jueves, 12 de enero de 2023

Origen de los primeros seres humanos (mi versión)

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.-Origen de los primeros seres humanos (mi versión)

2.-Leyes Universales: Autoanálisis

3.-Nunca pierda la oportunidad de aprender

4.- Allan Kardec, arquitecto del Espiritismo ( II )

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 Origen de los primeros Seres  humanos       

                                                                   ( mi versión)

                                                               


        Antes de intentar desarrollar el presente artículo, he de señalar que no es mi intención herir susceptibilidades, ni crear ciencia-ficción. Se trata de teorías y conclusiones propias, sacadas tras algunos años estudiando dos temas que aquí se relacionan: El fenómeno Ovni-Extraterrestres y los relatos bíblicos.

    Normalmente los Seres espirituales cuando reencarnan habitan el mundo físico que les corresponde y les conviene más, pero sin embargo, a veces sucede que espíritus de un grado determinado ante un inmediato cambio de ciclo planetario del mundo que habitan, por no haber merecido continuar habitando en él, pasan a habitar masivamente  otros mundos de inferior categoría evolutiva  a la alcanzada por ellos mismos, debido a tener algo pendiente que saldar en esos mundos y de paso  cuando regresan a un mundo inferior, al no perder lo ganado en su mundo de origen, y mediante  su superior evolución personal e individual, impulsan la  evolución de los habitantes  que pueblan ese mundo atrasado para ellos.  

   Este fue   el  caso de la “Raza Adámica” ( recordemos el bíblico y mítico relato de Adán y Eva, representados como dos seres humanos individuales que engendraron a toda la humanidad iniciando así un descomunal incesto que dura hasta nuestros días).

Cuando los “Hijos de Dios” fueron expulsados del “Paraiso” (tal como relata la Bíblia, refiriéndose el “Paraíso” al  mundo de procedencia  de la raza Adámica), porque llegaron “desterrados” desde su  “Paraíso perdido”( en otro lejano planeta), y en la Tierra, se mezclaron con “las hijas de los hombres”      (las hijas de “Eva”, o raza humana  primitiva descendiente directo del “Cromagnon”).  

 Llegados a este punto, he de hacer dos incisos para añadir lo siguiente: El mundo de procedencia de los Seres espirituales que llegaron a la Tierra, era un planeta de la estrella llamada Capella, de la constelación de Cochero.

Las razas primarias que habitaban anteriormente la Tierra, Cromagnon y Neardenthal, se fueron formando y agrupando a partir de las estirpes de simios que habían evolucionado, abandonando las copas de los árboles selváticos, y descendiendo a la tierra, donde agrupados fueron cambiando sus hábitos de vida y evolucionaron hasta el prototipo humano. De aquí surge otra interrogante: ¿Por qué determinadas estirpes de simios evolucionaron hasta el prototipo humano, mientras otras han permanecido siendo simios, miembros de la escala animal?; ¿Pudo haber habido alguna intervención tecnológica exterior a la Tierra para que esto sucediera?. Difícil planteamiento que por ahora me temo que queda sin posible respuesta.

Pero volvamos a los desterrados de Capella. Estos “ Hijos de Adán”, recién llegados de otro mundo de donde fueron expulsados ( unos en espíritu y otros en cuerpo físico, siendo  estos trasladados hasta aquí en  naves  interestelares similares a las que aún hoy en día, aparecen en nuestros cielos sobre los campos, mares y ciudades), y sigue diciendo el relato bíblico: “ encontrando hermosas a las “hijas de los hombres” (terrícolas), se cruzaron o emparejaron con ellas,  forjando una nueva raza de “gigantes de seis dedos”, tal como describe literalmente el texto bíblico  En nuestra época reciente, la ciencia ha confirmado su probable realidad al descubrir yacimientos de restos fósiles de tales gigantes de seis dedos; ( tal vez estos primeros padres  inter-espaciales tienen un cuerpo físico que algunos de ellos, además de tener en relación a nosotros  una exagerada estatura, también podría ser que  tuviesen seis dedos en cada mano, tal como describe el relato de la Bíblia).

