domingo, 5 de abril de 2020

Los tiempos han llegado

   INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Una cosa es el Espiritismo y otra los espíritas
2.- Efectos de la plegaria ante las obsesiones
3.- El sufrimiento y las cárceles
4.- Encuentro con Dios
5.- Los tiempos han llegado




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Una cosa es el Espiritismo y otra los espíritas...

Siguiendo el ejemplo del codificadornunca está demás recurrir al buen sentido como señal indicadora de los mensajes de los buenos espíritus, pero claro; una comunicación o una idea no es detentora de buen sentido sólo porque halague nuestro ego… o porque nos sea más cómodo para no tener que tocar aquello que debe ser revisado (por coherencia doctrinaria y sentido del progreso) o por no contradecir la opinión venerada de tal o cual «doctor» de la ley espírita
Tenemos que tener la autoconciencia necesaria para servir al Espiritismo tal como fue codificado (y adaptarlo naturalmente a los nuevos tiempos), y no servirnos del mismo para dar vehículo y expresión a los atavismos y condicionamientos que no le pertenecen, y que tan mala impresión causan en el neófito… 
Los seguidores del Espiritismo estamos lejos de ser perfectos, por lo tanto estos y las instituciones no sólo pueden cometer errores, sino que el deber de todo espírita consciente es tener claro esto y seguir al mensaje original, porque no siempre lo que se determine desde libros, centros o federaciones será lo más coherente o lo más correcto.
A menudo la comodidad y el seguir la línea general es un desacierto, y es el Espiritismo quién lo termina pagando…
Procura no ser un polemista gratuito, pero tampoco un corderito evangélicamente adiestrado.
. Juan Manuel ( de la Asoc. Espírita de Córdoba)
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 EFECTOS DE LA PLEGARIA ANTE LAS OBSESIONES

   Allan Kardec en El Libro de los Médiums manifiesta que la plegaria es el más poderoso antídoto contra las obsesiones, precisamente porque modifica los fluidos que envuelven a las personas. Por supuesto no todos los pacientes del proceso obsesivo están en condiciones de realizar la plegaria con eficiencia. Pero por lo general existen esas condiciones y el orar debe ser estimulado para el bien del individuo, de su familia, e incluso de la entidad que lo  perturba.

     Cuando las personas oran, quedan protegidas por  una inalienable coraza vibratoria. Ese campo del aura compuesto por energías electromagnéticas requiere ser estimulado periódicamente para permanecer encendido, fuerte y protector, Es muy común que las personas oren cuando están enfermas o cuando sufren influencias espirituales, pero al mejorarse suelen interrumpir esta rutina, caen en la falta de vigilancia y penetran momentáneamente en peligrosas fajas vibratorias íntimas.

     El escritor y médico Richard Carlson plantea la siguiente pregunta: "¿Cómo describiría en pocas palabras a una persona normal?". Respuesta: " La que se queja a menudo". Tal estado mental de intranquilidad, de insatisfacción interior, genera campos magnéticos que pueden ser alcanzados por energías procedentes de entidades negativas y de intereses perturbadores. La plegaria, que tiene por base la serenidad y la fe, siempre será la dínamo generadora de energías restauradoras de la psiquis humana.

- Jason de Camargo-

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      El sufrimiento y las cárceles

