jueves, 10 de octubre de 2019

¿ Qué significa Karma ?

  
   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Voluntad inteligente
2,. Sin caridad no hay salvación
3.-  ¿El Infierno existe?
4.- ¿Qué significa Karma ?
       Proverbio japones
 5.- El Universo es infinito


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                          VOLUNTAD INTELIGENTE

   Las personas  se apegan a sus sentimientos inferiores (egoísmo, orgullo, resentimiento, etc) como a una propiedad. Los consideran una posesión que no quieren perder porque les pertenece desde miles de años atrás: constituyen sus paradigmas. Están además los vicios del tabaco, el alcohol, la comida, los juegos de azar, las drogas, la envidia, la usura, las intrigas, que socavan el equilibrio físico o psíquico. El vicio será más difícil o más fácil de erradicar en función de algunas circunstancias, como por ejemplo´:

- de la intensidad psíquica y física (nivel de dependencia),
- de cuanto se complace la persona con él,
- del grado de esclarecimiento del grupo de apoyo (familia, terapeútas,     amigos),
- de la voluntad de cambiar.

  En tales casos la voluntad no es simplemente fuerza de voluntad, de acuerdo con el concepto usual. Incluye pesos o fases ineludibles, como son :motivación, reflexión, decisión, afirmación, planificación y ejecución, tal como lo manifiesta Assagioli. Él propone el uso inteligente de la voluntad. Yo mismo bauticé a esa expresión voluntad inteligente porque significa una alianza entre esas dos funciones psíquicas: la voluntad y la inteligencia. Cuando la voluntad fuera insuficiente para resolver las situaciones que perjudican a la persona, como los vicios y las pulsiones diversas, y esta desee extirpar ese chancro que ya se encuentra incrustrado en sus células físicas y espirituales, por cierto tendrá que pedir auxilio a otras funciones psíquicas para tratar de remediar esos agravantes internos. La inteligencia habrá de impregnar a la voluntad, a fin de mostrarle algunas opciones para erradicar sus problemas, como por ejemplo, orientar su mente hacia valores más elevados, que le proporcionarán un placer muy superior al de los utilizados hasta ese momento. El placer de la libertad, por ejemplo, es incomparable al de la esclavitud de los vicios. El placer de la buena respiración, de la salud mental y física está indiscutiblemente muy por encima del atrofiamiento orgánico, que limita y reduce su vida útil en el medio físico.

   De tal modo, la inteligencia apunta en dirección a la dignidad humana, de los sentimientos superiores, portadores de aluviones de placeres espirituales mucho más plenos que los placeres sensoriales de los vicios humanos. La inteligencia, por tanto, prestará su auxilio a la voluntad a fin de hallar soluciones para las diferentes situaciones de la vida, no solamente en relación con todos los vicios, sino con todas las elecciones, decisiones y compromisos.

 Ciuando el hombre se convierta en aliado de la voluntad, de los sentimientos superiores y de la inteligencia, será invencible, porque construirá su psíquis sobre bases sólidas y afines con las leyes de Dios. Esas funciones psíquicas impregnarán las demás funciones y el hombre conseguirá, finalmente, triunfar sobre sí mismo.

- Jasón de Camargo- (Educación de los sentimientos)

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SIN CARIDAD NO HAY SALVACIÓN


                        Caridad material.- 
Es obvio que el espiritista o cristiano, que para nosotros es lo mismo, se conoce no por las palabras que salen de los labios, sino por las buenas obras que son fruto del Amor, cuyo sublime y perfecto modelo es el Maestro y hermano Jesús.
   Si solo nos dedicáramos al estudio de las ramas científicas que abarca el árbol frondoso del Espiritismo y no practicáramos la Moral evangélica que es lo más importante, y ante la prueba de ayudar al desvalido que nos suplica un favor, y que pudiendo hacérselo, le rehusáramos, de poco nos serviría el nombre de espírita, ya que demostraríamos ser unos egoístas, como tantos, que es el peor defecto de la persona, mal moral que el espiritista debe desterrar del alma.
   El espiritista debe pensar más en el prójimo que en sí mismo; auxiliando sin vanagloriarse ni reparar si el necesitado es ateo o de diferente creencia a las nuestras, socorriéndole con delicadeza y tacto, "que la mano izquierda no sepa el bien que haga la derecha", según la máxima de Jesús. Nos basta saber que todos somos hermanos e hijos del mismo Padre amoroso.
     Hay que reconocer, no obstante, que hoy la caridad material individual es muy limitada y no siempre puede  practicarse lo que fuere menester a pesar de la voluntad. Hay tal cúmulo de necesidades que la solución generalizada requiere un serio estudio y esfuerzo mutuo a nivel de Estado. Consolémonos practicándola generosamente según las posibilidades de cada uno, y podremos tener la conciencia tranquila.

