lunes, 28 de febrero de 2022

El poder de la Fe

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Los Fluídos ( 2)

2.-Que no nos dividan las palabras

3.- Elección de Pruebas ( II)

4.- El poder de la Fe



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LOS FLUÍDOS

...//... ( Viene del anterior)


Los fluidos son estados diversos de la materia etérea; la rapidez de su movimiento molecular es proporcional al grado de rarefacción de las moléculas; cuanto más groseros, opacos y en cierto modo viciosos sean los fluidos, tanta mayor resistencia opondrán a toda modificación, y tanto más tendrá que trabajar el alma, si es que quiere manifestarse al exterior, a efectos de cambiar los movimientos de su envoltura y regularizar su acción.

El periespiritu es el lazo que sirve de eslabón entre ambos, pues, cuando de un lado sufre la influencia del pensamiento, del otro ejerce contacto con la materia. Es él quien transmite las órdenes conscientes e inconscientes del Espíritu para la actuación del cuerpo físico. En  sentido contrario, el cuerpo astral lleva las sensaciones captadas por el cuerpo físico a la apreciación del alma. La constitución del cuerpo astral o periespiritu es de naturaleza  semimaterial, constituido por una modificación del fluido universal del orbe donde el Espíritu está encarnado. La estructura del periespiritu varía de mundo a mundo. Cuanto más evolucionados es el planeta, más sutil es el cuerpo fluídico de los que en él viven.

El periespiritu se modifica de acuerdo con la evolución del espíritu. Eso sucede por la influencia del pensamiento de la entidad, en la estructura molecular del cuerpo espiritual. El periespiritu no es una masa homogénea. Posee órganos como el cuerpo físico y centros vitales por donde son absorbidas las energías espirituales. Por las   pruebas que los Espíritus deben pasar en las encarnaciones, el cuerpo astral ejerce su influencia moldeadora en la formación del cuerpo carnal, dando origen a enfermedades o anomalías orgánicas. El periespiritu es altamente maleable. Cuando el espíritu está en libertad, puede cambiar la forma por la acción de su voluntad.

Esta propiedad explica las frecuentes referencias a las apariciones de seres angélicos y demoníacos, narrados en la historia de la humanidad.

Las apariciones de Espíritus son llamadas “materializaciones”. En esos fenómenos, lo que se ve  es el periespiritu de la criatura manifestada y no el Espíritu, como piensan algunos. Cuando el Ser espiritual emigra de un mundo para otro, el Espíritu cambia  de periespiritu como si cambiase de ropa, pues su cuerpo periespiritual es formado por una variación del fluido Universal, existente alrededor del planeta en donde encarna. El cuerpo fluídico refleja las experiencias vividas por la criatura y las envía al  espíritu. a su archivo definitivo de todos los pasajes por el proceso evolutivo. Se sabe que los fluidos son el vehiculo del pensamiento del Espíritu y que este puede  imprimir en aquel las características que él aprueba, con la fuerza de su voluntad, ejerciendo sobre la materia la acción resultante de esta actuación. Es a través del periespiritu como se da esa acción en la materia. Funciona por tanto, como una esponja  que absorbe del medio las emanaciones fluídicas buenas o malas existentes en él.

Se deduce de ahí el origen de ciertos procesos de enfermedades, como también se comprende los mecanismos de cura a través de la fluidoterapia. El periespiritu tiene importante papel en los fenómenos psicológicos fisiológicos y patológicos. Cuando la medicina humana de abertura a los conocimientos  de la Ciencia Espirita, ella abrirá nuevos horizontes para un abordaje y un tratamiento más completo de las molestias orgánicas y psíquicas. El Espiritismo contribuirá con las técnicas de manipulación de las energías para revitalizar el  cuerpo astral y abastecerá elementos morales educativos, necesarios para el equilibrio definitivo del  ser.

El periespiritu de los encarnados es de naturaleza idéntica a los fluidos espirituales, y por eso los asimila con facilidad, como la esponja se embebe el líquido.

