jueves, 27 de diciembre de 2012

La crisis de la muerte

Ernesto Bozzano



    Este caso lo encuentro en un volumen  publicado en Inglaterra titulado: From Four who are Dead (De Cuatro que están Muertos). Lo que los cuatro difuntos, a los que alude el título, dicen de la existencia extracorpórea concuerda con lo ya dicho por todos los que los precedieron, no obstante el sensitivo, por cuyo intermedio esos Espíritus se manifestaron, ignoraba todo este género de literatura. El libro, de hecho, es un resumen sustancial de las revelaciones fundamentales transmitidas por tantos otros, acerca de la existencia espiritual.. El medium, que sirvió para la transmisión del mensaje que tratamos, es una escritora inglesa, conocida y distinguida: La Sra. C. A. Dawson Scott, que jamás se había ocupado de las investigaciones psíquicas. He aquí lo que a propósito escribió:

Mi actitud, con relación a las pesquisas psíquicas y al psiquismo en general (comprendidas, en esta última expresión también las creencias religiosas), era la del más claro agnosticismo. Los conocimientos humanos a este respecto, me parecían demasiado rudimentarios para justificar cualquier opinión. Muchas personas sienten la necesidad de crear, para sí mismas, una hipótesis explicativa del ser. En mi caso, de ninguna manera sentía la necesidad de reconfortar, en ese sentido, mi espíritu, recurriendo a los Espíritus. Siendo las alegrías y los dolores comunes a todas las personas, tomaba la vida tal como venía. Consecuentemente, mi atención se concentraba en la existencia cotidiana. No me interesaban los destinos del alma. Ignoraba si la muerte suprimía o no suprimía la individualidad, es más, ese problema, me era indiferente. Y ese estado de alma persistió en mí hasta la edad de treinta años: mis días transcurrían en intensa actividad; vivía exclusivamente el presente...

Un gran dolor que, de súbito, alcanzó la existencia dichosa de la Sra. Dawson Scott, despertó en ella un cierto interés por el problema de la supervivencia. Su marido, doctor en Medicina, volvió de la guerra en estado de agotamiento nervioso, agravado por el hecho de haber en su familia una forma hereditaria y depresiva de hipocondría (spleen). De ahí resultó que un día el doctor Scott se suicidó, ingiriendo una dosis de ácido. Fue a consecuencia de ese gran dolor que la Sra. Dawson Scott comenzó a interesarse por las experiencias mediúmnicas a las que, en su propia residencia, se entregaban las hermanas Shafto, con las cuales ella mantenía relaciones. Fue a visitarlas y asistió a una pequeña sesión tiptológica, en la que tuvo la manifestación de su difunto marido, que dio pruebas de su identidad y le aconsejó que ensayase a escribir mediúmnicamente.   Resumiendo:  ella siguió el consejo y consiguió inmediatamente comunicarse pisográficamente con el marido. El punto esencial de esta narración es que la señora Dawson Scott comenzó a escribir mediúmnicamente cuando ignoraba todo lo relativo a las doctrinas espíritas. A pesar de eso, los mensajes obtenidos por ella constituyen una síntesis admirable de lo que afirmaron y constantemente afirman tantas otras personalidades mediúmnicas, que se comunican en todos los países. Obsérvese que ya es el cuarto caso, de los que nos ocupamos, en que los médiums, intermediarios de largos mensajes sistemáticos de revelaciones transcendentales, todos ignoraban en materia de doctrinas espíritas y en fenómenos metapsíquicos. Considérese también que, en el caso en cuestión, del mismo modo que en los otros tres (4º, 6º y 7º), los médiums escribían los respectivos mensajes en la soledad de sus gabinetes, lo que también excluye la posibilidad teórica, más que nada fantástica, según la cual sus subconscientes habrían captado en los subconscientes de los asistentes los conocimientos que manifestaron. Dicho esto, paso a transcribir lo que el marido muerto narró con relación a su entrada en el medio espiritual. Preguntó la Sra. Dawson Scott al Espíritu:

¿Cuáles fueron tus impresiones al separarte del cuerpo?

El Espíritu- Cuando desperté, me encontré en un medio nuevo y me quedé extraordinariamente sorprendido de sentirme vivo, pues recordaba muy bien que había ingerido veneno, Miré a mi alrededor y noté un cambio general en el aspecto de las cosas que me cercaban. Todo era diferente: los objetos tenían una apariencia evanescente; los árboles parecían sombras: Probé a palpar uno de ellos y mi mano penetró en el tronco. Observé que, en el lugar donde se hallaba este, me era posible percibir una especie de movimiento intenso, como si allí hubiese una aglomeración de átomos infinitesimales, agitados en remolino.

Sra. Dawson Scott- ¿Tu cuerpo permanecía extendido en el mismo lugar?

