1.- Después de la muerte....
2,. El Espiritismo en su más simple expresión
3.- Los Amados
4.- Sueño y Sueños
5.- Leyes morales
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DESPUÉS DE LA MUERTE.....
Cuando dejamos la Tierra ¿acuden a veces nuestros parientes y amigos a recibirnos?
- Sí, se presentan ante el alma a la que profesan afecto, la felicitan como a la vuelta de un viaje, si ha escapado a los peligros del camino, y la ayudan a desprenderse de los lazos corporales. Es un favor que se otorga a los Espíritus buenos cuando aquellos que los han amado vienen a su encuentro, mientras que el que está mancillado permanece en el aislamiento, o sólo le rodean Espíritus semejantes a él; esto último constituye un castigo.*
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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EL ESPIRITISMO EN SU MÁS SIMPLE EXPRESIÓN
Los espíritus culpables son reencarnados en mundos menos adelantados, en donde expían sus faltas por las tribulaciones de la vida material. Esos mundos son para ellos verdaderos purgatorios, de los cuales depende de ellos salir, trabajando en su progreso moral. La Tierra es uno de esos mundos.
- Allan Kardec-
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LOS AMADOS
“Más de vosotros, oh amados, esperamos cosas mejores."- Pablo. (Hebreos, 6:09.)
Se comenta con amargura el progreso
aparente en de los impíos.
Se admira el creyente de la buena posición
de los hombres que desconocen el escrúpulo, muchas veces altamente colocados en
la esfera financiera.
Muchos preguntan: "¿Dónde está el
Señor que no les vio los procesos reprobables?"
La interrogación, no obstante, evidencia
más ignorancia que sensatez. ¿Dónde está la finalidad del tesoro amonedado del
hombre perverso? Aunque experimentarse en la Tierra inalterable salud de cien
años, sería obligado a abandonar el patrimonio para recomenzar el aprendizaje.
La eternidad confiere reducida importancia
a los bienes exteriores. Aquellos que exclusivamente acumulan ventajas
transitorias, fuera de su alma, plenamente olvidados de la esfera interior, son
dignos de piedad. Dejarán todo, casi siempre, al sabor de la irresponsabilidad.
Pero, eso no acontece, con los dueños de la
riqueza espiritual. Constituyendo los amados de Dios, se sienten identificados
con el Padre, en cualquier parte a que sean conducidos. En la dificultad y en
la tormenta guardan la alegría de la herencia divina que se les atesora en el
corazón.
Del impío, es razonable esperemos la
indiferencia, la ambición, la avaricia, la preocupación de amontonar
irreflexivamente; del ignorante, es natural recibamos preguntas locas.
Entretanto, el apóstol de la gentilidad exclama con razón: "Más de vosotros, oh amados, esperamos cosas mejores."
- Camino, Verdad y Vida- Emmanuel/Chico Xavier
Ante la lectura de este capítulo
de Camino, verdad y Vida, los espíritas enseguida nos identificamos con
aquellos que guardan y valoran los tesoros del alma, que consideramos como los
únicos bienes imperecederos.
No obstante la
mayoría aún guardamos en nuestros corazones mucho apego hacia los bienes y
cosas materiales, de los cuales no estamos dispuestos a renunciar
fácilmente aun en contra de nuestras
conciencias, que tantas veces nos llaman en lo mas profundo y nos entristecen
ciertamente de modo semejante a como sucedió a aquel joven rico que quería
seguir al Maestro Jesús, cuando este le dijo que lo dejara todo y le siguiera
como uno mas de sus discípulos; este joven
viendo la imposibilidad de renunciar a sus tesoros terrenales, al tener que elegir ante la invitación de Jesús, tuvo que decantarse por lo que más le ataba
cual eran sus bienes materiales, y aun
en contra de su propia conciencia renunció a seguir por ello al Maestro. Por
eso Jesús añade finalmente que es más difícil que un rico entre en el reino de
los cielos, que un camello entre por el ojo de una aguja.
Tal vez he metido la mano en la llaga de
muchos; la primera que se siente escocida es la mía propia, pero debemos
comprender que no es el hecho de ser pobre de bienes materiales lo que nos abre
el camino del progreso espiritual y la riqueza lo que nos lo impide. Lo que de verdad nos impide el
progreso espiritual es el apego desenfrenado y egoísta por los bienes y cosas
materiales, (el apego a lo material),cuando por ellos dejamos de sentir y
practicar la Caridad hacia los demás y dejamos el camino de la espiritualidad
de lado, haciendo oídos sordos en
nuestras conciencias.
Realmente los
bienes materiales ya sabemos que de por sí, no son buenos ni malos;
simplemente debemos tomarlos como un
medio que debemos administrar responsablemente para hacer el bien a los demás y
nunca como un fin en sí mismos con el objeto de disfrutarlos nosotros egoístamente,
ignorando a propósito el sufrimiento y
necesidades ajenas y el para qué nosotros disponemos de esos bienes materiales.