Esos fluidos tienen sobre el periespiritu una acción tanto más directa, cuanto que por su expansión y por su radiación, se confunden con ellos.

El periespiritu es el lazo que une la vida  corporal con la espiritual, a él debe el espíritu encarnado el estar en relación continua con los desencarnados y por este, se dan ciertos fenómenos especiales que no tienen su causa  primordial en la materia tangible y que por esta razón son tenidos por sobrenaturales:

En las propiedades y en la irradiación del fluido periespiritual, es donde hay que buscar la causa de la doble vista o vista espiritual, que también puede llamarse vista psíquica, de la cual muchas personas están dotadas a veces sin saberlo, así como la vista  sonambúlica.

El periespiritu es el órgano sensitivo del espíritu, que ve y oye y siente por todo su ser aquello que está en la esfera de  irradiación de su fluido periespiritual. Por los órganos  de la vista, el oído etc. Sus sensaciones están localizadas y limitadas a la percepción de las cosas materiales; por el sentido espiritual, se generalizan, es decir, no están localizadas en tal o cual parte.

Estos fenómenos en el hombre son la manifestación de la vida espiritual; es el alma que actúa fuera del organismo. En la doble vista, o percepción por el sentido espiritual, no ve por los ojos del cuerpo, aunque a veces por costumbre los dirija hacia el punto donde es llamada su atención: ve por los ojos del alma y la prueba está en que lo ve  con los ojos cerrados y a una distancia a la que no podría alcanzar su vista corpórea.

Aunque el Espíritu está durante la vida ligado al cuerpo por el periespiritu, esto no le impide transportarse  lejos, ya sea en la tierra, o a cualquier punto del espacio. El espíritu añora su libertad, y en la vida corporal es esclavo, adscrito al terreno.

El espíritu se alegra de abandonar su cuerpo y volar como el pájaro que escapa de la jaula. Esto se llama emancipación  del alma; es durante el sueño cuando tiene lugar este efecto, el espíritu vive la vida espiritual, se encuentra en cierta manera como cuando desencarna, recorre el espacio, o  conversa con sus amigos y otros Espíritus libres o encarnados como él.

El lazo fluídico que le retiene no se rompe definitivamente sino con la muerte; la separación  completa no se verifica hasta que se extingue completamente la acción del principio vital.

Los efectos de la acción fluidica  sobre los enfermos, son extremadamente variados, según la circunstancias; esta acción es a veces lenta, otras veces rápida como una corriente eléctrica. El fluido cósmico Universal puede suministrar al cuerpo los elementos reparadores de que tenga necesidad. La curación se verifica por la sustitución de una molécula enferma  por una sana. Y la curación será proporcional a la pureza de la sustancia inoculada; depende, además de la energía  de la voluntad que provoca una emisión fluidica más abundante y da al fluido mayor agudeza de penetración y de las intenciones del que desea curar, sea hombre o Espíritu. Los fluidos que emanan  de una fuente, impura, son como sustancias medicinales alteradas.

Todas las curaciones de este género son variedades del magnetismo, y no se diferencian sino por la prontitud de la acción. El principio es constantemente el mismo; es el fluido que representa el papel de agente terapéutico, y cuyo efecto está subordinado a su calidad y a circunstancias especiales.

La acción magnética puede producirse de varias maneras:

1º Poe el fluido del magnetizador, o sea magnetismo humano, cuya acción está subordinada a la potencia y sobre todo a la calidad del fluido.

2ª Por el fluido de los Espíritus que obra directamente y sin intermediario. Este es el magnetismo espiritual, cuya cualidad está en relación con las cualidades del Espíritu.

3º Por el fluido, que los Espíritus  emiten sobre el magnetizador, al cual este sirve de conductor. El fluido espiritual, combinado con el fluido humano da a este las cualidades que le faltan. El concurso de los Espíritu si en tal caso es, a veces, probado por la evocación del magnetizador.

