lunes, 19 de septiembre de 2022

Confesión de un hijo arrepentido

  INQUIETUDES EPÍRITAS

1.- Comunicado espiritual y esclarecimientos mediúmnicos

2.- Odio, Envidia, Rencor, Malquerencia y Resentimiento.

3.- El mejor médium

4.-  Confesión de un hijo arrepentido


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       COMUNICADO ESPIRITUAL Y ESCLARECIMIENTOS MEDIÚMNICOS

( Recibido el día 30 de marzo de 1995 en el Centro Fraternidad Cristiana Espírita)

                                                     


En la reunión mediúmnica del día 30 de marzo de 1995, hemos sido invitados por uno de nuestros Guías Espirituales, por si deseamos hacer preguntas de esclarecimiento espiritual, y ante esa oportunidad decidimos preguntar lo siguiente:

   PREGUNTA.- ¿Vosotros dónde estáis situados?, ¿En qué lugares en esos mundos que vemos con nuestros ojos, o en esos otros mundos que no vemos?. Porque hay lugares muy hermosos que nada tienen que ver con la Tierra, pero nos los pintan como que hay ríos, canales, lugares, centros muy bonitos y hermosos, pero es que no podemos tener ni idea de lo que pueda ser aquello; claro, esto es la superación que tenemos que tener para comprenderlo; no podemos comprender por qué todavía estamos en niveles tana necesitados de conocimientos; pero me gustaría saber si existen en el espacio lugares en donde tenéis vuestra residencia, vosotros, que sois seres que comparados con nosotros somos muy poca cosa, si me puedes dar alguna pequeña explicación, me daré por muy contento.

 RESPUESTA.- Primero te diré que nosotros no somos nada especial que no lo puedas ser tú o cualquier otro ser que esté presente hoy aquí; el que no tengamos un cuerpo no quiere decir que no tengamos que ver, tocar, sentir, amar; tú me preguntas si en el plano espiritual donde nos movemos, existen árboles, casas; si existen como aquí en la Tierra; no se puede considerar exactamente igual, pues la materia con la que vosotros tenéis que convivir es mucho más grosera, es diferente aunque todo es materia; hay diferentes estados de materias más sutiles; nosotros no podemos vivir ni estar en la inmensidad del vacío donde nada existe, donde todo fuera una cosa vacía y que nada sería realidad; no se como podéis definir vosotros  cuando un ser desencarna y hacia donde va, qué idea tenéis de hacia donde va.

   Yo puedo decirte que cada ser, tiene una vibración moral, por lo tanto hay muchas etapas, muchos lugares donde residen los espíritus; eso va según la vibración moral; cada uno reside en su vibración moral, en esa vibración que no esta ni arriba ni abajo, no a la derecha ni a la izquierda.  

   Reside en casas, hospitales, academias y colegios, universidades; todo está acondicionado según la evolución del Espíritu, cuanto más evolucionado, más bonito es, con mucha más luz y mucho más amor,

  Hay seres, como he dicho antes, que desencarnan y necesitan ayuda, evidentemente este ser necesita una cama, medicamentos y pases espirituales; esos seres  están en un plano tan parecido al vuestro, que parece que para ellos nada ha cambiado; están asistidos por Espíritus totalmente dedicados al amor, no hacen otra cosa, pero esos seres también tienen sus descansos y se turnan, como lo hacen aquí; no todas las enfermeras ni todos los médicos están las 24 horas en sus turnos, y tienen sus quehaceres; así sucede también en estos planos; hay un plano tocando, prácticamente, la Tierra, que se puede decir que es prácticamente igual; ven las mismas cosas, los mismos olores muy parecidos a la Tierra, y eso es debido a su vibración moral, pero tu me quieres decir, ¿se tocan?, ¿se pueden ver como los vemos aquí?: naturalmente que el que  los ojos terrestres no puedan ver, no quiere decir que no existan esos lugares; son planos interpuestos, unos con otros, hasta una elevación sublime, pero todo tiene un lugar, todo tiene un sitio, a más nivel evolutivo, más sutil y de diferente manera se ve, pero quiero decir que ninguno de vosotros en el momento de desencarnar se encontrará en un vacío negro oscuro, y no sabrá que pasa; acuérdense de que también de la misma manera que hay estos niveles hacia arriba, también existen otros hacia abajo, con los que ustedes llaman bajos astrales, y eso también depende del ser; los hay que tienen un verdadero infierno en sí mismos y a donde van, es un grave infierno en sí; el infierno lo lleva uno mismo y también el cielo lo lleva uno mismo.

