Esas vidas de dolor y padecimientos, que algunos de vosotros conoceréis, son una
demostración fehaciente de esta ley de la Vida. Son condiciones humanas consecuenciales de hechos del pasado, de un pasado de errores causantes de sufrimientos los cuales han ido generando un magnetismo morbo-psíquico que ha impregnado esas almas; y el cual tiene que ser depurado. Y cuando esta depuración no es efectuada voluntariamente en la práctica del bien con amor, el dolor cumple esa función.
En el mundo de hoy, al igual que en el de ayer, pueden apreciarse los actos de maldad
efectuados como consecuencia de las pasiones humanas, por seres ignorantes de las leyes de la Vida, debido a una educación deficiente. Y con esos actos de maldad, están generando y acumulando en su alma un magnetismo morboso, causante de dolor futuro, al tener esa alma que drenar ese magnetismo del etéreo a través de la carne.
Necesario es grabar bien en nuestra mente, que esta ley actúa siempre en nuestro beneficio, en el sentido transcendente-espiritual, y siempre para nuestro bien, aún cuando en ciertos aspectos resulte humanamente desagradable. Es una ley divina para el progreso espiritual, actuando como rectificadora del desvío psíquico peligroso; ayudando al Espíritu a reencontrar el venturoso curso de su ascensión, cuando despreocupado se deja desviar por caminos equivocados.
Como para algunos de vosotros pueda esto parecer un tanto ilógico, observemos lo que
hace una buena madre, que ama a su hijo y se desvela por su propio bien y porvenir, cuando éste se desvía. ¿Acaso no le corrige y trata de llevarle al buen camino? Análogamente, así actúa por amor nuestra Madre Cósmica, por medio de Sus leyes. Sí, por amor y solamente por amor que, en nuestra ignorancia humana todavía no comprendemos.
Por lo expuesto podremos apreciar fácilmente que esta ley divina no actúa solamente para corregir por medio del dolor como devolución del dolor o sufrimiento causado a otros; ya que siendo esta ley parte integrante de la Ley del Amor, nos devuelve igualmente lo que con amor hayamos realizado. Sí, exactamente así es. ¿Acaso no vemos también casos de vidas o personas consideradas afortunadas, a quienes la felicidad acompaña? Son seres que, con sus actuaciones de bien en otras vidas, han creado causas benéficas cuyos efectos están recogiendo. Porque, todos recogeremos la cosecha de nuestra siembra actual.Si sembramos la semilla del amor en la práctica del bien, en las múltiples modalidades y oportunidades que la vida ofrece; recogeremos el fruto dulce de la felicidad. Si por el contrario, sembramos la semilla del mal en cualesquiera de sus aspectos erróneos, recogeremos el fruto amargo del dolor. Esa es la Ley. Ley sabia y justa que nos devuelve, en su momento, el producto de nuestra siembra. Esto no lo pongáis en duda, ni por un momento. Tened presente este aforismo: La siembra es voluntaria, la cosecha es obligatoria. De esto se desprende: quien desee cosechar felicidad futura, debe comenzar desde ahora la siembra del amor en la práctica del bien.
Sebastián de Arauco.
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LA IDENTIDAD DE LOS ESPÍRITUS
La identidad se puede comprobar con mucha más facilidad, cuando se trata de Espíritus contemporáneos cuyo carácter y costumbre se conocen, porque no habiendo tenido aun
tiempo de despojarse de sus costumbres, precisamente se dan a conocer por las mismas y decimos en seguida que son una de las señales más ciertas de identidad. El Espíritu puede, sin duda, dar las pruebas sobre la pregunta que se le ha hecho, pero no lo hace nunca sino cuando le conviene, y generalmente esto le hiere; por lo que debe evitarse. Dejando su cuerpo, el Espíritu no se ha despojado de su susceptibilidad, y se incomoda de toda pregunta que tiene por objeto ponerle a prueba. Se hacen tales preguntas que no se atreverían a hacérselas si se presentaba vivo por temor de faltar a la educación; ¿por qué, pues, ha de tenérsele menos respeto después de la muerte? Si un hombre se presenta en un salón diciendo su nombre, ¿se le irá a decir a quemarropa que pruebe que es tal, exhibiendo sus títulos bajo el pretexto de que hay impostores? Este hombre tendría, seguramente, el derecho de recordar al preguntador las reglas de buena crianza. Esto es lo que hacen los Espíritus, no contestando o retirándose. Pongamos un ejemplo por comparación. Supongamos que el astrónomo Arago, cuando vivía, se hubiese presentado en una casa que no le conocieron y que se le apostrofase de este modo: Decís que sois Arago, pero como no os conocemos, hacednos el favor de probárnoslo contestando a nuestras preguntas; resolved tal problema de astronomía; decidnos vuestros nombres, apellidos, los de vuestros hijos, lo que hicisteis tal día, a tal hora, etc. ¿Qué hubiera contestado? ¡Pues bien! Como Espíritu hará lo que hubiera hecho viviendo, y los otros Espíritus hacen lo mismo.