 Precisamente se conocen tres tipos de “seres extraterrestres” en general, ( probablemente haya más, pues sus procedencias desde el Cosmos son variadas) : los hay de baja estatura, amplia capacidad craneal, y seis dedos; otros similares, pero de estatura y aspecto más semejante a nosotros, y otros de estaturas altísimas asombrosas, aunque conservan un aspecto humano como nosotros, parecidos al tipo nórdico : además de la estatura, son de tez blanca, cabellos rubios y ojos azules.

Aparte de las migraciones de Espíritus de un mundo a otro, es de señalar que de modo excepcional, existen algunos Seres espirituales de muy elevado rango evolutivo que reencarnan voluntariamente  en mundos inferiores, en misión de ayuda por Amor a las Humanidades que los pueblan. Para no causar recelos ni rechazos, reencarnan en la misma raza y prototipo físico que los habitantes de la tierra de nacimiento. Entre estos los hay de grado muy elevado, siendo mencionados como Avatares, Mesías, Profetas, Enviados, etc, que han venido a la Tierra en diferentes épocas y lugares para ejercer una  importante misión de carácter social o espiritual, ayudando así a evolucionar a la Humanidad o a un sector de la misma. Se puede apreciar fácilmente en todos ellos, una misma y elevada moralidad que se asemeja  paralelamente a la enseñada por Jesús Cristo, basada en el Amor al Padre mediante el amor al prójimo y a toda la Creación.

- José L. Martín -

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LEYES UNIVERSALES :AUTOANÁLISIS 

 Necesidad de su práctica. Procedimiento y realización. 

     A medida que penetramos en el conocimiento espiritual, que es el conocimiento de las leyes de la Vida en su aspecto trascendente; vamos apreciando en la vida humana aspectos que nos eran desconocidos, y cuyo desconocimiento ha venido siendo causa de errores múltiples causantes de dolor e impedimento de progreso. 

     El conocimiento espiritual nos capacita para conocernos mejor, a nosotros mismos, conocimiento éste indispensable para una mejor actuación en nuestra vida humana, que es un aspecto de la vida del espíritu, necesaria para su evolución. 

     Según nos refleja la historia en el frontis del antiguo templo de Delfos (en la antigua Grecia) estaba grabada esta frase: 
      SI QUIERES LIBERARTE DEL ABISMO, CONÓCETE A TI MISMO 
 Y, ¿cómo podremos conocernos a nosotros mismos?
 Pues sencillamente, estudiándonos, analizando nuestros sentimientos, pensamientos y deseos, observando nuestras reacciones en el contacto con las gentes y en nuestras relaciones familiares en el hogar. Y el autoanálisis o análisis de uno mismo, es el medio de que podemos valernos para conocernos, para conocer nuestras cualidades negativas y positivas, nuestros defectos y virtudes. 

     Sólo estudiándonos, analizándonos con imparcialidad, observándonos en nuestros sentimientos, pensamientos, deseos y reacciones, podremos conocer nuestras imperfecciones y nuestros valores morales. Para ello es indispensable colocarse en una actitud mental de absoluta imparcialidad, con abstención completa del “yo” humano, inferior, de la propia personalidad, como si estudiásemos a otra persona. 

     Las personas que carecen de conocimiento espiritual viven, por lo general, cegadas por el amor propio, lo que les incapacita para conocerse a sí mismas. 

     De aquí que, frecuentemente, se sienten impulsadas a resentimientos por el trato que reciben de los demás, sin detenerse a analizar si ese trato es la consecuencia o respuesta de su sentir o proceder. 

    Debe preocuparnos más analizarnos a nosotros mismos que analizar a los demás; porque, casi siempre el trato que recibimos de los demás, tiene su causa en nosotros mismos: en nuestros sentimientos, pensamientos y en nuestras reacciones. 

     Debemos analizar todo pensamiento de censura hacia los demás y ser tolerantes y comprensivos con todos; pues, a poco que nos interesemos por ellos, encontraremos que las reacciones desagradables y otros aspectos de su vida que suelen molestarnos, casi siempre, tienen su origen en sus sufrimientos físicos y morales y en su incapacidad para resignarse o para reaccionar positivamente frente a esas vicisitudes dolorosas, porque carecen del verdadero conocimiento espiritual. 

