jueves, 28 de febrero de 2019

¿Todo el mundo igual de rico o de pobre?

     ESPIRITISMO

Frase de Chico
- La Fe y la Caridad en los tiempos actuales
- El hombre honrado, según Dios o los hombres
- ¿Todo el mundo igual de rico o de pobre?
- Eutanasia y Vida
- Reunión Mediúmnica: Ambiente previo



                                                     


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    En cualquier lugar, tendremos lo que hayamos dado;  No lo olvides: Todo lo que hicieres a los demás, te lo haces a ti. "
                - Chico Xavier -

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     La Fe y la Caridad en los                     tiempos actuales

En estos tiempos de globalización cuando Internet intensifica en gran medida las posibilidades de comunicación entre las personas, ¿es posible conciliar la conservación de la fe y la práctica de la caridad, considerando la velocidad con la que ocurren las cosas, incluso la propia vida?
En la época en la que se elaboró la Codificación del Espiritismo, era común la referencia al telégrafo que a partir de 1844, era usado para la comunicación a distancia, destacando que en el pasado era muy raro creer en aquella posibilidad. ¡Y si alguien hubiese podido anticipar, en los tiempos vividos por Allan Kardec, los adelantos de nuestros tiempos en el campo de la comunicación entre las personas!
Vamos a hacer un breve recorrido sobre las posibilidades actuales de comunicación, sin ánimo de que este modesto análisis agote tan importante tema, pues lo que nos proponemos es encontrar caminos para el entendimiento práctico y la vivencia de la fe y de la caridad en nuestros días.
Un breve escenario
En nuestra era disponemos de múltiples oportunidades para las personas que viven en la era de la Globalización, de Internet, de la World Wide Web. Ahora, cuando el espacio cibernético está siendo usado, cotidianamente, de forma masiva por el público, y sin necesidad de salir de casa, se puede contar con múltiples posibilidades de comprar, ver películas, de comunicarse instantáneamente con otras personas de forma ilimitada y gratuita, de obtener información inmediata de fuentes lejanas geográficamente, y muchísimas facilidades más; como es obvio esto sucede a una velocidad mucho mayor que hace algunos años, por todo ello, podría parecer que la vida se hace más fácil y más intensa.
Con la difusión de las computadoras, de Internet y de otras innovaciones tecnológicas, las oportunidades de distracción, de “gozar de la vida” se multiplican, entre tantas otras cosas, con la divulgación de gran cantidad de películas, de producciones televisivas, de edición de libros sobre los más variados temas, -lamentablemente, con preponderancia de asuntos triviales y poco elevados-, con los juegos electrónicos, por desgracia en su mayor parte violentos, pero que quizás debido a ello, se introducen cada vez con mayor rapidez y eficiencia.
 Con las posibilidades creadas por el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología, la Humanidad pasa a disponer de un confort jamás imaginado en épocas anteriores. Sin embargo, jamás sufrió tanto los efectos desastrosos de la depresión, jamás recurrió tanto al uso de todo tipo de drogas y al abuso del sexo, en la búsqueda de una satisfacción que parece estar siempre en algo diferente de aquellas ya probadas. Lo que observan los profesionales del área de la medicina, de la psicología, de la psiquiatría y publican los periódicos especializados o no, es que jamás la Humanidad contó con tantos desequilibrios psíquicos como ahora, tanto vacío interior, y con tanta insatisfacción personal.
La velocidad con que las noticias cruzan la Web y fácilmente llegan a las personas; las multiplicadas posibilidades de acceso a la adquisición de objetos que, generalmente, pronto se vuelven desechables; la lucha por adquirir riquezas y fama, parece contribuir también a un aumento desmesurado de la ansiedad, de la insatisfacción, del deseo de vivir con mayor intensidad y en ciertos casos, sin llevar a la práctica las más elementales normas morales y de pacífica convivencia.
