domingo, 6 de febrero de 2022

Supersticiones y falsedades

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- La Meditación

2.- Influencia moral de los Médiums

3.- Supersticiones y falsedades

4.- Dios



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                                              LA MEDITACIÓN

                                


  Hay momentos en la vida, en que el Espíritu, abrumado por la fatiga, necesita un rato de expansión; en esos instantes se ama la soledad; queremos espacio para respirar, brisa que nos acaricie, algo que nos hable al alma, un ser amigo en quien depositar nuestras penas, pero todo esto con la rapidez del rayo; porque nuestro cuarto nos parece una prisión sombría; la calle mirada desde el balcón, un abismo; las casas, ruinas; y los transeúntes, espías de nuestro dolor.

 Así es que a la primera ocasión que hallamos en busca de ese lugar ansiado por el Espíritu, donde las aves cantan al susurro de las hojas y el murmullo del arroyo forman un conjunto armónico, las flores crecen lozanas, embalsamando el ambiente, y las mariposas trazan caprichosos grupos a nuestro alrededor. 

 ¡ Oh ! allí abarcando con una mirada, la Naturaleza sonriente y sin más testigos que Dios, se vierten lágrimas de consuelo, se ensancha el corazón, se ríe, se goza, se eleva el pensamiento, y el Espíritu algo más tranquilo, medita; ora recordando los días de su infancia, ora analizando sus acciones, ora reformando sus costumbres, ora comparando su pasado y su presente, ora pensando en su porvenir, ora reconociendo su tibieza en la práctica del bien, ora renaciendo su pérdida de fe y la infinita bondad de Dios, y ora con ese lenguaje mudo y elocuente, enviando una ferviente oración al Padre Universal para que le de fuerzas suficientes en las luchas de la vida; plegaria que llegando hasta el trono del Señor, es acogida con fraternal cariño, porque el Espíritu lo presiente en la dulce sonrisa que se dibuja en sus labios, y en la tranquilidad de su ser.

 Cuando meditamos en casa, siempre vemos sombras en nuestro camino, y es la tétrica filosofía que se desprende de nuestra inteligencia, que todo lo hallamos pésimo y repugnante; pero en cuanto nos encontramos en el campo, rodeados del encanto de la Naturaleza, o en la cubierta de algún bosque, en esas serenas noches de la hermosa primavera, teniendo a nuestros pies un lago inmenso y por bóveda una extensión sin límites, ¡ Oh !, entonces es cuando comprendemos un tanto la inmensa sabiduría de Dios, al contemplar los plateados rayos de la diosa de la noche en las tranquilas aguas, o al fijar los ojos en las matizadas flores; al ver tanta belleza, quedamos anonadados y una lágrima resbalando por la mejilla, nos advierte de lo ingratos que somos con el Supremo Hacedor.

  Todo sonríe a nuestro alrededor; por doquiera que volvamos la vista, encontramos sublimidad; todo nos inspira amor, mas no es extraño, porque todo cuanto ha creado Dios lleva el sello de su cariño; en esos momentos es cuando desplegando todo el sentimiento de nuestro corazón, amamos cuanto nos rodea, dedicamos un recuerdo al amigo ausente, somos más solícitos con los presentes, y si un pobre se nos acerca, le miramos con benevolencia y aun llegamos a entablar conversación con él.

  ¡ Oh ! si, en esos lugares donde reina tan completa armonía, donde la Naturaleza parece desplegar su magnificiencia y saturados de las brisas celestiales, escribiríamos un poema: allí la  meditación es profunda, y la filosofía, pura como el ambiente que nos rodea; allí el Espíritu dice lo que siente, mientras que en medio del fausto material ..... no siente lo que dice.

  El campo, es el santuario del infinito, donde el hombre recupera su calma, y donde quizás, por un instante, llegamos a amar la vida. ¡ Sin su bella perspectiva, nuestra estancia en la Tierra sería la eterna noche del Espíritu !, y ¡ sin el perfume de las flores, jamás despertarían nuestros sentidos !.

  Muchas veces, contemplando una flor y admirando sus colores, hemos quedado en profunda meditación, de la que han surgido multitud de ideas consoladoras, y aun sin conocer el Espiritismo, hemos encontrado a Dios, inmensamente magnánimo, porque a pesar de nuestra ingratitud, nos concede mil riquezas que no sabemos apreciar, y otros tantos lugares llenos de poesía, que sirven para solaz al Espíritu en estos críticos momentos en que abrumado de fatiga por el trabajo cotidiano o abatido por las vicisitudes de la vida, necesita tender su vuelo a donde existen las maravillas de la Creación y saturarse de las purísimas auras que partiendo del infinito vienen a besarnos la frente.

