martes, 26 de febrero de 2019

La reunión Mediúmnica (2)

ESPIRITISMO

   Hoy tenemos:

1,. El Poder del bien
2.-Tras las pisadas de Jesús
3.-La reunión Mediúmnica (2)
4.-Reuniones espíritas
  Evolución humana  ( A.Kardec)
5.-Los problemas de la existencia

               
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                    El Poder del Bien
                                  


El Espiritismo nos enseña que somos seres espirituales que experimentamos la vida corporal. También comprendemos que a través de la reencarnación, múltiples vidas corporales, el ser espiritual tiene la oportunidad de desarrollarse, Moral e Intelectualmente para alcanzar niveles mayores de evolución y acercarse a la perfección de Dios.

En la pregunta 115 del Libro de los Espíritus nos informan que “Dios crea a los Espíritus, simples e ignorantes”. Quiere decir que todos hemos tenido un principio similar y que es a través de nuestras decisiones que vamos creando nuestra identidad como ser espiritual. La respuesta a la pregunta 115 amplia “y dio a cada uno de ellos una misión con objeto de ilustrarlos y de hacerles llegar progresivamente a la perfección por medio del conocimiento de la verdad, y aproximarse a él.” 

En conclusión, Dios ha puesto bajo nuestra responsabilidad nuestro propio progreso, esa es la misión encargada a cada uno de nosotros. En este progreso en busca de la perfección Dios no nos ha dejado solos, nos ha brindado herramientas, que nos pueden orientar en este proceso de aprendizaje. Las Leyes Naturales o Divinas. La pregunta 619 del Libro de los Espíritus dice 619. ¿Dios ha dado a todos los hombres medios de conocer su ley?
«Todos pueden conocerla; pero no todos la comprenden. Los que mejor la comprenden son los hombres de bien y los que quieren buscarla. Todos no obstante, la conocerán un día, porque es preciso que se realice el progreso».
621. ¿Dónde está escrita la ley de Dios?
«En la conciencia».
630. ¿Cómo puede distinguirse el bien del mal?
«El bien es todo lo que está conforme con la ley de Dios, y el mal todo lo que de ella se separa. Así, pues, hacer el bien es conformarse con la ley de Dios; hacer el mal es infringirla».
En la pregunta 648 del L.E. se enumeran las Leyes Divinas y al respecto nos dicen:
648. ¿Qué pensáis de la división de la ley moral en diez partes, comprendiendo las leyes sobre la adoración, el trabajo, la reproducción, la conservación, la destrucción, la sociedad, el progreso, la igualdad, la libertad, y en fin, las leyes de justicia, amor y caridad?
«Esta división de la ley de Dios en diez partes es la de Moisés, y puede abarcar todas las circunstancias de la vida, lo cual es esencial. Puedes, pues, adoptarla, sin que por ello tenga nada de absoluto lo mismo que todos los otros sistemas de clasificación, que dependen del aspecto bajo el cual se considera una cosa. La última ley es la más importante, y por su medio es como más puede adelantar el hombre en la vida espiritual, porque las resume todas».
    Podemos concluir que el conocimiento y la práctica de las leyes divinas o morales nos brindan la oportunidad de realizar nuestra misión de perfeccionamiento, evitando los tropiezos y caídas que resultan de la violación de estas leyes.
La ley de amor es aquella que resume todas las virtudes del hombre de bien, fue por eso que Jesús nos informó sobre el mayor de los mandamientos “Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo”

El Poder del Bien no es más que el Poder del Amor. El Poder de todo lo bueno que nos rodea y brindando siempre lo mejor a nuestro prójimo, mientras hacemos eso, cumplimos con nuestra mas importante misión, a la vez que resolvemos viejas diferencias y deudas del pasado, atrayendo hacia nosotros los buenos espíritus, encarnados y desencarnados, sintiendo la alegría y el consuelo de la compañia de los buenos.

El Bien en una fuerza poderosa, las buenas acciones mandan rayos luminosos que atraviesan la oscuridad, un corazón bueno escapa de las garras de la ignorancia y la maldad, simplemente desaparece.

“Fuera de la Caridad no hay salvación” nos dijo Allan Kardec. Practiquemos la Caridad que es una expresión de amor y bondad, para cumplir con la misión que se nos ha encargado, progresar, ser mejores cada día y acercarnos a la perfección.

