jueves, 12 de agosto de 2021

Experiencias y Conocimiento.

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Experiencias y Conocimiento.

2.- Divaldo Franco y el sacerdote

3.- Parábola moderna

4.-Los Espíritus y su individualidad

5.- ¿La Ley de Consecuencias también actúa sobre los pensamientos y sentimientos?




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   EXPERIENCIAS Y CONOCIMIENTO 

                                                                 


Cada día que se inicia, de la misma forma   cada día que fenece, resultan en una valiosa oportunidad de aprendizaje para la mejor conducción de la vida material, cuya importancia para el alma es tan trascendente que se aleja del mundo de las formas, para prevalecer en el de las ideas. 

Cada página que se llena del libro de la vida, permanece con tinta indeleble, relatando para el futuro el historial de cada Espíritu, grabando así las múltiples experiencias que lo conducen a la elevación o lo mantienen, retenido, en los acontecimientos menos felices que no permitieron su avance. 

Si el ser encarnado tuviera una visión clara de la reencarnación, desprovista de ideas utópicas y de vanidades nada constructivas, habría de apostar a un mejor aprovechamiento de su estadio  en la materia, que no pasa de ser un enriquecimiento para él mismo o una lamentable experiencia fracasada, podría ser más consciente de esa dádiva de la divinidad hacia la criatura, que distrae y derrocha su tiempo sin alcanzar a medir su valor, en atender más a los llamados del instinto que de la razón… 

Por ello es imprescindible profundizar en el contenido de la Doctrina Espiritista, rica en revelaciones cuanto a la vida después de la vida, de la reencarnación y sus sabios mecanismos que actúan en concordancia con la Justicia Divina, revelaciones proporcionadas por los legítimos protagonistas de la vida, que son los Espíritus inmortales… 

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Busca, pues, comprender cuán importante es el valor de los minutos que conforman tu existencia terrena a fin de que mañana, de regreso a la vida espiritual, no tengas que lamentar el tiempo perdido en cuestiones intrascendentes que maniataron tus pies, impidiéndote avanzar… 

(Extraído de la obra “DEL MAESTRO AL DISCÍPULO”. Capítulo 44: Experiencias y conocimiento. Obra dictada por el espíritu de Cosme Mariño, a través de la psicografía de Juan Antonio Durante. Publicado por: Livraria Espírita Alvorada Editora).


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DIVALDO FRANCO Y EL SACERDOTE


