domingo, 29 de octubre de 2017

La turbación que sigue a la muerte




Para hoy tenemos :

- La turbación que sigue a la muerte
- Resurección de la carne.
- El progreso de la Humanidad
- Ayúdate y el Cielo te ayudará.



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      LA TURBACIÓN QUE SIGUE A LA                                          MUERTE

La duración de la turbación que sigue a la muerte del cuerpo varía mucho; puede ser de algunas horas, de muchos meses y hasta de muchos años. Es menos larga en las personas que desde su vida terrena se identificaron con su estado futuro, porque entonces comprenden inmediatamente su posición. 

   Esta turbación presenta circunstancias particulares, según el carácter de los individuos y sobre todo, de acuerdo con el género de muerte. En las muertes violentas, por suicidio, suplicio, apoplejía, accidentes, etc., el Espíritu está sorprendido, se asombra y no cree estar muerto y sostiene esa idea con obstinación. 
   
   Sin embargo, ve su cuerpo, sabe que es el suyo y no comprende por qué está separado de él; se acerca a las personas que estima, les habla y no comprende por qué no le oyen. Esta ilusión perdura hasta que se logra la completa liberación del periespíritu y solo entonces, el Espíritu se reconoce y comprende que no pertenece ya al número de los vivos. Este fenómeno se explica fácilmente. Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu queda aturdido con el cambio brusco que se operó en él. Para él la muerte continúa siendo sinónimo de destrucción y aniquilamiento. Pues bien, como piensa, ve y escucha no se considera muerto. 

   Lo que aumenta su ilusión es el hecho de verse con un cuerpo de forma semejante al precedente, pero cuya naturaleza etérea no tuvo tiempo aún de estudiar; él lo cree sólido y compacto como el primero y cuando llaman su atención sobre este punto, se sorprende de no poder palparlo. Este fenómeno es análogo al de los sonámbulos novicios que creen no dormir. Para ellos el sueño es sinónimo de suspensión de las facultades, pues, como piensan y ven, juzgan que no duermen. 

   Ciertos Espíritus presentan esta particularidad, aunque la muerte no les haya llegado repentinamente; sin embargo, es siempre más general, en los que, aunque estaban enfermos, no pensaban en morir. Se ve entonces el singular espectáculo de un Espíritu asistiendo a su propio funeral, como si fuera al de un extraño y hablando de ello como si fuese una cosa que no le concierne, hasta el momento que comprende la verdad. 

   La turbación que sigue a la muerte no es nada penosa para el hombre de bien; es serena y en todo caso semejante a la que acompaña un despertar tranquilo. 

   Para los que no tienen la conciencia pura, está llena de ansiedad y angustias, que  aumentan a medida que se reconoce. 

   En los casos de muerte colectiva, se ha observado que todos los que mueren al mismo tiempo, no se vuelven a ver inmediatamente. En la turbación que sigue a la muerte, cada uno toma por su lado, o no se preocupa más que por aquellos que le interesan. 

Allan Kardec

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       RESURRECCIÓN DE LA CARNE.
 

El dogma de la resurrección de la carne, ¿es la consagración de la reencarnación enseñada por los Espíritus? 
– ¿Cómo queréis que sea de otro modo? Estas palabras como tantas otras, sólo parecen insensatas a los ojos de ciertas personas, porque las toman al pie de la letra. Por eso, conducen a la incredulidad. Pero dadles una interpretación lógica, y aquellos a quienes llaman libre pensadores las admitirán sin dificultad, por lo mismo que reflexionan; porque no lo dudéis, esos libres pensadores no desean otra cosa que creer. Tienen como los otros, tal vez más que los otros, sed de futuro, pero no pueden admitir lo que es rechazado por la ciencia. La doctrina de la pluralidad de existencias es conforme a la justicia de Dios. Sólo ella puede explicar lo que es inexplicable sin ella. ¿Cómo queréis, pues, que este principio no estuviese consignado en la misma religión? 
– ¿Así, pues, la Iglesia misma con el dogma de la resurrección de la carne, enseña la doctrina de la reencarnación? 
– Eso es evidente. Por otra parte, esa doctrina es consecuencia de muchas cosas que han pasado desapercibidas y que no se tardará  en comprenderlas en ese sentido. Pronto se reconocerá que el Espiritismo resalta a cada paso del texto mismo de las Escrituras   sagradas. Los Espíritus no vienen, pues, a destruir la religión, como pretenden algunos; vienen, por el contrario, a confirmarla, a sancionarla con irrecusables pruebas. Mas, como ha llegado el tiempo de no usar ya el lenguaje figurado, se expresan sin alegorías y dan a 
las cosas un sentido claro y preciso, que no puede ser objeto de ninguna falsa interpretación. He aquí porque, dentro de algún tiempo, tendréis más personas sinceramente religiosas y creyentes que las que tenéis hoy. 
SAN LUIS. 


