sábado, 8 de diciembre de 2018

La Vida y la Muerte


      Sumario de artículos:

1.-El Nacionalismo
2.-Origen espiritual de las enfermedades
3.-Psicografía de María a su madre Marta
4.- Pluralidad de Mundos
5.- La vida y la muerte




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             EL NACIONALISMO

Este es el significado de nacionalismo según la R.A.E.:
1.- Doctrina y movimiento políticos que reivindican el derecho de una nacionalidad a la reafirmación de su propia personalidad mediante la autodeterminación política.
2.- Apego especial a la propia nación y a cuanto le pertenece.
Trataremos de aplicar el conocimiento espiritual para analizar los pros y los contras que puede conllevar el nacionalismo y las ideas que del mismo se pueden desprender, teniendo en cuenta especialmente el significado y repercusión de la Ley de la Reencarnación, por la cual es necesario comprender y asimilar en profundidad que el espíritu no tiene patria y, como tal, encarna en cada vida allá donde nuestro Padre se lo permite, obedeciendo a diversos factores, principalmente a sus méritos, y a todo aquello que le conviene para su ascenso espiritual en cada nueva vida que se disponga a tomar.
Somos, por tanto, ciudadanos del Universo.
Recordemos estas bellas palabras con las que Jesús ilustró a Nicodemo, miembro del sanedrín de los judíos, uno de los pocos que comprendió la naturaleza y la elevación de Jesús:
En verdad, te digo, que no puede entrar en el reino de Dios, sino aquel que fuere renacido de agua y de Espíritu. Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de espíritu, espíritu es.  No te maravilles, porque te dije: os es necesario nacer otra vez.- El espíritu donde quiere, sopla; y oyes su voz: mas no sabes de donde viene, ni adónde va; así es todo aquel que es nacido de espíritu.
Los conocimientos espirituales tienen como objeto iluminar nuestra vida para encaminarnos lo mejor posible y sepamos tomar las decisiones más adecuadas en cada situación. La vida ya de por sí es difícil, más en la actualidad, donde son muchísimos los factores que nos pueden condicionar, sugestionar, confundir y, dicho con otras palabras, desorientar, influenciarnos de modo no apropiado para lo que son los objetivos y metas que desde el espacio nos propusimos alcanzar.
Estamos continuamente salpicados de informaciones y conocimientos, muchos de los cuales carecen de la ética y la moral; en esencia, les falta el principio de verdad y de realidad, el principio espiritual que debe ser la base que sostenga nuestros actuar en el día a día.
“Nuestra verdadera nacionalidad es la del género humano”.
Herbert G. Wells narrador, filósofo y político inglés.
En principio, el nacionalismo no tiene por qué ser negativo o perjudicial; en absoluto, todos amamos nuestra tierra, nuestras raíces, la cultura y todos los elementos que con el paso del tiempo se han arraigado en un punto concreto de la geografía. Esto es así en todos los sitios, todos los pueblos tienen su historia, su cultura, sus hitos y su personalidad, su idiosincrasia, etc. Pero esto no hace a un pueblo mejor que otro. Tan sólo nos hace diferentes.
Creer y mantener que un pueblo pueda tener privilegios sobre otro, concesiones o gozar de mayores ventajas y beneficios, es una injusticia, es un argumento de otros tiempos felizmente ya superado que carece de validez.
No es necesario, pues, ser nacionalista para identificarse, amar y defender nuestra nación y cultura. Es algo natural y procedente, siempre y cuando no se exceda y se generen gérmenes de fanatismo o separatismo contra cualquier otra nacionalidad. Es aquí donde radica el riesgo de convertir el amor hacia nuestra tierra en un fanatismo cerrado y exacerbado, y como consecuencia, en una fuente de conflictos.
No olvidemos las grandes lecciones que nos da continuamente la historia: donde antaño creció y se desarrolló una gran cultura, una gran civilización, con el paso de los siglos ha desaparecido prácticamente. Véanse Egipto, Grecia, Roma, las grandes culturas precolombinas, las grandes culturas del Medio Oriente, cunas de la civilización, y otras muchas que han quedado diseminadas por toda la corteza terrestre. ¿Qué ha quedado de ellas?
España, sin ir más lejos, fue un gran imperio en el que no se ponía el sol. ¿Qué queda ahora del mismo? Quizás la arrogancia, el orgullo mal entendido, la prepotencia, la codicia, el excesivo afán de grandeza, el menosprecio hacia los otros pueblos y naciones, entre otras muchas causas, fueron la causa de que, al mismo tiempo que dicho imperio se levantó, en pocos siglos se desvaneció.
