jueves, 16 de abril de 2020

Progreso en tiempos de confinamiento

    INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- ¿En qué Dios creo?
2.- Saber escuchar: Tarea de todos
3.- Progreso en tiempos de confinamiento
4.- Caridad: El Amor en acción
5.- ¿Oración por los difuntos?




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                                              ¿ En qué Dios creo ?


     Extrañamente, a pesar del notable número de personas que dicen creer en Dios, es igualmente notable el número de los desencantados, depresivos, desesperados

    ¿Cómo se explica que creyendo en Dios, Padre amoroso y bueno, que todo lo ve, todo lo sabe y todo lo hace, la persona  caiga en el pozo de la desesperanza?
Quizás la respuesta esté en la manera de cómo creemos en Dios o somos guiados a creer.
     Una vez Albert Einstein en Nueva York, dialogando con el Rabino Goldstein, fue inquirido si creía en Dios. Él contestó:
     Tengo el origen judío arraigado en mi interior. Creo en el Dios de Spinoza, que revela la armonía en todo lo que existe. Sin embargo, no creo que Dios se preocupe por la suerte de las acciones realizadas por los hombres.

     A causa de esa declaración se generaron muchas polémicas entre Albert, físicos y religiosos. Muchos se valieron de su declaración para desarrollar protestas acerca de sus teorías.

     Religiosos se manifestaron, diciendo que la Teoría de la Relatividad debería ser revisada. Decían que tras toda la controversia de aquel físico, estaba el terrible fantasma del ateísmo.
      Que él diseminaba dudas en relación a la presencia de Dios sobre la creación de todo el Universo y los seres.
       La respuesta del físico fue tranquila, sin embargo continuó incomprensible para muchos.
      Él decía que su religión consistía en la admiración por la humildad de los Espíritus superiores, pues ellos no se detienen en los pequeños detalles, ante nuestros Espíritus inciertos.

       Decía: Por ese motivo racional, delante de la superioridad del Universo, es que acepto y hago mía  esta idea de Dios. No soy ateo.

       Quien quiera deducir eso de mis teorías científicas, no las entendió.  
       Personalmente creo en Dios y nunca en mi vida cedí a la ideología atea. No hay oposición entre la ciencia y la religión.
       Lo que existe son científicos retrasados, con ideas que no evolucionaron en el transcurrir del tiempo.
      Veo en la experiencia cósmica una noble religión, una fuente científica para profundas investigaciones.
       Intento comprender cada estrella contenida en ese Universo inmenso, que no es material.
       Quien así no procede, sintiendo esa sensación extraña de querer levitar en el infinito, realmente no sabe vivir, porque está muerto delante de tanta belleza divina.
        Existen muchas formas en el ser humano de  creer en Dios. Para muchos, existe el Dios jurídico, legislador, agente policial de la moralidad, que a través del miedo, establece esa distancia de la creencia verdadera.
       Dios está en todas mis teorías e invenciones. Él está presente en todo y creo que en todos, hasta en las formas más primitivas.
       Esa es mi religión y el Dios en que creo.

      Así decía y así vivió.
      Albert Einstein fue el ejemplo del cristiano auténtico preocupándose constantemente por su semejante.

      Dos años antes de su desencarnación fue conmemorado su cumpleaños con una gran fiesta pública.

      Todo lo que le fue dado como regalo, Albert lo transformó en dinero y envió los fondos para la Facultad de Medicina Albert Einstein.

Redacción del Momento Espírita, con base en datos biográficos de Albert Einstein.

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SABER ESCUCHAR: TAREA DE TODOS

