sábado, 22 de diciembre de 2018

Crisis moral

           
 Hoy podemos ver aquí:

1.-  Historia del Espiritismo- Su estado en 1863
2.- ¡ Corríjase !
3.- Crisis moral
4.- Disertaciones espíritas sobre los Espíritus que aún se creen vivos.
5.-¿Qué sentido tendría la vida si lo que nos acontece estuviese prefijado?



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                      HISTORIA DEL ESPIRITISMO

                                      Su estado en 1863


El año que pasó no fue más fecundo que los anteriores para el Espiritismo, pero se distinguió por varios hechos particulares. Más que todos los anteriores, este fue marcado por la violencia de ciertos ataques, señal característica, cuya dimensión a nadie escapó.  Todos dijeron: Si ellos se encolerizan, es porque tienen miedo; si tienen miedo es porque algo hay de serio.
Como hoy está bien constatado que esas agresiones hicieron progresar al Espiritismo, en vez de detenerlo, naturalmente se vieron disminuir los ataques abiertos, pero no se debe de dormir sobre esta calma aparente, ni creer que los enemigos del Espiritismo no van a sacar partido de esto. Entonces es necesario que nos persuadamos de que la lucha no está terminada, pero habrá un cambio táctico. Es por lo que decimos a los espíritas que estén constantemente atentos a lo que sucede a su alrededor y que recuerden lo que dijimos en nuestro número de diciembre último, sobre el periodo de lucha, de la guerra sorda y de los conflictos; que así nadie se  extrañe si el enemigo se infiltra en sus filas. Dios lo permite para experimentar la fe, el coraje y  la perseverancia de los verdaderos servidores. De ahora en adelante, su objetivo será comprometer al Espiritismo por todos los medios posibles, con el fin de desacreditarlo y de impedir los grupos, bajo la apariencia de celo y bajo el pretexto de que es preciso ir adelante; a ocuparse de cosas extrañas al objeto de la doctrina; a tratar cuestiones políticas u otras de naturaleza para provocar discusiones irritantes y a sembrar la división, todo para tener pretextos para pedir su final. La moderación de los espíritas es lo que más causa admiración y lo que más contraría a sus adversarios. Ellos intentarán todo para apartarlos de la doctrina, inclusive la provocación, pero los espíritas sabrán desviar esas maniobras por su prudencia, como ya lo hicieron en varias ocasiones, y no caerán en las trampas que les preparen; además ellos verán a los instigadores enredarse en sus propias telas,pues es imposible que, más pronto o más tarde, no saquen sus uñas de fuera. Este será un momento más difícil de pasar que el de la guerra abierta, en la que se ve al enemigo cara a cara, sin embargo, cuanto más cura sea la prueba, mayor es el triunfo.
Además, esta campaña tuvo un inmenso resultado, el de probar la impotencia de las armas dirigidas contra el Espiritismo. Los hombres más capaces del partido contrario entraron en liza; todos los recursos de la argumentación fueron empleados y, no habiendo sufrido el Espiritismo, cada uno quedó convencido de que no se le podía oponer ningún argumento perentorio, y la mayor prueba de la falta de buenas razones es que ellos recurrieron al triste e innoble procedimiento de la calumnia. Pero en vano quisieron hacer que el Espiritismo dijese lo contrario de lo que dice, pues la doctrina ahí está, escrita en términos tan claros que desafían toda falsa interpretación, razón por la cual lo abominable de la calumnia recae sobre los que la emplean y los convence de su impotencia. E ahí un hecho considerable en el año finalizado, y si solo hubiésemos obtenido ese resultado, deberíamos estar satisfechos, pero otros hay no menos positivos.
El año de 1863 fue marcado sobre todo, por el aumento del número de grupos y sociedades formadas en una serie de localidades donde no los había todavía, tanto en Francia como en el extranjero, señal evidente del aumento del número de adeptos y de la difusión de la doctrina. París, que había quedado en la retaguardia, cedió al impulso general y comenzó a moverse. Todos los días vienen nuevos grupos particulares que se están formando, con un objetivo eminentemente serio y en excelentes condiciones. 