  Son estados de evolución; estados del alma. Uno puede sufrir mucho y sentir un gran infierno y allí donde esté sufrirá si aquí en la Tierra ha hecho un mal uso de su vida y ha dañado a personas o a sociedades, así, tendrá que sufrir todo el daño que hizo, tendrá que encontrar la manera de recuperar ese daño, y es normal que a través de tanto daño y tanto sufrimiento, vaya a zonas a donde pertenezca su alma por el grado en que se encuentra; pero si esto sucede al revés y la persona está cada vez más evolucionada, más educada y espiritualizada, entonces va a lugares en donde no existe el sufrimiento; donde hay un trabajo cotidiano de ayuda al necesitado, porque hay seres que desencarnan aquí y van a lugares que se les podría llamar "angelicales" por evolución, por ser almas caritativas y honradas, y allá hacen una gran labor para con los necesitados que están en otras zonas en las que necesitan que los quieran y que sepan perdonar; así que todo tiene un lugar, existen entre paréntesis, esos mundos que son proyectados siempre; todo es proyección, todo es materia más o menos sutil, pero existen,  ¡ son proyecciones!. Y pensar que todo cuanto leéís hay que saberlo comprender, hay que saberlo analizar, y no siempre se comprende en profundidad lo que los libros os están diciendo; esto os ha pasado muchas veces; se que tenéis muchos interrogantes, es natural; no recordáis cuando habéis estado en esos lugares; es lógico que no recordéis, pero no os preocupéis, seguid caminando en vuestras vidas por ese sendero que habéis elegido y que no os preocupe en absoluto cuando dejaréis vuestros cuerpos, ¡ no os preocupéis !, seguid adelante mostrando cada día lo mejor de vosotros mismos.

   No se si he podido contestar a lo que vosotros me habéis pedido.

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 Odio, Envidia, Rencor,  Malquerencia  y  Resentimiento

 

     Todos estos graves defectos lastran la evolución del alma, porque son pasiones destructoras de la tranquilidad y de la salud de quien los sostiene, porque actúan como un veneno para el Alma cuando la acompañan durante esta vida y los lleva con ella, una vez desencarnada  cuando regresa al plano espiritual, manteniéndola  en el  Más allá en un deplorable  estado psíquico.

  


El Odio es una enfermedad aguda del alma, que cargada de energía negativa, vibra negativamente y perturba la propia tranquilidad y facultades de quien lo sustenta, perjudicando  su salud porque llega a afectar su  sistema nervioso y  glandular, siendo por tanto su primera víctima la propia persona que odia. Asimismo el odio es una vibración negativa contra alguien a quien se dirige directamente,  pudiendo sufrir por esto desequilibrios de energía física y mental, perturbaciones psíquicas  y hasta  enfermedades ( el llamado “ mal de ojo). 

 


 También la Envidia, de la que otro día hablaremos más despacio, es causante muchas veces del llamado “mal de ojo;  hay quien equivocadamente cree que esto solo es una superstición; se le llama popularmente así porque mediante pensamientos y deseos negativos apoyados en la mirada, se puede transmitir, consciente o inconscientemente,  una energía psíquica deletérea, en forma de ondas mentales y psíquicas, que pasa  de una persona a otra, y esta trasmisión se produce, intensifica y transmite desde el cerebro del emisor por  medio de  la mirada cuando la vibración es  negativa, tal como el odio, la envidia, los celos, etc. En este caso, la mirada en si no es la que hace el daño, pero esta es la que focaliza la vibración negativa  del alma hacia el objetivo fijado.

Algunos videntes del plano psíquico han observado en personas cargadas de odio, un aura  espiritual  que describen como un torbellino negro que les rodea. 

      La Malquerencia es básicamente, un estado de falta de Amor y de comprensión hacia las debilidades y defectos  ajenos. Es un aborrecimiento que suele estar injustificado en la vida presente, o sea, que viene a ser una reminiscencia negativa procedente de un pasado en común. Como toda vibración negativa, a semejanza del odio, atrae a Entidades negativas que avivan esta pasión e impregnan el aura  del que la sustenta de fluidos groseros negativos. La presunta víctima pasa a serlo cuando sus protecciones espirituales lo permiten por deudas del sujeto malquerenciado  con la Ley de Causa y Efecto.