Por Luís Salazar

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                       TRAS LAS PISADAS DE JESÚS


                                      
“Os tengo dicho estas cosas estando aun con vosotros; más el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, ese os enseñará todas las cosas y os hará  recordar todo cuanto os he dicho”
(Juan, XIV, 25:26,)

La Religión de Jesús es la eterna Religión de la Luz y de la Verdad. Ella no se limita a la práctica de simples virtudes, tal como los hombres la juzgan. Abrazando los amplios horizontes de la Vida Espiritual, nos enseña los medios indispensables para la adquisición de la inmortalidad.

¡La Religión de Jesús no desaparece con  el túmulo, sino que se yergue como un Sol majestuoso más allá del túmulo; donde todo parece sumergido en tinieblas, en la nada, la Verdad, la Vida se manifiesta con todo fulgor!

¡La Religión de Jesús no es la Religión de la Cruz, sino la Religión de la Luz! ¡No es la Religión de la Muerte, sino  la de la Vida! ¡No es la Religión del desespero, sino la de la Esperanza! ¡No es la Religión de la Venganza, sino la de la Caridad! ¡No es la Religión de los Sufrimientos, sino la de la Felicidad!

La muerte, el desespero, el martirio, los sufrimientos, son oriundos de las  religiones humanas, así como la Cruz es el instrumento de suplicio inventado por los verdugos de Babilonia, de la Roma Primitiva, cuyos señores masacraban cuerpos y almas, infringiendo los preceptos del Decálogo.

La Religión de Jesús no es la Religión de la Fuerza, sino la Religión del Derecho.

Cuando las multitudes absortas se aproximaban al Maestro querido, para escuchar sus predicas ungidas de Fe, perfumadas de Caridad y centelleantes de Esperanza, nunca el Nazareno les atendió con una Cruz; nunca pretendió colocar sobre los hombros de sus infelices hermanos el peso del madero infame.

Al contrario, los atraía con miradas de piedad y en sus sublimes exhortaciones en sus amorosos consejos, para todos tenia una palabras de perdón, de afecto, de consuelo.

A los afligidos y desanimados les decía: “Venid a mi vosotros que estáis sobrecargados; aprended de mi, que soy humilde de corazón; tomar sobre vosotros mi yugo, que es suave, mi fardo que es leve, y hallareis descanso para vuestras almas”.

La gran misión de Jesús fue abatir todas las cruces que el mundo había levantado; fue arrasar todos los calvarios. El fue el portador del bálsamo para todas las heridas, el consuelo para todas las aflicciones, la luz para todas las tinieblas.

Solo aquel  que tuviera la ventura de examinar las paginas del Nuevo Testamento y acompañar los pasos de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte y gloriosa resurrección,  podría valorar bien  en que consiste la Doctrina del Resucitado.

¡Es admirable ver el Gran Evangelizador en medio de la plebe maltratada,repartiendo, con todos, los tesoros de su amor! Les hablaba el lenguaje del Cielo; los convidaba a la regeneración, a la perfección; les hacia entrever el futuro lleno de promesas saludables; los animaba a buscar las cosas de Dios; finalmente, procuraba grabar en aquellas almas, turbadas por el sufrimiento, el benévolo reflejo de la Vida Eterna, que él tenia por misión ofrecer a todas las almas.

Jesús no fue el emisario de la espada, el gladiador que lleva el luto y la muerte a la familia y a la sociedad; sino el Medico de las Almas; el Príncipe de la Paz, el Mensajero de la Concordia; el Gran Exponente de la Fraternidad y del Amor a Dios.

A lo lejos de las carreteras pedregosas por donde pasó, por las ciudades y aldeas, el Maestro invitaba a sus oyentes a ser buenos, les nombraba los tesoros del Cielo y a todos la garantía el auxilio de ese Dios Invisible, cuyo amparo se extiende a los pájaros del cielo, a los lirios del campo.

Después de su admirable Sermón  de la  Montaña, y para demostrar la acción de sus palabras, cura un leproso que, postrado a sus pies, lo adora, diciendo: “¡Señor, si tu quieres, bien me podías tornar limpio!

En su viaje para Cafarnaúm, un centurión se aproxima a él y  le pide la cura de su criado: la milicia celestial se agita y el enfermo se restablece.