  Caridad Espiritual.-
 Valoraremos la importancia de la Caridad material y la espiritual, razonando que la primera es de carácter temporal, ayudando al individuo enfermo a recobrar la salud perdida, o en una cierta cantidad metálica en caso de necesidad material.
    La Caridad espiritual es muy superior a la material, porqque incluso podemos ejercerla, si ha lugar, al mismo espíritu que a la muerte del cuerpo lo ha sobrevivido, por ser el alma de esencia eterna.
    El hombre, dice Platón, es un alma encarnada.
    Siendo el cuerpo del hombre, solamente, la habitación interina del alma, parece lógico y algunas doctrinas erróneamente lo creen, que los sufrimientos físicos que padece el enfermo, debieran cesar simultáneamente con la muerte del cuerpo, momento en el que por voluntad de Dios, el espíritu recobra su libertad.
    Pero sucede que por tener la mayoría de los habitantes del planeta un profundo letargo espiritual, entre otras causas, por culpa del Materialismo que enseña y asegura que somos, como en todo, un ser limitado y finito, producto de la casualidad, negando la existencia de Dios, del alma inmortal, y por consiguiente de la vida futura, falsa y perniciosa ciencia, hoy en boga, que aleja al hombre del camino espiritual que ilumina la razón a la comprensión del verdadero destino eterno y de felicidad con el cumplimiento de las leyes inmutables del Creador.
    Los divulgadores del materialismo- ateo, contraen una gran responsabilidad por ser un obstáculo al progreso moral y las enseñanzas  que consideran un verdadero opio del pueblo.
    Por inculcarle al hombre las ideas nihilistas, forman legión increíble, pero los espíritus que a la muerte de su propio cuerpo lo ignoran, pasando al otro mundo con tan grueso velo de ignorancia, que se creen vivir la vida material de la Tierra, a modo de un prolongado sueño sin solución de continuidad; desorientados y turbulentos, sienten por el cuerpo espiritual que va unido al Espíritu, los mismos dolores físicos, que son para ellos del todo presentes, agudos y reales.

EL AMOR-Remedio espiritual.-    
   Por lo expuesto, vemos que no se trata de casos aislados, sino, por el contrario, muchísimos de los espíritus errantes que precisan oraciones, regalo de amor, bálsamo milagroso que los cura y alivia en su triste situación, y sin que lo notemos, acuden a nosotros como las mariposillas a la luz de la lámpara. Seamos caritativos con ellos, que son tan hermanos como los encarnados, cumpliendo la máxima cristiana de "hacer a otro lo que quisiéramos hicieran con nosotros".      ¡Quien sabe si un día también la vamos a necesitar...!.
    Así como hemos dicho que la caridad material no está al alcance de todos para practicarla, con la espiritual no tenemos excusa alguna, pues todos tenemos la capacidad de amar, que es el único remedio para curarles. ¡Abramos ese preciado tesoro, del que cuanto más demos, Dios más nos lo repone; solo tenemos que utilizar la voluntad de repartirlo para que se produzca el milagro, porque milagro es, en nombre del Señor,  dar luz a los ciegos de espíritu.
   Por las reuniones que practican la caridad espiritual, en socorro de los infelices hermanos que patentizan dolores por diferentes causas, sabemos que son muchedumbre los que están en la atmósfera de la Tierra, y si no fueran invisibles a los ojos materiales, les veríamos deambulando cerca de nosotros. En esta singular obsesión, permanecen en la justa ley de Consecuencias, ley que actúa según la gravedad de las faltas cometidas por abusar del libre albedrío. ¡ La duración de este sorprendente estado es variada en horas, días, semanas, meses, años, e incluso siglos !. El sincero arrepentimiento y sumisión a la voluntad Divina, de cuya infinita misericordia, con perplejidad e indescriptible alegría, ven la Divina Luz Espiritual, a la que se dirigen felices, acompañados de bondadosos Guías.
    Es lícito pensar que si al desencarnar un deudod o un amigo, su familia, mediante la oración lo despertaran a la Luz, no se producirían en la Tierra tantos desequilibrios psíquicos y perturbaciones de todo orden que aquejan a numerosas personas; y la experiencia demuestra que otros espíritus que no son malos, salvo excepciones, sino ignorantes desesperados que sufren en la erraticidad, pero al pasar a la Luz su actitud de repente es benévola.
    En el planeta hay mucha oscuridad y falta mucha Luz Espiritual.
    Que cada espírita sea una luz encendida. No haya ninguno que la esconda debajo del celemín, y esparcidas por todo el globo terráqueo, disiparemos, sin duda, las tinieblas y trabajaremos para un mayor bienestar.
    Siendo verdad que la mejor oración es la que sale del corazón, no debemos aconsejar modelo alguno (salvo a quienes la pidieren), dejando que la fe y la experiencia de cada persona o colectivo, elijan las más idóneas en la lógica Kardeciana y cristiana, y en unión de pensamientos, levantar un potente faro de Luz que les quite el velo de la obsesión, guiando a puerto seguro.
    Estudiemos, que buena y necesaria es la instrucción. Tengamos en cuenta que nuestra fuerza radica en el pensamiento, acompañado de fe y de voluntad, pero practiquemos el bien material  y espiritual, que conduce al verdadero y seguro progreso del Espíritu en su retorno a la Patria Celestial.

