1.- Individualismo moral
2.- Recibir noticias de quienes se fueron
3.- Comunicado de Amalia D.Soler
4.- Si hago oración por alguien,¿atraigo a sus obsesores?
5.- Pena de Muerte, ayer y hoy
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INDIVIDUALISMO MORAL
“Para el individualista moral, ser libre es estar sujeto sólo a las obligaciones que voluntariamente hago mías; lo que deba a otros será en virtud de algún consentimiento o promesa tácita o explícita”
(Dr. Michael J. Sandel – Libro: Justicia)
Sin duda, en el sentido de esta frase muchos reconoceríamos nuestro ideal de justicia, ética y deber respecto a nuestro prójimo. Es una idea muy potente asumir que la persona es únicamente responsable de sus actos voluntarios y que en ningún caso debe ser responsable de los actos de otros, de sus antepasados, de sus creencias. De hecho, bajo el aspecto de las leyes Espirituales sobre las consecuencias que se derivan de nuestros actos, somos nosotros los responsables últimos. También bajo este planteamiento es lógico pensar que, si la única obligación moral que tengo es mi libertad de elegir, carezco de ataduras morales a otra cosa que no sea yo mismo, y por ello las obligaciones morales que dimanan de la solidaridad, la lealtad, la memoria histórica o la fe religiosa son asuntos que no me atañen moralmente, pues mi libre albedrío no las ha elegido, han llegado sobrevenidas.
Como podemos comprobar, no es tan fácil dirimir ni definir nuestros derechos y obligaciones sin abordar las cuestiones morales. Y todo esto ocurre porque el hombre, por encima de otra cosa, es un ser moral. En su propia naturaleza humana no puede desligarse de su identidad social particular, pues es heredero de su pasado familiar, de su familia, tribu o patria, de su educación y creencias, y esto condiciona en su vida actual su propia particularidad moral. Esta dificultad que a nivel de responsabilidad ética y justicia humana es más que evidente, queda diluida cuando abordamos el tema desde un enfoque espiritual.
Así como las leyes de la justicia humana intentan buscar la equidad sin conseguirlo, muchas veces las leyes de la justicia divina tienen muy claro cuáles son las responsabilidades y cómo deben atender la justa reciprocidad para que cada cual reciba aquello que merece. Desde el punto de vista humano, es muy difícil conseguir un equilibrio de equidad en la justicia, pues aun suponiendo que todos partiéramos desde las mismas condiciones, esto es una ficción, pues las desigualdades humanas vienen no sólo desde la cuna, sino también de las condiciones que la naturaleza otorga a cada uno cuando viene a este mundo (más o menos inteligencia, una discapacidad, distintas oportunidades en el lugar de nacimiento, familia, economía, etc.). Sin embargo, desde el punto de vista espiritual la reflexión cambia por completo, atisbándose una justicia perfecta donde las condiciones de partida son las que derivan de nuestro pasado, donde sembramos las causas de lo que hoy somos y la forma en que hemos venido a este mundo. En otras palabras, estas condiciones de partida que nos diferencian ya contienen en sí mismas la justicia, pues todas ellas son el resultado de nuestros propios actos. Es preciso dar las claves espirituales para que el lector comprenda esta gran diferencia entre la justicia humana y la que rige de verdad todo el proceso evolutivo del hombre a través de las eras y milenios. La primera de ellas es concebir que existe una Causa Primera e Inteligencia Suprema de todo lo que existe. Esta Causa Primera, que podemos llamar Dios, reúne todos los atributos inimaginables de la perfección, como bien se refleja en su creación de la que el hombre forma parte: el universo físico y el espiritual. No podemos saber de Él más que por sus efectos, pues nuestra limitada inteligencia sólo puede asombrarse de la perfección de las leyes que rigen la naturaleza, el macro y el microcosmos del que formamos parte. Además, al ser Dios eterno y atemporal, está fuera del espacio y el tiempo, por lo que no podemos alcanzarlo ni mucho menos comprenderlo. Bajo esta concepción de justicia superior se nos crea a todos iguales, simples e ignorantes en lo que respecta a nuestra naturaleza espiritual inmortal (alma o espíritu), y se nos otorga el libre albedrío para formar nuestro propio destino. De aquí se derivan las desigualdades, las diferencias entre unos y otros, las capacidades y competencias, las contingencias y dificultades que cada cual enfrenta cuando nace. Este hombre inmortal y milenario va experimentando, avanzando, acertando y equivocando su ruta de crecimiento y de progreso mediante multitud de regresos a la Tierra a través de la reencarnación. Y como bien podrían aceptar los individualistas morales, es el uso de nuestro libre albedrío el que marca la diferencia.