Cierta vez, fui a un sacerdote a confesarme (antes de hacerme espírita). Le conté sobre mis comunicaciones con los muertos. Para él eran fuerzas demoníacas intentando alejarme de la Iglesia. Me vino una amargura de Dios y comencé a preguntar:
- Soy un buen católico, buen sacristán, adoro la Iglesia, hago ayuno, paso la semana de la Pascua sin comer hasta el mediodía. Si Dios no puede con el diablo, ¿yo voy a aguantar? El diablo va a vencerme. ¿Cómo un chico de 17 años, del interior, ingenuo, puede vencer al diablo si ni Dios lo consigue?
        Entré en depresión y me quedé con amargura de Dios. Me confesé al sacerdote:
- Yo voy a matarme. Nuestra Señora del Carmen va a tener pena de mí, me va a colocar el escapulario y me sacará del infierno.
        Él me miró despacio y respondió:
- No tomes ninguna actitud ahora. El demonio a veces nos perturba para probar nuestra fe; cuando no lo consigue, abandona. Vuelve para la Iglesia.
        Era un hombre honesto, creía piadosamente en sus ideas.
        Un día al confesarme con él, vi aproximarse a un Espíritu. Tuve otro conflicto:
- ¿Cómo puede el diablo entrar en la sacristía?
        De hecho yo veía siempre a los Espíritus. En el momento de la eucaristía la ostia se hacía luminosa cuando era colocada en mi boca. A veces, en Feria de Santana, veía al clérigo Mário Pessoa aureolado. En mi comprensión (católico), él era un santo. Las personas en la hora de la fe se iluminaban y yo juzgaba todo una alucinación.
        Cuando el Espíritu entró, exclamé:
- ¡Mire, el diablo está viniendo, y es mujer!
- ¿Tú ves alguna señal particular en el rostro de ella? – me preguntó el sacerdote.
- Veo una verruga encima del labio.
- ¿Y qué más?
- El cabello está partido por la mitad, recogido en un moño detrás.
- ¿Y qué más?
- Veo un chal sobre los hombros, con puntas, un chal negro de cuadros.
- Puedes quedarte tranquilo, es mamá.
       Ella “incorporó” y conversó con el sacerdote. Cuando desperté, él me aclaró:
- Divaldo, mamá vino a alertarme. Tú misión no es aquí, vas a seguir la tarea que Dios te confió, porque el bien está en todos los lugares.
      Me quede más turbado, porque yo no era espírita, tenía miedo, me sentía de cierto modo alejado de la Iglesia, pero continuaba frecuentándola y al Centro Espírita.
     Tenía conflictos de fe, principalmente cuando murió mi hermana, por suicidio. Mamá fue a encomendar misa a ese mismo sacerdote, un hombre bueno, y oyó de él:
- Doña Ana, no puedo celebrarla, porque el suicida está en el infierno y Dios no lo saca de allí.
     Fue cuando aprendí la primera lección de lógica y de psiquiatría, con una mujer iletrada – mí madre:
- Padre, entonces yo reniego de su Dios. Si Él no es capaz de perdonar no es digno de ser Dios. Soy lavandera modesta y analfabeta, pero la hija que perdí, yo la perdono; ¿ cómo es que Dios, que la tiene, no la perdona? Digo más, quien se mata no está en su juicio.
     Más tarde yo sabría que muchos portadores de psicosis maniaco-depresiva PMD, van para el suicidio.
     Aprendí mucho con ese hombre, con mamá, y cuando yo le dije que no iría más a la iglesia, ella me respondió:
- Dios está en todos los lugares. Si tú fueras justo y obraras con rectitud, Él estará contigo. Haz el bien, hijo mío, porque la verdadera religión es aliviar el sufrimiento ajeno.
      A partir de ese acontecimiento me integré lentamente al Espiritismo.

Divaldo Franco

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                   PARÁBOLA MODERNA

Y he aquí que en plena asamblea de espiritualidad se levantó cierto compañero intelectualista y se dirigió al amigo sabio y benévolo que se comunicaba a través de la organización mediúmnica, preguntando para tentarlo:

—Bienhechor de la Humanidad, ¿ qué debo hacer para alcanzar la Vida Eterna? ¿Cómo proceder para entrar en la posesión de la verdadera Luz?

Contestó el orientador:

— ¿Qué te aconseja la doctrina? ¿Cómo lees las enseñanzas de Cristo?

 El consultante pensó un minuto y replicó:

—Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con todo tu entendimiento, y a tu prójimo como a ti mismo.

El Sabio Espiritual sonrió y observó:

—Has respondido bien. Haz eso y alcanzarás la Vida Eterna.

Con todo, el intelectualista, presentando justificativa y desando destacarse en el círculo de los hermanos, preguntó aún:

— ¿Cómo reconoceré a mi prójimo?

El comunicante asumió una actitud paternal y narró:

—Un Espírita convencido en cuanto a la sobrevivencia del alma, pero no convertido todavía al Evangelio de Jesús, iba desde la Madureira a la Gávea, cuando encontró, en cierta calle, determinada reunión de personas bienintencionadas pero ignorantes de las letras del mundo, intentando la práctica del Amor a los semejantes, poseídas de sincera y profunda buena voluntad.

Como vivían alejadas de la ciencia de la expresión, sus palabras evidenciaban mucha imperfección de gramática, pese a la excelente disposición que revelaban en el ejercicio de virtudes santificantes. Los desencarnados que cooperaban en la obra, observando que se acercaba un hermano detentador de elevados conocimientos, les indicaron su nombre, para que se le rogase su valiosa colaboración. Instado por los trabajadores de aquel piadoso núcleo del bien, el caballero se acercó, sondeó el ambiente y se negó, añadiendo:

— ¡No, no puedo cooperar!, esto no es Espiritismo.

Y pasó apresurado, en busca de sus intereses.