     Conocéis ya que la perfección es la meta que tenemos que alcanzar, más pronto o más tarde. Conocéis también que, una sola vida es insuficiente para alcanzar tal objetivo, para liberarse de todo el lastre que arrastramos. Pero, sí podremos liberarnos de una buena parte de ese lastre. 

     ¿Y cómo podremos liberarnos de ese lastre que nos tiene atados a las vidas penosas, si no lo identificamos? Solamente identificándolo mediante el autoanálisis. Pero, con absoluta imparcialidad, sin concesiones, único modo de conocerlo en sus diversos aspectos, de conocernos a nosotros mismos, de ver las diversas facetas de nuestra personalidad, especialmente aquellas que ignoramos y que el autoanálisis puede descubrir. De este modo, podremos apreciar en nosotros imperfecciones que han venido pasando inadvertidas, pero que, sin embargo, censuramos en los demás. Y ello se debe a que nuestro ego inferior (humano) obstruye la manifestación de nuestro Ego superior (espiritual). O sea la acción del “yo” humano que, cegado por el amor propio le hace sentirse superior a quienes le rodean y se incapacita para analizarse a sí mismo. No obstante, no es difícil si nos lo proponemos con determinación. 

     Como ejemplo:
 -¿En qué proporción consigo dominar mis instintos? 
-¿En qué medida me abandono a los excesos? 
-¿En qué grado controlo mis emociones e impulsos? 
-¿Cómo reacciono ante las dificultades, contratiempos y vicisitudes de la vida? 
-¿Cómo reacciono ante una palabra o frase desagradable? 
-¿Soy vanidoso, orgulloso, envidioso, rencoroso, etc.? 
-¿He lastimado a alguien de palabra o de hecho, o causado algún daño? 
-¿En qué proporción contribuyo al bien de los demás? 

     Por el autoanálisis, la meditación, el recto pensar y el recto actuar, irá produciéndose en nosotros una transformación en nuestra conducta, que nos ayudará a ascender más rápido en el empinado camino de la evolución. 

    Comencemos analizando nuestra reacción, en el diario vivir, ante una palabra impropia o frase torpe, así como nuestro lenguaje familiar: como esposos, como padres, como hijos, como hermanos y demás. ¿Cuál es el lenguaje empleado: el correcto, suave y afable, cual corresponde a toda persona civilizada; o el incorrecto: áspero, del bruto, del individuo ordinario? Y esto que a simple vista parece carecer de importancia, la tiene en grado sumo; pues, es la diferencia entre una vida de relación armónica y agradable en el hogar que debe ser siempre un refugio de paz y amor; y una vida de “perros”, que no concuerda con la  condición de una persona que se tenga por civilizada. 

     Y no os desaniméis si encontráis en vosotros aspectos negativos, ya que los mismos son superables si os proponéis incorporar a vuestra vida las enseñanzas de amor que, en una modalidad razonada, estáis recibiendo. Si así lo hacéis, pronto apreciaréis que esos defectos irán desapareciendo poco a poco; y vuestra vida se verá transformada con las vibraciones positivas que de ese modo irradiaréis constantemente en vuestro alrededor, y que atraerán hacia vosotros “respuestas” positivas de los demás con quienes convivís y os relacionáis. 

     Nuestros hermanos espirituales superiores están ansiosos de cooperar en nuestro progreso. Y tratan de ayudar en diversos modos, entre los cuales, por medio de sensitivos al servicio del bien, están enviando mensajes constantemente y realizando curaciones maravillosas en la humanidad. 

    Conocéis ya que el progreso es el resultado de un constante esfuerzo. Y si queremos progresar, hemos de esforzar nos en ese propósito. 

    Vigilemos siempre nuestros sentimientos, pensamientos y deseos, a fin de no permitir en nuestra alma y mente la entrada de aquellos negativos y ruines que amargarán nuestra vida y serán impedimento de progreso. 

     Por ello necesario es observar nuestras reacciones y actuaciones en nuestras relaciones humanas, si queremos conocer nuestro comportamiento. 

     Demos siempre amor. 
Seamos bondadosos y sencillos en nuestro diario vivir. Y con ello, seremos los más beneficiados en todo sentido. 
    Tratemos a los demás como queremos ser tratados, si deseamos liberarnos de las vidas penosas y progresar más rápidamente. 