- Amadeo Vila Figueras- del Grupo Bálsamo de Amor- Igualada-
   La presente adaptación a partir del original, es de Jose Luis Martín-

    
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         ¿EL INFIERNO EXISTE? 

En esta ocasión vamos a abordar un tema que tiene una relación muy directa con el mal, el sentimiento de culpa y las responsabilidades que se derivan de nuestros actos. 
     “En todas las épocas el hombre ha creído, en forma intuitiva, que su vida futura sería feliz o desdichada según el bien o el mal que haya hecho en la Tierra”. (El Infierno; Capítulo IV, 1; El Cielo y el Infierno, Allan Kardec).
      Dios nos ha dotado de una conciencia para distinguir entre el bien y el mal. Una especie de brújula interior que marca un norte relacionado siempre con el bien y todas las acciones que se derivan de él. De tal forma que, cuando la desoímos y hacemos el mal, o hasta incluso dejamos de hacer el bien desaprovechando la ocasión, esa misma brújula se agita y nos indica que algo va mal, que no hemos obrado correctamente o no hemos hecho lo suficiente. El verdadero sentido de la vida consiste en crecer a través del bien, desarrollar las potencialidades del ser humano, como es la inteligencia, fortalecer la voluntad, y aquellas cualidades que en estado latente todo espíritu, desde el momento que es creado, trae para su desarrollo y crecimiento sin fin. 
      Existe un Plan Divino, un programa que, debido a nuestra inferioridad espiritual, apenas somos capaces de entrever. Es por ello que las actuaciones consecuencia del libre albedrío tienen su peso y sus consecuencias inevitables. Si se hace el bien no es necesario que nadie explique lo que se siente, una satisfacción, una alegría interior, una plenitud. Sin embargo, cuando se obra mal, el desasosiego, el vacío interior, el sentimiento de culpa, la tristeza, el remordimiento se instalan en el ser. Se trata de una  situación muy incómoda y desagradable que conmina a la rectificación, a corregir y reparar los errores, las malas acciones. Pero ¿qué ocurre cuando, debido a esa misma inferioridad moral, el mal es mantenido, desarrollado y perfeccionado (si se puede decir así) con el paso del tiempo? ¿Qué pasa cuando no se hace caso de las advertencias de la conciencia e incluso de los espíritus guías que tratan de inspirar siempre en el bien, perdiendo el rumbo trazado, olvidando que todos formamos parte de un engranaje regido por unas mismas leyes espirituales, cuya base, su máxima expresión, se cimenta en el precepto: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo? Cuando se arrastran varias existencias físicas haciendo el mal, ignorando los avisos sobre las malas praxis, olvidando los compromisos y tareas que cada ser trae a la vida para con sus semejantes, vienen las consecuencias inevitables. 
    Las leyes espirituales actúan, especialmente la ley de afinidad, por medio de la cual el semejante atrae a sus semejantes, a aquellos que se encuentran en la misma faja vibratoria y con unos mismos intereses comunes. También la ley de causa y efecto, es decir, aquella que regula las acciones, actúa a su debido tiempo y su función es la de equilibrar y reajustar. La sabiduría popular la recoge con este antiguo axioma: “La siembra es voluntaria y la cosecha obligatoria”. Dante Alighieri y la Divina Comedia (I): Inferno   
     Por tanto, los espíritus endurecidos, insensibles al dolor ajeno, que se ha instalado voluntariamente en el mal, más pronto o más tarde pasan a sufrir las consecuencias de sus actos reprobables. Se trata de un largo proceso de caída y de acumulación de errores no justificados en base a un libre albedrío mal empleado; de pruebas no superadas; de acomodar y situar la vida en un proceso de actuación contraria al amor, a la misericordia y la bondad Divina. Dichas consecuencias nefastas el espíritu las empieza a sufrir muchas veces en la propia existencia física, para posteriormente continuar en los planos espirituales inferiores, una vez ha desencarnado. 
     Apuntar que el sufrimiento es siempre proporcional a las faltas. Dependiendo de la gravedad de sus actos, puede llegar a vivir situaciones muy desagradables en ambientes deplorables, casi indescriptibles para la imaginación humana. Hablamos del infierno que ciertos místicos y santos del pasado visitaron y describieron, como le ocurrió a Santa Catalina de Siena (siglo XIV), o a Santa Teresa de Ávila (siglo XVI), a San Juan Bosco (siglo XIX), entre otros. Es también la experiencia de algunos que han estado al borde de la muerte y se han visto transportados a lugares sombríos, decadentes, llenos de oscuridad y con escenas lamentables. Hay que recordar que estamos hablando de verdadera maldad, de espíritus rebeldes, muy desviados del camino recto, cuyas mentes se encuentran instaladas en las pasiones más bajas y en constante desequilibrio moral. 