El Espíritu- Yo tenía de eso una idea vaga, aún y todo, no le di importancia al hecho. Me dirigí hacia el hospital, notando con sorpresa que me deslizaba sin caminar. Penetrando allí, noté que percibía bien a las enfermeras y a los enfermos, aunque todos me parecían sombras, al mismo tiempo percibía entre ellos a muchas personas de formas diferentes, pero que me eran desconocidas. Esas entidades se dieron cuenta de que yo las miraba espantado y se apresuraron a venir hacia mí, hablándome y dándome la bienvenida con expresiones afectuosas. Estuve largo tiempo sin enterarme de la realidad; que ellas no hablaban; que me transmitían sus pensamientos. Pasado algún tiempo dejé el hospital y me fui a cielo abierto, en compañía de aquellas entidades, que me había informado que me hallaba en el medio espiritual. Todo lo que veía a mi alrededor era extraordinariamente interesante, sorprendente, agradable. La atmósfera parecía brillante; me sentía rejuvenecido y muy animado, dichoso por la novedad del medio y por el alto grado de felicidad que veía estampada en el semblante de los seres que me rodeaban. Estas procuraban todas manifestarme amistad, mostrándose muy solícitas conmigo y haciéndome admirar las bellezas del mundo donde vivían. No tardé en granjearme buenos amigos entre ellos... Noté que las entidades, en cuyo medio me encontraba, obtenían por sí mismas las cosas que necesitaban, creando por la fuerza del pensamiento. Probé a hacer lo mismo, pensando en mi persona, tal como era en vida, y, en el mismo instante, me encontré provisto de mi cuerpo antiguo. Pensé enseguida en la ropa que tenía y me vi vestido, teniendo en los bolsillos los objetos que acostumbraba a llevar en ellos... Pero, lo que me sorprendió sobretodo fue la rapidez con la que me transportaba. Pensaba en hallarme en un lugar dado y en el mismo instante allí me encontraba. No me desplazaba; mi transporte de un sitio a otros no tardaba tiempo: el hecho se producía inmediatamente, como en el cuento de “La Alfombra Mágica”. (Págs. 68-72)

Sra. Dawson Scott- ¿Pero, qué hacían esas entidades espirituales?

El Espíritu- Trabajaban en su propia evolución. Eran todos Espíritus de difuntos, que habían llegado aquí muy degradados por el medio terrenal. Fueron vivos que habiendo tenido posibilidades intelectuales, no pudieron desarrollarlas; ahora se ayudaban mutuamente para preparar la evolución de las posibilidades intelectuales que se encontraban latentes en ellos.   Mi desarrollo espiritual también fue ampliamente retrasado, por causa de la hipocondría que me deprimía. Dichoso pues me sentí en poder cooperar con los otros para la evolución común. Qué inmensa alegría experimentamos, al verificar que nuestras facultades espirituales reviven; que ciertos dones espirituales, de los que no teníamos certeza, que durante la vida apenas nos hacemos una vaga idea, efectivamente existen y pueden ahora desarrollarse y ser utilizados. Adquirimos confianza en nosotros mismos; nos sentimos, por primera vez, hombres capaces de algo. Y con esto no se da únicamente un consuelo: se da coraje para la acción... “Danos el pan cotidiano”, deja de ser una plegaria que tengamos que dirigir a Dios. Nuestro alimento es espiritual y nuestra mente puede libremente aprovecharlo. A pesar de esto, cuando se llega al medio espiritual, nos quedamos durante algún tiempo sujetos a los prejuicios e inhibiciones sensoriales adquiridas en el curso de la existencia terrestre. Pero, no tardamos en deshabituarnos enteramente de unas y otras, delante de la gran realidad de la existencia espiritual... (Pág. 156.) La causa principal de tantos crímenes en el mundo de los vivos, es decir, la necesidad de alimentarse, no existe aquí. O, con mayor exactitud, ya no tenemos necesidad de alimentarnos, en el sentido preciso del término, si bien que aquellos de entre nosotros, que todavía quieran satisfacer el placer de alimentarse, puedan proporcionarse a sí mismos la sensación de que lo hacen... (Págs. 73-74.)

Me limitaré a las citas que acabamos de leer. Aunque mis lectores se encuentren en condiciones de observar por sí mismos las constantes concordancias habituales que existen entre cada episodio de la obra de la Sra. Dawson Scott y los episodios narrados anteriormente, no será inútil yo repase algunos de manera rápida. Propongo observar, por ejemplo, que, en el caso que nos preocupa, las primeras impresiones del muerto hablan de la circunstancia de que él percibía que no caminaba, que se transportaba, deslizándose por encima del suelo. Los vivos le parecen sombras y los Espíritus seres substanciales. Conversando son estos últimos, juzgó que le dirigían la palabra, cuando apenas le transmitían sus pensamientos. La más fuerte de las sorpresas tampoco tardó en presentársele, eso es, percibió que las entidades, en cuya compañía se encontraba, obtenían todo lo que necesitaban, creándolo por la fuerza del pensamiento. También él, el Espíritu del Sr. Scott, percibió que le bastaba desear ir a un lugar, para sentirse transferido en ese mismo instante a ese sitio. Finalmente, no tardó tampoco en notar que muchos Espíritus de difuntos, todavía sujetos a la necesidad de satisfacer ciertos hábitos, adquiridos durante la vida terrena, podían proporcionarse a sí mismos la sensación de esas costumbres, gracias a la fuerza creadora del pensamiento.