   


     El Resentimiento y el Rencor
son también como residuos de odio que, como este, corroen al ser humano que los sustenta, siendo quien los mantiene, la primera víctima, pudiendo verse afectada  su parte psíquica como  su cuerpo físico.  Estos son bajas pasiones que ocasionan  intranquilidad y desasosiego a quien las mantiene, amargando su vida y perjudicando la salud. Estos defectos, al igual que el odio, también suponen una vibración psíquica negativa que además alcanza su objetivo al que puede afectar, sobre todo cuando ese objetivo sintoniza fácilmente con la vibración de semejantes sentimientos negativos dirigidos hacia él. Sus efectos más o menos evidentes, dependen de su intensidad y de lo que permita para el Ser espiritual agredido la Ley de Consecuencias. Se diferencian de la malquerencia en que estos se suelen generar en la vida presente aunque a veces les acompaña también alguna reminiscencia del pasado, igual que sucede con la malquerencia.

             Todos estos  defectos  humanos  siempre  actúan en  primer  lugar  contra   quien  los  mantiene; recordemos que la Ley de Causa y Efecto no descansa; actúa permanentemente de modo automático, y por tanto quien mantiene estas vibraciones negativas contra alguien, las está dirigiendo contra sí mismo en primer lugar.  Por  ello es que debemos  tener  en cuenta  que  quienes los sustentan sin preocupación por cambiarlos o rectificar son Seres atrasados y  atormentados por  sus propias  pasiones y faltas, ignorantes de que lo que ahora siembran lo van a tener que recoger después, por lo que vienen a ser víctimas de sí mismos y necesitan especialmente  de nuestra tolerancia, de nuestro Perdón ( y del suyo propio) así como de nuestro  Amor   y comprensión.

El dar cabida a estas bajas pasiones no beneficia en nada a nadie  y perjudica siempre, siendo estos,  estados emocionales y sentimientos que no tienen cabida  en  Espíritus  nobles y fuertes. 

Estos defectos del Alma suponen un lazo psíquico muy  fuerte  que en vez de alejar, atraen mentalmente  como si de un imán se tratase, a la persona  objeto de los mismos, por lo que cuanto mas se odia y se aborrece a una persona, resulta que mas unido  y cerca de  ella se está, porque con mucha mayor frecuencia se tiene presente en nuestra mente y más fuertes son los lazos de unión a esa persona que quisiéramos alejar y olvidar. Asimismo se atraen por afinidad a Seres desencarnados de baja frecuencia espiritual que acuden como los mosquitos a la luz. 


La persona que odia y desea mal a otra, le está enviando vibraciones que cuando el  odio es recíproco, sintonizan entre sí  y son  absorbidas por ambos  mutuamente como si fuesen  esponjas , recibiendo el impacto en sus mentes y en sus almas, lo que se suele traducir en  enfermedades físicas y psíquicas. En todos estos casos, la persona víctima de odios, rencores o malquerencias tiene como mejor antídoto de defensa el Perdón nacido desde la voluntad de perdonar, dejando así vía libre al Amor que se manifestará naturalmente a continuación.  La culpa de quien odia en cualquier grado  a otra persona, dejándose llevar por estos defectos, es siempre proporcional al grado del conocimiento espiritual  de su responsabilidad y al grado de determinación consciente para querer o consentir  ofender , odiar o hacer daño..

- Jose Luis Martín-

 

“¿Qué he de hacer para perdonar a otros?

“Si no condenaras a nadie, nunca tendrías necesidad de perdonar”

                 Anthony de Mello ( Quién puede hacer que amanezca?)

 

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                                                EL MEJOR MÉDIUM

En el comienzo del proceso disciplinario de las facultades mediúmnicas, es común que el médium sienta dudas y vacilaciones, juzgando, muchas veces, que las ideas y pensamientos que visitan su mente, sean nada más que productos de su propio cerebro. La paciencia y la perseverancia son imprescindibles en esa etapa. La disciplina en el cumplimiento de sus deberes, en el estudio y en el análisis consciente, apoyado en la razón, con sinceridad y responsabilidad, ayudará al médium a conquistar el apoyo de los buenos mentores, apoyo ese imprescindible para que el trabajo sea productivo.

El mejor médium es aquel que sirve de instrumento a los buenos espíritus , sin dejarse engañar por los mixtificadores. Eso no significa que los médiums no deben ser instrumentos de las manifestaciones de entidades sufridoras, necesitadas y obsesoras en los trabajos mediúmnicos.

Con el propósito de establecer contacto con nosotros, los Espìritus Superiores hacen un esfuerzo para bajar su vibración y los médiums el de elevarse para que se establezca la sintonía. Porque pide la caridad que el superior tienda sus manos para apoyar a aquellos que se encuentran en peldaños más bajos de la escala evolutiva.