     En la obra “Evolución en dos mundos” (*) del espíritu André Luiz, psicografiado por Francisco Cándido Xavier; cap.19; Después de la muerte, encontramos alguna explicación muy interesante al respecto: 
      (*) “El infierno de las distintas religiones, existe perfectamente como órgano controlador del equilibrio moral en los reinos del Espíritu, así como la cárcel y el hospital se erigen en la Tierra como instrumentos correctivos y de recuperación”. 
      El espíritu, en el devenir de sus existencias y en el uso de su libre albedrío, se prepara el escenario espiritual exterior que ya empieza a  vivir en su interior. Dicho de otro modo, no es equivocada la idea que sostienen algunos espiritualistas y religiosos cuando dicen que, tanto el cielo como el infierno, son estados de conciencia, que pueden ser tormentosos o agradables, según los casos. El peor suplicio es la sensación de eternidad de las penas, algo que no se corresponde con la realidad. Dios no puede ser tan perverso como para regocijarse contemplando escenas donde sus hijos pudieran estar eternamente sufriendo, esto es algo contrario a su bondad y misericordia, e incluso, al sentido común. Esta circunstancia solo se podría justificar si realmente se estuviera durante toda una eternidad haciendo el mal, entonces sí que sería lógico que sufriera eternamente, pero eso es algo que la ley de evolución no permite. Nada permanece estancado eternamente, eso es una falacia mayúscula.
 (*) “Después de la muerte física, el alma culpable sufre un estricto proceso de purgación, tanto más fructífero cuanto más se manifieste su dolor y su arrepentimiento, pues luego de eso podrá elevarse a esferas reconfortantes para su reeducación”. El dolor y el arrepentimiento actúan como palancas poderosas que impulsan al espíritu hacia su regeneración. Insensible hasta ese momento, cambia de actitud, y es a partir de ahí cuando comienza su fase de recuperación, de trabajo reeducativo, de revisión de sus actuaciones pasadas, analizando las causas que le llevaron a cometer esas faltas hediondas, fortaleciendo su espíritu con buenas resoluciones y actitudes renovadas. Es el comienzo de una nueva etapa de rescate preparada por los espíritus benefactores que están con él en todo momento. 
     Nuevas existencias, nuevas oportunidades donde pueda trabajar el control de sus defectos y pasiones, purgar sus errores con vidas de sacrificios y sufrimientos, soltando parte del lastre psíquico acumulado. Por tanto, esos lugares que se pueden denominar también como bajo astral, planos inferiores o groseros, actúan como una especie de cárceles u hospitales, lugares donde el espíritu está confinado temporalmente, sometido a un proceso de purga. Esos espíritus permanecen mentalmente atrapados por sus culpas, visionando sus errores o a sus víctimas una y otra vez, como si de una película repetitiva se tratara. Algunos pasando a ser víctimas de otros espíritus vengativos que no son capaces de perdonar el daño recibido. No se trata en este artículo de describir ese tipo de escenarios, como sí ocurrió en otras épocas por las autoridades religiosas, para infundir miedo, sentimiento de culpa, y de ese modo lograr amedrentar y dominar al pueblo sencillo e ignorante. 
     No debemos de caer en la exageración pero tampoco podemos ignorar la realidad. Existen distintos grados de paz y felicidad, pero también de sufrimiento y dolor, como podemos comprobar también en nuestro propio mundo físico, lugares y entornos llenos de desgracia, horror, miseria y dolores constantes. Dios es amor y misericordia, pero en base al libre albedrio, como hemos comentado al principio, se pueden tomar caminos equivocados, muy desviados del objetivo principal. Sin duda, la meta es la plenitud y la felicidad, de eso no nos puede caber la menor duda. Sin embargo, las resoluciones que se adopten, así como las actuaciones derivadas de ello, pueden retrasar y hasta estancar temporalmente el destino final. 
     Concluiremos con una idea: nuestra percepción de la realidad se ve cercenada por nuestra forma de percibir la vida; estamos muy limitados por los sentidos de la materia física, de tal forma que valoramos y medimos en función de lo que vemos y pensamos. A medida que el espíritu se eleva, las circunstancias y vicisitudes que ahora le pueden llegar a atormentar temporalmente son contempladas desde los planos superiores como “pequeños accidentes”, si se comparan con la verdadera inmensidad, con todo aquello tan bello y grandioso que se le tiene reservado una vez se haya desembarazado de las cadenas que le atan a su inferioridad moral. 
      “En tanto en el hombre predomine más la materia que el espíritu, difícilmente comprenderá los deleites de la espiritualidad”. (El Infierno; Capítulo IV, 1; El Cielo y el Infierno, Allan Kardec). 