Llegando a la ciudad de Cafarnaúm, entra en casa de Pedro y encuentra en cama, presa de fiebre maligna, a la suegra de este. Inmediatamente, al toque de sus manos compasivas, la pobre vieja se yergue.

Acompañado de sus discípulos, en una barca en el Mar de Galilea, la tempestad se desencadena, el viento sopla recio y las olas se agitan. Los discípulos, tomados de pavor, apelan al Maestro, y a  una palabra suya los vientos cesan, el mar se calma.

Llegados a la otra banda, el despide una legión de Espíritus malignos que obsesaban a un pobre hombre.

Al salir nuevamente a la tierra de los segadores y de vuelta a Cafarnaúm, unos hombres se aproximan al Nazareno y le llevan a un paralítico que yacía en el lecho. El enfermo recibe el perdón de sus faltas y el hombre, curado, rinde gracias a Dios.

Jairo, un jefe de la sinagoga, sabiendo los grandes prodigios operados por Jesús, corre a su encuentro, le pide liberar a su hija de la muerte. En cuanto Jesús camina para la casa de Jairo, una mujer que sufría, hacia doce años, enfermedad incurable, le tocó la túnica y sanó. Llegado el Maestro a la casa del fariseo, libra a la moza de las garras de la muerte.

Cuando sale Jesús de la casa de Jairo, dos ciegos corren tras del Maestro clamando: “¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Sus ojos se abren y ellos salen a divulgar en la Galilea, las grandes cosas que el Señor les hizo.

En el mismo instante un grupo de hombres trae al hijo de Dios un mudo endemoniado; ¡Jesús expulsa al espíritu maligno y el mudo recupera el habla!
Y a medida que las gracias eran dadas, la multitud crecía, porque en ellas la palabra de Dios crecía  y Jesús por todas partes seguía anunciando a todos el reino de Dios: contaba parábolas, hacia comparaciones y, bajo la forma de alegoría, infundía en las almas la Voluntad Suprema para que todos, removiendo obstáculos, pudiesen, con el auxilio divino, liberarse de los sufrimientos agobiantes por los que pasaban.

Durante un largo periodo de tres años consecutivos, Jesús, dedicado todo a la alta misión que tan bien desempeño,  no perdió un solo momento para dejar bien esclarecida su tarea libertadora.

Gran Reformador Religioso, abolió todos los cultos, todos los ritos, todos los sacramentos de invención humana, que solo han servido para dividir a la Humanidad, formar sectas, constituir partidos, en perjuicio de la unificación de los pueblos, de la fraternidad que él supo proclamar bien alto.

Y fue por eso, que fariseos o escribas, sacerdotes, doctores de la Ley y pontífices congregados en reunión secreta maléfica, animaron a la turba bestializada contra el Medico Rabino, y, unidos a los Herodes, a los Caifases, a los Pilatos y a los Tartufos; unos por violencia sanguinaria, otros por ambición y orgullo, otros por la avaricia, vil mercancía, cobardía y subversión, llevaron al Mago Evangelizador al Patíbulo infame, torturándolo con una muerte maligna.

Más el triunfo de la Verdad no se hizo esperar; cuando  todos juzgaban muerto al Redentor del Mundo, cuando  creían haber sofocado su Doctrina de Amor, la Piedra del Sepulcro en donde habían depositado el cuerpo del Maestro Galileo, se estremece al toque de los luminosos espíritus; la cavidad de piedra se muestra vacía; Jesús se  aparece a María Magdalena,  y resuena por todas partes el eco de la resurrección!

¡Triunfante de las calumnias, de las injurias, de los tormentos de los suplicios, de la muerte, el Hijo Amado de Dios reafirma sus sustanciosas lecciones, embalsamando a sus amorosos discípulos con los efluvios de la inmortalidad, únicos que nos garantizan Fe viva, Esperanza  sincera y caridad eterna!

No valió la prevención de los sacerdotes, a la orden de Pilatos; no valieron los sellos que lacraban el sepulcro y los soldados que lo guardaban; al alborear del primer día de la semana todo fue derribado, y el Cristo, resucitado, volvió a la arena mundial, victorioso en la lucha contra sus terribles verdugos!