Por último invito a todos a
reflexionar sobre la responsabilidad que ante Jesús y ante el Padre hemos
adquirido al penetrar voluntariamente por el difícil camino evolutivo que el
Espiritismo nos brinda ofreciéndonos un
conocimiento espiritual verdadero , aunque este camino puede ser el más rápido y excelente medio de
progresar cuando sabemos transitar por este mundo sin salirnos de él. Debemos
tomar conciencia de que en estos tiempos
cuando ya nos encontramos inmersos en pleno cambio de ciclo evolutivo, a los espíritas
nos toca la gran responsabilidad y al mismo tiempo el gran honor de ser como
Jesús señaló en otra de sus enseñanzas, “la sal de la Tierra”. Y sobre todo que
no nos desanimemos nunca ante nuestras humanas
debilidades o ante nuestras derrotas morales, pues todos estamos en el
mismo camino que es de trabajo y de lucha interior para perfeccionarnos
creciendo en virtudes practicadas, y aunque tropecemos infinitas veces en
tantas piedras que encontramos en el camino de la vida y por ello nos sintamos
tantas veces derrotados, no perdamos nunca nuestro horizonte sabiendo que esas humanas derrotas y tropiezos
no podemos dejar que debiliten nunca
la Fe que el Padre tiene en nuestra victoria final.
- Jose Luis Martín-
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SUEÑO Y SUEÑOS
(Segunda parte)
Conforme, empero a su desarrollo espiritual, puede el espíritu así desdoblado viajar por varias regiones espirituales, verlas y comprenderlas, instruirse y penetrar acontecimientos pasados o futuros del sector de los llamados sueños simbólicos proféticos.
En ese mundo diferente, en el cual ingresamos diariamente, muchas cosas están a nuestra disposición, como auxilio a nuestro esfuerzo evolutivo: material de estudio, elementos de investigación, contactos reparadores, consejos e instrucciones de amigos desencarnados o no y de instructores espirituales.
La luminosidad, la nitidez, la claridad, la lógica y el colorido, he ahí las características inconfundibles de esos sueños reales, únicos verdaderos.
Lo que es necesario que tengamos durante esos sueños es una relativa conciencia de lo que sucede, y en eso solo podemos conseguirlo, normalmente, por medios de continuados ejercicios de autoeducación y disciplinamiento de la voluntad, los que deben ser hechos diariamente, antes de adormecernos, y con un previo entendimiento con los guías espirituales.
Pocos son los que al despertar recuerdan esa vida exquisita que vivieron durante el sueño. En general sólo nos recordamos del último sueño, lo que antecedió al despertar, y éste mismo es luego borrado de la memoria con la sucesión de los acontecimientos materiales inmediatos.
En el libro Los Mensajeros Espirituales, capítulo XXXVII, André Luiz, refiriéndose a los encuentros que se dan durante el sueño, dice: “Estas ocurrencias se dan todas las noches por millares en el círculo terrestre. En la mayoría de los hermanos encarnados el sueño apenas refleja perturbaciones fisiológicas o sentimentales a las que suelen entregarse; sin embargo, existe un gran número de personas que, con más o menos precisión, son aptas para desarrollar este intercambio espiritual”
Vivimos actualmente en la carne con la perdida de más de un tercio de nuestra vida consciente, la cual escapa a nuestro control por entre las brumas y el olvido del sueño.
El problema está, pues, en obtener poco a poco ese dominio, viviendo conscientemente, tanto de día como de noche, en la vigilia como en el sueño, para que la luz de la verdad triunfe sobre las sombras de la muerte y para que la vida se manifieste en su realidad de cómo es: eterna.
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Esta facultad de lucidez, tan bella y tan útil, abren al médium educado y consciente, un mundo extraordinario de conocimientos y revelaciones espirituales. Transforman al hombre en un ser diferente, dado que le confieren el poder de vivir en dos mundos, incluso estando encarnado. Se amplían para él ilimitados horizontes que abarcan mucho del Universo y que le permitirán comprender muchas de las grandezas de la Creación Divina.
Mas es preciso educación y desarrollo metódico y progresivo, lo que solo se tornará posible cuando el Espíritu esté en condiciones por mérito propio, cuando sea digno de poder merecer la preciosa colaboración indispensable de los asistentes espirituales competentes.
Muchos procedimientos son utilizados para ese desarrollo, siendo las más comunes, para la videncia, por ejemplo, los del grupo de cristalovidencia, esto es , la fijación de superficies lisas y brillantes como por ejemplo bolas de vidrio, botellas o copas conteniendo agua, espejos, lentes, objetos de metal pulido, fuentes de agua, borrones de tinta y la propia uña convenientemente pulida.
No habiendo mediumnidad-tarea, ningún procedimiento material o artificial dará resultado si, desde el punto de vista moral, o según las necesidades de su propia evolución, el individuo no fuere digno.
Las superficies brillantes provocan una auto-hipnotización que nada resuelve en definitivo, puesto que si los asistentes invisibles nada proyectan sobre tales superficies nada podrá ser visto; sin embrago, los guías acostumbran aconsejar a veces tales procedimientos con la intención de obligar al estudiante a realizar ejercicios de concentración, familiarizándose con la disciplina mental.