La ciencia del magnetismo pone al hombre en posesión de maravillosos recursos. La acción de los fluidos sobre el cuerpo humano es inmensa; sus propiedades  son múltiples y variadas. Numerosos hechos  han probado que con su ayuda se pueden aliviar  los sufrimientos más crueles.    Los fluidos, obedeciendo a una poderosa  voluntad, a un ardiente deseo de hacer el bien, penetran en todos los organismos débiles y devuelven gradualmente el vigor a los débiles y la salud a los enfermos.

Son muchos los que abusan y explotan, atribuyéndose un poder magnético imaginario. Esto es consecuencia inevitable del estado de inferioridad moral de la humanidad.

La existencia del fluido vital, aunque puesto en duda en nuestros días, es indispensable para poder explicar los fenómenos de la vida, porque la evolución y la forma  de todos  los seres vivientes, como los fenómenos de reconstitución orgánica, no son explicables por la ciencia moderna. El Espiritismo, que cree conocer la verdadera naturaleza del alma, ofrece una teoría con la cual se resuelven lógicamente un gran número de dificultades.

La causa de todas las diferencias que separan a los materialistas y espiritualistas de los espiritistas, está en la ignorancia en que  se hallan  los hombres de ciencia y los filósofos respecto a la existencia y naturaleza del periespiritu.

Para los fisiólogos, el alma no es sino la resultante vital del cerebro.

La teoría  materialista no explica nada respecto al Universo: se limita a comprobar hechos, que atribuye a leyes materiales  que  se encadenan y determinan sucesivamente.

Ha llegado el tiempo en que todos los velos, deben rasgarse. El espiritismo aporta pruebas tangibles de la existencia e inmortalidad del alma.

Con la certeza de las vidas sucesivas y de la responsabilidad de los actos, se resuelve otra gran cantidad de cuestiones.

No se ignora que las teorías que en estos estudios se defienden tienen necesidad de apoyarse en demostraciones, experimentales para ser absolutamente irrefutables y se guarda la certeza de que un día así será; pero por el momento, basta el presentar hipótesis lógicas que no choquen con ninguna enseñanza científica y expliquen todos los fenómenos, para demostrar  la grandeza de la síntesis que se obtiene cuando  se combinan los conocimientos humanos con las revelaciones espirituales.

El Espiritismo toca todos los problemas más difíciles de la fisiología y de la psicología al estudiar  la acción de los Espíritus; y la naturaleza particular  de las fuerzas que entran en juego en las materializaciones, es un motivo de profundo estudio para el investigador, porque el modo de actuar de los invisibles sobre la materia difiere radicalmente de lo que hasta el presente conocemos.

El día en que la Ciencia se persuada de la verdad de la Doctrina Espírita, se operara una verdadera revolución en los métodos por ella preconizados. Las investigaciones, que hoy tienen por único objeto, conocer la materia, se extenderán hasta el espíritu.

Ensayemos, pues, servirnos de los descubrimientos modernos adaptándolos a nuestra Doctrina; penetremos en las profundidades del ser humano, conducidos por la fisiología e iluminados por la Luz del espiritismo; hagamos  palpable la influencia que el alma ejerce sobre todos los fenómenos vitales, sea en estado consciente  o inconsciente; escrutemos con minuciosidad las relaciones delicadas e importantes de lo físico y de lo moral; intentemos  determinar las conexiones de la vida psíquica con los fenómenos del organismo; busquemos en que parte del hombre subsiste la identidad del ser y las facultades del alma; resumiendo todas estas observaciones, tratemos  de conciliar, en una mirada de conjunto que abrace al cuerpo y al alma, todos los resultados a que hayamos podido llegar.

El espiritismo es una verdad puesto que nos da la clave de lo que la ciencia humana ha sido impotente para descubrir.