Y en su narrativa llena de simplicidad, dice el Evangelio, por todos los evangelistas, que el Cristo Jesús apareció después de muerto, se comunicó con los once apóstoles, apareció a los demás discípulos, y , después, a más de quinientas personas de las cercanías de Jerusalén; les explicó nuevamente las Escrituras, les repitió su Doctrina, que no puede quedar encerrada en el túmulo, ni en una iglesia; produjo delante de ellos fenómenos estupendos, como la pesca maravillosa, les anunció todas las cosas que debían acontecer, les garantizó la venida del Consolador, les prometió, más allá de eso, su asistencia hasta la consumación de los siglos, no solo a ellos, sino a todos los que le siguiesen los pasos y se elevó a las altas regiones del Espacio, desde donde velaría por todos.

La religión de Jesús no consiste en dogmas y promesas fáciles; es la religión de la Realidad.

Religión sin manifestaciones y comunicaciones de espíritus, es la misma cosa que ciudad sin habitantes o casa sin moradores.

La Religión consiste justamente en esa comunión de espíritus, en ese auxilio reciproco, en ese afección mutua.

¿Por qué es Cristo nuestra esperanza y nuestra fe? ¿Por qué le dedicamos amor, respeto y veneración? ¿Por qué le confiamos a El nuestras aflicciones? ¿Por qué le hacemos oraciones? ¿Por qué le rendimos devoción, admiración y le rendimos gracia?
Porque sabemos que él puede y viene a iluminarnos la vida, nos robustece la creencia, nos protege y ampara, nos auxilia y acaricia, como un padre devoto proporcionaría felicidad y bienestar a sus hijos.

¿Pues, siendo Cristo las primicias  del espíritu, como afirma el apóstol Pablo; estando en lo cierto de que él resucitó, apareció, se comunicó, ¿ por que no podrían hacer lo mismo aquellos espíritus  que fueron nuestros amigos y parientes, aquellos que Vivían con nosotros, manteniendo mutuo afecto?

En la Epístola a los Corintios dice el Apóstol de la Luz: “si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó y es vana nuestra fe”

¡La resurrección de Cristo implica la resurrección de los muertos; y si fuese contraria a la Ley de Dios, la manifestación, la aparición, la comunicación con los muertos, Jesús habría infringido esa Ley; habría ido en contra de su primer mandamiento, que dice estamos obligados a obedecer  a nuestro Padre celestial, a Amarlo con todo nuestro corazón, entendimiento y alma y con todas nuestras fuerzas!

Pero ya que el Cristo apareció y se comunicó, es señal cierta de que la Ley de dios, consiste en la comunicación de los Espíritus. ¿Jesús no invocó, en el monte Tabor, a los espíritus de Moisés y Elías?

Esta es la Religión de Jesús, pues se basa en actos irrefutables; esta es la Religión de la Fraternidad, porque tiene por base el afecto verdadero, que no termina en el túmulo; seguir las pisadas de Jesús es bastante para que seamos guiados por él y venzamos  también como el venció a  la muerte, con el triunfo de su resurrección.

-Mercedes Cruz-Rincón espírita

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           LA REUNIÓN MEDIÚMNICA (2)



                     LA REUNIÓN MEDIÚMNICA NO ES UN TRABAJO UNILATERAL

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Por lo expuesto en la publicación anterior, podemos comprender que una reunión mediúmnica no es un trabajo unilateral, sino que por lo contrario, significa la participación conjugada de los encarnados y de los Benefactores espirituales. El rendimiento de la reunión, por tanto, depende del trabajo, tanto de unos como de otros. No podemos dejar toda la responsabilidad solamente para el equipo espiritual, sino, sobretodo a la labor de nuestros compañeros encarnados. Infelizmente aun se observa en las actividades espíritas los reflejos de condicionamientos heredados de las religiones tradicionales  donde estuvimos en esta o en otras encarnaciones, a la espera de que todo sea ejecutado y providenciado por los "guías", así como hacen los católicos, que lo esperan todo de sus santos.

   En realidad, seg´´un informaciones de los Espíritus, en las actividades espirituales, entran en juego tres clases de energías: la de los Benefactores espirituales, la del elemento encarnado (los participantes en la reunión), y aquellas tomadas de la Naturaleza. Para el buen desempeño de la reunión, no hay problemas en cuanto a las energías del equipo espiritual (fluidos superiores y sutiles), y de la Naturaleza, por ser apenas energéticos( neutros de propiedades malsanas). La 2ª energía, es la de los encarnados, que muchas veces han sido responsables por los resultados mediocres o limitados, ocurridos en las reuniones.