      Una agitación confusa que genera movimientos rápidos y constantes con los cuales se pretende distraer la necesidad de pensar, de sentir con mayor profundidad, lleva al individuo a una vida superficial, a un vacío insoportable que busca llenar de cualquier forma, llegando en algunos casos al extremo de no importarle si lo que hace para satisfacer sus “necesidades” e intentar calmar sus ansiedades va a traer o no perjuicios para otros. El egoísmo recrudece. El tedio y la insatisfacción aumentan. El vacío y la agitación pasan a formar parte de la vida normal. El tiempo siempre parece insuficiente para todo. No queda lugar para atender a la familia ni para considerar una posible realidad trascendente, ni siquiera para identificar sus verdaderas necesidades pues, el trabajo, las noticias y programas televisivos, el chateo o la navegación por la Web, el juego electrónico para aliviar las tensiones, las reuniones sociales, las compras que muchas veces reflejan intensa fiebre de consumismo… ocupan más tiempo de lo que uno dispone al día.
    En realidad observamos que muchas personas están inquietas, como buscando o queriendo algo más, pero, en medio de todo eso, la mayor parte pierde las referencias de sí misma, de los valores que podrían orientar su vida y extraviada busca la proyección de su personalidad, pues la única base sólida que vislumbra es que los demás le admiren y le acepten, pues uno mismo no se puede aceptar en la condición en que se encuentra. De ahí el observado fenómeno de la sustitución de los antiguos dioses por los ídolos de la actualidad, en las diversas áreas del entretenimiento como el cine, cierta clase de música, los deportes y tantas otras cosas que surgen como mecanismo compensador para llenar el gran vacío interior que avasalla a la Humanidad.
      Dentro de la sociedad se fortalece la filosofía de que no importa lo que uno realmente es, sino lo que los demás creen que uno es. La vida de apariencias gana una importancia relevante con relación a la realidad que la persona es obligada a encarar en dos niveles distintos y complementarios: en su interioridad, donde enfrenta inseguridades, vacilaciones, deseos no satisfechos, frustraciones, etc.; y hacia fuera, en la vida diaria, con sus compañeros de trabajo, amigos, vecinos, clientes, relacionados y conocidos, en fin doquiera que lucha para sobrevivir, vestirse, alimentarse, criar y educar a sus hijos, o simplemente divertirse, perder el tiempo en juegos y otras banalidades. En ambos niveles la apariencia está ganando mucho terreno e importancia…
      Ante esa realidad y por el hecho de no exigirse a cumplir con los compromisos adquiridos ante la Justicia Divina, de luchar por una profunda transformación del ser; por hacer promesas vacías e irreales como la propia vida que esas personas persiguen, los cultos externos vienen ganando fuerza. Mucha gente está emigrando de las religiones tradicionales para los más recientes cultos que tienen como base, no la vivencia y ejemplificación del Evangelio, sino las amenazas del fuego infernal, el cobro del diezmo y de todo tipo de donaciones que algunas veces, en vez de invertirse en obras útiles de caridad revierten a beneficio de los creadores de esos cultos, en flagrante aprovechamiento de las libertades que preponderan en la mayor parte de los países de nuestro globo y omitiendo el más absoluto desinterés que debe ser norma esencial de vida para todos nosotros.
    Así las cosas, ¿dónde existe el espacio para la fe y la caridad en un ambiente donde predomina la ausencia de conocimiento de una causa justa para la existencia que lleva cada uno a buscar lo mejor para sí mismo, olvidado de las necesidades y de los derechos de los demás?
    De conformidad con el antiguo proverbio chino de que toda crisis es una oportunidad, al lado de todo eso, observamos también que jamás fue tan sencillo para la persona encontrar esclarecimientos y orientaciones de cómo proceder y cómo enfrentar las dificultades naturales que la vida le impone.
  Todo está al alcance de un clic en la computadora. Sin ánimo de agotar la lista, veamos algunas de las posibilidades a las que podemos acceder fácilmente: libros nobles que pueden ser bajados o comprados, Web-sites que pueden ser consultados, grupos que se reúnen para estudiar temas constructivos, listas que son creadas para tratar asuntos de evangelización, del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espírita, cursos educativos son ofrecidos gratuitamente o a costo reducido, centros espíritas virtuales empiezan a surgir e, incluso, el servicio de atención fraterna puede ser llevado a cada hogar por medio de Internet.