Sin embargo, un materialista, de buen corazón y recta conciencia, que venía por la misma calle, encontró a la pequeña asamblea y, observando su determinación a la práctica del bien, repartió palabras de ánimo y consuelo entre aquellas criaturas de primorosas cualidades morales, dejando allí las bases de una escuela que funcionaría muy pronto, perfeccionando valores y mejorando sus conocimientos.

Seguía el mencionado adepto del Espiritismo por el camino, cuando se deparó con un cuadro doloroso. Una miserable mujer, exhibiendo terribles signos de sífilis, había caído en las cercanías de un soberbio jardín, y rodeada de dos compañeras de infortunio, necesitaban el brazo de un hombre caritativo que ayudase a transportar a la enferma. Percibiendo la aproximación del creyente que estamos examinando, corrieron presurosas las dos infelices que aún podían andar, suplicándole socorro con palabras de su jerga, pero que evidenciaban justificada aflicción y ardiente deseo de ser útiles.

El Espírita se fijó en que se hallaba en los aledaños de una gran casa, dedicada a placeres menos dignos y, temiendo un falso juicio para su conducta, se negó exclamando:

— ¡No, no puedo ayudar!, esto no es Espiritismo.

Y se alejó, sin más demoras.

Mientras tanto, el ateo, que venía tras sus pasos, escuchó el clamor de las mujeres y, lejos de cualquier pensamiento malicioso alusivo al local, amparó a la pobre criatura, providenciando inmediatamente que fuese acogida en un hospital cercano y colaboró en el pago de los gastos, ajeno a cualquier idea de compensación.

Más adelante, siguiendo el Espírita su camino, encontró un grupo de trabajadores afiliados a las iglesias evangélicas del protestantismo, recabando auxilios para un servicio de asistencia a niños desamparados. Muchachas y viejos, chicos y ancianos, cantaban en la vía pública, enterneciendo corazones con las reminiscencias de Jesús. Terminado el número musical, algunas jóvenes distribuían flores naturales a cambio de insignificantes donativos destinados al socorro de pequeñuelos huérfanos y desvalidos.

Una de las graciosas chiquillas se acercó y le ofreció una rosa, añadiendo:

— ¡Amigo, coopera con nosotros en la asistencia a los pequeñuelos abandonados! El interpelado, sin embargo, vio que el grupo portaba numerosos ejemplares de periódicos y revistas con interpretaciones religiosas diferentes de las que su razonamiento aceptaba, y, situándose en posición contraria a la cooperación cristiana, respondió rudamente:

— ¡No, no puedo atender!, esto no es Espiritismo… Y continuó, calle abajo, apresuradamente.

En cambio el materialista bondadoso, que lo seguía accidentalmente, fue detenido por la solicitación de las jóvenes y, sintiéndose feliz por la expresión de humanidad que la reunión presentaba, charló alegremente con las chicas, animando el servicio de confraternización y vehemencia que se llevaba a efecto, y, después de anotar las señas de la institución, al objeto de hacer un seguimiento más cercano de los trabajos, echó mano de la cartera que traía y adquirió muchas flores de auxilio, con el espíritu amigo de las buenas obras y no con la disposición agresiva de los combatientes, despreocupado de cualquier recompensa.

Y el Espírita siguió su camino hacia la Gávea y el materialista continuó en la vía de la bondad espontánea.

El mentor hizo una larga pausa y, a continuación, preguntó al consultante:

— ¿Cuál de los dos consideras que aprendió a reconocer al prójimo, prestándole la atención que debía?

— ¡Ah! Ciertamente, replicó el interlocutor sensibilizado, fue el materialista, que sentía placer en servir, trabajando por un mundo mejor.

El Sabio Espiritual sonrió y le dijo, antes de despedirse:

—Entonces, ve y haz tú lo mismo…

Hermano x. (Espíritu)


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 LOS ESPÍRITUS Y SU INDIVIDUALIDAD

¿Cómo los espíritus, no teniendo cuerpo, pueden evidenciar su individualidad y distinguirse de los otros seres espirituales que los rodean?
«Por medio del periespírítu, que los constituye en seres distintos unos de otros, como el cuerpo entre los hombres»^.


. ¿Se conocen los espíritus por haber vivido juntos en la tierra? ¿Conoce el padre a su hijo, y el amigo a su amigo?
«Sí; y así, de generación en generación».


