domingo, 24 de noviembre de 2019

Muerte en la infancia

  
    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El abuelo espírita
2.- ¿Son útiles las religiones al ser humano?
3.-  Provocaciones
4.- El ser humano necesita ser....
5.-  Muerte en la infancia



                                 
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                 EL ABUELO ESPÍRITA

Hace ya más de seis años  tuve la dicha de ser abuelo de un precioso nieto, y ante mis inconmensurables sentimientos, yo a veces me he planteado, si  no será el mío un caso único de amor de un abuelo por su nieto, o bien esta ternura e infinito cariño que siento por esa criatura que me alegra el alma, entrará dentro de lo que es  normal y que seguramente todos los abuelos sentirán lo mismo por sus nietos. 

    Pero este pequeño con su llegada nos trajo primero la alegría; después el disgusto y  la preocupación, pues a los pocos meses de edad le diagnosticaron el síndrome autista, con tantas complicaciones como  han tenido que sufrir sus padres desde entonces y con la consiguiente preocupación de sus abuelos.

  Tras estos años de preocupaciones y sufrimientos por la circunstancia familiar aludida, que todos sobrellevamos todos lo mejor que podemos, cada uno desde sus papel familiar,me he preguntado alguna vez: En este caso,¿ cual es la diferencia entre un abuelo espírita y otro que no lo sea?, ¿ Quizás más conformidad ante los problemas?, ¿Más rebeldía si no creyera o supiera lo que ahora se siendo espírita?.  Me parece un planteamiento muy  atrevido y difícil de contestar, porque además tengo la impresión de que siempre se me van a quedar fuera de las respuestas muchos detalles.

  La primera respuesta que me doy  es  que yo se que en ese pequeñín que hoy es mi nieto, vive un ser espiritual que ya ha vivido antes, en  otras vidas, no se si teniendo alguna relación conmigo o tal vez no, pues yo al igual que  todo el mundo, ya he vivido antes muchas veces y mi nieto y yo hemos podido coincidir antes en diferentes papeles de los que representamos ahora. Posiblemente  existen unos lazos de amor y cariño forjados entonces, que aún perduran y se sienten porque los lazos de amor son indestructibles al paso del tiempo, aunque ahora en este ser queden ocultos o  disimulados por su actual condición humana. Yo se que no es casualidad ni mala suerte que haya venido al mundo con ese problema; puede que sea por un karma de él pendiente de saldar, o quizás de sus padres, o tal vez de ambos, pero en cualquier caso siempre está siendo una prueba dura, humanamente hablando, para sus familiares. Creo que afrontando el problema con fe y resignación, podemos purgar faltas pasadas y  avanzar al tiempo en nuestro proceso evolutivo con la experiencia de la situación que nos conduce a vivir este  cursillo acelerado e intensivo de lo que es la entrega, abnegación, paciencia, y en defintiva: Amor .

    El cariño, no es un sentimiento que nace espontáneo, de un momento para otro, sino que se forja y se fragua con el tiempo, con la entrega, la convivencia, la abnegación,  los lazos de familia, etc. Por eso, al pulsar mis sentimientos,  yo tengo la absoluta seguridad de que este pequeño con su dulce sonrisa y su aparente distracción,  por el que mi alma vibra de amor y ternura, es quien motiva  estos maravillosos sentimientos que nos embargan hacia él, y en el fondo no es otro el motivo sino  el reencuentro con un viejo conocido, que habrá sido amigo o familiar, ser querido  de otro tiempo,  que ahora es un miembro de  mi familia humana , y con el que, posiblemente,  desde antaño mantengo unos fuertes lazos afectivos que se remontan, posiblemente, a lejanas épocas  en las que se forjó la relación de cariño con este ser, hoy tan amado como desvalido, motivo por ello de nuestras preocupaciones, aun sabiendo que él y nosotros estamos en manos de Dios que es quien nos guía.

    Los seres cuyo amor viene del pasado, se sienten y se reconocen, siendo motivo de regocijo el volver a reencontrarnos con ellos, aunque se  asuman otros papeles de mutua relación  humana, diferentes a los anteriores.

