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MUNDOS REGENERADORES
Entre esas estrellas que resplandecen en la bóveda azulada, ¡cuántos mundos hay como el vuestro designados por el Señor para expiación y para prueba! Pero los hay también más miserables y mejores, así como los hay transitorios que pueden llamárseles regeneradores. Cada torbellino planetario, corriendo en el espacio alrededor de un foco común, arrastra con él sus mundos primitivos, de destierro, de prueba, de regeneración y de felicidad. Se os ha hablado de esos mundos en donde es colocada el alma naciente, cuando ignorante aún del bien y del mal, puede marchar hacia Dios, dueña de si misma, en posesión de su libre albedrío; se os ha hablado de cuán amplias facultades ha sido dotada el alma para hacer el bien; pero ¡ah! las hay que sucumben y no queriendo Dios anonadarlas, las permite ir a esos mundos en donde, de encarnaciones en encarnaciones, se purifican, se regeneran y se harán dignas de la gloria que se les ha destinado.
17. Los mundos regeneradores sirven de transición entre los mundos de expiación y los mundos felices; el alma que se arrepiente encuentra allí la calma y el reposo acabándose de purificar. Sin duda en esos mundos el hombre está aun sujeto a las leyes que rigen la materia; la humanidad experimenta vuestras sensaciones y vuestros deseos, pero está dispensada de las pasiones desordenadas de las que sois esclavos; allí no existe el orgullo que hace callar el corazón, la envidia que lo tortura y el odio que lo ahoga; la palabra amor está escrita en todas las frentes, y una perfecta equidad arregla las relaciones sociales; todos reconocen a Dios y procuran ir a El siguiendo sus leyes.
Con todo, allí no se encuentra aún la perfecta felicidad, pero sí su aurora. El hombre aun es carnal y por lo mismo está sujeto a vicisitudes de las que no se eximen sino los seres completamente desmaterializados; aun quedan pruebas que pasar, pero no tienen las punzantes amarguras de la expiación. Esos mundos, comparados con la tierra, son muy felices y muchos de entre vosotros estaríais satisfechos de quedaros allí porque es la calma después de la tempestad, la convalecencia después de la cruel enfermedad; pero el hombre menos entregado a las cosas materiales, entrevé mejor el porvenir que vosotros, comprende que hay otros goces que el Señor promete a aquellos que se hacen merecedores de ellos, cuando la muerte ha segado de nuevo sus cuerpos para darles la verdadera vida. Entonces será cuando el alma libre dominará todos los horizontes; ya no tendrá sensaciones materiales y groseras, sino los sentidos de un espíritu puro y celeste, aspirando las emanaciones de Dios, bajo los perfumes de amor y de caridad que se derraman de su seno.
18. Pero ¡ah! en esos mundos el hombre es aún falible, y el espíritu del mal no ha perdido en ellos completamente su imperio. No avanzar es retroceder, y si no está firme en el camino del bien, puede volver a caer en los mundos de expiación en donde le esperan nuevas y más terribles pruebas.
Contemplad, pues, esa bóveda azulada por la noche, a la hora del descanso y de la oración, y en esas innumerables esferas que brillan sobre vuestras cabezas, dirigid vuestras súplicas a Dios y rogadle que un mundo regenerador os abra su seno después de la expiación de la tierra. (San Agustín. Paris, 1862.)
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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ANTE LA PERFECCIÓN“Sed Perfectos como Nuestro Padre Celestial” Esta fue la advertencia del Señor a nuestro corazón de aprendices. Todavía, a la manera del gusano, contemplando la estrella distante, sabemos cuán inmensa es la distancia que nos separa de la meta. Impedimentos, compromisos e inhibiciones de nuestro “entonces”, asfixiándonos, a cada momento de hoy, el deseo de caminar para la luz. Entre tanto, si aun nos situamos tan lejos de justo mejoramiento al que nos entregara la Divina Providencia, es imprescindible para conseguir la gran peregrinación, ofreciendo al avance los mejores y más grandes esfuerzos. Nadie exige sea de inmediato el paradigma del amor que el Maestro nos lego, más puede ser, desde ahora, cultivando la comprensión y la gentileza dentro de la propia casa. Nadie te pide renuncia integral a los bienes que te enriquecen los días terrestres, no en tanto, puedes donar, de improviso, la migaja que te sobra al confort doméstico, en auxilio al compañero necesitado. Nadie espera desempeñes, aun hoy, el papel de héroe en la plaza pública, más si puedes callar, sin demora, la palabra oscura o amarga capaz de surgir de tu corazón a los labios. Nadie aguarda seas el remedio para todas las dolencias, entretanto, aun hoy, puede ser el enfermero diligente, curando las úlceras de los enfermos relegados al abandono. Nadie te solicita prodigios, en manifestaciones prematuras de tu fe, más si puedes ser, sin demora, el consuelo que ampare a cuantos atraviesan las zarzas del camino. Recuerda la simiente que te regala el cuerpo y aprendamos a comenzar. La planta que antes era simple promesa, hoy es garantía del pan que te suple la mesa. Los mayores y más famosos viajes se inician en un paso. Esforcémonos por hacer lo mejor a nuestro alcance, desde ahora, y la perfección no será, un día, preciosa fuente de bendiciones, descubriéndonos el porvenir. Por el Espíritu Emmanuel – Del libro: Nacer y Renacer, Médium Francisco Cándido Xavier Traducido por Mercedes Cruz Reyes
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Peligros de la mediumnidad | |
En el desarrollo y puesta en práctica de cualquier mediumnidad, existen determinados peligros que es importante conocer de antemano antes de ejercerla, para estar prevenidos y atentos ante cualquier circunstancia que pueda acontecer. Algunos de estos peligros ya han sido mencionados en capítulos anteriores, y son aquellos que hacen referencia al mal uso de la mediumnidad, a la mediumnidad carente de conocimientos espirituales o desequilibrada psíquicamente. En estos casos el riesgo principal es caer en las redes del astral inferior, aquellos espíritus obsesores y perturbadores que engañarán al médium y a sus asistentes, llevándoles por caminos equivocados y alejados por completo de la moral cristiana que el espiritismo propone. Además de los riesgos mencionados, que sin duda perjudicarán sobremanera el progreso espiritual de aquellas facultades que los sufren, están también los riesgos físicos.
