viernes, 22 de noviembre de 2019

Mediumnidad, instrumento de evolución


  INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Religión, Religiosidad y Espiritualidad
2.- ¡ La Paz Vencerá !
3.-  Mediumnidad, instrumento de evolución
4.- Reunidos en su nombre









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          Religión, Religiosidad y Espiritualidad

 El conocimiento espiritual y  los postulados religiosos  a veces coinciden en algunos puntos esenciales o básicos, pero no son exactamente lo mismo, porque una cosa es la religión  interpretada como el seguimiento y cumplimiento dogmático de ciertos  rituales y preceptos determinados particularmente en cada una de ellas, con los que se cubre la conciencia religiosa que nos enseñaron desde la infancia,( dependiendo de donde nació cada uno y de la educación religiosa que recibió). y otra bien distinta es la espiritualidad que conlleva  solamente la vivencia práctica  de unos principios espirituales y morales. La Espiritualidad supone una vocación o inquietud natural por alcanzar un crecimiento espiritual  íntimo y personalizado, coincidiendo más o menos  con determinados postulados  religiosos. 
  Se puede ser religioso por rutina o tradición  y no ser nada espiritual, como también se puede tener una espiritualidad desarrollada, pero  no ser nada religioso por no concordar su mente y su razón con los postulados, liturgias y costumbres que ofrece la religión.
El conocimiento espiritual es cubierto solo parcialmente por algunas religiones, pero estas no siempre cumplen fielmente con el propósito moral para el que fueron creadas, de modo que se fueron agrupando los adeptos quienes sentían una inquietud espiritual natural, alrededor de determinados Maestros, Enviados o Profetas que, sin haber creado ellos mismos ninguna religión, tan solo dejaron enseñanzas morales y ejemplos personales, sin embargo encabezan o representan las distintas religiones a partir de las interpretaciones de lo que transmitieron.
La tan variada mezcolanza de personas religiosas de distintos niveles, mentalidades y tendencias que existen dentro de cada religión,  ha dado motivo  para que en el seno de las mismas hayan habido a lo largo de la historia numerosas escisiones y enfrentamientos entre sus fieles y así se han ido  dividiendo en tantas sectas, escuelas esotéricas y filosofías con la pretensión de ser todas ellas portadoras de la Verdad Única, y que ocupan el  lugar de las religiones ofreciendo toda una gama de enseñanzas y conceptos  de todas clases y colores, pero a veces más acordes con las inquietudes espirituales y con el intelecto del ser humano actual.
        La religión propiamente dicha, conlleva  aspectos de culto y ceremonias, mientras que la religiosidad o espiritualidad, es un sentimiento íntimo y natural con el que muchas personas nacen como una vocación innata  que les lleva  a identificarse con el sentido del bien y con la justicia plasmados en unos postulados religiosos. La religiosidad es un sentimiento que cada persona experimenta de modo personal e íntimo desde lo más íntimo  de su Ser.  Para que  la espiritualidad  se aloje en el corazón de las personas, necesita  ser un sentimiento  vivido y no aprendido.
Sería  deseable que la religión  siempre estuviese  impregnada de religiosidad o espiritualidad, como un sentimiento  que llegase al corazón  de cada persona, que es donde se encuentra a  Dios, y Él no necesita de ceremonias, templos de piedra, liturgias ni sacerdotes que pretenden erigirse en sus ministros e intermediarios  exclusivos entre El y nosotros.  Cada cual debiera ser sacerdote de sí mismo, para comunicar  con la parte íntima de Dios que existe en el corazón de todos los hombres..
      La religiosidad se debe expresar y resumir en las diversas religiones como la expresión de las más altas aspiraciones espirituales. No obstante hay que considerar que la religiosidad no se debe confundir con la Verdad, pues es entonces cuando por este motivo el ser humano puede llegar a caer en el fanatismo y hasta en la crueldad para imponer sus ideas sobre los demás. Así podría considerarse que la religiosidad es un camino hacia la Verdad; una Verdad  que solo parcialmente cada  persona puede encontrar en su interior.
      Sintetizando en la idea de estos conceptos, se podría considerar que los tres van de la mano porque hay una estrecha relación entre ellos. Así, las Religiones, comenzaron a existir porque ya existía en el Ser humano de forma natural aunque incipiente, la Religiosidad, como inclinación o inquietud por  aproximarse al Ser Supremo, y una vez experimentada y asumida la religiosidad bajo la orientación religiosa de los diferentes credos, este sentimiento se fue transformando y concretando en Espiritualidad, viniendo a ser la misma vocación o sentimiento, pero fuera de las limitaciones religiosas o dogmáticas que acompañan a la religión en general.

