miércoles, 2 de febrero de 2022

La ciencia del Espíritu ( 2 )

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La ciencia del Espíritu ( 2 )

2.- Amansando a las fieras

3.- Pequeña reflexión: Lo que me ha enseñado el Espiritismo

4- Egoísmo





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                        LA CIENCIA DEL ESPÍRITU ( 2 )

                                                                 


( continuación del anterior)

Estas leyes son las leyes de la Reencarnación, de Causa y Efecto, de Evolución y de Transmutación, y tantas otras que existen todavía han de ser estudiadas e investigadas, para ser incorporadas a la ciencia humana. Porque todas ellas necesitan de estudios y paciente investigación. Por ejemplo: la Reencarnación. Para comprender la Reencarnación es necesario dedicar tiempo y pensamiento a ella, para darnos cuenta de su grandeza, de su sabiduría. Porque la Reencarnación descubre solamente una parte del método de educación de nosotros mismos. Con la Ley de Causa y Efecto ocurre igual; esta ley se manifiesta, inclusive, en las asociaciones químicas, en la Ley de Afinidades. Está manifestada también en las leyes del pensamiento humano, en las leyes de los hechos físicos, porque ustedes saben que a toda acción sigue la correspondiente reacción. Y también en el plano moral, el plano espiritual, funciona esta Ley de Acción y Reacción, que llevada al plano de nuestra vida la llamamos destino, la llamamos Karma, la llamamos Casualidad, etc.

La Ley de Evolución también existe, porque nada existe estático en la vida, nada permanece quieto. A medida que más avanzamos en la vida, mas nos damos cuenta de este cambio incesante de cosas, de hechos, de situaciones. Junto con ello va cambiando también nuestro carácter, nuestra personalidad, y va cambiando nuestro pensamiento, va madurando. Nuestro carácter también va sufriendo modificaciones de acuerdo con las experiencias y la inteligencia que nosotros utilizamos para mejorarnos. Así vemos que todo es una movilidad constante, a pesar de que cuando nos concentramos en un tiempo determinado o en un deseo, o en un pensamiento, nos parece que el Tiempo es, que todo pasa lentamente. Pero no sucede así, todo es rápido, y cuando observamos una vida, una encarnación, ¿qué es? No es nada, soplo pasajero, nube que se disuelve en el cielo de la vida. Esta conciencia la vamos adquiriendo a medida que vamos alcanzando mayor madurez espiritual, y así lo comprobamos en la existencia terrena, que vemos cuán rápidamente pasa, y por eso debe ser ésta aprovechada. Es decir, que esta Ley de Evolución es una Ley de Transformación que existe, y no la podemos negar, aplicada a las circunstancias físicas, o a las circunstancias morales, o a las espirituales. De manera que por esta Ley de Evolución nosotros podemos transformarnos, transformar nuestro carácter, nuestra personalidad y nuestra espiritualidad, haciéndonos crecer en la luz de una inteligencia y de un amor superior.
Esta ciencia del espíritu nos enseña que la meta del desarrollo humano en la Tierra es la del amor universal. Que para alcanzar a Dios es necesario amar a la humanidad y llegar a la conciencia de la unidad con ella: al alcanzarla, alcanzamos a Dios. Así que, en la medida que nosotros amamos, así manifestamos a Dios en nosotros mismos, y lo comenzamos a sentir. Porque Dios es amor y en amor hemos de convertirnos; precisamente la lucha del desarrollo humano estriba en eso. Es la lucha entre el amor y el egoísmo. Es la lucha entre la fiera y el ángel, la lucha entre la animalidad y la sabiduría, entre los intereses creados y la solidaridad universal.

