INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Actividad en el mundo espiritual
2.- Materia y fuerza: Principio único de las cosas
3.- El desafío ecológico
4.- Evocaciones
Frase de Chico Xavier
5.- Conocimiento de uno mismo
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Actividad en el mundo espiritual
Millones y millones de seres espirituales en diversos grados de evolución hay dedicados a la atención de los enfermos que al desencarnar van pensando en los mismos dolores. Otros ayudando a desencarnar. Otros colaborando en los trabajos de reencarnación.
Hay espíritus guías o guías espirituales. Son seres que, dentro del aura magnética del planeta, se encargan de ayudar a otro ser encarnante durante una o más encarnaciones; generalmente, espíritus familiares del mismo encarnante. Su grado de evolución siempre es superior al ser encarnante, a quien tratan de ayudar en el cumplimiento de su destino.
Hay espíritus guardianes que acompañan a otros seres que encarnan con misiones especiales, y con el objeto de ayudarles al cumplimiento de su misión. Pues, es ley divina que toda obra de bien y de justicia sea defendida y protegida por seres de gran poder y pureza. Son espíritus ya liberados de los mundos físicos, de un grado evolutivo superior al humano de nuestro mundo. Y estos encarnan también, a veces, por motivos especiales de adelanto a la humanidad.
Hay espíritus protectores que, perteneciendo todavía a la influencia magnética del planeta, protegen a los humanos en casos especiales, tales como los que toman a su cargo la protección de personas y agrupaciones dedicadas a un fin noble. Cuando las personas se dedican a la práctica del bien, por ley divina reciben la protección de lo Alto. Y entre estos protectores, los hay en diversos grados de evolución, según sea la necesidad de protección: desde elementales a superiores.
Hay inmensidad de espíritus superiores que por amor bajan a los planos inferiores de tinieblas y de magnetismo denso, tratando de persuadir a seres desencarnados desviados y atormentados por las pasiones humanas que, por ignorancia, siguen apegados al plano físico. Y estos misioneros, que por amor a la humanidad doliente renuncian a su bienestar y se sacrifican voluntariamente para hacer llegar la Luz a esos espíritus en sufrimiento; desarrollando conferencias en esos planos inferiores para enseñar la realidad de la bondad divina, para demostrar la existencia de un mundo superior maravilloso, de una vida libre de persecuciones y sufrimientos, y para enseñar la verdadera religión cristiana de amor universal.
Hay diversas otras actividades de servicio, una de las cuales es la de auxiliar a las almas que en el plano de tinieblas y ambiente de sufrimiento en el astral inferior han llegado al arrepentimiento verdadero y claman al cielo misericordia y perdón. Entonces, bajan en grupos de dos o más de esos misioneros y preparan la labor de rescate (ampliación verbal) y constatada la veracidad del arrepentimiento, es trasladado a secciones especiales o colonias de auxilio, para una estadía de recuperación de fuerzas, y en donde comienza la preparación para una nueva encarnación, en concordia con cada caso.
Y hay también guías y protectores menores, auxiliares, como la madre que desencarna dejando uno o más hijos pequeños que todavía necesitan de su cuidado; y de hecho se convierten en su auxiliar invisible. Y muchos otros aspectos más que sería prolijo enumerar.
Como puede apreciarse fácilmente, en ese mundo del Espíritu hay una amplísima gama de actividades dentro de una jerarquía perfecta, desconocida por los humanos, y la cual ofrece múltiples aspectos de progreso. Todo ser espiritual en misión de servicio, recibe la Luz y la Fuerza espiritual necesaria para su realización por seres de mayor luz, amor y poder que, a su vez, reciben también de otros seres más elevados, y otros, en sucesión progresiva hasta la Divinidad; todo lo cual constituye la Ley de Jerarquía Espiritual.
Aún cuando no completa, esta descripción puede darnos una idea de esta ley universal que está contenida dentro de la Ley del Amor; así como una idea de las grandes posibilidades de progreso y vida activa hermosa, al terminar este breve período de vida humana en el plano físico.