- Jose Luis Martín-

    “El único bien es el Conocimiento y el único mal es la ignorancia”
-Diógenes -


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LA PAZ VENCERÁ
Amilcar Del Chiaro Filho


Vivimos momentos cruciales en el planeta, y muchos tienen sus convicciones de justicia agitadas. Algunos escépticos de la Providencia Divina, se creen que Dios perdió el control de su creación.

Lógicamente, esta es una observación destituida de razón, porque aquello que parece falta de control está debajo de una rigurosa planificación.

Dios concede la libertad para que el Hombre pueda crecer.

Dios preside los destinos del Universo, y nosotros estamos inmersos en esa comunidad universal. Podemos parecer impotente ante la saña de la violencia, no sólo la del terrorismo, sino la del crimen organizado, de las cuadrillas de traficantes, de los crímenes pasionales, de la miseria, del hambre y hasta de la violencia domestica y sexual. ¿Qué hacer?
 
Entreguemos nuestras vidas y nuestro mundo a Dios, pero no dejemos de hacer nuestra parte en pro del bien general; pues, en el mundo, somos instrumentos de Dios para la pacificación, para la justicia social y para el amor. Sólo así el mundo tendrá solución.

No importa el nombre que damos a Dios o como lo concebimos. Lo que importa, realmente, es que Dios no puede ser malo, proteccionista, rencoroso o vengativo. Concebimos a Dios conforme nos enseñaron los espíritus: Inteligencia suprema y causa primera de todas las cosas.
 
El Creador dio a cada espíritu el libre albedrío y una meta a alcanzar; la perfección. Tenemos libertad de obrar como quisiéramos, sin embargo somos responsables por nuestros actos; lo que equivale a decir: somos libres para sembrar, pero somos obligados a recoger.

Toda esa onda de violencia va a pasar, el mundo entrará en una era de paz y realizaciones. Corregiremos las injusticias, sanearemos la moral, acabaremos con el hambre, y cuidaremos para que todos tengan lo suficiente para vivir con dignidad.

Este es el desafío que tenemos que enfrentar, pero con seguridad venceremos.

                     ¡LA PAZ VENCERÁ!  

En cuanto que tengamos la ternura de un corazón infantil, tendremos la seguridad de que la paz vencerá.

Vamos a luchar contra el mal, pero con amor en el corazón. 



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   MEDIUMNIDAD, INSTRUMENTO DE EVOLUCIÓN

     Hay una pregunta que, generalmente, inquieta a los espiritualistas: ¿Cómo creó Dios el Universo? La Ciencia afirma que el surgimiento de la materia se dio a partir del Big Bang, la gran explosión que ocurrió hace 13,7 billones de años. Esa teoría explica que, en el inicio, sólo existían cuatro energías: la fuerza nuclear fuerte y débil, el electromagnetismo y la fuerza gravitacional. Conforme con esa teoría, por un fenómeno aleatorio, la fuerza gravitacional se desprendió de las otras tres, que simplemente se estabilizaron, y entonces comenzó a expandirse, generando así la explosión.
     Allan Kardec había presentado esa misma pregunta a los Espíritus antes del año 1857 y ellos respondieron: «Para servirme de una expresión común, diré: por Su Voluntad. Nada caracteriza mejor esa voluntad omnipotente que esas bellas palabras del Génesis – ‘Dios dijo: Que se haga la luz y la luz se hizo’» (El Libro de los Espíritus, cuestión 38)
     En el libro Universo y vida, el Espíritu Áureo, por la psicografía de Hernani T. Sant’Anna, afirma sobre la creación: «Hay tres momentos decisivos y divinos en que el transformismo evolutivo señala triunfos definitivos: el surgimiento de la materia, el surgimiento de la energía y el surgimiento del Principio Espiritual» (SANT’ANNA, H, Universo e vida, FEB, 1980, p. 35-51) Y sigue aclarando sobre el nacimiento del Principio Espiritual que es presentado como «el germen del Espíritu, la protoconsciencia. Una vez nacido, jamás se deshará, jamás morirá. Hijo de Dios Altísimo, inicia entonces su lenta evolución, en el espacio y en el tiempo, rumbo al principio celeste, a la infinita grandeza crística».
     De esa forma, «el Principio Espiritual, crisálida de Consciencia, nace, por transformación, de la extrema evolución de la Energía, en la cuna de la materia. Se alejó del lecho oceánico, alcanzó la superficie de las aguas protectoras, se movió en dirección al barro de las orillas, se debatió en el charco, llegó a la tierra firme, experimentó en la floresta copioso material de formas representativas, se irguió del suelo, contempló los cielos y, después de largos milenios, durante los cuales aprendió a procrear, alimentarse, escoger, recordar y sentir, conquistó la inteligencia... Viajó del simple impulso hacia la irritabilidad, de la irritabilidad hacia la sensación, de la sensación hacia el instinto, del instinto hacia la razón. En esa penosa peregrinación, incontables milenios discurrieron sobre nosotros». Concluye Áureo: «En síntesis, el hombre de las últimas decenas de siglos representa la humanidad victoriosa, emergiendo de la bestialidad primaria». Recorriendo los peldaños de la vida, desde el último de los seres hasta Dios, se evidencia la gran ley de continuidad y de solidaridad.