 La sociedad que presidimos ve con alegría multiplicarse a su alrededor los brotes vivaces, capaces de esparcir la buena simiente. Los grupos particulares, cuando son bien dirigidos, son muy  útiles para la iniciación de nuevos adeptos. En razón de la extensión de sus relaciones, la sociedad principal, como centro de convergencia de los grupos de todas las partes del mundo, no puede ni debe ocuparse sino del desenvolvimiento de la ciencia y de las cuestiones generales, que le absorben todo el tiempo. Así, debe forzosamente abstenerse de todo cuanto sea elemental y personal. Los grupos particulares vienen así a llenar la laguna que ella forzosamente deja en la práctica, y por eso ella anima y secunda con sus consejos y con su apoyo moral a las personas que se dedican a esa obra de propagación.

Si por algunos instantes fue posible cierto recelo en cuanto a los efectos de algunas disidencias en la manera de encarar el Espiritismo, el número siempre creciente de las Sociedades que en todos los países se colocan espontáneamente bajo el patrocinio de la de París y elevan su bandera. es un hecho que disipa completamente ese recelo.
Es evidente que la doctrina de El Libro de los Espíritus, es hoy el punto de convergencia de la inmensa mayoría de los adeptos. La máxima Fuera de la caridad no hay salvación, reunió a todos los que ven el lado moral del Espiritismo, porque no hay dos maneras de interpretarlo y esta satisface todas las aspiraciones.
Desde la constitución del Espiritismo en cuerpo de doctrina, cayeron muchos sistemas aislados, y los pocos trazos que aun dejaron no tienen influencia en la opinión general. Las bases sólidas en las que se apoya, triunfarán sin dificultad de las divisiones que sus adversarios no dejarán de suscitar, porque ellos no cuentan con Espíritus que protejan su obra, y estos se sirven de sus propios enemigos para garantizar el suceso.
Habría sido sin precedentes, el establecimiento de una doctrina sin disidencias, y si de alguna cosa nos podemos admirar, es de ver, en relación al Espiritismo, la unidad que se ha formado tan prontamente.
Sea como fuere, el Espiritismo aun no penetró en todas partes y en muchos lugares es apenas conocido de nombre. Los raros adeptos ahí encontrados atribuyen ese hecho a dos causas: primero, al carácter de las poblaciones muy absobidas por los intereses materiales; después, a la ausencia de predicaciones contrarias. Es por lo que apelan con toda sinceridad a los sermones del género de los que fueron predicados en otros lugares, o de alguna manifestación brillante de hostilidad, que llame la atención y despierte curiosidad. Pero que tengan paciencia. Como es preciso que todos tengan, los Espíritus sabrán muy bien como suplir esa necesidad a través de otros medios.  
Mas el trazo más característico del año de 1863, fue el movimiento que se produjo en la opinión, en lo que  concierne a la Doctrina Espírita. Es sorprendente la facilidad con la que al principio es aceptado por personas que hasta hace poco lo habían rechazado y lo habían ridiculizado.
Las resistencias-y hablamos de las que no son sistemáticas e interesadas-, disminuyen sensiblemente. Se citan varios escritores de buena fe que combatieron violentamente al Espiritismo, y que hoy, dominadas por su medio social, sin confesarse vencidos, renuncian a una lucha considerada inútil.  Y es que la necesidad de una transformación moral se hace sentir más y más. La ruina del viejo mundo es inminente, porque las ideas que él preconiza no están a la altura a que llegó la Humanidad inteligente. Todo parece a ello conducir, pero, por otro lado, se reconocen vagamente nuevos horizontes; se siente que hay necesidad de algo mejor que aquello que existe y se busca inutilmente en el mundo actual. Algo que circula en el aire como una corriente eléctrica precursora, que todos esperan, pero todos dicen para sí mismos que no es la Humanidad la que debe retroceder.
Otro hecho no menos significativo que muchos notarán, y que es consecuencia del actual estado de ánimo, es el prodigioso número de escritos, serios o superficiales, hechos fuera, y probablemente sin el conocimiento del Espiritismo, en los cuales se encuentran pensamientos espìritas. El principio de la pluralidad de exisgtencias, sobre todo, tiene una tendencia a entrar en la opinión de las masas y en la filosofía moderna. Muchos pensadores a esto son conducidos por la lógica de los hechos y en poco tiempo esa creencia se ha tornado popular. Evidentemente son los precursores de la adopción del Espiritismo, cuyas vías son así preparadas y cuyo camino es allanado. Estas ideas son todas sembradas desde diversos lados, en escritos que caen en las manos de todos, haciendo cada vez más fácil su aceptación.
El estado del Espiritismo en 1863 puede, pues, resumirse así: Ataques violentos; multiplicación de escritos a favor y en contra; movimiento en las ideas; notable expansión de la doctrina, pero sin señales exteriores de naturaleza a producir una sensación general; las raíces se extienden, crecen los brotes, esperando que el árbol desarrolle sus ramas. Aun no llegó el momento de su madurez.
Entre las publicaciones que el año pasado vinieron a participar en la lucha y a concurrir en la defensa del Espiritismo, colocamos en primera línea la Ruche, de Bordeaux y la Verité, de Lyón, cuyos redactores merecen el reconocimiento y el coraje de todos los verdaderos espíritas por la perseverancia, devotamiento y desinterés de los que dieron pruebas. En el centro espírita más numeroso de Francia, y tal vez del mundo entero, la Verité vino a apostarse como un atleta temible, por sus artículos de una lógica tal, que no dejan margen a la crítica.
El Espiritismo tendrá en breve- así nos lo hacen esperar- un nuevo e importante órgano en Italia, que como sus hermanos más viejos de Francia, marchará de común acuerdo con los grandes principios de la doctrina.
Allan Kardec
Revista Espírita-Enero de 1864 
(Traducción de Jose L.Martín)