    De esta forma, observamos que, aun siendo el escenario actual diferente de los anteriores, el dilema del ser humano sigue siendo el mismo: el gran desafío está dentro, no fuera de cada uno. Todo es una cuestión de opción. Para tomar conciencia es necesario querer. Para aprender, es preciso buscar el conocimiento. Para cumplir nuestro papel en la vida es imprescindible saber qué es la vida y cuáles nuestro papel dentro de ella. La voluntad lleva al ser a buscar el conocimiento que fortalece la confianza en uno mismo y la fe en un futuro mejor, en Dios, en la solidaridad que une a todo el Universo. La importancia y necesidad de la caridad adviene como consecuencia natural de esa comprensión, llevando al esfuerzo de integración voluntaria dentro de un proyecto que extrapola la vida material rumbo a una trascendencia universal, espiritual.
De la fantasía a la realidad
Fuera de dudas, toda persona con un mínimo de iniciación en el conocimiento de la realidad espiritual, que ínter penetra y trasciende la vida material, ya llegó a esta conclusión: todos fuimos creados por algún motivo que trasciende las situaciones transitorias que estamos viviendo en cada reencarnación. Saber el por qué de nuestra creación y cuál es nuestro papel dentro de la vida es del todo conveniente para cada uno de nosotros. Seguro que el papel de cada uno no es convencer a los demás del bien que ellos pueden y deben realizar. El papel primordial de cada uno es concretar en su propia vida el bien que ya reconoce como necesario para mejorar su condición espiritual. En verdad, cada uno tiene su libre albedrío y va a decidir por sí mismo cuándo empezará a dedicarse al noble trabajo de auto educación y realización espiritual.
André Luiz (1), en el año 1944, por la psicografía de Chico Xavier, registraba un discurso de Telésforo que ya abordaba con profundidad esa cuestión, afirmando que “las transiciones esenciales de la existencia en la Tierra encuentran a la mayoría de los hombres absolutamente distraídos de las realidades eternas”.Añadía que “la mente humana se abre, cada vez más, al contacto con las expresiones invisibles, dentro de las cuales funciona y se mueve. Eso es una fatalidad evolutiva. (…) La humanidad terrena se aproxima, día adía, a la esfera de vibraciones de los invisibles de condición inferior, que la rodea en todos los sentidos. Pero, según reconocemos, el mayor porcentaje de habitantes de la Tierra no se ha preparado para los actuales acontecimientos evolutivos. Y los más angustiosos conflictos se verifican en las sendas humanas. La Ciencia progresa vertiginosamente en el planeta, pero, a medida que se suprimen los sufrimientos del cuerpo, se multiplican las aflicciones del alma.(…) El hombre dominará, cada vez más, el paisaje exterior que constituye su morada, aunque no se conozca a sí mismo. Pero, atendido el cuerpo, éste revelará las necesidades del alma…
“¿Cómo actuar ante millones de enfermos y criminales en las zonas visibles e invisibles de la experiencia humana? ¿Por el simple culto externo?(…) ¿Por actos de fe? (…) ¿Sólo por una afirmación de la voluntad? (…)”
     Para un Espíritu Protector (2), la solución es posible por la conjugación de la fe y de la caridad que, para ser efectivas, necesitan actuar juntas en nuestro diario vivir. Sus comentarios están relacionados con el abordaje que estamos utilizando, cuando afirma que el hombre, ávido de placeres, en vano quisiera engañarse sobre su destino en este mundo. La búsqueda de la felicidad aquí, como la entienden las personas, sería una utopía, pues la vida terrestre tiene por finalidad el perfeccionamiento moral de los Espíritus, lo que es favorecido por el uso del cuerpo de carne por medio de la reencarnación. En sus propias palabras, “sin contar las vicisitudes ordinarias de la vida, la diversidad de vuestros gustos, de vuestras inclinaciones, de vuestras necesidades, son también un medio de perfeccionaros, ejercitándoos en la caridad. Porque sólo a costa de concesiones y de sacrificios mutuos podréis mantener la armonía entre elementos tan diversos”. En su concepción, la felicidad es posible en la Tierra desde que sea buscada en la práctica del bien. Hoy las personas necesitan ejercitar el sacrificio de su egoísmo, de su orgullo y de la vanidad. Para triunfar sería indispensable buscar la inspiración de la caridad y el sustento de la fe.
Telésforo (3) afirma “que la reverencia al Padre, la fe y la voluntad son expresiones básicas de 
la realización divina en el hombre, pero no podemos olvidar que el trabajo es una necesidad 
fundamental de cada espíritu. (…) Sin embargo, no basta ser trabajadores, es necesario 
 convertirse en servidores que atiendan de buena voluntad al llamado del Maestro”.