En el caso de los espíritus menos evolucionados, el médium, para favorecer la comunicación, hará el esfuerzo de bajar su tonus vibratorio, permitiendo la momentánea sintonía con aquel a quien desea ayudar. No pensará como el Espíritu, no dirá ni hará todo lo que el desea. Lo va a envolver en vibraciones fraternales de amor y comprensión, dándole ánimo y reavivando sus fuerzas para que acepte, con coraje, la propuesta de renovación que le es presentada. Terminada la comunicación, el médium buscará el reequilibrio a través de la elevación de su patrón vibratorio por la oración y la meditación, confiando en el amparo de los mentores amigos que aprovechan su concurso para la atención a los necesitados, equivocados y desviados, que sienten dificultad para encontrar el rumbo de la paz y de la confianza en el Poder Divino.

Carlos Campetti

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CONFESIÓN DE UN HIJO ARREPENTIDO

                                


—Buenas noches nos dé Dios. —Si tuvierais, hermanos, la Caridad de oírme me haríais un gran beneficio.

—Con mucho gusto te oiremos, hermano.

—La Fe se fortalecería en mí y me ayudaríais a seguir el camino de trabajo, de dolor y de pesares, que me quedan que seguir, por mi falsa conducta en la Tierra. Yo no os puedo hablar de temas científicos, ni de conceptos morales, pero como me han invitado a que venga a vosotros, os hablaré con el corazón abierto.

En primer lugar me voy a dirigir, con muy pocas palabras, a los que sois padres. Ser actualmente padre en la Tierra es muy difícil porque las corrientes y leyes modernas han dado falso poder y libertad a quienes aún no pueden ni saben tenerlos. Esas mismas prerrogativas que se han dado a los hombres las han tomado con fueros y actitudes que perjudican a la buena dirección de la familia. Los padres creen que nos quieren mucho dándonos toda clase de concesiones. Los padres amorosos son siempre benditos y dignos de Dios, pero creo que también hace falta al Amor algo de rectitud, algo de enseñanzas en saber acomodarse a lo que nos corresponde respetando el poder y las Leyes de Dios y que los padres se responsabilicen ante Él antes de hacer esas concesiones, y así, mucho de lo que piden los hijos indebidamente, no les sería concedido para bien exclusivamente de ellos. Los padres otorgan muchos caprichos a los hijos y nos destrozan y se destrozan ellos.

Yo fui hijo de uno de esos padres todos benevolencia, toda bondad, todo Amor y todo consentimiento. Todo lo que le pedía mi joven persona me lo concedía. Bendito sea mil veces por lo que ello significa de Amor y cariño hacia mí, pero tengo un recuerdo muy triste de aquellas concesiones. Mi padre, que era Capitán de la Marina Mercante, no veía en mí más que una grandiosidad y una obra especial de la naturaleza, que se le había concedido a él solamente y no a todos los demás padres. Estudié y practiqué la navegación con él, y cuando ya me consideraba capaz de saber algo, seguí con mis peticiones, que eran concedidas y ojalá no me las hubiera concedido, porque fueron todas para mi perdición. Jamás culparé a mi padre porque en él había toda la bondad y todo el Amor de Dios, pero debía haber sido más severo con mi educación y con mis peticiones.

Cuando ya, peticiones y caprichos, pasaron de los límites que un padre puede conceder, dejó de asentir y atender mis excesos y empezó mi perdición. Me fui de la casa paterna. Estuve vagando sin saber el rumbo a seguir. Me embriagaba con frecuencia. Los sentimientos nobles que había recibido se troncaron en perversos. Lo que conocía de Dios lo olvidé. La Ley para mí no existía. No había más ley que mi deseo, mi arbitrariedad y mi escándalo. Y ya muy distinto, muy vicioso y lleno de orgías mi cuerpo y mi alma, una noche, en un antro de los puertos, en esas tabernas lúgubres, donde se embriagan las tripulaciones de los buques pesqueros, de los veleros y de los que viven del tráfico marítimo, allí, queriendo olvidar mi desviada conducta en la Vida, me embriagué entre aquellas gentes que no servían más que para hacer daño, blasfemar y envilecer sin el menor respeto a Dios y Sus Leyes. Me solicitaron para que me enrolara en la tripulación de un velero. No tuve la precaución de preguntar qué clase de velero ni cuál iba a ser mi ocupación. Me embarqué, y una vez a bordo, ya un poco despejado de mi borrachera, miré la bandera enseña del barco y quedé frío al ver que me había enrolado, firmando y recibiendo moneda a cuenta, en un velero cuya enseña era la calavera y las dos tibias. Comprendí que mi desgracia tomaba proporciones aún más grandes. Mi perdición estaba ya a la vista. No tenía otra alternativa... No merecía otra cosa porque no era fiel a la educación que había recibido de mis padres. ¿Tuvieron ellos la culpa por darme tantos gustos concediendo cuanto les pedía? ¿La tuve yo por no agradecerlo como debiera y comportarme en la forma que lo hice? Eso sólo Dios lo sabe. Voy a ser breve.

