INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El Zodiaco y el destino humano
2.- Experiencias y conocimiento
3.-Objetivos del Espiritismo
4.- Los espacios cósmicos y la eternidad
5.- El Consolador Prometido
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EL ZODIACO Y EL DESTINO HUMANO
Cada Espíritu escoge antes de encarnar y con arreglo a sus necesidades evolutivas y de los imperativos que le señalen la Ley de Consecuencias, el cuerpo que tendrá, su sexo, enfermedades congénitas, y demás circunstancias de la vida que afrontará como ser humano y que incluye las pruebas que va a tener que afrontar. Esta elección podrá ser condicionada por la necesidad y la forma de reparación de sus faltas, habiendo casos en los que una determinada reencarnación con especiales circunstancias que deberá afrontar, podrá ser impuesta por imperativos Divinos para su evolución.
El destino kármico no supone un fatalismo ciego, sino un determinismo que está condicionado por las actuaciones individuales del Ser humano, en el pasado y en el presente, de modo que en cada momento de nuestra existencia, estamos condicionando nuestro propio futuro..
Existe la predestinación en cuanto a las grandes pruebas de carácter general que vamos a tener que afrontar en la existencia, como resultado de la ley de consecuencias o la misión comprometida por cada uno, pero no existe el fatalismo ciego e irremediable ante lo que nos acontece, pues el destino de cada uno se puede modificar a cada paso mediante el propio esfuerzo. El karma como destino bueno o malo se puede alterar cada día mediante nuestras actuaciones buenas o malas y sus consecuencias.
El determinismo en los acontecimientos humanos no ocurre de modo absoluto. Sí que existe sin embargo ese determinismo en las pruebas de naturaleza física, tal como las enfermedades congénitas, etc. En cuanto a las pruebas morales, el Ser conserva el libre albedrío, siendo posible acceder o resistir a las tentaciones y por tanto modificar en esta vida las resoluciones tomadas en el mundo espiritual antes de encarnar.
Si fuesen los astros los que señalasen cada detalle de nuestro actuar en la vida, no tendríamos responsabilidad alguna por nuestros actos en la misma, y por tanto el progresar y evolucionar no dependería de nosotros, sino que dependería de lo que caprichosamente determinasen los signos zodiacales que a cada uno le hayan tocado en suerte cuando nació. Y sin duda, que la Suprema Perfección – Dios-, tal como dijo Einstein, no juega a los dados la suerte del ser humano.
Por tanto, ningún destino de nadie está escrito de forma indeleble en las estrellas, sino en los actos llevados a cabo alguna vez por cada Ser espiritual y que a su vez se pueden variar precisamente con otros nuevos actos rectificadores según la Ley de Consecuencias.
No obstante, como objeción a la tesis astrológica, es de señalar que la influencia magnética de los astros sobre nuestro mundo y sobre las personas, más bien se toma como algo mágico y misterioso que señalan los horóscopos a cada uno con carácter particular. Los Seres espirituales que vienen a este mundo, aun haciéndolo en una misma época y lugar, son absolutamente diferentes entre sí, permaneciendo las individualidades bien diferenciadas (lo comprobamos en muchas parejas de hermanos gemelos, que tendrían que ser prácticamente iguales en todo y con frecuencia son bien diferentes). Además, siendo la Astrología un arte o una superstición antigua, en el que la imaginación de los hombres unió los astros y creó figuras mitológicas en el cielo estrellado, no se tuvo en cuenta que además de los planetas y estrellas vistos entonces y reconocidos, más tarde se han descubierto después otros nuevos, que lógicamente deberían tener también su influencia y su lugar astrológico, y esto no se tuvo nunca en cuenta.
Recordemos las palabras del Maestro Jesús, cuando al respecto nos indicó claramente que, a cada cual sería dado según sus obras, pero no dijo sin embargo que nos sería dado según nuestro horóscopo.
El Espiritismo y las Fuerzas Radiantes
De ese modo, por ejemplo, ya que los siglos están fuera de la vida etérea del alma, podríamos escribir un número tan largo como el ecuador terrestre, y suponer que hemos envejecido ese número de siglos, sin que en la realidad nuestra alma cuente un solo día más. Y si agregamos a ese número indefinible de siglos una serie de números semejantes, larga como de aquí al Sol, o todavía más considerable, y si imaginásemos que viviremos durante una sucesión prodigiosa de períodos seculares representados por la suma de esos números, cuando llegásemos al término, el inconcebible cúmulo de siglos que pesaría sobre nuestras cabezas sería como si no existiese, pues delante de nosotros estaría siempre toda la eternidad.
El tiempo sólo es una medida relativa de la sucesión de las cosas transitorias. La eternidad no es susceptible de ser medida desde el punto de vista de la duración; para ella no hay comienzo ni fin: todo es presente.. Si siglos y siglos son menos que un segundo en relación con la eternidad, ¿ qué será la duración de la vida humana?
Allan Kardec
El Espiritismo viene, en el tiempo señalado, a cumplir la promesa de Cristo: el Espíritu de Verdad preside su institución, llama a los hombres a la observancia de la ley y enseña todas las cosas haciendo comprender lo que Cristo sólo dijo en parábolas. Cristo dijo: “Que oigan los que tengan oídos para oír”; el Espiritismo viene a abrir los ojos y los oídos, porque habla sin figuras y sin alegorías; levanta el velo dejado intencionalmente sobre ciertos misterios, y viene, por fin, a traer un consuelo supremo a los desheredados de la Tierra y a los que sufren, dando una causa justa y un fin útil a todos los dolores.
Cristo dijo: “Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados”; pero, ¿de qué forma se puede ser feliz, sufriendo, si no se sabe por qué se sufre? El Espiritismo le muestra la causa en las existencias anteriores y en el destino de la Tierra, donde el hombre expía su pasado; le muestra su objeto, indicando que los sufrimientos son como crisis saludables que conducen a la curación y que son la depuración que asegura la felicidad en las existencias futuras. El hombre comprende que merece sufrir y encuentra justo el sufrimiento; sabe que ese sufrimiento ayuda a su progreso y lo acepta sin murmurar, como el obrero acepta el trabajo que le debe valer su salario. El Espiritismo le da una fe a toda prueba en el porvenir, y la duda punzante ya no se abate sobre su alma; haciéndole ver desde lo alto, la importancia de las vicisitudes terrestres se pierde en el vasto y espléndido horizonte que devela, los infelices extraviados que, viendo el cielo, caen en el abismo el error. Creed, amad, meditad las cosas que os son reveladas; no mezcléis la cizaña con el buen grano, las utopías con las verdades. ¡Espíritas! Amaos: he aquí la primera enseñanza; instruíos, he aquí la segunda. Todas las verdades se encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en él son de origen humano y he aquí que, más allá de la tumba, donde creíais encontrar la nada, hay voces que os claman: ¡Hermanos! Nada perece; Jesucristo es el vencedor del mal, sed los vencedores de la impiedad.
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