El sufrimiento  es una cárcel, en donde la desdicha y a veces la desesperación, hacen de verdugo, que a veces nunca deja oportunidad para el sosiego.
¿Has estado alguna vez preso?
¿Tienes a algún familiar, o ser querido entre rejas?
Unos de los seres más desgraciados de la tierra son los presos.
Solo con habitar en este planeta,  ya venimos condenados, por ser la tierra un planeta de expiación y de pruebas. Todos los que la habitamos venimos a saldar deudas del ayer, y si tras de nuestra expiación  cometemos nuevas faltas, redoblamos  nuestro cautiverio pues tenemos sobre nosotros el castigo de la Ley, que nos hace a veces estar dos veces presos, una por el planeta que habitamos y otra por los hombre de la tierra, que nos encierran entre rejas, para pagar nuestras faltas cometidas, privándonos de la libertad, del aire, de la luz.
Es necesario haber estado preso en la cárcel de los hombres, para  saber el hondo abismo  en el cual se lanza al hombre, unas veces por su propia voluntad, otras impelido por la ignorancia o dominado por adversas circunstancias, hijas de diversas circunstancias, cuyo resultado siempre es fatal.
Entre los grandes problemas sociales que hay que resolver en la tierra, el primero de todos es la subsistencia;  en todas las épocas ha habido ricos muy ricos y pobres muy pobres, siendo los ricos en muchas ocasiones odiados por los pobres. Del hombre que carece de todo se puede esperar todos los crímenes, pasando a ser instrumentos  del mal. Si la sociedad es la madre de todos los vicios, la desesperación es la peor consejera que pude tener el hombre. El hambre nos irrita, la sed nos enloquece, y de un loco se puede esperar todas las locuras. Los hurtos y los homicidios, son actos de locura,  los criminales son dementes, infelices, enajenados cuya enfermedad nunca ha sido estudiada, y por lo tanto no ha podido ser comprendida. En las diferentes épocas de la vida ha habido criminalidad en la tierra. Crímenes se cometieron en el ayer, se cometen hoy, y se cometerán mañana, mientras los ricos sean muy ricos, y los pobres sean muy pobres. Los primeros, demasiado felices, hastiados de lo que les proporciona sus riquezas, se entregan al desorden para sentir nuevas sensaciones. Y los pobres, en su desencanto, amargados dicen con ironía: ¡Ya que Dios no se acuerda de nosotros, vivamos como si El no existiera; olvidemos  sus leyes, ya que para nosotros no sonríe la Providencia!
En esa desarmonía social, en ese descontento interior en la que vive el hombre,  es la cuna de espinas donde se tejen  muchos desaciertos.  En la tierra se vive muy mal; ya que en ella viven  espíritus muy inferiores, y por ello han creado tormentos  muy notables, que si lo hubieran empleado en el bien,  la tierra seria un Paraíso de la leyenda bíblica.
Si crueles son los homicidios que vemos ocurrir todos los días, por los medios de la tv y noticiarios, inclementes se ven los jueces, en sus severos castigos para martirizar a los culpables, las cárceles han mejorado, su vida allí también. Pero no deja por eso, ser un lugar deprimente, donde se dan muchísimas circunstancias que tornan aun peor cal culpable.
Debemos procurar trabajar en todas las áreas, y la cárcel es un lugar al que podemos concurrir para auxiliar, inspirar resignación y esperanza  a los moradores de los presidios, que son sin duda los seres más desgraciados de este planeta; unos porque son víctimas de las torpezas, de la ignorancia; los otros han influido en su destino la soledad, el abandono, el desprecio social; aquellos  porque son espíritus rebeldes  inclinados al mal, de instintos tan perversos que en torno de ellos ni la hierba crece, porque su aliento envenenado infecciona el aire.
¡Cuánta perversidad hay en algunos seres! y estos son los que precisamente los que necesitan más atención y el consejo de los Espíritus. Si Cristo vino a la Tierra para salvar a los pecadores, los que seguimos sus pasos  debemos imitarle. Los justos, ellos solos saben el camino de Cristo y los impíos son los que necesitan que los guíen; los ciegos si van solos, pueden  tropezar y ceder.  Pero ante las fuerzas armadas, suelen ser humildes y no oponen resistencia, ua que el castigo que se les aplica, los predispone  a la enmienda, en muchos casos. Por eso quien pueda hacerlo, ayudad a los presos, procurad su instrucción, moralizarlos, porque si son criminales es muy justo que sea castigado,  pero al mismo tiempo que se le impone la pena, el abrirles el camino de la redención. Si se flagela su cuerpo no debemos hacer desesperar su alma, sin la debida orientación y ayuda, pues no se puede esperar acciones generosas de espíritus desesperados.
No podemos esperar días de libertad, ni podremos trabajar para la unión de los pueblos, ni ser iniciadores de la fraternidad universal, si no mejoramos la suerte de los criminales; mientras sigan existiendo en la tierra, presidios que son semilleros  de crímenes,  focos de corrupción, habitados  por hombres, que no se les deja ni pensar, todos los planes de reforma fracasaran, será un trabajo perdido. Muchas veces el daño que causa el sistema deficiente penitenciario, es muy grande, un hombre desesperado atrae fatales influencias, y en los presidios hay tal aglomeración de espíritus inferiores  que su perniciosa influencia envuelve a todos los que allí se encuentran, los aprisionan de tal forma, que a veces nos inspiran lastima, los presos, sin saberlo, muchas veces se vengan del abandono de la sociedad enviando con sus fluidos toda la hiel que guardan en su corazón.  Siendo que en la realidad los criminales son solo dementes. Y deben ser sometidos a un plan  curativo, cosa que muy raramente se hace. Ellos deberían ser sometidos a un plan moral por infringir las leyes.  Sin emplear con ellos la violencia, pues nada se consigue. Si tenemos inteligencia, si tenemos el don de la palabra, si sois redentores, debéis empezar el trabajo de regeneración universal, sin solo las miras  de abrir ateneos  y universidades, y tratar de instruir a los criminales, cuya ignorancia nos condena  a perpetua servidumbre. Si el hombre comprendiera sus verdaderos intereses, la tierra no sería  una penitenciaría de la Creación, sino uno de los mundos regeneradores, una de las moradas donde el Espíritu sonreiría, pues los justos saben el camino del progreso, los culpables solo son ciegos perdidos en las sombras de la ignorancia. Por eso aquel que realmente pueda hacerlo, debe procurar hacer llegar a los presos y a las penitenciarias, materiales, para guiarlos, para despertar en su corazón, la sed del agua viva, pues son también dignos de compasión….
Merchita Cruz-
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                ENCUENTRO CON DIOS