 Así es que, si antes amábamos el campo, hoy que el Espiritismo nos ha hecho comprender el por qué estamos en la Tierra, hemos centuplicado nuestro cariño; y cuando algún pesar nos aflige, recorremos con afán esos lugares poéticos que parecen sonreís para mitigar nuestras penas; allí nadie nos adula ni nos finge amor que no siente; nadie nos calumnia ni critíca nuestras obras; nuestra mirada, no tropieza con aquellos seres que con la sonrisa en los labios, nos preparan una emboscada, ni se lucha con esta etiqueta impertinente donde casi nunca existe la legalidad, aprendiendo tan solo, a ser ficticios, vanos y orgullosos.

  ¡ Ah pobre planeta Tierra !, ¡ Si Dios no hubiese concebido esa bella primavera que engalana tus huertos y jardines, ningún -Espíritu algo adelantado podría vivir en tu recinto, porque muchos de sus habitantes parecen mansos corderos, cuando en realidad son lobos carniceros ávidos de devorar a sus semejantes !

  ¡ Oh ! meditando se estudia; estudiando se analiza, y de este modo, tomando vuelo la inteligencia, podremos llegar a comprender mañana lo que no está vedado hoy por nuestra ignorancia.

  Meditemos pues, el medio de mejorarnos; por qué camino progresaremos más; de qué modo podremos emplear mejor el tiempo y cómo seremos más útiles a nuestros semejantes; pero no meditemos jamás la venganza, porque esta es la rémora del progreso, y tras ella está el remordimiento del volcán de las pasiones, que quema el corazón y asfixia el alma.  No meditemos la traición ni aun contra aquellos que más daño nos hacen, porque entonces seríamos tan pequeños como ellos; no queramos asemejarnos a los reptiles que se arrastran por el suelo y se esconden en la maleza para herirnos cuando menos lo pensamos ; imitemos a las más bellas mariposas, que tendiendo su vuelo al infinito, juguetean con las auras del espacio.

  Seamos francos y nobles; si lloramos, sea el llanto regenerador que lavando nuestras culpas nos vaya perfeccionando; y si sonreímos, sea esta la irradiación del Espíritu; meditemos ante el magnífico panorama de la Creación, al nacer el día, o a la hora del crepúsculo, y en esas magnificas noches de estío, tan majestuosas como bellas, para que de  nuestra meditación brote la pureza del sentimiento, y bañados en la luz de la verdad, pregonemos esta en voz alta para el bien de la Humanidad.

- Cándida Sanz- ( Art. tomado de la Rev. Fraternidad Cristiana Espírita nº  47)


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INFLUENCIA MORAL DE LOS MEDIUMS

 

227. Si el médium, desde el punto de vista de la ejecución, sólo es un instrumento, ejerce con relación a la moral una gran influencia. Puesto que para comunicarse el Espíritu extraño se identifica con el Espíritu del médium, esta identificación no puede tener lugar sino cuando entre los dos hay simpatía y, sí puede decirse así, afinidad. El alma ejerce sobre el Espíritu extraño una especie de atracción o de repulsión, según el grado de su semejanza o diferencia; así, pues, los buenos tienen afinidad por los Buenos y los malos por los malos; de donde se sigue que las cualidades morales del médium tienen una influencia capital sobre la naturaleza de los Espíritus que se comunican por su intermediario.
Si es vicioso, los Espíritus inferiores vienen a agruparse a su alrededor y están siempre prontos para tomar el puesto de los buenos que se han llamado. Las cualidades que atraen con preferencia a los buenos Espíritus son: la bondad, la benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, el desprendimiento de las cosas materiales; los defectos que les alejan son: el orgullo, el egoísmo, la envidia, los celos, la ira, la ambición, la sensualidad y todas las pasiones por las cuales el hombre se une a la materia.

228. Todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan entrada a los malos Espíritus, pero lo que ellos explotan con más habilidad es el orgullo, porque es el que menos deja conocerse a sí mismo; el orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades, y que, sin esto, hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles; mientras que, habiendo sido presa de Espíritus mentirosos, sus facultades se han pervertido en primer lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto humillado por las más amargas decepciones.