258. Mientras que los Espíritus se niegan a contestar a preguntas pueriles y descabelladas, que se hubiera tenido reparo en hacérselas cuando vivían, ellos mismos dan a menudo, y espontáneamente, pruebas irrecusables de su identidad, por su carácter, que se revela en su lenguaje, por el empleo de las palabras que le eran familiares, por la cita de diferentes hechos y particularidades de su vida, algunas veces desconocidas de los asistentes, y cuya exactitud ha podido probarse. Además las pruebas de identidad resaltan de una multitud de circunstancias imprevistas, que no siempre se presentan al primer golpe de vista, sino continuando la conversación. Conviene, pues, esperarlas sin provocarlas, observando con cuidado todas aquellas que pueden desprenderse de naturaleza de las comunicaciones. (Véase el hecho referido en el número 70).
259. El medio que se emplea algunas veces con buen resultado para asegurar la identidad, cuando el Espíritu que se comunica es sospechoso, consiste en hacerle afirmar, en nombre de Dios Todopoderoso, que es el mismo que se nombra. Sucede a menudo que el que toma un nombre supuesto retrocede ante un sacrilegio, y después de haber empezado a escribir:
Yo afirmo, en nombre de..., se para y traza con cólera líneas insignificantes, o rompe el lápiz;si es más hipócrita, evade la cuestión por una restricción mental, escribiendo por ejemplo:
Os certifico que digo la verdad; o bien: Atestiguo en nombre de Dios, que soy yo el que os hablo, etc. Pero los hay que no son tan escrupulosos y juran todo lo que se quiere. Uno de ellos se comunicó a un médium diciendo que era Dios y el médium, muy honrado por un tan alto favor, no vaciló en creerle. Evocado por nosotros no se atrevió a sostener tal impostura, y dijo: Yo no soy Dios, pero soy, su hijo.
— Entonces, ¿sois Jesús? Esto no es probable porque Jesús está colocado muy alto para emplear un subterfugio. ¿Os atrevéis, pues, a afirmar, en nombre de Dios que sois el Cristo? — Yo no digo que sea Jesús; yo digo que soy hijo de Dios, porque soy una de sus criaturas.
Debe deducirse de esto que si rehúsa un Espíritu el afirmar su identidad en nombre de Dios, es siempre una prueba manifiesta de que el nombre que ha tomado es una impostura, pero que la afirmación sólo es una presunción y no una prueba cierta.
260. Puede también colocarse entre las pruebas de identidad la semejanza de escritura y de la firma, pero como por otra parte no es dado a todos los médiums el obtener este resultado, esto no es siempre una garantía suficiente; en el mundo de los Espíritus hay tantas falsedades como en éste; no es, pues, sino una presunción de identidad, que no adquiere valor sino por las circunstancias que la acompañan. Lo mismo sucede con todas las señales materiales que algunos dan como talismanes inimitables por los Espíritus mentirosos.Para los que se atreven a jurar a Dios en falso o falsificar una firma, un signo material cualquiera que sea, no puede ofrecerles mayor obstáculo. La mejor de todas las pruebas de identidad está en el lenguaje y en las circunstancias casuales.
261. Sin duda se dirá que si un Espíritu puede imitar una firma, del mismo modo puede imitar el lenguaje. Esto es verdad; nosotros hemos visto que tomando descaradamente el nombre de Cristo, y para engañar, simulaba el estilo evangélico y prodigaban a diestro y a siniestro estas palabras bien conocidas: En verdad, en verdad yo os lo digo; pero cuando se estudiaba el conjunto sin prevenciones; cuando se escudriñaba el fondo de los pensamientos, la importancia de las expresiones; cuando al lado de las bellas máximas de caridad se veían recomendaciones pueriles y ridículas, hubiera sido preciso estar fascinado para engañarse.
Sí ciertas partes de la forma material del lenguaje pueden ser imitadas pero no el
pensamiento; jamás la ignorancia imitará el verdadero saber, y jamás el vicio imitará la
verdadera virtud; siempre habrá algo que hiera el oído; entonces es cuando el médium, así como el que evoca, tienen necesidad de toda la perspicacia y de todo su criterio para
distinguir la verdad de la mentira. Deben persuadirse que los Espíritus perversos son
capaces de todas las estratagemas, y cuanto más elevado es el nombre bajo el cual se
manifiestan, más debe inspirar desconfianza. ¡Cuántos médiums ha habido que han tenido comunicaciones apócrifas firmadas por Jesús, María o de un santo venerado!