Observen también que el funcionamiento habitual y matemático de la gran “ley de afinidad”, gracias a la cual cada uno tiene forzosamente que gravitar hacia su semejante, llevó al doctor Scott a hacer parte de un grupo de Espíritus “que llegaron al mundo espiritual muy degradados por el medio terrestre, en el cual no habían podido desarrollar sus posibilidades intelectuales”. De ahí, como ellos no eran responsables por esa falta de evolución, resultó que el medio para donde gravitó el doctor Scott no correspondía a un estado espiritual inferior; era, al contrario, un medio radiante, como era necesario, a fin de animar a la acción a espíritus, que sin ser culpables de eso, se conservaban atrasados. Esta circunstancia da oportunidad para que toquemos una cuestión, que debe ser aclarada, concerniente al doctor Scott. Él se hallaba en un medio luminoso, aunque se hubiese suicidado, lo que estaría en flagrante contradicción con las unánimes afirmaciones de otras personalidades mediúmnicas, según las cuales incurren en severas sanciones los que se hayan culpados de este acto de cobardía ante las pruebas que nos reserva el destino y que debemos soportar valerosamente. El sensitivo, la Sra. Dawson Scott, ignoraba la existencia de esa contradicción en los mensajes que obtuvo. Personas amigas, sin embargo, se la señalaron. Ella entonces pidió una explicación al difunto, que respondió en estos términos: Hay otro factor que debe tenerse en consideración, y es que aquí no somos absolutamente de la misma opinión sobre gran número de cuestiones.

Me limité a referirte mis experiencias personales; dije que fui acogido calurosamente en el mundo espiritual, dónde nadie me preguntó por mi fin; agregué que mis primeras impresiones fueron de alegría, por haberme librado del cuerpo, eso no impide que otro espíritu pueda considerar las cosas desde un punto de vista diferente; o incluso, que otro Espíritu, en mis condiciones, pueda tener otra suerte. En suma, expresé mi opinión personal y nada más. (Pág. 107.) Esta respuesta lejos está de haber agotado el asunto; sin embargo, constituye una nueva ilustración de la gran verdad que el espíritu del doctor Scott procura incesantemente inculcar en la mentalidad de su mujer, esto es: que los Espíritus desencarnados, lejos de mostrarse omniscientes, juzgan de acuerdo con su experiencia personal, exactamente como ocurre en el mundo de los vivos. Se sigue de este modo, que las opiniones que ellos emiten deben ser acogidas con reserva, ya que no representan más que opiniones personales, o experiencias personales de aquellos que pueden saber un poco más que nosotros en lo tocante a ciertas cuestiones; pero, eso es todo.

Ahora, en el caso que nos ocupa, se ve que el espíritu comunicante, describiendo el medio radiante en que vino a encontrarse, de modo alguno declaró que la misma dichosa suerte espere a todos los otros Espíritus de suicidas, ni, por consiguiente, que alguien esté autorizado a matarse sin incurrir en graves responsabilidades en la existencia espiritual. Los hechos, en realidad, son otros muy diferentes; pero, la verdad a ese respecto escapó al doctor Scott, que no reflexionó sobre la circunstancia de que, si él se encontró en un medio de “luz”, no obstante haberse suicidado, fue por no caberle la responsabilidad de la acción insensata que practicó, la cual, en él, resultó de una enfermedad psíquica hereditaria, conocida en psiquiatría con el nombre de “melancolía” y que con mucha frecuencia termina en un ataque de “locura de suicidio”. Me parece que lo que dejo dicho es suficiente para eliminar la única contradicción, aparente de hecho, que se podría notar en los mensajes mediúmnicos cuyo examen emprendí, considerados en relación a las enseñanzas de otras personalidades espirituales.   
Extraído del libro "La crisis de la muerte" de  Ernesto Bozzano
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Una vez desarrollada la facultad en el médium es esencial que no haga de ella un abuso. La satisfacción que procura a ciertos principiantes excita en ellos un entusiasmo que es importante moderar; deben pensar que se les ha dado para el bien y no para satisfacer una vana curiosidad; por esto es útil servirse de ella en los momentos oportunos y no a cada instante; como los Espíritus no están constantemente a sus órdenes, corren el riesgo de ser chasqueados por mixtificadores. A este objeto es conveniente adoptar días y horas determinadas, porque de este modo hay mejores disposiciones y más recogimiento, y los Espíritus que quieran presentarse están prevenidos y se disponen en consecuencia. 
- El Libro de los Médiums -
                                                         
                                                                                 


NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española, los viernes a las 23,00 horas asistir a una conferencia en la misma sala, y los domingos a las 21,00 horas a la clase del "Grupo espírita Sin Fronteras". Esta clase de los domingos queda aplazada hasta el próximo día 13 de enero en que recomenzarán de nuevo.
                   
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