miércoles, 25 de enero de 2023

El valor de la Fe

   INQUIETUDES ESPIRITISTAS

1.-Los experimentos de Albert de Rochas ( II )

2.- Saldo de cuentas

3.- Distinción entre los buenos y malos espíritus

4.-El valor de la fe

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   Los experimentos de Albert de Rochas ( II )   


 (Continuación del anterior)       .../...

   Queridos lectores, si hubiéramos estado en esas sesiones, hubiéramos visto a Albert de Rochas ejercer presión con sus manos en el vacío pues el periespíritu es invisible. Lo cual nos hubiera podido divertir en el momento. Pero las presiones se ejercían sobre el periespíritu entonces exteriorizado del cuerpo para repercutir en él. Los experimentos continuaron y de Rochas comprobó que el espíritu de la persona dormida tenía la posibilidad de ubicar un órgano enfermo y, a veces, de identificar la enfermedad de una tercera persona, siempre que la persona sufriente se encontrara cerca del sujeto dormido. La descripción era aproximada en la medida en que el sujeto no era médico, pero las observaciones daban testimonio de la veracidad del hecho.

¿Cómo funcionaban esas experiencias? Por supuesto, el principal elemento que entra en juego en estos ejemplos es el periespíritu. En efecto, a ustedes que nos leen regularmente, esta palabra no les es desconocida pues se trata, de hecho, del cuerpo fluídico que casa perfectamente con nuestro cuerpo físico.

Por nuestros diferentes artículos han podido comprender el rol del periespíritu y su funcionamiento. Este último emite vibraciones que están en relación directa con nuestro estado de salud o nuestro estado de ánimo. Si sufrimos físicamente, la vibración es diferente y ya no está armonizada en su totalidad. Entonces esa vibración modificada es captada por el sujeto dormido que no siempre podrá explicarla claramente, pero que podrá ubicarla con mayor o menor precisión.

La exteriorización de la sensibilidad es posible cuando el espíritu del sujeto está exteriorizado del cuerpo físico. Sus sensaciones son diferentes de las del estado de vigilia, pues el espíritu, entonces liberado momentáneamente de la barrera física del cuerpo, ya no ve con los ojos y no siente con el cuerpo, sino que ve con su espíritu y siente con su periespíritu. Al principio de sus investigaciones,

Albert de Rochas pudo poner en evidencia la sensibilidad del espíritu y la motricidad del periespíritu, por cierto, igual que los magnetizadores de los tiempos antiguos, pero que en ese punto no se detenían en el detalle, pues la existencia de un doble fluídico no estaba claramente revelada. Además, los sujetos que podían percibir esas sensaciones eran vistos como histéricos y místicos.

De Rochas y los espíritas

Albert de Rochas se acercó entonces a los científicos espíritas que, por su parte, ponían en evidencia la exteriorización de la motricidad de los desencarnados.


Douglas Home

Este punto es particularmente importante en la medida en que fue observado principalmente a través de los médiums Daniel Dunglas Home y Eusapia Paladino en numerosísimas sesiones espíritas que hacían intervenir el espíritu de los muertos y como hemos dicho anteriormente, observando fenómenos físicos como la ectoplasmia. En sus experimentos, Albert de Rochas trabajaba con el espíritu de los vivos que podían actuar y sentir a distancia con la única fuerza de su pensamiento y su voluntad. Sin embargo, los sujetos capaces de este género de proezas eran muy raros. Si bien Albert de Rochas observó durante mucho tiempo las acciones de esta fuerza, no pudo explicarla claramente; supuso que eso era la acción de la fuerza nerviosa del sujeto capaz de imprimirla a un objeto y así “darle vida”. Para él, esa fuerza podía emanar ya sea del sujeto hipnotizado, o de la asamblea presente, o del magnetizador o del mundo invisible.

La respuesta espírita a esa pregunta sigue estando cerca del razonamiento de Albert de Rochas. “La fuerza nerviosa” es de hecho la fuerza del pensamiento del espíritu encarnado o desencarnado que es más o menos capaz, según su grado de conciencia, de influenciar los objetos. Los objetos no se vuelven vivos, es simplemente la conjunción de la fuerza de pensamiento del sujeto y la contracción del fluido universal, bajo la influencia del sujeto, que se convierte en una fuerza y que entonces puede responder de manera más o menos   

consciente a los deseos del sujeto y del magnetizador. Ese punto también es particularmente importante pues desde siempre se observa en las casas encantadas por vía de los Poltergeist. Fue también por la vía de los golpecitos que los comienzos del espiritismo se desarrollaron en casa de las hermanas Fox. En este caso preciso, se trataba de la suma de la fuerza de pensamiento de los desencarnados y de la contracción del fluido universal combinado con la energía mediúmnica de las hermanas Fox para conseguir tales manifestaciones.

