lunes, 20 de abril de 2020

El sufrimiento de los animales causado por los humanos

     INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El sufrimiento de los animales causado por los humanos
2.- Reflexiones ante el cadáver de un amigo
3.- De tertulia: Charla con Jose Manuel Fernandez
     Allan Kardec y el Humanismo
4.-  Valor del Tiempo- Reflexión





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   EL SUFRIMIENTO DE LOS ANIMALES CAUSADO POR LOS HUMANOS                 

    Consultemos la Doctrina Espírita:

   Génesis - Allan Kardec - “Todas las almas tienen el mismo origen y están destinadas al mismo fin. Para todos, el Señor Supremo proporciona los mismos medios de progreso, la misma luz, el mismo amor ".

      Génesis - Allan Kardec - “El alma de los animales sigue una ley progresiva como el alma humana; y que el Principio Inteligente del que están dotados ... finalmente pasarán un día del reino animal al reino hominal ".

       Revista Spiritist - Marzo de 1860 - “¿Puede (un animal) mejorar hasta convertirse en un espíritu humano? - Puede, pero después de pasar por muchas existencias de animales, ya sea en nuestro planeta terrestre o en otros ".

    Así; La evolución tiene lugar desde el "átomo al Arcángel", por lo que el alma pasa por una evolución constante, cada vez que sube un escalón más alto. Todo depende del aprendizaje y llegará un momento en que los animales entrarán en el reino hominal, así como el hombre en evolución algún día se convertirá en un arcángel.

    Todavía hay quien pregunta : ¿Por qué Dios, en su infinita bondad, deja que los animales sufran tanto a manos de seres tan despreciables como (humanos) ..

Todavía encontramos la respuesta en la doctrina:

     Léon Denis - “Todos los seres tienen que pasar por el sufrimiento. Su acción es beneficiosa ..., ... El sufrimiento es, en general, como agente de desarrollo, una condición para el progreso ".
              
     ¿Cuál es su duda para el tema "La espiritualidad de los animales" - Marcel Benedeti - "Como los espíritus en la condición animal, por ejemplo, expanden su conciencia a través del dolor, también expanden su condición para desarrollar sentimientos relacionados con el amor por los demás, haciéndolos capaz de entrar en otro rango evolutivo: la humanidad ".

 Emanuel - Chico Xavier - "El sufrimiento no siempre está vinculado al rescate del pasado, pero toda la experiencia vinculada al sufrimiento conduce al aprendizaje".

   Entonces, los animales  enferman y sufren, no para compensar o recuperar sus errores, porque su libre albedrío es muy restringido, pero sufren para que su conciencia se expanda y alcance un mayor conocimiento. A menudo se enferman por su propio aprendizaje o el de su familia. Pero  la Biblia ralata: "Y les dijo a los discípulos: ¡Es imposible que los escándalos no vengan, pero ¡ay de aquel por quien vienen!"
En este sentido, aún recordamos la doctrina espiritual:
"Nuestros benefactores espirituales nos dejan en claro que todos debemos considerar que los diferentes animales que nos rodean en la evolución de los seres humanos en el planeta Tierra son nuestros hermanos menores, desarrollando en sí mismos el principio inteligente. 
(...) Ellos, los animales aspiran, en un futuro lejano, a ser hombres y mujeres inteligentes y libres. Por lo tanto, podemos considerarnos hermanos mayores y animales más experimentados. 
(...) Todo se reduce a serias responsabilidades para los seres humanos; la angustia, el miedo y el odio que provocamos en los animales altera el equilibrio natural de sus principios espirituales, determinando ajustes en las vidas posteriores
 (...) La mayor responsabilidad siempre recaerá en las desviaciones de nosotros mismos, que no sabíamos cómo guiar a los animales en camino de amor y progreso, 

- Chico Xavier - Mandato del amor.

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REFLEXIONES ANTE EL CADÁVER DE UN AMIGO