Por lo tanto, debemos ser humildes para seguir haciendo a nuestros pueblos y naciones más grandes, más prósperos, más libres, más solidarios y fraternos, más respetuosos y tolerantes con todos aquellos que, por no haber nacido allí, no significa que sean menos que nosotros, ni que sobren o estén de más en nuestra tierra. Al contrario, les debemos el amor y el respeto que todo ser humano se merece, y cómo no, la gratitud por todo aquello que nos puedan aportar.
Paradójicamente, las naciones más ricas de la tierra son aquellas que han acogido a multitud de inmigrantes, que tuvieron que dejar sus países por la falta de condiciones para sobrevivir dignamente. Todos estos inmigrantes contribuyeron con su trabajo y esfuerzo, en grandísima medida, al avance y enriquecimiento de dichas naciones receptoras. ¿Por qué ahora la tendencia es todo lo contrario? ¿Por qué ahora esta incipiente lucha y rechazo a la inmigración?
Sin duda, tenemos poca memoria.
Amor, Paz y Caridad, 2018
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Tipos de enfermedades
    Podemos clasificar las enfermedades en 3 tipos: físicas, espirituales y atraídas o simbióticas. Las enfermedades físicas son disturbios provocados por algún accidente, exceso de esfuerzo o alimentación exagerada, entre otros, que provocan que uno o más órganos no trabajaren como deberían, creando una indisposición orgánica.
     Las enfermedades espirituales son aquellas procedentes de nuestras vibraciones. La acumulación de energía nociva en nuestro periespíritu genera una auto-intoxicación fluídica. Cuando estas energías bajan para el organismo físico, crean un campo energético propicio para la instalación de enfermedades que afectan todos los órganos vitales, como corazón, hígado, pulmones, estómago, etc.,  atrayendo un camino de sufrimiento.
     Las energías nocivas que provocan las enfermedades espirituales pueden tener su origen de reencarnaciones anteriores, que se mantuvieron en el periespíritu enfermo y mientras no son drenadas. En cada reencarnación, ya al nacer o hasta en la vida intrauterina misma, podemos traer los efectos de las energías nocivas presentes en nuestro periespíritu, que se agravan en la medida que acumulamos más energía negativa en la reencarnación actual. Mientras persistan las energías nocivas en el periespíritu la curación no se completará.
     Las enfermedades atraídas o simbióticas son aquellas que llegan por medio de una sintonía con fluidos negativos. Lo que una criatura colérica, vibrando siempre maldades y pestilencia, puede atraer es justamente cosas malas.
     Esa atracción genera una simbiosis energética en las personas que, por las vías fluídicas, causan en ellas la percepción de que la enfermedad está en su  organismo, pero en realidad lo está en el espíritu imantado energéticamente a ellas, provocándoles la sensación de que la enfermedad está en ellas. Pasan a sentir todos los síntomas que el espíritu siente. La persona va al medico y él nada encuentra.
     André Luiz afirma que “si la mente encarnada no consigue aún disciplinar y dominar sus emociones y alimenta pasiones (odio, envidia, ideas de venganza), ella entrará en sintonía con los hermanos del plano espiritual que emitirán fluidos maléficos para impregnar el periespíritu del encarnado, intoxicándolo con esas emisiones mentales y pudiendo llevarlo a la enfermedad.
     Vivimos hoy en una sociedad de profunda inversión de valores. El valor del ser humano reside en tener, hacer y parecer, en detrimento del Ser. Esa inversión de valores está generando una crisis existencial jamás vista en otros tiempos. Debido a esa fragmentación del ser humano, éste se ha vuelto un “Tener Humano”.
     Para la sociedad atormentada en la cual vivimos, los valores materiales vienen en primer lugar. Esa búsqueda por una vida puramente materialista ha producido lo que la medicina y la psicología moderna denominan las enfermedades del sentido: depresión, suicidio, alcoholismo, abuso de las drogas, enfermedades degenerativas, etc. Son pedidos de  auxilio de una sociedad atormentada, carente de valores espirituales propios de la criatura humana.
Artículo tomado de la Revista Electrónica Cristiana Espiritual