   Para otro abuelo, no espírita, su nieto, seguramente,en principio, solamente es  un extraño que llegó a la familia y es acogido con alegría  por los "lazos de sangre" que le relacionan con el resto de la familia; el amor que se siente hacia él, piensa que se debe al aporte genético que heredó su nieto, lo que se llaman los lazos de sangre, semejantes a los que también tienen los animales por sus crías. Para estas personas, el horizonte de la muerte, se les hace cada día más cercano, y atemorizador, pues creen que con el fallecimiento, cuando les llegue,  lo van a perder todo para siempre, incluido a su nieto)

   Para el  espírita, no existe la muerte plena y total del ser; no teme la llegada de la muerte porque sabe que eso solo incumbe al organismo físico, pero nosotros, nuestra esencia, sabemos que sigue viva después del fenómeno de la muerte del cuerpo.  "El Ser" que nos anima , piensa y siente en nosotros, no es un ser aparte, somos nosotros mismos, y  tenemos la seguridad de que  continuamos viviendo tras la muerte, alternando periodos de existencias en ambos  planos,  material y espiritual. No se trata de creencias sino de demostraciones y evidencias, por la comunicación con esos entes de personas fallecidas a través de la mediumnidad en sus diversas variantes.

   Sin embargo, para el abuelo no espírita, la muerte es el final de todo y este abuelo suele ser de los que de buena fe, dicen que "el muerto al hoyo y el vivo al bollo", en un intento de justificar los egoísmos que llevan en el alma, alegando que tras la muerte, a pesar de lo que dice la religión, posiblemente ya no haya nada y pasamos a un no existir y punto final.  Incluso entre los que se consideran "religiosos", suele haber  en el fondo cierta duda, de si llegado el momento, ¿ será o no será?, ¿ la vida nos acompaña de alguna forma, o solo nos espera  la nada y el vacío absolutos?, ¿ Habrá algo o no habrá nada? ¿ Ha vuelto alguien para contarlo?. Creen que no, pero lo ignoran en realidad. Estos, generalmente, prefieren no pensar y generalmente ni tan siquiera comentar nada sobre el tema de la muerte que desconocen y les causa horror; se teme lo que se desconoce.

  La muerte, para un abuelo espírita , nos confirma la seguridad de que no supondrá la separación para siempre de  los seres queridos, sino que desde el plano espiritual donde seguiremos existiendo,  podremos continuar estando más intensamente cerca de ellos, aunque no todos capten nuestra presencia, y tal vez más adelante, la vida nos volverá a reunir, aquí o allá. 

    Que la muerte nos llegue naturalmente cuando tenga que llegar, sin miedos ni temores de ninguna especie. Será como marchar de viaje a otro lugar y separarme de los míos solo temporalmente y de modo solo relativo, pues cada vez que piensen en mí o me añoren, estarán emitiendo vibraciones mentales que me llegarán y me atraerán como un imán cerca de ellos.

  Para un abuelo no espírita, la muerte supone una incógnita terrible, triste, porque  tanto si él continúa existiendo como si ya no existe después de la muerte, sus afectos, posiblemente los habrá perdido para siempre y ya no los va a encontrar más. Entre esta clase de personas, están "los religiosos" quienes  creen en el Cielo, ( aunque no lo tengan muy claro si será o no será ), de todos modos tienen la esperanza de que allá  donde este se encuentre, (si es que existe en alguna parte), un día se  reencontrará con todos los seres queridos que allí estén, ( dando por supuesto que todos ellos y que él mismo lo merecerán).

   Por lo dicho,  también es posible que cuando yo ya no esté, pero mi nieto aun siga  en este mundo,  durante su vida. tal vez yo vuelva a reencarnar con alguna relación de parentesco o afectiva con él, por lo que en ese caso, yo sería para él, un nuevo familiar en mi nueva existencia humana, otra vez juntos pero interpretando diferentes papeles, volviendo a relacionarnos tal vez como padre-hijo/a o viceversa; o abuelo- nieto/a, o simplemente amigos o compañeros, etc. Por lo tanto, estos lazos de amor que ahora me unen a mi nieto, y que estoy seguro de que alguna vez se forjaron en el pasado, también se que permanecerán y seguirán creciendo y fortaleciéndose a través de los caminos del tiempo y de las vidas sucesivas, porque el verdadero Amor perdura siempre y es indestructible.