¿Dónde estás? ¡Oh mi buen amigo! ¿Dónde estás que no te veo? Porque tú no permaneces ya en ese cuerpo que yace ante mí yerto y rígido; no, tú no estás ya ahí, tú estás quizá a mi alrededor, contemplándome, asombrado de mi indiferencia para contigo, en tanto que mis pobres ojos físicos faltos de videncia espiritual no pueden verte.
Mil pensamientos acuden a mí ante la que fue tu envoltura carnal. ¡Ah, si en estos instantes mi presencia junto a tu cadáver evocara en ti el recuerdo de las frecuentes pláticas que sobre el Más Allá sosteníamos y en las que tú solías asentir a mis explicaciones! ¡Cuánto bien te causaría ahora ese recuerdo! Y si no lo rememoras, ¿qué pensarás al verte a ti mismo, considerándote en plena vida, y ver también, al mismo tiempo en el lecho mortuorio a tu propio cuerpo frío y hierático? ¿Cómo te explicarás esa misteriosa dualidad?
Sin embargo, no te acongojes, ten presentes mis explicaciones; ese cuerpo hasta ahora tuyo y que creías constituía tu mismo «yo», no era en realidad más que el instrumento que durante algún tiempo has utilizado para actuar en la vida terrena, y que una vez descompuesto o inservible has abandonado para volver a tu prístina individualidad fluídica e imperecedera.
Tranquilízate, pues, ya ves que la muerte no existe y que por lo tanto el hecho de separarte del cuerpo no debe causarte horror ni espanto alguno. Observa, estudia lo que a tu alrededor pase y te darás prontamente cuenta de que la vida continúa para ti quizá más dichosa, más fácil que cuando podías disponer de tu cuerpo material.
Dentro de poco tiempo, cuando te hayas acostumbrado a esta nueva modalidad de tu existencia, todo te parecerá lógico, natural y sobre todo justo.
Sobre el pecho de tu cadáver brilla un crucifijo de cobre que una mano piadosa ¡piadosa e ignorante! ha colocado allí como signo de tu religiosidad. ¡Qué paradoja! i Tú, que aprovechabas cuantas ocasiones se te presentaban para zaherir y ridiculizar las religiones conocidas! ¡Tú, que tanto blasonabas de independencia de pensamiento, de no estar supeditado a dogma alguno, de liberal, de escéptico!
Dicen que antes de exhalar el último suspiro, «has recibido los Santos Sacramentos» y que lo has hecho «con toda unción»… Es posible ; más, como es muy cierto que la convicción religiosa no penetra en el ánimo sino lenta y trabajosamente, no puedo admitir que tú, el blasfemo constante, el impío impenitente y el escéptico irreductible, hayas renunciado durante el curso de una enfermedad al ideario que más consistencia tenía en tu idiosincrasia, al que siempre te atuviste y al que, por asaz arraigado, no podías renunciar. Claro está que una dolencia pertinaz y dolorosa, que acaba con las fuerzas físicas y morales, puede hacer de un hombre fuerte y entero, un ser débil de carácter, abúlico y expuesto a todas las sugestiones. Y este es, en verdad, tu caso, que yo disculpo…
Pero, eso pasó y no debe dejar rastro alguno en ti. Ahora al nacer a una nueva vida, debes ante todo reconocerte, observando las nuevas condiciones de tu existencia, los nuevos elementos y circunstancias de tu presente naturaleza, y, en fin, todo cuanto te rodee hasta adquirir la costumbre de vivir en el medio ambiente en que ahora permaneces.
Y procura olvidar la tierra; déjanos aquí con nuestras pequeñeces, con nuestras pesadumbres, en el yunque, en el  llanto, esperando a nuestra vez el momento de nuestra desintegración de la carne, de nuestra liberación.
¡Oh, tú, alma hermana! Ante ti se ha abierto el libro de la Vida; si aciertas a leer en él, tu evolución hacia el progreso se verificará de un modo constante y seguro.
Escrito por C. Villar de la Tejera
Reflexión publicada en la revista La Luz del Porvenir de enero de 1925
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Café Tertulia: De charla Con José Manuel Fernández

    Tomado de Zona Espírita, hoy os presento esta entrevista a José Manuel Fernández del Blog 
Entre Espíritus.  Psicólogo de profesión y escritor de varias novelas espíritas. Y cómo no, la hemos añadido a nuestra sección de  tertulia del Café Espírita (Espacio virtual de conversaciónEn esta pequeña charla podréis conocer su trabajo; cómo conoció el Espiritismo y algunos detalles más sobre su persona.