    Durante sesiones de la Sociedad de estudios psíquicos de Varsovia en 1919 y 1920 con el médium Franek Kluski, las materializaciones ectoplásmicas hicieron aparecer un ser extraño, suerte de intermediario entre el mono y el hombre, que fue fotografiado.

“Es descrito como teniendo la estatura de un hombre, un rostro simiesco pero con una frente desarrollada y recta, la cara y el cuerpo cubierto de pelos, brazos muy largos, manos fuertes y largas, etc. Siempre parece sorprendido, toma las manos de los asistentes y las lame como haría un perro (…) Su apariencia era la de un ser que recuerda una bestia o un hombre muy primitivo. No hablaba, pero lanzaba sonidos roncos con sus labios, chasqueaba la lengua y rechinaba los dientes, tratando en vano de hacerse comprender. Cuando se le llamaba, se acercaba; se dejaba acariciar la piel velluda, tocaba las manos de los asistentes y les rascaba muy suavemente la mano con las garras más que uñas. Obedecía a la voz del médium y no hacía daño a los asistentes, tocándolos muy suavemente.

Era un progreso pues en las sesiones anteriores, este ser manifestó una gran violencia y gran brutalidad. Tenía una tendencia visible y una voluntad tenaz a lamer las manos y el rostro de los asistentes que se defendían de esas caricias muy desagradables.  (…)”.

 “Esta fuerza nerviosa” o fuerza de pensamiento del espíritu le permitió a Albert de Rochas afinar sus investigaciones sobre un hecho particular, el de la “transmisión del pensamiento o telepatía”. Esa era para él una forma de transmitir sensaciones o emociones que eran recibidas por los sujetos bajo la forma de imágenes, un poco como las que se encuentran en los sueños. Para esta parte de la investigación, se trataba del simple lenguaje universal, de la lengua del espíritu, a saber, la telepatía. Él experimentó además con la “visión a distancia”, que es también una forma de telepatía, con un sujeto sensible, la Sra. Lambert. Esta dama, puesta regularmente bajo hipnosis, siguió las peregrinaciones de un hombre al que no conocía en absoluto con el único soporte de un objeto que le había pertenecido. Percibió la presencia de ese hombre en América del sur, indicando su recorrido  con más o menos precisión, gracias a las imágenes que percibía cuando leía los paneles de las estaciones por las que él pasaba y los periódicos que leía y cuyos titulares veía entre sus manos. Después de informaciones obtenidas a través de uno de sus amigos, el Cónsul de Francia en La Paz que verificó los juicios de la Sra. Lambert, de Rochas se dio cuenta de que no todas las informaciones eran exactas pero esta experiencia que duró seis meses demostró la posibilidad de la videncia a distancia. Algunas informaciones fueron validadas.

Para trabajar, la Sra. Lambert tenía en su poder un objeto. ¿Hubiera podido trabajar sin ese objeto la Sra. Lambert? Parece que no, pues en clarividencia el objeto tiene un papel preponderante al convertirse en el enlace entre la persona que ve y la que es vista. Según nuestros estudios espíritas, el objeto lleva en su memoria, las energías de su propietario; puede decirse que ese objeto es de alguna manera una extensión del señor pues lleva su vibración, un poco como una huella digital de la vibración periespiritual de este hombre que no le pertenece más que a él. El sujeto dormido, por intermedio de su espíritu, pudo descubrir esa vibración localizándola con más precisión y así entrar en contacto en forma telepática con ese señor. Fue así como pudo localizar ciertas ciudades por donde pasó. Puede decirse que este caso está bastante cerca de la clarividencia simple, es decir que no hay intervención de espíritu desencarnado, sino simplemente un contacto de espíritu encarnado a espíritu encarnado.