Vivimos en la era de la comunicación. Jamás ha estado el mundo tan conectado como ahora. Las videoconferencias, los mensajes de voz o escritos recorren miles de kilómetros al instante; sin embargo, y ahí la paradoja, nunca se ha sentido el hombre tan solo como en la actualidad.
Tenemos tanta prisa, corre tan rápido el tiempo para satisfacer todos nuestros anhelos, que casi perdemos su noción, su sentido real. Tanto priorizar y priorizar que por el camino se nos queda lo más importante; muchas veces nos olvidamos de lo esencial en la vida, las personas que tenemos alrededor y sus necesidades impostergables.
Centrados en lo material, queremos las cosas muy rápido; si no tenemos tiempo para que maduren, precipitamos los acontecimientos para conseguir unos resultados antes de lo debido. Si no lo conseguimos de una manera, lo buscamos por otros medios…; y una vez lo tenemos… parece como que pierde valor e importancia, y nos centramos en nuevas cosas que consideramos también urgentes y necesarias.
Uno de los aspectos que han ido perdiendo valor y profundidad con el paso del tiempo, por la vorágine en la que estamos inmersos, es el cultivo de las relaciones humanas; el auténtico diálogo, la verdadera comunicación entre los seres humanos. En pocas palabras: preocuparnos los unos por los otros.
Vivimos distraídos con las redes sociales, con mucho ruido mental, con mensajes que pretenden llevarnos a la sabiduría espiritual y a la plenitud, pero que no dejan de ser distracciones superficiales con muy poco calado. En el fondo queremos llamar la atención, aspiramos a que los demás valoren nuestros comentarios y opiniones, aunque sean copiados de otros y casi nunca nos los apliquemos a nosotros mismos. Sin ninguna duda, esa no es la verdadera comunicación natural y edificante.
Para todo ello,Juana de Ángelis nos propone las siguientes reflexiones:
Escucha con serenidad siempre que a tal seas convocado (*).
Hay que pararse para escuchar. Los demás necesitan ser escuchados, comprendidos; para ello se requiere tiempo y paciencia.
Permite que el otro concluya el pensamiento, no anticipando conclusiones, ciertamente incorrectas.
Las exposiciones necesitan su desarrollo, sus matices. No nos podemos precipitar. Si queda alguna duda, al final se debe preguntar para tener claras las ideas que nos tratan de expresar. En ese momento, la única prioridad es escuchar al interlocutor que pone todo su interés en ser escuchado y comprendido.
Si anticipamos conclusiones podemos estar fácilmente adulterando, sin querer, el sentido de las ideas que se tratan de exponer.
No todos saben expresarse con rapidez y claridad.
Efectivamente, no todos tienen facilidad de palabra, capacidad de síntesis para expresar sus ideas con rigor y de manera exacta. No existen las formas perfectas, tampoco podemos aspirar a que los demás lo tengan que hacer de una forma diáfana y brillante. No se trata de eso.
Escucha, por tanto, con buena disposición, relevando las colocaciones y palabras indebidas; así, buscando entender lo que él te desea exponer.
Muchas veces, las emociones, los sentimientos, los anhelos de quien habla empañan y adulteran las ideas, disfrazándolas con ironías, frases incompletas, verbo rápido y casi inteligible. Toda esa precipitación puede ser un síntoma de la necesidad que posee de atención, de comprensión, de algo de cariño; sin que realmente esté buscando respuestas o soluciones; solo exponer.
La caridad bien entendida nos exhorta al esfuerzo por comprender el sentido real de las palabras que escuchamos, el mensaje oculto que se esconde detrás de todo ello, por muy imperfectas que sean las formas.
Si son muchas las dificultades para comprender el mensaje, hay que preguntar, indagar; transmitiendo serenidad y la sensación de que no tenemos prisa. Ha de percibir que comprendemos el alcance de su preocupación y sus intenciones; pero para ello se necesita tiempo.
Si te acusa, busca la raíz del mal y extírpala.
Puede que esté dolido o preocupado por situaciones vividas o comentarios desafortunados o mal interpretados que quedaron en el ambiente, sin una resolución favorable.
Si hay confusión, se debe aclarar. Si se ha hecho daño, aunque sea sin intención, hay que reparar y solucionar el conflicto.
Mientras se escuchan las acusaciones, hay que pedir ayuda a lo Alto para la mejor resolución del agravio. Somos todavía espíritus muy inmaduros espiritualmente; sin embargo, todo tiene una solución cuando hay buena voluntad y deseos de progreso.
Jamás hay que sacrificar, al menos por nuestra parte, la fraternidad, los vínculos que poseemos los unos con los otros, sin darnos una nueva oportunidad de reconciliación y reparación.
Si se trata de un mal entendido, aclararlo después de escuchar con atención.
Si es un error, una equivocación, pedir perdón y proseguir.
Si existe mala fe en los comentarios, posiblemente se trata de un espíritu perturbado y con poca o nula autoestima, que se encuentra necesitado de comprensión y ayuda. Mejor tratar de persuadir pero sin entrar en cuestiones personales. Es mejor aclarar sin humillar, ni tampoco tratar de convencer. Emplear las palabras justas, e incluso el silencio en algunos casos, puede ser una de las mejores armas contra el desequilibrio, dependiendo de las circunstancias; siempre buscando el bien general, pero sin dejarse llevar por la situación desagradable y desequilibrante. Ahí residen los auténticos valores de fortaleza y de control.
El diálogo debe siempre transcurrir sin irritación, dejando saldo positivo. Si te esclarece o enseña, asimila la lección.
Si nos dejamos llevar por la irritación perdemos el control, las ideas se perturban y ya no somos capaces de asimilar las enseñanzas que la situación demanda. Además, perdemos el norte, la objetividad; la capacidad de ayudar.
Ante todo serenidad, y dejar que el tiempo ponga las cosas en su sitio cuando se trata de algo que no depende de uno mismo.
Si acusa a alguien, disminuye la intensidad de la acusación con expresiones de bienestar al ofendido.
No hay nada que no tenga solución. La visión negativa de las cosas siempre está inspirada por la parte espiritual perturbadora que siempre busca desestabilizar. Por el contrario, los espíritus bienhechores buscan el bien reparador, en todas las circunstancias. No hay situación que no pueda ser revertida; para ello, hace falta un análisis constructivo y desapasionado.
No son buenas las acusaciones; no obstante, si nos topamos con ellas, no por ello se ha de perder la objetividad ante el problema, ni el sentido crítico, sino transformarlo en algo de lo que se pueda aprender y crecer.
Si se trata de algo que ocurrió y ya no afecta al momento actual, no tiene sentido recordarlo para revivirlo. Hay que, cuanto menos, aminorarlo.
No nos podemos olvidar que recordar es revitalizar. Por lo tanto, somos aquello que con nuestros pensamientos y palabras decidimos qué es importante, destacable, y qué no.
También debemos de tener muy presente que cada quien tiene derecho a ver la vida como considere oportuno. No podemos pretender ver las cosas todos por igual.
En definitiva, la propuesta de la mentora espiritual es muy clara, no exenta de dificultad, puesto que exige autodominio y mucho autocontrol.
Se trata de un aspecto más de la visión moral que constantemente nos propone el Evangelio para los problemas de la vida: Perdonar, ser misericordiosos, caritativos, bondadosos; todo ello aplicado en el arte de conversar, de comunicarnos los unos con los otros de manera edificante, solidaria, fraternal; en este convulso y difícil siglo XXI; una época de catarsis, donde los desafíos se multiplican por doquier.
 José Manuel Meseguer.Amor, Paz y Caridad.
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Progreso En Tiempos De Confinamiento