      Gabriel Delanne manifestó pensamiento muy semejante en los comienzos del Espiritismo: «El principio espiritual evolucionó lentamente, de las más ínfimas formas a los organismos más complejos. Durante el larguísimo período de las edades geológicas, las facultades rudimentarias del Espíritu se desarrollaron sucesivamente, actuando sobre el periespíritu, modificándolo y dejando en cada etapa los rasgos del progreso realizado» (DELANNE, G. La evolución anímica, cap. 3)

     Considerando que el periespíritu, entre muchas otras funciones, es el envoltorio del Espíritu, el elemento de ligación entre él y el cuerpo y el elemento en donde se registran todas las ocurrencias que envuelven el ser, en todo ese peregrinar el periespíritu acumula informaciones, mientras que el Espíritu almacena experiencias.
      Además de eso, en todos los encarnados es espontáneo el proceso de auto-exteriorización y expansión periespiritual, haciendo que el periespíritu tenga importante papel en el mecanismo de la mediumnidad. Es por su capacidad de expansión, no limitándose al cuerpo físico, que es posible al encarnado comunicarse con el desencarnado, cuyo periespíritu también tiene esa capacidad expansiva, haciendo de la mediumnidad un fenómeno natural.
      Pero, en todas las épocas de la humanidad, la inspiración es siempre el sistema inicial del intercambio, pues los Espíritus siempre han influenciado a los encarnados por un proceso que podemos llamar de telementación, en que los seres se influencian mutuamente mente a mente.

Raíces históricas
     De esa forma, las manifestaciones de la mediumnidad, con la comunicación espontánea y natural entre los dos planos de vida, desde los primeros tiempos, generó las creencias en la inmortalidad por las evidencias empíricas de las comunicaciones con el plano invisible. Se puede afirmar que en las raíces históricas vamos a encontrar el mediumnismo, constituido de prácticas empíricas de la mediumnidad, teniendo los hechos mediúmnicos como su materia prima.
      Si conocemos ese proceso histórico antiguo a la luz del Espiritismo, vamos a observar que las contradicciones de las prácticas mediúmnicas de los primeros tiempos son tan solo aparentes. Nacen de la interpretación parcial de los textos o de prejuicios religiosos desarrollados a lo largo del tiempo por la dificultad de entendimiento de la supervivencia a la muerte, que es una realidad compleja, poco comprendida y que revela de forma patente la existencia del Espíritu no como algo indefinido o sobrenatural, sino como hecho natural y concreto.
      Hecho es que todas las religiones tuvieron sus orígenes en los hechos mediúmnicos, o sea, contaron con la intervención de fuerzas desconocidas y consideradas sobrenaturales. En esa línea de razonamiento podríamos clasificar didácticamente las fases mediúmnicas:

Animismo tribal .- En él preponderaron la magia y el fetichismo, dando origen al antropomorfismo, forma volitiva que conduce a la personalización de las cosas y fenómenos. Sería como dar vida, voluntad y alma –la suya propia– a esas cosas y fenómenos. Protágoras (492 a 420 a.C.) afirmaba que el hombre es la medida de todas las cosas, siendo el conocimiento relativo, pues todas las cosas deben ser examinadas conforme a los intereses del hombre y como él ve la realidad y el mundo.

     En esa etapa es por el sentimiento y no por el raciocinio que el hombre humaniza el mundo: tierra – madre; cielo – padre. Con el surgimiento de la agricultura aparecen la zoolatría, la litolatría y la fitolatría. La propia mitología tiene por base el antropomorfismo.
      Los fenómenos mediúmnicos inicialmente ofrecen soporte al antropomorfismo y al surgimiento del culto de los ancestrales –manes, dioses del hogar y dioses locales, los lares y penates destinados a proteger a la familia– cuando los Espíritus son confundidos con dioses. La experiencia, la imaginación, el desarrollo mental, llevan al progreso del mediumnismo y surgen las musas de las ciencias y de las artes.