Señor, tantas fueron las veces que mis ojos miraban el cielo en busca de respuestas.


Observé los dolores del mundo y me pregunté dónde está Tu justicia, dónde Tu bondad, dónde Tu infinito amor.


Además, me pregunté: ¿Qué eres Tú? ¿Dónde vives?


Sin embargo, aquel día tenía de llegar. Y llegó. Y nosotros nos encontramos.


El hospital estaba especialmente frío aquella noche de otoño.


Yo hacía mis visitas, observando el cuadro de cada paciente por el cual yo, como médico, era el responsable.


Entonces, fui sorprendido por la madre de uno de mis pacientes, que gritaba desesperadamente mi nombre.


Su hijo, que contaba siete años en esa época, tenía crisis continuas de convulsiones. Su cuerpo frágil, afectado por el cáncer, se debatía en la camilla.


Después de estabilizarlo y, teniendo en cuenta mis cuarenta años en el área de la oncología, sabía que la muerte no tardaría en llegar para aquel frágil muchacho.


Todavía, ocurrió algo inusitado: tal vez porque me acordé de mi nieto, sano y feliz, las lágrimas comenzaron a brotar incesantes de mis ojos y, aun esforzándome mucho, no pude contenerlas.


Sujeté la mano de aquel niño y, con el apoyo de la madrecita que ahora compartía sus lágrimas conmigo, sentí su pulsación volviéndose cada vez más débil, hasta cesar completamente.


Inmediatamente, me puse a pensar en palabras de consuelo para aliviar el corazón de aquella  madre que acababa de perder a su hijo. Pero, las gruesas lágrimas que corrían por mi rostro no me permitían consolar a nadie.


Y cuán sorprendido me quedé cuando aquella señora, secándose las propias lágrimas, me abrazó y dijo: No llore, doctor. Dios quiso que mi hijo no sufriese más.


Dios siempre actúa a nuestro favor, continuó la señora. Somos nosotros que, egoístas, muchas veces no somos capaces de ver Su misericordia en todo lo que nos rodea, incluso cuando sufrimos.

Perplejo, no logré acompañar el razonamiento de aquella sabia mujer: ¿Cómo podemos encontrar la misericordia en el sufrimiento?


Y ella, como leyendo mis pensamientos, aseveró: Dios es como un padre que trata a su hijo enfermo: permite que el vástago tome la medicina, aunque amarga, pero que traerá alivio y cura para el cuerpo enfermo.


Dios permite que tomemos la medicina amarga del sufrimiento, a fin de que sanemos nuestro Espíritu de todo el mal que, quizás, aún pueda en él existir.



* * *

En la respuesta tan simple de aquella señora, yo Te encontré.

