INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Sentirse libres para cambiar de opinión-
2.- La amistad real
3.- Inspiración (Testimonio)
4.- La lógica de la Reencarnación
( Nos volvemos a encontrar, probablemente, el próximo día 1 de Septiembre, si Dios lo permite)
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SENTIRSE LIBRES PARA CAMBIAR DE OPINIÓN
Un gran señor que supo amontonar sabiduría, más allá de la riqueza, auxiliaba a diversos amigos pobres, en el mantenimiento del buen animo en la lucha por la vida.
El joven siguió sus instrucciones.
– ¿Para qué? – Conversaba consigo mismo – aquel hombre no era un mendigo. No parecía tener problemas que mereciesen compasión y caridad.
importe de que fuera emisario.
de la cartera, dobló la cantidad y consideró:
bajo más amplios compromisos. Vuelve a la residencia de él y, en vez de trescientos, entrégale seiscientos cruceiros, mensualmente, en mi nombre, de ahora en adelante. Su nueva situación reclama recursos duplicados.
no encontrará sino silencio y muerte, perdiendo la mejor oportunidad de ser
útil. No debemos exigir que el hermano de jornada se convierta en un mendigo, con el fin de parecer superiores a él, en todas las circunstancias. Tal
actitud de nuestra parte representaría crueldad y dureza.
sementera de amor para la eternidad. Nunca desees improvisar necesitados,
alrededor de nuestra puerta y, sí, crear compañeros para siempre.
cuanto le fue determinado, comprendiendo la sublime lección de la amistad
real.
(Relato del Espíritu NEIO LÚCIO)
Psicografía de FRANCISCO CANDIDO XAVIER
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Se
puede llegar al convencimiento pleno de esta realidad simplemente a través de
la razón, aunque a veces estos razonamientos chocan con principios religiosos
asumidos anteriormente, que no contemplan esta realidad y que se tambalean ante la lógica de la misma
La Reencarnación es necesaria
para adquirir las experiencias en el plano físico que permitan al
Espíritu su evolución hacia una perfección espiritual cada vez más
elevada.
La Reencarnación es una ley que nos da tantas oportunidades como
precisemos, para enmendar los errores del pasado y adquirir nuevos valores en
el presente, y así poder avanzar progresivamente, enriqueciéndonos
en virtud y sabiduría a lo largo de muchas vidas como
Seres humanos.
La
Reencarnación viene a ser el método práctico
utilizado por la evolución que impulsa el progreso del Ser espiritual en cada
vida, y gracias a ella esto se hace posible, o sea que el auténtico sentido
de la Reencarnación es el de realizar la evolución del espíritu a través de
múltiples vidas en la materia.
La Reencarnación y todo lo que de esta idea se
deriva ha sido uno de los pilares básicos de una gran parte de las más antiguas
religiones, incluido el Cristianismo. Es un principio que se puede aceptar racionalmente porque
arroja luz sobre las eternas interrogantes que desde siempre han inquietado al
Ser humano respecto a su origen, a nuestra naturaleza o a la realidad
existencial y las grandes preguntas: ¿por qué estamos aquí en este mundo,
y cual es finalmente nuestro destino o
meta?, llegando a conocer a través de una filosofía absolutamente
racional que de esta idea se desprende, a donde iremos, qué pasará o qué
sucederá después de esta vida
En su infinito
Amor, Dios no nos permite vivir tan solo una única
existencia en una sola vida, insuficiente para capacitarnos en Amor
y sabiduría, por larga y buena que esta pudiese ser es. Si así lo
hiciese dándonos una única existencia en este mundo sin posteriores
oportunidades de progreso, sería comparable con la idea monstruosa y
absurda del padre que condenase para siempre
a su hijo, a no crecer; que siempre fuese pequeño y a que
nunca pudiese desarrollarse ni pudiese llegar a ser un ser adulto. Además sería un padre muy
injusto al no darnos a todos las mismas oportunidades de crecimiento, porque
vemos que hay ricos de nacimiento, al lado de pobres, inteligentes al lado de
deficientes mentales, etc, o sea, unas desigualdades que bajo el prisma de una
única existencia serían incomprensiblemente injustas.
Por
ella se realiza la Justicia Divina al otorgar en una existencia humana lo que
no se tuvo en otra anterior y no otorgar privilegios al Espíritu, aunque bajo la forma
humana, aparentemente si los haya por nacimiento, o por desigualdades de
cualquier otro tipo. En una clase de vida humana determinada, se pueden
conquistar ciertos valores, mientras que en otra clase de existencia serán
otros diferentes los que la propia vida podrá ofrecer por sus circunstancias
diferentes.