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PSICOGRAFÍA DE MARÍA A SU MADRE                                               MARTA
El  Espíritu Guía : 
                            Mucha paz: Antes de entrar la hermana  María quiero darte unos consejos: hermana. no te preocupes tanto, aunque  un poco SI, por los demás, porque todo ser humano  ha venido a la tierra por un fin y tu tienes que dejarlos que ellos progresen y si hace falta, que se estrellen, así aprenden; porque todos habéis venido a progresar; se puede ayudar pero cada uno tiene su progreso.

Otra cosa es lo que haces y está muy bien, curar a distancia, mandar energías al que lo necesite; eso esta más que bien.  Pero que hagas lo demás no lo veo conveniente; ya se que son las personas a las que quieres mucho, pero se tienen que espabilar ellas, como tu lo haces.
 Mucha paz hermana.

Marta.-  -Gracias guía
Te paso a la hermana, Maria:  Paz y amor hermana.

Espíritu María.- Hola hermana Marta y madre de la tierra: 
Marta.- ¡Que tal Maria !;  
María.- Tiene razón el hermano Espiritual ( el Guía): no te preocupes tanto por los demás que ya son mayorcitos;  mira, claro , verás que Cárlos, esta curado; no tienes que pensar ya en lo que tuvo. Tus hijos de ahora tienen que progresar por ellos mismos;  déjalos que se espabilen; madre eres un ángel con preocuparte y orando , y mirando todo; no mires tanto y mírate a ti misma, no te dejes tan abandonada a tus dolores, que tienes poder para curártelos, tan solo pon tus manos en el sitio en donde  tengas el dolor y ya está,  tu no necesitas REIKI pero si te hace ilusión hazlo,  porque tus Energías madre son buenas,  tan buenas, como tú;
Marta.- ¡Hija es así como me ves tú, cariño!
María.- ¡ Si madre!; te veo , te quiero,  te adoro así porque tu nos entiendes a nosotros los Espíritus y a las personas de la tierra , pero sufres porque no te entienden ni te dan el aliento que tu das y que a veces necesitas,  madre mía, yo te lo doy a todas horas: porque somos muy felices aquí en el universo viviendo y viendo tu progreso adelantado: que felices nos sentimos por ti.
     Madre hay muchos que te quieren, y otros que te odian pero ganamos los que te queremos; ¡gracias!,  hay muchos de los que han venido y están aquí , que  te están ayudando, están contigo.
Marta.- ¿ necesitas alguna cosa hija? - 
María.- No madre no necesito nada;  solo con que nos recordemos de vez en cuando ya somos las dos felices,
Marta.- ¡ gracias mi amor!
      ¿Cuanto tiempo llevas en el universo o en la esfera que te corresponda estar?
María -  Mucho tiempo madre:
Marta.- ¿Tienes que bajar a la tierra?
María.-Por ahora no.
Marta.- ¿no te gusta que  hablemos.?
María.-Mira madre, en la vida, en la Tierra hay muchas cosas que son para cada uno, y otro no  puede, aunque quiera,  cogerlas.  Para ayudar, aunque solo sea para ayudar, cada uno tiene que elevarse por si mismo;  tu has aprendido y los demás tienen que encontrarse ellos mismos, y aunque creas que les haces un bien, ¿NO?,  los estas sacando del progreso que a ellos corresponde, pues todos, madre,  todos, tenemos libre albedrío,  no lo olvides; dirás que te estoy hablando como una madre a su hija, pero no, lo hago  como una amiga a otra amiga, como un hermano a otro hermano;  mira aquí, y allí en la Tierra,  hay envidias, odios, celos, rabias, eso se convierte en muy malas energías;  tu las tienes buenas ;pero aunque vayas tratando a tus hijos y  a todos los que tu quieres, con amor, y luego se convierte en energías malas,y  ahí está a veces tu lucha por querer hacer el bien que tu crees, pero estás retrasando el progreso del  espíritu a otro hermano,  por eso  siempre tienes alguna duda, ¿ me entiendes?; ahora si que me despido.
 Paz y mucho amor;  madre mía te quiero mucho,  hazme caso:
Mucho amor,
Marta.- Adiós María,  hasta otro día que hablemos:  te quiero
   María.- Adiós amor.