-José M. Meseguer - Amor, Paz y Caridad,



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¿Qué  significa  Karma?


El karma es una Ley espiritual equivalente a la Ley de Consecuencias o Ley de Causa y Efecto. Es una Ley natural de justicia,  reequilibradora  y correctora del Ser espiritual, que actúa siempre retribuyendo y equilibrando el resultado de nuestros actos buenos o malos  cometidos en esta vida. Podemos afirmar que  esta ley acompaña  al espíritu  desde su primera encarnación  en  donde inició su camino evolutivo como ser humano..
Esta Ley  está en la naturaleza misma del espíritu humano en donde  precisamente por eso, su acción reguladora  de las vidas humanas y de sus acontecimientos, es permanente.
La palabra  “Karma”,  tiene  origen oriental que procede del  Sánscrito “Karman”, y precisamente  significa  “Acción y Consecuencia”.
Este nombre  oriental  es el más popularizado, pero en Occidente también se le conoce como  Ley de Causa y EfectoLey de Consecuencias, Ley de Retribución, Ley de siembra y cosecha, etc.
      También esta ley  afecta a la materia,  y es conocida en Física donde fue promulgada por Isaac Newton   como   Ley de Acción y Reacción. Dicha ley física  fue promulgada así: “ A toda acción realizada en un determinado sentido, corresponde una reacción de la misma intensidad en dirección opuesta”, o sea, que es una ley equilibradora de los actos y sus consecuencias.
     Por ella se ajustan y equilibran los méritos y los deméritos de cada uno.  Conforme ahondamos en su comprensión, vemos más claramente como las casualidades  en realidad no existen. En general todos los actos y situaciones que nos sobrevienen en la vida, suponen una Causalidad que determina la relación de esa causalidad  con el efecto correspondiente que produce:  Todo hecho pude ser  considerado como un efecto o como consecuencia de algo y no hay efecto sin causa  por lo que  no hay casualidades sino solamente “causalidades”, aunque no siempre lo comprendamos así o lo aceptemos.
       Es fácil  llegar a comprender la lógica de que si tenemos libre albedrío y voluntad propia para dirigir conscientemente nuestras vidas, también debemos tener la responsabilidad de nuestros actos y sus consecuencias. Por ella, Dios deja al tiempo el cuidado de hacer derivar sobre cada uno de nosotros los efectos de las causas que los originaron. Funciona haciendo que  cada uno  recibamos  obligadamente las consecuencias de nuestros actos de los que somos responsables, por cuanto hacemos voluntariamente a los demás o a nosotros mismos.  Supone una especie de compensación de los actos del pasado a la que estamos sometidos todos los seres humanos, en el presente o en el futuro, tanto a nivel individual como colectivo.
         Esta Ley  que nos corrige y nos incentiva en nuestras vidas es ante todo perfecta, inmutable, automática, soberanamente justa y además al mismo tiempo está  relacionada estrechamente con la Ley del Amor, porque ofrece eternamente al  Espíritu  humano la posibilidad de evolución. 
Es de señalar que  la Ley de Consecuencias  puede actuar corrigiendo o sancionando acciones negativas, pero  también  lo hace premiando  y compensando  las buenas acciones  de  consecuencias  positivas en cada Ser humano. Su comprensión representa y  engrandece el concepto de la Justicia Divina  que siempre se cumple inexorablemente y nos  indica  que para nadie existen privilegios ni concesiones.