Básicamente el motivo de la Reencarnación es el misma para todos: la
Evolución, con el crecimiento del alma en cuanto a virtudes y
sabiduría, al tiempo que por la reencarnación se superan o se
eliminan los defectos morales, residuos de etapas evolutivas anteriores. Pero a
nivel individual aun se puede matizar más: unas veces gracias a la
reencarnación se conquista un aprendizaje y se logra un desarrollo
evolutivo y otras nos lleva a afrontar deudas contraídas
en el pasado, lo cual equilibrará la balanza de la Justicia Divina y de paso
podrá seguir aprendiendo y perfeccionándose, o sea, evolucionando. Para
acercarnos a la Fuente Creadora, es necesaria la evolución del Ser espiritual
individual que mora en cada uno de nosotros, o mejor dicho, que
somos nosotros mismos y esta evolución o progreso acorde con el de
todas las formas físicas y psíquicas de la Naturaleza, es un camino de
perfección personal ilimitada, y solo se
logra mediante un periplo inicial del
Espíritu, transitando por muchas vidas en los mundos
físicos. Dios no nos ha creado perfectos, pero sí perfecctibles,
dejándonos el mérito de la perfección lograda por nuestro esfuerzo y
voluntad, aunque nos lo facilita al máximo mediante la solidaridad
entre todos los espíritus y la Caridad que es un imperativo en la marcha
ascendente de la evolución universal de las almas, cuando para
facilitarnos el camino y dar fruto a nuestro esfuerzo, Dios ha dispuesto la
ayuda de otros seres espirituales, hermanos nuestros, que desde el
plano espiritual nos inspiran y alientan en este plano material
donde habitamos, y así se nos ha dado el poder conquistar una felicidad valorada
y auténtica, que es la felicidad lograda mediante nuestro
propio trabajo personal y nuestro esfuerzo.
Solo mediante las experiencias de las
vidas en mundos físicos se puede aprender en profundidad lo
necesario y diferente al aprendizaje que también adquieren durante
la estancia en el mundo espiritual, con el fin de que el Ser espiritual
progrese en su propia evolución, afrontando circunstancias y vicisitudes
humanas, equivocándonos muchas veces, cometiendo errores y rectificando otras
tantas, y así nos podremos ir librando poco a poco de modo casi
imperceptible, de los defectos y lastres que pesan en el desarrollo de nuestra
alma.
Si admitimos la idea de Dios como Causa Primera
de todo cuanto existe, y comprendiendo
que es infinito en todos sus atributos, nos podemos plantear: ¿ Por qué este
Principio, del que procedemos, que nos
ama infinitamente a todos por igual, nos iba a dejar estancados para
siempre en este pobre nivel mental y
espiritual que tenemos actualmente los humanos, sin darnos más oportunidades de
que lo podamos mejorar?; ¿ Acaso los
humanos no hacemos normalmente por
nuestros hijos todo lo mejor a nuestro alcance?; ¿Acaso somos las personas mejores o más
perfectos padres y madres que Dios mismo?. ¿ Si no la hubiese
Dios dispuesto en Su plan de Evolución para toda la Creación, ¿Cómo podríamos llegar
a alcanzar lo que Jesús de Nazaret encomendó
cuando dijo: “Ser perfectos como
mi Padre Celestial es Perfecto”?. ¿Quién podría llegar a alcanzar la Perfección
Absoluta de Dios en una sola vida por larga
que esta fuese?; además de que sería una injusticia
permanente el tener que lograr esa perfección en una sola existencia en medio
de tanta desigualdad de oportunidades en cuanto a clases diferentes
de vida humana, por su duración, su época, su cuna social, su estado de salud, su
inteligencia, etc.
Sin la reencarnación no tendrían mucho sentido
esas vidas infantiles segadas por una muerte prematura, al lado de esas otras
vidas tan largas y tan llenas de experiencias y oportunidades de mejora y progreso,
y otras veces de dolor. ¿Sería acaso
justo que en la corta existencia de un niño fallecido en su primera edad, este se ganase su eterna felicidad al igual que el anciano
que para lograr lo mismo ha tenido que vivir largos años, a veces muy duros y
llenos de experiencias dolorosas?. Y si
el Espíritu del niño no puede ser feliz igual que el del anciano, por no haber
vivido lo bastante para merecerlo, ¿ Por qué Dios le iba a privar de semejante
dicha llevándoselo tan temprano?, ¿Qué culpa tuvo él de haber dejado este mundo
tan pronto si su muerte no dependió de
su voluntad ?.
La aceptación de la reencarnación se debe a que da sentido a nuestra existencia, porque ayuda a comprender como todas las existencias o vidas que hemos tenido como seres humanos se relacionan, y como el bien y el mal que hacemos en unas vidas humanas, invariablemente nos repercutirán más tarde en otras existencias humanas futuras que tengamos que vivir.
Comprender esto va en beneficio propio y de quienes nos rodean, porque nos capacita para dirigir nuestra vida de forma coherente y a ver a los demás de otra manera más justa y con más sentido de la fraternidad y de la caridad; además amplía el concepto de Dios como el Ser Supremo origen y meta de todos los Seres, así como el sentido de la Vida, mostrando la posibilidad que tenemos de dirigirla conscientemente, forjando nuestro destino cada día, paso a paso.
A cambio de las explicaciones racionales
y lógicas que ofrece la filosofía que se desprende de la reencarnación, las
religiones occidentales que no la aceptan y las demás filosofías ateas, no dan sobre
estas interrogantes nada más que respuestas a todas luces vagas e insuficientes
para la razón y para el corazón.
El motivo que fundamenta la
Reencarnación es, en definitiva, la necesidad que tiene nuestro Espíritu de
progresar y de aprender por medio de la experiencia
humana, evolucionando y desarrollando cualidades de Amor y
Sabiduría, que son los atributos divinos que nos
acercan al Creador.
Posiblemente tenía mucha razón la Teósofa Annie Basant, cuando
afirmaba que “el concepto de que pudiesen existir almas que pasasen
instantáneamente del “no ser” al
existir, con cualidades bien diferenciadas, es algo irracional y moralmente
monstruoso, tal como lo sería el que de repente apareciesen niños procedentes de la nada, que no hubiesen
nacido de nadie, y que presentasen diferencias raciales”.
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