 Elaborado por Merchita

(Trabajo extraído de los libros: La Génesis   Cáp. XIV, Allan Kardec; Después de la Muerte – León Denis; La Evolución Anímica de Gabriel Delanne)

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          Que no nos dividan las palabras             


“Las palabras nos importan poco. A vosotros os compete formular vuestro lenguaje de manera tal que os pongáis de acuerdo. Vuestras disputas provienen casi siempre de que no os ponéis de acuerdo acerca de las palabras, porque vuestro lenguaje es incompleto para referirse a las cosas que no afectan a vuestros sentidos” 

Elementos generales del Universo. El libro de los Espíritus. Allan Kardec


Hasta los espíritus superiores le dijeron a Allan Kardec “Qué más da la palabra que utilicéis con tal de que os entendáis”(1). 

Señores, hagamos lo posible por entendernos, que no nos divida una palabra. Basta con explicar lo que queremos decir cuando usamos esta o aquella y estará resuelto el asunto. 

Por poner un ejemplo. Yo, en mi centro, no uso apenas la palabra “caridad” en lugar de ella, uso el término solidaridad o Amor, la que mejor venga en el contexto y eso es porque aquí, caridad tiene un sentido de limosna en lo material, que da alguien de lo que le sobra y que no está exenta de darla con desprecio hacia el que la recibe, al que se puede considerar inferior o inmerecedor. Eso, como ustedes comprenderán, no tiene nada que ver con el concepto de caridad que usaba Allan Kardec y que tiene mucho más que ver con la solidaridad y con el amor, lo cual no obsta para que cuando oigo decir “caridad” a mis hermanos de Iberoamérica, no entienda que su contexto cultural es otro. 

Por eso, cuando imparto el ESDE en mi centro y leemos “caridad” me limito a explicar en qué sentido usaba Allan Kardec ese término y luego lo sustituyo por el que en este momento refleja ese significado. 

Evolucionar no puede ser malo. Todos evolucionamos y el lenguaje también evoluciona. 

La ley del progreso es una ley divina y por tanto se cumple siempre.  El lenguaje evoluciona y donde antes se decía resignación ahora decimos aceptación. Aquí “resignación” significa “aguántate con lo que te pasa y no protestes” entonces ¿Tengo que dejar de investigar para curar las enfermedades? No. 

Aceptación en cambio tiene que ver con el hecho de no evadir la situación, afrontarla. “Esta es tu situación actual, hasta que no la aceptes no podrás cambiarla” Pero evolucionar es cambiar ¿No?, entonces la aceptación es un paso previo para el cambio. 

Sin embargo, si me resigno, tendré que dejar que enferme quien tenga que enfermar y listos, no hay motivos para investigar ni buscar soluciones a nada, basta con aguantarse y no protestar. Eso no tiene sentido y sobre todo es contrario al espiritismo y a la lógica Kardecista. 

Ahora bien. es cierto que el lenguaje evoluciona, pero no lo hace por igual en todas partes, de modo que lo que aquí en España significa “Resignación” o el sentido que tiene asociado, no tiene que ser el mismo que en Iberoamérica y de hecho no lo es. Pues hagamos el esfuerzo de intentar entender al otro y ver en qué sentido está hablando, en vez de enfrascarnos en peleas por el uso de una palabra o de otra. 

Lo que importa es el pensamiento (Dicen los espíritus superiores) pues entonces preguntemos al hermano que usa una palabra que nos choca qué quiere él decir con eso y nos ahorraremos montones de discusiones innecesarias. 

Por Antonia Rodríguez Chachón (Sevilla – España).

( Art. tomado de Zona Espírita )

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                          ELECCIÓN DE PRUEBAS  ( II )

La pregunta clave que nos hacemos ahora es si el espíritu, antes de retornar a la materia, puede elegir sus futuras pruebas. La respuesta es sí, aunque con matices.

Evidentemente, si el alma no participara de esa “programación” que elabora antes de descender a este plano, su facultad de libre albedrío quedaría mermada y si existe una causa fundamental en el desarrollo de la vida humana, es precisamente la capacidad del sujeto para elegir. Sin asumir este concepto, nada tendría sentido, porque resultaría no solo inútil sino también desesperanzador creer en la fatalidad como auténtica conductora de nuestra existencia.