   Y por último, si queréis formar parte de los escogidos en este tercer milenio, para poblar el maravilloso mundo que será este planeta nuestro al quedar libre de la maldad humana, ya en el comienzo del próximo siglo, debéis prepararos.

     No esperéis la gracia o salvación gratuita, que sólo está en la creencia de las mentalidades infantiles. Estamos viviendo los últimos días de la actual civilización. Y en estos próximos años va a efectuarse la clasificación planetaria. Los clasificados como de la izquierda del Cristo serán expulsados a mundos primitivos, mundos de sufrimiento, como ha sido el nuestro en el pasado, según nos relata la historia. Proponeos ser los de la derecha del Cristo; pero, no por creencias, sino por el amor sentido y realizado. Con tan solo unos pocos años de esfuerzo en la superación de las imperfecciones del carácter y conquista de las cualidades positivas, como hemos venido conociendo en el desarrollo de este curso, podréis colocaros en la tónica vibratoria de los escogidos. No desperdiciéis esta oportunidad que la Divina Providencia os ofrece en estos últimos días del final de este ciclo planetario.

 SEBASTIÁN DE ARAUCO

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NUNCA  PIERDA LA    

                  
     OPORTUNIDAD DE APRENDER
                                      


  Nunca pierda la oportunidad de aprender  con una dificultad. Aprender, generalmente, es destruir una visión y construir una nueva perspectiva.
Cuando alguien para y se cuestiona sobre los motivos de estar enfrentando un problema, infelizmente, la mayoría encuentra la respuesta de modo errado:  culpando al otro. La culpa es del jefe, del compañero, de los padres, del empleado.
El otro nunca es la respuesta para sus problemas. Si usted no aprende con la dificultad, va a repetirla hasta el infinito. Va a cambiar de empleo, de compañero, de empleados.... pero cuando se de cuenta de que cambió a las personas y el problema continúa siendo el mismo y se repite.
Las dificultades son oportunidades de aprendizaje y cuando perdemos esa lección, el dolor se torna inútil.
Para todo problema existe una solución. Además, esta es una definición: el problema es un acontecimiento siempre acompañado de solución. Cuando usted no tenga una solución será necesario definir cual es el problema.
Usted descubre que no tiene dinero para pagar las cuentas. Está bien, no tener dinero es un problema, principalmente si los acreedores le están cobrando y los intereses aumentando. La solución, ciertamente  se inicia por el recorte de gastos, continúa con una negociación con los acreedores y alguna acción para ganar más dinero. Al final aprendió de esa situación que parecía tener solo un aspecto negativo.  Usted: 

- Aprendió a gastar de acuerdo con sus ingresos.
-Aprendió a ser humilde para negociar con los acreedores.
- Aprendió a ganar más. 
¡ La solución siempre existe!  Y en la mayor parte de las veces, la persona sabe cual es. Lo difícil es tener el coraje de realizarla. Nunca pierda la oportunidad de aprender con una dificultad.
Aprender generalmente es destruir una visión y construir una nueva perspectiva.

Y, principalmente, tenga la certeza de que el problema será resuelto. Si usted tuviese alguna duda, piense de esta manera: si muriese ahora, ¿ cual sería la evolución del problema?. ¿ Se da cuenta?. Él será resuelto de alguna manera.
La única cosa que no funciona es juzgar en el otro la responsabilidad de sus dificultades. El odio bloquea la creatividad y solo empeora las cosas. Las personas que alguien llama como enemigos, son los mejores maestros que la vida nos ofrece para ayudarnos a aprender las lecciones de crecimiento. Ellos nos mantienen preparados para poder evolucionar. Después que usted resuelve una dificultad, agradece a esa persona por enseñarle una lección. Por eso, Luis A. Gasparetto dijo: " Perdonar es descubrir que usted no tiene razón ninguna para perdonar, es solo vivir lo aprendido. Eso solo acontece cuando usted aprovecha la oportunidad para crecer". Si guarda odio contra alguien, piense en la lección que usted tiene que aprender y su vida será mucho mejor.