 Mediumnismo oracular.-  En la segunda fase, la del mediumnismo oracular, el fenómeno mediúmnico es misterio reservado a los iniciados. Es el tiempo de los oráculos como centro de la vida urbana y rural, política y religiosa. Los Espíritus, confundidos con divinidades, ofrecen respuestas en los santuarios por medio de las pitonisas, siendo esa costumbre efecto de la ley de adoración. Con la ampliación de la capacidad de abstracción mental, el desarrollo ético y el surgimiento de normas disciplinarias surge el artificio de la comunicación con los Espíritus y la cosmogonía.

Mediumnismo bíblico.-  Jehovah es un concepto de un dios en evolución. Empezó como dios agrario, evolucionando hacia dios hogar, dios tribal, dios de los ejércitos. Los profetas del Dios único serán médiums que romperán el gregarismo psíquico, caminando hacia la individualización mediúmnica. La prohibición de Moisés del contacto con los muertos no alcanzaba a los que sabían relacionarse con los superiores, transmitiendo a la gente enseñanzas referidas al cumplimiento de la Ley de Dios. Lo que Moisés prohibió es lo mismo que el Espiritismo no acepta en nuestros días: la explotación de la mediumnidad a favor de intereses subalternos y materiales.

Mediumnidad en el Cristianismo.-  Jesús liberó el contenido espiritual de las Escrituras, evidenciando la naturaleza espiritual de Dios y, consecuentemente, del hombre, constituyendo de esa forma la universalidad del Espíritu, la soberanía de la  conciencia. El hombre es invitado a interpretar por sí mismo a las enseñanzas que son presentadas de forma simple para el pueblo en forma de parábolas y de manera más elaborada para los discípulos, que ya tenían condiciones de comprender mejor el significado de la relación del hombre con el Padre. El Maestro promovió la transición de la interpretación de la Ley y los profetas para lo espiritual.

Mediumnidad en el Espiritismo.- Para el Espiritismo, la mediumnidad es condición natural del ser humano, facultad que recibe un tratamiento racional y científico. Emmanuel aclara que «La mediunidad es aquella luz que sería derramada sobre toda la carne y prometida por el Divino Maestro en los tiempos del Consolador, actualmente en curso en la Tierra. [...] Siendo luz que brilla en la carne, la mediumnidad es atributo del Espíritu, patrimonio del alma inmortal, elemento renovador de la posición moral de la criatura terrena, enriqueciendo todos sus valores en el capítulo de la virtud y de la inteligencia, siempre que se encuentre ligada a los principios evangélicos en su trayectoria por la faz del mundo» (Emmanuel. El Consolador, preg. 382)
     La mediumnidad es intermediación, atributo del hombre encarnado para corresponderse con los hombres liberados del cuerpo físico. El contacto puede darse pensamiento a pensamiento o periespíritu a periespíritu, teniendo dos direcciones posibles. En una de ellas puede ocurrir una especie de simbiosis con el establecimiento de la obsesión en diversos grados, el crimen y las enfermedades mentales. En la otra, las realizaciones nobles que constituyen núcleos de progreso espiritual. La atracción ocurre de forma natural por las cualidades morales y condiciones espirituales. Por eso, el médium espiritista necesita saber cuál es el objetivo del ejercicio de la mediumnidad, en qué frecuencia vibra, cuál es el trayecto y la naturaleza de sus sentimientos y pensamientos.

     Somos vistos y examinados, sentidos y reconocidos, temidos y hostilizados o amados y auxiliados y eso siempre depende de las elecciones que hacemos, del rumbo que damos a la práctica de la mediumnidad. Por eso es importante saber para qué sirven las comunicaciones mediúmnicas, evitando entregarse a especulaciones relativas al pasado o al futuro, buscar revelaciones científicas u otras que tengan el objetivo de ahorrar el esfuerzo que cabe a los encarnados para realizar las conquistas que les proporcionarán nuevas conquistas en todos los campos del conocimiento. Los Espíritus nos inspiran, pero no tienen la obligación de realizar el trabajo que nos cabe.