        Esta Ley cósmica de Causa y Efecto,  nos explica el gran interrogante de las desigualdades humanas, que se pueden experimentar al cabo de diversas existencias en la materia, pues hace que todas ellas sean solidarias entre sí, con unos reajustes que derivan del engranaje continuo de las causas generadas voluntariamente y los efectos que por ellas se deben afrontar obligadamente. Como bien dijo Einstein, Dios no juega a los dados el destino de los seres humanos.  Asimismo nos aclara los mecanismos de actuación de la Justicia Divina de forma sencilla, pero categórica: De lo que sembramos en este mundo libre y voluntariamente, recogemos la cosecha obligatoria  buena o mala, antes o después. El nacer en medio de unas condiciones más o menos difíciles, no depende de la buena o mala suerte, sino precisamente del engranaje de esta Ley Cósmica que nunca deja de cumplirse con apoyo de la Reencarnación. 
     Hay quien equivocadamente cree que la muerte hace que muchos no recojan esas consecuencias buenas o malas de lo que en vida sembraron, pero esto es a causa de que olvidan que con la muerte no termina la vida del espíritu y que en la reencarnación de este en nuevas vidas es en donde se vuelven a reencontrar consigo mismo y recogerán el resultado de sus anteriores siembras, ya sea positivo o negativo, según sea la clase de siembras (acciones), pendientes de afrontar sus resultados.
La Ley de Consecuencias muestra la Gran Inteligencia, Justicia y Previsión de Quien la puso en marche en medio de la evolución del espíritu humano pues nos conduce en el proceso evolutivo al hacer  que  nos guíe  a un equilibrio espiritual, porque repetidamente nos  confronta  siempre con los mismos problemas, hasta que por fin  aprendemos y somos  capaces de superarlos.
Asimismo esta ley  administra los destinos de todos los Seres espirituales, proporcionándonos  las circunstancias y las pruebas de la vida  que necesitamos para progresar, aunque no siempre las aceptemos de buen grado ni comprendamos el por qué  nos sobrevienen, pero que  nos lleva a reflexionar sobre el tiempo pasado y el futuro. Simplemente nos plantea situaciones y circunstancias humanas, pero no actúa en contra de nuestra libertad, sino que la respeta totalmente, y es la respuesta obligada que obtenemos de aquello que hacemos voluntariamente  en uso nuestro libre albedrío. Por  esta ley siempre se nos devuelve el bien o el mal, en esta vida o en otras futuras.
        También  nos  hace comprender  la lógica de la Reencarnación, cuando explica como  muchas de las fobias humanas en la vida presente,  suelen tener su origen en traumas padecidos en el pasado, y como a través de las nuevas y a veces múltiples experiencias en la materia, finalmente el espíritu evoluciona reequilibrándose y adquiriendo nuevos valores y experiencias..
        Finalmente comprendemos que  la ley del Karma  siempre ha actuado  en la vida individual  y también en la colectiva de los pueblos, que se  han movilizado vida tras vida y generación tras generación mediante sus actuaciones, comportamientos  y actos.

