martes, 24 de enero de 2023

Los Nuevos y viejos pecados

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Nuevos y viejos pecados

2.- Consideraciones sobre la Reencarnación

3.- Tú que eres padre...

4.- El Gran Enigma

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         NUEVOS Y VIEJOS PECADOS 

         Ciertamente, la Iglesia Católica, en un deseo de actualización de su catecismo, no hace muchos años, quiso ponerse al día  definiendo nuevas formas de pecado social. En realidad estas nuevos formas de pecados que trató de actualizar, no son nuevos, sino que a poco que se analicen y se medite en ellos enseguida vemos que vienen a ser los de siempre pero con otros enmascaramientos y formas. 

     Así, por ejemplo, define entre otros el del consumo de drogas. Se entiende que se debe referir al consumo por placer y no por tratamiento controlado médicamente. En este concepto se deberán referir a toda clase de drogas y en cualquier cuantía, incluidas las llamadas duras y blandas, e incluyendo también el alcohol y el tabaco, que vienen a ser drogas duras y adictivas; entonces, cabe plantearse,  ¿ será la misma gravedad de la falta moral para el que prueba un “porro” de cannabis, que el que se toma por hábito o esnobismo una dosis mayor de otra droga más fuerte, como la cocaína, etc.?; ¿ Tiene la misma gravedad el pecado de consumir un cigarrillo de tabaco, que al fin y al cabo también es una droga adictiva,  que esnifar cocaína, o tomarse un “cubata”? ; ¿ Ahora habrá que confesar estas faltas para no condenarnos eternamente. mientras las mismas, hasta hace poco, no nos condenaban? ¿ Acaso ahora Dios ya no es el mismo de antes y se ha vuelto más severo?; ¿ Los drogadictos y alcohólicos que fallecieron ayer, habrán ingresado en el cielo tras disfrutar o padecer de su adicción, y los que fallezcan a partir de ahora si no pasan antes por el confesionario, quedarán condenados para siempre?; ¿ Será pecado ahora lo que hasta hace poco no lo era, en cuanto a consumir tabaco o alcohol?. 


   Al respecto soy de la opinión de que es una falta moral más o menos grave – dependiendo ello de la consciencia que de ella se tenga cuando se comete-,cuando se insiste en un consumo que afecta a la salud del cuerpo o de la mente, a los que poco a poco va minando, incurriendo en una responsabilidad de suicidio mas o menos lento, pero que no deja de ser un suicidio porque se tiene consciencia de ello. Además los hábitos perniciosos de las drogas causan una dependencia psíquica que perdura y conturba por mucho tiempo después de la muerte del cuerpo físico. Y hablando de dependencias, ¿ considerarán por igual al drogadicto ocasional, que se fuma un porro alguna vez, o sea, que todavía no es adicto, que al que no puede pasar sin la droga porque su adicción ha ido creciendo hasta convertirse en enfermedad?

   Pienso que el enfermo por drogadicción, con  el mucho sufrimiento que ello le crea, ya está purgando el delito moral de haber comenzado a consumir un producto tan dañino física y psicológicamente. Que nadie piense para esos pobres, que les espera un infierno mayor aún.

    Otro nuevo pecado es la acumulación de riqueza excesiva, cuando va en detrimento de otros. Realmente no se puede delimitar en cada persona, a partir de cuando su riqueza es excesiva,

más aún si ha sido generada de modo honrado y legal. Está claro que quien más tiene, más puede, por lo que acumular riquezas sin atender las necesidades urgentes de los que carecen de lo necesario, es un pecado de egoísmo y de falta de caridad. 

     Peor aún es, cuando las riquezas acumuladas son producto de la explotación, estafa o usura a otros a quienes se les despoja o niega de algo que legítimamente les pertenece, entonces sí estamos ante un caso de avaricia, de explotación o de robo que en cualquier caso faltan a la más elemental caridad porque causa un daño material y moral a otros. Esto sí que es pecado, pero no para lavarlo mediante una confesión a un sacerdote y después tratar de acallar la conciencia cumpliendo la penitencia del confesionario, consistente, tal vez, en rezar tres Padres Nuestros y cuatro Avemarías, sino rectificando su mala acción y restaurando lo obtenido o acumulado a sus legítimos poseedores y si no es posible, haciendo con ello actos de caridad material a quienes lo necesiten. Ya advirtió por eso Jesús cuando dijo que “ era más difícil que un rico entrase en el Reino de los Cielos, que el que un camello pasase por el ojo de una aguja. 