El código moral que emana de esta justicia superior radica en el hecho de que todos somos iguales en principio, y es únicamente nuestra voluntad y libre albedrío, dirigido en un sentido o en otro, lo que determina las características que perfilarán nuestra personalidad en el futuro. Aquí sí podemos hablar de una total igualdad, sin arbitrariedades ni distinciones de ningún tipo, pues esta se define por las normas emanadas de la divinidad para todos los espíritus que pueblan el universo. Y como es lógico suponer, si el legislador es perfecto, las normas que emanan de él son igualmente perfectas para la finalidad hacia la que han sido proyectadas.
Ademas de Dios y de la igualdad de todos ante sus leyes y su justicia, existe también otro aspecto a destacar respecto a la ética y los códigos morales. Existen derechos humanos considerados universales de los que no podemos sustraernos, aunque no los hayamos aceptado por nosotros mismos; el mero hecho de pertenecer a la humanidad y de considerar al hombre como un fin en sí mismo, nos obliga a preservar la vida, a ayudar a aquellos que sufren, a solidarizarnos con los que poseen peores condiciones ayudándoles a mejorarlas, etc. Estos y otros muchos derechos y obligaciones morales que tenemos por pertenecer a la raza humana se ven ampliados con otros que nos vienen dados por el lugar donde nacemos, la herencia con la que venimos y la identificación con las creencias en las que hemos sido educados, la tribu o la patria a la que pertenecemos, etc. Son muchos aspectos que forman parte de lo que somos, es decir, nuestra personalidad humana. Esta última, por mucho que quiera, puede no identificarse con algunas cosas que hemos heredado; sin embargo, todas ellas constituyen parte de lo que somos. En otras palabras, el lugar donde nacemos y la educación, cultura y contingencias que nos afectan, no son casualidades ni accidentes del azar desde el punto de vista espiritual.
Existe una planificación espiritual previa antes de nuestra llegada a la Tierra en cada reencarnación, y las principales condiciones -favorables o desfavorables- en las que vamos a reencarnar suelen estar prefijadas de antemano, con el fin de alcanzar el objetivo de toda vida humana: el progreso espiritual.
Así pues, es difícil desvincular nuestros códigos morales de aquello que somos, pues se hallan junto a nosotros desde tiempo inmemorial viajando vida tras vida en las distintas experiencias reencarnatorias. Esto confirma que, en la medida que afinamos y ajustamos nuestros códigos morales a las leyes perfectas de la moral universal instituida por Dios, progresamos rápidamente, avanzamos en el camino de la felicidad y sembramos libremente por nuestro propio esfuerzo un destino de dicha y progreso que nuestra alma necesita y a la que se ve impelida. Si todos somos iguales, el sentido de la justicia de Aristóteles en el que es preciso educar al ciudadano para que contribuya al bien común y alcance la vida buena en base a unos ideales superiores, no atenta en absoluto contra la libertad de elegir del ser humano.
Es perfectamente neutral y coherente, pues busca, en base a una finalidad superior, que el hombre sea mejor cada día y se comporte como ciudadano, aceptando los deberes que le corresponden en una sociedad cada vez más justa y encaminada hacia el respeto absoluto al derecho y libertades de los demás. Esta concepción de la ética y la justicia aristotélica, criticado por los individualistas morales que creen que con ello se restringe la libertad del individuo, coincide plenamente con el sentido moral y ético de la vida humana que las leyes de Dios impregnan en la conciencia del ser humano desde que el espíritu es creado.