- Jose Luis Martín -

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“ Si quieres conocer el pasado, mira el presente que es su resultado. Si quieres conocer el futuro, mira el presente que es su causa.”

                                           - Proverbio japonés -

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               EL UNIVERSO ES INFINITO

¿Los soles, los planetas, los satélites, las galaxias parecen haber sido creados para simple deleite de los ojos humanos? ¿Antes de la existencia de la Tierra para quién brillaban las estrellas que matizan el espacio? ¡Durante mucho tiempo el desconocimiento fue nuestro patrimonio! Hoy día, la Astronomía, que es la ciencia que se ocupa del estudio de los astros del cosmos, especialmente de las leyes que rigen su movimiento, comparte con otras áreas de investigación sus técnicas experimentales y objetos de estudio, de entre los cuales cabe destacar la climatología planetaria, la física nuclear, la electrónica, la astronáutica y un largo etc., proporcionando avances para las sociedades. Sin embargo, el estudio científico de los planetas echa por tierra cuestiones metafísicas y conjeturas porque, lejos de ser inaccesible a las verdades, tiene a su alcance un horizonte que brilla con limpia claridad, donde la ciencia tiene por objeto encontrar las verdades eternas. Es pues, cohesionando la parte filosófica y moral del Espiritismo con la ciencia cuando podemos contestar a esas cuestiones de manera global, ya que para hablar de la infinitud del Universo es necesario considerar el todo y no la parte, esa unión, pues, modifica los conceptos erróneos que poseíamos del Universo. La Doctrina Espírita ofrece un campo neutral en que se puede conciliar el materialismo y la espiritualidad, enseñándonos que si no los interrelacionamos es de escasa utilidad para el progreso humano, mostrándonos que hay una relación simbiótica entre los seres y los espíritus, que escapa a las percepciones más groseras. Debemos resaltar que el sentimiento de la vida espiritual está todavía en estado de intuición en gran parte de la Humanidad, siendo presentido por una multitud de personas; muchas aún no se dan cuenta de la importancia de saber qué función tiene el Universo. Existen dos aspectos fundamentales que obligatoriamente no se deben desprestigiar en esa investigación, la física de los planetas y el nivel moral e intelectual de ellos, defendiendo ardientemente el estandarte de nuestra filosofía. ¿Cómo empezó todo? En el libro El Génesis, que pertenece a la Codificación Espírita, encontramos que la materia cósmica primitiva, encerraba elementos fluídicos y vitales de todos los sistemas que desarrollan su magnificencia ante la eternidad. ¡Es la madre fecunda y generadora eterna! En la profundidad de los hornos estelares bajo una fusión nuclear se crearon los planetas con masas de materia condensada y no solidificada, separadas de la masa central por la acción de la fuerza centrífuga y adoptaron en virtud de las leyes del movimiento, la forma esferoidal, más o menos elíptica, según el grado de fluidez que haya conservado.  Las sustancias generadoras, fuente del origen de las esferas siderales, no han desaparecido en nuestros días, ni muerto su poder, ya que siguen formando continuamente nuevos mundos, dando vida a nuevas creaciones y recibiendo continuamente los principios reconstituidos de los mundos que desaparecen. La materia cósmica primitiva está sometida a las leyes que aseguran la estabilidad y al principio vital universal que forman generaciones espontáneas en cada globo, a medida que se van manifestando las condiciones necesarias de existencia en cada mundo. En su origen, los mundos no fueron creados en su plenitud y madurez de vida. El poder supremo nunca se contradice y, como todas las demás cosas, el Universo nació niño. Sometida a las leyes y con el impulso inicial inherente a su propia formación, la materia cósmica primitiva dio nacimiento en sucesivas etapas a: torbellinos, aglomeraciones de fluidos difusos, cúmulos de materia nebulosa, que se multiplicaron y dividieron hasta el infinito, para dar nacimiento en las regiones inconmensurables de toda la extensión Universal a diversos centros de creación. Las nebulosas son regiones del medio interestelar constituidas por gases y polvo, tienen importancia cosmológica   porque son los lugares donde nacen las estrellas por fenómenos de condensación y agregación de la materia, aunque, en otras ocasiones son compuestas por los restos de estrellas que han muerto. Las galaxias son sistemas masivos de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo y quizás materia oscura y energía oscura que se mantienen agrupadas por su mutua atracción gravitatoria. Los cosmólogos denominaron que nuestro Sistema Solar se encuentra dentro de la galaxia conocida como la Vía Láctea, que es una galaxia elíptica. A pesar de sus gigantescas proporciones y la vastedad de su imperio, ocupa un lugar poco apreciable en el Universo, representando apenas un punto insignificante e inapreciable en la inmensidad de las creaciones siderales, sólo es una entre miles. Nuestro astro rey posee una superficie luminosa móvil, ardiente, ondulante, foco permanente de electricidad, que sostiene por atracción recíproca los demás mundos del sistema y a él debemos directa e indirectamente todas las transformaciones vitales sobre nuestro planeta. El Sol, cuya dominación asegura la estabilidad, la regularidad y la armonía de los mundos planetarios, no es más que una unidad insignificante y la humilde compañera de multitud de otras no menos esplendidas. Siendo un tipo general en el orden uranográfico, muy probablemente, los millones de astros son otros tantos centros de magníficos sistemas, algunos semejantes al nuestro, algunos inferiores, otros superiores, otros en formación o decrepitación, manifestando vida en mundos todavía desconocidos. Los astrofísicos definen los planetas como cuerpos celestes que giran alrededor de una estrella, no poseen luz propia, sino que reflejan la luz solar, cada planeta posee una configuración propia. De acuerdo al ítem 56 de El Libro de los Espíritus, observamos infinidad de modelos planetarios, sin embargo, los mundos se enlazan por similitudes, demostrando que en la naturaleza nada está aislado e inútilmente creado, los planetas tienen un origen ígneo y obedecen a las leyes inmutables de la creación. Desde 2006 no se considera Plutón como planeta y se pueden dividir los ocho conocidos en dos grupos: los planetas interiores, rocosos y densos, llamados telúricos y los planetas exteriores, gaseosos y helados, llamados jovianos. No se destaca nuestro planeta azul por su proximidad ni por su alejamiento, no presentando acentuada relevancia frente a los demás mundos del Sistema Solar. 