   Por último, y como colofón de lo expuesto hasta aquí, solo deseo recordar a quienes albergan todavía dudas en cuanto a su futuro, que según establece la Ley de la Física llamada "Principio de Conservación de la Energía", esta, ni se crea ni se destruye, solamente se transforma, y la esencia del ser humano, lo que llamamos el alma o espíritu, somos en realidad energía, encarnada o desencarnada, por lo cual el horizonte de nuestra existencia se dilata y amplía en la eternidad durante tantas y tantas vidas en los planos físicos y permanencia en los planos espirituales, en los que según afirman y describen los espíritus, está la verdadera vida.

  Y respecto a mi nieto, seguiremos agradeciendo al Padre por su presencia entre nosotros, y por las vivencias, a veces duras y a veces bellas, que podemos experimentar a su lado. Sus padres y abuelos, en la medida que sea posible, seguiremos porfiando por su restablecimiento humano, el cual si finalmente se logra, se lo agradeceremos al Padre, y si no se consigue del todo, pues igualmente será agradecido, pues Dios no nos pone en el camino de la vida nada que no necesitemos para nuestro bien.


- Jose Luis Martín-         

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¿Son útiles las religiones al Ser humano ?

No solamente son  útiles, sino necesarias, porque en el nivel evolutivo actual del Ser humano, aún conservamos un  alto grado de peligrosidad para con nuestros propios semejantes y la religión funciona como un freno moral que controla esos impulsos que todavía tenemos y que nos hacen ser peligrosos hasta para con nosotros mismos.
En realidad las religiones  han ejercido siempre como escuelas de pensamiento que han tomado dos formas: la popular, tolerada por sus teólogos como conexión  con una mayoría inculta de sus fieles, y la forma teológica mas pura y estricta  reservada a dichos teólogos.
     Las religiones  debieran ser un lazo que uniese a los hombres entre sí, uniéndolos con Dios por una misma idea  o sentimiento superior. Si los principios religiosos estuviesen fundamentados por la ciencia, fortificados por la razón y apoyados en la libertad de conciencia, serían el móvil de grandes y generosas acciones humanas, pero mal interpretado y corrompido el sentimiento y la idea de lo religioso, esta ha llegado a ser mas bien un instrumento de dominación egoísta y de rechazo.
      Cárlos Marx, el padre del marxismo, que es una filosofía de carácter materialista, totalmente agnóstica y atea, afirmó que “ la religión era el opio del pueblo”. Y en efecto, lo ha sido, pues el pueblo ante las opresiones y tiranías sufridas por parte de ciertos personajes que les dominaban con su poder, encontraban en la religión el alivio, la conformidad y el freno moral necesario para no sublevarse y derrocar por la violencia a quienes abusaban de ellos y les oprimían.   Marx predicaba la sublevación y la revolución por parte del pueblo y la religión era el freno para que este no reaccionara, entonces, para sus propósitos políticos y de poder, la religión le suponía un estorbo que había que eliminar.
Las  religiones han sido siempre el principal motivo de las guerras  y  desastres humanos, por lo que  resulta trágico y ridículo, que a lo largo de la Historia, los pueblos se hayan matado unos a otros en nombre de un mismo Dios, o por diferencias de conceptos teológicos y dogmáticos, habiendo  llegado alguna vez a proclamar “guerras santas” de unos contra otros para aniquilarse, como si es que alguna vez alguna guerra haya tenido nada de santa;  y así cada religión ha pretendido desterrar o dominar a las demás, desplegando el estandarte del orgullo humano al  proclamarse como la única y verdadera: ¡demencial¡. En vez de unir a las personas con sus conceptos y puntos  de creencia en común, las han dividido y separado por sus diferencias generalmente intrascendentes .
Con la mejor voluntad del mundo, mucha gente religiosa es opresora de los demás con sus ideas, y lo que se suele llamar respeto religioso no es sino miedo encubierto a chocar de frente con posturas  diferentes, fanáticas e intransigentes, o bien rechazo ante el temor de que el dogma del adversario haga tambalear  el dogma propio mantenido. Será porque nos han enseñado que nuestra religión es la única verdadera y por eso nos creemos del lado de la verdad, una verdad que nos da miedo que se tambalee.
La idea del pecado que transmiten las religiones, supone la idea de la transgresión de una ley, por lo que cuando a los niños ya se les aplican rígidas normas éticas dictadas por la religión y  el sentido del pecado y de la culpabilidad, se les está impidiendo su natural evolución humana en libertad al no poder descubrir las cosas por si mismos paso a paso,  mientras se va  acotando su libertad moral, al tiempo que se les condicionan sus conciencias.
La verdadera religión debería  tratar de quitar los miedos en vez de inculcarlos, pues antes que nada la religión debe ser liberadora de miedos, enseñando al ser humano a vivir en Paz y en  Libertad, respetando a sus semejantes en sus creencias religiosas y políticas como paso previo al sentimiento de fraternidad y de amor, mostrando así cual es el sendero de la felicidad . También se le llama Tolerancia.
La verdadera religión no es la manifestación exterior del culto o el rito, sino un sentimiento y los sentimientos se guardan en el corazón humano que es por eso el verdadero templo  en donde se puede encontrar a Dios.   Esto es la religiosidad y esta  no necesita de sacerdotes, templos de piedra, fórmulas  mágicas  ni imágenes sagradas. No da importancia a las formas de adoración, y sus único dogma es el que lleva al perfeccionamiento de los individuos y las sociedades: La Caridad.
La auténtica religión es la del corazón, un sentimiento  de Dios llamado religiosidad, y  está por encima de  todos los cultos y sacerdocios, a los que respeta pero no da importancia, porque la Verdad del alma está por encima de todo esto.
No importa ser católico, musulmán o agnóstico, lo importante es saber ser feliz haciendo felices a los demás y buscar un sitio en la  vida; pero desgraciadamente las religiones no practican eso, si acaso algún religioso al margen de lo que le obliga su religión.
- Jose Luis Martín-
     