   El Evangelio de Jesús nos brinda seguro derrotero que nos indica cómo atender a ese llamado.               Pero, en nuestros días, con la maraña de interpretaciones existentes se hace un tanto difícil la                 comprensión de la propuesta del Maestro, mas, siempre podemos recurrir al Espiritismo, que,                   dejando de lado los puntos generadores de discusiones vacías de importancia fundamental, nos               facilita la comprensión de las enseñanzas morales del Cristo en su profunda sencillez y pureza                 primitivas.
    Según el Maestro, la fe no necesita ser de gran tamaño, basta que sea como un grano de 
mostaza, para que pueda mover las montañas de un lado para otro (4). Pero el siervo, sostenido
 por su fe, necesita ser fiel para ser digno de la consideración de su Señor (5). Si no respeta a
 sus compañeros y les hace sufrir para provecho propio, si les falta con la caridad, no podrá 
esperar otra cosa sino la decepción con respecto a sí mismo y a su comportamiento.
                                                                                                                                                                          Para hacer el bien con verdadero provecho es imprescindible preparar se convenientemente.
 Pero hay siempre una distancia entre el conocimiento, la preparación y la realización. Sobre el
 tema, Tobías, hablando a André Luiz (6), resalta que la preparación no es la realización 
propiamente dicha. Para él, el servicio legítimo no es fantasía. Es trabajar con ahínco, pues 
sin esta briosa actitud la obra no puede aparecer ni prevalecer. El servicio al prójimo exige
 renuncia y altruismo. Cuando un servidor se olvida de la dedicación a los semejantes, se hace
 un instrumento inútil en el campo del Señor. Todo trabajo constructivo trae sus desafíos, exige
 esfuerzos. Por eso, no corresponde interpretar dificultades como castigos, por el contrario, 
todo obstáculo representa una oportunidad verdaderamente preciosa a los que están 
haciendo la verdadera introspección para comprender cuál es su papel en la vida y empiezan a
 esforzarse para realizar la caridad como guía de sus sentimientos.
                                                                                                                                                                         A propósito, vale destacar que Jesús dijo que procede del corazón lo que sale por la boca. (7)
     Si las palabras son la expresión de los pensamientos, podemos fácilmente deducir que los 
pensamientos nacen en el corazón del hombre, es decir, de sus sentimientos. De ahí, la sabia 
orientación para que no sintamos el mal. Pero si aún lo sentimos, que no pensemos en él. 
Si no logramos dejar de pensar en el mal, que no hablemos de él. Pero si no logramos dejar de
 hablar con mal, que no lo hagamos. Vemos, por lo tanto, que todo lo que ocurre fuera 
de nosotros por nuestra iniciativa, depende siempre de nuestros sentimientos. Es ahí donde 
necesitamos trabajar para construir nuestra defensa, nuestro apoyo, nuestra mejoría. Eso 
no es simplemente una expresión retórica. Si logramos captar el espíritu de esa enseñanza,
 podremos tener entre manos la clave para la solución de muchos de nuestros problemas en 
el mundo. Es posible que la aplicación práctica de ese concepto pueda representar la gran 
diferencia del estado en que nos encontremos después de nuestra desencarnación, cuando ya
 no sea posible ponernos por detrás de las máscaras que la materia nos ofrece para disfrazar 
nuestro verdadero estado evolutivo.
      Es aquí donde vuelven a aparecer la fe y la caridad como condiciones esenciales de nuestro
 adelantamiento espiritual. La fe que se desdobla en múltiples aspectos traduciendo la confianza
 en uno mismo, en su capacidad de realizar por el deseo y el esfuerzo sincero y constante de
 prepararse y hacer lo que va comprendiendo. Traduciendo también la confianza en Dios, en
 su Providencia que se manifiesta por el amparo de la espiritualidad superior que trabaja en su
 nombre para promover nuestro progreso espiritual. Traduciendo aun la fidelidad al Padre, al 
compromiso de mejoría asumido con nuestros bienhechores espirituales antes de la actual 
encarnación. Siendo, en fin, el apoyo para nuestra acción efectiva que resulta en beneficio del 
semejante por diversas y distintas formas.