Analizando el terreno, los valles, las montañas, la variación calórica, los estados de electricidad, del magnetismo y el número de satélites, desde este punto de vista, la Tierra no se distingue en modo alguno de los demás planetas. Al emprender el estudio de la posición de la Tierra en el Sistema Solar, vemos que nuestro hogar no disfruta de privilegio y podemos combatir así el argumento de aquellos que, en nombre de su posición, se equivocan lastimosamente cuando quieren abolir la doctrina de la pluralidad de los mundos habitados. Sería mucha soberbia considerar que Dios construyó un Universo infinito solamente para que nosotros vivamos en él. Las enseñanzas espíritas nos ayudan a despojarnos de la añeja ilusión de considerarnos los únicos privilegiados. El Universo es infinito, el espacio es infinito y el tiempo es relativo. Hay una relación directa entre la cantidad infinita de planetas y los tiempos diversos e incompatibles que existen. Más allá de los mundos materiales, en el mundo espiritual la eternidad reemplaza las sucesiones efímeras, pues el Universo es inmensidad sin límites y eternidad sin fin: esas son las dos grandes propiedades de la naturaleza universal. Vemos estrellas no como son, sino como han sido, vemos pues el pasado. Podemos con ese conocimiento mantener la teoría de que el Universo existía mucho tiempo antes del nacimiento de la Tierra, desplegando su belleza en la vastedad de los cielos. Si no tenemos todavía la demostración científica de la presencia de seres vivos en otros mundos, nada prueba que no puedan existir con un organismo adaptado a las condiciones de esos mundos. De hecho, las entidades espirituales se han manifestado afirmando en múltiples ocasiones la veracidad de esta tesis. Ya no tenemos el mutismo, porque innumerables hermanos desencarnados han dejado sus experiencias y consejos, apartando definitivamente el asustador y tétrico silencio. La simple mirada de la Naturaleza habla elocuentemente a nuestro favor. Tenemos abundancia de demostraciones semejantes por la inmensa variedad de ejemplares de la vida en la Tierra. 
    Por simple observación, sabemos que el poder creador es infinito y que no podemos racionalmente oponer ningún obstáculo a la manifestación de la vida en el Universo. Apenas hemos penetrado los misterios que presiden a las funciones habituales de la vida, las propiedades físicas, la acción de la luz y electricidad, los efectos del calor y del magnetismo. ¿No sería negar la existencia de vida en otros planetas, restringir el poder de Dios a estrechas fronteras dentro de las cuales, la misma conciencia humana no se conforma a mantenerse circunscrita para siempre? ¿Estamos solos? La vida también ha evolucionado en muchos otros rincones del Universo, eso es lo que dicta la lógica y las comunicaciones espirituales. 
     Nos dijo el astrónomo y poeta de los cielos Camille Flammarion: «Debemos disuadirnos de la pretensión de poder juzgar el estado de habitación de los mundos, sería pues una pretensión muy cercana al ridículo afirmar que somos los únicos y el único fin de la creación». La intervención incesante del Autor supremo no es superflua, abstracta o estéril. Todos los mundos fueron creados para ser habitados. ¿Cómo puede cumplirse este axioma si no hay seres que habiten los mundos ni los conozcan? La única respuesta a esta cuestión es la idea de habitación que se une inmediatamente a la idea de habitabilidad. 
    Nos explican los Espíritus que los entes del Universo permanecen con la complejidad humana, independiente de algunas diferenciaciones y adaptaciones necesarias al medio del planeta más o menos avanzado a que pertenezca. Recomiendo, para un mayor entendimiento, la lectura de la Revista Espírita donde el espíritu de Bernard Pallissy explica que la superioridad del planeta Júpiter no lo es solamente en el estado moral e intelectual, sino también en el físico, comunicación, alimentación, forma corpórea y proceso del nacimiento, infancia y desencarnación. Además, indica que la principal ocupación de los espíritus de Júpiter es dar aliento a los espíritus que habitan mundos inferiores para que perseveren en la buena senda.
     Los planetas no obedecen al mismo orden de evolución espiritual que su disposición en relación al Sol. Además, bajo el prisma de la ontología, el examen comparativo de los planetas establece que una gran diversidad debe reinar entre los habitantes de ellos; desde los mundos inferiores a los superiores habrá una correlación en el valor intelectual y moral. 
    Siendo el Universo un imperio divino donde la vida se expresa en variadas formas, se desarrollan incansablemente millares de millares de naciones que conviven simultáneamente en la inmensidad del espacio, ayudándose mutuamente, revelándonos que cada uno está en un grado de evolución cuyas necesidades son distintas. Así, se lleva a cabo la creación universal, Dios ha creado siempre, continúa haciéndolo y por siempre lo hará. Ya es hora de quitarnos la venda de la incultura, por eso cualquier pensador actual es merecedor de comprender ese elocuente espectáculo.
El espacio que se extiende sobre nuestras cabezas no está desierto y silencioso, ya no es indiferente con sus adiamantadas constelaciones. ¡El Universo está poblado! Leyes eternas físicas y morales comandan su ejecución. A todos aquellos dudosos, subrayo que el Amor es la esencia del Universo y que las criaturas nacieron de la exhalación divina para amarse las unas a las otras. 
     Dios es el principio y está en todas las partes, por su potencia, esencia y presencia. ¡La obra Divina es bella en su conjunto y perfecta en su fin! No estamos solos y sí interconectados, ya no es solamente la atracción física, los rayos del Sol, el calor, el magnetismo lo que reúne a todos los seres; no es solamente el principio de la verdad la que establece lazos indisolubles entre las humanidades estelares, todo el Universo infinito está bajo una ley general: la ley de familia.
      Si no tenemos todavía la demostración científica de la presencia de seres vivos en otros mundos, nada prueba que no puedan existir con un organismo adaptado a las condiciones de esos mundos. De hecho, las entidades espirituales se han manifestado, afirmando en múltiples ocasiones la veracidad de esta tesis.

Valle García Bermejo 

(Tomado de la Revista Espírita nº 8 de la FEE).

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