miércoles, 11 de octubre de 2017

La depresión




Artículos para hoy :

- Diferentes categorías de mundos habitados
- La depresión
- La Ley del Amor
-Moral por herencia genética





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  DIFERENTES CATEGORÍAS DE MUNDOS                              HABITADOS

Desde las épocas del codificador Allan Kardec y del astrónomo sensitivo Camille Flammarion, hasta nuestros días, los conocimientos científicos sobre el Universo han cambiado y se han desarrollado notablemente. Sin embargo, el aspecto filosófico y moral de la comprensión de Dios y su creación, el Universo, permanece fuerte y firme en estos preclaros autores.

   Y recordemos cómo este astrónomo francés en su obra Dios en la Naturaleza, cuya introducción terminó en mayo de 1867, dos años antes de la desencarnación del maestro lionés, nos narra, con ese sentido poético, en el tomo V, del citado libro lo siguiente: «La Tierra era cual átomo fluctuante en el infinito. De este átomo, sin embargo, a todos los soles del espacio, aquellos cuya luz lleva millones de años para llegar hasta nosotros, a los que yacen desconocidos más allá de nuestra visibilidad, yo sentía un lazo invisible abarcando, en un solo halo vivificante, todos los universos y todas las almas. Y la oración celestial, grandiosa, inmensurable, tenía su repercusión, su estrofa, su representación visible en aquella vida terrena que palpitaba en torno de mí, en el rugido del mar, en el perfume de las selvas, en el canto de las aves, en la melodía confusa de los insectos, en el conjunto emocionante del escenario y, sobre todo, en la luminosa tonalidad de aquel extraordinario crepúsculo». Flammarion era un poeta del universo, que traducía, en versos y en prosa, las bellezas de la obra de la creación.

El insigne pedagogo francés Allan Kardec sitúa en el Libro de los Espíritus (Cap. III del Libro Primero), una de las definiciones del Universo más notables, cuando se afirma: «El Universo comprende la infinidad de mundos que vemos y que no vemos, todos los seres animados e inanimados y todos los astros que se mueven en el espacio, como también los fluidos que lo llenan». Esta definición es filosóficamente fuerte y permanece vigente a pesar de todos los descubrimientos de la astronomía y la astrofísica.

Hoy día las investigaciones sobre la estructura actual del universo nos muestran que éste se encuentra constituido por galaxias, grupos y cúmulos de galaxias. Nuestro planeta Tierra se encuentra en el Sistema Solar, ubicado en uno de los brazos de la Galaxia denominada Vía Láctea, que tiene forma de espiral y que pertenece al llamado Grupo Local, que consta de nuestra galaxia, las nubes de Magallanes, la galaxia de Andrómeda y varias «galaxias enanas».

 Se calcula que existen 100 mil millones de galaxias en el Universo conocido, el cual corresponde al 8% de la materia visible; mientras el otro 92% del universo corresponde a materia y energía oscura que no es visible. Lo que quiere decir que la mayor parte del universo es desconocido para nosotros y ni siquiera lo podemos ver.

Sin embargo, no encontramos una clasificación científica de los mundos porque en astronomía utilizan el término planeta, que fue definido por la Unión Astronómica Internacional en el 2006, como un cuerpo celeste en órbita a una estrella y que debe tener suficiente masa para hacer que éste tome una forma esférica y sea el cuerpo dominante de su órbita.

Apenas la humanidad conoce un poco acerca de los planetas del sistema solar, a los que divide en planetas interiores, que son sólidos y rocosos (Mercurio, Venus, La Tierra y Marte), y en planetas exteriores, que son casi totalmente gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, pues desde agosto de 2006 Plutón ya no es considerado un planeta).

 Esta clasificación, como vemos, se realiza en base a las características físicas de los planetas, es decir, una clasificación materialista. Por ello el aporte hecho por la Doctrina Espírita al conocimiento humano, de plantear una clasificación con un criterio moral, es realmente una revelación única, y seguramente prevalecerá a través de los tiempos, sin perder vigencia conceptual.