En la Tierra todavía hay muchos sufrimientos. Ustedes se ponen a repasar y ven muchos sufrimientos: morales, materiales, hambre, enfermedades, es decir que este es un plano todavía de sufrimiento. Hay una lucha fuerte entre el sector de la humanidad que desea progresar, y que es menos egoísta, y que quiere, que comprende que tienen que venir otros sistemas de vida a la Tierra, y el sector de la humanidad que está apegado a sus egoísmos, a sus riquezas, a su dureza de corazón. Y entonces son causas éstas de engendramiento de dolores. Si nos vamos a los individuos, encontramos que sin querer tener éstos egoísmo, todavía manifiestan incomprensiones y apegos en sus vidas, las cuales son causas de fricciones, conflictos y sufrimientos, no solamente para su propia vida sino para la de los seres que los rodean. Así que la ciencia del espíritu nos viene a informar que tenemos que desarrollarnos con el amor. Ahora, el amor es el desarrollo de todas las cualidades humanas que nosotros conocemos, no solamente la bondad, es también el sentimiento de justicia para con los demás, es el sentimiento del bien, de la honradez, del deber. Así que como ustedes ven, las cualidades del amor son muy numerosas y muy vastas, y todos debemos alcanzarlas para llegar a ese divino amor. Y este amor es el que nos unificará a la humanidad.

Cuando ya este amor se alcance, entonces el ser humano se convertirá en una llama purificadora de bien, porque al tener amor hacia todos los seres humanos, no puede llevar ningún mal para ellos ni ningún egoísmo. Por eso nosotros hemos visto a todos los grandes seres que han pasado por la Tierra, unos con más desarrollo que otros, cómo han podido exhibir esa capacidad de sacrificio, esa pureza, esa dedicación y ese amor, casi incomprensibles para la mayoría de las personas que no pueden pensar que en el pecho humano pueda caber tal nobleza, tal capacidad de sacrificio, ni de elevación de la condición humana. Pero han existido como lecciones ejemplares de la vida que le ha de tocar vivir a la humanidad, porque este mundo está llamado a ser un mundo de fraternidad, de luz, de paz y de sosiego, y de un adelanto para las almas más retrasadas. Se está llegando ya, prácticamente, a los límites definidores de esa situación, que será un adelanto considerable, un impulso notable, para transformar a la humanidad en un mundo de paz. La Ciencia del Espíritu tiene que llegar a aflorar en la humanidad, porque para poder adelantar después a los grados superiores –la fraternidad, por ejemplo, puede reconocerse con un corazón sencillo y honrado, y con cierto grado de bondad– se necesitará de la ciencia espiritual, que se irá incorporando a la ciencia humana, ya que no son antagónicas, sino se complementan. Es más, la ciencia humana se irá cada vez desarrollando más y contactando con la ciencia del espíritu, hasta incorporarla totalmente. Entonces será una sola ciencia que pertenecerá como tesoro inestimable a todos nosotros, y no a un grupo reducido como lo es actualmente, y podrá ser estudiada entonces en los centros docentes y en las universidades y podrá llegarse a más profundos estudios, utilizando los métodos de la ciencia, como ya actualmente se está haciendo en algunos centros universitarios de algunos países.

Tal es el porvenir venturoso que nos dejará la finalidad gloriosa de la evolución. Que nos dejará el sacrificio, que nos ha deparado el sacrificio de tantos cientos de seres que lo han hecho por la felicidad de la humanidad, aun no siendo comprendidos por la mayoría. Ese porvenir venturoso está más cerca hoy de la humanidad que hace 2000 años cuando llegó Jesús. Jesús lo predicó en forma altamente elocuente, acompañado de la pureza de su vida y de su amor. Esa herencia del Maestro vivificada por los anhelos de la parte consciente de la humanidad que viene y que va a la Tierra haciendo su labor, será la fuerza impulsora, unida a la de Dios, para adelantar la humanidad a su total liberación. Mientras tanto, a nosotros nos toca estudiar cada día más la ciencia del espíritu y ganar, con ese conocimiento, devoción a Dios, devoción a sus leyes y devoción al progreso que tenemos que hacer, para acercar un poco más rápidamente ese futuro a las generaciones que nos tienen que suceder en el desenvolvimiento terreno.

Armando Torras de la Luz

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                            AMANSANDO A LAS FIERAS

                                                                           


Toda palabra ofensiva es expresión de un sentimiento contrario a la ley de amor y de caridad, que debe arreglar las relaciones de los hombres y mantener entre ellos la concordia y la unión.