-¿De qué modo se reconocen en el mundo de los espíritus los hombres que en la tierra se han conocido?
«Vemos nuestra vida pasada y leemos en ella como en un libro, y viendo el pasado de nuestros amigos y enemigos, vemos un tránsito de la vida a la muerte».


. Al separarse de la envoltura mortal, ¿ve el alma inmediatamente a los parientes y amigos, que antes que ella ingresaron en el mundo de los espíritus?
«Inmediatamente no es siempre la verdadera palabra; porque, como tenemos dicho, necesita cierto tiempo para reconocerse y sacudir el velo material».


. ¿De qué modo es acogida el alma a su regreso al mundo de los espíritus?
«La del justo, como un hermano querido, a quien de mucho tiempo se esperaba; la del réprobo, como un ser a quien se desprecia».


. ¿Qué sentimiento experimentan los espíritus impuros a la vista de otro espíritu malo que llega?
«Los malos se complacen en ver seres semejantes y como ellos privados de la dicha infinita; como se complace en la tierra uno de vuestros bribones de estar entre sus iguales».

¿Salen a veces a nuestro encuentro nuestros parientes y amigos, cuando dejamos la tierra?
«Sí, salen al encuentro del alma a quien aman, y la felicitan por su vuelta del viaje, si se ha salvado de los peligros del camino, y la ayudan a desprenderse de los lazos corporales. Es un favor hecho a los buenos el que salga a su encuentro los que les han amado, al paso que es un castigo para el impuro el que permanezca en el aislamiento, o rodeado únicamente de espíritus que le son semejantes»..

 ¿Los parientes y amigos están siempre reunidos después de la muerte?
«Esto depende de su elevación y del camino que adoptan para su progreso. Si uno está más adelantado y camina más aprisa que el otro, no pueden estar juntos; podrán verse a veces, pero sólo podrán estar reunidos siempre. cuando puedan caminar juntos o cuando hayan logrado la igualdad de perfección.. Y además, la privación de la vista de los parientes y amigos es a veces un castigo»


EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS

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¿La Ley  de Consecuencias también  actúa 

sobre los pensamientos y  sentimientos ?

  Los pensamientos y sentimientos de la clase que sean, pueden afectar a quien van dirigidos cuando existe una causa kármica que lo permite, pero en cualquier caso tal  como establece la ley de Causa y Efecto, siempre  regresan  a su origen (efecto boomerang), y terminan por afectar a quien los generó.   

     Por otro lado, es de considerar que constantemente tenemos en la mente pensamientos propios y otros muchos que no lo son; en ese caso los pensamientos negativos solo tienen repercusión negativa cuando en uso de nuestro libre albedrío les damos cabida,  los mantenemos o nos complacemos en ellos, pero si los rechazamos, nuestra  voluntad de rechazarlos  evita que pueda haber ninguna repercusión negativa.

 Las personas con un espíritu negativo, además de atraer por sintonía a otros Seres de su misma clase que a su vez les incentivan  y aumentan su negatividad, terminan por dañar su propia salud tanto psíquica como física.

 Los actos, los pensamientos y los sentimientos  son una siembra que  siempre hacemos libre y voluntariamente, por lo que en  justicia, la cosecha  producto de  nuestra siembra es de la misma clase que hayan sido estos, y la tendremos que recoger obligadamente, antes o después.

Aunque no hayan habido hechos, si estos pensamientos y sentimientos negativos se consienten y alimentan en la mente, no dejan de ser energías lanzadas contra alguien con intención maligna, por lo que por sí solos, obtienen su respuesta por parte de las Leyes Divinas.  La vibración  negativa puede afectar o no, a la persona a quien van dirigidos, pero lo que sí es seguro es que afectan a quien los origina y mantiene, pues le crean
un desequilibrio psíquico alejado de la ley del Amor y tarde o temprano la ley de Causa y Efecto terminará por pasar factura al autor de los mismos, de modo que así también se cumple la ley de Justicia para que de paso, esa persona que proyectó su energía negativa, aprenda en sí misma que ese no es el camino correcto que debe seguir  y que debe cambiar de dirección.

- Jose Luis Martín-

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