miércoles, 14 de septiembre de 2022

Dificultades que puede encontrar un Espíritu para reencarnar

    INQUIETUDES

1.- El día después de mi suicidio

2.- Calumnia

3.-Libre albedrío y Providencia

4.-Dificultades que puede encontrar un Espíritu  para reencarnar


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                  EL DÍA DESPUÉS DE MI SUICIDIO           


El día después de mi suicidio, me enamoré de mi esposo al verlo llorar en el piso de mi habitación, abrazando mi camisa manchada de sangre con mis fotos esparcidas a su alrededor. ¡Vi tanto amor en tus ojos!

El día después de mi suicidio, sentí cuánto me amaban mis padres, sin importar cuán duros fueran. En medio de tanta tristeza, me hablaron con los ojos llenos de lágrimas de lo orgullosos que estaban de mí y de lo sensible que era con los demás. El día después de mi suicidio, vi que Zé Bob (mi perro) era más asombroso de lo que podría haber imaginado. Cada vez que alguien bajaba del ascensor corría hacia la puerta esperándome y cuando veía que no era yo se acostaba frente a la puerta y ¡ seguía esperándome!

El día después de mi suicidio, estaba encantada por mis hermanos cuando los vi sentados en la sala con lágrimas en los ojos. Recordaban los tiempos que jugábamos en nuestra hermosa infancia... ¡Qué buen recuerdo!

Al día siguiente de mi suicidio, sentí lo querida y amada que era por ese gran amigo. ¡Estaba mirando nuestras fotos juntos y recordando todos nuestros momentos! Lloraba por no haberme encontrado cada vez que insistía.

El día después de mi suicidio, sentí que era importante para muchos amigos. Se culpaban a sí mismos por no haber hecho nada. Por la noche, fui a la morgue a buscar mi cuerpo. Eso me molestó. Me miré y dije: tantos sueños que tuvimos. tantos amores Tanta gente para conocer. Tenías gente que te amaba y, sin embargo, lo tiraste todo por la borda.

Gracias a Dios solo fue un sueño. ¡Puedes leer esto! Todavía estás aquí y puedes cambiar tu vida para siempre.

 La vida no es tan mala como parece. ¡Hay gente que te ama, que te quiere cerca! Dale a la vida y a las personas que te rodean una oportunidad más. Hay una cura para el dolor, ábrete a alguien. Tu ya superaste  tantas cosas, ¡ intenta una más!

¡Sepa que usted no está solo! Busque un profesional que le pueda ayudar. ¡¡¡ VA A SER LO ACERTADO  PARA TI Y PARA  CUALQUIERA !!!

El dolor del alma es algo para lo que muchas veces no encontramos medicinas en cápsulas, solo podemos encontrar “medicinas” en abrazos apretados, ojos en los ojos,  abrazos sin críticas y hombros amigos…  ¡ Lo más difícil es encontrar gente dispuesta a medicarnos!

( Publicado recientemente por Daniel Mendes-  Espiritismo Brasil  Chico Xavier)

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                                                    CALUMNIA

                               


“En todo momento del desarrollo ético y moral del ser humano, este proceso estuvo acompañado de aflictivas bendiciones iluminadoras que también forman parte de la evolución.

No pocos hechos históricos de gran relevancia se derivaron de calumnias bien concebidas que pasaron por hechos ciertos que generaron tragedias.

La calumnia es un arma de los espíritus mezquinos que la utilizan como recurso para matar a los que inspiran envidia, y a ellos amargura por su propia pequeñez.

El calumniador es un enfermo espiritual que se complace en perseguir, mediante el uso de acusaciones falsas y cobardes contra todo aquel que parece superior a él y no puede vencer.

Reconociendo los límites en que se encuentra, el calumniador busca apoyo en otros que son nobles para legitimar las dos acusaciones, porque, destituidos de altos valores, saben que las dos lamentables denuncias no son creídas, porque son falsas.

Portadores de una imaginación fértil, transforman fácilmente los hechos y conductas dignos en engaños y desviaciones. Mediante el uso de verdades a medias, establecen sus programas de una manera sorprendente, que engañan a las personas menos informadas y las invitan a unirse, lo que muchas veces se logra.

La calumnia se difunde fácilmente porque conlleva las miserias morales humanas comunes a la mayoría de los miembros de la sociedad, mientras se encuentran en las etapas primarias de evolución.

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Nunca hubo un período en el que la fealdad de la calumnia no estuviera presente.