- El Libro de los Médiums- Allan Kardec
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"Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones"
- Allan Kardec-
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¡ A TI QUE ESTAS ENCARNADO !
La modificación del plano mental de las criaturas nadie la impone jamás, esta es fruto del tiempo, del esfuerzo, de la evolución. La sociedad humana, en la actualidad, viene siendo sacudida en sus propias bases, compeliendo a muchas personas a improvistas renovaciones.
Para que el hombre físico se convierta en hombre espiritual, el milagro exige mucha colaboración de las entidades espirituales. Las alas sublimes del alma eterna no se expanden en estrechos escondrijos de una incubadora, hay que trabajar, bruñir y sufrir.
Hastiados de las sensaciones en el plano grosero de la existencia, el alma intenta otros dominios. Se busca la novedad, el consuelo desconocido, la solución a la tortura de los enigmas.
La llama del propio corazón, convertida en un santuario de claridad divina, es la única
lámpara capaz de iluminar el misterio espiritual, en la marcha redentora y evolutiva. Al lado de cada hombre y de cada mujer, en el mundo, permanece viva la Voluntad de Dios, en lo relativo a los deberes que le corresponden. Cada cual tiene a su frente el servicio que le compete, como cada día trae consigo especiales de realización en el bien. El Universo se encuentra en el orden absoluto, como aves libres en los limitados cielos, interferimos en el plano divino, creando para nosotros prisiones y ataduras, o liberación y enriquecimiento.
Somos, en el palco de la Corteza Planetaria, los mismos actores del drama evolutivo. Cada
milenio es un acto breve, cada siglo es un escenario veloz. Utilizando cuerpos sagrados
perdemos la oportunidad santificante de la existencia, haciéndonos réprobos de las leyes
soberanas, que nos enredan a los escombros de la muerte, como náufragos piratas por
mucho tiempo indignos del retorno a las lides del mar.
Son muchas las almas indecisas, presas de la ingratitud y de la duda, de la flaqueza y de la disposición, esclavizadas en la tiranía del instinto, las que viajan divagando en el desierto de la propia negación; como pájaros de alas partidas, intentan volar al nido de la libertad y de la paz, y que, no obstante, aun se debaten en el lodazal de los placeres de ínfima condición.
“Es por esta razón que los graneros de luz permanecen vacíos. El vendaval de las pasiones fulminantes de los hombres y de los pueblos pasa ululando, de uno a otro polo, sembrando malos presagios. Es la época moderna, la locura se generaliza y la armonía mental del hombre está a punto de zozobrar. Con el cerebro, envuelto y el corazón inmaduro, el hombre actualmente, se requinta, en el arte de estragar el progreso espiritual.
Existe en la actualidad una nueva amenaza en el domicilio terrestre, el profundo
desequilibrio,la desarmonía generalizada, las molestias del alma que se ingieren,
sutiles, solapando la estabilidad, convirtiendo la Tierra en un campo de interminables
hostilidades.
Casi todos los cuadros de la civilización moderna se hayan comprometidos en la estructura fundamental, necesitando movilizar todas las fuerzas a su alcance, para su propia causa.
El trabajo salvacionista no es exclusividad de la religión, constituye un ministerio común a todos, es una obra genérica para la colectividad, un esfuerzo del servidor honesto y sincero, interesado en el bien de todos.
No hay que olvidar la propia luz, no contar con antorchas ajenas para la jornada, es
indispensable considerar el propio deber de integridad cada día. Es imposible progresar en un siglo, sin atender las obligaciones de la hora, es imprescindible, recomponer las energías, reajustar las aspiraciones y santificar los deseos.
No basta creer en la inmortalidad del alma. Es inaplazable la iluminación de uno mismo, con el fin de ser claridad sublime. Importa elevar el corazón, romper las murallas que nos encarcelan en las sombras, olvidar las ilusiones de la posesión, dilacerar los velos espesos de la vanidad, abstenerse del personalismo envilecido, para que la claridad resplandezca en el corazón y Dios disipe las transitorias tinieblas.
La Puerta Divina no se abre a espíritus que no se divinizaron por el trabajo incesante de
cooperación con el Padre. Como obreros decididos y valerosos, hemos de alimentar la
esperanza renovadora. Siendo el ministerio de iluminación y de eternidad.
Se hace necesario, que encendamos en el corazón el amor fraternal, al frente del servicio. No bastará, en nuestras realizaciones, la creencia que espera, es indispensable el amor que confía y atiende, transforma y eleva, como vaso legitimo de la Sabiduría Divina.
Seamos instrumentos del bien, la tarea demanda coraje y una suprema devoción a Dios.