Así pues, desde el punto de vista humano no podemos sustraernos de las obligaciones morales que nos corresponden, y por ello, el libre albedrío no es suficiente para garantizar ni los derechos humanos ni las libertades. Es preciso abordar el aspecto espiritual para comprender que el individualismo moral es insuficiente y en muchos casos egoísta, pues prescinde de la obligada solidaridad que nos corresponde al pertenecer a la especie más perfecta y superior que Dios haya creado nunca, con libertad para decidir y capacidad de razonar. Será preciso avanzar, estudiar y profundizar en las ciencias del espíritu, para comprender cómo nos afectan las leyes espirituales más profundamente, y en ello descubriremos la esencia principal de todas las reglas que rigen el universo: el Amor divino proyectado por el creador del Universo para que su obra principal -el espíritu humano- se vaya acercando a ÉL mediante el crecimiento intelectual y el progreso moral.
Antonio Lledó Flor - Amor, Paz y Caridad
“El hombre es un ser moral, con libertad para elegir, responsable de sus actos y obligado a reconocer sus errores aceptando que no todo es válido “
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RECIBIR NOTICIAS DE QUIENES SE FUERON
Fabiano Vidal
Por Randy*
Este es un manual práctico para aquellos que perdieron a personas queridas y desean desesperadamente tener noticias de estos espíritus a partir del plano espiritual.
Por una cuestión e lógica doctrinaria, los pasos a seguir deben ser adoptados fielmente, de modo que se obtenga el mejor aprovechamiento intelecto/moral – y también. porque no decir, emocional.
Veamos los pasos:
1) Evalué su deseo: ¿Este atiende a qué necesidad? ¿Sería una necesidad del desencarnado? No, pues si usted supiese de alguna necesidad de él, es señal de que ya hubo una comunicación. ¿Bien, si no lo solicita el desencarnado, entonces lo desea usted, cierto? Solo que este deseo incluye dos partes y usted no sabe del deseo de la otra parte. Si usted no lo sabe es porque no lo consultó. Si no lo consultó y no lo sabe, entonces es un deseo solamente suyo. Si es apenas suyo, eso se llama “egoísmo”
2) Evalué la cuestión bajo la perspectiva doctrinaria. ¿El teléfono toca de allá para acá? No… Quien dijo eso hablo sin sentido. Es posible evocar a cualquier persona que haya desencarnado. Es posible, pero… ¿quien dijo que ella quiera atender o pueda atender?
3)Evalué la necesidad. La muerte es condición irrevocable de la vida. Y allá va la bomba: si nadie le dijo que todas las personas que conoce van a morir, incluso usted mismo. Y usted verá a todos morir, a no ser que muera antes. ¿Entonces, si en algún momento usted se imagina que tiene necesidad de conversar con quien ya se fue por que está con nostalgia o porque está con depresión?, ¿se imagina como será su momento en que usted piensa que tiene la necesidad de hablar con quien ya se fue de su vida y su rutina?
Si usted se dice espirita, es el momento correcto de demostrar su conocimiento en la práctica. En el Espiritismo nosotros aprendemos a lidiar con la muerte y lidiar con la muerte no supone en momento alguno tener necesidad de charlar con los muertos a nuestro placer.
4) Evalué la institución o grupo supuestamente espirita. Si actúa como agencia de tele márquetin espiritual, abandónelo, pues la producción en masa de eventos de esta clase retira de todos ellos la calidad y autenticidad. Si usted es espirita y cree que el médium que se presta a esta clase de comunicaciones, no se engaña, o no es engañado y tampoco engaña, entonces usted precisa estudiar más, pues el espiritismo no le está valiendo de nada.
5) Evalué la condición del espíritu. Si el tuvo una vida moral adecuada, es obvio que este esté bien y usted no precisa saber más noticias. Y si él no tuvo una vida moral adecuada, puede ser que no esté tan bien. ¿Y en ese caso, usted que es lo que puede hacer? ¿Orar por él?, ¡ Sí, Claro!... ¿Pero, precisa de una comunicación para orar por él?