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¡ CORRÍJASE !
" Reformule su concepto de sí mismo. Usted no es un pobrecito abandonado en el mundo. Los mismos gusanos son protegidos por las leyes naturales. ¿ Por qué motivo solo usted no tendría protección?. Quite de su mente la idea del pecado y del castigo. Lo que llaman pecado es el error, y el error puede y debe ser corregido. ¡ Corríjase !."
PIRES, J. Herculano. "La Obsesión. El Pase. El Adoctrinamiento."

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                           CRISIS MORAL
      Los días actuales son de turbación y transición, la fe religiosa se entibia y las grandes líneas de la filosofía del porvenir  son vislumbradas por muy pocos.
  Es cierto que se han conseguido grandes progresos, la civilización moderna, prevista de grandes medios, ha transformado la faz de la Tierra, las distancias se han suprimido, y esto ha  aproximado a los habitantes, todo se ha mejorado,  los derechos han remplazado al privilegio y la libertad triunfa sobre el espíritu de rutina y el principio de la autoridad.  Una gran batalla  se mantiene  entre el pasado, que no quiere morir y el porvenir, que se esfuerza por surgir en la vida. Todo esto hace que el mundo se agite y avance; grandes impulsos lo guían,  en el recorrido camino, esto lleva al hombre a vislumbrar más maravillosas conquistas.
      Los progresos materiales e intelectuales son de gran valía, en cambio el avance moral es nulo. Tanto es así, que parece que el mundo retrocede, la absorción del pensamiento humano, en la política, por las empresas industriales y financieras, etc., lo absorben, perjudicando sus intereses morales.
      Es verdad que la civilización  tiene aspectos magníficos, pero también presenta sombras. Ha mejorado en cierto modo las condiciones de la existencia, pero ha multiplicado las necesidades en su deseo por satisfacerlas; aguzando los apetitos  y los deseos, ha fomentado el sensualismo y a aumentado la depravación. El amor, al placer, al lujo y a las riquezas se ha hecho cada vez más ardiente. Se quiere adquirir o se quiere poseer a toda costa.
      La especulación vergonzosa es mantenida a plena luz. Proviniendo de ello el decaimiento  de los caracteres y las conciencias, por ese culto fervoroso a la fortuna, ídolo cuyos altares  han reemplazado a las divinidades derruidas.
      La ciencia y la industria han centuplicado las riquezas de la humanidad; pero esas riquezas no se han aprovechado directamente  más que a una reducida parte de sus miembros. La pobreza de los insignificantes sigue activa, y la fraternidad más que en los hechos se basa en discursos, en palabras que se las lleva el viento. El hambre existe aun, en las grandes ciudades, el trabajo de los obreros  es aun un infierno.
      Los vicios como la embriaguez, la prostitución, las drogas, el libertinaje, esparcen por todas partes sus venenos, empobrecen a las generaciones y agotan la fuente de la vida, en tanto que las hojas públicas  siembran a porfía la injuria y la mentira y una literatura malsana excita los cerebros y debilita las almas.
      Los suicidios  en la actualidad se multiplican al  estar el hombre falto de energías  y de sentido moral se refugian en lo que creen es el fin, todo porque el hombre se ignora aun a si mismo. Sabe poco de las leyes del Universo  y no sabe nada de las fuerzas  que están en el. El conócete a ti mismo es ignorado, no se preocupa en saber de donde vino, hacia donde va, y para que  está en este mundo.