En efecto, la Ciencia demuestra la imposibilidad de la resurrección según la idea vulgar. Si los restos del cuerpo humano permaneciesen homogéneos, aunque fuesen dispersados y reducidos a polvo, aun se concebiría su reunión en un tiempo dado; pero no pasan así las cosas. El cuerpo está formado de elementos diversos: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, carbono, etc. 
     Por medio de la descomposición, estos elementos se dispersan para servir en la formación de nuevos cuerpos, de modo que la misma molécula, de carbono por ejemplo, entrará en la composición de varios millares de cuerpos diferentes (hablamos tan sólo de los cuerpos humanos sin contar los de los animales); que tal individuo tal vez tenga en su cuerpo moléculas que pertenecieron a los hombres de las primeras edades; que las mismas moléculas orgánicas que absorbéis en los alimentos, provienen quizá del cuerpo de algún individuo a quien habéis conocido, y así sucesivamente. Siendo definida la cantidad de la materia, e indefinidas sus transformaciones, ¿cómo cada uno de esos cuerpos podrán reconstituirse con los mismos elementos? Esto envuelve una imposibilidad 
material. No puede, pues, admitirse racionalmente la resurrección de la carne más que como una figura que simbolice el fenómeno de la reencarnación, y en ese caso no hay nada en ella que repugne a la razón, nada que esté en contradicción  con los datos de la Ciencia. 
     Verdad es que según el dogma, la resurrección no ha de verificarse hasta el fin de los tiempos, mientras que según la Doctrina Espírita tiene lugar cada día; pero este cuadro del juicio final, ¿no es también una grande y bella figura que oculta, bajo el velo de la alegoría, una de esas verdades inmutables, para las que no existirán escépticos cuando sea explicada en su verdadero sentido? 

     Medítese bien la teoría espírita sobre el porvenir de las almas y su suerte después 
de las diferentes pruebas que deben soportar y se verá que, exceptuando la simultaneidad, el juicio que las condena o absuelve no es una ficción como piensan los incrédulos.

     Observemos también que es la consecuencia natural de 
la pluralidad de mundos, hoy perfectamente admitida, mientras que según la doctrina del juicio final, se considera a la Tierra el único mundo habitado. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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" El Espíritu se encarna, no nace, no crece, no envejece y no muere con respecto a la carne."
          - Allan Kardec-

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     EL PROGRESO DE LA HUMANIDAD
Todas las religiones han sido útiles en su principio, porque todas han señalado un paso de avance en la marcha progresiva de la Humanidad. Las escuelas filosóficas científicas han ido más lejos, y los libros de texto de las religiones ya no son suficientes para instruir a las generaciones contemporáneas. 
      Son la cartilla primitiva, el catecismo infantil con sus cándidas definiciones,   absolutamente insuficientes para el progreso de los espíritus encarnados hoy en la Tierra. 
Y cuando todo avanza,  cuando inventos verdaderamente maravillosos convierten al hombre en el genio encantador de la fábula. Cuando con su varita mágica detiene su ímpetu del rayo y hace uso de la electricidad convirtiéndola en poderoso agente que utiliza a su placer. Cuando perfora las montañas y levanta puentes gigantescos sobre insondables abismos Cuando lleva la vida y el movimiento a los desiertos infecundos. Cuando canaliza los mares y los hilos telegráficos ponen en comunicación a la gran familia humana. Cuando la imprenta, que es el alma del progreso, difunde su savia por todos los confines de la Tierra. Cuando los astrónomos pretenden ponerse en relación con los habitantes de otros mundos. Cuando los biólogos estudian en las gotas de agua y en las ondas del aire los usos, las costumbres y las propiedades de los infusorios. Cuando la inmensidad de la vida llena todos los ámbitos del Universo, las religiones con sus oraciones pagadas, sus casas de piedra y sus falanges de hombres y mujeres inútiles, parecen grandes masas inertes del todo  innecesarias para el adelanto universal. 