6) Evalué sus sueños. ¿Usted ha soñado con el ser querido con frecuencia y es eso lo que le impele a querer comunicarse con él? Bien, allá va la mala noticia: la cosa más común después de una pérdida es que el cerebro catalice esta emoción en la creación de imágenes mentales. Cuando se despierta, tiene la clara impresión de que soñaba con tal persona, que vio y habló con esta persona. Pero si usted es espirita, sabe muy bien que los sueños son principalmente alucinaciones generadas por el cerebro. Y el gran ejemplo de eso es que los sueños de esta clase son casi siempre de dos tipos: o usted sueña que la persona viene a decirle que todo está muy bien o sueña que la persona viene a decirle que todo está muy mal y le pide que ore por él. El cliché es ese… parece una broma de mal gusto.
7) Entienda la Doctrina Espirita. Ella nos informa de que al dormir nos deprendemos naturalmente de nuestro cuerpo y también naturalmente nos comunicamos con desencarnados si hubiera esa oportunidad. ¿Entonces, si ya existió la oportunidad y si el contacto ya pudo ser hecho todas las noches cuando usted duerme, cual es la necesidad de querer una comunicación mediúmnica? ¿Solamente para recordar y formalizar eso para los amigos? ENTIENDA que usted es un espíritu y que ya interactúa con otros espíritus – y apenas se acuerda la mayoría de las veces. ¿Ah, más usted lo quiere aun de todos modos? Bien, si usted insiste, volvemos a hablar de egoísmo, más ahora también podemos hablar de vanidad social.
8) Acepte la condición del desencarnado. Nadie queda ocioso en el plano espiritual. Su necesidad puede no ser la de él. Su oportunidad tampoco puede ser la de él. Tenga conciencia de cómo usted puede estar perturbando a un espíritu trabajador emitiendo contra él pensamientos de ansiedad y quejas. ¿Usted está deprimido? Procure ayuda, pues de lo contrario, por su insistencia, va a acabar deprimiendo al desencarnado también.
9) Tenga la humildad de reconocer que usted precisa de ayuda psicológica si la tristeza y la ansiedad por conseguir noticias persisten por mucho tiempo. Si la muerte es un hecho natural de la vida, el hecho de usted no aceptar la pérdida con normalidad después de haber transcurrido bastante tiempo es señal de que usted no lleva la vida con naturalidad y una vez más la Doctrina Espirita que usted alega seguir no le está sirviendo de nada. Uno de los dos está errado: o usted o el espiritismo.
10) Confié en Dios y en los espíritus superiores que administran la cuestión. Si usted tiene la real necesidad de recibir una comunicación mediúmnica por motivo de la pérdida de un ser querido, esa comunicación mediúmnica le llegará a usted de manera extremadamente natural y cuando menos lo espere. Dios sabe lo que es bueno y lo que es útil para su crecimiento.
El silencio del plano espiritual es escuela de formación de carácter, pues tenemos que educar y pulir nuestro egoísmo, nuestra vanidad, nuestra ansiedad y aprender también a estructurar nuestra base emocional. Y por más que le duela a usted quedar sin noticias, lo que vale es su crecimiento y no la satisfacción de sus deseos.
* Randy es Moderador de la Comunidad "Yo soy Espírita - Espiritismo" de Orkut.
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COMUNICADO DE AMALIA DOMINGO SOLER
" Ustedes son los sembradores del mañana, los trabajadores del mundo dichoso del porvenir..
Es de noche, pero las estrellas de la inmortalidad caen de los Cielos en dirección a la Tierra iluminando las conciencias, transformando vuestros dolores en himnos de Amor...
Es necesario transformar también vuestros esfuerzos, de ahora, en oportunidades de iluminación de conciencias, liberándolas del mal para que se haga el bien, y permaneciendo por toda la Eternidad.
Ayer, participamos del banquete de la Era Nueva y sin embargo adulteramos la Verdad, cayendo en el desprecio de nosotros mismos, ante nuestras conciencias
Ahora, armados con los instrumentos de la Ciencia Espirita, con la seguridad de la Filosofía Espírita y con la palabra espírita, trabajemos por una Religión de liberación humana que tenga: como Causa, DIOS; como medio, CRISTO y como camino, la CARIDAD.