Ahora bien, la facultad del espíritu para escoger las pruebas que cruzará en la Tierra no es absoluta. Como en otros aspectos, no se trata de aplicar un criterio de todo o nada sino de grado. Acorde a la ley de causa y efecto, el alma precisa de una serie de ajustes que no pueden ser eliminados o ignorados. Tal es el caso de las expiaciones, coyunturas que muchos deben atravesar de forma obligatoria para adecuar sus parámetros evolutivos conforme a la legislación divina.

Existe una norma al respecto que es muy clara: a mayor nivel de progreso del espíritu, mayor es la capacidad que tiene para confeccionar su propia programación, es decir, el tipo y número de tribulaciones terrenales por las que pasará. Si nos fijamos bien, este fenómeno tiene su lógica y resulta comparable a las distintas etapas de la vida humana. Un niño no posee la misma autonomía para tomar decisiones respecto a su futuro que un adolescente y este, menos que un adulto. Pero incluso en el mundo de los mayores, no todos tienen ni el mismo nivel intelectual ni el mismo desarrollo moral. De aquí que los más avanzados, al contar con más “méritos”, muestren mayor claridad a la hora de entrever el género de pruebas que les corresponde en la próxima vida.

¿Y qué ocurre si el espíritu sucumbe o no supera las pruebas que él mismo ha escogido? La posibilidad de reencarnar de manera ilimitada contesta a esta pregunta. Sin embargo y como vimos en la primera parte, la paralización del proceso de crecimiento de un ser tiene un nombre: estancamiento. Las almas no retrogradan en su trayecto evolutivo, al igual que el niño que ha aprendido a andar no olvida esta habilidad jamás. Sin embargo, el término estancamiento, desde el punto de vista espiritual, tiene un significado muy diferente al que se le otorga en el plano físico. Esta palabra adquiere un tono más grave, pues el alma, una vez errante, puede analizar con mucha mayor lucidez tanto lo que ha realizado en la anterior encarnación como la situación de su estado progresivo actual, una vez sin la atadura orgánica.

Este dato es esencial, ya que no evaluamos las cosas de la misma forma en libertad como espíritus que “aprisionados” en la carne. Aunque en la fase terrenal existe una gran preocupación por todo lo que afecta a la propia subsistencia como la salud o la economía, estos aspectos son apreciados por el “desencarnado” desde un escalón más elevado, lo que aporta al ser una mayor amplitud de miras y sobre todo, una mejor comprensión del
significado de la vida.

Esta comparación puede asemejarse a la contemplación de un paisaje desde el suelo o desde la cima de una colina. En este último caso, la perspectiva se amplifica y se logra una mejor visión del asunto, que en nuestro caso, implica un entendimiento de por qué estamos aquí y hacia dónde debemos dirigirnos.

Esto es justamente lo que busca el espíritu al proyectar su programación: enfrentarse a las pruebas más convenientes que le sirvan para adelantar en su progreso. Ni más ni menos.

Las llamadas expiaciones, poco recomendables por el sufrimiento que generan pero necesarias para reajustar los ciclos del alma, lo único que muestran es que el espíritu tiene todavía un gran margen de mejora por delante y fija una regla evidente: los errores han de corregirse. Si el espíritu no se inclina por enfrentar dichas equivocaciones, Dios, en su infinita sabiduría y valiéndose de sus colaboradores, determinará lo necesario para “rectificar” las desviaciones de ese camino individualizado que todos debemos recorrer.

Tras la muerte física y dentro de la etapa que los espiritistas conocemos como “erraticidad”, al espíritu le son mostradas las imágenes más relevantes de su anterior existencia, tanto las que han contribuido a su progreso como las que lo han demorado. Este proceso implica también enseñar al sujeto los “rostros” de todos aquellos seres implicados o afectados por sus actos.

Una vez “actualizado” el pasado del individuo y comprobado que este ha entendido la situación en la que se halla con respecto a su senda evolutiva, nuestros queridos y sabios hermanos (a los que denomino cariñosamente “programadores”) se encargarán de ofrecerle al alma en espera de “descender”, todo un conjunto de opciones entre las que elegir para proseguir con su adelantamiento. Es el supremo instante de escoger las pruebas por las que pasar una vez asociado a un nuevo cuerpo.