     Desgraciadamente, la historia de la iglesia no concuerda con este concepto de las riquezas excesivas, pues siempre las ha acumulado , no para servir a la manutención sencilla de sus ministros, ni para calmar el hambre en el mundo, pues a la vista están el fatuo, la pomposidad, riqueza y lujo de los templos, catedrales, nuncios , eminencias y santidades, por no mencionar el mismo Vaticano, o el Palacio de Castelgandolfo, residencia papal de verano. Tal vez antes de definir este concepto de exceso de riqueza, debieran haberse despojado del exceso que los siglos han acumulado en sus grandes catedrales, especialmente la del Estado del Vaticano con su Banca Vaticana bien provista. Recordemos que Jesús predicó con el ejemplo, y Él, siempre fue pobre y estuvo rodeado de pobres de bienes materiales. Al respecto habrá quien se acuerde de Cáritas Diocesanas, como instrumento de caridad de la Iglesia, pero, en efecto, es  un instrumento de recolección y reparto de donaciones del pueblo para atender a las necesidades de los pobres, pero estos no son sus bienes propios, sino los de la caridad o de lo que sobra a los que tienen más y no forman parte de la institución jerárquica eclesial. También se podrá argumentar que muchos tesoros y bienes de la Iglesia son donaciones que los fieles han ido haciendo voluntariamente a lo largo de los tiempos, como ofrenda a tal Virgen o a cual Santo. Mas yo pienso al respecto: ¿ La referida Virgen o santo, prefieren ver esos tesoros que les han ofrendado con la mejor voluntad, escondidos y guardados, mientras fuera de los templos y ermitas sigue habiendo personas con carencias materiales de cualquier género?. Sin duda creo que no, sino que por el contrario se despojarían inmediatamente de ello y socorrerían al necesitado. 

     Asimismo trata también de definir como pecado el de los atentados ecológicos o al medio ambiente. En efecto, las aberraciones y destrucciones que se hacen a la Naturaleza, son un pecado, pero no de ahora, sino desde que se vienen cometiendo, tal vez desde hace algunos siglos. Prueba de ello es el cómo han ido desapareciendo o reduciéndose considerablemente bosques , antes muy ricos y poblados y hoy desaparecidos o excesivamente reducidos. Han

desaparecido igualmente y se han extinguido gracias a la codicia humana, gran cantidad de especies animales y de plantas, etc. Pero la cuestión es la misma: ¿ Los que a lo largo de los años y siglos lo han ido haciendo impunemente, no han pecado contra Dios o contra la Naturaleza, y ahora que vemos peligrar todo el ecosistema planetario si? . ¿Por qué Dios ahora si es ofendido por la destrucción y contaminación de la Naturaleza, y antes no?. Sin duda que la destrucción de nuestro hábitat natural es una falta grave, pero no de ahora, sino de siempre, pues con ello estamos perjudicando al conjunto de toda la humanidad presente y futura, y además estamos poniendo en serio riesgo toda la vida en el planeta, que sin embargo está llamado a ser próximamente, un mundo de Regeneración. Estos “pecados ecológicos” son un pecado que en sí llevan la penitencia, pues si por ellos destruimos nuestro planeta Tierra, estamos destruyendo nuestra propia casa,

        Y  los  más  ambiguos  e  indefinidos  de  todos  los  “nuevos pecados”  son  los  que  define  como  de  “ experimentaciones genéticas dudosas”. Yo aquí me pregunto, ¿Cuándo la Ciencia al investigar y experimentar nuevos avances que generarán un beneficio para la Humanidad, puede dejar de dudar cada paso que da antes de confirmarlo?. Para conocer unos resultados y alcanzar unas metas, antes es ineludible la experimentación y más tarde la experiencia, por tanto no se pueden cortar las alas a los avances y a las experimentaciones científicas, siempre que no atenten, claro está, contra la vida de ningún ser humano, aun en estado embrionario. ¿O lo de dudoso será por la falta de confianza de la Iglesia hacia los métodos y actividades de la ciencia que al fin y a la postre solo busca escalar etapas de bienestar para la humanidad toda?.