Espiritistas, ésta es la oportunidad de decirle a JESÚS: ¡Aquí estamos, Señor: los trabajadores de la última hora, ofreciendo nuestros esfuerzos para la construcción de Tu Reino de Paz, entre los hombres de la Tierra!. TÚ que fuiste Maestro de Amor, ayúdanos a vivir el Espiritismo, enseñando a la niñez y a la juventud con el alma volcada en el ejemplo que haga de ellos, y de cada uno, el caminante de la Humanidad y del futuro, el liberador del Mundo, cuando no más sombras, ni dolores, ni añoranzas habrá entre los hombres, sino PAZ, mucha PAZ y AMOR, estableciendo el comienzo del Mundo de regeneración, en favor del progreso de la humanidad."
Amalia Domingo Soler
Divaldo Pereira Franco
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SI HAGO ORACIÓN POR ALGUIEN, ¿ATRAIGO A SUS OBSESORES?
Si hago oración por alguien, ¿atraigo a sus obsesores?
Para muchas personas, incluso para aquellos que saben un poco más acerca de los espíritus y su naturaleza, existe una especie de temor a lo que ellos, los espíritus, pueden hacernos.
Probablemente con la imaginación fértil todavía se ve en la idea de los espíritus las viejas leyendas de las casas embrujadas y la persecución de las entidades malvadas.
Además, muchas de estas personas, incluso con la mediumnidad, se niegan a desarrollar aún más su sensibilidad para que estén "protegidas" y no vean o inter-actúen con esas entidades del "más allá", lo cual, se dice, es el futuro de todos nosotros.
Y he aquí,que he estado recibiendo muchas preguntas de vez en cuando, que muestran el miedo infundado a los espíritus.
Las preguntas son del siguiente tipo:
"Si rezo por alguien, ¿me arriesgo a ser perseguido por su obsesor?"
Bueno ... riesgos todos corremos, porque a un Espíritu puede no gustarle algunas de las acciones que estamos haciendo, como ayudar a su adversario y, por lo tanto, "agredirnos" para poder de crear temores y asustarnos con el fin de detener nuestra ayuda.
Mucho más fácil es para el obsesor si nadie intercede por su "víctima", y naturalmente pretenden neutralizar la influencia de quien busca ayudar.
Pero aquí, entre nosotros, si hay personas o espíritus que desean obstaculizar nuestra ayuda a los demás, también hay personas o espíritus que son sensibles a la causa que hemos abrazado y vienen a fortalecernos y protegernos, aportan su apoyo y permiten que esta corriente de bien sea más poderosa.
¿Por qué razón deberíamos preocuparnos por los obsesores de aquellos que están en dificultades, si también existe un trabajo de bien para restaurar la armonía?
Si bien es cierto que al hacer el bien a alguien puedo atraer a sus obsesores, no menos cierto es que también atraigo a su ángel guardián y sus espíritus familiares y protectores que están alentando su recuperación.
Sin mencionar a otros espíritus que simpatizan con aquellos espíritus encarnados que sirven a otros a través de la oración o incluso de acciones materiales.
Con la oración por los espíritus desencarnados, se crea un vínculo de afecto y de relaciones saludables que siempre influirán a mi favor mientras rezo por alguien que lo necesite.
Como el bien siempre es mas poderoso que el mal, y dado que, por regla general, tenemos muchas más personas y espíritus a quienes les gusta lo que así hacemos, que a las que no les gusta, es un hecho simple que al orar por alguien atraeremos muchos más benefactores y protecciones que enemigos, mucho más. Más amor que odio, más felicidad que miseria.
Piense en eso.
-Wellington Balbo-
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PENA DE MUERTE, AYER Y HOY
" Me parece absurdo que las leyes, que son la expresión de la voluntad pública, que abominan y castigan el homicidio, lo cometana ellas mismas y que para disuadir al ciudadano del asesinato, ordenen el asesinato público".