Ahora se entiende mejor lo que exponíamos antes. Si el espíritu posee un mínimo de luz y de coherencia en sus planteamientos, sabrá lo que tiene que hacer, por lo que tiene que decantarse para avanzar a buen ritmo en su camino ético y de conocimiento. En este sentido, tanto el exigirse poco con respecto a las vicisitudes de la próxima vida como apurar en exceso, resultaría contraproducente. En el primer caso, porque el sujeto tendería al estancamiento con los resultados ya conocidos al regresar al mundo espiritual. A diferencia de lo que entendemos en la dimensión física, para un alma, detenerse en su peregrinar, implica un coste personal muy fuerte ya que se antoja como una pérdida de la oportunidad otorgada para seguir madurando. En el segundo caso, las posibilidades de sucumbir aumentarían en demasía, al no estar el alma lo suficientemente preparada para arrostrar determinados acontecimientos.

Es ahí cuando entra en acción la labor de consejo y guía de los hermanos programadores, los cuales invitan a la persona a seleccionar aquellas pruebas que dentro de un amplio rango le sirvan para adelantar. Así es la jerarquía espiritual, atenta a los méritos de cada cual, lo que permite a unos, aconsejar y a otros, ser guiados. Qué grandiosa universidad de la vida en la que los profesores más afamados tan solo lo son por sus merecimientos, sirviendo de ejemplo a todos sus alumnos y donde no hay lugar para el engaño o la injusticia.

Las opciones donde elegir, los campos de acción, son tan numerosos que el alma, dentro de su libre albedrío, puede escoger entre muchas coyunturas concretas propicias para su avance, si son superadas y siempre acordes al principio de acción-reacción.

Alguien podría pensar que este procedimiento resultaría algo similar a cuando hablamos de “saltar con red”, es decir, aunque falles o te equivoques en tu empresa, siempre cabe el recurso de rectificar, de volver a examinarse de la prueba para vencerla definitivamente. Sin embargo, este razonamiento, aunque cierto, no es tan simple como pudiera parecer. Detrás de cada ensayo y error en la existencia, de cada vicisitud terrenal no rebasada, se nos muestra al espíritu preso de un gran dolor, de una intensa desazón, producto de no haber encarado con la debida diligencia el desafío que se le mostraba ante el horizonte. Este abatimiento ya se deja sentir en el mismo plano físico, cuando el pesar se derrumba sobre nuestras conciencias ante el hecho de tener que reconocer que no hemos aprobado los exámenes de la vida.

Por último, cuando regresamos al mundo espiritual, esta percepción, a veces confusa dentro de la estructura orgánica, se torna lúcida y diáfana. Es entonces cuando “comprendemos” realmente el significado de nuestros actos y las consecuencias que han supuesto sobre nuestro crecimiento como almas en perpetuo desarrollo.

En la próxima entrada, abordaremos ejemplos más concretos de nuestra “programación” para dar por terminado este interesante asunto.

Atraigamos con nuestros buenos pensamientos las nobles influencias de aquellos que nos observan y se mueven en torno a nosotros. Aplicando el principio de afinidad (lo semejante se acerca a lo semejante), tendremos el mejor camino para permanecer en armonía.

…continuará

- Jose Manuel  Fernández -

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                  EL PODER DE LA FE

Cuando se habla de fe se asocia a las creencias, como por ejemplo la fe en Dios, en las religiones, en los dogmas, etc.; sin embargo, es algo mucho más profundo, más esencial y básico en el ser humano.

La verdadera fe es innata en el ser y nunca es utópica; se sustenta en la certeza del porvenir; sabe en su fuero interno de lo que es capaz, y estimula al ser para que finalmente logre lo que se propone. No le ofrece nada que no sea posible y real, salvo cuando se nubla por las pasiones y cae en las redes del fanatismo y la fantasía.