De todos los vicios, el más temible es la soberbia, pues siembra tras de si todos los vicios.  El soberbio  es el que menos puede conocerse. La soberbia nos oculta toda la verdad. . El hombre sencillo y humilde de corazón, rico en cualidades morales, llegará más pronto a las verdades. El  Espiritismo  nos pone de manifiesto, bajo su verdadera luz,  la situación de los soberbios en la vida de ultratumba. Los humildes y débiles de este mundo se encuentran allí más elevados; los vanidosos y los poderosos, empequeñecidos y humillados. Los unos llevan consigo lo que constituye  la verdadera superioridad: las virtudes, las cualidades adquiridas  con el sufrimiento, en tanto que los otros han de abandonar en la hora de su muerte, títulos, fortuna y vano saber.   

El egoísmo nos lleva a observar, a criticar los defectos del prójimo, permaneciendo ciegos ante los nuestros. La verdadera superioridad moral no existe sin la caridad y sin la modestia. Si la soberbia es madre de una multitud de vicios, la caridad da nacimiento a muchas virtudes. La paciencia, la dulzura y la reserva en las conversaciones derivan de ella. El hombre caritativo le es fácil ser paciente y dulce y perdonar las ofensas  que le son hechas. La misericordia es compañera de la bondad. Un alma elevada no puede conocer el odio ni practicar la venganza. Comprende que los errores de los hombres no es nada más que el resultado de su ignorancia no concibe la hiel ni el resentimiento.

Solo sabe perdonar, olvidar las equivocaciones  del prójimo, aniquilar todo germen de enemistad, borrar toda causa de discordia en el porvenir, tanto en la tierra como en la vida del espacio.

El bien hecho a quien nos ofende desarma a nuestro enemigo. Su odio se cambia en asombro en admiración, despertando su conciencia adormecida. El único mal que se debe desenmascarar y combatir es el que recae sobre la sociedad. Cuando se presenta en forma de hipocresía, de la duplicidad, de la mentira, pues hay que desenmascararlo pues otras personas podrían sufrirlo; pero es hermoso guardar silencio de lo que atañe solo  a nuestros intereses a nuestro amor propio.

Jesús nos anima en esta sublime lección  a olvidar toda represalia, toda venganza, contra aquellos que nos hieren, cuando nos visiten el ultraje o la injusticia , silenciemos  nuestra dignidad herida, pensemos en aquellos, que en el pasado oscuro, fueron ofendidos , ultrajados, expoliados  por nosotros mismos,  y soportemos la injuria  como una reparación. No perdamos nunca la finalidad de la existencia, que tales problemas nos podrían hacer olvidar. No abandonemos el camino recto y seguro, procuremos adquirir la bondad  que apacigua a los hombres, esa cualidad  nos crea una especie de autoridad sobre las almas, nos proporciona más medios de conmoverlas, la humildad la indulgencia, la simpatía y la bondad  apaciguan a los hombres.

Jesús en sus palabras nos anima  a crear dentro de nosotros un afecto, que evite todo odio y todo espíritu de venganza; una disposición sincera para ayudar, cuando llegue la ocasión, a aquellos que nos afligen.

Una especie de misantropía, de laxitud moral aleja, a veces, a los buenos Espíritus del resto de la humanidad. Hay que reaccionar sobre esa tendencia al aislamiento, considerando, todo cuanto existe de grande  y de hermoso en el ser humano, acordándonos de toda muestra de afecto, de todos los actos bienhechores  de que fuimos objeto. ¿Qué son los hombres separados de sus semejantes, de su familia y de la patria? Un ser inútil  y desdichado. Sus facultades se debilitan, sus fuerzas se aminoran, y la tristeza le invade. En soledad, no se progresa. Hay que vivir con los hombres y ver en ellos siempre compañeros necesarios para nuestro progreso,. Nuestro buen humor es salud en nuestras almas. Dejemos abrir nuestro corazón a impresiones sanas y fuertes. ¡Amemos para ser amados!