           Pluralidad de mundos







¿Quién no se preguntó, considerando la Luna y otros astros, si estos globos estaban habitados? Antes de que la ciencia nos hubiera iniciado en la naturaleza de estos astros, no podíamos fiarnos de ello; hoy, en el estado actual de nuestros conocimientos, existe por lo menos la probabilidad; pero hacemos a esta idea, verdaderamente seductora, objeciones efectuadas por misma ciencia.
La Luna, decimos, parece no tener atmósfera, y posiblemente nada de agua. En Mercurio, vista su proximidad al sol, la temperatura media debe ser la del plomo derretido, de modo que, si hay plomo, debe fluir como el agua de nuestros ríos. En Saturno, es todo lo contrario; no tenemos punto de comparación con el frío que debe reinar allí; la luz del Sol debe ser muy débil, a pesar de la reflexión de sus siete lunas y de su anillo, porque a esta distancia el Sol debe aparecer sólo como una estrella de primer tamaño. En tales condiciones, nos preguntamos si sería posible vivir.
No concebimos que tal objeción pueda ser hecha por hombres serios. ¿Si la atmósfera de la luna no pudo ser percibida, es racional deducir de ello que no existe? ¿No puede estar formada por elementos desconocidos o suficientemente rarificados para no producir refracción sensible? Diremos lo mismo sobre el agua o los líquidos que se comportan de modo similar. Con respecto a los seres vivos, sería negar la fuerza divina considerar imposible una organización diferente de la que conocemos, mientras que bajo nuestros ojos la previsión de la naturaleza se extiende con una solicitud tan admirable hasta el insecto más pequeño y dé a todos los seres los órganos apropiados para el medio en que deben habitar, sea el agua, el aire o la tierra, sean dejados a oscuras o expuestos al brillo del sol.
Si jamás hubiéramos visto peces, no podríamos concebir seres que vivieran en el agua; no nos daríamos cuenta de su estructura. ¡Quién hubiera creído, hace poco tiempo todavía, que un animal pudiera vivir por tiempo indefinido en el seno de una piedra! Pero sin hablar de estos extremos, los seres que viven bajo los fuegos de la zona tórrida, ¿podrían existir en los hielos polares? Y sin embargo en estos hielos hay unos seres organizados para ese clima riguroso, y que no podrían soportar el ardor de un sol vertical. ¿Por qué, pues, no admitimos que puedan existir seres constituidos para vivir sobre otros globos y en un medio con todo diferente del nuestro? Ciertamente, sin conocer muy bien la constitución física de la Luna, sabemos bastante sobre ella para estar seguros que, tales como somos, no podríamos vivir allí como no podemos hacerlo en el seno del océano, en compañía de los peces. Por la misma razón, los habitantes de la luna, si nunca pudieran venir sobre la tierra, constituidos para vivir sin aire o en un aire muy rarificado, posiblemente con todo diferente del nuestro, se asfixiarían en nuestra atmósfera espesa, como nos sucede cuando caemos al agua.
Una vez más, si no tenemos la prueba material y no vemos la presencia de seres vivos en otro mundo, nada prueba que no puedan existir allí seres cuyo organismo esté adaptado a un medio o a un clima cualquiera. El sentido común simple nos dice al contrario que debe ser así, porque repugna creer que estos globos innumerables que circulan por el espacio sean sólo masas inertes e improductivas. La observación nos muestra allí superficies accidentadas, como aquí, por montañas, valles, barrancos, volcanes apagados o en actividad; ¿por qué pues no habría seres orgánicos? O, como se dice; qué hubiera plantas y hasta animales, podría ser; pero seres humanos, hombres civilizados como nosotros, conociendo a Dios, cultivando las artes, las ciencias, ¿es eso posible?
Ciertamente nada prueba matemáticamente que los seres que habitan otros mundos sean hombres como nosotros, ni que sean más o menos avanzados que nosotros, moralmente hablando; pero cuando los salvajes de América vieron desembarcar a los Españoles, no sospechaban tampoco que más allá de los mares existiera otro mundo que cultivaba artes que les eran desconocidas. La Tierra está salpicada por una cantidad innumerable de islas, pequeñas o grandes, y todo lo que es habitable está habitado; no surge un peñasco del mar dónde el hombre no plante al momento su bandera. ¿Qué diríamos si los habitantes de las más pequeñas de estas islas, conociendo perfectamente la existencia de otras islas y continentes, pero no habiendo jamás tenido relaciones con aquellos que los habitan, se considerasen los únicos seres vivos del globo? Les diríamos: ¿cómo pueden creer que Dios hubiera hecho el mundo solo para ustedes? ¿Por qué extraña rareza su pequeña isla, perdida en un rincón del océano, debería tener el privilegio de ser la única habitada? Podemos decir otro tanto sobre nosotros con respecto a otras esferas. ¿Por qué la Tierra, el pequeño globo imperceptible en la inmensidad del universo, que no se distingue de otros planetas por su posición, ni por su volumen, ni por su estructura, porque no es la más pequeña ni la más gruesa, ni el centro ni la extremidad, por qué, digo, sería entre tantos otros la residencia única de seres razonables y pensantes? ¿Qué hombre sensato podría creer que estos millones de astros que brillan sobre nuestras cabezas han sido hechos sólo para recrear nuestra vista? ¿Cuál sería entonces la utilidad de estos otros millones de globos imperceptibles a simple vista y que no sirven ni para alumbrarnos? ¿No habría a la vez orgullo e impiedad en pensar que debe ser así? A aquellos a los que la impiedad importa poco, diremos que es ilógico.
Llegamos pues, por un raciocinio simple que muchos otros hicieron antes que nosotros, a concluir la pluralidad de mundos, y este raciocinio se encuentra confirmado por las revelaciones de los Espíritus. Nos enseñan, en efecto, que todos esos mundos están habitados por seres corporales adaptados a la constitución física de cada globo; que entre los habitantes de estos mundos unos están más y otros menos avanzados que nosotros desde el punto de vista intelectual, moral y hasta físico. Hay más: sabemos hoy que podemos entrar en relación con ellos y conseguir información sobre su estado; sabemos también que no sólo todos los globos están habitados por seres corporales, sino que el espacio está poblado de seres inteligentes, invisibles para nosotros a causa del velo material echado sobre nuestra alma, y que revelan su existencia por medios ocultos o patentes. Así todo está poblado en el universo, la vida y la inteligencia se encuentran por todas partes: sobre los globos sólidos, en el aire, en las entrañas de la tierra, y hasta en las profundidades etéreas. ¿Hay en esta doctrina algo que repugne a la razón? ¿No es a la vez grandiosa y sublime? Nos eleva por nuestra misma pequeñez, muy de otro modo que aquel pensamiento egoísta y mezquino que nos coloca como los únicos seres dignos de ocupar el pensamiento de Dios.
Revue spirite; Marzo 1858..- Allan Kardec