Las barreras de aquello que puede alcanzar las pone uno mismo, fruto de la ignorancia y de las debilidades humanas. Es, junto a la voluntad, la más poderosa herramienta que posee el alma y que le posibilita caminar hacia su destino final, que es la perfección y la plenitud.

Viene a ser como una diminuta semilla que desconoce su destino. Sin embargo, posee en estado latente todos los recursos necesarios para llegar a ser árbol. En cuanto la naturaleza generosa le ofrece una oportunidad para desarrollarse la aprovecha; si no llegan esos bienes de inmediato en forma de agua y tierra, no se desespera, sabe aguardar el momento propicio, porque sabe que es cuestión de tiempo. Cuando finalmente se le dan las condiciones, despliega sus recursos para ir creciendo y alcanzar el estado final de plenitud, de total desarrollo, convirtiéndose en un espectacular y frondoso árbol que sirve de cobijo a las aves, de alimento y de sombra a todos aquellos seres que pasan por su alrededor. A partir de entonces, comienza a devolver a la naturaleza todo aquello que esta le ha proporcionado y le permite ser lo que es; pasa a ser un elemento importante en el inmenso bosque.

La metáfora de la semilla resume el origen y destino del espíritu en el devenir de sus múltiples existencias, en sus continuas luchas por crecer y desarrollarse, por romper el cascarón primitivo y, a su vez, dar paso a la esencia divina que alberga, y que esta despliegue sus alas majestuosas.

La auténtica fe proporciona seguridad al ser humano, porque es consciente del tesoro que guarda, que son sus cualidades y valores; como le ocurre al minero que tiene la certeza de que en el interior de una gran roca existe algo valioso que merece ser descubierto; para ello tendrá que trabajar duro y en condiciones a veces difíciles para ir poco a poco eliminando lo que le sobra al mineral; mas no le importa, porque sabe que la recompensa final merece todos los sacrificios.

En el sentido opuesto también ocurre que, cuando se consiguen las cosas con mucha facilidad, no solemos darles el valor que merecen. Por poner un ejemplo claro, hay países donde escasea el agua potable debido a las prolongadas sequías, y tienen que andar desde sus aldeas todos los días muchos kilómetros para poder recoger este elemento imprescindible de un pozo, para el uso familiar o comunitario. Al mismo tiempo, en otros países más desarrollados tan solo tienen que girar con los dedos un pequeño grifo para tener en sus domicilios toda el agua que quieran. ¿Dónde sabrán apreciar mejor el valor del agua y su necesidad vital?

Existe un término muy de moda hoy día, y es la palabra ‘resiliencia’. Etimológicamente procede del latín, de la palabra “resilio”, es decir, rebote, volver atrás. Su significado tiene relación con la capacidad humana de sobreponerse a las adversidades con entereza, sin afectación. En realidad, se trata de convertir un problema o un obstáculo en una oportunidad. Para ello se requiere un amplio campo de visión mental, no quedarse en los aspectos negativos sino en la posibilidad de revertir la situación, adaptándose. Es como plantearse la siguiente cuestión: ¿Qué puedo aprender de esta situación? ¿Cuál debe de ser mi respuesta, mi línea de trabajo? Es el verse forzado por las circunstancias a salir de la zona de confort para explorar nuevas posibilidades, lidiar con las incertidumbres, con el desconocimiento del resultado final. En última instancia, es comprobar cómo las dificultades externas son capaces de movilizar algunos recursos internos que permanecían dormidos.

Por contra, quien carece de fe no busca los medios para superar las dificultades porque considera que no es posible lograrlo. Son aquellos que desprecian o ignoran lo bueno que les ocurre en la vida; son aquellos cuyo foco de atención, sus pensamientos, están orientados a observar siempre lo negativo: “No puedo”, “no valgo”, “no merece la pena intentarlo”…, etc.