Amar es sentirse vivir en todo y por todos. Es consagrarse hasta el sacrifico, hasta la muerte, a una causa a un ser. Si queremos saber lo que es el amor, consideremos las grandes figuras de la Humanidad, y sobre todo a Cristo, para quien el amor era toda la moral y toda religión El nos dijo “Amad a vuestros enemigos, y hacer bien a aquellos que os persiguen”…

Si  así lo hacemos poseeremos los verdaderos bienes, aquellos que nos elevaran por encima de cualquier circunstancia, pues cualquier palabra ofensiva constituye  la expresión de un sentimiento contrario a la ley de amor y caridad  que debe regir las relaciones de los hombres y mantener en ellos la concordia y la unión; es un daño que se inflige  a la benevolencia reciproca y a la fraternidad, y alienta el odio y la aversión:  

En suma después de la caminar hacia Dios, la caridad para con nuestro prójimo es la primera ley de todo cristiano. Cuando la ley de amor y caridad este en toda la humanidad, ya no existirá el egoísmo; el débil y el pacifico no serán explotados ni aplastado la paz será el estado de la humanidad, pues los perversos habrán sido expulsados y la Tierra será entonces un mundo feliz.


Y nos dicen los Espíritus  que al igual que el Sol que se eleva indiferentemente  sobre todas las cosas y da calor a la Naturaleza entera, el amor divino vivifica a todas las almas, sus rayos  penetran a través  de las tinieblas de nuestro egoísmo y e iluminará con sus resplandores a todos los corazones humanos, un día gracias al amor, floreceremos hasta quedar reunidos  en una comunión de amor,  en una fraternidad universal.

Trabajo realizado por Merchita, extraído del libro Después de la Muerte, (León Denis)  y de El Sermón de la Montaña (Allan Kardec)

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PEQUEÑA REFLEXIÓN:  LO QUE ME HA ENSEÑADO EL ESPIRITISMO

                               

Cada persona tiene en sí una historia sin contar. Millones de vidas pasadas con experiencias, emociones y aprendizajes inconclusos. Millones de vidas futuras con posibilidades, emociones y experiencias por tener. 

Cada persona le ha dado forma a su propia perspectiva del mundo, de la vida y del existir a través del tiempo. Hoy respeto ese proceso; comprendo esa trayectoria; me ayuda a saber que nuestra individualidad no se disuelve, no se pierde, no se desintegra.

 Mi pasado me ha traído al hoy; mi futuro lo estoy escribiendo a cada instante.

 Mi hoy, lo que pienso, lo que digo, lo que hago, estará ligado al resto de mi existir. Por eso hoy sé que soy la mejor versión de mí, hasta este punto. Estoy en construcción, en perfeccionamiento, en desarrollo pleno de un mejor Yo para el mañana. 

Esto y mucho más lo aprendí con la filosofía espiritista. 

Escrito por Jose Arroyo. (Puerto Rico)

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                        EGOÍSMO

                            I

El egoísmo, hasta en el amor es perjudicial; hace unos dos meses que un distinguido marino murió de muerte natural en su lecho, y su esposa, en cuanto le vio morir, cogió su revolver, lo apoyó en su corazón, salió el tiro y murió inmediatamente, siendo enterrados en la misma sepultura. El fúnebre cortejo llamó extraordinariamente la atención, porque no son muchas las mujeres que se matan por amor, y una joven espiritista me escribió, suplicándome encarecidamente que preguntara por el ayer de esos dos Espíritus tan íntimamente enlazados, que uno de ellos no ha podido resistir el dolor de la separación.

  Como útil estudio, he preguntado a mi guía, y he obtenido la comunicación siguiente:

                                                   II

"No siempre lo bueno es bueno; bueno es el amor en un justo medio, pero no llevado a la desesperación y el egoísmo. Esos dos Espíritus, cuyos cuerpos reposan, o mejor dicho, se disgregan, en la misma sepultura, hace muchos siglos que van juntos y serían más felices si ella fuera menos egoísta, si su cariño no fuese tan extremado, tan absorbente