   Yo creo que lo de esas experimentaciones genéticas dudosas se debe  referir a todo lo que tiene que ver con manipulaciones genéticas humanas, que no tienen que ver directamente con el bienestar humano, o con la solución de enfermedades o dolencias que afectan a los seres humanos. No olvidemos que conforme avance la ciencia, descubriendo y aclarando nuevas realidades y verdades, iremos ganando todos en grado de bienestar y nos iremos acercando cada vez más a la Verdad, o sea, al Dios verdadero que no tiene por que coincidir con el dios que han interpretado los conceptos religiosos humanos. 

      Creo que en nuestras viejas sociedades, tenemos viejos pecados comunes y cotidianos, disimulados bajo muchas formas, por lo que pasan desapercibidos en cuanto al modo de descubrirlos e identificarlos, por lo que podrían parecer nuevos, pero  si se penetra un poco en el análisis de estas nuevas formas, no lo son en absoluto. Veamos: 

     No solemos tener la humildad de reconocer nuestros errores y responsabilidades, por lo que ante los resultados negativos que con frecuencia obtenemos, con frecuencia tendemos a culpabilizar y responsabilizar a los demás, a la casualidad o a Dios mismo. Esto se llama soberbia – que es un viejo pecado- y el antídoto es una vieja virtud muy poco practicada: la Humildad. 

       Tendemos a creer en la buena o mala suerte, de modo que nos creemos marionetas del destino. Sin embargo, la suerte de cada uno es obra y resultado de la gestión o del esfuerzo personal de cada uno. Es producto del trabajo, del esfuerzo, de las reacciones y las actuaciones personales, en esta vida o en otras anteriores que hayamos tenido; sin embargo existe una Ley de Consecuencias, inmanente en todo el Universo, que es una Ley Divina reguladora de la Justicia que se imparte en todos los puntos de la Tierra y del Universo entero, y que nos afecta a todos, por lo que según esta Ley Cósmica, solo recogemos obligadamente aquello que antes hemos sembrado voluntariamente. 

   Así demostramos nuestro orgullo y soberbia- viejos pecados- cuando culpamos a Dios o al azar por las vicisitudes que se presentan en la vida cuando estas son negativas. 

     Lo tapemos como lo tapemos, seguimos siendo orgullosos y soberbios, tanto como siempre lo hemos sido a lo largo de nuestra historia humana. En esto, ¡qué poco hemos avanzado! ; por eso, no solemos tolerar la crítica personal, o hacia lo que es nuestro, pues siempre la tomamos casi como un insulto, que en el fondo escuece tanto porque solemos reconocer en ella algo de una verdad que no nos gusta. Así hacemos realidad el viejo refrán: “El que se pica, ajos come”. 

       Entonces quien nos critica, ayudándonos a reconocer nuestros errores y fallos más o menos íntimos, es tomado como un enemigo, en vez de reconocer en él, el instrumento que Dios nos pone al paso para que nos demos cuenta y reconozcamos lo que de equivocadas o negativas tienen nuestras actitudes, y podamos rectificar a tiempo. 

    
  
Debemos tener en cuenta que a la conciencia no la engañamos nunca aunque cambiemos las palabras para disfrazar la realidad, pues con las palabras solo podremos engañar a los demás, pero no a la verdad, que es como es, por mucho que la disfracemos con palabras que no la cambian. 

     Otra muestra de orgullo, de envidia y de vanidad, es cuando llegamos a sentir vergüenza de que los demás nos vean o nos crean mas pobres que ellos, o de inferior clase social, o de menor formación cultural. Así estamos siempre pendientes de las apariencias que damos, tratando de ocultar la realidad sencilla de lo que en verdad somos y de quienes somos, no debiendo avergonzarnos nuestro nivel social, económico o cultural, sino que lo que nos debería avergonzar es, mas bien, nuestro bajo nivel moral. 

      Podríamos citar otras muchas viejas faltas camufladas bajo formas nuevas, pero, para cerrar el artículo, solo señalar la falsa idea que muchas personas tienen de que para igualar las apariencias con los demás, y “ponernos a la moda”, hay que imitar a los demás, “ lo que se lleva”, “lo que se estila”; y así anulamos y escondemos nuestros propios valores y defectos, nuestra personalidad natural y real, tal como ella es, por el temor a que los demás “nos miren por encima del hombro, o se burlen al creernos atrasados o inferiores en algún aspecto. Esta es una actitud del viejo orgullo, disimulado, que nos lleva a la vieja envidia hacia los demás, tantas veces disimulada, en busca de satisfacer una vieja vanidad no superada, son viejos pecados, camuflados y arraigados en nuestros estratos sociales, que, se definan como se definan, siempre al final vienen a ser “ los mismos perros con distintos collares”. 