A esto hay que añadir aquellas personas que son tóxicas, porque su ignorancia les lleva a compartir con los demás su visión negativa de las cosas. Son aquellos que dicen: “Yo ya lo intenté y vi que era imposible, muy difícil”, o  también: “pronto te llevarás un fuerte desengaño”. O esos otros con cargos de responsabilidad que declaran: “Usted no tiene aptitudes para esto”“Es mejor que se dedique a otra cosa”“No tiene talento”, etc. Afortunadamente, algunas personas que fueron aconsejadas a variar de rumbo por sus fracasos iniciales, no hicieron caso de sus recomendaciones y continuaron por su camino hacia el éxito final. Ahí están los casos de Winston Churchill, Albert Einstein, Walt Disney, Giuseppe Verdi, Picasso,  etc. El fracaso les sirvió de lección, les hizo más fuertes, porque les supuso una experiencia valiosa, algo que para quien se mueve exclusivamente entre éxitos no posee. Es curioso cómo varían las percepciones de las cosas según los países y culturas. En Europa, por poner un ejemplo, el fracaso está mal visto; no obstante, en Estados Unidos lo consideran un valor, una herramienta positiva de crecimiento.

La fe es inmanente a la ilusión, a la esperanza de realizar algo con éxito y, por lo tanto, no se puede permitir que otros maten esa ilusión, esos deseos de mejorar, de crecer. No obstante, hay que ser analíticos y juiciosos para no caer tampoco en sueños utópicos, en cosas irreales o que nos desvíen del verdadero propósito de nuestra existencia.

La idea es muy clara, en cuanto el objetivo está establecido y creemos en él, hay que poner los cinco sentido en su consecución, sin distracciones. La persona que se sustenta en la fe sabe priorizar y aprovechar el tiempo muy bien.

Por tanto, la fe tiene mucho que ver con la actitud mental, con los valores y con la capacidad de afrontar las vicisitudes de la vida. Estar convencidos de nuestras propias posibilidades facilita la realización de cosas, algo que para los inseguros y pesimistas está fuera de su alcance, no porque no puedan, sino porque ellos mismos se excusan y se colocan sus propias barreras.

“Justifica tus limitaciones y ciertamente las tendrás” (Richard Bach)

Tenemos ejemplos muy claros de superación en personas que carecen de brazos o de piernas y desarrollan una actividad artística, como puede ser la pintura con la boca, o con los pies, dependiendo de sus circunstancias personales. En lugar de compadecerse o pensar que todo ha terminado para ellos, han encontrado una vía, una posibilidad para desarrollar nuevas habilidades con esfuerzo y disciplina.

La fe es imposible para aquel que no se ama, que siente lástima de sí mismo.

La fe nos hace comprender que, tanto lo bueno como lo malo, son elementos transitorios, son circunstancias del camino que nos deben de enriquecer y elevar a estados de mayor plenitud y conciencia.

La fe es paciente porque sabe que los resultados van a llegar, más pronto o más tarde. Está provista de seguridad y de gran energía positiva, lo que le permite descubrir potencialidades que el propio individuo desconoce.

Arrastramos del pasado remoto, de otras existencias, herencias negativas de errores y fracasos que subyacen en lo más profundo del subconsciente; lo cual, si no nos reestructuramos mentalmente, si no nos auto-educamos,  puede suponer un freno, un obstáculo para el desarrollo de la fe y sus posibilidades. También, en esta misma vida, si se recibe una educación deficiente y restrictiva puede afectar el desarrollo de ser humano, dejándole una herencia psicológica de limitaciones, complejos y barreras importantes que pueden poner muy cuesta arriba la creatividad y la ilusión por alcanzar nuevas metas.

Es a través del autoanálisis como podemos reestructurar nuestro interior con una nueva visión de las cosas; descubrir aquello que falla para ponerle remedio; dejar de justificarnos o de culpar a los demás; abandonar las posturas cómodas y simples de auto-justificación; de transferir nuestros conflictos sin enfrentarnos a ellos. Localizando las causas podemos darles remedio.

Vamos a finalizar con una frase de Saint-Exupéry, autor de El Principito«El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe a dónde va».

-José M. Meseguer-  Amor, Paz y Caridad

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