sábado, 23 de octubre de 2010

Mensaje de Amalia

A quienes han encontrado en la experiencia de la verdad un punto de apoyo para la vida, les es lícito hacer una evaluación de resultados, un inmediato estudio de valores antes de decidirse por cual rumbo seguir.


Por impositivo de las existencias anteriores y como consecuencia natural de las condiciones materiales, el hombre, del Mundo Espiritual, solamente recibe destellos que le aclaran el camino cuando se predispone a una sintonía, y en razón de esfuerzo que haga por vencer sus malas pasiones, sus inclinaciones inferiores.

Inivitado a un cambio de ideas delante de la fuerza de los hechos que le demuestran la indestructibilidad de la vida, la sobrevivencia a la tumba y su existencia antes de la cuna, siente, al principio, un gran sorpresa, una resistencia a la filosofía nueva, que resulta de la muerte de sus convicciones anteriores, sean las que sean.

La lucha por la propria renovación es hecha de dudas e incertindumbres, por medio de las cuales, luego de continuadas meditaciones y estudios se siente impulsado a la decisión correcta, produciéndose en él un ardiente deseo de ganar tiempo, es decir, recuperarlo, avanzando con valor e intentando cambiar al medio donde vive y a las personas que comparten con él la existencia.

Al Espiritismo, en este complejo momento historico de la Humanidad, le está destinada uma urgente y grave misión: sostener los valores morales sobre los resultados de la investigación científica, probando el noble y significativo destino de la Humanidad. Su filosofía, que abarca el conocimiento de todos los tiempos, tiene, en la reencarnación, la clave lógica y poderosa para deslindar los eslabones enigmáticos de la evolución.

Solamente por medio de las leyes de la reencarnación se compreende la finalidad y determinación de la vida.

El processo evolutivo, lento y contínuo, comprobado por la paleontología y confirmado por la embriogenia, desenmascara las leyendas pasadas de un pareja encargada de poblar la Tierra, bajo la condición de un milagro de la Divinidad, como se la vida misma ya no fuera el gran milagro que al hombre cabe honrar y disfrutar, teniendo a la vista su porvenir eterno.

Señalado para la perfección el ser marcha y avanza adquiriendo experiencias en cada renacimiento, liberándose, en cada vida, de las cargas anteriores que le constituyeron aprendizaje útil a su evolución. En razón de tal comportamiento el proceso evolutivo pasa a ser el resultado del esfuerzo personal dignificándose el individuo que asciende rumbo a la realización total.

Discriminació n ninguna por parte de las leyes, que examinadas mediante el concepto de la unicidad de las existencias, hicieron unos desde el principio dichosos, y a los otros infelices sin posibilidades de conquistar la corona de la victoria ...

Los imbéciles, los idiotas, los seres monstruosos, micro y macrocéfalos, los paranoides, los subnormales, los mongoloides, los alienados en general, los sordo-mudos que no tienen como hablar, exteriorizar sus cuitas, y otros tantos limitados y aparentemente rechazados por la vida no son víctimas de Dios, sino de si mismos, en recuperación que la Conciencia Cósmica les impone en beneficio suyo y de la comunidad humana.

¿ Como se comprende, en la Tierra, bajo la justicia divina, el sabio y el bruto, el primitivo y el intelectual, el agresivo neurótico y el pacífico congénito, el malo y el bueno, sin la reencarnación ? ¿ Como juzgar los actos, utilizando la misma medida, de un salvaje y un civilizado, de aquel que de la vida solamente ha conocido sinsabores, miserias, abandono, ignorancias, brutalidades y de otro que encontró amor, orientación segura, apoyo y equilibrio socio-economico ?

El hombre que razona, delante de ésta y otras paradojas que se ven en la Tierra, si no conoce la reencarnación, cae en el concepto nihilista, materialista de la vida, dejándose conducir con rebeldía ante el sufrimiento y las dificultades de toda especie.

El conocimiento de la reencarnación ampara y dignifica el ser, enseñandole paciencia y dándole coraje para proseguir, aunque le parezca imposible, y continuar con honor y elevación.

Naturalmente las consecuencias de la reencarnación proponen al hombre un cambio, no solo de naturaleza filosófica, sino moral, dando resurgimiento a una ética, que es la misma que fue presentada y cumplida por Jesús, toda ella fundamentada en la ley natural, que es la ley del amor.

El amor es, así, la razón misma de la vida, el motivo de vivir, la cumbre de la montaña que se logrará a base de esfuerzo e insistencia, de una labor profícua en la vivencia del bien.

Para amar es necesario sentir, pese a la ignorancia, la sencillez educacional, en cualquier coyuntura social o financiera. Mientras tanto la ciencia del amor es la conciencia del deber en relación a todos los seres, vivos o no, es decir, minerales, vegetales, animales, humanos que constituyen la Creación y pertenecem a la Naturaleza, parte impulsora del pensamiento y de la voluntad divina que a todo vitaliza.

La experiencia del amor en su sentido profundo hace la religación de la criatura al Padre Creador, naturalmente dando surgimiento a una religión espiritual, sin fórmulas, sin ceremoniales, sin otras condiciones que no sean la práctica de la caridad por excelencia. Eso, porque, la caridad se estructura en el amor, lo que la hace diferente de la filantropia, que puede presentarse algunas veces como amor, a pesar de ser en sí misma también, una condición de nobleza del alma humana.

La caridad enriquecida por el amor ofrece las cosas vitales, y se ofrece en holocausto, para escuchar las cuitas de un gran señor, que sin embargo las tiene, así como alza, de su pequeñez al pobre caído en la miseria social, a la dignidad humana. Es oyente y es actuante, tranquila y enérgica, humana y divina, paciente y rápida, conforma la ocasión y las circunstancias que se presenten.

Ese cambio comportamental eleva al ser, produciendo en él un despertar y un conocer de la vida que lo transforma, impulsándolo a proseguir sin desánimo o recelo, sin prisa o fatiga, hasta el momento del triunfo final.

La identificació n del hombre con la verdad, le impone, sí, una evaluación de posibilidades, una consideración en la escala de sus valores donde el amor - alma de la esperanza e impulsor de la vida - tiene um papel importante, fundamental, sin el cual el conocimiento no es verdadero, ya que resulta inútil.

(Mensaje de Amalia Domingo Soler, psicografada por el medium Divaldo Pereira Franco, por la ocasión de una visita a la ciudad de Barcelona, España, en septiembre de 1978)

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