     Como ejemplos, podemos citar a Swedenborg, que era muy inteligente y de mucha cultura, pero se perdió en sus propias visiones y creó una secta llena de absurdos. O Andrew Jackson Davis que, lleno de buena voluntad, lanzó una serie de libros en los cuales lo fantástico supera las posibilidades de lo real. A pesar de eso, ellos fueron pioneros que iniciaron el contacto con la espiritualidad en los tiempos modernos.
      De eso podemos concluir que la mediumnidad exige conocimiento, discernimiento y buen sentido. Allan Kardec habló a los hombres con buen sentido, con el lenguaje humano de los que buscan la verdad y evidenció que las manifestaciones no son destinadas a servir a los intereses materiales, constituyendo nuestras imperfecciones morales puertas abiertas de acceso a los Espíritus ignorantes. Evidenció que la utilidad de las manifestaciones está en las consecuencias morales que de ellas provienen, porque revelan leyes de la naturaleza que pertenecen al plano invisible, pero que por esta razón no son menos reales.
     Esas manifestaciones comprueban la existencia del alma, su inmortalidad, la posibilidad de contacto con los muertos, teniendo por objetivos la consolación y el conocimiento. La consolación ocurre por la aclaración acerca de que la separación de los entes queridos por la muerte es temporal, que los sufrimientos de la vida tienen una finalidad, explicando las aparentes injusticias, dando esperanza en el futuro y liberando del miedo a la muerte. El conocimiento proporciona ideas más justas en cuanto al futuro espiritual del hombre, información sobre la realidad espiritual y los paisajes que nos esperan en el más allá. Ofrece aún, comprensión sobre el origen y destino de los Espíritus, así como de sus relaciones con los encarnados. La vida material es vista como excelente oportunidad de evolución, siendo importante vivir de forma espiritual desde ahora.

     El Espiritismo, con el auxilio de los Espíritus superiores, utilizando la mediumnidad como instrumento, abraza todas las ramas del conocimiento humano, auxiliando a la evolución de la Humanidad.

- Carlos Campetti-

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                          REUNIDOS EN SU NOMBRE


"Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" ( San Mateo, 18:20).
Prefacio. Para estar reunidos en nombre de Jesús no basta hallarse juntos físicamente, sino que es preciso estarlo también en lo espiritual, por la comunión de intenciones y pensamientos dirigidos hacia el bien. Entonces sí se encuentra Jesús en medio de la reunión: Él, o los espíritus puros que lo representan. El Espiritismo nos permite comprender de qué manera pueden los espíritus hallarse entre nosotros. Están ahí con su cuerpo fluídico o espiritual, y con la apariencia que nos permitiría reconocerlos si se hicieran visibles. Cuanto más elevados se hallan en la jerarquía espírita, tanto mayor es su poder de irradiación. Así poseen el don de ubicuidad y pueden encontrarse en varios lugares simultáneamente. Basta, para ello, un rayo de su pensamiento.
     Con las palabras citadas en el parágrafo anterior quiso Jesús mostrar el efecto de la unión y la fraternidad. No es la mayor o menor cantidad de personas la que le atrae, puesto que en lugar de dos o tres hubiera podido decir diez o veinte, sino el sentimiento de caridad mutua que a esas personas anima. Ahora bien, para esto es suficiente que haya dos. Pero si esas dos oran cada cual por su lado, aunque ambas se dirijan a Jesús, no habrá entre ellas comunión de pensamientos, sobre todo si no son movidas por un sentimiento de benevolencia recíproca. Y si se miran con malos ojos, con aborrecimiento, envidia o celos, entonces las corrientes fluídicas de sus pensamientos se rechazan en vez de unirse por un común impulso de simpatía, y en tal caso, no están reunidas en nombre de Jesús, el cual no es más que el pretexto de la reunión y no su verdadero motivo.....      Esto no implica, en modo alguno, que Él permanezca sordo a la voz de una sola persona. Si no dice que acudirá a cualquiera que le llame, es porque ante todo exige amor al prójimo, del cual podemos dar mayores pruebas cuando estamos en compañía de otros, que encontrándonos solos, y también a causa de que todo sentimiento de tipo personal lo aleja. De ello se sigue que sí, en medio de una nutrida asamblea, sólo dos o tres personas se unen de corazón mediante el sentimiento de una auténtica caridad, en tanto el resto de los asistentes se aíslan y se concentran en pensamientos egoístas o de carácter mundano, Jesús estará con aquéllas y no con estos otros.      Así pues, no es la simultaneidad de los presentes en las palabras, en los cánticos o en los actos litúrgicos lo que constituye una reunión en nombre de Jesús, sino la comunión de pensamientos acordes con el espíritu de caridad personificado en Él.      Tal debe ser el carácter de las reuniones espíritas serias, de aquellas en que se desea con sinceridad el concurso de los buenos espíritus.

El Evangelio según el Espiritismo.
                          
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