- Sebastián de Arauco - ************************************
MATERIA Y FUERZA :
PRINCIPIO ÚNICO DE LAS COSAS
Se puede afirmar que todo en la naturaleza converge hacia la unidad. El análisis espectral revela la identidad de los elementos constitutivos de los mundos, desde el más humilde satélite, hasta el sol más gigantesco.
El desplazamiento de los cuerpos celestes demuestra la unidad de las leyes mecánicas.
El estudio de los fenómenos materiales, como una cadena infinita, de eslabón en eslabón, nos conduce a la concepción de una sustancia única, etérea, universal, y de una fuerza igualmente única, principio de movimiento, de la que la electricidad, la luz y el calor no son más que variedades, modalidades y formas diversas .
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Así, pues, la química, la física, la mecánica, en su marcha paralela, comprueban cada vez más la coordinación misteriosa de las cosas.. El espíritu humano se encamina lentamente a veces incluso inconscientemente hacia el conocimiento de un principio único, fundamental, en el que, se unen la sustancia, la fuerza y el pensamiento de una Potencia cuya grandeza y majestad le llenarán un día de sobrecogimiento y de admiración.
Leon Denis.
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EL DESAFÍO ECOLÓGICO
Jon Aizpúrua
(Ex-presidente de CEPA (1993/2000) y actual Asesor de Relaciones Internacionales)
Está en marcha un acelerado proceso de degradación ambiental que compromete
la vida futura de los humanos y de las otras especies que ocupan nuestro planeta.
Decirlo no constituye una visión catastrofista, pero sí un poderoso y urgente
llamado de atención. Están ocurriendo muchos fenómenos en el mundo que
desmejoran la calidad de vida y que la ignorancia o los intereses creados impiden
relacionar con la pérdida del equilibrio ecológico.
la vida futura de los humanos y de las otras especies que ocupan nuestro planeta.
Decirlo no constituye una visión catastrofista, pero sí un poderoso y urgente
llamado de atención. Están ocurriendo muchos fenómenos en el mundo que
desmejoran la calidad de vida y que la ignorancia o los intereses creados impiden
relacionar con la pérdida del equilibrio ecológico.
El paradigma economicista-tecnológico prevaleciente está demostrando que es
inestable de dos maneras. La primera se pone de manifiesto en el agotamiento de
algunos recursos naturales, de origen mineral y vegetal, el agua en determinadas
regiones, los bosques tropicales o la extinción de ciertos animales. Y en segundo
término, por vía de la sobresaturación de servicios ecológicos indispensables. Tal
es el caso de la capacidad de asimilación de los ecosistemas para filtrar las aguas
ya utilizadas en actividades industriales, o para limpiar la atmósfera y evitar la
destrucción de la capa de ozono, o para frenar la alteración del sistema climático
desencadenada por los patrones de generación y consumo energético.
En ninguna otra época de la evolución del planeta el hombre ha ejercido una
acción tan profundamente modificatoria del equilibrio natural como en los siglos
transcurridos desde el inicio de la Revolución Industrial. La ocupación e
intervención de extensas zonas geográficas que han dañado amplios hábitat de
fauna y flora, causando la extinción o poniendo en riesgo la supervivencia de
numerosas especies; el desarrollo y empleo de tecnologías altamente
contaminantes del ambiente; el aprovechamiento indiscriminado de todo tipo de
recursos; los patrones de consumo dispendiosos y la generación de desechos
que amenazan inundar las ciudades y contaminar mares y ríos, así como el
acelerado crecimiento de la población del planeta sin planificación ni garantías
de una vida digna para todos, son – entre muchos otros factores- los
responsables del deterioro de la Tierra.
Se sabe que si no se controlan las emisiones, la superación de umbrales
predeterminados en cuanto a la concentración de gases de efecto invernadero
desencadenará una amplia gama de impactos, que pueden ser muy dañinos,
tales como la desaparición de extensos ecosistemas, la alteración de patrones
climáticos con incidencia sobre las actividades agrícolas, la ocurrencia de
eventos meteorológicos extremos con considerable pérdida de vidas humanas
y materiales, la facilitación para que ciertos vectores de enfermedades
transmisibles amplíen su radio de acción; todo esto agravado por un tipo de
contaminación mucho más peligroso y del que poco se habla como es la
contaminación radioactiva; sin dejar de lado el aumento de las temperaturas en
la superficie del planeta y la elevación del nivel de los mares y océanos, con la
secuela de calamidades biológicas y sociales que provocan como consecuencias
directas e indirectas.