                                                                                                                                                                           Siendo la caridad el Amor del Padre en acción, ésta se manifiesta a través de nuestras manos,               posibilitada por nuestra buena voluntad y por nuestra disposición a servir incondicionalmente,                   constituyendo uno de sus dos aspectos,-el benéfico- la distribución gratuita de los recursos                       materiales que disponemos para tal fin, como depositarios de la Divinidad. Pero implicaría                         también la distribución de oportunidades de trabajo, de educación, de salud, entre tantas otras                 cosas, cuando disponemos de recursos y poder para eso. En el campo íntimo, sería resistir al                   deseo de hacer el mal, logrando dominar la inclinación al odio, a la venganza, a la envidia, a los               celos, en fin, a todo mal sentimiento. Sería la lucha por dominar las malas inclinaciones, referida               por Allan Kardec. Empezando con el simple vaso de agua a quien lo necesite, pasando por la                   palabra amiga y esclarecedora a quien la pida, hasta llegar al sentimiento educado que se traduce           en vibraciones constantes de bienestar, de paz, alegría sana, de luz por todos nuestros hermanos           en Humanidad, la caridad puede y necesita serla guía de todas nuestras acciones en la vida, para           que hagamos el Bien siempre.
 Y eso no está fuera del alcance de nadie. Todos tienen esos recursos a su disposición. Pero, en               los tiempos en que vivimos, no es fácil tomar la decisión, optar por la renuncia a tantos llamamientos para volcarse para tareas oscuras, sin resultado aparente inmediato, sufriendo las incomprensiones 
de muchos e, incluso, la persecución de algunos más ignorantes que  se hacen  instrumentos de las tinieblas para dificultar la marcha del progreso de los que aún vacilan en sus decisiones en cuanto a los verdaderos beneficios de hacer el Bien, tanto para los demás, como  para nosotros mismos.
                   ¡Y ahora!
 Al encender la computadora para navegar por la Web, al encender la televisión, al buscar un libro            en la estantería, en una librería, una tienda o en Internet, al considerar todas las cosas que están            a  nuestro alcance en estos tiempos de ciberespacio, consideremos simplemente una cosa                      fundamental que pueda servir de guía para nuestras decisiones y acciones en la vida: no seremos            eternamente hombres y mujeres en cuerpos de carne. La reencarnación es transitoria y todo lo              que podamos gozar, disfrutar en la Tierra, es un pálido e insignificante reflejo del bien que  podremos obtener cuando superemos la inferioridad que aún nos prende a la necesidad de habitar  cuerpos tan burdos como los que estamos utilizando aún en esta etapa evolutiva. Pero  consideremos también, 
que el cuerpo no es un peso, sino un instrumento de progreso. La vida en  la materia no es una 
fatalidad, un castigo, una imposición punitiva. Es, ante todo, una bendita  oportunidad de elevación espiritual que aprovecharemos o no, dependiendo únicamente de  nuestra decisión.
    Es verdad que el mundo actual ofrece muchas oportunidades para la satisfacción de nuestras               fantasías, para desviarnos del verdadero propósito de la vida. Pero, más que nunca, tenemos                  múltiples oportunidades de aprender y ejercitar el Bien.
    Hoy ya no podemos decir que no comprendemos la propuesta del Padre para nosotros, pues 
todo lo tenemos muy claro y objetivo en las expresiones de nuestros mayores espirituales, 
magníficamente codificadas en la obra de Kardec y ampliadas en muchos nobles libros y en 
textos que, cada vez más, estamos pudiendo acceder con los simples clic del ratón en las 
computadoras.
     Sin embargo, toda esa facilidad para acceder al conocimiento intensifica nuestra responsabilidad,
 no dispensa y jamás dispensará el esfuerzo personal de meditar para aprender, interiorizar para
 vivir cada vez con más amplia seguridad el ejemplo que Jesús nos vino a ofrecer.
                                                                                                                                                                           Podemos concluir, de esa forma, que ahora, como siempre en el pasado, todo depende de  uno  mismo. Si buscamos nuestro apoyo en la fe y en la caridad la guía de nuestras acciones, tendremos mayor oportunidad de volver al plano espiritual victoriosos después de esta   encarnación. En caso contrario, tal vez tengamos que entrar en nueva espera, rogando de la  bondad de Dios y de los 
buenos espíritus trabajadores del bien, la oportunidad de, en la mejor de las hipótesis, volver a este mundo, donde las cosas estarán ocurriendo aun con mayor rapidez,  con más amplias posibilidades 
de comunicación, pero también con mayores  oportunidades para  distraernos abortando la misión 
que trajimos…En ese caso jamás podremos afirmar que  fracasamos porque ignorábamos los planes Divinos.
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(1) Los mensajeros, Francisco Cândido Xavier, por el Espíritu André Luiz. Edición IDE-Mensaje                            Fraternal. Cap. 5. 1ª Edición, 2006.
(2) El Evangelio según el Espiritismo, Allan Kardec, Cap. XI, ítem 13, Ediciónnúmero 41, IDE-                                    Mensaje Fraternal, San Pablo-Caracas.
(3) Véase la Nota 1.
(4) Mateo, 17: 20 y 21: 21.
(5) Mateo, 24: 45-51.
(6) Los mensajeros, Francisco Cândido Xavier. Por el Espíritu André Luiz. Edicióndel IDE-Mensaje Fraternal, Cap. 3.
(7) Mateo, 15:18.
Artículo de Carlos Roberto Campetti