Creemos que Kardec fue un pionero en colocar la primera clasificación moral de los mundos, cuando publica en abril de 1864 El Evangelio según el Espiritismo, y en su capítulo III plasma muy acertadamente la siguiente categorización:

1- Mundos primitivos: donde se hacen las primeras encarnaciones del alma.
2- Mundos de expiación y pruebas: donde todavía domina el mal.
3- Mundos regeneradores: donde las almas aún expían, pero adquieren fuerzas para continuar en la lucha.
 4- Mundos felices: donde el bien predomina sobre el mal.
5- Mundos celestes: donde reina el bien.

Hay otro tipo de mundos descritos en la codificación. Son los mundos transitorios (ver preguntas 234, 235 y 236 de El Libro de los Espíritus), que están habitados espiritualmente por Espíritus errantes, quienes al estar reunidos se instruyen y progresan. La Tierra ya fue un mundo transitorio en su época de formación, es decir, antes de ser mundo primitivo y de albergar los primeros seres encarnados.

Podemos afirmar que en el universo los Espíritus evolucionan en grupos, en humanidades que pueblan los diferentes planetas, pero cuando algún espíritu evoluciona más rápidamente, puede ascender en la categoría de los mundos morales, al igual que aquel que persiste en el mal, cuando el planeta ascienda en la escala de los mundos, estará condicionado a permanecer en un orbe acorde a su estado vibracional, lo que no implica que está decreciendo, evolutivamente hablando.

 Aunque indudablemente, esta clasificación realizada de los mundos es de carácter moral, según la evolución espiritual de sus habitantes, podemos inferir que lógicamente va acompañada de una evolución material del planeta como tal, lo que quiere decir que cuanto más evolucionado moralmente esté una humanidad y el mundo que habita, más perfectible será la naturaleza, más equilibrada la relación de sus habitantes con todo el ecosistema planetario y por supuesto el estado vibracional y lumínico será cada vez mayor, porque reflejará la sintonía de sus pobladores con las leyes divinas.

 Hay mundos habitados que pasan por fases de transición de un nivel a otro, lo que genera períodos de crisis, como ocurre en nuestro planeta Tierra en los tiempos actuales. Somos un planeta en transición, de mundo de pruebas y expiaciones a mundo de regeneración.

No todas las categorías morales de los mundos se encuentran en un mismo sistema solar, pero sí en una misma galaxia, ya que la cantidad de estrellas es tal, que facilita la probabilidad de su existencia en los planetas que las orbitan. En esta clasificación moral de los mundos habitados, podemos ver:

• Los reflejos de la Justicia de Dios, en relación a sus hijos que poblamos el Universo, pues brinda para todos las múltiples opciones, en el proceso de ascensión en la escala progresiva de la evolución.

• Refleja también el principio de solidaridad y fraternidad universal, pues los diferentes mundos y sus humanidades son solidarios, ya que, en muchas oportunidades, grupos de Espíritus pueden migrar de un mundo a otro, con el objetivo de ayudar en su adelantamiento moral, científico, filosófico y espiritual, unas veces en misión y otras por no haber alcanzado el nivel vibratorio que su mundo original y su humanidad logró.

Encontramos que 40 años antes de la publicación de El Libro de los Espíritus, el Dr. Gelpke publica en Leipzig en 1817 la obra Exposición de la Grandeza de la creación Universal, de la cual Kardec publicó un texto en la Revista Espírita, Periódico de Estudios Psicológicos Año VI, noviembre de 1863, vol. 11, con el título: “Pluralidad de existencias y de los Mundos Habitados”, y que desarrolla los siguientes e interesantes conceptos:

«….como de la organización de cada mundo depende la de los seres que lo habitan, éstos deben, tanto interna como externamente, diferir esencialmente en cada globo. Ahora, si consideramos la multiplicidad e inmensa variedad de las criaturas en nuestra Tierra, donde una simple hoja no se asemeja a otra, y si admitimos una gran variedad de criaturas en cada mundo, cuán prodigioso nos parecerá su multitud en el inmensurable reino de Dios. »

Y Kardec en la explicación a la respuesta de la pregunta 58 de El Libro de los Espíritus confirma lo siguiente: «Las condiciones de existencia de los seres que habitan los diferentes mundos deben ser apropiados al medio en que están llamados a vivir».

Y nosotros estamos llamados a vivir en este bello planeta azul, a cuidarlo, a amarlo y a preservarlo para las futuras generaciones que somos nosotros mismos, cuando heredaremos nuestra propia Tierra, en la sinfonía divina de los mundos habitados, donde nuestro Creador nos colocó.