El juicio de Jesús y Su crucifixión fueron el resultado de la calumnia de los fariseos y el Sanedrín.

Durante Su viaje, a menudo se enfrentó a enemigos que lo calumniaban y los comprendía en su inferioridad.

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No te creas inmune a las calumnias. Quizás lo ignoras, pero también eres víctima de mucha sordidez que, afortunadamente, a veces no te alcanzó”.

Juana de Angelis

Divaldo franco

Momentos Sublimes

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    LIBRE ALBEDRÍO Y PROVIDENCIA 


     La cuestión del libre albedrío es una de las que más han preocupado a los filósofos y a los teólogos. Conciliar la voluntad, la libertad del hombre con el juego de las leyes naturales y con la voluntad divina ha aparecido tanto más difícil cuanto que la fatalidad ciega parecía pesar, a los ojos de la mayoría, sobre el destino humano. La enseñanza de los espíritus ha dilucidado el problema. La fatalidad aparente que siembra de males el camino de la vida no es más que la consecuencia de nuestro pasado, el efecto volviendo hacia la causa; es el cumplimiento del programa aceptado por nosotros antes de renacer, siguiendo los consejos de nuestros guías espirituales, para nuestro mayor bien y nuestra elevación.

     En las capas inferiores de la creación, el ser se ignora aún. Sólo el instinto y la necesidad le conducen, y sólo en los tipos más evolucionados aparecen, como un pálido amanecer, los primeros rudimentos de las facultades. En la humanidad, el alma ha llegado a la libertad moral. Su juicio y su conciencia se desarrollan cada vez más, a medida que recorre su inmensa carrera. Colocada entre el bien y el mal, compara y escoge libremente. Esclarecida por sus decepciones y sus males en el seno de los sufrimientos es donde se forma su experiencia y donde se forja su fuerza moral.
     El alma humana, dotada de conciencia y de libertad, no puede caer en la vida inferior. Sus encarnaciones se suceden hasta que ha adquirido estos tres bienes imperecederos, finalidad de sus prolongados trabajos: la bondad, la ciencia y el amor. Su posesión le emancipa para siempre de los renacimientos y de la muerte y le abre el acceso a la vida celestial. Por el uso de su libre albedrío, el alma fija sus destinos y prepara sus goces y sus dolores. Pero nunca, en el transcurso de su carrera, en el sufrimiento amargo como en el seno de la ardiente lucha pasional, nunca le son rehusados los socorros de lo alto. Por poco que se abandone a sí misma, por indigna que parezca, en cuanto despierta su voluntad de emprender el camino recto, el camino sagrado, la Providencia le proporciona ayuda y sostén.
La Providencia es el espíritu superior, el ángel que vela sobre el infortunio, el consuelo invisible cuyos fluidos vivificadores sustentan a los corazones anonadados; es el faro encendido en la noche para salvación de los que vagan por la mar procelosa de la vida. La Providencia es, además y sobre todo, el amor divino vertiéndose a oleadas sobre la criatura. ¡Y cuánta solicitud, cuánta previsión hay en este amor! ¿No ha sido sólo para el alma, para que sirva de espectáculo a su vida y de teatro a sus progresos, para lo que ha suspendido los mundos en el espacio, para lo que ha encendido los soles, para lo que ha formado los continentes y los mares? Sólo para el alma se ha realizado esa gran obra, se combinan las fuerzas naturales y brotan los universos del seno de las nebulosas. El alma ha sido creada para la felicidad; pero para apreciar esta felicidad en su valor, para conocer su importancia, debe conquistarla ella misma, y, para ello, desarrollar libremente las potencias que lleva en sí.
Su libertad de acción y su responsabilidad crecen con su elevación, pues cuanto más se ilumina, más puede y debe conformar el juego de sus fuerzas personales con las leyes que rigen el universo. La libertad del ser se ejerce en un círculo limitado, de un lado, por las exigencias de la ley natural, que no puede sufrir ninguna modificación, ningún desvío en el orden del mundo; de otro lado, por su propio pasado, cuyas consecuencias resaltan a través de las épocas hasta la reparación completa. En ningún caso el ejercicio de la libertad humana puede entorpecer la ejecución de los planes divinos; de lo contrario, el orden de las cosas sería turbado a cada instante. Por encima de nuestras opiniones limitadas y cambiantes, se mantiene y continúa el orden del universo. Somos casi siempre malos jueces en lo que significa para nosotros el verdadero bien; y si el orden natural de las cosas debiera doblegarse a nuestros deseos, ¿qué perturbaciones espantosas no resultaría de ello?
El primer uso que el hombre haría de una libertad absoluta sería apartar de sí todas las causas de sufrimiento y asegurarse desde aquí abajo una vida de felicidades. Ahora bien; si hay males a los que la inteligencia humana tiene el deber y posee los medios de conjurar y de destruir -por ejemplo, los que provienen del ambiente terrestre-, hay otros, inherentes a nuestra naturaleza moral, que sólo el dolor y la represión pueden domar y vencer: tales son nuestros vicios. En este caso, el dolor se convierte en una escuela, o, más bien, en un remedio indispensable, y los padecimientos soportables no son más que un reparto equitativo de la justicia infalible. Es, pues, nuestra ignorancia acerca de los fines perseguidos por Dios lo que nos hace renegar del orden del mundo y de sus leyes. Si los censuramos, es porque desconocemos sus resortes ocultos.
El destino es la resultante, a través de nuestras vidas sucesivas, de nuestros actos y de nuestras libres resoluciones. Más esclarecidos en el estado de espíritus con relación a nuestras imperfecciones, y preocupados por los medios de atenuarlos, aceptamos la vida material bajo la forma y en las condiciones que nos parecen propias para realizar este fin. Los fenómenos del hipnotismo y de la sugestión mental explican lo que ocurre en semejante caso bajo la influencia de nuestros protectores espirituales. En el estado de sonambulismo, el alma, bajo la sugestión de un magnetizador, se compromete a realizar un acto determinado dentro de un espacio de tiempo señalado. Vuelta al estado de vigilia, sin haber conservado ningún recuerdo aparente de semejante sorpresa, la ejecuta punto por punto. Del mismo modo, el hombre parece no haber conservado en la memoria las resoluciones adoptadas antes de renacer; pero llega la hora, corre al encuentro de los acontecimientos previstos y participa de ellos en la medida necesaria a su adelanto o para la ejecución de la ley ineludible.
León Denis