      Dos son las potencias  que hacen caminar indeciso al hombre, por un lado las religiones, con su cortejo de errores y supersticiones, su espíritu  de dominación y de intolerancia, pero también de consuelos, los cuales tiene origen en los débiles  resplandores  que han conservado de las verdades primordiales. Por otro lado la ciencia, que  materialista en sus principios y en sus fines, con sus frías  negaciones y su inclinación desmedida  al individualismo, pero también  con el prestigio de sus descubrimientos y de sus beneficios.
      Estos dos campos, la religión sin pruebas y la ciencia sin ideal alguno, se desafían, se acercan y combaten sin poder  vencerse, pues cada una de ellas  responde a una necesidad imperiosa del hombre: la una habla a su corazón  y la otra dirigiéndose a su espíritu y a su razón. Ambas están rodeadas  de numerosas ruinas  de numerosas esperanzas y de aspiraciones destruidas, y es así como los sentimientos generosos se debilitan y la división y el odio reemplazan a la benevolencia y a la concordia.
      En esta confusión de ideas, la conciencia ha perdido su camino, velando lo justo y el bien. Es intolerable  la situación moral de todos los desgraciados que se doblegan entre dos doctrinas  que no ofrecen  remedio a sus males, la nada y la otra un paraíso inaccesible o una eternidad de suplicios.
      La familia, la enseñanza y la sociedad sienten  esta confusión. La educación viril ha desaparecido, ni la ciencia ni la religión saben en la actualidad formar a las almas fuertes y bien armadas para las luchas de la vida.
      Para solucionar esta crisis, es preciso que en todos se haga la luz, grandes y pequeños, ricos y pobres, hombres y mujeres  y niños; es preciso que una nueva enseñanza popular  venga a iluminar las almas acerca de su origen, de sus deberes  y de su destino.
     Solo las soluciones formuladas por enseñanza  pueden servir de base  a una educación viril y tornar a la humanidad  verdaderamente fuerte y libre. Su importancia es capital, tanto para el individuo, como para la sociedad, cuyas instituciones  y relaciones regularizaran.
      Las nuevas concepciones  del mundo y de la vida cuando penetran en el espíritu humano y se filtra poco a poco  en todos los ambientes, el orden social, las instituciones y las costumbres lo sienten de inmediato.
      Una sociedad sin esperanza, sin fe en el porvenir es como un hombre perdido en el desierto. Lo bueno es combatir la ignorancia  y la superstición, es preciso reemplazarlas por creencia racionales.  Para caminar con paso firme en la vida, para preservarse de los desfallecimientos y de las caídas, se necesita una fuerte convicción, una fe que eleve por encima del mundo material; se necesita ver la finalidad y tender directamente hacia ella. El arma más efectiva para esta lucha terrenal es tener una conciencia recta e iluminada.
      Con la creencia en la nada, y de que con la muerte todo termina, es lógico que el ser solo procure el bienestar en la vida presente, solo mire el interés personal e ignore todo otro sentimiento. Si solo existe para el una existencia efímera,  este se aprovecha de la vida presente, se dedica a los placeres  y abandona los deberes y los sufrimientos… Esta es la postura materialista, y que está circulando en muchos hermanos a nuestro alrededor, produciendo estragos que se dejan sentir en una sociedad rica  y muy desarrollada  en el sentido del lujo y de los goces físicos.
      Esto no debe desanimarnos, todo no está perdido. El alma humana tiene a veces sentimiento de su miseria, de la insuficiencia de la vida presente  y de la necesidad del más allá. Vagamente, confusamente, cree, aspira a la justicia. Y el culto del recuerdo de los seres amados que están en la tumba, denotan un instinto incierto  de la inmortalidad.