“La religión que un hombre profese, la raza a que pertenezca, no son cosas importantes; lo único importante es el conocimiento del Plan de Dios para los hombres .Porque Dios tiene un plan, y este es la Evolución”.
                                                         -Krishnamurti
                 
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                             Provocaciones

La Divina Energía todo lo penetra suavemente, y enriquece de vitalidad a todos los organismos que la reciben. 


Cuando alguien se desvía emocionalmente hacia las áreas de la perturbación, de las discusiones inútiles, de los campeonatos del ego, deja de beneficiarse con su esencia y pasa a producir toxinas y venenos, que desarmonizan los delicados equipamientos orgánicos. 

Nunca faltan motivos para que se produzcan reñidas disputas de resultados perturbadores.

La sabiduría de aquellos que se elevan por encima de las  mezquindades de la vanidad y la presunción, no se detiene en los lodazales que producen intoxicación y muerte.

Ceder espacios y tiempo de la emoción para justificarse, imponerse o responder críticas constituye un recurso dañino, que muy pronto se convierte en un trastorno interior. 

La conciencia de la acción correcta no es compatible con la anarquía, con la persecución gratuita de la ociosidad. Se mantiene inalterable, en sintonía con las fuerzas que vitalizan el Bien, que proporciona salud y paz.

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Toda provocación es un morbo que genera contagio, y cuando se la acepta se transforma en desequilibrio.

El provocador está mal consigo mismo y sale de la celda oscura en la cual vive para perturbar, irradiar mal humor y proponer la anarquía. Ignóralo y prosigue tu marcha.

Si eres asediado por él, ten en cuenta las desventajas de la empresa y aplica tu tiempo en forma productiva.

Tienes un compromiso con tu propia conciencia, que te enseña el respeto al prójimo, a quien le debes amistad pero no obediencia ni sometimiento.

Debes realizar tu tarea conforme la abrazaste.

La opinión de los otros merece la consideración que le das.

De este modo, no te detengas en justificativos o discusiones inútiles, que sólo aumentarán las desarticulaciones del trabajo y establecerán alboroto, perturbación.

Quienes provocan polémicas actúan con insensatez. Están siempre contra todos aquellos que no los homenajean. Su ceguera está repleta de presunción. Sólo ellos, que se denominan a sí mismos sus guardianes, creen ser los poseedores de la verdad, de la sabiduría, y se olvidan de que están de paso en la Tierra, y que no permanecerán en el puesto de vigilancia que dicen resguardar.

La polémica que nace de la falta de respeto, de la amargura, de la pasión, solamente produce desarmonía y tinieblas, nunca esclarece.

Adoptaste el comportamiento de constructor de la esperanza, de iluminador de conciencias, de mensajero del amor.