José Luis Martín  - 

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      CONSIDERACIONES SOBRE LA                             REENCARNACIÓN

    El hombre de hoy ha perdido la fe en Dios, en su Justicia, porque su mente y su lógica rechazan conceptos impuestos y necesita saber su origen y su destino, de dónde viene y hacia dónde va, así como conocer el por que de la vida.

   Todo concepto nuevo produce un impacto en nuestra mente en el primer momento, y lo aceptaremos o rechazaremos según la libertad mental, las trabas de los convencionalismos, nuestra capacidad analítica, etc., ya que una mente presionada por convencionalismos no es libre de razonar, se hace incomprensible e intransigente y rechaza todo sin analizarlo, mientras que una mente libre y clara es capaz de razonar y de ejercitar su capacidad de lógica.

   Tanto la ciencia como las religiones, cambian con las épocas dando paso continuamente a conceptos más amplios y más lógicos, porque la Verdad Una no cambia, lo que cambia es la capacidad humana para comprenderla, y además, la verdad es única para todos lo millones y trillones de mundos esparcidos en el Universo. Sería un absurdo pensar que esa Verdad pueda ser acaparada por alguna de las creencias religiosas de nuestro pequeño planeta.

    Cuando se piensa por primera vez en la posibilidad de vivir un gran número de veces sobre la tierra con cuerpos humanos diferentes, parece una idea ridícula, pero cuando se reflexiona acerca de las diferencias intelectuales, volitivas y morales existentes en el mundo, cuando se analiza la distancia que separa al hombre salvaje del civilizado, al bruto del inteligente, al malvado del justo… cuando se escucha la voz de la conciencia se puede apreciar la evolución de los seres y comprender el fundamento de la reencarnación, ya que el objeto de las vidas es progresar, alcanzar la perfección que resulta del compendio de la Sabiduría, el Amor y la Fortaleza, evolución o progreso que abarca a toda la creación.

   Por tanto, la reencarnación nos ofrece las pruebas objetivas para la comprensión del por que de las desigualdades humanas y verificar la infinita justicia y el amor de dios. No obstante, esta ley de las vidas múltiples necesaria para el desarrollo de las facultades que lleva el espíritu recibidas de Dios, ha venido siendo ocultada en occidente por los convencionalismos, mientras que en Oriente ha permanecido aunque ha sufrido alteraciones, dando así una falsa imagen o un falso concepto de lo que es la verdad de las vidas múltiples. En la actualidad, esta ley está surgiendo de nuevo porque el hombre ya no se conforma con una fe no razonada que no soluciona el gran numero de preguntas que le atormentan pero que nadie responde y por ello, trata de buscar aquello que de aliciente a su vida, esto es una respuesta que su mente y su razón puedan admitir, una contestación y un motivo lógico.

    Por esto es necesario que el hombre vaya conociendo las leyes que rigen el universo, para de este modo no infringirlas y evitar así las consecuencias que este hecho conlleva.

    La ignorancia de las consecuencias, es la que arrastra al ser humano a cometer múltiples errores y los cuales lógicamente tiene que reparar de algún modo. Para este fin, existen leyes universales que Dios nos ofrece y que actúan sobre nosotros irremediablemente, -aunque nosotros no queramos admitir su existencia o seamos ignorantes de las mismas- pero son todas las leyes orientas para llevar al ser humano hacia la felicidad, meta a la que todos estamos llamados a alcanzar algún día, pero a la que conseguiremos llegar, solo cuando nos hayamos esforzado y hayamos hecho un uso adecuado de nuestra fuerza de voluntad; es decir, cuando hayamos empleado esa fuerza en nuestro perfeccionamiento moral y en la entrega desinteresada para con nuestros semejantes.

REDACCIÓN DE AMOR,PAZ Y CARIDAD,  

                                               
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                                     TÚ QUE ERES PADRE...