La investigación es infinita

Para Albert de Rochas, los fenómenos estudiados y admitidos por los sabios de la antigüedad, están de nuevo de actualidad y pueden ser probados por el método experimental. Por supuesto que su trabajo sobre los fenómenos psíquicos no se detuvo en los ejemplos citados que contribuyeron a la vulgarización y difusión de los fenómenos espíritas. La existencia del espíritu y del periespíritu era para él de evidencia y por su trabajo probó su existencia y las fuerzas que se desarrollan. Todas esas investigaciones son delicadas y complejas, pero su dificultad no debe detener los investigadores; pues tal como dijo el célebre físico inglés Oliver Lodge: “La barrera que separa los dos mundos, espiritual y material puede caer gradualmente como muchas otras barreras y llegaremos a una percepción más elevada de la unidad de la naturaleza. Las cosas posibles en el universo son tan infinitas como su extensión. Lo que sabemos no es nada comparado con lo que nos queda por saber. 

FIN )

CHRISTOPHE CHEVALIER                                                                                                                LE JOURNAL SPIRITE N° 81 JULLET 2010

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                                     SALDO DE CUENTAS


Continuamente trae la prensa noticias aterradoras sobre muertes violentas, y no de un solo individuo, sino de familias enteras, dejando aparte los siniestros de incendios, terremotos, naufragios, explosiones en las minas y otras calamidades.

Últimamente me llamó la atención que en distintas ciudades de España, en pocos días habían muerto asfixiados varios individuos, en un punto tres hermanos jóvenes que vivían en un casucho ruinoso, en otro lugar dos mujeres ancianas, y en Madrid, cuatro personas, a quienes hallaron muertas por asfixia. Dice así el telegrama:

ASFIXIADOS. — A las cuatro de la tarde la portera de la casa número 18 de la calle de la Princesa, notó humo en el último piso. Llamó a la puerta del cuarto que habitaban una madre con dos hijos, de 18 y 19 años respectivamente, y un huésped, no obteniendo contestación. Dando parte al juzgado de este hecho, éste ordenó a un cerrajero que abriese la puerta, presentándose ante su vista un tristísimo cuadro. Todos se hallaban en ropas menores sin dar señales de vida y envueltos en densa humareda.

La madre, llamada Rita Tejero, era cadáver. Estaba tendida en el suelo. Sus hijos, Francisco y Miguel, muertos también en sus lechos. El huésped, que también estaba acostado, respiraba aún, pero falleció momentos después.

Las cuatro víctimas se acostaron anoche, y habiéndose producido un pequeño incendio en el fogón, murieron todos asfixiados a causa del humo y las emanaciones de óxido carbónico. También aparecieron muertos por el mismo efecto un pájaro y dos gatos. Al concluir de leer el anterior relato, dije con tristeza: ¿ qué habrán pagado esos cuatro infelices? Diciéndome un Espíritu inmediatamente:

II
“¿Qué quieres que paguen? Desaciertos de ayer: los que se reúnen para hacer el mal, es muy justo que se reúnan después para saldar sus cuentas, y un saldo de cuentas ha sido la muerte de esos cuatro individuos que han muerto sin ruido, en el mayor silencio, del mismo modo en que ellos cometían sus crímenes en anteriores existencias; no siendo ellos únicamente los que han pagado en estos días su triste tributo a la justicia eterna; otros muchos diseminados por España han terminado su actual existencia muriendo asfixiados, porque todos ellos pertenecieron en otro tiempo a una cuadrilla de bandidos que durante muchos años fueron el terror de la nación española, quienes escondidos entre las breñas y amparados por lo abrupto del terreno, sin vías de comunicación, eran los dueños absolutos de comarcas enteras cuyos habitantes, dominados por el terror, obedecían sus mandatos, plenamente convencidos de que si así no lo hacían, los días de su vida estaban contados. Pero como todo tiene un término, la cuadrilla triunfante fue perdiendo sus miembros más valientes y temerarios, quedando un grupo de forajidos capitaneados por la mujer que ha muerto últimamente asfixiada y la que entonces era un hombre valiente, pero al mismo tiempo reflexivo, el que se convenció de que siguiendo aquella vida concluiría, como sus jefes, muriendo en la horca o en los despeñaderos. Así propuso a sus compañeros realizar un robo de consideración y embarcarse todos para un punto lejano, donde con el producto de la última hazaña pudieran vivir libres de persecuciones y de continuos sobresaltos y encuentros con la fuerza armada.

Unos cuantos de sus compañeros aceptaron su plan, otros siguieron su vida aventurera. Los que se unieron a su capitán, llevaron a cabo el asalto a una casa de campo habitada por un matrimonio anciano y algunos hijos. Efectuaron el saqueo atando fuertemente a los dueños y demás familia, dejando en las habitaciones grandes hornillos repletos de carbón a medio encender, cerraron las puertas y se fueron con su gran botín, consiguiendo escapar a la persecución de la justicia, que días después se enteró de que habían muerto asfixiados los dueños de la casa de campo escondida entre montañas, pues atados como los dejaron tuvieron que sucumbir entre las mayores angustias.