Memorias de Amalia Domingo Soler. 
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¡Ayúdate y el cielo te ayudará!

Todos sabemos el significado de las palabras del evangelio donde dice: “Ayúdate y el cielo te ayudará” Jesús dijo: “Pedid y se os dará; buscad y hallareis; llamar y se os abrirá; porque el que pide recibe, el que busca halla y se abrirá a quien toque en la puerta.”
Ninguno de los espíritus de alta categoría viene al mundo para impedir el sufrimiento de la humanidad. Como el agua que tomamos hoy, sabiendo que mañana tendremos sed nuevamente, surgen como alivio, orientándonos en el sentido de encontrarnos con la verdadera fuente, dentro de nosotros mismos. Debemos recordar a Jesús al lado de la samaritana, en el viejo pozo de Jaco: cuando Jesús le dijo “Dadme de esta agua que Yo te daré de una, que tomándola nunca más tendrás sed” – ¡agua de la sabiduría, de la pureza espiritual, agua de la verdad!
Bien sabemos que nuestra naturaleza es animal, que nuestros instintos son inferiores y agresivos y que la educación solamente parte de uno mismo, pues los valores del alma, después que Dios nos lo dio, son conquistas de nuestro propio esfuerzo de cada día. Dios y Cristo nunca nos abandonan, pero Ellos no pueden y no deben hacer lo que a nosotros nos corresponde realizar.
La vida en el cuerpo se presenta bajo variados aspectos, que constituyen su realidad existencial. Sin embargo, no siempre esa realidad significa el legitimo vivir, el expresarse con seguridad, el disfrutar plenamente la oportunidad y avanzar jubilosamente, sin remordimientos que resultan del pasado, ni ansiedades que marcan las ambiciones del futuro.
Una existencia feliz no es, necesariamente, aquella que es breve o larga, sino aquella que se transforma en mensaje de alegría y bienestar para la propia persona, así como para todos aquellos que la rodean. Cada existencia es un mensaje, cuyo contenido debe ser positivo, de forma que dignifique a otras, enriqueciéndolas de esperanzas. La enfermedad, los problemas, no son aspectos de infelicidad, sino invitaciones del organismo y de la vida, para decir que es necesario estar lucidas y conscientes. Por eso mismo, la muerte no es un fracaso de la vida, sino una nueva admirable experiencia.
El ser psicológicamente maduro sabe discernir cuales son los valores auténticos, para su realización y aquellos que apenas se presentan como indumentaria transitoria para el elenco de los movimientos existenciales.
El desarrollo del ser en cada aspecto, es lento, pasando de una fase a otra, sin marcas inquietantes de insatisfacción, de manera que en el próximo estado se viva con las manifestaciones del anterior, de aquel que ya deberá estar superado y consolidado en los cimientos de la individualidad.
Sin embargo, cada individuo alcanza la plataforma de la madurez por medio de diversas experiencias. Unos consiguen crecer bajo el estimulo de los ideales y de las aspiraciones que guardan interiormente; otros lo hacen bajo la inspiración de la belleza, que se exterioriza en las artes, en la literatura, en la cultura general; muchos son atraídos por la tecnología y los diferentes recursos de las modernas conquistas; innumerables son conducidos por el amor, por la necesidad de fraternidad que cultivan con acrecentado cariño; entretanto, la gran mayoría, es impulsada por el sufrimiento, ultima alternativa para el desarrollo de los recursos internos que dormitan en su interior.
No obstante, no hay nadie que este impedido para desarrollar su ser superior, oprimido momentáneamente por los peligrosos adversarios de sí mismo, que son el primitivismo, la ignorancia, el egoísmo y todo su sórdido sequito.
El ser humano sigue un destino grandioso: la auto realización total, bajo la atracción del Pensamiento Divino que todo lo invade y domina. Su origen trascendental lo lleva ineludiblemente a su Casualidad Superior. No obstante, en cuanto no se da cuenta de ese obstinado destino, transita en un círculo de estrecho ámbito emocional, sin que la fuerza de atracción de la Vida le produzca cualquier influencia.
Procure el hombre espiritualizarse, transformando sus armas en arados útiles para el bien y la paz, y el bienestar se generalizará a su alrededor, porque la propia naturaleza hará el trabajo de limpieza y de elección.
Merchita
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