtudes  morales.

   No existe mayor fuente de plenitud que el íntimo agradecimiento a Dios, no solo por los buenos momentos vividos, sino hasta por los  malos y por los obstáculos que nos dificultan el camino de la vida pero que nos ayudan a crecer como seres espirituales.

Ante los problemas, no hay que ver solamente el lado negativo  de las cosas, porque al final lo malo se sobrevalora y  es causa de amargura y sufrimiento, robando la energía necesaria para solucionar el problema. Pensemos que todas las cosas tienen dos aspectos y si hay un aspecto negativo con el que a veces nos encontramos, también tiene otro positivo con el que nos debemos quedar.

  Alcanzar un estado de plenitud  supone sentirse responsable de cada  decisión personal, aunque después podamos sentir que nos hemos equivocado, porque esa responsabilidad es lo que nos hace sentirnos libres para poder cometer errores y también  para poder decidir rectificarlos..

     La sencillez también es necesaria para alcanzar la plenitud.  Esta supone saber desprenderse de las supuestas necesidades materiales que nos atan a lo material y a lo superfluo. Cuanto más sencillos y desprendidos logremos ser, mas capaces seremos de disfrutar de los buenos momentos de la vida, así como de saborear mas intensamente los instantes de felicidad que nos acompañan. Recordemos que no es más rico y feliz  el que más tiene, sino el que menos necesita.

     Asimismo hay que   ser  comprensivos   con   los   errores   propios   y  con los  ajenos,   porque ello    nos  permite  conocernos y comprendernos  mejor,  afrontando  cada   vez  con  mayor  seguridad   las situaciones difíciles. 

  También es necesaria la generosidad para alcanzar y gozar de la plenitud, compartiendo lo que tenemos con los demás, lo cual  supone una experiencia enriquecedora. No solo  en cuanto a  lo material, sino en lo afectivo, siendo capaces de animar y consolar a otros aunque estemos nosotros interiormente mal y necesitados de este consuelo y Amor que así manifestamos. Cada acto de generosidad es un acto de autovaloración, y lleva implícito en sí mismo un goce inmediato.

    Debemos permanecer en la humildad, siendo capaces de entender nuestra persona como parte de un todo esencial dentro de la Naturaleza y del Universo. La humildad nos hace conscientes de nuestras limitaciones, de nuestra pequeñez algunas veces, pero otras, de nuestra grandeza  y nos ayuda a  actuar de acuerdo a este estado de conciencia.

  Por último, para completar este camino hacia la plenitud,  ante todo  debemos conocer que es preciso ser también honesto con los demás comenzando por serlo con uno  mismo, lo cual  implica  el esforzarse por ser  lo que uno es y aceptarse tal cual  se es, aunque procurando perfeccionar cada día algún aspecto de lo que llevamos escondido en el alma y  sabiendo la importancia del perdón, comenzando por aprender a perdonarnos a nosotros  mismos cuando  nuestra  conciencia nos señale un fallo. 

El ser honesto con los demás supone  el serlo previamente para consigo mismo, procurando evitar ante los que nos rodean el  manifestar diferencias entre lo que somos o  pensamos en realidad  y entre lo que  decimos y hacemos, o sea,tratar de ser coherente y responsable de nuestra imagen y   nuestra  actuación  personal ante Dios y ante las demás personas. Lo ideal sería  mediante una introspección a través de la meditación, llegar a ser conscientes de cómo somos en realidad  y aceptarnos tal  cual somos, coincidiendo nuestra forma de ser y de desenvolvernos en la vida  con lo que los demás esperan ver en nosotros de bueno y positivo; esto supone el no  tener que disimular nuestra auténtica personalidad para no defraudar.

- Jose Luis Martín-

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        LAS REFLEXIONES DE MERCHITA


Queridos amigos, si miramos un poco para atrás, y abrimos de par en par nuestra ventana al exterior, vemos que las cosas no son iguales, el horizonte es distinto, se ha mejorado o empeorado, seamos optimistas y veamos la vida como un precioso regalo, una gran oportunidad para luchar en el campo de nuestras propias batallas.