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       LA VIDA Y LA MUERTE 

Se fue. Una vez más la vida nos sorprende y nos arrebata aquello que parecía imperecedero; unas veces sin avisar, por sorpresa o en muy poco tiempo; otras veces consecuencia de la edad o de enfermedades prolongadas. 
Esta vez nos ha tocado a nosotros. No nos debería de sorprender pues le ocurre constantemente a miles de personas todos los días. Sin embargo, la vida transcurre normalmente y vivimos ajenos a esta circunstancia hasta que nos llega, a través de las personas más queridas. 
Sentimientos profundos afloran; nos pesa la ausencia; los recuerdos de los momentos vividos adquieren una fuerza y un vigor del que no éramos conscientes hasta ese momento fatídico. Parece que producto de una injusticia se nos arrebata algo de una forma que nunca debería de ocurrir, no obstante, ocurre. 

¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? Hay un pensamiento del Dalai Lama muy interesante: “Los hombres viven como si nunca fueran a morir, y mueren como si nunca hubiesen vivido.” 
Los preconceptos sociales, las costumbres ancestrales, y sobre todo la educación religiosa nos empujan a una concepción de la muerte muy vaga, subjetiva, que alimenta el dolor, el vacío y la convierte en algo desconectado de la realidad que vivimos. 
¿Qué hay después de esta vida? La razón repudia, aunque sea de una manera subconsciente, un cielo o un infierno, algo que ya cuestiona y relativiza la propia religión, sin embargo, no nos aporta respuestas convincentes; más bien al contrario, fomenta una fe dogmática, conformista, sin ningún afán aclaratorio, pero negando otras posibilidades que puedan abrir otros caminos. Según esta forma de pensar, Dios está en un cielo con ángeles; también con los que han sido buenos pero perdonando a los malos; viviendo todos juntos, disfrutando… no se sabe muy bien de qué. Seguramente en un estado de ociosidad, pues la misión de ayudar a los vivos sólo lo pueden hacer los santos y los ángeles; los demás… no se sabe donde están y que hacen; según dicen, “disfrutando de su presencia eternamente”. Obviamente estas ideas allanan el camino a los materialistas e incrédulos. 
Seguramente en el pasado estas creencias podían ser suficientes para un pueblo acotado en su libertad de pensar; la mayoría confiado, conformista, ignorante; sin fácil acceso a la información y a otras ideas diferentes a las establecidas. No obstante, hoy día no tenemos excusa. Los límites nos los auto-imponemos nosotros, somos libres para razonar. No podemos negar por negar, ni rechazar, a priori, lo que no está aceptado por las mayorías. 

José M. Meseguer 

© 2014 Amor, paz y caridad. Grupo Villena.

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