Una vez registradas, en esta apretada síntesis, las diversas manifestaciones de
la crisis ecológica global, corresponde que nos preguntemos en tanto que espíritas,
si la doctrina kardecista posee una visión coherente y actual acerca de este delicado
asunto y si puede ofrecer algunas orientaciones concretas y viables para contribuir a
la búsqueda de una solución efectiva en favor de la humanidad, de su presente y de
su porvenir. Según nuestro parecer, el pensamiento espírita, en sus vertientes
científicas, filosóficas, sociológicas y morales, integradas en un espiritualismo
racionalista, humanista y fraterno, se halla en condiciones de presentar un bien
estructurado conjunto de argumentos y propuestas que coadyuven a la corrección
de los severos desequilibrios que han sido señalados y propendan a una integración
armoniosa entre el hombre, la vida y la naturaleza.
Por supuesto, el espiritismo se suma a las voces y reclamos de cualquier signo y
procedencia que llaman la atención sobre la necesidad de tomar seriamente en
cuenta los principios de la conservación de la naturaleza y de la vida cuando se
planifican políticas públicas. Son demandas justas que se hacen a los gobiernos de
todos los países, con énfasis especial a los más poderosos, para que adopten
medidas radicales que puedan frenar el progresivo deterioro del medio ambiente,
aunque lamentablemente no son debidamente atendidas. Igualmente, el espiritismo
simpatiza y se suma a las campañas internacionales impulsadas por ONGs, o por
movimientos nacidos espontáneamente como el que toma como símbolo a la
estudiante sueca Greta Thunberg y que suelen autodenominarse “la generación
del plástico”, que reclaman a los gobernantes de todo el mundo acciones
inmediatas y efectivas para salvar al planeta.
Sin embargo, es necesario ir a la raíz del problema, y para conseguirlo hay
que centrarse en la consciencia, factor esencial que revela el grado evolutivo
del espíritu y del cual depende, por lo tanto, la orientación del comportamiento,
individual y social. Solo insistiendo en la educación de la consciencia, tanto en
la dimensión moral como en la intelectual, podrá la humanidad dar un vuelco
definitivo a esta delicada cuestión y transitar por un sendero de auténtico progreso.
Así las cosas, resulta indispensable, impostergable y urgente que se eleve la
conscienciación, basada en hechos científicos además de fundamentales
consideraciones éticas, acerca de lo avanzado que está el proceso de
degradación ambiental, y se presione a todos los sectores que controlan los
poderes fácticos en el mundo para que se produzca un cambio sustancial en
el paradigma imperante de corte economicista-tecnológico, regido por patrones
de consumismo desenfrenado, competencia feroz y destrucción de la
biodiversidad, por un modelo alternativo orientado hacia el consumo sano y
equilibrado, en el marco de relaciones sociales marcadas por la fraternidad, la
solidaridad y la convivencia, y que tienda al respeto y cuidado de la naturaleza,
de su flora y de su fauna.
Educar la consciencia, significa la progresiva transformación del individuo, para
lograr que avance hacia la superación del egoísmo, tendencia negativa
determinada por un desmedido interés personal, que ha de ser reemplazada por
una conducta altruista, favorecedora del bien ajeno aun por encima del propio.
Con sobrada razón, Kardec y los espíritus que le asesoraron en la tarea
fundacional del espiritismo, consideraron al egoísmo como “el más radical de los
vicios, del cual nacen todos los males que afligen al ser humano”, y a su
vencimiento empeñaron todo su aliento moral. Superar el egoísmo como actitud
vital implica erradicar los cálculos inmediatistas o la indiferencia y asumir una
vigorosa posición transformadora y constructiva ante las crecientes
manifestaciones de la crisis ecológica. Implica, asimismo, el entendimiento de
que el hombre es administrador de la naturaleza, no su explotador. Aquí
conviene recordar una frase célebre del filósofo y político inglés Francis Bacon
que aparece en su novela Nova Atlantis, en la que proyectó un Estado utópico
científicamente organizado, en los tempranos años del siglo XVIII: “A la
naturaleza se la domina, obedeciéndola”.