-Fabio Villarraga-
Médico cirujano. Especialista en bioética y telemedicina. Conferenciante en congresos espíritas mundiales y nacionales. Traductor de diversas obras espíritas. Fue presidente de Confecol y actualmente es el coordinador del CEI para Suramérica. Presidente de la Asociación Médico Espírita de Colombia, AME-Colombia.

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                                           LA DEPRESIÓN


La depresión es en esencia un problema psicológico-espiritual de los más importantes de nuestra época. Psiquiatras y psicólogos de todo el mundo se encuentran con este problema-desafío cuyos márgenes para definirlo y tratarlo a veces resulta complicado.
Desde el punto de vista biológico se presenta como un disturbio que afecta a las neuronas cerebrales ante la falta de dopamina, serotonina y la noradrenalina, entre otras substancias, que son los que afectan directamente al bienestar psicológico como son la alegría, el equilibrio, el bienestar, etc. Se le atribuyen factores hereditarios, genéticos, etc. No obstante, afrontar el problema, como ocurre en otros casos, desde un punto de vista exclusivamente material, no ayuda a resolver definitivamente un problema que además de muy numeroso puede llegar a ser grave.
Partimos de dos premisas fundamentales. Desde el punto de vista de la reencarnación, sabemos que tenemos un pasado, un bagaje de vivencias y experiencias en contacto con nuestros semejantes. Del mismo modo, actualmente somos el fruto de una personalidad forjada a lo largo de los siglos. No somos algo espontáneo que dependa exclusivamente de una organización celular, hereditaria que nos marca un destino. Esto sería como elevar como causa fundamental lo que es en realidad, la consecuencia de una manifestación espiritual que es quien da la verdadera vida al ser. Al mismo tiempo y como consecuencia de ese trabajo pretérito, con sus aciertos y errores; traemos un compromiso, una tarea a desarrollar, una serie de desafíos que van a ir marcando el devenir de nuestra vida, en base al desempeño y uso del libre albedrío del que Dios nos dota. A mayor evolución, mayor nivel de conciencia para identificar los compromisos y el desenvolvimiento feliz de las tareas encomendadas. Sin embargo, el atraso evolutivo que caracteriza a la mayoría de seres que poblamos la Tierra, nos condiciona ante las imperfecciones que todavía arrastramos. Las mismas que nos endeudaron en el pasado y que nos indujeron a cometer errores, afectando nuestra condición humana actual.
La segunda es el poder de la mente. Somos lo que pensamos. Actuamos según el nivel de conciencia adquirido y condicionado por las circunstancias que nos envuelven en la actual existencia. El hombre, como ser integral, influye con sus pensamientos continuos en el organismo vivo que lo sustenta. “Mens sana in corpore sano” (Mente sana en cuerpo sano) como reza el viejo axioma. De tal forma que cada pensamiento, sentimiento y emoción impregna positivamente o negativamente todas las células del cuerpo humano. Por tanto, el pensamiento, la mente, es un poderoso generador que no actúa sólo. Vive en constante contacto con otros “generadores” encarnados o desencarnados, que interactúan mutuamente.
La llave que permite cambiar la naturaleza de dichos pensamientos se llama “voluntad”. Somos los responsables directos de aquello que pensamos, somos los forjadores de nuestro destino. Las decisiones que tomamos en cada momento, marcan el rumbo y el devenir de nuestra vida, sea para bien o para mal. Formamos parte de una gran escuela de aprendizaje preparada concienzudamente, para que crezcamos y evolucionemos sin fin, adquiriendo nuevas conquistas, superando retos, reparando errores del pasado, desarrollando cualidades innatas, que todos poseemos en estado latente en el camino de la perfección.
Efectivamente, con la voluntad orientamos el barco de nuestros pensamientos, de aquello que interpretamos respecto a las situaciones que nos asaltan, nos envuelven. Debido a nuestra niñez espiritual, todavía no hemos sido capaces de salir del “hombre fisiológico” hacia el “hombre integral”, consciente, lúcido, asumiendo las riendas de su progreso, aceptando y esforzándose por comprender el sentido superior de aquello que le acontece, como elemento educador y ascensional.