Sabemos que la historia  nos muestra los  numerosos siglos que fueron precisos  para llegar al grado de civilización que hemos llegado. Sin embargo observamos que el avance material ha sido grandioso, pero los hombres aún seguimos siendo imperfectos, espiritualmente aún hemos avanzado muy poco, las virtudes escasean aún en muchos hombres y el vicio es el causante de que ellas no florezcan; el egoísmo sofoca el amor. Todos mantenemos una lucha en la sociedad donde nos desarrollamos, siendo muchas veces victimas o mártires; y en eso consiste el mérito y el progreso  para los Espíritus encarnados en la Tierra.

Todos hemos de procurar hacer el bien  para progresar y en eso estamos, manteniendo una lucha  interna, del hombre nuevo que somos ahora, con el hombre viejo que fuimos, y es cierto que todos los que nos rodean  se benefician de ese esfuerzo pues poco o mucho ellos progresan también con nuestros buenos ejemplos y con nuestra buena forma de actuar y de comportarnos.

Un día,  no muy lejano, cuando volvamos al otro lado de la vida, si hemos trabajado y hemos conseguido ser mejores personas, no necesitaremos  volver más al planeta Tierra a no ser que sea con una misión, como guía de la humanidad.

El Espiritismo es una ciencia eminentemente práctica, que enseña a los hombres las dos grandes virtudes sobre las cuales reposa toda la moral humana y sabemos que esta es la justicia  y la solidaridad, y ello no es otra cosa,  que el progreso en el orden moral.

Muchos nos preguntamos alguna que otra vez, ¿Dónde está la recompensa del bien cumplido? Y  esta es el propio bien,  un bien hecho, nos da un estado de gozo, de alegría interna, de satisfacción. Al igual que cuando hacemos el mal, nuestra conciencia se encarga de martirizarnos, el remordimiento, nos hace estar inquietos, pesarosos, amargados, sin tranquilidad.

El hombre  es para sí mismo su propio  compensador o su propio verdugo. Dios no castiga ni recompensa a nadie. Sabemos que una ley inmutable, una justicia inmanente presiden el orden del universo y las acciones del hombre. Todo los actos que cometemos encierran sus consecuencias. Dios deja al tiempo el cuidado de realizarlas.

El cielo o el infierno están en nuestras conciencias, todos traemos en el alma  nuestra alegría o sufrimiento,  la gloria o la miseria, conforme a los méritos o deméritos.

El Espiritismo nos torna mejor al darnos una noción clara de la vida, de nuestro destino, y esto hace que poco a poco estemos educándonos moralmente en sí mismos, individualmente  y también socialmente, tratando ser mejores con nuestros hermanos.

Nosotros como espiritas sabemos que nos podemos  poner en comunicación con el mundo invisible, estamos desarrollando la mediúmnidad pues sabemos que ella está en germen en cada uno de nosotros.

La mediúmnidad constituye  una serie de fenómenos psíquicos y espirituales. Recordemos que las leyes del universo están en total armonía, y que, consecuentemente, nosotros que somos espíritus, solo nos podemos comunicar  con el mundo de los espíritus por los sentidos del espíritu.  Es un sexto sentido, que completa la naturaleza humana, es la percepción espiritual, es la mediúmnidad.

Todos podemos perfeccionar la mediúmnidad, si la poseemos ostensivamente, que es cuando en realidad nos podemos catalogar de médiums. Ella es desenvuelta por el ejercicio, por el entrenamiento, por la experimentación. Pero es preciso para eso dejarnos dirigir por los propios Espíritus; porque son ellos los que preparan y forman a sus médiums, como un maestro sabio forma  al operario que lo debe ayudar y servir.

El Espiritismo es el futuro de la religión y poco a poco sus adeptos aumentan y se expanden sus enseñanzas. Como su nombre indica el Espiritismo es la más alta  y la más científica forma del espiritualismo. El es, al mismo tiempo, una ciencia positiva, una filosofía moral, una solución social. Bajo todos esos títulos, responde admirablemente a las exigencias del pensamiento moderno, a las necesidades del corazón humano, a las aspiraciones elevadas del alma. Los progresos del futuro confirman cada día más sus enseñanzas y su doctrina: podemos, pues, afirmar que el espiritismo es el Credo futuro de la humanidad.

- Merchita-

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