A la luz del espiritismo, se pueden ampliar los horizontes de la ecología,
transitando más allá de la concepción física y ambientalista, hacia una visión
holística que identifique al ser humano como un ente bio-psico-socio-espiritual,
como un espíritu encarnado inmerso en un eterno proceso evolutivo, que realiza
sus aprendizajes en numerosas existencias. Considerado como entidad psíquica,
también influye en su entorno mediante sus pensamientos y manifestaciones, y
puede generar ambientes positivos impregnados de amor y buenas vibraciones,
pero también puede generar atmósferas cargadas de pesadas vibraciones,
desencadenadas por sentimientos de odio, envidia, venganza, orgullo u otras
demostraciones de inferioridad mental. Todo esto, en directa correlación con la
condición evolutiva del espíritu, encarnado o desencarnado. Hay contaminación
física igual que mental o emocional, por lo que, desde la perspectiva espírita, el
campo de la ecología puede ensancharse notablemente.
CEPA –Asociación Espírita Internacional - está ya anunciando la celebración de
su XXIII Congreso, en Salou, España, entre el 9 y el 12 de octubre de 2020, el
cual presenta como lema central una fascinante invitación a reflexionar sobre un
asunto crucial: EL ESPIRITISMO ANTE LOS DESAFÍOS HUMANOS. Entre estos
desafíos, el ecológico reviste una extraordinaria relevancia, como hemos tratado
de puntualizar en este apunte, a modo de editorial. Hay otros retos para el ser
humano de nuestro tiempo, también muy pertinentes y oportunos, que serán
abordados con criterio, sensatez y ánimo constructivo, siempre aprovechando el
extraordinario repertorio conceptual y ético proporcionado por la doctrina
kardecista, entre los cuales nos permitimos asomar: el desafío de la educación,
el desafío de la paz, el desafío de la libertad, el desafío democrático, el desafío
de la equidad, el desafío de la justicia, el desafío científico y tecnológico, el
desafío económico, el desafío humanista, el desafío espiritualista, y en el más
amplio de los significados, el desafío del amor.
El Espiritismo tiene mucho que decir y ofrecer, sobre todo si es asumido como
una filosofía libre y abierta, concebida para el despertar de la consciencia.
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EVOCACIONES
Sabemos que las distancias son poca cosa para los Espíritus; sin embargo, causa admiración el verles responder algunas veces tan pronto como si estuviesen esperando que se les llame.
Es que, en efecto, están dispuestos algunas veces. Si la evocación es premeditada, el Espíritu está avisado anticipadamente y se encuentra allí a menudo antes de llamarle.
7. El pensamiento del evocador, según las circunstancias,¿puede ser oído con más o menos facilidad?
Sin duda ninguna; el Espíritu que es llamado por un sentimiento simpático y benévolo se conmueve con más viveza; es como una voz amiga que reconoce; sin esto sucede a menudo que la evocación no llega. El pensamiento que brota de la evocación impresiona al Espíritu; si es mal dirigido se pierde en el vacío. Lo mismo sucede con los Espíritus que con los hombres; si el que les llama les es indiferente o antipático, pueden oírle, pero muchas veces no le escuchan.
8. ¿El Espíritu evocado viene voluntariamente o se ve obligado?
Obedece a la voluntad de Dios, es decir, a la ley general que rige el Universo; y, sin embargo, obligado no es la palabra, porque él juzga si es útil venir; aquí está también el libre albedrío.
El Espíritu superior viene siempre cuando es llamado con un fin útil; no se resiste a responder sino en los centros de gentes poco formales y que tratan las cosas como diversión.
9. ¿El Espíritu evocado puede rehusar el venir al llamamiento que se le hace?
Sí, por cierto. ¿En dónde estaría su libre albedrío sin esto?