“Los autores de tan horrendo crimen, se repartieron sus ganancias muy lejos de su patria y algunos vivieron honradamente —como decís vosotros—, sin acordarse de sus últimas víctimas, muriendo todos en su lecho sin que la justicia humana tuviera nada que ver con ellos; pero quedaba la eterna justicia, y, de común acuerdo, se reunieron para volver a la Tierra y morir del mismo modo que habían hecho morir a una familia numerosa, pues no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla, muriendo en pocos días asfixiados todos los que tomaron parte en aquella tragedia. No es la casualidad la que une a los hombres para morir de un modo violento, es la ley que los une para que juntos paguen el mal que juntos hicieron.

“En los terremotos, en las inundaciones, en las explosiones que ocurren en las minas, en los naufragios, en todas esas hecatombes que de vez en cuando llenan de luto a diversos pueblos, siempre —o casi siempre— se salva uno o dos individuos de la muerte, y dice el vulgo en son de mofa: Se salvó uno para contarlo, y en realidad se salva el que no está condenado a morir entre tantas angustias, el que no merece dejar la Tierra en medio de tantas maldiciones como lanzan los que mueren atormentados por el fuego o luchando con las olas.

La humanidad terrena tiene su historia escrita con sangre, las guerras religiosas han sido crueles y aun en vuestros días hay matanzas de judíos y cristianos y se atormenta a los hombres que sueñan por la libertad con una crueldad execrable; y tantas infamias cometidas llevan aparejadas las más terribles consecuencias. Leo en tu pensamiento que razonas, diciendo mentalmente: ¡Dios mío!, entonces no se acabarán nunca los cataclismos en la Tierra, porque si se han de pagar todos los crímenes cometidos por la intolerancia de las religiones, la Tierra será siempre un infierno, porque su historia es horrible, y yo te contesto que el hombre es castigado, no por la destrucción que produce su obcecación e ignorancia, sufre únicamente por el goce que siente viendo agonizar a sus víctimas, por el placer que le proporciona ver una ciudad incendiada, diciendo con orgullo:

¡Qué inmenso es mi poder! ¡Hasta la muerte me obedece!

Los que gozan matando son los que luego viven muriendo; pero los ejércitos que destruyen las ciudades obedeciendo maquinalmente las órdenes de los generales que les llevan al combate, los que matan en defensa propia, porque saben que si no hieren serán heridos, esos no son responsables de sus actos; se adquiere la responsabilidad cuando se goza con el exterminio, cuando se hiere sin compasión al vencido; esos son los verdaderos culpables, esos son los que al llegar al Espacio se deciden a pagar algunas de sus deudas sufriendo una mínima parte del dolor que causaron a sus inocentes víctimas. La voz de la conciencia le dice al criminal que no tiene derecho a ser dichoso si antes no ha padecido el tormento que a otros hizo sufrir. Esto no lo quieren admitir ni creer la mayoría de los que os llamáis espiritistas, porque humilla a la certidumbre de la propia inferioridad; pero ¿ qué verdad no ha sido negada y escarnecida? Ninguna. Todos los adelantos científicos han sido ridiculizados y negados por la mayoría de los sabios; ¿qué extraño es, entonces, que la revolución que producen los Espíritus con sus comunicaciones y sus revelaciones de otras existencias sean rechazadas hasta con indignación por la generalidad y sobre todo que sean culpables de esto quienes se consideran semidioses? Pero la verdad es superior a todas las negaciones, y aunque la humanidad entera niegue la expiación a que están sujetos los terrenales por sus culpas pasadas, ahí están los hechos: en un segundo se hunden las ciudades más florecientes, sucumbiendo entre sus escombros multitudes delirantes, llenas de vida y de juventud, mas ¿por qué sucumben? He aquí el problema, he aquí el arcano que no se quiere estudiar, mas el hecho se ha cumplido, desapareciendo pueblos enteros. ¡Compasión para las víctimas, compasión!… Adiós”.

III
De gran enseñanza es la comunicación que he obtenido, pues ella encierra innegables verdades. La casualidad no existe, la causalidad, sí; y todo acontecimiento desastroso tiene su origen en la sombra del crimen.