El orgullo se traduce en los médiums por señales no equívocas sobre las cuales es tanto más necesario el llamar la atención como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza sobre la veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar es una confianza ciega en la superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infalibilidad del Espíritu que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no viene de ellos por que se creen el privilegio de la verdad. El prestigio de los grandes nombres con los cuales se adornan los espíritus para justificar que les protegen, les ofusca, y como su amor propio sufriría confesando que son engañados, rechazan toda clase de consejos; los evitan aun alejándose de sus amigos y de cualquiera que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su Espíritu, es casi una profanación. Se ofuscan por la menor contradicción, por una simple observación crítica, y, algunas veces llegan hasta aborrecer a las personas que les han hecho favores. Merced a este aislamiento provocado por los Espíritus que no quieren tener contradictores, éstos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones; de este modo les hacen aceptar a su gusto los más grandes absurdos por cosas sublimes. Así, pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtienen, desprecio de lo que no viene de ellos, importancia irreflexiva dada a los grandes nombres, no admitir consejos, tomar mal toda crítica, alejamiento de aquellos que puedan dar avisos desinteresados, creencia en su habilidad a pesar de su falta de experiencia; tales son los caracteres de los médiums orgullosos.

Es menester convenir también que el orgullo está excitado en el médium por aquellos que le rodean. Si tiene facultades un poco transcentales, es buscado y elogiado; se cree indispensable y muy pronto afecta el aire de suficiencia y desdén cuando presta su concurso. Más de una vez, nos lamentamos, por los elogios que dimos a ciertos médiums, con el objetivo de animarlos.

 

                   LIBRO DE LOS MEDIUMS - ALLAN KARDEC

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              SUPERSTICIONES Y FALSEDADES

  Las supersticiones de toda índole han acompañado siempre y aún acompañan al Ser humano, que se acoge a ellas  por un sentido natural de atracción hacia lo misterioso, sustituyendo así  la Verdad  de las cosas que intuye  y cree inalcanzable.. Este sentido natural se llama curiosidad, y todos somos curiosos por naturaleza.

   Tratamos de aclarar en este capítulo, esta  cuestión  que ha desfigurado y perjudicado la idea sobre lo que es la reencarnación, Dios, el alma, el más allá, etc.

 

 Entre  creencias tenidas por hechos sobrenaturales hay muchas cuya imposibilidad la doctrina espírita demuestra y las califica como creencias supersticiosas” - Allan Kardec -

    ¿Qué es la Superstición? 

 Como tal se entiende lo que se refiere a cualquier idea mas o menos popular, en la que se cree y se acepta de modo irracional, por absurda que parezca, y siempre viene a resultar  una creencia falsa y absurda,  positiva o negativa,  a veces de carácter religioso, e  incluso envuelta en misterios o magias que se admiten sin ninguna clase de comprobación ni de razonamiento lógico y que suele llevar hasta la irracionalidad y el fanatismo.   

      La superstición viene a ser  una creencia  sin fundamento lógico,  científico ni religioso, a la que se llega  por la necesidad  instintiva de creer en algo  desconocido, misterioso, maravilloso, irracional e incomprensible  y solamente justificando esta credulidad  que huye de la razón, con un “por si acaso”. Se podría decir que las supersticiones en general, son un culto a lo mágico, a lo misterioso y a lo sobrenatural, o a una maravillosa realidad que se intuye que rodea al ser humano, cayendo en el  absurdo  por el motivo de constituir una expresión de la necesidad natural del ser humano de creer en algo aunque no  resista el  menor análisis de la razón.

     Las supersticiones siempre son ideas falsas y muchas veces  absurdas, que se han ido formando alrededor de ideas y hechos  incomprendidos, a los que se les ha querido atribuir una simbología o un aire sobrenatural , siendo  casi siempre reminiscencias de culturas inferiores o atrasadas que tienen  el  efecto de ser admitidas por personas hasta de un cierto nivel de ilustración, pues suelen ir acompañadas por elucubraciones de falsa ciencia, fuera de todo razonamiento lógico que se diluye en el mundo del misterio y hasta  en muchas ocasiones aparecen  amalgamadas con prácticas devotas.

        La superstición  suele sustituir a algunos conceptos de la Ciencia empírica  y a la fe religiosa del signo que sea, motivado muchas veces  por la falta de comprensión  que esa clase de fe  dogmática aporta en sus postulados. A veces de la propia religión o de sus dogmas se hacen supersticiones cuando  sus postulados se rodean de cierto misticismo mágico y se admiten con una fe rayana en  el  fanatismo irracional.

  Sus consecuencias son de los más diverso: desde los resultados inofensivos de la simpleza que  supone el creer por ejemplo en  cosas o actos  que atraen la buena o la mala suerte , hasta la conducción  para llegar  consumar los crímenes más abyectos en  función de imperativos mágicos o misteriosos.