Es evidente, que cuando se trata con fuerzas negativas del astral inferior, la voluntad del médium va siendo cada vez más débil, subyugándola constantemente estas entidades de tal forma que pueden acceder con sus energías y fluidos groseros a la materia hasta tal punto de ocasionar graves dolencias físicas en las facultades. Estas dolencias físicas pueden comenzar por ser mentales, paulatinamente irán aprovechándose del desequilibrio del médium para trastornar y debilitar su razonamiento y sentido común. Pero también pueden ser dolencias físicas, pueden provocarles accidentes graves, trastornos internos de funcionamiento corporal, etc. Todo ello está al alcance de los espíritus de baja condición con los que tan cómodos y tan a gusto se sienten las mediumnidades propensas al fanatismo, la superstición o el endiosamiento. Pero sin duda, uno de los mayores peligros de la mediumnidad consiste en perder esa facultad que Dios le concedió para realizar el bien y progresar espiritualmente.
¿Se puede perder una mediumnidad, habiéndola concedido Dios para el progreso de un espíritu determinado? ¿Es posible el estancamiento de la mediumnidad y su entorpecimiento? ¿Si se llega a perder la mediumnidad, es posible recuperarla? Todas estas preguntas se responden bajo un razonamiento sencillo y lógico en la comprensión misma de lo que significa una facultad espiritual. Una mediumnidad es un compromiso espiritual que adquieren dos espíritus ante Dios para realizar un trabajo en la tierra. Uno de esos espíritus, encarnado, es el responsable de ejercerla adecuadamente, con altruismo y bondad, con conocimiento y sin fanatismo; el otro es el espíritu protector que le guiará, aconsejará y orientará acerca de todo lo preciso para el desarrollo y desenvolvimiento de la mediumnidad.
Tanto el uno como el otro son responsables ante Dios por sí mismos de la labor que han de realizar; si uno de ellos se vuelve atrás y no desea cumplir con esa altísima responsabilidad, estará incumpliendo lo prometido, pero no por ello el otro ha de hacer lo mismo. Este es el caso de muchas mediumnidades que se desvían del camino recto y, desoyendo los consejos de su protector, actúan de forma descontrolada, satisfaciendo sus necesidades materiales por encima de las espirituales, dando rienda suelta a los defectos morales por los que la parte negativa se filtra y actúa de forma sutil y eficaz. En estos casos el protector avisará repetidamente a la facultad del peligro que corre y de la necesidad de responsabilizarse en el ejercicio de su facultad; si llegado el momento esta facultad, desoyendo todo tipo de consejo sigue empeñada en sus actitudes negativas, el protector podrá solicitar a Dios la retirada de su compromiso, y si el Padre lo concede este espíritu quedará liberado de su responsabilidad, no así la materia que de forma automática perderá su facultad y la capacidad de ejercerla.
Esto ocurre muchas veces, y de ahí viene el desconcierto de grandes facultades que en su endiosamiento llegaron a fracasar por prescindir de sus protectores que son, al fin y al cabo los que les otorgan el poder extraordinario de cualquier mediumnidad. También puede ocurrir otra situación que suele darse con facilidad en las facultades de curación, y esta no es otra que, cuando aquella facultad actuando incorrectamente desoye los consejos de su protector, y este último, a pesar de todo decide proseguir con su compromiso espiritual por el bien que puede hacer a otras personas que acuden a beneficiarse de esos fluidos sanadores. En este caso el protector cumple con su compromiso mientras que la persona con mediumnidad no lo nace, y por ello tendrá que dar cuenta el día de mañana, volviendo en una nueva existencia en condiciones más difíciles, donde tendrá que aprovechar mejor la facultad concedida, procurando no equivocarse de nuevo a fin de evitar el sufrimiento y entorpecimiento que tal circunstancia puede conllevarle.
Las facultades entorpecidas son aquellas que, renunciando a su responsabilidad no quieren realizar este compromiso, reniegan de él porque les supone molestia, incomodidad, sacrificio y renuncia personal, y al tratarse de facultades impuestas, en su gran mayoría, no poseen equilibrio suficiente que les permita salvaguardarse del acoso de las fuerzas negativas. En esa existencia sin duda sufrirán enormemente por esta circunstancia al rehusar cumplir el compromiso adquirido antes de encarnar. Como hemos comprobado, el mejor método para evitar riesgo alguno en las mediumnidades, es el que nos propone Allan Kardec en la codificación.
Una buena base moral y de conocimientos espirituales permite a cualquier facultad poder desarrollarse con éxito, sin entorpecimientos, aprovechando su existencia al máximo y progresando espiritualmente. Ejerciendo con amor, altruismo y responsabilidad la facultad mediúmnica, estaremos bajo el amparo de los espíritus de bien, que nos inspirarán y protegerán de cualquier riesgo de perturbación negativa, al propio tiempo que sublimaremos la alta responsabilidad que la mediumnidad conlleva, ofreciendo así, con nuestro ejemplo, el camino a seguir por los demás.
Antonio Lledó Flor
Revista "Amor, paz y caridad"
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