      El hombre no es ateo, cree en la justicia inmanente, como cree en la libertad, ambas  existen en las leyes terrenas y divinas. Este sentimiento, el más grande, el más hermoso, que se puede encontrar en el fondo del alma,  ese sentimiento nos salvará. Bastará, para ello, que hagamos comprender a todos  que esa noción grabada  en nosotros es la ley misma del Universo, la que rige  a todos los seres y a todos los mundos, y que por ella, el bien a de triunfar finalmente al mal y la vida  ha de salir de la muerte.
      El pueblo busca su realización al igual que aspira a la justicia, tanto en el terreno político como en el económico y en el principio de asociación. El poder popular  ha comenzado a extender  sobre el mundo una vasta red de asociaciones obreras, un agrupamiento socialista que abarca a todas las naciones, y que, bajo una única bandera, deja oír en todas partes las mismas llamadas, las mismas reivindicaciones. Es un espectáculo lleno de enseñanzas para el pensador, una obra plena  de consecuencias para el porvenir.
      Inspirada por las teorías materialistas y ateas, el alma se convertiría en un instrumento de destrucción, pues sus acciones se resolverían a través de la violencia, en revoluciones dolorosas. Contenida en los límites de la prudencia  y de la moderación, puede hacer mucho  por la felicidad de la humanidad.
      La hora que atravesamos es de crisis y de renovación, el mundo está en fermentación; la corrupción aumenta, las sombras se extienden, el peligro es grande; pero no olvidemos que tras las sombras entrevemos la luz; tras el peligro vemos la salvación.  Una sociedad no puede perecer. Es verdad que lleva en si elementos de descomposición, pero también lleva  gérmenes de transformación y de reedificación. La descomposición anuncia la muerte, pero procede también al renacimiento. Puede ser también preludio de otra vida.
      Para elevarse  moralmente el hombre y detener esas dos corrientes de la superstición  y el escepticismo que conducen a la esterilidad, es necesario  que cree  en si una concepción nueva del mundo y de la vida y apoyándose  en el estudio de la naturaleza y de la conciencia; en la observación de los hechos, en los principios de la razón, fije la finalidad de la existencia y regularice su marcha hacia delante.  Necesita una enseñanza  de la que se deduzca un móvil de perfeccionamiento, una sanción moral y una certidumbre para el porvenir.
      Esta concepción y esta enseñanza ya existen ya se vulgarizan todos los días. En medio de disputas y divagaciones de las escuelas, una voz se ha dejado oír: la de los Muertos. Desde el otro lado de la tumba, se han revelado más vivos que nunca; con sus instrucciones, ha caído el velo que ocultaba la vida futura. La enseñanza que nos han dado  reconcilia todos los sistemas encontrados, y de las cenizas del pasado lacen brotar  una llama nueva. En  la filosofía de los Espíritus encontramos la doctrina oculta que abarca todas las edades. Esta doctrina las hace revivir; reúne los restos esparcidos y los adhiere unos a los otros con un poderoso cemento  para reconstituir  un monumento  capaz de amparar a todos los pueblos y a todas las civilizaciones.
      Esta doctrina puede transformar a pueblos y sociedades, llevando la claridad a todas partes  donde existe la noche, haciendo que se funda  con su calor todo el hielo y egoísmo de las almas, revelando a todos los hombres  las leyes que  les unen  con los vínculos de una estrecha solidaridad.  Gracias a ella, aprenderemos  a obrar con una misma inteligencia y con un mismo corazón. Más conscientes de nuestra fuerza, avanzaremos con un paso más firme hacia nuestros destinos.
      Que la paz y la luz, nos permita meditar en esta propuesta sublime que un día  León Denis nos ofreció en su libro “Después de la Muerte” de cual he extraído el contenido de este trabajo para ayuda y esclarecimiento de los tiempos actuales.
                    - Merchita-