( Aportado por Claudia Dantas )


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ALLAN KARDEC, ARQUITECTO  DEL ESPIRITISMO ( II ) 



( continuación del publicado anterior)


    ...//... Igual que para la educación del género humano, hizo obra de educación en su trayectoria de difusión espírita, aclarando punto por punto todos los conceptos de esta nueva espiritualidad a la luz de rigurosas observaciones y experiencias. Con un extraordinario espíritu de síntesis, efectuó un inmenso trabajo de compilación y comparación, agotando a los médiums haciendo preguntas en forma cruzada, volviendo atrás sobre los puntos oscuros o mal definidos. A cada instante aplicó, con 
inteligencia y método la topología educativa de Henri Pestalozzi: partir del hecho bruto, del elemento “natural”, para la fuerza de experimentación y de observación, pero también de abstracción y de intuición, establecer el precepto educativo, teórico y científico del espiritismo. Con respecto a la difusión de la nueva filosofía y ciencia espírita, fue un infatigable comunicador, brillante orador, conferencista contundente, pero a quien también le encantaba recibir en su casa a los numerosos visitantes que querían conocerlo. Con ese público atraído por las ideas espíritas, era el mismo pedagogo benevolente, que explicaba con un rigor sin fallas las menores dificultades de comprensión, procediendo siempre de lo conocido a lo desconocido, de lo simple a lo compuesto, haciendo tocar con los dedos las verdades esenciales, y no confiando al espíritu más que lo que había sido captado por la inteligencia. Ante cada crítica, sabía elevar un razonamiento irrefutable, de una claridad y una lógica temibles, porque era verdadera y justa.
     Esa manera de actuar, ese comportamiento de rigor y método, le permitió al espiritismo salir de los balbuceos y los hábitos de la interpretación subjetiva y empírica, al darle las armas pacíficas para oponerse a todas las contradicciones, intolerancias y otros múltiples ataques que tuvo a sufrir en repetidas oportunidades.
     Aún hoy, el edificio establecido por Allan Kardec sigue teniendo una notable coherencia y es la primera obra de referencia sobre ese mundo espiritual paralelo, en permanente interacción con nuestro mundo material, y las leyes que rigen esa interacción. En primer lugar Kardec aportó esa pedagogía indispensable a la tarea de estructuración, luego de difusión, de los principios espíritas. Por otra parte, el retrato hecho por Anna Blackwell, la traductora inglesa de su obra en el siglo XIX, es revelador de lo que era el hombre y su personalidad: “Allan Kardec es de estatura media, robusto, de cabeza ancha, redonda, firme, con rasgos marcados y ojos gris claro, que más bien parece alemán que francés. Es enérgico y tenaz, pero de un temperamento tranquilo, prudente y realista hasta de una cierta frialdad. Incrédulo por naturaleza y por educación, de una razón lógica y precisa, eminentemente pragmático en ideas y acciones, se distancia tanto del misticismo como del entusiasmo. Serio, poco dado a la charlatanería, sin afectación, pero con una cierta dignidad tranquila, resultado de la seriedad y la independencia de criterio, que son los rasgos distintivos de su carácter, no busca ni evita las discusiones, pero sin aceptar críticas sobre el tema al cual ha dedicado toda su vida. Recibe amablemente a los innumerables visitantes que vienen de todas partes del mundo para hablar con ellos sobe las ideas de las que es el representante más autorizado, respondiendo a las preguntas y a las objeciones, resolviendo dificultades e informando a todos los investigadores serios con quienes habla libremente y con animación. Muestra en toda ocasión un rostro radiante, agradable, del que se transparenta su buen humor, aunque por su sobriedad natural en sus maneras, nunca se le ve reír”. 