Allan Kardec, atacado por adversarios gratuitos y amigos que no correspondían a su afecto, nunca se defendió, debatió o polemizó en el ámbito de la vulgaridad. Cuando respondió a las críticas, siempre lo hizo con lenguaje elevado, con argumentación sólida y clara, con respeto por el opositor. Mantuvo el nivel de la discusión en la órbita de las ideas, y no en el de la agresión a las personas.

Jesús, constantemente provocado, permaneció en un alto nivel cuando hizo algún comentario y aplicó la terapeútica de la compasión a favor de sus perseguidores.

El tiempo es siempre el mejor medicamento para todos los males. Nadie se exime de su marcha inexorable.
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A los polémicos que te acusan, respóndeles con el silencio y las acciones que habrán de desmetirlos.

Son ociosos que observan lo que consideran que son fallas ajenas, y no se dan cuenta de las propias.

Además, todos desencarnarán, y cada uno enfrentará a su conciencia, a la cual no es posible anestesiar en razón de que las "Leyes de Dios están inscritas en ella"
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Enseña, persevera en el ideal, pero no te consideres dueño de la verdad; sirve con amor, y no te detengas para recoger resultados u observar frutos.

Tu tarea es la de ampliar los horizontes del bien en la Tierra, en nombre del Amor no amado, hasta hoy incomprendido.

Despierte y Sea Feliz

Juana de Angelis (Espíritu) - Divaldo P. Franco (Médium)

ASOCIACIÓN ESPIRITA TERCERA REVELACIÓN


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El ser humano necesita ser...


"Observa con cuidado y verás la multitud aturdida, agresiva, estremecida, que te parece antipática e infeliz. En realidad, está constituida de personas como tú mismo, huyendo para ningún lugar, sin coraje para el auto-enfrentamiento.” Joanna de Ângelis/Divaldo Franco

Conozco personas que, a pesar de ásperas condiciones históricas, por la mañana ya están despiertas y encorajadas para enfrentar los dilemas cotidianos, confiadas de que vivir es un aprendizaje continuo, hecho y rehecho de errores y avances. Es un acto heroico, ellas consideran, vivir vivos, dando coherencia a sus tareas de alma, aunque anónimas.

Conozco otras, sin embargo, y aún algunos compañeros académicos cum laude, cuyas vidas entienden insípidas y vacías, atribuido el inquieto temor a nuestra época atravesada por los excesos del materialismo/fanatismo, sin ignorar la indiferencia, un artefacto muy cosmopolita.

Frecuentemente poco sensibilizada para la importancia de dar significado a la propia vida, la sociedad contemporánea se espanta cuando las buenas condiciones materiales, aliadas a un irracional consumo, puedan ser acompañadas de sensación de insignificancia  y desesperación delante de las cosas de la vida, sin olvidar el bando invisible de depresivos e infelices que hoy alcanzan el mundo de un plúmbeo sufrir crónico.

Es notorio que el sufrimiento existe...

Mucha gente aún no entiende que solamente metas significativas – y por lo tanto el coraje para ser – pueden generar una pura alegría o una satisfacción honesta, pues es tan sólo el dinamismo dialéctico entre "ser" y “hacerse” que pone rumbo creativo al camino individual, algo que necesita mucho ser diseminado,  desde el principio de la educación humana, y para mantener fecundo el campo de las convivencias, estructurando entonces una mayor proximidad con los dictámenes de la salud del cuerpo-y-alma.

Es notorio que el sufrimiento existe y nadie diría lo contrario.

Pero tenemos la tendencia a intensificar lo (malo) sufrir, a medida que, especialmente en  Occidente, somos entrenados (e instigados) para no entrever la impermanencia de las relaciones y de las cosas, apostando, también a causa de este error de interpretación, en el disfrute de la felicidad como un "producto" a ser alcanzado a cualquiera costa y que pasa, frente a la realidad, a ser fuente de angustias y blanco de una serie de actitudes antisociales.

Felicidad y sufrimiento son experiencias transitorias y, como individuos, lo que de hecho nos cabe es la aventura de evolucionar, de conocernos para pensar/vivir/convivir mejor.

A buen seguro, y en las dimensiones privada y pública, más y más el deseo por sabiduría se hace esencial. Pues, para decir al menos, la sabiduría, relacionada a la verdad, inmediatamente contraria a la mentira y a los engaños, tiene el don de alejarnos de las trampas de una vida comandada por las ilusiones.