). Zona Espírita: ¿Cómo conociste el Espiritismo y que ha aportado a tu vida?
José Manuel: Conocí el Espiritismo en 2003. Una amiga común me había regalado unos días antes «El libro de los espíritus». Esa semana tuve que estar en un congreso sobre drogas en Toledo y la primera noche en la habitación del hotel, comencé su lectura. Ya no pude parar.
Con los ojos casi cerrados, casi en estado de letargo, alcancé la mitad de sus preguntas. Fue una conmoción para mí, porque creo que estaba siendo consciente de lo que estaba asimilando al impregnarme del contenido de esas páginas. Solo recuerdo que cuando me tumbé en la cama, debí quedarme dormido y al poco, mi madre, que había fallecido doce años antes, se me apareció con su ropa habitual, se dirigió hacia mí y me proporcionó el abrazo más maravilloso de mi vida (aún no superado). También me dijo con una sonrisa: «por fin, bienvenido a este mundo».
Aquello me marcó profundamente. A lo largo de la jornada siguiente tan solo quería terminar con las horas lectivas para continuar leyendo. En efecto, lo acabé esa misma tarde-noche y al cerrarlo, supe que había encontrado lo que había estado buscando durante 39 años. Casi nada, ¿verdad?
Aunque nadie posee la verdad absoluta, para mí todos los postulados contenidos en la doctrina del Espiritismo son los únicos que han conseguido dar respuesta a todos mis interrogantes. Estos no son muy distintos a los del resto de la  gente, que posee un mínimo de interés por su vida interior. Los suelo resumir en: «¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?», es decir, presente, pasado y futuro unidos en una misma cuestión. Algunos también lo sintetizan en «¿Qué sentido tiene la existencia?» Insisto: desde mi punto de vista, solo el Espiritismo consiguió dar satisfacción a esos interrogantes que una y otra vez me consumían por dentro.
Zona Espírita: Llevas ya publicado 5 libros y en tu blog estás publicando por capítulos el sexto ¿Cómo obtienes este material? ¿Mediumnidad de psicografía quizás…?
José Manuel: En verdad, son siete los libros y tengo por la mitad el octavo que se llamará «Una vida inacabada» y que versará sobre la cuestión del aborto. Mi modo de proceder es ir subiendo los textos por capítulos al blog «Entreespíritus«  http://www.entreespiritus.community/ que es el lugar de la red en el que trabajo.
Cuando se acaba, envío la obra para su maquetación, impresión y distribución. Del último libro, «Operación rescate» se han distribuido 300 ejemplares por toda España, principalmente en centros espíritas.
    La mediumnidad que tengo no es la habitual, la que se entiende como psicográfica. Yo la llamaría mediumnidad de inspiración. Esto ha de entenderse como que me siento delante de la mesa y al poco, numerosos argumentos empiezan a golpear mi cabeza, a ocupar mi pensamiento hasta que logro ponerlos en papel. En muchos casos, esas ideas se van incubando en mi mente con anterioridad; en otros, el fenómeno se produce sobre la marcha. Tengo claro que tanto la mano como la forma que se da a las palabras son mías, pero admito plenamente que las «semillas» que se depositan son ajenas, atribuibles a alguien que piensa por mí o que desliza en mis oídos lo que hay que plasmar en el texto. Es una cuestión compleja, en todo caso, difícil de explicar.
Zona Espírita: ¿Cuándo se te manifestó esta facultad y te ocurrió la idea de publicarlos, además de forma gratuita?
José Manuel: Creo que todos recibimos esa famosa llamada, esa que hace referencia a lo que realmente te gusta, a la dirección a la que pretendes encaminar tu vida.
Sobre el año 2008 fui recibiendo diversas señales en este sentido, muchas inequívocas, que me indicaban que debía empezar a escribir cuanto antes.
   La historia de ese joven llamado Juan y sus conversaciones con su espíritu protector me ocuparon casi dos años en la elaboración del primer libro. El objetivo es diáfano: divulgar el Espiritismo, esa filosofía que tanto me ha llenado y que por supuesto, deseo dar a conocer a los demás