Joanna de Ângelis reflexiona al respecto: “Una importante mayoría de individuos solo abrigan ideas negativas, elucubran pesimismo, sustentan malestar. Como resultado, se debilitan sus resistencias morales, debilitándose también los valores espirituales y se alimentan de la propia insania.”
Como nos comenta la Mentora Joanna de Ângelis, la mente mal orientada actúa como un poderoso factor de perturbación; el pesimismo, la retroalimentación de experiencias desagradables, la visión negativa de aquello que nos rodea, bombardea la mente, muchas veces descontroladamente, en caída libre, generando perturbación psíquica de consecuencias anímicas y orgánicas.
La falta de un ideal superior, ciñéndose exclusivamente a ciertas aspiraciones materiales genera frustración cuando no se consiguen los objetivos inmediatistas, y un vacío interior cuando se pasa de “poseedor de riqueza ha poseído por la misma”, dejándose dominar por la ambición y las ansias de notoriedad.
Por lo tanto, el materialismo, el pesimismo, los pensamientos negativos consecuencia de nuestras imperfecciones morales, pueden desembocar fácilmente en rebeldía interior, insatisfacción o frustración por no conseguir los objetivos inmediatistas anhelados.  Además el odio, rencor, etc. hacia nuestros semejantes, encuentran rápidamente sus análogos que los refuerzan, de mentes tanto encarnadas como desencarnadas que sintonizan rápidamente, potenciando los estados depresivos y autodestructivos.
No obstante, dentro de las causas de la depresión existen otros factores más o menos sutiles que también pueden degenerar en esta problemática. Por ejemplo, la pérdida de seres queridos, pasando de una tristeza natural por la “ausencia” convirtiéndola en un “apego” injustificable que puede durar muchos años. La falta de fe, la autocompasión, la falta de autoestima, también son elementos que arrastran, cuando no se dispone de recursos o de voluntad firme, hacia estados de desequilibrio, alimentados por ley de afinidad y como hemos comentado, por espíritus obsesores que potencian dicho estado.
Otro factor muy importante como posible causa del problema es la “obsesión”. Es decir, enemigos del pasado que vuelven para cobrarse los agravios de situaciones vividas generalmente en otras vidas. Espíritus inferiores que vienen con la intención de desestabilizar lo máximo posible a su víctima de hoy, tomándose la justicia por su mano. Estos son los casos más difíciles y delicados pues requieren de un tratamiento espiritual adecuado. Tratando a dos bandas tanto al intruso como al afectado.
Sin duda, la mejor terapia, además de las ya conocidas llevadas a cabo por especialistas y por personas con un amplio conocimiento espiritual para que nos puedan orientar, es la oración, ya que nos sintoniza con la Fuente Suprema, de donde parten todas las esencias de amor y sabiduría, regenerando, reorientando, fortaleciendo en una palabra, aquellas defensas que quedaron disminuidas, erosionadas por las luchas diarias. No existe mejor terapia, más poderosa. Del mismo modo, cuando esa oración es colectiva, con otras personas que buscan unos mismos objetivos superiores, las fuerzas no se suman sino que se multiplican.
Esa es la gran tarea, buscar el verdadero sentido de la vida, un significado profundo, superior. Cuando nos apartamos del camino, y sobre todo cuando persistimos en el error, en la percepción equivocada de la realidad, se encienden las alarmas, las luces rojas que nos empujan a comprender que no vamos en la dirección adecuada. Una de esas luces rojas es la depresión; estado interior, que más pronto o más tarde nos impulsa a buscar soluciones para modificar la situación incómoda, lamentable, reorientándonos hacia la comprensión del problema, al cambio de actitud ante la vida, de la percepción de los problemas saturados de viejos clichés caducos y nocivos.
En la mayoría de los casos, la ciencia moderna ha comprendido el sentido del problema, explorando y potenciando el valor del pensamiento positivo, incluso el valor de la oración, como comentábamos anteriormente, como práctica demostrada de regeneración interior, del ser, con sus innumerables beneficios terapéuticos. Convergiendo inevitablemente en el cruce de caminos que ya está uniendo a la ciencia con la visión espiritual de la vida.
 José M. Meseguer- Amor, Paz y Caridad
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                    LA  LEY DEL AMOR