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Disertaciones Espíritas sobre los Espíritus                        que aún se creen vivos


Ya os hablamos muchas veces de las diversas pruebas y expiaciones; pero, ¿no descubrís nuevas diariamente? Son infinitas, como lo son los vicios de la Humanidad, y os cabe a vosotros establecer su nomenclatura. Pero como nos reclamáis un hecho, voy a intentar instruiros. 

     Todo no son pruebas en la existencia. La vida del Espíritu continúa, como ya se os ha dicho, desde que nace hasta el infinito; para algunos la muerte no pasa de simple accidente, que en nada influye sobre el destino de aquel que muere. Un azulejo que cae, un ataque de apoplejía, una muerte violenta, muchas veces apenas separan al Espíritu de su envoltorio material; pero el envoltorio periespiritual conserva, al menos en parte, las propiedades del cuerpo que acaba de sucumbir. Si yo pudiera, en un día de batalla, abrir los ojos que poseéis, pero de los cuales no podéis hacer uso, veríais muchas luchas continuando, muchos soldados lanzándose al ataque, defendiendo y atacando los reductos, escucharíais sus hurras y gritos de guerra, en medio del silencioso y triste velo que sigue a un día de matanza. Terminado el combate vuelven a sus hogares para abrazar a sus viejos padres y a sus ancianas madres que los esperan. Para algunos ese estado a veces dura mucho, es una continuidad de la vida terrestre, un estado mixto entre la vida corporal y la vida espiritual. ¿Por qué, si fueron simples y honestos, sentirían el frío de la tumba? ¿Por qué pasarían bruscamente de la vida a la muerte, de la claridad del día a la noche? Dios no es injusto y deja a los pobres de espíritu ese placer, esperando que vean su estado por el desarrollo de sus propias facultades, y que puedan pasar tranquilamente de la vida material a la vida real del Espíritu. 

     Consolaos pues, vosotros, que tenéis padres, madres, hermanos o hijos que se extinguieron sin lucha. Tal vez se les permita aproximar sus labios a vuestras frentes. Enjugad las lágrimas: el llanto es doloroso para vosotros y ellos se admiran viendo que lloráis; os rodean el cuello con sus brazos y os piden sonreír. Sonreíd pues a estos invisibles y orad para que cambien el papel de compañeros por el de guías; para que abran sus alas espirituales que les permitan volar hacia el infinito y traeros sus suaves emanaciones. 

     Yo no digo, observen bien, que todas las muertes repentinas lleven al Espíritu a caer en ese estado. No, pero no hay uno solo cuya materia no tenga que luchar con el Espíritu que vuelve en sí. Tras el duelo la carne se rasga, el Espíritu se oscurece en el instante de la separación, y en la erraticidad reconoce la verdadera vida. 