Civismo, empatía y solidaridad son mecanismos para dinamizar lo Divino que reside en nosotros… y, de tarde en tarde, suceden acontecimientos que nos sacuden como comunidad y nos hermanan ante la adversidad precisamente para que esos mecanismos conscienciales salgan a la luz…
El Espiritismo, el de verdad, conlleva un compromiso moral y una sensibilidad espiritual (que podríamos entender también como despertar de conciencia), y en este sentido, como espíritas, debemos esforzarnos por superar conceptos como «castigo» (pero también «caos» y/o «azar»)… y ver todo esto del covid-19 como un reajuste necesario a nivel social, humano y de conciencia, ‘sacudidas’ imprescindibles para evolucionar, es decir; salir de la zona de confort de nuestro ego, superar el individualismo, el materialismo, etc.
    Suena una hora especial, pues en un tiempo fuertemente marcado por el antagonismo de intereses económicos, de nacionalismos y banderas, ocurre algo que se extiende por el planeta y nos recuerda que todos somos iguales, que todo lo que no nace de la buena voluntad humana, en interés mayor lo hacen las leyes universales que sirven a la luz y el progreso… El planeta, el universo, lo Divino que todo lo impregna, tiene sus propios y sabios mecanismos de reajuste, y se activan cuando es necesaria una mayor dosis de conciencia, unión, solidaridad y paz.
    Y ahora que vamos a tener mas tiempo, acudamos a ese código universal de conocimiento y auto-reforma que es el Espiritismo; dediquemos determinado día de la semana (o algunos minutos cada día), a ser posible en familia o allegados que compartan con nosotros el confinamiento; estudiemos, leamos algún mensaje edificante, abramos un espacio de vibración u oración… Y, por supuesto, no dejemos pasar este período en la queja o la indolencia de los viejos hábitos, y podamos aprovechar este confinamiento (nada es casual en un universo causal) para el estudio y reflexión que nos brinda el Espiritismo, para la meditación y el auto-encuentro, y salir de este período de reajuste social y espiritual, un poco mejores…
   Aprovechemos este tiempo… pues aunque todos (espíritas o no) estamos convocados a nivel planetario, el conocimiento espiritista conlleva un plus de lucidez y de responsabilidad, y debemos estar a la altura: en prudencia, empatía y compromiso.
    No es tiempo para lamentaciones morbosas basadas en la culpa y la ira divina (los adoctrinamientos apocalípticos, aún colocados sutilmente, no forman parte del Espiritismo). En tiempos inciertos y precisamente como espíritas, seamos realistas pero positivos, y donde estemos, sembremos serenidad y esperanza…
    Confiemos a cada instante en la divinidad, es decir; en la ciencia y el amor que guía y sostiene todo…, pues todo es instrucción, progreso y equilibrio.
 Juan Manuel Ruiz González para Blog de Juanma 
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         CARIDAD: EL AMOR EN ACCIÓN