¡Desgraciados de aquellos que tienen que ser los actores en las grandes tragedias que llenan de espanto a los pueblos y dichosos los que pueden descansar tranquilos en el rincón de su hogar ni envidiados ni envidiosos!

Amalia Domingo Soler

Extraído del libro “Los albores de la verdad”

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Distinción entre los Espíritus buenos y 
malos

262. Si bien la identidad absoluta de los Espíritus es, en muchos casos, un problema secundario y sin importancia, no sucede lo mismo con la distinción que se debe hacer entre
los Espíritus buenos y los malos.- Su individualidad puede resultarnos indiferente, pero nunca sus cualidades morales. Así pues, ante toda comunicación instructiva, debemos concentrar
nuestra atención en esas cualidades, porque sólo ellas pueden darnos la medida de la confianza que podemos depositar en el Espíritu que se manifiesta, sea cual fuere el nombre con que se presente.

LIBRO DE LOS MEDIUMS CapítuloXXIV
ALLAN KARDEC
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          El valor de la Fe

                                           


   

  Jesús nos señala en el capítulo X, vers. 32 y 33 de S.Mateo, el valor de la fe.

  Quien le confiese y reconozca en su doctrina y enseñanza será reconocido y presentado por El ante el Padre  Celestial.  Esto viene a significar que en el Más Allá recogeremos los frutos de nuestra valentía o cobardía a la hora de  reconocer y defender nuestras creencias y nuestra fe en las enseñanzas de Jesús y en la doctrina espírita que profesamos como una prolongación y ampliación de esas enseñanzas.

    Podemos relacionar esta invitación de Jesús para que seamos valientes en nuestra fé, con la parábola en la que decía que no escondiéramos la luz debajo del celemín.  En ese caso la luz del conocimiento que se oculta o la fe que se niega, es un acto de cobardía, comodísmo  o egoísmo, al no permitir con nuestra actitud que otros se beneficien de esta luz.  Cuando la Fe se oculta y no se expone con valentía, sencillez y claridad cuando llega la ocasión, debido a miedos o temores a la incomprensión o al ridículo, estamos y seguimos ocultando esa Luz debajo del celemín de nuestra cobardía.

     Debemos ser prudentes, no obstante, y no precipitarnos dejándonos llevar por un exceso de entusiasmo a la hora de hablar o de afirmar, pero tras un análisis rápido de las situaciones que se nos presenten para sacar a la luz nuestra Fe en el Evangelio de Jesús, así como en el conocimiento espiritual que tenemos a la luz del Espiritismo, debemos elegir entre la opción cobarde del silencio o incluso la negación, o bien dar un paso al frente con valentía y firmeza, sin complejos ni temores y sabiendo que desde el Plano Espiritual nuestros amigos protectores no nos dejan solos nunca ante esas pruebas y disyuntivas.

     En principio, al obrar así podremos dar una imagen de fanatismo religioso; no importa, lo importante es procurar estar abiertos al diálogo fraterno con una actitud de humildad, de serenidad y de paciencia y haciendo caso omiso a las posibles incomprensiones, recelos y hasta  burlas en alguna ocasión, exponiendo con la mayor claridad nuestros fundamentos y confirmando y reafirmando nuestra fe.

    Debemos estar seguros y confiar siempre en el apoyo de nuestros mentores espirituales cuando llegan esos momentos de prueba y afirmación, no  cayendo en las redes del orgullo o de la soberbia de creernos superiores a nadie, o autosuficientes en la fe, y no nos pase como a Simón Pedro el discípulo del Maestro Jesús, al cual  este le vaticinó que le negaría ante los demás. Y así fue hasta tres veces, de modo que la amargura y remordimiento por su falta de valentía, fueron un castigo a su orgullo . Pedro recibió una dolorosa lección de humildad y tiempo tuvo mas tarde de afirmar públicamente a Jesús enseñando su doctrina durante muchos años hasta su muerte cruenta a manos de  los soldados de Roma, a semejanza del Maestro. Así se redimió ante Jesús y ante el Padre por su debilidad cuando negó al Maestro y con Él, a la enseñanza que este impartió a sus discípulos y a quienes le rodeaban.

    Hay que dar testimonio de Jesús y del Espiritismo, ante todo y en primer lugar mediante la fuerza del ejemplo, y cuando llegue el caso, con la afirmación verbal de nuestra Fe en las enseñanzas de Jesús y su mensaje de Amor, recogidos en los Evangelios y en las enseñanzas de la Codificación Espírita.


- José Luis Martín-
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