Allan Kardec, el científico

Dentro del esfuerzo de investigación positiva y de experimentación que caracteriza al fundador del espiritismo, el conjunto de sus trabajos responde a un mismo enfoque, el que ya había sido vislumbrado por E. Swedenborg, que responde a la noción de rigor científico y que parte del hecho registrado. Es también el que ya había sabido desarrollar el brillante espíritu del niño en la escuela de Pestalozzi. Recomendando a quien quisiera conocer en serio el espiritismo obligarse al estudio riguroso y profundo, él mismo definió un esbozo de metodología dentro de la observación pura y sistemática de las cosas. Así escribió en El Libro de los Médiums: “Toda enseñanza metódica debe proceder de lo conocido a lo desconocido. Para el materialista, lo conocido es la materia, partid pues de la materia, y procurad ante todo, haciéndosela observar, convencerle de que en él hay algo que escapa a las leyes de la materia”. Partiendo de la teoría espírita que se define como hipótesis de trabajo y extraída de la observación de hechos registrados, Allan Kardec invita luego a pasar revista a los fenómenos espíritas encontrados.
     Éstos se vuelven entonces explicados o explicables: uno puede darse cuenta, comprender la posibilidad, conocer las condiciones en que pueden producirse y los obstáculos que pueden encontrar, y eso cualquiera que sea el orden en que sean llevados por las circunstancias. Derivando lógicamente de esa conducta, lo que se pone en juego es la repetición experimental y lo que debe permitir invalidar o confirmar la teoría inicial, siendo ésta susceptible de modificaciones a todo lo largo de las comprobaciones ulteriores producidas por esos mismos experimentos.
     Este enfoque fenomenológico, presentido por Kardec en una época en que la ciencia moderna se encontraba en sus primeros balbuceos, no tiene nada que envidiar al moderno enfoque científico de los más grandes científicos de nuestro tiempo. Corresponde a la esencia misma del avance científico, tal y como lo aplicaron los grandes sabios de los años 1885 a 1925 sobre, por ejemplo, los fenómenos de materialización y de ectoplasmia por médiums de efectos físicos. Podemos resumir así las principales exigencias:
- Observación imparcial y sistemática de los hechos, - Sometimiento de los hechos a la experimentación dentro de la capacidad de repetición y renovación de las observaciones,
- Establecimiento de una teoría como hipótesis de trabajo,
- Comprobación experimental de la hipótesis y si fuera necesario ajustar la tesis inicial,
- Establecimiento de una ley general que considere la relación de causa a efecto, las mismas causas deben producir los mismos efectos.
Nunca se apartó Allan Kardec de esta línea de conducta, heredada de su formación en Yverdon con el contacto simple pero auténtico con la naturaleza, que agudizó su sentido de la observación meticulosa y atenta. He allí el considerable aporte que permitió al espiritismo encontrar su carta de nobleza para hacer juego de igual a igual con las ciencias, porque justamente contenía en él todos los atributos de la ciencia. Esa actitud dio al espiritismo una suerte de fianza moral que autorizó finalmente a romper el sobre oculto de las creencias y las supersticiones que le impedía ser lo que realmente es:
- una filosofía, pero este atributo es más fácil de comprender debido al vínculo manifiesto con las grandes cuestiones metafísicas del hombre,
- y una ciencia a carta cabal, para una época en que, para existir, la propia ciencia defendía lo contrario de una fe secular donde el pensamiento humano era comprimido desde hacía siglos por
la intolerancia religiosa (recordemos a Galileo) seguía siendo un reto desde el instante en que las nociones de alma, de comunicación con el más allá y de leyes divinas que allí están incorporadas, volvían a reducir más la idea espírita justamente a religión o creencia religiosa. No olvidemos que
en tiempos de Allan Kardec, catolicismo y Estado todavía estaban “naturalmente” unidos, que cuando él nació el primer dirigente del país había sido consagrado por el Papa, confirmando así su legitimidad de soberano de derecho divino por la gracia de Dios.