 En su encarnación anterior, la enamorada esposa de hoy pertenecía al sexo fuerte, y era íntimo amigo del que ha sido su esposo últimamente. Eran dos amigos inseparables; ni uno ni el otro tenían familia; tenían buena posición social y vivían tranquilos, y hasta felices. Cesar, que así se llamaba el esposo de hoy, era de un carácter apacible y risueño; en cambio su amigo Luis, que fue la esposa de hoy, era meditabundo, uraño, receloso, y solo con Cesar se expansionaba, dominándole por completo con sus exigencias y desconfianzas... Eran, se puede decir, el día y la noche. Cesar era el día, la luz, la esperanza, y Luis era la noche con sus sombras, sus recelos, sus temores, sus desconfianzas y sus dudas. Los dos tenían vivos altercados, porque Cesar decía que debían crearse una familia y Luis respondía que a él le sobraban todas las mujeres y las obligaciones que trae aparejado el matrimonio. Nunca estaban de acuerdo en ese punto, pero se querían tanto, que todos los días salían juntos y solo se separaban para dormir y para atender sus asuntos particulares. Cesar conoció a una joven muy buena, muy honrada y muy hermosa; se enamoró de ella, y jugando el todo por el todo, le dijo a Luis:  Estoy enamorado y me casaré dentro de tres meses; procura imitarme, busca una mujer que te comprenda; formemos dos hogares, ya que tenemos bastante para atender a nuestras nuevas obligaciones, y hagamos que nuestros hijos se quieran como nos queremos nosotros. Luis se quedó frío con la declaración de su amigo, pero ocultó su profunda contrariedad y trató de hacerse querer por la novia de su amigo, la cual, buena, franca y sencilla, le acogió cariñosamente: bastaba que fuese el mejor amigo de su futuro; pero Luis no estaba conforme con aquel cambio, porque Cesar, naturalmente, ya no era su compañero inseparable y prefería estar al lado de su prometida. Luis concibió un plan abominable de acuerdo con su ayuda de cámara, un fiel sirviente criado en casa de Luis; entre los dos decidieron labrar la desgracia de la novia de César; a este le sustrajeron una carta de su amada; el criado de Luis imitó a la perfección la letra de ella y escribió una carta dando cita a un amante imaginario; esta carta Luis la entregó a Cesar, diciéndole: "Me interesa tanto tu felicidad que he querido averiguar quien es la elegida de tu corazón, la que te engaña miserablemente, porque de noche, un hombre salta las tapias de su jardín y sube a su aposento, y otras veces ella le arroja una carta; de las cartas he podido conseguir una, deteniendo a tu rival violentamente; léela y convéncete de lo que son las mujeres. Cesar leyó la carta, cayó en el lazo, e inmediatamente mandó la carta a su amada, diciéndole que fuera dichosa con su amante y que todo su amor se había trocado en el más profundo desprecio; y la joven tanto se impresionó con aquel insulto inmerecido, que se arrojó a un lago de su jardín, donde murió ahogada.

 "Cesar tenía tanta fe en la amistad de Luis, que no sospechó nada de su infame proceder, creyendo buenamente que su amada había muerto de vergüenza al ver descubierta su infidelidad, y Luis, dueño absoluto del corazón de su amigo, vivió contento porque Cesar no volvió a pensar en nuevos amores; pero poco tiempo gozó de su amistad. Cesar murió joven, desengañado y triste; y Luis, aunque tarde, se arrepintió de su inícuo proceder y su egoísmo quedó severamente castigado, porque vivió solo, martirizado por los remordimientos.

" Volvieron de nuevo a la Tierra Cesar y Luis. Cesar, ocupó en la Marina un puesto, distinguido, y Luis, en una envoltura femenina, enamoradísima de Cesar, con el que se unió con el lazo del matrimonio; pero como no merecía ser dichosa, por haber originado la desgracia de una mujer inocente, perdió a su esposo, y ella apeló al suicidio, para sufrir en parte, el dolor que sufrió su víctima. Su amor egoísta destruyó los cimientos de un hogar en formación, y ha desecho, por necesidad, la dicha presente, porque el egoísmo no da más frutos que la destrucción, el goce no es lícito si no se asemeja al sol, que difunde su calor pr toda la superficie de la Tierra. Secar en el corazón las fuentes del sentimiento, y dejar solo un hilito de agua para un ser determinado, es un robo que se hace a la humanidad; el egoísmo es un ladrón que no castiga la justicia humana, pero recibe su merecido en el transcurso de la vida.- Adiós-

                                                III

 Estoy muy conforme con lo que dice el Espíritu : el egoísmo en un mal, aunque se le cubra con el manto del amor; y el mal, siempre será nocivo para la Humanidad.

            - Amalia Domingo Soler-

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