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El hombre honrado según Dios o según 

                    los hombres


José Bré

Muerto en 1840, evocado en Burdeos por su nieta 1862
Querido abuelo, ¿ queréis decirme cómo estáis en el mundo de los espíritus y darme algunos detalles instructivos para nuestro adelanto?
Todo lo que tú quieras, mi querida hija. Expío mi falta de fe, pero la bondad de Dios es grande, y toma en cuenta las circunstancias. Sufro, no como podrias entenderlo, sino por el sentimiento que tengo de no haber empleado bien mi tiempo en la Tierra.
¿ Cómo no lo habéis empleado bien, si habéis vivido siempre como hombre honrado?
Sí, desde el punto de vista de los hombres, pero hay un abismo entre el hombre honrado ante los hombres y el hombre honrado ante Dios. Quieres instruirte, hija mía. Trataré de hacerte conocer la diferencia.
Entre vosotros se tiene a un hombre como honrado cuando respeta las leyes de su pais, respeto elástico para muchos . Cuando no hace mal a su prójimo, quitándole ostensiblemente lo suyo. Pero le quita a menudo sin ningún reparo su honor y su dicha, desde el momento en que el código o la opinión pública no pueden alcanzar al culpable hipócrita. Cuando se ha grabado en la lápida de la tumba la retahíla de virtudes que se ensalzan, se cree haber pagado una deuda a la Humanidad. ¡Qué horror! No basta para ser honrado ante Dios dejar de infringir las leyes de los hombres.
Es preciso ante todo no haber quebrantado las leyes divinas.
El hombre honrado ante Dios es aquel que, lleno de abnegación y de amor, consagra su vida al bien, al progreso de sus semejantes. Aquel que, marchando al fin que se propone, es activo en la vida para cumplir la tarea material que se le ha impuesto, porque no debe olvidar que sólo es un servidor al cual el amo le pedirá un día cuenta del empleo de su tiempo. Activo hasta el fin, porque debe predicar con el ejemplo el amor del Señor y del prójimo. El hombre honrado ante Dios debe evitar con cuidado esas palabras mordaces, veneno escondido entre flores, que destruyen las reputaciones y a menudo mata al hombre moral cubriéndole con el ridículo.
El hombre honrado ante Dios debe tener siempre el corazón firme contra el menor átomo de orgullo, de envidia, de ambición. Debe ser paciente y dulce con los que le atacan. Debe perdonar de todo corazón, sin esfuerzos y sobre todo sin ostentación, a cualquiera que le haya ofendido. Debe amar a su Creador en todas sus criaturas. Debe, en fin, poner en práctica este resumen tan conciso y tan grande de los deberes del hombre. Amar a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo.
He ahí, mi querida hija, casi explicado lo que debe ser el hombre honrado ante Dios. Pues bien, ¿ he hecho yo esto? No, he faltado a muchas de esas condiciones, lo confieso sin avergonzarme.
No he tenido la actividad que el hombre debe tener. El olvido del Señor me ha arrastrado a otros olvidos que, no por no caer bajo la ley humana, dejan de ser prevaricaciones a la ley de Dios. He sufrido bastante por eso cuando lo he reconocido, y por esta razón me anima hoy la consoladora esperanza en la bondad de Dios, que ve mi arrepentimiento. Decidlo, querida hija, repetidlo a los que tiene la conciencia cargada. Que cubran sus faltas a fuerza de buenas obras, y la misericordia divina se detendrá en la superficie.
Sus ojos paternales encontrarán las expiaciones y su mano poderosa borrará las faltas.

El Cielo y el infierno. Allan Kardec.


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    ¿ TODO EL MUNDO IGUAL DE RICO

                     ( O DE POBRE) ?

¿ Podría haber en el mundo una total igualdad en la 

tenencia de bienes materiales?