     Voy a contaros, en pocas palabras, sobre aquellos para los cuales este estado es una prueba. ¡Oh! ¡es doloroso! ellos se creen vivos y bien vivos, con un cuerpo capaz de sentir y disfrutar de los placeres de la tierra, y cuando sus manos quieren tocar se desvanecen, y cuando acercan sus labios a un vaso o una fruta esos labios se aniquilan; ven, quieren tocar, pero no pueden sentir ni tocar. El paganismo ofrece una bella imagen de ese suplicio al presentar a Tántalo con sed y con hambre y jamás podía tocar con sus labios la fuente de agua, que susurraba a sus oídos, o la fruta que parecía madura para él. ¡Hay maldiciones y anatemas en los gritos de esos desgraciados! ¿Qué han hecho para soportar este sufrimiento? Preguntad a Dios: es la ley que fue escrita por él. Quien mata por la espada morirá por la espada; quien profanó al prójimo, a su vez será profanado. La gran ley del talión estaba escrita en el libro de Moisés y aún está en el gran libro de la expiación.

      Orad pues incesantemente por los que llegan a la hora final; sus ojos se cerrarán, dormirán en el espacio como duermen en la Tierra y, al despertar, encontrarán no un juez severo sino un padre compasivo, que les señalará nuevas obras y nuevos destinos.

 San Agustín (Sociedad de Paris, 21 de julio de 1864 – Médium: Sr. Vézy) 

Revista Espírita (Allan Kardec) Noviembre de 1864
 Artículo de la Revista Espírita

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¿Qué sentido tendría la vida, si lo que nos acontece estuviese prefijado?
       
      El fin de la existencia, como ya hemos dicho, es la evolución espiritual, referida a la adquisición de los atributos Divinos que llevamos todavía en germen pero en proceso de desarrollo mediante las pruebas de la vidas humanas que vivimos, o sea, que en cada vida debemos procurar crecer siempre en Amor y Sabiduría.

      Como ya se ha explicado, lo concertado de antemano son las metas y objetivos a alcanzar para nuestra evolución, así como algunos acontecimientos puntuales y trascendentes para el Espíritu , pero ante los cuales siempre se nos respeta nuestro libre albedrío para decidir en nuestras actuaciones según nuestra conciencia e intuición, por tanto el Ser humano decide continua y libremente su actuación buena o mala, acertada o errónea a cada paso, de modo que siempre es heredero de las consecuencias buenas o malas de sus aciertos y errores cometidos libremente.

      La Ley de Causa y Efecto nunca deja de funcionar, y los efectos muchas veces nos repercuten en la propia existencia en donde generamos las causas que los generaron.
    Si absolutamente todo estuviese fijado de antemano, nuestro libre albedrío sería cosa inútil, porque no serviría para nada; el ser humano sería una mera marioneta sin alma en manos de un destino muchas veces injusto y caprichoso, por lo que su vida en este mundo carecería de objetivos y de sentido. Sin embargo esto no es así, pues vemos como todos tenemos un pensamiento que nos hace libres y una voluntad para elegir ante las pruebas de la vida.
     Allan Kardec en el Libro de los Espíritus, cap.X- Ley de Libertad, item nº 872, dice al respecto: “ La fatalidad, tal como vulgarmente se comprende, supone la decisión anticipada e irrevocable de todos los sucesos de la vida,cualquiera que sea su importancia. Si este fuese el orden de las cosas, el hombre sería una máquina sin voluntad.¿De qué le serviría la inteligencia,puesto que estaría invariablemente dominado en sus actos por la fuerza del destino?.Si semejante doctrina fuese verdadera, sería la destrucción de toda libertad moral; no existiría responsabilidad para el hombre y por consiguiente, ni bien ni mal, ni crímenes ni virtudes.Dios soberanamente justo, no podría castigar a su criatura por faltas que no dependía de ella dejar de cometer, ni recompensarla por sus virtudes, cuyo mérito no le correspondería. Semejante ley sería además,la negación de la de progreso;porque el hombre que todo lo esperase de la suerte, nada intentaría para mejorar su posición, puesto que no sería ni de mejor ni de peor condición”.

- Jose Luis Martín-

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