Allan Kardec, el arquitecto indispensable

Lejos de ser una actividad arbitraria, un pasatiempo, un entretenimiento o hasta un engañabobos, la esencia misma del espiritismo se halla muy en otra parte. Para Kardec, se trata a la vez de una investigación científica y filosófica, reunir estas dos nociones convertidas en enemigas, en primer lugar porque el objetivo no es gratuito, luego porque los resultados alcanzados son indudables, y por último porque las consecuencias que impone son de un alcance y un poder capitales para la evolución y el porvenir de la humanidad. Si el espiritismo como doctrina filosófica pudo ser fundamentado científicamente, se lo debe a la particular formación de su codificador, pero también a su personalidad y su carácter.           En suma, en 1854 hubo un feliz encuentro —¡pero finalmente no tan arriesgado!— entre una ciencia que daba sus primeros pasos y un hombre muy cultivado y avezado en las exigencias más objetivas del rigor científico, que hasta muchos de sus detractores saludaron.
     Si bien la vida de pedagogo como H. L. D. Rivail al servicio de la instrucción pública durante más de un cuarto de siglo dejó algunas huellas a través de una docena de obras reconocidas y adoptadas por la Universidad de Francia, fue el espiritismo el que hizo salir del anonimato a Allan Kardec. A la inversa, fue él y nadie más quien salvó el espiritismo del peligro de ser una simple fantasía, un entretenimiento de salón. A no dudarlo, no hubo casualidad en ese encuentro:
     H. L. D. Rivail fue un espíritu comisionado para cumplir justamente esa inmensa tarea de estructuración y codificación de lo que significaba el espiritismo aun antes de que existiera la palabra. Y si pasó dos veces más tiempo en la instrucción que en el espiritismo, fue porque ciertamente era preciso sembrar las semillas en el mantillo del hombre ya fértil para recoger más tarde todas las cualidades y aptitudes necesarias para ese trabajo. No se explica el espiritismo si se olvida que un hombre de razón, humanista, honesto y riguroso, hizo los experimentos antes de poner por escrito las bases del concepto espírita. Bien lejos de significar que el espiritismo había planteado como hipótesis inicial la existencia e intervención de los espíritus o cualquier otro principio de su filosofía (reencarnación, etc.) “el espiritismo llega a la existencia de los espíritus cuando esa existencia es resaltada con evidencias por la observación de los hechos” como diría él a la inversa. Si los espíritus no se hubieran manifestado, nunca hubiera habido filosofía, ciencia o moral espírita derivadas de ello. Sin su enseñanza, ningún hombre —habría sido un genio— hubiera podido encontrar los principios, las leyes y las reglas de conducta del espiritismo, y H. L. D. Rivail jamás se hubiera convertido en Allan Kardec y finalmente no se le habría concedido mayor interés.

Soporte esencial para la investigación metapsíquica
Así, es evidente que hacía falta un espíritu del temple de Allan Kardec, con el método y el rigor que fueron suyos, para demostrar a los filósofos que el espiritismo no es una doctrina abstracta, a los religiosos que no es una nueva secta, y finalmente a los científicos que el ámbito espírita es tan natural como el de la biología, la física o la química para citar sólo estas. Comprender el espiritismo significa, para todos y cada uno de los que se interesan con seriedad en el asunto, comprender y conocer a su fundador en su vida y en la obra que ha legado en herencia para toda la humanidad. Si fue inseparable de un hombre para que le diera el impulso, fue inseparable de los espíritus que permitieron esa enseñanza, pero sin embargo, no quedó encadenado al hombre para desaparecer con él. A partir de allí, el espiritismo pudo vivir y seguir viviendo su propia vida, enriquecerse con el avance de la ciencia y de las conciencias y marcar su independencia por su existencia propia, tal como el ser humano que crece después de haber sido parido. Es en ese sentido que Allan Kardec tuvo estas palabras algunos meses antes de su muerte: “El espiritismo no es más solidario con aquellos a quienes gusta llamarse espíritas que la medicina con los charlatanes que la explotan, ni la sana religión con los abusos o hasta crímenes cometidos en su nombre. No reconoce como adeptos sino a aquellos que ponen en práctica sus enseñanzas, es decir, que trabajan por su propio mejoramiento moral, esforzándose por vencer las malas inclinaciones, ser menos orgullosos, más dulces, más humildes, más pacientes, más benevolentes, más caritativos hacia el prójimo, más moderados en todas las cosas porque ese es el signo característico del verdadero espírita”. Nad
ie puede imaginar lo que hubiera ocurrido con la investigación parapsíquica sin el pensamiento kardecista que establece las bases ineludibles a toda reflexión sobre el asunto. Es justamente lo que proponen los diferentes artículos de esta revista explicando cómo las investigaciones, los trabajos y las obras de los continuadores, pudieron hacer avanzar la reflexión científica y filosófica a partir de esta arquitectura inicial establecida por Allan Kardec.

-Le Journal Espírita nº 81-

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