Cada persona estamos en la posición  económica y social que nos corresponde estar, porque de habernos correspondido otra  diferente o mejor, habríamos nacido en  el seno de otra familia y otra sociedad,  e incluso me atrevería a afirmar que ya la tendríamos  en este mundo  mediante nuestro  mayor esfuerzo, y  si hubiésemos tenido  una mayor capacidad intelectual y volitiva, tal vez podríamos haber  superado  ya nuestro actual nivel social y económico.
Hay quien piensa que la riqueza está mal repartida, pero sin embargo, sabemos que nada sucede por casualidad, sino que en todos los aspectos de la vida, hay una causalidad  previa.
Creer que puede llegar un día en que pueda haber  una igualdad total en el reparto de riquezas, posiblemente sea una utopía y un sueño irrealizable del marxismo, porque siempre habrán pobres al lado de ricos, tal como lo anunció Jesús de Nazaret, y habrán dirigentes y dirigidos, según las diferentes capacidades de cada cual, lo cual supone una lógica  diferencia en este reparto, pues es de justicia que el trabajo mas complejo y responsable  sea remunerado a mas nivel que el trabajo de menor esfuerzo o responsabilidad, aunque todos los trabajos son  igualmente importantes, dignos  y necesarios en nuestras sociedades humanas.  Yo entiendo que una cosa es la igualdad en las riquezas, lo que además de imposible, sería injusto, y otra  cosa bien distinta es aspirar a que exista un reparto equitativo y proporcional, con arreglo a cualquier noción humana de justicia.
En nuestro conglomerado humano actual existe tal diversidad de aptitudes,capacidades y habilidades, que resulta inaplicable y sería injusta esta pretendida igualdad en el reparto de riquezas económicas, de modo que si este igualitario e injusto  reparto fuese posible, (algo totalmente utópico), el acicate por hacer un  mayor esfuerzo y asumir mayores  responsabilidades  en el trabajo  se perdería.  La diferencia de las capacidades humanas y laborales supone una división y un reparto de responsabilidades  como del  trabajo a realizar dentro de la sociedad, y forzosamente esto supone por tanto una diferencia en la posición social y económica de cada uno.
Para que la absoluta igualdad en el reparto económico fuese algún día una realidad, sería necesario que todos tuviésemos exactamente igual las mismas capacidades y las mismas necesidades, lo que evidentemente no es así; además todos tendríamos el mismo derecho, obligación y  capacidad  para  ejercer los cargos mas complejos y responsables, lo que es imposible porque existe una amplia gama de capacidades naturales y de responsabilidades sociales, trabajos y oficios, y  todos son necesarios para el sostenimiento y el progreso de la Humanidad.

- Jose Luis Martín-



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                                   EUTANASIA Y VIDA

Amigos de la Tierra preguntan frecuentemente por la opinión de los compañeros desencarnados, con respecto a la eutanasia. Y añaden que filósofos y científicos diversos, se adhieren hoy a la idea de apoyar largamente la muerte administrada, sea mediante la imposición de recursos medicamentosos o por abandono del tratamiento. Muchos de ellos se declaran confrontados ante los problemas de las criaturas que surgen desfiguradas en las cunas, o frente a los portadores de enfermedades supuestamente irreversibles, muchas veces en estado comatoso en los recintos de asistencia intensiva. Algunos llegan a indagar si los pequeños excepcionales deben de ser considerados seres humanos y si es piadoso prolongar las restricciones de los enfermos, considerados como criaturas semi-muertas, insensibles a cualquier reacción.

Entretanto, imaginan eso por la escasez de los recursos de espiritualidad de que disponen para dilatar la visión espiritual más allá de la etapa física. 

Es preciso recordar que, en materia de deformación, los complejos de culpa determinan inimaginables alteraciones en el cuerpo espiritual. 

El hombre ve únicamente el carro orgánico en el que el espíritu viaja en el espacio y en el tiempo, buscando la propia evolución, pero habitualmente no ve los retoques de mejoramiento o las dilapidaciones que el pasajero va imprimiendo en sí mismo, para el efecto de evaluar el mérito o el demérito, cuando se le llega el desembarque en la estación de destino. 

En consecuencia, el hombre común no conoce la cara psicológica de nuestros hermanos suicidas y homicidas conscientes, o de aquellos otros que conscientemente se convierten en pesadillas y flagelos de colectividades enteras. Debidamente reencarnados, en tareas de ajuste, no muestran sino un cuadro aflictivo que crearon para sí mismos, puesto que todo espíritu desciende de sus propias obras y muestra  aquello que hizo  de sí mismo. 