      Tú que eres padre, eres la persona más feliz de la tierra. 
    Levanta los brazos al cielo y agradece a Dios la misericordia que te concede. Pero recuerda que no basta con dar a los hijos alimentos e instrucción. 
    Hay algo más importante que todo eso; el ejemplo. Da a tus hijos ejemplos de trabajo, honestidad y dignidad durante toda tu vida. 

Minutos de Sabiduría 
C Torres Pastorino


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El Gran enigma


El Gran Enigma, Dios y el Universo, editado en 1911, es la quinta obra publicada por Léon Denis. Los temas abordados son Dios, la Ley universal, la Naturaleza y la Reencarnación.
El autor se expresa con poesía y delicadeza; las palabras cantan, particularmente en los capítulos sobre la Naturaleza. Al lector Léon Denis se dirige en primer lugar al lector y explica las razones por las cuales escribe este libro: “¿Dónde y cómo soñé con escribirlo?
Era una tarde de invierno, una tarde de paseo en la costa azul de Provenza… Una voz me dice: Publica un libro que nosotros te inspiraremos, un libro pequeño que resuma todo lo que el alma humana debe conocer para orientarse en su camino; publica un libro que demuestre a todos que la vida no es una cosa vana, que uno puede usar con ligereza, sino una lucha por la conquista del cielo, una obra elevada y seria de edificación, de perfeccionamiento, una obra regida por leyes augustas y justas, por encima de las cuales revolotea la Justicia eterna, temperada por el Amor”.
Primera parte: Dios y el Universo
¿Hay en el Universo, un objetivo, una ley? Si la inteligencia está en el hombre, debe encontrarse en este Universo del cual éste es parte integrante. ¿Quién pues gobierna los mundos si no es Dios, la suprema inteligencia? Otras tantas cuestiones que el autor tratará de resolver.
“Dios se manifiesta por el Universo que es su representación sensible, pero no se confunde con él. No es pues en los templos construidos por los hombres donde hay que buscar a Dios, sino en la Naturaleza que es su templo eterno… Nacidas de Dios, todas las almas son hermanas. De la paternidad de Dios emana la fraternidad humana”.
El escritor desarrolla los temas de la solidaridad y la comunión universal. “Todo nos habla de Dios, lo visible y lo invisible. La inteligencia lo percibe, la razón y la conciencia lo proclaman”. Pero sobre todo, el hombre es capaz del amor y lo que lo caracteriza, es el sentimiento. Es a esta fuente a la que hay que acudir para concebir al Ser Supremo.
El autor ve manifestarse la acción de Dios de manera permanente en la historia. En el pasado, puede observarse ese impulso de la humanidad hacia lo mejor, a pesar de las fallas y los inevitables retrocesos, fruto de sus errores y su estado de inferioridad. “Lo que demuestra, en forma clamorosa, la intervención de Dios en la Historia, es la aparición, en momentos adecuados, en horas solemnes, de grandes misioneros que vienen a tender la mano a los hombres y volverlos a colocar en el camino perdido, enseñándoles la ley moral y el amor a sus semejantes… Entonces, ¿ quién los impulsa hacia adelante, si no es la mano de Dios?”.
Segunda parte: El libro de la Naturaleza
La segunda parte de la obra está dedicada a la Naturaleza. En el cielo estrellado, el mar, el bosque y la montaña, Léon Denis reconoce el sello divino, resuelve el enigma y escucha la suprema lección que es amar. Entonces su corazón rebosa de alegría, y de su alma brota espontáneamente la oración que no es un balbuceo mecánico, sino verdaderamente una proyección del ser hacia Dios, su fuente y su fin.
Tercera parte: La ley circular, la vida, las edades de la vida, la muerte
La ley circular rige las evoluciones de la Naturaleza, de la historia y de la humanidad. Cada ser gravita dentro de un círculo, cada vida describe un circuito, toda la historia humana se divide en ciclos. De allí resulta la ley de la reencarnación.
Terminaremos esta presentación citando la primera frase de esta obra: “En las horas pesadas de la vida, en los días de tristeza y de agobio, ¡abre este libro! Eco de las voces de lo alto, él te dará el valor; ¡y te inspirará la paciencia y la sumisión a las leyes eternas! (…)”
Jocelyne Charles
Extraído de la revista “Le journal Spirite Nº 93”

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