   Ahora, son muchas las obras que nos informan que el equipo espiritual recoge las energías mentales y vitales de los humanos, juntándolas con los fluidos de la Espiritualidad, formando un precioso almacén de beneficios para los infelices necesitados.

   También con rayos o energías emitidas por los participantes de la reunión, los Benefactores forman ciertas imágenes o cuadros fluídicos.

   En el cáp.I del libro Misioneros de la Luz, el autor espiritual describe un cuadro interesante: "Agrupados alrededor de la mesa, los participantes se concentraban elevadamente, con pureza de sentimientos,Cada criatura encarnada emitía rayos luminosos que se mezclaban, formándose una corriente de fuerza en círculo, a una distancia aproximada de 60 cm por encima de sus cabezas.

   Más adelante, en el cap. 17 de la misma obra, André Luiz señala que: "los trabajadores del plano espiritual recogían de los encarnados presentes, no solo fuerzas mentales procedentes de su concentración, sino las energías vitales que fluían de sus organismos. Con ese material, daban densidad al periespíritu de los Benefactores para que se hiciesen visibles a los infelices allí presentes. También era usado para formar provisionalmente ciertas imágenes o cuadros, indispensables para reavivar la emotividad y la confianza en las almas infelices".

   Ciertos aparatos fluídicos utilizados por los trabajadores de la Espiritualidad, como el "condensador ectoplamático", concentran en sí rayos de fuerza proyectados por los componentes de la reunión.Por eso, el mentor Aulus nos esclarece, en el libro "En los dominios de la Mediumnidad". cap.7. que el equipo espiritual planea la obra, después de examinar la psicosfera del equipo de los trabajadores encarnados, analizando las radiaciones mentales y vitales de los componentes de la actividad mediúmnica, pero amplios serán los recursos para que la reunión presente los mejores resultados.

   En algunos casos, aunque ya esté planificado el trabajo, el comparecimiento del tomador en condiciones fluídicas comprometidas, obligan a los Benefactores espirituales a hacer modificaciones en la planificación previamente elaborada.

  Solo para ilustrar un caso, de veras impresionante, nos remitimos al relato de André Luiz en el cáp.1 de su Obra "Misioneros de la Luz". En la programación original figuraban seis Entidades seleccionadas y que probablemente se comunicarían en los trabajos mediúmnicos de la noche, pero apenas compareció un médium en condiciones de atender. Por eso Alexandre, el dirigente espiritual de la reunión explicó a André Luiz que no todos consiguen lo intencionado a la misma hora. "Algunos son obligados a esperar semanas, meses, años...". Agregó a continuación que debido a la displicencia de los médiums, el trabajo sería limitado.... "El  grupo de aprendices y obreros terrestres solamente recibirá lo que se relaciona con el interés colectivo...."
     Por lo expuesto, podemos entender que el tomador de actividad mediúmnica debe comparecer a la reunión, mental y fluídicamente preparado, en situación de exteriorizar energías en condiciones adecuadas, colaborando dignamente con los Benefactores espirituales, o sea, ser una solución y no un problema. De ahí podemos asegurar que hay un trabajo muy importante antes de la actividad mediúmnica propiamente dicha: la debida preparación de los tomadores, para la reunión, asunto que pasaremos a tratar en la siguiente publicación.

FEB- ( Continúa el siguiente publicado)

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                REUNIONES ESPIRITAS 

Porque donde están dos o tres congregados en mí nombre, allí estoy en medio de ellos. (San Mateo, cap. XVIII, v. 20). 

Prefacio. Estar reunidos en nombre de Jesús, no quiere decir que basta estar reunidos materialmente, sino espiritualmente por la comunión e intención de pensamientos para el bien; entonces Jesús se encuentra en la reunión, o uno de los espíritus puros que le representan. El Espiritismo nos enseña de qué modo los espíritus pueden estar entre nosotros. Se presentan con su cuerpo fluídico espiritual y con la apariencia que nos los haría reconocer si se hicieran visibles. Cuanto más elevada su jerarquía, tanto más grande es su poder y radiación; así es que poseen el don de ubicuidad, y por lo mismo, pueden encontrarse en diferentes puntos simultáneamente: basta para ello un destello de su pensamiento. 