  La gente debería estudiar y analizar las cosas de modo objetivo y racional, para no caer en una excesiva y fácil credulidad y así destruir la superstición desde su base, pues esta siempre aparece dispuesta para ocupar los huecos descuidados por la Ciencia o por la Religión, y los disfraza con un aire de oscurantismo ante lo desconocido.

    Es importante la desmitificación  y racionalidad de tantas ideas raras, falsas, irracionales y hasta ridículas que se han ido creando alrededor del conocimiento espiritual verdadero, como por ejemplo, el tema de  la muerte, del más allá, Dios, la reencarnación, la suerte,  etc.

   En el extremo opuesto a la admisión de las supersticiones, están ciertos materialistas  que han caído en un ciego fanatismo negando sistemáticamente todo aquello que sale fuera de sus postulados basados en la sola realidad de la materia, ignorando voluntariamente la verdad que pueda haber más allá de la misma, y negando sistemáticamente todo lo que recuerde la religión o lo mágico, siendo así que cualquier noción de alma, de Dios, del Más Allá, de la reencarnación, etc. lo califican como supersticioso o  se escudan en que todo lo que no sea materia entra en el campo de la fe religiosa y creen que solo se tratan de creencias sin fundamento. Por eso mismo según el materialismo,  las religiones solo están formadas por ideas supersticiosas.

   Entre las supersticiones tan abundantes y variadas, se podría hacer una clasificación: la de las creencias en los efectos  e influencias de los números  cabalísticos y  de los signos ; los días y horas buenos y malos; los diversos métodos de adivinación; la influencia de objetos materiales sobre sucesos, la quimera de la astrología, la influencia buena o mala de los gatos negros, la buena suerte por matar una araña con la mano, y otras muchas cosas que atraen buena o mala suerte, etc,etc. Y es de señalar la evidencia de que desde unos años a esta parte, lo esotérico y lo misterioso, que generalmente se tratan como ideas supersticiosas, también  está de moda.

   Existen también creencias supersticiosas, sin fundamento, que admiten  talismanes y  objetos para preservar de dolencias y de accidentes causados por malos espíritus  o por energías negativas a las personas.  Las oraciones determinadas, recitadas como una fórmula mágica para conseguir algo, como si Dios y los Santos tuvieran interés en el palabrerío humano, siendo que la oración verdadera no se encasilla en una determinada fórmula verbal, sino en unos sentimientos sinceros acompañados de una fe auténtica, cual es la fe razonada.

  Los rituales en las sectas y las religiones, cuantos más oscuros o incomprensibles son, más magia y misterio ofrecen a las imaginaciones calenturientas,  ideas falsas que también son supersticiones.

   Ante todas estas creencias es de recordar que sobre los espíritus solamente influyen los pensamientos que los atraen  por afinidad o que los repelen, pero desde luego ningún ritual ni objeto material alguno influye sobre ellos. En esta clase de creencias supersticiosas, a causa de la ignorancia  mucha gente y  a la mala intención de algunas personas, han hecho que se las confunda con el Espiritismo con el que, por supuesto,  no tienen nada que ver.  Los espíritus inferiores que se divierten  con malevolencia a base de la ignorancia humana en personas crédulas e inclinadas a la fantasía y a la superstición, llegan muchas veces a generar casos reales de obsesión  espiritual.

“Quien desee hollar el Sendero deberá aprender a pensar por sí mismo, pues la superstición es uno de los mayores males del mundo, uno de los grilletes de los cuales deberás librarte por completo”- Krishnamurti-

 

           ¿ Y de donde proceden las Supersticiones?

Normalmente la mayoría tienen su origen en alguna costumbre o rito de carácter religioso y ancestral que a lo largo del tiempo se ha ido modificando o desvirtuando hasta llegar a nuestros días como algo desfigurado e incomprensible, pero aceptado por algunos.

 El Ser humano siempre sintió la necesidad de creer en algo que justificase sus miedos e inquietudes ante lo desconocido, inclinado a considerar lo maravilloso y misterioso aunque racionalmente no lo comprendiese ni lo pudiese explicar de un modo racional.Así, tenemos la tendencia a creer en el poder de las cosas más absurdas, como influyentes o hasta determinantes de nuestros destinos, la “buena o la mala suerte” que otorgan esos artilugios.

        Por absurdas que sean las supersticiones, siempre están basadas en un hecho o fenómeno real al que la ignorancia popular ha desnaturalizado, exagerándolo o mal interpretándolo. Las ideas más verdaderas y ciertas se pueden volver supersticiosas por una mala o incorrecta interpretación.