¿Creéis vosotros que todos los seres del Universo están a vuestras órdenes? ¿Vosotros mismos os creéis obligados a responder a todos aquellos que pronuncian vuestro nombre? Cuando digo que puede negarse a ello entiendo decir sobre la demanda del evocador, porque un Espíritu inferior puede ser obligado a venir por un Espíritu superior.
10. ¿Hay un medio para el evocador, para que obligue al Espíritu a venir contra su voluntad?
Ninguno, si este Espíritu es igual a vosotros, o superior en moralidad - digo en moralidad y no en inteligencia – porque no tenéis sobre él ninguna autoridad; si es vuestro inferior, lo podéis hacer si es para su bien, porque entonces los otros Espíritus os secundarán.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
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FRASE DE CHICO XAVIER
“Los padres que se preocupen en despertar en los hijos la vocación para el Bien estarán cuidando de la parte esencial en la formación del carácter de ellos. Las demás cualidades morales e intelectuales habrán de ser consecuencia de esa iniciativa”.
Chico Xavier “El Espíritu de Chico Xavier”
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CONOCIMIENTO DE UNO MISMO
Para mejorarnos en esta vida y resistir a las malas acciones el medio más eficaz es el de conocernos a nosotros mismos. Un sabio de la antigüedad lo dijo: conócete a ti mismo.
Esta máxima contiene mucha sabiduría. No es fácil el conocernos a nosotros mismos, pero este conocimiento es fundamental para lograr nuestra estabilidad emocional y el equilibrio psicológico.
Conocerse a uno mismo implica el conocer las propias aptitudes y limitaciones, el de nuestro temperamento y las principales pautas de conducta personales, las tendencias fundamentales, interese y motivaciones, el saber leer e interpretar nuestros sentimientos…
Es algo que todos aspiramos pero no conseguimos hacerlo realidad. Es un trabajo diario que se debe realizar instante a instante. Nunca llegamos a conocernos de una forma absoluta, siempre surgen en nuestro interior nuevas facetas, que aun desconocemos. De ahí que muchas veces nos sorprendamos de nuestras actitudes y nos digamos: ¡No sé como fui capaz de tal cosa! ¡Nunca me creí capaz de reaccionar de esa manera!
Nuestra realidad es extraordinariamente compleja e inabarcable, y estamos expuestos a modificaciones propias de nuestro desarrollo psicológico.
Para conocernos necesitamos examinarnos de dos formas, interiormente, analizándonos, observándonos, y exteriormente viendo como nos comportamos, nuestros logros, lo que los demás opinan de nosotros, etc.
El conocimiento de uno mismo mediante la auto-observación, clásicamente denominado «introspección», tiene grandes dificultades, ya que al autoanalizarnos psicológicamente, se ponen automáticamente en marcha mecanismos de defensa y auto justificación que nos hacen perder objetividad al juzgarnos. Por otro lado, esta falta de imparcialidad puede generarnos continuas dudas, que se pueden traducir en angustia e inseguridad.
Otras personas tienen una gran dificultad para analizar e interpretar sus sentimientos (alexitimia), por lo que les resulta muy difícil, no solamente conocerse, sino interpretar lo que ocurre en su interior durante momentos o épocas de su vida en que ven modificarse su afectividad.
En el Libro de los Espíritus, San Agustín en el ítem 919 nos aconseja que hagamos lo que él hacia cuando estuvo en la Tierra: al terminar el día interrogaba a su conciencia, pasaba revista a todo lo que había hecho y se preguntaba si no había infringido algún deber, si alguien tenía alguna queja de él. Llegando así a conocerse y ver lo que en él debía reformar.
Es necesario que cuando realicemos este ejercicio, antes pidamos a Dios nuestro Padre y a nuestro ángel de la guarda que nos ilumine, así adquiriremos fuerzas para perfeccionarnos, porque Dios nos asistirá. Hemos de proponernos, cuestiones, preguntarnos lo que hemos hecho, y el objeto que nos ha llevado a hacerlas, si hemos hecho algo que en otro hubiésemos censurado, y si hemos hecho algo que no nos atrevemos a confesar. También algo que nos lo puede indicar es el estado de nuestra conciencia, siempre que hacemos algo recriminable, no nos gusta recordarlo porque en nuestro interior sentimos un malestar, una inquietud, un sentimiento de culpa que no nos permite estar tranquilos, entonces muchas veces, el pensar, si Dios nos llamase en este momento ¿tendría, al entrar en el mundo de los espíritus, donde nada queda oculto, que temer la presencia de alguien? Hemos de analizar si hemos hecho algo contra Dios, contra nuestro prójimo y contra nosotros mismos. Estas preguntas nos dirán si esta’ tranquila nuestra conciencia, o necesitamos curar algún mal.