Por aquellas palabras Jesús quiso manifestar el efecto de la unión y de la fraternidad: no es el mayor o menor número lo que le atrae, puesto que, en vez de dos o tres personas, hubiera podido decir diez o veinte sino el sentimiento de caridad que anima a los unos y a los otros; pues para esto, basta que haya dos. Pero si estas dos personas ruegan cada una por su lado, aun cuando se dirijan a Jesús, no hay entre ellas comunión de pensamientos, sobre todo si no están movidas por un sentimiento de benevolencia mutua, si se miran también con prevención, con odio, envidia o celos, las corrientes fluídicas de sus pensamientos se rechazan en lugar de unirse con mucha simpatía, y entonces "no están unidas en nombre de Jesús"; Jesús sólo es el pretexto de la reunión y no el verdadero móvil. (Capítulo XXVII, núm. 9). 

Si El dijo: "Vendré por cualquiera que me llamare", eso no implica el que sea 
sordo a la voz de una sola persona; es que exige, ante todo, el amor al prójimo, del que 
se pueden dar más pruebas cuando son muchos que estando en el aislamiento, porque 
entonces todo sentimiento personal lo aleja; de todo esto se desprende, que si en una 
reunión numerosa, dos o tres personas solamente se unen de corazón por el sentimiento de una verdadera caridad, mientras que los otros se aíslan y se concentran en sus pensamientos egoístas y mundanos, él estará con los primeros y no con los otros. No es, pues, la simultaneidad de palabras, de cantos, o de actos exteriores lo que constituye la reunión en nombre de Jesús, sino la comunión de pensamientos conformes al espíritu de caridad personificado en Jesús. 

Tal debe ser el carácter de las reuniones espiritistas formales, en las que se espera sinceramente el concurso de los buenos espíritus. 

6. Oracíón. - (Al empezar la reuníón). - Rogamos al señor Dios omnipotente que nos envíe buenos espíritus para asistirnos, aleje a los que pudieren inducirnos en error, y que nos dé la luz necesaria para distinguir la verdad de la impostura. 


Separad también a los espíritus malévolos, encarnados o desencarnados, que intentaran poner la discordia entre nosotros y desviarnos de la caridad y amor al prójimo. Si alguno pretendiere introducirse aquí, haced que no encuentre acceso en ninguno de nosotros. 

Espíritus buenos que os dignáis venir a instruirnos, hacednos dóciles a vuestros consejos, y desviad de nosotros el egoísmo, el orgullo, la envidia y los celos; inspiradnos indulgencia y benevolencia para nuestros semejantes presentes y ausentes, amigos y enemigos; haced, en fin, que en los sentimientos de caridad, humildad y abnegación de que nos sintamos animados, reconozcamos vuestra saludable influencia. 

A los médiums a quienes encarguéis que nos transmitan vuestras enseñanzas, dadles la conciencia de la santidad del mandato que les ha sido confiado y de la gravedad del acto que van a cumplir, con el fin de que tengan el fervor y el recogimiento necesarios. 

Si en esta reunión se encontrasen personas que fuesen atraídas por otro sentimiento que no sea el del bien, abridles los ojos a la luz, y que Dios les perdone si vienen con malas intenciones. 
Rogamos muy parcialmente al espíritu de N... nuestro guía espiritual, que nos asista y vele sobre nosotros. 

7. (Al fin de la reunión). - Damos gracias a los buenos espíritus que han querido venir a comunicarse con nosotros; les rogamos que nos ayuden a poner en práctica las instrucciones que nos han dado, y que hagan que al salir de aquí, cada uno de nosotros se sienta fortificado en la práctica del bien y del amor del prójimo. 

Deseamos igualmente que estas instrucciones sean provechosas a los espíritus que sufren, ignorantes o viciosos que hayan asistido a esta reunión, y sobre las cuales imploramos la misericordia de Dios. 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
                     
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Evolución humana

"A medida que el sentido moral  predomina, la sensibilidad se desarrolla, la necesidad de destrucción disminuye; termina incluso por apagarse y se vuelve odiosa; entonces el hombre tiene horror a la sangre..."
-A. Kardec-