           Cuando los seres humanos no hemos tenido el adecuado conocimiento sobre verdades transcendentales y realidades que apenas hemos intuido, en nuestro afán por saber y por penetrar en lo oculto y en lo misterioso, nos hemos inventado las respuestas y los conceptos, cuanto más oscuros e ilógicos mejor, dando así paso a tantos preconceptos y supersticiones ante los que hemos adoptado una creencia ciega , compulsiva y a veces hasta fanática e irracional, casi como en un culto a lo incomprensible y lo misterioso.

               En los llamados fenómenos paranormales, una vez que se ha demostrado largamente  su existencia por su manifestación  repetida en muchos momentos de la historia, no cabe el considerar la superstición salvo cuando se han interpretado falsamente al no ver en ellos un fenómeno natural que obedece a unas causas lógicas y naturales, aunque desconocidas.

        Todos los fenómenos naturales que se han manifestado a lo largo de la historia han sido fuente de supersticiones que más tarde el progreso de las ciencias ha ido derribando poco a poco. Por esta razón creo que conforme el conocimiento de la ciencia espírita, que analiza en profundidad  estos fenómenos, vaya siendo divulgado y estudiado, hará desaparecer las muchas supersticiones que todavía persisten.

. Jose Luis Martín-

 



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                                                                       DIOS



Creo en Dios.
¿Y por qué creo en Dios?
Creo en la luz, porque penetra por mis ojos, porque distingo los objetos bañados por sus rayos y me doy cuenta del color y de la forma y noto el contraste con las tinieblas, porque estoy en condiciones para ver.
Creo que existe la luz porque la percibo con mis sentidos. Si careciese de los órganos de la vista, no sabría que existiese la luz, porque no podría apreciar cómo es el color, no me podría imaginar cómo veían los demás.
El que ve, cree que existe la luz sin que se la expliquen. El que no ve, no puede comprender la luz cómo es, aun cuando se lo expliquen.
Así yo creo en Dios porque veo sus obras, porque lo siento con mi alma, porque noto en su inmensa bondad, derramada en todos los seres y por la suprema armonía que reina en todo el Universo.
¿Cómo es Dios?
¿Qué es la luz?
Yo percibo los efectos de la luz y estoy cierto de que existe, pero ignoro qué cosa es la luz. Así yo noto las obras de la creación y los efectos de ella, pero ignoro cómo es Dios. Así como creo en la luz, porque observo sus efectos, por estar cierto de que es así, creo en Dios, porque noto sus obras y observo la armonía de la creación. Porque lo siento en el interior de mi espíritu, sin saber cómo es.
Yo no sé cómo es Dios, pero diré cómo me lo imagino:
Yo diré que es como un foco de luz que llena el espacio infinito, sin principio ni fin. Toda la creación se mueve dentro de Él y su luz está en todas partes, lo penetra todo y toda su luz es voluntad.
En todas partes está Dios, porque todos nos movemos dentro de Él. Y en todo momento su sabiduría, amor y voluntad infinita, está en todos los sitios y en todos los tiempos y en todos los seres y con la misma intensidad.
Yo me imagino mi alma como un punto todo voluntad, sin brazos, sin ojos, sin órganos materiales, siendo ella unipersonal, indivisible, indestructible, con principio y sin fin.
Yo me imagino a Dios como Padre creador de todas las almas, a semejanza de nuestro espíritu, uno, eterno, pero sin principio ni fin.
Mi alma la considero infinitamente pequeña: un punto todo voluntad, que tiene facultad de pensar, de moverse, de perfeccionarse, de progresar. A Dios me lo imagino infinitamente grande, llenando el infinito universo. No tiene que moverse porque está en todas partes, por cuanto nos movemos dentro de Él. No tiene que perfeccionarse, porque es perfecto. No tiene que progresar, porque es la suprema sabiduría, porque nada ignora; todo cuanto ocurre en la Creación está en Su presencia en todo momento.
Así como nuestra atención, nuestro amor y nuestra voluntad, son limitadas a nuestro estado de progreso, Dios tiene, en cambio, Su amor, Su atención y Su voluntad, en todos los átomos del Universo, en todos los seres, en todas las cosas, y nada escapa simultáneamente a Su atención. Los actos de todos los seres están constantemente en Su presencia y Su amor y misericordia, están constantemente derramados en todos los seres, en todas las plantas, en todas las cosas.
Extraído de la Revista Flama Espirita
De la obra “Anemotismo”
Capítulo IX, Libro II
Autor: Juan Giró Prat
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