    Después, cada uno opta por una u otra vía pero eso a mí ya no me compete. Mi deber es sencillamente escribir y transmitir esas historias para todos aquellos que se hallen interesados en leerlas. Creo que eso es divulgar.
Por lo demás, yo tengo mi trabajo y a Dios gracias no paso necesidad. Jamás he pretendido vivir de esta tarea. ¿Por qué no aplicar la famosa frase de Jesús que todo espírita recuerda? «Dad de gratis lo que gratis recibisteis…». Pues eso.
Hay que considerar que el Espiritismo es una disciplina muy exigente. Lo digo porque no solo te pide que cultives tus conocimientos, que aprendas una serie de conceptos, sino lo más importante, exige en la persona un compromiso intenso de reforma moral. En otras palabras, ya podemos doctorarnos en Espiritismo teórico que si no hacemos nada por cambiar nuestra actitud en el mundo, todo será baldío y ese esfuerzo por mejorarnos quedará pendiente para próximas reencarnaciones. Y es que como decía Chico«podemos escapar de la muerte muchas veces, ah, pero de la vida, no».
Mejor no postergar algunas decisiones, porque luego nos cuestan más, pero al fin y al cabo se trata de la sagrada libertad del ser humano en combinación a la ley de causas y efectos.
Zona Espírita: Escribes un género literario llamado «Romance Espírita» muy conocido en Brasil. Por lo general, este tipo de publicaciones son traducidas del portugués al español. En tu caso, curiosamente, creo que tienes contactos con alguna editora espírita de Brasil para traducir y publicar tus libros allí. ¿Es esto cierto? ¿Puedes hablarnos sobre esto?
aaaJosé Manuel: Claro, allí ese tipo de literatura es muy popular, aunque aquí podría traducirse como novela espírita, porque el término romance acota mucho su significado.
En la actualidad, ando en negociaciones con la editora Petit de São Paulo para publicar en Brasil mi segunda obra «El hombre que no sabía que había muerto» pero este proceso es largo, primero por la traducción y luego porque hay que salvar ciertas diferencias culturales y lingüísticas entre continentes que no son fáciles, todo ello para que el libro sea bien entendido por el público. Por ahora, no hay nada seguro, esa es la realidad.
Zona Espírita: Aparte del tema espírita, ¿a qué te dedicas, cuál es tu profesión? ¿Lo compaginas bien?
José Manuel: Mi profesión es la de psicólogo. Terminé en 1987 en la universidad de Sevilla, aunque no pude trabajar en esa especialidad hasta 1991. Llevo por tanto 24 años de labor y lo que me queda.
No hay problemas de tiempo, es cuestión de organizarse y si no, se buscan vacaciones o fines de semana para escribir. De hecho, yo casi nunca escribo entre semana sino que utilizo el relax de los períodos de libranza laboral para inspirarme.
Por último, admito que de no haber sido por la psicología, difícilmente se habrían escrito estas obras, pues sin los conocimientos que aporta esa ciencia con respecto a la explicación de la conducta humana y del pensamiento, no se podrían haber plasmado de la misma forma en los libros.

Escrito y publicado por Zona Espírita en Mayo de 2015

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                      Allan Kardec y el Humanismo

Al concebir el ser humano como un espíritu inmortal, libre, perfectible, el Humanismo Espírita se sitúa en una vía alternativa entre el nihilismo de la concepción materialista y el dogmatismo de la ideología judeo cristiana. Se trata de una visión optimista, ennoblecedora, emancipadora, que valoriza y engrandece el ser humano sobre un enfoque espiritualista y deísta, no fatalista, sin los prejuicios del espíritu de sistema, del fundamentalismo y del sectarismo religioso...



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VALOR DEL TIEMPO-REFLEXIÓN

Venimos a la Tierra con el deseo de progresar, con el firme propósito de trabajar y emplear el tiempo provechosamente; mas el orgullo nos estaciona, la indolencia nos hace huir del trabajo, y he aquí que pasamos toda una existencia sumidos en el error, envueltos en la ignorancia, consagrados a la superstición, o víctimas de cruel escepticismo.

  Colocados en la escabrosa senda de la vida, no sabemos a dónde dirigir los pasos.

Nuestra vida se extiende al infinito, como queriendo buscar un más allá; contemplamos el espacio indefinido y sonreímos: bajamos los ojos a la Tierra, y una nube de tristeza envuelve nuestro ser; la soledad nos aterra; el inmenso vacío que hallamos en derredor, nos aflige; el valor nos falta, y abandonándonos completamente, caemos desfallecidos bajo el peso de nuestra misma debilidad. Y entre tanto, ¿qué hemos hecho?



En provecho nuestro, nada, pero sí en nuestro perjuicio, puesto que hemos perdido un tiempo precioso, el cual, mientras hemos estado en la inacción, ha corrido veloz, para no volver jamás.

¡El tiempo! ¡Oh! Si supiéramos el valor que tiene en la Tierra, no desperdiciaríamos ni un segundo de tiempo. Nos afanaríamos en armonizar las horas; trabajaríamos con regularidad; nuestros trabajos serían más provechosos y la vida nos sería más ligera; nunca aparecería en nuestro semblante ese tinte melancólico del fastidio,prueba inequívoca del mal uso que muchas veces hacemos del tiempo precioso. Y si no, ved al sabio que se afana en descubrir nuevas ciencias; al pensador filósofo que transmite al papel sus saludables máximas; al rico caritativo que deja temprano su mullido lecho para ir en busca de la indigencia y enjugar sus lágrimas; al honrado trabajador que, después de emplear el día en ganar el sustento de su familia, aún roba algunas horas de la noche al descanso de su cuerpo para dedicarlas a la instrucción de sus hijos, al estudio, o alguna práctica útil en favor de sus semejantes; ved a estos seres siempre tranquilos, serenos, y ¿por qué? Porque su conciencia no les acusa de ociosos; porque trabajando para los demás, se forman su patrimonio, se crean una gran propiedad para la vida futura y van labrando el verdadero progreso de su espíritu.