Ante las criaturas en prueba,o de los hermanos enfermos, supuestamente irrecuperables, medita y ¡ayúdalos! 

Nadie, por ahora, en las áreas del mundo físico, puede calcular la importancia de algunos momentos o de algunos días para el espíritu temporalmente internado en un cuerpo doliente o deforme. 

Ante todos aquellos que  buscaron la desencarnación, compadécete y ayúdalos cuanto pudieres. 

Recuerda que la ciencia humana es siempre un hecho admirable, en transformación constante, aunque respetable por los beneficios que presta. Sin embargo no te olvides de que la vida es siempre formación divina, y por esto mismo, en cualquier parte será siempre un acto permanente de amor.

De “Diálogo de los Vivos”, de Francisco Cândido Xavier

e J. Herculano Pires – (Espíritus Diversos)


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REUNIÓN MEDIÚMNICA: AMBIENTE 

                               PREVIO



                                    
Llegada de los médiums al ambiente y clase de conversaciones                                           antes de la reunión


André Luiz, enfocando ese asunto, nos orienta que "los Benefactores espirituales, en la obra asistencial de los hermanos desencarnados, sufridores, esperan siempre que los integrantes de la reunión alcancen el lugar del servicio en postura respetuosa".

Y seguidamente enfatiza: "Nada de vocerío, tumulto, gritos, risas. Recuerden los compañeros encarnados que se aproximan a enfermos reunidos, como en un hospital, y son solo acreedores de atención y cariño". Desobsesión, cap. 11

Sin embargo, es común que hayan conversaciones entre los compañeros, dado que algunos llegan unos minutos antes del inicio de la actividad propiamente dicha. Debe haber mucha vigilancia en cuanto al tipo de conversaciones que allí vengan a ocurrir.

André Luiz nos alerta para la total abstención de temas contrarios a la dignidad del trabajo que se va a desarrollar. Exhorta a que sean evitadas quejas, críticas, ironías, etc. Desobsesión, Cap.12
  Un tipo de conversación muy común que observamos entre los compañeros se refiere a comentarios sobre problemas ocurridos durante el día. En cierta ocasión oí a dos señores que después de saludarse fraternalmente, comenzaron a desfilar un rosario de lamentaciones acerca de problemas existenciales.
   En otra ocasión, testimonié una señora que, ante el usual cumplimiento de "Cómo está usted", respondió que no muy bien, pues había amanecido con cierto dolor de cabeza, detallando a continuación otros síntomas y mencionando los remedios que usualmente toma en esas ocasiones.
    Ahora, André Luiz nos esclarece que "toda referencia mental es factor de inducción". Realmente cuando conversamos creamos formas-pensamientos, o sea, "creaciones fluídicas", según la terminología de Allan Kardec, Esas formas-pensamientos o ideoplastias, quedan junto a nosotros, produciendo efectos positivos o negativos, de acuerdo con la naturaleza de los pensamientos emitidos. En la obra Mecanismos de la Mediumnidad, cap. 18, el autor espiritual dice que "si las formas-pensamiento fuesen visibles a la mirada humana, los comentaristas contemplarían en el propio grupo el flujo tóxico de las imágenes deplorables(...) que les nacerían de la mente en régimen de reacciones en cadena, extendiéndose rumbo a otras mentes interesadas en el acontecimiento infeliz".
  Pero si el flujo tóxico de las imágenes deplorables se extendiese hacia otras mentes ligadas al asunto tratado, claro está que atraerá Entidades relacionadas con el tema enfocado. Por esto, André Luiz, en la obra que nombramos atrás, resalta que "pensando o conversando constantemente sobre asuntos enfermizos(...) incorporamos de inmediato, la influencia de las criaturas encarnadas o desencarnadas que los alimentan, porque el acto de volver a semejantes temas contrarios a los principios que ayudan a la vida, se transforma en un reflejo condicionado de carácter insalubre, automatizándonos la capacidad de transmitir tales agentes mórbidos...."
    Relativo a la conversación en el recinto, antes de la reunión, el autor espiritual de la obra "Desobsesión", en su cap. 12, enfatiza lo siguiente:
    "Si somos impelidos a conversar, durante los momentos que preceden la actividad asistencial, sea nuestra palabra buena y edificante, que auxilie o pacifique el clima del recinto, en vez de perturbarlo."

(Continuará)
F.E.B.

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