En aquella camilla, no sólo estaba el hijo de la resignada mujer. Todos los dolores del mundo, por los cuales yo también lloraba, estaban allí representados.

Mientras yo veía injusticia y dolor, ella veía oportunidad y regeneración. Al tiempo que yo perdía un paciente para la muerte, ella entregaba un hijo para la vida. Yo veía el final. Ella, el comienzo.



* * *

Dios en todo se revela. Bajemos la guardia de nuestro orgullo, de nuestro materialismo, de nuestro egoísmo, a fin de percibirlo.

En el verde de los bosques, en el canto de los pájaros, en los que sufren, en los que ríen y dentro de nosotros... ¡Allá está Él!
¡Pensemos en eso!

Redacción del Momento Espírita.

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               LOS TIEMPOS HAN LLEGADO


       

El Capítulo XVIII del libro "El Génesis" de Allan Kardec del año 1868, se desarrolla bajo el título "Los Tiempos han llegado", siendo el primer anuncio taxativo que tenemos sobre el cambio planetario que está aconteciendo en estos momentos hacia un mundo de regeneración.
Crisis económica a nivel mundial, conflictos bélicos inacabables unos, nuevos otros, conflictos sociales por doquier, cambio climático, desastres naturales de cualquier naturaleza, desastres ecológicos,  entre otros acontecimientos, son los claros indicios en este siglo XXI de la mudanza de un Planeta de pruebas y expiaciones hacia un planeta de regeneración.
     Es preciso construir un nuevo hogar, sin embargo, es imperioso hacerlo sobre sólidas bases para construir sobre la firmeza. Esta firmeza únicamente acontece con la reforma íntima y moral de cada uno de nosotros y por ende, con la reforma íntima y moral de la humanidad pues la causa primera de tantos desastres actuales en todos los niveles, es sin duda alguna, la falta de reforma moral que hemos tenido durante tantos siglos y que hoy día ya nos "pasa factura".

     Bezerra de Menezes, a través de la mediumnidad de Divaldo P. Franco nos ha ofrecido este mes de mayo un destacado mensaje relativo a toda esta situación a fin de que podamos reflexionar sobre ello una vez más.

     Los tiempos han llegado, los tiempos apremian, es preciso reformarnos.
Hijos del Alma: que Jesús nos bendiga.
     El siglo XXI continúa elevándose a la más alta tecnología desbravando los infinitos horizontes de la ciencia.
  Antiguos misterios del conocimiento son desvelados. Enigmas, que permanecían incomprensibles, son descifrados, y el materialismo sonríe mofándose de los mensajes sublimes del amor.
     Paradójicamente, los avances respetables de esas áreas del intelecto no engañaron modificar las situaciones traumáticas que tienen lugar en el orbe, en la actualidad. En el auge de las conquistas de las inteligencias, permanecen las convulsiones sociales unidas a las convulsiones planetarias en el momento de la gran transición que pasa la Tierra amada por todos nosotros.
    De un momento para otro, una erupción volcánica revienta las capas que ocultan el magma, y las cenizas – lanzadas por encima de 10 mil metros de la superficie terrestre – modifican todo el paisaje europeo amenazando las comunicaciones, los transportes, mientras se piensa en otras y continuas erupciones que pueden venir marcadas por gases venenosos o por lava candente... Fenómenos de tal monta pueden ser detectados, pero no impedidos, demostrando que la vaguedad de la inteligencia no puede ultrapasar la sabiduría de las leyes cósmicas establecidas por Dios.
  Y Gaia – la gran madre planetaria– se retuerce, mientras en su superficie la violencia irrumpe en cascadas, amenazando la estabilidad de la civilización: política, económica, social y, sobretodo, moral, caracterizando estos como los días de las antiguas Sodoma y Gomorra de los apuntes bíblicos...