La evangelización de las realizaciones en los dos planos de la vida es un deber tan
natural y tan inaplazable como lo es la evangelización de las personas.
La espiritualidad Superior, a través de la oración y el trabajo constructivo se vincula
al hombre proporcionándole el contacto con los Almacenes Divinos, supliéndolo
según su justa necesidad. Las facilidades que gozan los espíritus elevados que tanto
admiramos, son prodigadas al hombre por Dios, en todos los lugares. El aprovecharlas es opción de el. Las maquinas terrestres pueden alzarle a considerables alturas, pero el vuelo espiritual, con el que se libera de la animalidad, jamás el hombre lo realizará sin alas propias.
Solo los siervos que trabajan, graban en el tiempo las marcas de la liberación; solo los que se bañan en el sudor de la responsabilidad consiguen acuñar nuevas formas de vida y de ideal renovador.
El desequilibrio generalizado y creciente invade la mente humana. Se combaten,
desesperadamente las naciones y las ideologías, los sistemas y los principios. Se necesita
asistencia espiritual en todas partes, reclamando cooperadores abnegados y fieles.
Merchita- ( del libro “En un Mundo Mayor” de Chico Xavier)
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¿ Qué es la Vida ?
“ La vida es un poema de amor y belleza esperando por nosotros”
- Divaldo Pereira Franco-
Este concepto resulta muy difícil definir en su aspecto trascendente.
La vida que nos anima, se podría definir como una energía dinámica que se manifiesta en todos los seres del Universo, y permanece en continuo movimiento y transformación, tal como podemos apreciar por la gran cantidad de mutaciones genéticas que se dan espontáneamente en todos los seres de la Naturaleza, y que son seleccionadas sabiamente dentro de la misma, por sus propios engranajes de dependencia de unos seres con respecto a otros.
Esta energía es indestructible en sí misma, aunque lo sean las formas materiales en las que se manifiesta.
Las formas físicas son solamente un medio fundamental y pasajero en la evolución del Ser, por lo que su
perfección o desarrollo evolutivo, suele reflejar el grado de evolución del Ser o Energía que las anima.
Con respecto al Ser humano, la vida se manifiesta tanto en su parte física corporal, como en el psiquismo o alma que lo anima, y no muere con el cuerpo físico , porque como digo, la vida del Ser espiritual en sí misma es pura energía que no se destruye sino que se va transformando y continúa existiendo como individualidad,
perfeccionándose y manifestándose en la materia a través de su propio cuerpo energético con el que se
desenvuelve en esa otra dimensión de vida que llamamos “Mas Allá”.
El cómo se desarrolla cada existencia del Ser espiritual en la Tierra, es el resultado inevitable de las existencias pasadas, del mismo modo que la vida futura será consecuencia de nuestras acciones presentes.
La energía de la vida en su natural dinámica empuja a la personalidad de cada uno hacia una constante acción o actividad para poder desarrollar todas las facultades humanas y espirituales, evolucionando y perfeccionándose continuamente. De esto se puede deducir que nunca nos debemos rebelar contra las circunstancias y problemas que se nos plantean en la vida humana, sino aceptarlos como un reto cotidiano,o como una nueva prueba que debemos tratar de superar adecuadamente y aprender de ellos, porque siempre estas circunstancias problemáticas en realidad son oportunidades que se nos brindan en la vida para que ejercitemos y desarrollemos nuestras facultades de inteligencia y voluntad. Las dificultades y pruebas que enfrentamos en la vida son para el Espíritu lo que el entrenamiento para el deportista: actividad indispensable para el desarrollo y el buen estado de forma espiritual que le capacite para ir evolucionando y alcanzando cada vez mayores marcas de perfección .
Cada existencia humana es siempre una maravillosa oportunidad para hacer crecer nuestro Ser o Yo interno, el Yo superior, por lo que se debe aprovechar al máximo, procurando aprender siempre de las situaciones que se presenten y de las experiencias que nos brinde el día a día, aplicando el conocimiento de esas leyes que rigen la vida y el destino de los Seres humanos.
Los términos que en general componen incesantemente la continua acción de la Vida humana en una rotación permanente, son el nacer en el mundo material, vivir luchando y aprendiendo, morir naturalmente, y renacer después como la vuelta para recomenzar de nuevo y seguir avanzando.
Con respecto al conjunto de la Humanidad en general, debemos considerar que este mundo es una Unidad de Vida y de existencia, por lo que entre todos los Seres humanos formamos una Unidad de existencia, por lo cual nuestra unión y fraternidad de unos con otros, debe de ser total. Tal vez Buda se refería a eso precisamente, cuando afirmó que el dolor de un Ser humano era dolor para todos.
- Jose Luis Martín-
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