Acostumbran también a actuar directamente sobre los médiums en desarrollo, aumentando sus vibraciones de la glándula Pineal y proyectándoles durante el sueño o en el semi-sueño cuadros simbólicos en el campo de la visión. Se valen también del ambiente formado en las sesiones espíritas bien conducidas para producir tales fenómenos, por tener en esas ocasiones, a su disposición, cargas poderosas de fluidos apropiados a las formaciones ideoplásticas.
Mas, repito, para el desarrollo de esas facultades la condición esencial es la reforma individual del médium, con la purificación de sus pensamientos y actos, porque de eso dependerá la elevación de su vibración periespiritual a un nivel compatible con la producción de tales fenómenos, esto es, a nivel de las vibraciones del plano espiritual.
-EDGARD ARMOND
Extraído del libro,”MEDIUMNIDAD”
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LEYES MORALES
Las Leyes Morales, como su nombre indica, dictan las normas a seguir por los espíritus encarnados en el plano Tierra, con el fin de impulsar su evolución, su adelanto y su perfección moral.
Ellas son emanadas de nuestro Padre Creador, escritas en nuestra conciencia con carácter indeleble; todos las sabemos; todos las conocemos; todos debemos someternos a ellas y todos indefectiblemente, tendremos que cumplirlas un día hasta en sus menores detalles.
Las Leyes Morales, justificando su origen divino, son inmutables, permanentes e inamovibles, han brotado del Señor para sus hijos, y son tan maravillosas, tan exactas, tan perfectas, que su comprensión, su aplicación y su ejecución se van realizando insensiblemente. La justicia divina establece sus leyes pero no las impone, cada uno las toma, las desglosa y las practica en la medida de sus posibilidades, de su evolución, y en la medida de su afán de perfección.
Constituyen un tejido sutil, una filigrana tan delicada y a su vez tan esclarecedora y justiciera, que no necesitan ejecutores, fiscales ni jueces. Cada uno de nosotros somos ejecutores de la Ley del Señor; cada uno de nosotros somos los fiscales de nuestros propios actos, y cada uno de nosotros somos, inevitablemente, nuestros propios jueces. Tal es el sabio mecanismo establecido por estas sagradas leyes. Si bien es cierto que son leyes inmutables, también es cierto que son elásticas y adaptables; esto que parece un contrasentido, no es más que una demostración del Amor del Padre por todos sus hijos, por pequeños e imperfectos que estos sean. Es cierto que cada uno en la Tierra tiene que ajustarse a las leyes morales, pero se ajusta de acuerdo a su comprensión, a sus conocimientos y a su evolución. Dios juzga la intención, más que los hechos. Él lo puede hacer así porque a Él no lo podemos engañar como nos engañamos entre nosotros y aun a la justicia terrenal.
La justicia terrena, con sus leyes mutantes según las épocas, irá poco a poco asimilándose a las leyes divinas y llegará el día, cuando en la Tierra el hombre haya alcanzado su completa comprensión y perfección; en que las leyes terrenas desaparecerán de la faz de la Tierra y una sola regirá: "AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS, que es el compendio de todas las leyes morales, sublimes leyes que no están aisladas entre sí, todas tienen un denominador común- EL AMOR-, de cada una de ellas brota un eslabón que se entrelaza con el eslabón de amor que la siguiente ley lleva en su seno y así van formando esa sutil trama que lenta y gradualmente nos va envolviendo a todos para conducirnos a la morada de Dios.
Estas leyes son tan perfectas que no es necesario que Dios las imponga, hasta que las enuncie para que cada uno de nosotros a medida que la luz de la
comprensión va iluminando nuestras mentes y nuestros espíritus, vayamos lentamente a buscarlas y someternos mansamente a sus designios. En su inmensa sabiduría el Padre las ha elaborado dulce y sabiamente, que son par nosotros un placer, poder, existencia tras existencia, año tras año, día por día, ceñirnos cada vez más a sus reglamentos.
El Espiritismo, comprendiendo que son necesarias reglas precisas, porque los preceptos generales dejan al hombre demasiadas puertas abiertas a la interpretación, las ha desglosado y finalmente nos la ha brindado en forma clara e inequívoca para que no tengamos ninguna duda y para que las practiquemos según nuestra evolución.
Las Leyes Morales son la base para nuestra transformación y para la adquisición de los valores de la vida: La sabiduría y el amor. Son diez y de su aplicación depende la evolución y el progreso. Son las siguientes:
Ley de Adoración
Ley de Trabajo
Ley de Conservación
Ley de Reproducción
Ley de Destrucción
Ley de Sociedad
Ley de Progreso
Ley de Igualdad
Ley de Libertad
Ley de Amor, Justicia y Caridad
El Maestro Allan Kardec analizó estas leyes en el libro Tercero de "El Libro de los Espíritus", y después amplió su estudio en El Evangelio según el Espiritismo y otras importantes obras doctrinarias.
- Raquel Peña-
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