     Se podría creer que el caos sería la conclusión final ineludible, sin embargo, la barca terrestre que navega los horizontes inmensos del cosmos no se encuentra sin rumbo.  Jesús está al timón y sus arquitectos divinos comandan los movimientos que le producen la alteración de la masa geológica, mientras se operan las transformaciones morales.
      Iniciada la era nueva, surge, en este mismo siglo XXI, el periodo pre anunciador de la paz, de la fe religiosa, del arte y de la belleza, del bien y del deber.
   Señalando ese periodo de transformación estamos invitados, encarnados y desencarnados, a contribuir en favor del adelanto que nos llega de forma compleja, sin embargo bien direccionada. Avancemos con las huestes del Consolador en la dirección del puerto del mundo de regeneración. Sean nuestros actos señalados por las preferencias de Jesús, de tal forma que se definan las directrices comportamentales.

  ...Y que todos puedan identificarnos por la manera como enfrentaremos sinsabores y angustias, testimonios y holocaustos, a la semejanza de los cristianos primitivos que vivieron, guardadas las proporciones, periodo equivalente, instaurando en la Tierra el Evangelio libertador, desfigurado en los últimos diecisiete siglos, mientras, con Allan Kardec, surgió el Consolador trayéndonos Jesús de vuelta.

      Es comprensible, por lo tanto, que los espíritus comprometidos con el pasado delictivo intenten implantar el desorden, establecer el desequilibrio de las emociones para que pontifique el mal, en la versión mitológica de la perturbación demoníaca.

     En nombre de la luz inapagable de aquellos importantes días de la Galilea, particularmente durante la sinfonía incomparable de las bienaventuranzas, demostremos que la nuestra es la fuerza del amor y nuestras reflexiones en el mundo íntimo trabajan por nuestra iluminación.

     Los días actuales, como en el pasado, amar es ver a Dios en nuestro prójimo; meditar es encontrar a Dios en nuestro mundo íntimo, a fin de esparcir la caridad en la dirección a todas las criaturas humanas.Trabajar, por lo tanto, el mundo íntimo, no temer cualesquiera amenazas de naturaleza calamitosa a través de las grandes destrucciones que forman parte del adelanto y de la renovación, o aquellas de dimensión no menos significativa en la intimidad doméstica, en los conflictos del sentimiento, demostrando que la luz del Cristo brilla en nosotros y nos conduce con seguridad.

     Eurasia, cansada de tantas guerras, de destrucción, de la ceguera materialista, de los continuos holocaustos de razas y de etnias, de gobiernos arbitrarios y perversos, clama por Jesús, como el mundo todo necesita de Jesús. Sus emisarios, de Krishrna la Bahá’u’lláh, de Moisés a Allan Kardec, de Buda a los peregrinos de la no violencia, de Mahoma a los pacificadores musulmanes, todos esos, ministros de Jesús, le preparan, a través de los milenios, el camino para que a través del Consolador – aún sin cambios de directrices filosóficas o religiosas – predomine el amor.
     Sean celebradas y vividas la creencia en Dios, en la inmortalidad, en las vidas o existencias sucesivas, haciendo que las criaturas se den las manos construyendo el mundo de regeneración y de paz por el que todos anhelamos...

Jesús, mis hijos, ayer, hoy y mañana, es nuestra brújula, es nuestro puerto, es la nave que nos conduce con seguridad a la plenitud.
   Porfiad en el bien a cualquier precio. Una existencia corporal, por más larga, es siempre muy breve en el reloj de la inmortalidad. Sembrad, por lo tanto, hoy el amor, redimiéndolos  de los equívocos del ayer con seguridad, ahora, en la certeza de que estos son los sublimes días del gran cambio para mejor.
    Aún derramaremos mucho llanto, oiremos muchas profecías alarmantes, pero la Tierra saldrá de ese proceso de transformación más feliz, más depurada, con sus hijos dichosos rumbo para un mundo superior en la escalada evolutiva.
     Saludamos a todos los compañeros de los diversos países aquí reunidos, y en nombre de los Espíritus que forman parte del equipo del Consolador, exoramos al Maestro inolvidable que prosiga bendiciéndonos con su paz, en la certeza de que con Él – el amor no amado – venceremos todos los obstáculos. Mucha paz, hijos del alma y que Jesús permanezca con nosotros. Son los votos del servidor paternal y humildísimo de siempre

Bezerra 
Mensaje psicofónico recibido por el Médium Divaldo Pereira Franco en la mañana de 9 de Mayo de 2010, en el encuentro del Consejo Espirita Internacional, reunido en Varsovia, Polonia.

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