El tiempo, ha dicho Franklin, es la tela de que está hecha la vida: y es muy cierto. Esta tela, bien aprovechada, nos daría felices resultados, porque nos pondría al abrigo de los malos pensamientos y sería el más eficaz preservativo contra el fastidio.


¡Cuán pocos son los seres que saben apreciar el valor del tiempo y distribuir las horas con minuciosa y severa exactitud! ¡Nos quejamos de la corta duración de la vida, y nosotros mismos la abreviamos con la dilapidación deplorable de todos sus instantes!


La Humanidad habla constantemente del valor del tiempo, y sin embargo, la mayoría no hace otra cosa que pasar el tiempo, visitas de etiqueta, atenciones de sociedad, mesas de juego, teatros sin reformas de costumbres, lecturas frívolas e inmorales, son las más de las veces los recursos de que echamos mano para libertarnos del inmenso tedio que nos abruma.



Bueno es un rato de expansión cuando ya se ha cumplido con los principales deberes; porque después del cotidiano trabajo, el espíritu aspira con fruición la brisa que viene a acariciarle, y aquellos momentos de descanso o libertad le reaniman y le dan nuevas fuerzas para empezar de nuevo su trabajo; pero esos seres que pasan las horas muertas confortablemente reclinados en un diván, recreándose en las espirales que forma el humo de su cigarro, a semejanza de los turcos, o los que con el nombre de jóvenes del gran mundo o aristócratas de salón, se levantan de la cama, se van al tocador, de éste a la mesa, de allí al casino, después al teatro, luego al baile, de aquí al restaurante, en donde después de haber devorado suculentos manjares, y regado los manteles con el espumoso champán salen medio beodos, congratulándose de aquella brutal orgía, donde en su concepto, han pasado el tiempo agradablemente, ¿podrán decirnos las ventajas que les reporta ese modo de emplear el tiempo? ¡Oh!, nos responderán que han ido a divertirse solamente, y que con esto no han perjudicado a nadie; pero esto no basta.


No hemos de contentarnos con no hacer daño; hemos de procurar hacer bien. 
Por ejemplo: el que perjudica a otro en lo más mínimo, emplea malísimamente el tiempo; el que no hace bien ni mal, lo pierde lastimosamente; y el que se afana por cumplir con su deber y ser útil a sus semejantes, éste es un espíritu que sabe apreciar el tiempo en su verdadero valor; comprende lo fugaz que es la vida, lo doloroso que es el viaje por la Tierra, e incansable en su deseo de progresar, no desperdicia ni un segundo; es el gran matemático de la vida, que sabe aprovechar los minutos que marca el reloj de su existencia; sabe muy bien que la Tierra es una tumba y el cuerpo estrecha cárcel donde el espíritu se encierra para sufrir su condena.

Si ha sabido cumplir con su deber, siendo la actividad su compañera, cuando se cumpla el plazo de su existencia o de su expiación, la derruida cárcel quedará enterrada en la mísera tumba del planeta Tierra, y el espíritu, entonando un himno de alabanzas a la creación, remontará su vuelo a las regiones etéreas, en busca de su ansiada libertad, en busca de progreso sin fin y en busca de más prósperos destinos.


¡Oh! i Que lástima da ver a infinidad de seres cómo dejan transcurrir las horas sin acordarse del que sufre, sin enjugar una lágrima, sin socorrer al necesitado, sin vestir al desnudo y sin amparar al huérfano! ¡Cuántas horas perdidas! ¡Qué tiempo tan precioso inútilmente empleado! ¡Ah!, ¡pobre Humanidad, cuán lento es tu paso para el bien! No parece sino que mil cadenas te sujetan; pero para el vicio, ¡ay!, eres cual ligera nave que se desliza rápida por la superficie de las aguas...


¡Hora es ya de que el Espiritismo nos alumbre con sus rayos, y nos enseñe a comprender el valor del tiempo!



¡Espiritistas! Luchemos con valor; no nos arredren las miserias de la vida; que alguien vela por nosotros. Aprovechemos el tiempo en corregir nuestros defectos, en ser dóciles y virtuosos, en amarnos como hermanos y en llevar un rayo de luz a la Humanidad para que progresemos todos.

De la Revista virtual   Comunidad Sublime espírita-


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