Lo necesario para vivir una vida escogida

Además de eso, en un mundo que está en duro tráfico, la sabiduría puede asegurarnos la serenidad de reverenciar, aprendiendo a agradecer y a saborear, por ejemplo, las pequeñas cosas del día a día: una buena comida, un libro edificante, una compañía agradable, el abrazo de un hijo, un día de lluvia, un día ventoso, la franca certeza del devenir, del cambio que impregna todas las cosas…

Aunque muchos de nosotros estemos afectados por un autoconocimiento superficial, pues anchamente dirigidos por mandos materialistas (reduccionistas), a cualquier instante podemos decidir por una vida guiada por significación, por lo tanto rumbo a la sabiduría
¿Qué es necesario, entonces, para vivir una vida escogida?

Una disposición valiente para ser y vivir, actuando bien, viviendo lúcidamente, a despecho de todo mal que aún persiste el destino humano – individual y colectivo. “Coraje de alma", como decía Spinoza.

"Coraje de alma" para avanzar, pero haciendo bien hecha nuestra parte – bajo la luz de la razón y del corazón, porque el coraje, una entre tantas otras virtudes, si como trazo de carácter implica débil sensibilidad al miedo, como calidad es siempre generosa y por eso teje la biografía de los héroes. Y necesitamos de héroes, los héroes anónimos, que viven todos los días y, en el vasto mundo, lúcidamente educan a sus hijos, conocedores de la responsabilidad de contribuir luminosamente con el destino humano.

“Corage de alma” para evolucionar, pues el ser humano necesita ser

Autor: Eugênia Pickina

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Los que no esperan otra vida ya están muertos en esta- Goethe -

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                        MUERTE EN LA INFANCIA