Como conocía algo de navegación, pronto llegué a ser oficial en el velero. Más tarde pasé a capitán (el que teníamos murió en una travesía). Así me convertí en un capitán de la piratería española. Hicimos muchos abordajes. Matamos a muchos inocentes, nada más que por el deseo de robarles, despojar sus bodegas y traernos incluso a las mujeres que nos gustaban. Teníamos por refugio un puerto natural que hizo Dios en la bella isla mallorquina, que se llamaba Porto Cristo. Aquellas recónditas rocas nos servían de refugio nocturno y para descansos quincenales. Le llamaban la «cueva del pirata».

Seguí muchos años en la piratería. Conseguí riquezas. Las tripulaciones se cambiaban porque tenían suficiente oro. No querían seguir aquella Vida de rapiña y crimen. Yo tuve que seguir al frente del velero.

Un día, y a causa de mi ambición, cuando íbamos por la costa tras un barco cargado de géneros y dinero procedente de América, al querer quedarme con más de lo que me correspondía para así poder seguir mi desenfrenada carrera de vicios y crímenes, se produjo a bordo una sublevación que terminó siendo yo atado fuertemente de pies y manos y arrojado al mar. Y como castigo a mi falta de Fe, Cariño, Amor, Caridad y también por la sangre que habían hecho verter mis puñales, me vi devorado por los tiburones, pie a pie, brazo a brazo y todo el cuerpo. Así terminó mi triste historia.

Desde entonces vengo luchando por mi redención. Sufro, corro sin rumbo, lloro. Unos me miran, otros no me ven. Otros me odian. Otros me dan la mano. Traigo una lucha enorme. De vez en cuando veo un letrero luminoso que dice: «Sigue, espera, no pierdas la Fe; paga, porque cuanto más pagues, menos deberás.» «Pronto verás la Luz.»

Deseo de vosotros que me aconsejéis cómo debo proceder para pagar cuanto antes tanto como tengo a mi cargo. Me dice este hermano bendito que os preside que los consejos de los encarnados entran más profundamente en el alma de los espíritus pecadores que vagamos buscando la Luz y la tranquilidad de Espíritu. Por eso me han traído a vosotros, hermanos de mi alma. Dadme ánimos y fuerzas para que yo pueda pagar cuanto antes mi saldo.

_ ¿Has pedido perdón a todos aquellos que hiciste mal y por tu culpa murieron injustamente?

—Esto es lo que estoy haciendo ahora.

— ¿Te lo conceden?

—Sí, me lo conceden. Y veo la grandeza de alma de esos seres que me perdonan y la ruindad de la mía por las faltas tan graves que cometí.

—No cabe duda que las cometiste por una ignorancia total de las justas Leyes de Dios. Es preciso que continúes pidiendo perdón uno a uno de los que hicisteis padecer y con todo arrepentimiento pidas a Dios clemencia y fuerzas para continuar tu rehabilitación. Ten en cuenta que Dios perdona, pero hay que hacer méritos para ello cumpliendo Sus Leyes de Amor, Caridad y Humildad. No dejes de orar, de pedir y de practicar la Caridad. Y cuando te veas con ánimo suficiente, pide a Dios y a tus protectores te ayuden para reencarnar y poder saldar pronto tus deudas. Verás cómo vas recibiendo la Luz y la tranquilidad que tanto ansías.

—Por algo me decía vuestro guía Dr. Demeure que los consejos de los encarnados ejercen mayor influencia en nosotros. Ya me hallo con mayores ánimos para proseguir mi lucha. Muchas gracias a todos, y que Dios os lo pague. Deseo a vosotros que sois padres sepáis educar bien a vuestros hijos y que éstos sepan ser agradecidos y respetuosos para con sus padres y no hagan lo que yo hice.

— ¿No nos vas a decir tu nombre?

— ¿Qué importa el nombre de un capitán pirata del siglo XVI?

Dios os bendiga a todos. Yo continuaré mi caminar incesante, con mi lucha, porque quiero pagar cuanto antes mi deuda para poder llevar en mi alma el Nombre de DIOS sin mancillarle. 

—Buenas noches. 

Un espíritu arrepentido

Desde la Otra Vida

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