     Las más importantes transformaciones del alma humana ocurren a medida que se desarrolla el amor, es decir, que cuando ese sentimiento comienza su desarrollo progresivo, las personas comienzan una nueva vida. Empiezan a ver al semejante de otra forma, ya no con aquella obstinada animosidad sino con más compasión, con más respeto, con más afecto.
      Al surgir el amor los individuos se toleran mejor desarrollan as paciencia entre unos y otros El amor también va despertando al ser hacia un mayor respeto por la naturaleza por los animales; en síntesis por todo lo creado. Esa nueva visión que adquiere, sobre todo lo impulsa a obrar, pero de acuerdo con esa visión, con eses nuevo paradigma. Parece que su vida está comenzando nuevamente desde cero. Solo por otra manera de vivir; es un vivir diferente al anterior. Antes parecía que una nube envolvía sus pensamientos y sus emociones, se trataba de una irritación dirigida contra todo y contra todos, es decir, que experimentaba una insatisfacción constante en relación con la vida Ahora surge la caricia de la paz originada en una conciencia serena que todo lo hace por el bien de su prójimo. Comenzamos a constatar que bueno es amar, que saludable es vivir con una conciencia tranquila, algo que nunca antes habíamos experimentado.

     El apóstol Juan dijo con propiedad que Dios es amor, y si Dios es amor, los seres que Él ha creado también del Padre esa esencia divina denominada amor. A modo de corroboración de todo eso, Cristo nos dijo:” vosotros sois dioses” lo que equivale a vosotros sois los herederos de Dios. Eso significa que hemos recibido del Padre los elementos necesarios para nuestra felicidad, porque es eso lo que todo padre desea para su hijo y lo que Dios expresa. Un padre justo y bueno anhela el progreso de sus herederos, y que ellos aprendan también a ser buenos, a ser justos, amorosos, sabios y dignos. Que sus herederos aprendan a plantar, y a cosechar de acuerdo con lo que han plantado. Para eso el Creador ha plantado en lo profundo de cada uno de sus hijos los elementos indispensables para su progreso, es decir que dejó su señal, dejó su sello espiritual, dejó su mapa, para que sus hijos no se extraviasen durante la extensa jornada .Y el mapa que Dios ha dejado con su señal es el amor Quien ama no se pierde, porque el amor es el sello de Dios en las criaturas.

EL  CAMINO DE LAS VIRTUDES:- JASON DE CAMARGO-

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  ¿ ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS ?

"Qué debe pensarse de  la opinión que rechaza la oración por los muertos, porque no está prescrita en el Evangelio?

- Cristo dijo a los hombres; "Amaos los unos a los otros", recomendación que envuelve la de emplear todos los medios posibles de demostrarles afecto, sin descender a los pormenores para el logro de semejante objeto. Si es  que nada puede apartar al Creador de aplicar la justicia cuyo tipo es, a todas las acciones del Espíritu, no lo es menos que la oración que dirigís por aquel que os inspira afecto, es para este una prueba de que le recordáis, lo cual no puede menos que aliviar sus sufrimientos y consolarle. Desde el momento que da señales del más leve arrepentimiento, y solamente entonces, es socorrido, pero nunca se le hace ignorar que un alma simpática se ha ocupado de él, y se le concede el grato pensamiento de que aquella intercesión le ha sido útil. Resulta necesariamente un sentimiento de gratitud y afecto hacia el que le ha dado la prueba de simpatía o de piedad, y por consiguiente, el amor recomendado por Cristo a los hombres que se ha acrecentado entre ellos; ambos han obedecido la ley del  Amor y de unión entre todos los seres, ley divina  que ha de producir la unidad, objetivo y fin del Espíritu."

 ( Cuestión 665 de El LIbro de los Espíritus, respuesta dada a Allan Kardec por el Espíritu de M.Menot, pastor protestante de París, desencarnado en abril de 1836)


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