     Cuando la muerte arrebata a los padres a aquellos seres que se encuentran en plena infancia surgen, inevitablemente, una serie de preguntas y de dudas angustiosas, martilleando la mente, llevando, a veces, a los familiares, a modificar sus conceptos sobre la vida y la muerte, tratando de comprender los designios divinos, o bien, rebelarse ante ellos, en un proceso particular e individual que forma parte de cada uno. 
   Las preguntas, las dudas, las inquietudes, son muchas... mas las respuestas, el esclarecimiento y la serenidad, en líneas generales, sólo vendrán con el paso del tiempo. 
   Para poder llegar a alguna explicación que despeje incógnitas e incertidumbres y, por lo menos, aporte algo de luz, de consuelo y de esperanza, la búsqueda de estas respuestas tiene que abarcar, necesariamente, la visión espiritual sobre la vida y la muerte, contemplando al niño como lo que realmente es: un Espíritu inmortal, ocupando temporalmente un cuerpecito físico de niño, con toda una trayectoria y todo un bagaje acumulado, alternando experiencias como encarnado y desencarnado, con las adquisiciones y con las necesidades de cada tiempo. 
    Los motivos para las desencarnaciones infantiles pueden variar. Mas, si verdaderamente creemos en un Dios Justo, Misericordioso y lleno de Sabiduría, que ama por encima de todo a sus criaturas, hemos de aceptar que alguna razón justa y sabia existe, aunque pueda escapar a nuestra comprensión más inmediata. 
    En El Libro de los Espíritus, ítem nº 199, se plantea directamente la pregunta de «¿Por qué se interrumpe, con frecuencia, la vida en la infancia?», encontrándonos con la siguiente respuesta por parte de la Espiritualidad Amiga: «La duración de la vida de un niño puede ser para el Espíritu que está encarnado el complemento de una existencia interrumpida antes del tiempo marcado, y su muerte es, con frecuencia, una prueba o una expiación para los padres». 
    En cuanto al Espíritu del niño, se trata, en muchas ocasiones, de entidades que en una existencia anterior recurrieron al suicidio para huir de la vida, y que ahora se enfrentan a una experiencia física corta, que se presenta como una solución de emergencia para que aquel periodo sea estabilizado dentro del equilibrio. 
    Y, en cuanto a los padres, que quedan con el corazón dilacerado ante la muerte del niño, muchas veces están igualmente comprometidos con la Ley de Causa y Efecto, por variados motivos, debiendo pasar por estas situaciones, que les harán reflexionar acerca del propósito mayor de la vida. 
    Por otro lado, existen casos donde el niño que muere en la infancia es un Espíritu ya de cierta elevación, que ha reencarnado voluntariamente para vivir pocos años en la carne. Y lo hace por amor, atendiendo a servicios de auxilio y sublimación muy concretos, para traer enseñanzas y la oportunidad de ascensión y de renovación a varias personas de su entorno. 
    Y también se producen muertes en la infancia debido a accidentes materiales muy propios de la organización humana y de las condiciones precarias de la vida planetaria, sujeta a imprevisiones, a mudanzas y a comportamientos negligentes e irresponsables de personas que pueden comprometer la seguridad y estabilidad de los más pequeños e indefensos. 
    ¿Qué ocurre, entonces, sea cual fuera la circunstancia, con el Espíritu de ese niño fallecido en la etapa infantil?. La respuesta que nos ofrece la Espiritualidad amiga es clara, simple y concreta, porque la reencarnación es un agente de progreso, es una ley natural y divina: «Vuelve a empezar una nueva existencia» (El Libro de los Espíritus 199-b) Pero ¿qué sucede en ese intervalo de tiempo desde que se produce la muerte infantil y ese Espíritu vuelve a reencarnar? Los niños que mueren son asistidos en instituciones apropiadas por equipos de Espíritus especializados, que los auxiliarán en las dificultades propias y las necesidades que presente cada uno de ellos, buscando el objetivo de que la criatura, gradualmente, se vaya adaptando a su nueva realidad. 
     Y ello es perfectamente lógico que sea así, pues si aquí en la Tierra los niños están protegidos y amparados por las imperfectas Leyes humanas ¿qué no ha de hacer Dios Padre Creador, que es todo Amor, para protegerlos en los planos espirituales?.
     Podemos abrir tres grandes posibilidades para la situación del niño en la Espiritualidad, dependiendo todo ello, básicamente, de su bagaje moral e intelectual adquirido antes de la precedente reencarnación y de su situación particular e individual: 
    1) Reencarnar poco tiempo después del fallecimiento: Si el Espíritu, siempre de acuerdo a sus necesidades evolutivas, va a tener que reencarnar poco tiempo después del fallecimiento, es beneficioso que conserve la forma infantil de su periespíritu durante “el período de espera en el más allá”, junto con todas las condiciones del ambiente humano, para facilitar el proceso de la nueva ligación a la materia. 
     2) El Espíritu asume en breve plazo de tiempo la forma y facultades de adulto que tenía antes de reencarnar, lo que se dará si se trata de una entidad espiritual evolucionada. 
    3) El Espíritu continúa siendo un niño en el plano espiritual, manteniendo la misma edad que tenía al morir, con los mismos condicionamientos mentales y con los mismos rasgos de ese instante, donde seguirá con su desarrollo de manera semejante a como sucede en la Tierra. 
     En líneas generales, en nuestro mediocre estado de evolución, esta tercera opción es la más habitual. 