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LOS PROBLEMAS DE  LA EXISTENCIA
    Lo que le es importante al hombre saber por encima de todo, que es, de donde viene, donde va, cual es su destino. Las ideas que nos hacemos del Universo y de sus leyes, del papel que cada uno de nosotros debe jugar sobre este teatro vasto, son de una importancia capital. Es según ellas que dirigimos nuestros actos. Es consultándolas que fijamos un fin en nuestra vida y marchamos hacia ese fin. Allí está la base, el verdadero móvil de toda civilización. Tanto vale el ideal, tanto vale al hombre. Tanto para las colectividades, como para el individuo, es la concepción del mundo y de la vida que determina los deberes; fija la vía que hay que seguir; las resoluciones que hay que adoptar.
Pero, así como lo dijimos, la dificultad en resolver estos problemas no los hace rechazar demasiado a menudo. La opinión de la mayoría es inestable, indecisa; los actos, los caracteres se resienten de eso. Ahí está el mal de la época, la causa de la confusión en la cual está presa. Tenemos el instinto del progreso; queremos marchar, pero, ¿para ir a dónde? Es con lo qué no se sueña bastante. El hombre, ignorante de su destino, es como un viajero que recorre automáticamente un camino, sin conocer ni el punto de partida ni el punto de destino, y no sabe por qué viaja; que, como consecuencia, siempre está dispuesto a fijarse en el menor obstáculo, y pierde su tiempo descuidando el fin que hay que alcanzar.
La insuficiencia, la oscuridad de las doctrinas religiosas y los abusos que engendraron llevaron a buen número de espíritus al materialismo. Creemos de buena gana que todo acaba con la muerte, que el hombre no tiene otro destino que desvanecerse en la nada. Demostraremos más adelante cuánto esta manera de ver está en oposición flagrante con la experiencia y la razón. Digamos desde ahora que destruye toda noción de justicia y de progreso.
Si la vida está circunscrita entre la cuna y la tumba, si las perspectivas de la inmortalidad no vienen para alumbrar nuestra existencia, el hombre no tiene ya otra ley que la de sus instintos, la de sus apetitos, la de sus goces. Poca importancia tiene que le gusten el bien y la equidad. Si sólo aparece y sólo desaparece de este mundo, si se lleva con él, en el olvido, sus esperanzas y sus afectos, sufrirá tanto más cuanto más elevadas sean sus aspiraciones; amando la justicia, el soldado del derecho, se considera condenado por no ver casi nunca su consecución; apasionado por el progreso, sensible a los dolores de sus semejantes, se imagina que se apagará antes de haber visto triunfar sus principios.
Con la perspectiva de la nada, cuanto más habrá practicado la devoción y la justicia, más caerá su vida fértil en amarguras y en decepciones. El egoísmo bien comprendido sería la sabiduría suprema; la existencia perdería toda grandeza, toda dignidad. Las facultades más nobles, las tendencias más generosas del espíritu humano acabarían por marchitarse, por apagarse totalmente.
La negación de la vida futura suprime también toda sanción moral. Con ella, que sean buenos o malos, criminales o sublimes, todos los actos acaban con el mismo resultado. No hay compensaciones a las existencias miserables, a la oscuridad, a la opresión, al dolor; no hay más consuelo en la prueba, más esperanza para los afligidos. Ninguna diferencia espera, en el futuro, al egoísta que sólo vivió y a menudo a costa de sus semejantes, y el mártir o el apóstol que habrá sufrido, habrá sucumbido combatiendo por la emancipación y el progreso de la raza humana. La misma sombra servirá para ellos de mortaja. Si todo acaba con la muerte, el ser no tiene ninguna razón para esforzarse, para contener sus instintos, sus gustos. Aparte de las leyes terrestres, nada puede retenerlo. El bien y el mal, el justo y el injusto también se confunden y se unen en la nada. Y el suicidio será siempre un medio de escapar de los rigores de las leyes humanas.
La creencia en la nada, al mismo tiempo que arruina toda sanción moral, deja irresoluto el problema de la desigualdad de las existencias, en lo que toca a la diversidad de facultades, de aptitudes, de situaciones, de méritos. En efecto, ¿por qué a unos todos los dones del espíritu y del corazón, los favores de la fortuna, mientras que tantos otros, tienen en reparto sólo pobreza intelectual, vicios y miseria? ¿Por qué, en la misma familia, los padres y los hermanos, nacidos de la misma carne y de la misma sangre, difieren en tantos puntos? Muchas cuestiones insolubles para los materialistas, así como para muchos creyentes. Estas cuestiones, vamos a examinarlas brevemente a la luz de la razón.
 El porqué de la Vida, León Denis
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