Conociéndonos podemos cambiar en nosotros aquellas cosas que no son buenas, y como sabemos las cosas que son buenas y son malas, estudiando las leyes de Dios. Porque el amor propio a veces nos juega malas pasadas, excusando nuestras faltas y las mengua. Lo observamos en la conducta del avaro que se cree previsor, en la del orgulloso que solo cree tener dignidad. La mejor forma de calificar una acción de la que no estemos seguros, y es viéndola hecha por otra persona. , si la censuramos en esa persona, también la deberemos censurar en nosotros. Dios tiene una misma justicia para todos sus hijos. Procurad también lo que piensan los otros, sobre todo mirar que opinan de vosotros los enemigos, estos no tienen necesidad de falsear la verdad y a menudo Dios lo coloca a nuestro lado como un espejo, para advertiros con mayor franqueza que un amigo. Las opiniones de estas personas pueden ser más objetivas y pueden constituir una valiosa fuente de información sobre nuestra propia realidad; pero de ningún modo hay que intentar conocerse exclusivamente a través de opiniones ajenas, sino que éstas deben ser solamente una información complementaria que sirva de contraste a los datos obtenidos por medio de la introspección y de la valoración de nuestro modo de comportarnos.
Si deseamos realmente mejorarnos, hemos de procurar vigilar nuestro propio jardín, cuidarlo con esmero, arrancar de él las malas hiervas, pasemos, al anochecer cuando nos retiremos para descansar, ha realizar un examen de nuestras acciones durante el día, hagamos un balance de nuestras ganancia y de nuestras pérdidas, viendo que uno será más provechoso que el otro. Si ha sido buena nuestra jornada podremos irnos tranquilos a dormir y esperar sin temor el despertar a otra vida.
No pensemos que el hacernos preguntas, el analizar nuestro comportamiento es una pérdida de tiempo, solo serán unos minutos, y esto nos dará la dicha eterna. Al igual que trabajamos incansablemente cuando somos jóvenes, con las miras de llegar a la vejez con medios para descansar en la ancianidad. El mejorarnos día a día nos hace merecedores de una mejor vida al otro lado de la vida, verdadera patria del Espíritu.
Muchas de las faltas que cometemos nos pasan desapercibidas. En efecto, si seguimos el consejo de San Agustín, de interrogar nuestra conciencia, veremos cuantas veces hemos faltado sin pensarlo por no examinar la naturaleza y móvil de nuestras acciones. La forma interrogativa es algo más precisa que una máxima que a menudo no nos aplicamos. Exige respuestas categóricas, afirmativas o negativas que no consienten alternativas; son otros tantos argumentos personales, y por la suma de las respuestas puede computarse la suma del bien y del mal que en nosotros existe.
Es necesario que consigamos el equilibrio psicológico y la madurez de nuestra personalidad. Si conocemos nuestras aptitudes podemos desarrollarlas; si conocemos nuestras limitaciones y defectos, ya podemos ponernos a superarlas, para comprender mejor nuestro sentir y evitar objetivos que no somos capaces de lograr, evitando así posibles frustraciones.
Si nos conocemos podemos procurar un proyecto personal de vida realista, para aceptarnos tal y como somos, dentro de un espíritu de superación y de coherencia interna, que favorece la constancia y la continuidad biográfica, traduciéndose en sentirnos a gusto con nosotros mismos, punto clave para lograr una buena adaptación dentro de un entorno y unas relaciones interpersonales solidas, creativas y satisfactorias en todos los sentidos.
Trabajo realizado por Merchita
Extraído de “El Libro de los Espíritus” y de internet
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