     Esos parques o instituciones espirituales acogen a niños de diferentes edades, en grupos afines según la situación particular e individual, dividiéndose en diversas escuelas o secciones, de acuerdo con las aptitudes y tendencias que caracteriza a cada uno de estos pequeños. La enseñanza va orientada no solamente a la formación intelectual propiamente dicha, sino procurando, sobretodo, despertar las ideas más elevadas, con aulas especiales enfocadas a la renovación y esclarecimiento espiritual, adaptado, siempre, a la comprensión de cada criatura. 
     Estos pequeños dispondrán, también, de tiempo y espacios para las artes, juegos y deportes, porque los niños siguen siendo niños en la espiritualidad, con todas las características, necesidades y consecuencias que ello pueda suponer, siendo necesario el recreo para su adaptación a la nueva realidad. 
     El Espíritu que ha desencarnado en la etapa infantil, en ese corto periodo de tiempo que ha vivido, muy poco ha podido avanzar en relación a sus aprendizajes y conquistas. Por tanto, su situación será la que ya merecía por todo su historial anterior, debiendo enfrentarse a sus errores y compromisos adquiridos cuando alcance las condiciones adecuadas. 
     El tiempo de permanencia en esas instituciones espirituales dependerá de cada caso: unos quedan por más tiempo, otros marchan antes y, por diversos motivos, reencarnan más pronto, reencarnan más tarde o van hacia otros lugares más apropiados, según las necesidades individuales de cada uno de ellos. 
     Sea como fuere, no dudemos ni un sólo instante de que los pequeños que desencarnan van a estar en las mejores manos. 
     Sin embargo, a pesar de ello, será inevitable que la añoranza, la nostalgia y el recuerdo formen parte tanto de los padres que han quedado desconsolados en la esfera física, como del niño desencarnado en la espiritualidad. Sin embargo, la muerte no destruye los lazos afectivos, al contrario, brinda nuevas y sorprendentes oportunidades para que esa nostalgia sea mitigada y la esperanza logre anidar en el corazón de todos los afectados, produciéndose, en este sentido, encuentros durante las horas del sueño físico, donde los padres pueden visitar a sus hijos en esas instituciones de la espiritualidad, despertando, a la mañana siguiente, con un recuerdo vago, mas lo suficiente y justo para sentirse reconfortados y convencidos de que su hijo está vivo y bien, siendo semejante certeza un dulce alimento para su corazón. 
     Encuentros entre padres e hijos que se repiten pudiendo, también, los propios niños desencarnados, cuando estuvieran preparados para ello, visitar a sus familiares en el hogar terrestre, acompañándolos en los momentos importantes, envolviéndolos con su amor y cariño. 
     Generalmente, el mayor obstáculo para la recuperación y estabilidad de esos niños desencarnados es la reacción de los familiares que quedan en el plano físico, al no saber aceptar su marcha, causándoles aflicciones y desajustes con sus lamentaciones exageradas y desesperación incontrolada. 
     Existen muchos mensajes de niños fallecidos, repitiéndose en ellos el mismo pedido de auxilio hacia los familiares encarnados: que no sufran, ya que su dolor les alcanza de forma muy penosa, especialmente en los primeros tiempos de la vida espiritual, en la que el niño permanece muy ligado psíquicamente a su familia terrenal, queriendo ir al encuentro de sus familiares, sin poder ir... 
     La Doctrina Espírita ofrece a la humanidad los más fecundos testimonios de aquellos Espíritus que han desencarnado, muchos de ellos en plena infancia corporal, desvelando la realidad de la Vida inmortal, que prosigue, triunfante, más allá de la tumba. 
     En estas comunicaciones mediúmnicas, aquellos que fueron niños y que como niños retornan al Plano Espiritual, nos descubren las emociones que experimentan después de la muerte de su cuerpo físico, narrando sus impresiones y su proceso de adaptación a la nueva vida, su desarrollo y la relación con familiares que reencuentran en el plano espiritual después de la experiencia terrena… y la relación con los familiares que quedaron en ella. 
      Una enseñanza, entre otras muchas, se extrae de todas estas comunicaciones: la certeza de que la vida continúa en toda su extensión y grandeza; que la tumba, simplemente, es la puerta de entrada para la Vida Mayor, que es la vida del Espíritu, donde el amor nos continúa uniendo a todos.        En el último capítulo del libro Mensaje de un pequeño muerto, (Espíritu Neio Lucio, psicografía Chico Xavier), Carlos, desencarnado a los 14 años de edad, se despide de su hermano de la siguiente manera: «Estoy seguro de que un día nos reuniremos, de nuevo, en el Grande y Bendecido Hogar, sin lágrimas y sin muerte. Hasta entonces, conservemos por encima de todos los dolores e incertezas, nuestra fe viva en Dios y nuestra suprema esperanza en el destino».        El recuerdo de ese hijo que “se fue” nunca saldrá de la mente y corazón de los padres. Mas no hay que dejar que ese dolor y nostalgia desestructuren emocionalmente y se convierta en sufrimiento, perjudicando, con tal actitud, a uno mismo y, especialmente, a estos pequeños en el plano espiritual. 
      Padres, recordad a vuestros hijos en una oración continua, llena de acordes de esa esperanza de la que tanto nos hablan los propios niños en sus mensajes, esperanza que engrandece al ser humano, para que allá donde ellos se encuentren puedan sentir todo vuestro inmenso amor, con la certeza más absoluta de que un día se producirá el reencuentro entre padres e hijos, reencuentro que, sin duda, será sublime y sumamente compensador de tanto dolor.
-Alfredo Tabueña -

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