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   DIFICULTADES QUE PUEDE ENCONTRAR

      UN ESPÍRITU PARA REENCARNAR


   Dado que la vida en la carne se debe planificar cuidadosamente con arreglo a las Leyes Cósmicas. cuando llega el momento de materializar el proyecto reencarnatorio, surgen múltiples y serias dificultades para poder llevar a cabo este proyecto evolutivo de Vida.

    Una dificultad importante con la que tienen que contar los Espíritus cuando deciden su reencarnación, es la disponibilidad de unos padres idóneos que les puedan transmitir determinada herencia genética en su nuevo cuerpo físico, como seres humanos, y de acuerdo con la Ley de Causa y Efecto.

    Por otra parte, se encuentran también con la dificultad de tener que salvar la barrera vibratoria de la persona que va a ser su madre, así como las vibraciones del ambiente familiar en donde se ha de desenvolver, al menos durante los primeros años de su vida. El Espíritu reencarnante queda unido a sus padres mediante lazos fluídicos, aun antes de que se produzca la concepción de su cuerpo físico.

   Resulta a veces muy largo y complejo para el Ser espiritual, encontrar el ambiente, los padres y la familia adecuados para las circunstancias sociales y humanas que habrá de afrontar para su adecuada evolución en esa determinada existencia. Así se comprende que el Ser reencarnante no se pueda conformar con unos padres cualquiera o una vida cualquiera, sino que, precisamente, deberán ser los más idóneos para que el Espíritu, como persona, necesite para afrontar la clase de vida que necesita y a la que se comprometió desde antes de su concepción, para su necesaria y correcta evolución como Espíritu humano.

   A lo hasta aquí expuesto, se añaden otras dificultades sociales que se encuentran especialmente en nuestra época actual, como son las leyes permisivas del aborto y la gran popularización del uso de anticonceptivos, de los que muchas parejas usan y abusan para no tener familia que no desean por diversos motivos personales, aunque el más abundante suele ser el del egoísmo y la ignorancia del espíritu y de la vida con sus Leyes, así como la aceptación de las doctrinas y tesis materialistas, empujados además por la crisis económica que se ha perpetuado en nuestra época, cada vez más, en todo el mundo. Todas estas circunstancias son factores de dificultad reencarnatoria, que para muchos Espíritus constituyen la causa de largas estancias de muchos años  en la erraticidad a la espera de una oportunidad adecuada para proseguir su evolución en una nueva vida humana.

- Jose Luis Martín- 

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