El amor fue considerado y discutido por los filósofos y religiosos de todos los tiempos. Los científicos evitan el tema porque poco es lo que tienen que agregar. El sociólogo Sorokin, de Harvard, explica que los científicos no confían en el poder del amor porque no puede ser pesado en una balanza, ni observado con un microscopio. Es ridículo que una fuerza tan poderosa continúe ignorada, sin ser investigada a nivel científico. Sin embargo, están empezando a aparecer algunos estudios en el campo de la medicina y la psicología, aunque por cierto, muy tímidamente.
El empobrecimiento del vocabulario en nuestros días es otro de los parámetros que reflejan la condición humana en que nos encontramos. La palabra amor no goza de gran respeto: todavía es aplicada sin la elevación espiritual que se debiera. Entre jóvenes universitarios, en Rio de Janeiro, se efectuó una investigación acerca de lo que ellos entendían por amor.  El ochenta y cuatro por ciento respondió que el amor es una actividad sexual. Por lo tanto, notamos la escasa profundidad del conocimiento respecto al tema. Se trata de un producto del que abusan los medios de comunicación, sin la menor responsabilidad espiritual, en los días que corren. Rescatar su importancia, su pureza, su transcendencia, es la meta que debemos alcanzar. Sin ingenuidad, sin sensiblería; basados en la estructura y en la fuerza de una ley cósmica fundamental para la conquista de la felicidad social del planeta. Solamente la unión de las diversas áreas del conocimiento (ciencia, filosofía, religión), dará las condiciones plenas para que el hombre conozca la ley de amor y la respete. Incluso para su propio bien.
Allan Kardec dedicó un capítulo de El Evangelio según el Espiritismo al amor. Lleva por título "Amar al prójimo como a sí mismo". El fundamento de la ley de amor está precisamente allí: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. Es el sustrato del Evangelio, la esencia de la ley. Jesús resumió toda su doctrina en esa afirmación, tal es su importancia. Tanto es así que Fénelon, cuando se expresa en ese capítulo afirma que las demás virtudes son hijas del AMOR, es decir que las restantes virtudes están impregnadas por la virtud-madre. Cada una de ellas posee una partícula de amor, por eso son virtudes.
Los efectos de la ley del amor se traducen en el mejoramiento de la raza humana y en la felicidad de los hombres durante la vida, así lo establece ese concepto de la constitución divina. Como con todas las leyes, hay quienes la cumplen y quienes la ignoran. Pero estos últimos se olvidan que la ley divina es perfecta y al dejar de cumplirla quedamos sujetos a las sanciones de esa ley: el sufrimiento. No existe otro camino mas que el preconizado por el amaos. No existe. Fuera de él el hombre se perderá y el dolor producido en esa ruta transversal lo volverá a conducir a la dirección establecida por el amor. El individuo no soportará vivir eternamente fuera de la ley del amor, porque es inherente a su condición, el deseo de felicidad, y la felicidad habrá de lograrse exclusivamente por esa vía de acceso. No en vano el Espíritu de Verdad, en el capítulo VI del libro ya citado, manifestó: "Espíritas amaos, ése es el primero de los preceptos; instruiros, ese es el segundo". La conjunción de ambos conceptos ofrece al espíritu las condiciones para la conquista de su plenitud. Es equivalente al cultivo de una simiente para que llegue a producir los frutos de la sabiduría y del amor. Lázaro, en el Evangelio, expresó que  "el espíritu necesita cultivo, igual que un campo"; requiere el trabajo diario hasta que empiece a producir, para su progreso y el de la sociedad donde se desenvuelve.
- Jasón de Camargo- Educación de los Sentimientos-
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            MORAL POR HERENCIA GENÉTICA
SEMEJANZAS FÍSICAS Y MORALES 

207 – Con frecuencia los padres transmiten a los hijos una semejanza física. ¿Les transmiten también una semejanza moral?
– No, puesto que tienen almas o Espíritus diferentes. El cuerpo procede del cuerpo, pero el Espíritu no procede del Espíritu. Entre los descendientes de razas no existe más que consanguinidad. 
– ¿De dónde proceden las semejanzas morales que existen a  veces entre padres e hijos? 
– Son Espíritus simpáticos, atraídos por la semejanza de inclinaciones. 
Allan Kardec
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