- Cesare Beccaria (iluminista italiano del Siglo 18, autor del clásico “De los Delitos y de las Penas”)-
En cierta forma, los Estados Unidos sorprendieron al mundo cuando, el mes pasado, su Departamento de Justicia anunció que el gobierno federal volverá a realizar ejecuciones de condenados a muerte. Aunque constitucionalmente todavía está vigente en el país la pena capitál, hace ya 16 años que venía siendo observada cierta moratoria con las ejecuciones, en el plano federal, a pesar de que algunos de los Estados americanos jamás habrían interrumpido la aplicación a los condenados, bajo sus competencias jurisdiccionales. Como se sabe, en los Estados Unidos, cada unidad federativa legisla sobre Derecho Penal y su proceso, administrando también la respectiva ejecución de la pena bajo sus competencias jurisdiccionales. Como se sabe, en los Estados Unidos, cada unidad federativa legisla sobre Derecho Penal y su proceso, administrando también la respectiva ejecución de la pena, en los casos de su competencia.
La moratoria, en el plano federal, cumplida en todo el periodo del gobierno Obama, de orientación demócrata, tenía también el beneplácito de muchos liderazgos conservadores, convencidos de que la medida es demasiado traumática para los ejecutores y los familiares, y también, porque su aplicación no está libre de errores judiciales que por la ejecución, se tornan irreparables.
Más sensibles a esas razones de nítido carácter humanista, los países europeos han rechazado con vehemencia la manutención de la pena de muerte. La Unión Europea, además, estableció como uno de los requisitos de pertenencia en ella a los países, que integren la plasmación de aquella medida humanista en las respectivas cartas constitucionales. Un avance de la civilización, sin duda.
La historia contemporánea muestra que todo el mundo occidental, durante el curso del Siglo XX, fue reafirmando la conciencia de lo dañino de la pena capital, y su práctica se fue reduciendo mucho. Esta toma de conciencia, en el campo del humanismo y del espiritualismo, se encuentra bien de acuerdo con ellos; además, con la posición asumida por el Libro de los Espíritus, aunque a mediados del siglo XIX, la pena de muerte estaba vigente prácticamente en el mundo entero.
Recuérdese, a propósito, la cuestión formulada entonces por Allan Kardec a sus interlocutores espirituales,y la respuesta dada por ellos, en la obra fundadora de la filosofía espírita:
" La pena de muerte, desaparecerá algún día de la legislación humana?
- La pena de muerte desaparecerá incontestablemente y su supresión señalará un progreso de la Humanidad. Cuando los hombres estén más esclarecidos, la pena de muerte será completamente abolida de la Tierra. Los hombres no tendrán más necesidad de ser juzgados por los hombres. Hablo de una época que aún está muy lejos de vosotros" (El Libro de los Espíritus, q. 760)
La doctrina espírita, a partir de sus principios básicos de la inmortalidad, de la reencarnación y de la evolución, como leyes generales que alcanzan a todos los espíritus, tienen razones especialísimas, insertadas en su filosofía, para rechazar la pena capital.
La encarnación de los espíritus es una oportunidad que la naturaleza ofrece, a todos y cada uno de nosotros, para progresar. Aquellos que, en la experiencia terrena demuestran dificultades mayores de adaptación a las normas de convivencia social, compatibles con su tiempo y con el estado evolutivo alcanzado por la conciencia común de la humanidad, deberán, aquí mismo, recibir la corrección necesaria, siempre acompañada, con todo, de los recursos exigibles para su rehabilitación. Castigar sin ofrecer oportunidades y razones de rehabilitación, es hacer la justicia a medias.
Cuando la sociedad políticamente organizada renuncia a ese objetivo relativamente a uno solo de sus miembros, estará fallando en la más importante tarea del Estado, como es la promoción de la fraternidad, del progreso y de la justicia, igualitariamente, a todos sus ciudadanos. Al negarse a eso, estará posponiendo, irresponsablemente, el proceso de mejora ética de la humanidad, pues aquel que de aquí parte sin la oportuna educación necesaria, aquí retornará, probablemente, en idéntico estado de ignorancia y rebeldía, atrasando el proceso de evolución intelecto/moral de la sociedad.
El Espiritismo, pues, con su amplia visión acerca de la dimensión espiritual del ser humano, se alía con el entendimiento,plantado allí en la iluminación espiritual del ser humano, en sentido contrario a medidas como la tortura, prisión perpetua, pena de muerte y otras sanciones o formas de ejecución degradantes para el ser humano, todavía presentes hoy en modelos políticos retrógrados, no barridos enteramente de nuestra cultura.
- Editorial de Opinión Espírita-
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